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Eres mia

El sol de la mañana apenas comenzaba a asomarse sobre los tejados de Nerima cuando Ranma Saotome ya estaba despierto, su mente inquieta por los eventos del día anterior. Sentado en el tejado de la casa Tendo, su lugar favorito para pensar, repasaba una y otra vez la escena que había presenciado.

"Ese idiota," murmuró entre dientes, apretando los puños. "¿Quién se cree que es?"

El día anterior, un nuevo estudiante había llegado al Instituto Furinkan. Hiroshi Tanaka, alto, apuesto y, para colmo, un prodigio en kendo. Desde el momento en que puso un pie en el salón de clases, sus ojos se habían fijado en Akane.

Ranma cerró los ojos, recordando cómo Hiroshi se había acercado a Akane durante el almuerzo, todo sonrisas y modales perfectos. "Tendo-san, he oído mucho sobre ti. ¿Es cierto que practicas artes marciales? Tal vez podríamos entrenar juntos algún día."

Y Akane, para su consternación, había sonreído y aceptado. "Claro, Tanaka-kun. Sería un placer."

Un placer. Ranma sintió que su estómago se revolvía al recordarlo. ¿Desde cuándo Akane encontraba placer en entrenar con alguien que no fuera él?

"¡Ranma!" La voz de Akane lo sacó de sus pensamientos. "¡El desayuno está listo!"

Suspirando, Ranma se deslizó del tejado y entró por la ventana de su habitación. Mientras se cambiaba para el día escolar, se prometió a sí mismo que mantendría un ojo en ese tal Hiroshi. Después de todo, era su deber proteger a Akane, ¿no?

En la mesa del desayuno, Ranma apenas tocó su comida, su mirada fija en Akane. Ella, por su parte, parecía de buen humor, charlando animadamente con Kasumi sobre sus planes para el día.

"Oh, y después de la escuela, voy a entrenar un poco con Tanaka-kun," mencionó Akane casualmente.

Ranma sintió que se atragantaba con su arroz. "¿Qué? ¿Por qué?"

Akane lo miró, sorprendida por su tono. "Porque me lo pidió amablemente. Además, siempre es bueno practicar con diferentes estilos."

"Pero... pero..." Ranma buscó desesperadamente una excusa. "¡Pensé que entrenaríamos juntos hoy!"

"No recuerdo haber hecho planes contigo," respondió Akane, frunciendo el ceño. "De todos modos, ¿desde cuándo te importa tanto con quién entreno?"

Ranma sintió que sus mejillas se calentaban. "¡No me importa!" exclamó, demasiado fuerte para ser convincente. "Haz lo que quieras."

Se levantó abruptamente de la mesa, ignorando las miradas preocupadas de la familia Tendo. "Me voy a la escuela," anunció, saliendo de la casa.

Mientras caminaba por las familiares calles de Nerima, Ranma no podía sacudirse la sensación de inquietud que lo invadía. ¿Por qué le molestaba tanto que Akane entrenara con otro chico? No es como si ella fuera suya o algo así...

"¿O sí?" murmuró para sí mismo, sorprendido por la dirección que estaban tomando sus pensamientos.

Tan distraído estaba que no notó el cubo de agua que una anciana estaba usando para lavar la acera hasta que fue demasiado tarde. En un instante, donde antes estaba un joven alto y musculoso, ahora se encontraba una chica pelirroja de baja estatura.

Ranma-chan suspiró, resignada. Parecía que este iba a ser uno de esos días.

El día escolar transcurrió como una tortura para Ranma. Cada vez que veía a Hiroshi acercarse a Akane, sentía que su sangre hervía. Durante el almuerzo, no pudo evitar observarlos desde lejos, notando cómo Akane reía de algo que Hiroshi había dicho.

"Oye, Ran-chan," la voz de Ukyo lo sacó de sus pensamientos. "¿Estás bien? Pareces... tenso."

Ranma apartó la mirada de Akane y Hiroshi, forzando una sonrisa. "Estoy bien, U-chan. Solo... pensando."

Ukyo siguió su mirada anterior y frunció el ceño. "¿Es por Akane y ese chico nuevo?"

"¿Qué? ¡No!" Ranma respondió demasiado rápido. "¿Por qué me importaría?"

Ukyo suspiró, sacudiendo la cabeza. "Ran-chan, eres tan transparente a veces."

Antes de que Ranma pudiera responder, la campana sonó, señalando el final del almuerzo. Mientras regresaban a clase, no pudo evitar notar cómo Hiroshi caminaba junto a Akane, charlando animadamente.

La última clase del día pareció durar una eternidad. Cuando finalmente terminó, Ranma vio cómo Akane se levantaba rápidamente, recogiendo sus cosas.

Akane!" llamó, acercándose a ella. "Yo... uh... ¿quieres que te acompañe a casa?"

Akane lo miró sorprendida. "Oh, lo siento Ranma, pero voy a entrenar con Tanaka-kun, ¿recuerdas?"

Ranma sintió una punzada en el pecho. "Claro, lo olvidé," murmuró. "Bueno, supongo que te veré en casa entonces."

Akane asintió, pareciendo un poco confundida por el comportamiento de Ranma. "Sí, nos vemos luego."

Ranma la vio salir del aula con Hiroshi, sintiendo una mezcla de emociones que no podía nombrar. Sin pensarlo dos veces, decidió seguirlos.

Se escabulló por los pasillos de la escuela, manteniéndose a una distancia prudente mientras Akane y Hiroshi se dirigían al dojo de la escuela. Una vez allí, se escondió detrás de una ventana, observando.

"Gracias por aceptar entrenar conmigo, Tendo-san," escuchó decir a Hiroshi. "He oído mucho sobre tus habilidades."

Akane sonrió, poniéndose en posición de combate. "Llámame Akane. Y gracias, espero no decepcionarte."

Ranma observó, con una mezcla de orgullo y celos, cómo Akane demostraba sus habilidades. Tenía que admitir que había mejorado mucho en los últimos meses. Sin embargo, no pudo evitar notar cómo Hiroshi parecía encontrar excusas para acercarse más de lo necesario durante el entrenamiento.

Cuando Hiroshi colocó una mano en la cintura de Akane para "corregir su postura", Ranma sintió que algo dentro de él se rompía.

Sin pensar en las consecuencias, Ranma irrumpió en el dojo. "¡Oye, tú! ¡Aléjate de ella!"

Akane y Hiroshi se giraron sorprendidos, sus ojos abiertos de par en par al ver a Ranma de pie en la entrada del dojo, con los puños apretados y una mirada furiosa en su rostro.

"¿Ranma?" Akane exclamó, una mezcla de confusión y enojo en su voz. "¿Qué estás haciendo aquí?"

Ranma avanzó, ignorando la pregunta de Akane y mirando directamente a Hiroshi. "Te lo advierto, amigo. Mantén tus manos lejos de Akane."

Hiroshi, para su crédito, mantuvo la calma. "Saotome-san, creo que hay un malentendido. Solo estábamos entrenando."

"Sí, claro," Ranma se burló. "He visto cómo la miras. Pero déjame decirte algo: Akane es m-" Se detuvo abruptamente, dándose cuenta de lo que estaba a punto de decir.

Akane, sin embargo, había escuchado lo suficiente. Su aura de batalla comenzó a brillar peligrosamente. "¿Akane es qué, Ranma?" preguntó, su voz peligrosamente baja. "¿Tuya? ¿Eso ibas a decir?"

Ranma retrocedió un paso, de repente consciente de que había cometido un grave error. "Yo... no... es decir..."

"¡No soy una posesión, Ranma!" Akane explotó. "¡No soy tuya ni de nadie más! ¡Soy mi propia persona y puedo entrenar con quien yo quiera!"

Hiroshi, sintiendo la tensión, decidió que era mejor retirarse. "Creo que debería irme..."

"¡No, tú te quedas!" Akane ordenó, sin apartar la mirada de Ranma. "Estábamos en medio de un entrenamiento. Ranma es quien se va."

Ranma sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. "Akane, yo..."

"Vete, Ranma," Akane dijo, su voz temblando ligeramente. "Hablaremos de esto en casa."

Sintiéndose derrotado y avergonzado, Ranma dio media vuelta y salió del dojo. Caminó sin rumbo por las calles de Nerima, su mente un torbellino de emociones confusas.

Cuando finalmente regresó a casa, encontró a Akane esperándolo en el dojo familiar. Su expresión era seria, pero ya no parecía enojada.

"Ranma," comenzó ella, "tenemos que hablar."

Ranma asintió, sentándose frente a ella. "Lo sé. Akane, yo... lo siento. Me comporté como un idiota."

Akane suspiró. "Sí, lo hiciste. Pero quiero entender por qué."

Ranma se quedó en silencio por un momento, buscando las palabras correctas. "Supongo que... me puse celoso," admitió finalmente. "Ver a ese tipo contigo, me hizo darme cuenta de que... bueno, de que me importas. Mucho."

Los ojos de Akane se suavizaron. "Ranma, tú también me importas. Pero eso no significa que seas mi dueño. Necesito que confíes en mí y respetes mis decisiones."

Ranma asintió, sintiendo una mezcla de vergüenza y alivio. "Lo entiendo. Prometo que intentaré hacerlo mejor."

Akane sonrió, extendiendo su mano para tomar la de Ranma. "Eso es todo lo que pido. Y para que lo sepas, no estoy interesada en Hiroshi ni en nadie más. Mi corazón ya tiene dueño, aunque él sea un idiota celoso a veces."

Ranma sintió que su corazón se aceleraba. "¿En serio?"

Akane asintió, un leve rubor tiñendo sus mejillas. "En serio."

Y así, sentados en el dojo donde habían compartido tantos momentos, Ranma y Akane llegaron a un nuevo entendimiento. No se trataba de posesión, sino de confianza y respeto mutuo. Y aunque el camino por delante seguramente tendría sus altibajos, ambos sabían que lo recorrerían juntos.

Fin.

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