[Can] The tailor shop on Enbizaka (KaraTodo)
Advertencia: KaraTodo con leve mención de KaraOso. Yandere, asesinatos con tijeras :v y... y ya xD
¡Disfruten!
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En la esquina de un pueblo llamado Enbizaka se encontraba una gran sastrería, un joven que llevaba por nombre Todomatsu la poseía; este chico tenía los ojos rosas, el cabello negro con ligeros reflejos rosas y una hermosa sonrisa todos los días. Todo el pueblo le conocía y hablaba maravillas de él por sus buenos modales y su excelente habilidad, un joven ejemplar con el que sin duda era muy grato hablar.
Sin embargo, no todo en su vida era perfecto aunque lo pareciera.
Él tenía un amado, un esposo al que adoraba con toda su alma, pero este nunca llegaba a casa a dormir, jamás se le acercaba y le era infiel con otros hombres. «¿Por qué si me tienes en tus manos, que soy un gran chico, nunca vienes a mi?», era lo que pensaba, la pregunta que se hacía a diario y por lo que lloraba frecuentemente... pobre de aquel sastre.
«Ah... da igual, tengo que concentrarme en mi trabajo», eran las palabras que él mismo se dirigía para intentar no llorar ni derrumbarse frente a los clientes. Colocaba sus adoradas tijeras en sus manos y con ellas comenzaba a trabajar con dedicación, las tijeras que su madre siempre había usado y que le heredó a él antes de morir.
«¿Lo vez, Totty?. Mientras más filo tengan mejor cortan», jamás olvidaría las palabras de su madre, porque gracias a que las mantenía bien afiladas nunca le habían fallado.
Ni una sola vez.
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El vecindario estaba tranquilo como siempre, todo iba normal en ese bello día en el que Todomatsu se dirigía a abrir su sastrería para otro arduo día de trabajo, sin ningún tipo de molestia.
Excepto por una cosa.
El de ojos rosas pudo observar a su amado mientras acomodaba algunas cosas en el mostrador, estaba vestido de azul como siempre y su sonrisa lucía radiantemente dolorosa, Totty iba a acercarse con mucho entusiasmo al verlo por fin... pero de pronto vio a un hombre con un hermoso kimono rojo acercarse, este se había abrazado del brazo de su adorado marido... ¿acaso eran amigos?.
«No puedo creerlo... ¿qué haces con él? Parecen muy amigos...», el sastre no pudo soportar aquella escena, así que se refugió dentro de su taller para calmarse, pero fue en vano, las gruesas lágrimas ya comenzaban a invadir sus mejillas y los sollozos silenciosos también habían llegado, ahogándose en lo profundo de su garganta.
«Ah... da igual, tengo que concentrarme en mi trabajo», volvió a decirse limpiándose las lágrimas con delicadeza, tomando sus afiladas tijeras y comenzando a arreglar el kimono rojo que necesitaba zurcirse.
Que lástima. Era un kimono muy hermoso.
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Totty había salido a comprar tela como todos los martes, se llevaba consigo sus tijeras por si en algún momento las necesitaba, junto con unas muestras de tela que quería comprar, nunca se sabe.
Pero algo estaba pasando.
El vecindario el día de hoy está bastante inquieto y Todomatsu no sabía la razón, parecía que todos hablaban entre sí, murmuraban cosas sin sentido y trataban de calmarse en conjunto, algo muy, muy raro. El de ojos rosas decidió preguntarle a un transeúnte que pasaba frente a él que estaba sucediendo, ya era demasiado extraño.
—Disculpe, buen hombre... ¿Por qué todos parecen alterados?. —El hombre le miró vacilante por unos cuantos instantes, las noticias corrían como pan caliente y que el sastre no se hubiese enterado le parecía algo extraño, mas porque sabía que todos le hablaban de forma amable a él en específico, pero decidió mejor contarle la noticia y así tuviese cuidado por donde iba.
–Ha habido un asesinato... El día de ayer mataron a un hombre llamado Osomatsu, era una buena persona... —El de rosa se quedó de piedra al oír que había habido un asesinato, en un vecindario tan seguro y tranquilo como ese no deberían existir ese tipo de conductas o ese tipo de gente... Al sastre le recorrió un escalofrío por la espalda pero aún así intentó sonreírle al hombre.
—Mu-Muchas gracias... tenga mucho cuidado, por favor. —colocó una mano en el hombro del contrario y este le dedicó una cálida sonrisa en señal de "usted igual", se alejaron uno del otro para retomar sus caminos y Todomatsu iba mirando para todos lados, la noticia le había puesto alerta.
Pasaba por el puente para poder llegar al lugar donde vendían las telas mas finas, todo para que sus clientes tuviesen lo mejor, aquel era un puente precioso, con barandales de madera y un piso de concreto que lucía bastante fuerte, quizás como para soportar a varias personas juntas. Todomatsu se quedó observando el lago un buen rato, le hacía sentirse tranquilo y le relajaba bastante, tanto que había olvidado el asunto de su marido por un segundo... Pero, al dar la vuelta para seguir caminando por los rosales que estaban al final del puente, pudo ver a su esposo con un chico que llevaba una bellísima cinta verde en la cintura y poseía unos muy grandes ojos verdes, ambos se estaban consolando y abrazándose, se veían bastante deprimidos, en especial Karamatsu.
«¿Por qué estás con él para que te consuele si me tienes a mi?, ¿no es suficiente conmigo?, ¿él es mejor compañía que yo?», eran las preguntas que invadían su mente al ver como se limpiaban las lágrimas entre ellos. El sastre no pudo aguantar más aquella escena, así que dio medio vuelta y salió corriendo de allí, no podía soportar que su marido le engañara de esa manera y más en su cara... Era doloroso, muy doloroso.
«Ah... da igual, tengo que concentrarme en mi trabajo», se decía aquellas palabras esta vez de manera mecánica, sin ningún significado y vacías, tan vacías como su roto corazón, tan vacías como él mismo. Tomó sus tijeras con mucha delicadeza y, con los ojos rojos y ya hinchados por las lágrimas que había derramado, comenzó a arreglar la cinta verde que necesitaba ajustarse.
Que lástima. Era una cinta adorable.
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El vecindario estaba aún más aterrado y preocupado que ayer, y Todomatsu creía saber la razón. Otro asesinato, ¿no?, pero, esta vez ¿quién era la víctima?. Había escuchado que había sido un chico de dieciocho años, de nombre Choromatsu, lo habían encontrado en el mismo lugar donde habían encontrado a Osomatsu muerto... ¿Quién era el asesino que estaba suelto por ahí?. La situación estaba cada vez peor, todos parecían tener paranoia y sacaban sus propias conclusiones sobre el asesino del pueblo.
Que triste que hubiesen llegado a eso.
Aún así, Totty siempre intentaba sonreírle a todos los clientes que llegaban a su sastrería para arreglar sus prendas, trataba de ser positivo aunque también tuviese su problema con su doloroso marido, jamás dejaba que sus conflictos se metieran con él o su trabajo... Pero, mientras acomodaba el letrero de remates y entregaba una linda blusa roja que le habían dado para hacerle dobladillo, pudo observar a su amado salir de una tienda de accesorios para el cabello... Acompañado de un chico que parecía muy joven.
«¿Qué crees que estás haciendo?, ¡es un niño!, en serio que en ti no se puede confiar», regañaba en su mente al de ojos azules como si pudiese escucharle. El niño llevaba una especie de broche amarillo, era sencillo, con algunas hermosas flores adornando el contorno, el chico se veía bastante feliz, pero en sus ojos había tristeza que se podía ver a la distancia, al igual que en Karamatsu.
El de rosa se metió nuevamente en su sastrería para no ver mas esa horrible escena, esta vez no lloró, ya había desperdiciado demasiadas lágrimas en su esposo, se limitó a suspirar abatido mientras negaba ligeramente con la cabeza.
«Ah... da igual, tengo que concentrarme en mi trabajo», tomó sus amadas tijeras y las miró con detenimiento, necesitaban afilarse lo antes posible para que no comenzaran a fallar... Pero al mirarlas notó algo un tanto extraño, «¿mis tijeras siempre fueron de estre extraño color rojo?, no lo recordaba», pero decidió ignorarlo para ponerse a trabajar como siempre, con sus preciosas tijeras.
Y vaya que había trabajado muy duro.
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¡Por fin había terminado todo el trabajo!, llevaba días concentrándose en reparar todo aquello, en que quedara perfecto y al final lo logró. Mientras trabajaba decidió también que si su esposo no iba hacia él, él iría hasta su esposo, en fin, no le costaba nada.
Se colocó el hermoso kimono rojo en el cuerpo, la bellísima cinta verte en la cintura y el sencillo broche amarillo con flores en el contorno en el cabello, se miró en el espejo y él mismo se alabó, «ahora soy el tipo de chico que te gusta, ¿no?. Me veo hermoso...», y con esos ánimos se dirigió al pueblo a buscar a su marido, llevaba sus tijeras consigo por si el asesino aparecía e intentaba hacerle algo... mejor prevenir que lamentar.
Pudo divisar al de azul sentado en una banca con la mirada perdida por allí, se veía bastante triste, con pinta de no haber dormido en varios días, pero para Todomatsu seguía siendo el mas guapo y el único en su vida, aprovecharía para hacerle sentir bien. Se sentó a su lado y le sonrió con ternura.
—Hola, ¿como te sientes? —Le preguntó intentando tomarle la mano, pero el contrario la apartó de inmediato con algo de miedo, Totty se sorprendió ante esto, ¿qué era esa mala actitud?, era inaudito—. ¿Qué pasa?
—Lo... Lo siento... Estoy muy triste por todo lo que ocurrió, pero gracias por la preocupación. —Sonrió de lado con un dejo de tristeza volteando a verle, le extendió la mano con cortesía y carraspeó para aclararse la garganta—. Mi nombre es Karamatsu, es un placer conocerte. —Todomatsu abrió la boca con indignación por la presentación, se esperaba muchas cosas pero no eso, «¡¿cómo que un placer conocerte?! ¡Bastardo!»
Karamatsu le miró confundido por la expresión que tenía el otro en la cara, era una mirada oscura, sin vida, como si en cualquier momento fuera a atacarte sin ningún tipo de piedad... Y le entró terror.
Bajó su mano lentamente, mirando fijamente las afiladas tijeras que el de rosa empuñaba con mucho coraje, y fue allí cuando se percató de que llevaba puesto el kimono de su difunto marido, el lazo de su hijo mayor y el broche amarillo de su hijo menor. Intentó correr, pero Totty fue mas rápido que él tomándolo del brazo.
Pobre chico de ojos azules, tenía una pésima suerte.
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El vecindario se había vestido de luto el día de hoy, había habido otro asesinato, al parecer la culminación de todo ese horrible asunto. Una familia de cuatro integrantes había sido asesinada con el paso de los días, al parecer a tijeretazos y todos habían sido despojados de algunas cosas que traían con ellos, pero el último cuerpo jamás fue encontrado, no lo habían dejado donde los otros y no había rastros de él... Como si se lo hubiese tragado la tierra.
Por otro lado el sastre se sentía un poco mejor, después de aquel día donde su marido le había rechazado fingiendo que no le conocía se volvieron más unidos, ya hasta comía en casa y dormía al lado del de rosa... Pero su esposo tenía algo raro, ¿qué era?. «Ah... da igual, tengo que concentrarme en mi trabajo», repitió por última vez afilando sus tijeras, las tijeras que su madre siempre había usado y que le heredó a él antes de morir.
«¿Lo vez, Totty?. Mientras más filo tengan mejor cortan», jamás olvidaría las palabras de su madre, porque gracias a que las mantenía bien afiladas nunca le habían fallado.
Ni una sola vez.
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No me voy a extender mucho xD sólo que espero que les haya gustado. Tengo nuevo cel asi que espero que no tenga muchos errores. Gracias por leer!! Chau!!!
-Izzy <3
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