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GreySkyshipping

El vendaval que paseaba por las calles de Engobe golpeó directamente a Rizzo en la espalda, causando un escalofrío que hizo temblar y tiritar al joven atleta de característica visera. El joven recién mencionado siguió caminando una vez se ajustó la bufanda. Hacía un frío fuera de lo común en la ciudad que nunca nieva, las gentes de la calle vestían con guantes, bufandas y casacas aterciopeladas, la escuela había cerrado por las bajas temperaturas y el paso hacia el mirador se había tornado algo resbaladizo, pero eso no iba a detener al entrenador de ir al susodicho lugar.

Recuerda su primer día como entrenador Pokemon, el calor que reinaba en el clima de la ciudad, la persona que lo acompañaba, y el primer Pokémon que eligió, todo eso le hizo esbozar una sonrisa nostálgica y pensó, como habitualmente solía hacerlo, en cuántas veces había sentido añoranza por su casa, a la que ahora frecuentaba más veces que en los tiempos de su viaje. Miles de cosas le habían pasado —empezó a subir escalones— durante su viaje, conoció a muchas personas, el interés por nuevas cosas, el primer amor, la injusticia, las múltiples verdades, la disparidad de los sentimientos, y la angustia de no saber si ese día podría irse a dormir tranquilamente. Había aprendido infinidad de cosas durante esos años, no solo cuando renunció a combatir contra la campeona, que muchos dirían que su viaje acabó ahí, pero ni mucho menos, Rizzo siguió viajando y descubriendo, conociendo y amando nuevas experiencias que jamás habría imaginado. Combatió contra muchas personas, desde impetuosos líderes de gimnasio que abandonaron su puesto como los hermanos de Ciudad Gres, hasta Lucho, el poderoso campeón de hace dos años en aquel entonces. Pero por muchas cosas que el joven de hebras alborotadas había vivido, su mente siempre volvía a ese enternecedor mirador donde sus horizontes empezaron.

Al subir el último escalón no le esperaba la misma muchacha que en su tiempo le regaló a su amado Tepig, sino que una vez en el mirador sus ojos chocaron con los de él, la misma persona que le acompañó a ese exacto lugar para conocer a su primer Pokémon, donde tuvieron su primer combate, y donde años después tuvieron su primer beso, un lugar especial para ambos, pero con un significado aún mayor para el entrenador de pelo marrón. Los pétalos de crisantemo decoraban la baranda y las estrellas noctámbulas iluminaban levemente al mirador, dotando a la escena de un meloso toque de sosiego. Matís había salido de viaje por unos meses mientras Rizzo se quedaba en casa. Ambos habían decidido seguir viviendo en Engobe, pero juntos, sin sus respectivas familias, mas por los deseos de viaje del peliazul, así como los lazos que lo unían a Fayenza, se tuvieron que separar por un tiempo, tiempo en el cual estuvieron cultivando su amor meticulosamente. Era evidente que de vez en cuando caía alguna videollamada mediante el Videomisor, pero no era lo mismo, ambos deseaban fervorosamente volverse a ver, volver a estar juntos, a abrazarse y a amarse mutuamente. Y la gélida temperatura que cubría la ciudad animaba a que eso sucediera.

—¡Bienvenido de vuelta, Matís! ¡Te he echado muchísimo de menos!—bramó, corriendo hacia la baranda del mirador y posándose frente al peliazul, quien sonrió quedamente y volvió su mirada granate a los brillantes ojos de su novio, para entonces alzar sus manos cubiertas de guantes y acunar su rostro entre las susodichas, besando suavemente a su novio a modo de saludo.

—Hola, cariño—rió suavemente—. ¿Cómo es que me has citado aquí y no directamente en casa?

Rizzo alzó la mirada sonrojado, Matís era más alto que él y siempre tenía que alzar la cabeza para ver sus facciones con total nitidez, pero no le importaba tener que hacerlo, pues cada centímetro del peliazul alegraba enteramente al entrenador. Para Rizzo, Matís no era su primer amor, pero sí que era el más fuerte y longevo que había vivido hasta la fecha. 

—¡Es que este lugar es especial para nosotros! Y... creí que sería bonito reencontrarnos aquí...

El pigmento carmesí embadurnó las mejillas del más bajo de nuevo, avergonzado por lo que acababa de decir. Por mucho que amase, le costaba decir en voz alta todas las cosas tiernas y bonitas que pensaba.

—Qué cursi eres...—golpeó el moflete de Rizzo, sonriendo.—pero te amo así.

Los brazos de Matís rodearon la cintura de Rizzo en pocos segundos, y entonces se inclinó para besar al de menor estatura, juntando sus labios suavemente, acariciando las comisuras con sus propios labios y metiendo la lengua brevemente en su boca, haciendo más profundo el beso cuando Rizzo rodeó su cuello con los brazos. Matís movió sus brazos para que fueran sus manos las que sostenían la cintura de Rizzo, para entonces, el beso casi llegaba a su final y solo se esforzaban por mantenerlo unos segundos más. El reconfortante calor que sentían con ese beso se mantuvo incluso tras separarlo. Ambos se miraron enamorados y decidieron no romper la formación que habían tomado.

—Bueno, eres cursi, pero sigues besando igual de bien.

El color del rostro de Rizzo era tan carmín que decir que estaba sonrojado no era más que un mero límite, por lo que enseguida contestó:

—¡Cállate!—no pudiendo evitar reír, Rizzo atrajo a Matís hacía él para darle un beso sorpresivo, que tras unos segundos fue sustituido por una ráfaga de besos emocionados.

Matís respondió a los besos con un pequeño pico por su parte, pues su sonrisa tan grandilocuente le dificultaba el beso. Volvió a cambiar su mano por sus brazos, abrazando mimosamente a su novio y escondiendo la cabeza en el hombro de Rizzo, quedando así unos segundos en los que el más bajo movió sus brazos hasta la espalda del peliazul, manteniendo su abrazo por unos pocos segundos.

—¿Nos vamos a casa? Tengo ganas de chocolate caliente y uno de tus deliciosos pasteles—musitó el peliazul en el oído de su pareja.

—¡Vale! ¡He hecho tu favorito porque sabía que volvías!

—¿El de fresa? ¡Genial!

Ambos se tomaron de la mano y Rizzo apoyó su cabeza en el hombro de Matís, quien dejó un casto beso en su cabeza. Y bajaron, a diferencia de la primera vez, en la que cada uno fue por su propio camino. Ahora sus vidas eran una, ahora se amaban más de lo que habían amado nunca, ahora disfrutaban de la vida juntos con el amor al que habían conocido en su niñez.

Y el viento se llevó esos suavemente arrancados pétalos de crisantemo.

♡♡♡

Fecha de publicación original: 26 de junio de 2022

Os presento a mi nueva OTP de Pokémon ♡♡
No sabéis lo mucho que amo a este par, a pesar de lo catastrófico que me resulta este ship en el manga, en el juego es que me derriten el alma.

Y por favor, no llaméis GreySky al Lack x Hugh, me dañáis. 😭

¡Espero que os haya gustado! Y agradezco mucho los comentarios ♡

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