[Can] Acaríciame [JyushiOso]
Advertencia: Muchos feels :v, yaoi hard, AU donde no son sextillizos :v (no sé cómo decirlo), JyushiOso con leve mención de KaraOso y JyushiTodo. Sí, Oso uke XDD. Es todo
¡Disfruten!
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"Mañana puede ser quizá otro hombre".
Era lo que constantemente se repetía para no sentirse mal en esa oscura habitación de hotel, esa en la que era penetrado salvajemente por algún tipo que se encontraba esa noche en el bar, un recordatorio de porqué todo era así, sin palabras, sin sentimientos, sin nombrarlo si quiera, sin saber sus nombres, sin mirarlo a la cara, sin dedicarle palabras de amor, nada de eso importaba.
Sólo importaban las caricias que recibía mientras era usado para satisfacer al otro.
"Acaríciame y bésame como te beso yo, acaríciame y entrégate como me entrego yo... Y qué importa que no sepa ni tu nombre, pues mañana puede ser quizá otro hombre el que esté en mi lecho haciéndome el amor..."
Palabras que a todos los hombres les decía al entrar por esa puerta y antes de iniciar el acto sexual, palabras que les dejaba en claro que él no se molestaría en siquiera pensar o fingir que es querido y que quiere al otro, es decir, era un juguete, los juguetes no sienten, no fueron creados para eso. Se usaban para jugar, y él estaba consciente de eso.
—Ah... —Suspiró por última vez al momento de sentir como el otro se corría en su interior y él se corría sobre el estómago de ambos, el tipo de cabellos violetas le sonrió ampliamente, le dejó un pequeño regalito en la mesita de noche, se cambió y salió de la habitación tarareando algo inaudible. El otro le había dejado dinero. Dinero que él no pedía, porque no era un prostituto ni se dedicaba a eso para ganar dinero.
No.
Sólo se acostaba con ajenos para calmar el dolor de su alma, para llenar un vacío que tenía y para no sentirse tan solo, pero a veces ellos le agradecían su amabilidad y cuerpo con dinero. Él no se los negaba.
Se metió a bañar rápidamente para quitarse la suciedad de lo anteriormente hecho, se cambió para regresar a lo que llamaba "hogar" y guardó el dinero obtenido en el bolsillo de su pantalón trasero antes de emprender marcha.
Vivía en una pequeña casa con su hermana menor Todoko y el novio de ésta, una niña demasiado linda por fuera, pero que podía ser el mismo demonio por dentro. Ellos no se llevaban demasiado bien, Osomatsu la molestaba demasiado y peleaban a montones por su culpa, pero aún así, ella lo había recibido en su casa amablemente y sin pedir nada a cambio después de que el de rojo terminó con su pareja de esa manera tan desagradable, la persona que le hacía recordar porqué hacía todo esto... Sus motivos.
Karamatsu Matsuno.
Ese maldito chico jodidamente doloroso y sexy a la vez, ese chico por el que descubrió que era gay, ese chico por el que enfrentó a sus padres, ese chico que lo hizo amar con locura, ese chico que le hizo creer que la vida valía la pena, ese chico que luchó con él, ese chico que lo destrozó en añicos, ese chico que al despedirse sólo dijo "lo siento"...
Ese chico que lo convirtió en una basura.
Sacó las llaves y abrió muy despacio la puerta para no hacer mucho ruido, seguramente su hermana estaría dormida y su novio estaría comiendo algo, normalmente se dedicaba a saquear el refrigerador a las tres de la mañana por un pequeño padecimiento que tenía, aún no se sabía qué era, lo que les hacía creer que era pura mentira suya para poder comer a la hora que se le diera la gana, pero daba igual, mientras nadie dijera nada, para Osomatsu estaba bien.
—Buenas noches. —Saludó el otro al ver al de rojo entrar bostezando—. ¿Cómo estuvo hoy?.
—Bien, bien... Creo que el de hoy tenía cabello violeta. —Rascó la parte inferior de su nariz con una sonrisa cínica, el otro negó con la cabeza.
—Sigo insistiendo que vayas al psicólogo, Osomatsu-san. —El mencionado torció los ojos al escucharlo decir tal cosa, odiaba que le dijeran qué hacer, odiaba los psicólogos y odiaría tener que hablar sobre lo que le hizo Karamatsu... No lo soportaría, no de nuevo.
—Ichimatsu-kun, ya hablamos de este tema. —Soltó un suspiro cansado mientras le robaba un pedazo de salchicha al plato del mencionado para comerlo, no había comido desde las cuatro de la tarde y su estómago comenzaba a pasarle factura. Pero su sueño era más que las ganas de comer—. Me iré a dormir, estoy demasiado cansado.
—Está bien, Todoko lavó tus cobijas. —El de rojo sonrío de lado al oírlo, adoraba a su hermana, y fuera como fuera, ella le tenía un enorme cariño también—. Descansa.
—Igualmente. —No dijo nada más y subió las escaleras a su habitación con perezosa parsimonia, cerró la puerta de ésta con cuidado, se puso la pijama rápidamente y se tiró de lleno en la cama.
Aún se preguntaba si tenía el olor de ese chico de cabello violeta en el cuerpo por no haberse tallado bien, pero no podía decirlo con certeza porque no recordaba su olor, no podía recordar si quiera lo alto que era, el color de sus ojos, el tono de su voz, nada, todo parecía un vago recuerdo de hacía años, algo demasiado lejano. No como lo que le había pasado con Karamatsu, eso estaba tan nítido como si hubiese sido ayer.
«Ya no pienses, Osomatsu», se reprendió a sí mismo antes de apagar la lamparita de noche y se dejase llevar por las horribles pesadillas y los recuerdos amargos.
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Medio día. El desayuno del de ojos rojos ya estaba frío en la mesa desde hacía dos horas, pero nadie lo despertaba ni le decía absolutamente nada porque sabían lo tarde que llegaba, además de que estaban al tanto de sus conductas auto-destructivas, preferían dejarlo dormir y no molestarse en intentar hacerlo entrar en razón. Osomatsu se levantó de su cama con dificultad, se estiró para desperezarse, soltó un pequeño bostezo, se talló los ojos con rudeza y se cambio de ropa para bajar a desayunar.
Todoko e Ichimatsu hablaban animadamente sobre nada en realidad, sentados al rededor de la mesa, simplemente buscando excusas para no callarse y seguir intentando transmitirse ese amor por medio de miradas dulces al momento del diálogo.
—Buenos días. —Bramó el mayor con una sonrisa ampliamente adorable y dulce, casi parecía ser de felicidad auténtica—. ¿Cómo durmieron, par de tórtolos?.
—¡Osomatsu-niisan!. —La de rosa saltó emocionada de su lugar, se acercó rápidamente al otro y le abrazó fuertemente por el cuello, Osomatsu sólo rió y le correspondió el abrazo mientras le dedicaba una pequeña sonrisa a Ichimatsu—. Te extrañé~, ayer anoche dijiste que llegarías a cenar y no lo hiciste. —Hizo un pequeño puchero al separarse de él y cruzo los brazos en un gesto infantil.
—Lo sé, y lo siento, pero ese tipo que me encontré me distrajo de más. —Rascó su cabeza con algo de vergüenza mientras se reía con ánimo y se sentaba al lado del de morado para comerse su desayuno—. Pero, ¿la pasaron bien?, ¿la comida estuvo buena?.
—¡Estuvo increíble!, ¡Ichimatsu-chan cocina de maravilla!. —Plantó un beso en la mejilla del mencionado y éste se sonrojó un poco.
—N-No es para tanto. —Se frotó el brazo sintiendo algo de comezón por la vergüenza de ser elogiado, algunas veces parecía que ese chico tenía algún síndrome extraño por la manera en la que actuaba, pero no, estaba sano, sólo era demasiado tímido.
—Bien, espero para la próxima probar tu comida, "Ichimatsu-chan". —Llamó en broma ganándose un gesto grosero del otro, Todoko rió levantándose de la silla.
—Bien, me iré a trabajar, te veo en la noche, cariño, te amo. —Depositó un suave beso en los labios de su pareja antes de que éste le devolviera las palabras y regresó la mirada hacia su hermano—. Y supongo que a ti te veré hasta mañana. Cuídate mucho. —Besó su mejilla mientras el de rojo asentía y la chica por fin salió en dirección a la cafetería.
—Que envidia me dan ustedes dos. —Habló despacio terminando de comer y colocando una sonrisa triste en el rostro.
—¿Eh?. —Fue lo único que atinó a decir el otro con una ligera confusión en el cerebro.
—Antes... Antes, cuando Karamatsu se iba a trabajar y yo me quedaba en casa a cocinar y prepararme para mi propio trabajo, nos despedíamos así, me besaba, me deseaba buena suerte y me decía cuanto me amaba... —Colocó una mano sobre su pecho y apretó su sudadera donde se suponía que estaba su corazón.
—Oh... Lo siento mucho. —Musitó Ichimatsu sintiéndose mal por darse muestras de afecto con su adoraba novia frente a un tipo con el corazón roto.
—Tranquilo, no tienes que disculparte. —Regresó a su enorme sonrisa que parecía alegre, pero que en realidad estaba teñida con dolor y amargura. Recogió sus platos, los llevó al fregadero y se acercó a la puerta—. Ya me voy, quiero caminar un poco y comprarme ropa nueva antes de... Ir.
—Está bien... —Se levantó de su silla con un suspiro pesado y sin decir nada abrazó al de ojos rojos—. Cuídate mucho, Osomatsu-san... —El mencionado sonrío enternecido, correspondiendo el abrazo del otro chico.
—Muchas gracias, Ichimatsu-kun... También tú. —Se separó con cuidado del menor, le acarició el cabello y abrió la puerta respirando el aire fresco—. Llegaré en la madrugada. Dile a mi hermana que buenas noches.
Comenzó a caminar al centro comercial pateando una pequeña piedrita que estaba por ahí y mirando fijamente sus pies, iría a su tienda preferida para comprarse una sudadera nueva, la idea era comprarse una sudadera negra que había visto en el aparador, pero el rojo era su color favorito y no podía dejarlo después de que Karamatsu les comprara esas sudaderas en conjunto, él rojo y su adorado azul... No podía, no era correcto, simplemente reemplazaría la ya rota y vieja sudadera roja por una nueva y limpia sudadera roja.
Le quedó dinero de sobra al pagarla, el dinero que le daban era bastante bueno, no se lo iba a acabar todo en una sudadera y unos pantalones, quizás podría comer algo de ese dinero o comprarle algo lindo a su hermana, hace mucho que no le regalaba nada y ya se lo merecía, por el sólo hecho de haberlo aceptado y no decirle nada por sus hábitos le habían hecho ser acreedora de todo el amor de Osomatsu. Sí, en definitiva le regalaría algo.
Entró a una de esas tiendas en donde las chicas compraban sus cosas adorables, toda llena de rosa y música electrónica diseñada especialmente para ellas. Era repulsivo. Pero él haría eso y más por su hermana, sólo esperaba que se lo agradeciera después.
—Buenas tardes, caballero, ¿busca algo en especial?. —Habló una señorita de cabello verde, baja estatura y pechos exageradamente pequeños, casi parecía una niña pequeña de no ser por su voz dulcemente madura. Osomatsu la miró con una leve sonrisa.
—Bueno, quiero regalarle algo a mi hermana, pero no sé qué, no soy muy bueno con estas cosas de chicas. —Se encogió de hombros al responder, se sentía un tanto avergonzado por entrar a un lugar como ese, porque a pesar de ser gay, sus gustos de hombre seguían intactos, pero daba igual, ya estaba ahí, era tarde para arrepentirse; la chica aplaudió ligeramente mientras tomaba la manga del suéter al otro.
—Bueno, si usted está aquí es porque su hermana es muy femenina, así que tengo un buen regalo para ella. —Arrastró al de rojo hasta una sección de maquillaje y accesorios, incluso había un pequeño espejo en ese lugar para que se probaran lo que les gustara, que adorable—. Quizás una boina, un lápiz labial, una sombra de ojos, unos lazos, usted elija.
El de ojos rojos sonrío ligeramente, si algo sabía muy bien, era que a su hermana le gustaban mucho los accesorios para el cabello, siempre llevaba uno diferente y todos los tenía perfectamente cuidados, por algo se dejaba el cabello así de largo. Un par de lacitos serían perfectos, quizá. Tomó unos color fucsia que estaban colgados frente a él, tenían algunas piedrecitas en el centro, eran perfectos para ella, amaba el rosa y los accesorios para el cabello, eso tenía ambas características.
—¡Muy buena elección!, esos son los últimos que nos quedan de ese estilo, como puede ver, los demás son un poco más ostentosos, creo que esos le gustarán mucho. —Osomatsu asintió con una gran sonrisa en el rostro y le entregó los broches a la señorita, la siguió hasta la caja y espero a que le dieran su compra.
—Espero de verdad que sí le gusten, esta es su tienda preferida. —La peliverde soltó una ligera risa ante la preocupación que mostraba el desconocido, si tan solo su hermano hubiese sido así y no...
—Sé que le encantarán, más viniendo de usted. —Evitó que su sonrisa flaqueara ante sus palabras, no quería que nadie se preocupara por sus problemas, mucho menos un extraño. Terminó de envolver los moños en papel brillante y se los extendió al comprador—. Gracias por su compra, vuelva pronto.
Osomatsu le dedicó la sonrisa más alegre que pudo a la chica y salió de la tienda guardando el regalo en su bolsillo de la sudadera con mucho cuidado. Se le había hecho bastante obvio el hecho de que la señorita de pelo verde tenía algún problema o un pasado oscuro, esa sonrisa era demasiado falsa para creérsela, ó, al menos para él, era sencillo ver cuando alguien sonreía genuinamente o no.
Quería ir a casa a entregarle el regalo a su hermana, ya habría llegado del trabajo, pero no, se lo daría hasta el día siguiente, por ahora sólo quería ir al bar de siempre a tomar algo y revolcarse con alguien nuevo, los recuerdos estaban regresando a carcomérselo y lo que menos quería era que su hermana lo viera así. Emprendió la caminata de una hora que normalmente hacía para llegar allá mientras tarareaba una canción que Karamatsu le había cantado el día que cumplieron su primer año.
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La música estaba en el máximo volumen, las personas bailaban en la pista y la cerveza no había dejado de circular en ningún momento, pero Osomatsu aún no estaba lo suficientemente ebrio como para reírse como si nada pasara o como si hubiese olvidado a Karamatsu, aún le faltaba un poco para llegar a eso. Pidió otro vaso grande de cerveza preparada y comenzó a zapatear un poco al ritmo de la música.
—Disculpa... —Habló una voz un tanto alegre detrás de él, no era que amara socializar sin estar ebrio, pero quizás, si todo salía bien, podría acostarse con este hombre sin siquiera estar en estado etílico. Giró la cara para verle y quedó en shock unos momentos por su aspecto. El otro quedó de la misma manera.
—¿Karamatsu?. —Musitó sorprendido.
—¿Todomatsu?. —Exclamó al mismo momento que el contrario.
—Oh... No, no soy quien estás buscando, lo siento... También creí que eras alguien más. —Sonrió de lado con algo de tristeza y pena, ese chico era realmente idéntico a Karamatsu y, si lo pensaba bien, también a él mismo.
—Ah... Es una pena, de verdad lamento la confusión. —Se sentó a su lado con cautela tomando una lata de cerveza que estaba ahí abandonada y cerrada—. Soy Jyushimatsu Ono, es un placer. —Le extendió la mano en un gesto amable y le sonrió con calidez. El otro le estrechó la mano.
—Osomatsu Ma... Sakurai, el placer es todo mío. —A veces se confundía y decía el apellido de su ex pareja como suyo, era una costumbre que había adquirido y de la que tenía que deshacerse pronto. Jyushimatsu lo observó por unos segundos entes de soltar su mano, ese chico tenía un increíble parecido con su adorado Todomatsu...
—Dígame... ¿Qué lo trae por aquí, Osomatsu-san?. —Preguntó con cierto tono curioso, pero siempre manteniendo respeto y hablando con propiedad... Aunque realmente él no era así. El de rojo regresó a su sonrisa triste, hablar sobre sus problemas no era lo suyo... Pero por una vez no estaba mal.
—Yo... Sólo quiero olvidar lo que ha pasado... Ya van seis meses y simplemente no hay manera. —Bajó la mirada dando otro largo trago a la cerveza que tenía, sabía que aburriría al desconocido con detalles, era mejor dejarlo al aire—. ¿Y usted, Jyushimatsu-kun?, ¿qué hace por aquí?, no se ve como esas personas que frecuenten estos lugares.
—Lo mismo que usted... Quiero olvidar la traición de ese maldito... —Se apretó el pecho tragando saliva fuertemente, quería llorar, tenía ganas de aventar la lata al suelo y aplastarla con furia... Pero no era propio, al contrario de eso se la bebió de un solo trago y al final apretó fuertemente la lata—. También han pasado seis meses ya... No hay manera de sacármelo de la cabeza.
El de rojo se sorprendió bastante, el chico de ojos dorados estaba en su misma situación y con los mismos meses que él había pasado, era increíble lo pequeño que es el mundo. Recordó que el nombre que había mencionado fue "Todomatsu", quizás, y sólo quizás, se tratara del mismo Todomatsu que él odiaba...
—Hey... ¿Hablas de Todomatsu Irino?. —Los ojos de Jyushimatsu se abrieron de manera exagerada, casi podría decirse que sus ojos iban a salirse de sus cuencas, ¿cómo sabía Osomatsu el nombre de su amado?.
—S-Sí, pero... ¿Tú cómo sabes eso?. —El de ojos rojos soltó una carcajada algo amarga meando fijamente al de amarillo.
—Mis problemas comenzaron desde que esa basura color rosa apareció en mi vida... Es el demonio en vivo. —Suspiró con derrote, se venía la plática larga, ya podía presentirlo.
—Yo... Mis problemas aparecieron cuando Karamatsu Matsuno llegó... Aunque se podría decir que desde mucho antes ya estaban ahí. —Osomatsu colocó una mano en el hombro contrario dándole permiso de hablar, ambos necesitaban desahogarse, era ahora o nunca—. Bien... La cosa es que...
»Conocí a Todomatsu Irino cuando vino a pedir trabajo a mi empresa, era un niño mimado que no sabía trabajar, no sabía hacer nada en realidad, pero realmente me agradaba a pesar de todo. Decidí contratarlo y darle una oportunidad, después de todo, yo empecé como él.
Con el pasar de los días comenzó a ganarse mi confianza, al grado de que se convirtió en mi mano derecha y mi mejor amigo, era mi confidente, le tenía demasiado cariño y... Empezó a nacer algo más.
Me confesé a él un día que fuimos a una junta de negocios, terminamos tarde y lo invité a comer, estábamos a la luz de la luna con muchas velas bajo un kiosko, todo eso lo hice por él, para él. Correspondió mis sentimientos con lágrimas de alegría en los ojos. Hicimos el amor ese día, me entregué completamente a él y él a mí, nos juramos amor eterno y fuerza el uno al otro... Era demasiado perfecto para ser real.
Llevábamos dos años de relación y todo era perfecto para mí, siempre le consentí todo lo que quiso, lo que me pidió se lo di, el dinero jamás fue un problema, lo tenía para darle todo lo que quisiera y hasta de sobra. Un día... Un día llegó bastante triste y nervioso, me citó en un restaurante que amaba de pequeño y me habló... Me confesó que todo este tiempo estuvo utilizándome, sólo quería mi dinero, no a mí, incluso tenía otro novio a la vez que me tenía a mí... Y mi mundo se vino abajo.
Todomatsu me dijo que ya había terminado con él, y creí que me diría que en algún momento se enamoró de mí y quería quedarse a mi lado... Pero no pasó. Más bien, me confesó que conoció a alguien que lo había enamorado en serio, me confesó que ese hombre le había hecho sentir lo que nosotros no... Que él no tenía dinero, sólo sentimientos y con eso le bastaba, me dijo su nombre y a partir de ese día odio a Karamatsu. Besé a mi lindo niño rosa y le desee la mejor suerte del mundo con su nueva pareja, él lloró un poquito, pero al final me agradeció por todo y me dijo que estaba feliz por haberme conocido.
Se fue con Karamatsu, no hice nada más que llorar y llorar durante noches, gasté demasiado dinero en hombres, mujeres, niños, en lo que fuera para olvidarme de él, me acosté con todos ellos y... Nada daba resultado... Hoy estoy aquí intentando sólo embriagarme y encontrar a alguien con quien hablar, ya no quiero seguir utilizando gente... Y tú lograste ayudarme con eso, Osomatsu-kun, gracias.«
El de amarillo le sonrió con los labios temblorosos al terminar de decir la última frase, el mencionado le abrazó ligeramente y vio que no era el único que sufría... También este hombre lo había hecho y de una manera bastante horripilante.
—¿Quieres oír mi parte de la historia?. —Preguntó el de ojos rojos una vez se hubo separado de Jyushimatsu, éste asintió y se acomodó mejor en su lugar para oírle muy atento—. Bien...
»Conocí a Karamatsu al salir de la preparatoria, un tipo estaba molestándolo, lo quería golpear mientras estaba acorralado contra un árbol y yo decidí intervenir, desde entonces él y yo estamos juntos, éramos inseparables. Me dio las gracias por haberlo defendido y me contó la razón por la que estaba siendo molestado: Se habían enterado de que era gay.
No me molestó en lo absoluto, tenía muchos amigos gays y una amiga de mi hermana veía mucho yaoi, para mí, todo eso era de lo más normal del mundo. Le dije que no tenía que preocuparse por eso, no iba a juzgarlo ni molestarlo, realmente no era de mi incumbencia sus sentimientos respecto a las personas. Él me lo agradeció.
Éramos mejores amigos y nada más, jugábamos juntos, salíamos, nos contábamos todo y hacíamos pijamadas de vez en cuando. Siempre creí que yo era heterosexual, que me gustaban las mujeres y en algún momento me casaría con una, jamás me había atraído un hombre... Pero por alguna razón, Karamatsu hizo que me fuera enamorando poco a poco de él. Fue inevitable no caer.
Nos volvimos pareja después de dos años de habernos conocido, hacíamos todo juntos, nos amábamos con locura y nos juramos amor eterno. Perdí mi virginidad con él, me entregué entero en cuerpo y alma... Y después de cuatro años todo se acabó.
Estábamos haciendo planes para irnos a vivir juntos el próximo año, estaba tan enamorado de él que era capaz de salirme de mi casa y dejar a mi hermano menor solo con mamá, después de todo, Todoko también se había salido para irse a vivir con su ahora novio, un buen tipo por cierto. Sabía que algo andaba mal cuando no me contestó las llamadas durante una semana, sólo me envió un mensaje donde me decía "necesito verte".
Fui a verlo como me lo pidió. Estaba guapo como de costumbre, bien vestido y con una expresión triste en la cara... Le pregunté si todo estaba bien y me respondió que sí, pero no conmigo. Me contó cómo conoció a Todomatsu un día que lo vio trabajando con mi hermana en la cafetería, lo destrozado que se veía y lo tierno que era, hablaron, se hicieron mejores amigos y... De la nada se enamoraron.
Dijo que no podía estar conmigo si ya no me amaba lo suficiente, que era cuestión de tiempo para que esto pasara y terminara, aunque no esperaba que fuera tan pronto... Le di el último beso que pidió y sólo se marchó murmurando "lo siento".
Desde entonces vengo a este bar y me acuesto con quien me encuentre... No me interesan sus nombres, no me interesa si los conozco, sólo me interesa sentirme deseado por alguien, refugiarme en ese placer que me producen las caricias que me ofrecen... Suena como si fuera prostituta, pero es la única manera que encontré para desahogarme.«
Ambos se miraron tristemente, era obvio que les dolían demasiado esos hombres que los habían traicionado por la manera en la que hablaban de ellos, los habían amado con todo lo que tenían y al final simplemente se fueron... Los dos cayeron en la misma situación de depresión que les hizo hacer tonterías.
Osomatsu se terminó la última cerveza que tenía en la mesa, pero no estaba ni un poco ebrio, lo mismo que Jyushimatsu que no había bebido prácticamente nada, por lo que seguía demasiado cuerdo, pero ebrio o no, al de rojo se le ocurrió una idea descabellada. Ambos estaban dolidos, y daba la casualidad de que sus parejas los habían dejado para juntarse... El mundo era demasiado pequeño.
—Jyushimatsu-kun... —Lo llamó exhalando un poco para darse valor de hacer lo que tenía en mente, sin alcohol era complicado.
—¿Sí, Osomatsu-san?. —Preguntó volviendo su mirada hacia él con algo de lentitud.
El de ojos rojos se lanzó a sus labios con poco cuidado, comenzando a besarlo salvajemente y con lujuria palpable, el de ojos dorados no se resistió a eso y le siguió el beso con la misma intensidad, era obvio que su nuevo amigo lo necesitaba demasiado, quizás tanto como él mismo lo necesitaba. Se separaron después de un rato por la falta de aire que se hacía presente y Osomatsu comenzó a besarle el cuello a su contrario.
—Házmelo, Jyushimatsu... —Susurró sensualmente mordiendo un poco el lóbulo de su oreja para provocarle y lo logró, un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo del de amarillo, había olvidado cómo se sentía acostarse con alguien, lo había dejado hacía algunos meses... ¿De verdad quería volver a eso?.
—Yo... —Murmuró acariciándole de arriba a abajo su espalda de manera inconsciente, no quería volver a caer tan bajo, no quería seguir utilizando a gente inocente para desquitarse... Pero, él se lo estaba pidiendo, no sería como usarlo ¿cierto?, sería al revés si se ponía a pensar, ¿qué más daba si accedía?—. Vamos a mi habitación en este hotel.
El mayor se sorprendió mucho al escuchar esas palabras, normalmente siempre era una habitación de hotel que él mismo pudiese pagar, pero si el de ojos dorados ya tenía una iba a aprovecharla. Lo siguió a través de los pasillos del bar a paso rápido mientras observaba todo al rededor. Jyushimatsu estaba seguro de que se arrepentiría de eso después.
Abrió la puerta rápidamente, apenas le dio tiempo de encender la luz cuando el mayor ya se había colgado a su cuello, besos desesperados y necesitados eran lo dominante en ese momento, era verdad, ambos requerían desesperadamente de caricias para refugiarse en ese falso sentimiento.
El menor lo empujó a la cama sin ningún tipo de delicadeza y comenzó a mordisquearle el cuello con cuidado, el de rojo sólo podía soltar suspiros pesados por el placer que estaba comenzando a sentir, la manera en la que el de amarillo lo tocaba y lo trataba le hacía recordar un poco a Karamatsu, tenían una manera especial de hacer el amor, esa manera que lo enloquecía. Quizás por fin gemiría por placer después de meses.
Jyushimatsu estaba haciéndoselo como se lo hacía a Totty en el pasado porque sentía la necesidad de cuidar a Osomatsu, protegerlo con todo lo que tenía, abrazarlo, reparar esa alma en pena que estaba destrozada por culpa de un hombre ingrato. Deslizó con delicadeza sus manos a la entrepierna del contrario y la toco por sobre la ropa que traía puesta, el otro gimió en respuesta.
—Nh... Se siente bien... —Confesó en un pequeño suspiro que le advertía de un gemido atorado en su garganta, el de ojos dorados sonrío con suficiencia.
—Me alegra escuchar eso, Osomatsu-san. —Musitó quitándole la sudadera roja con algo de rapidez y él se retiró la camisa que traía, observó el cuerpo ajeno detenidamente, estaba en buena forma y algo pálido, se parecía bastante al de Todomatsu pero de una manera algo más... ¿Madura?.
Besó todo su abdomen desnudo pausadamente, haciendo especial énfasis en sus pezones, posaba sus húmedos labios por todas las zonas que sabía que le darían un mayor disfrute al otro, y éste, por su parte, estaba derritiéndose en el placer.
Derritiéndose en las caricias reales después de tanto tiempo.
El menor le retiró el pantalón y la ropa interior lentamente mientras depositaba pequeños besos en el interior de sus muslos con suavidad, normalmente esa zona les gustaba a los hombres y les hacía sentir ligeros cosquilleos en su entrepierna, si a Osomatsu le gustaba se daba por bien servido.
Jyushimatsu comenzó a masturbar con suavidad el miembro ajeno, quizás con demasiada suavidad, el de ojos rojos se retorció debajo de él lleno de placer y deshaciéndose en sonoros gemidos elevados por el toque, normalmente él era usado para satisfacer a los demás y jamás le daban placer, pero el de amarillo quería hacerlo sentir bien, era algo que había olvidado que podía pasar.
Aumentó un poco la velocidad de su mano mientras lo besaba con vehemencia, buscando la lengua ajena con la suya propia en afán de hacerle sentir mejor y pelear un poco. El de ojos dorados también había comenzado a gemir con ligereza por lo bien que se sentía rozarse con el contrario sin ropa, por sentir sus besos apasionados y su calidez recorrer su cuerpo con lentitud, no recordaba lo bien que era hacerle el amor a alguien indefenso como Osomatsu.
—¡Ah!. —Gimió en alto al correrse en la mano del menor, había sido por mucho el mejor orgasmo que había tenido en seis meses, ninguno de los hombres anteriores habían logrado satisfacerlo de esa manera y pensaba que ya era imposible que sucediera, le agradecía internamente a Jyushimatsu por aquello.
Aprovechó el semen que había soltado el mayor para lubricarse un poco los dedos y comenzar a dilatarlo, debía ser cuidadoso con él, debía tratar de hacerle sentir placer a pesar de todo y debía tratar de controlar sus impulsos de ser agresivo al momento de la penetración. Introdujo poco a poco el dedo índice en la entrada del otro y éste suspiro por la ya conocida molestia de un dígito invasor, esa que pronto se pasaría y sería reemplazada con placer.
Metió un segundo dedo y comenzó a moverlos como tijeras, no le sorprendía la facilidad con la que entraban y salían, es decir, ya conocía la historia de este hombre, lo respetaba y para él era completamente valido, cada quien sacaba su dolor como quería, por eso sólo se limitó a seguir. Osomatsu estaba comenzando a gemir con placer infinito, hacía bastante que tampoco sentía una preparación como era debida, los tipos con los que se acostaba normalmente sólo lo preparaban unos minutos con un dedo y después pasaban a penetrar, no eran como Jyushimatsu, él se tomaba su tiempo y eso le agradaba bastante. No pasó mucho para que ya estuviera listo, sentía que su ano estaba listo para recibirlo y su próstata gritaba desesperada por recibir los conocidos golpes que provocaban placer, pero era demasiado penoso para decirlo.
El de amarillo sacó sus dedos despacio y el de rojo emitió un quejido, sentir el vacío ahí abajo no era de sus sensaciones favoritas, pero sabía que lo mejor estaba por llegar. El de ojos dorados se quitó los pantalones por fin y untó otro poco del semen que había derramado el otro por todo su miembro, sentir eso fue demasiado extraño, demasiado cálido y húmedo a su parecer, jamás había hecho algo como eso, ni con Totty en todos sus meses de relación, pero... No se sentía mal en ningún sentido.
Alzó las piernas del mayor con cuidado para verle mejor y, mientras le daba ligeros besos en la cara, comenzó a introducirse en él. Oso suspiró calmadamente, no dolía demasiado por la preparación anterior y su... Experiencia en eso, pero siempre quedaba cierta sombra de dolor por el considerable tamaño de algunos miembros. El de Jyushimatsu no era especialmente grande, tenía un tamaño muy normal, así que no dolió lo que habría dolido su fuera más... Grande. De todos modos, le gustaba sentir ese dolor, era algo masoquista a veces y no tenía problema con ello.
Cuando el menor notó que el de ojos rojos estaba listo comenzó a moverse con delicadeza, de adelante hacia atrás en un vaivén acompasado con las caderas del de abajo. Osomatsu estaba comenzando a emitir pequeños gemidos ahogados por la sensación, sí, en definitiva estaba recordando demasiado a Karamatsu con ese hermoso acto, Jyushimatsu había sido delicado en todo momento y este no era la excepción, estaba siendo cuidadoso aún cuando sabía que no era virgen, aún cuando sabía que los hombres lo habían utilizado a su antojo él no lo hizo... Su amado azul habría hecho lo mismo.
—Ka-Kar... Karamatsu. —Mencionó entre gemidos suaves pero necesitados, aferrando sus piernas y sus brazos al cuerpo del menor, por su parte, éste dejó de respirar por un momento y sintió una punzada de tristeza en el corazón, porque el de ojos dorados estaba viendo a Osomatsu en el acto, no a Todomatsu, sabía que eran dos personas diferentes y no se atrevería a compáralo con él... Pero el de rojo sí lo hizo, ¿qué debería sentir al respecto?, no tenía idea.
—To-Totty... —Dijo sólo para devolverle el favor, pero se sintió asquerosamente mal al mencionar su estúpido nombre, tan mal que para tratar de olvidarlo bajó a besar al otro y aumentó la velocidad de sus embestidas para desquitarse un poco, golpeaba su interior con algo de fuerza hasta que encontró lo que estaba buscando: su punto G.
El mayor no pudo evitar alargar un gemido bastante agudo y alto, había adorado esa embestida que le había producido un placer enorme y el estremecerse de manera algo violenta, el sentir que tocaban de nuevo esa zona después de mucho tiempo le hacía recordar cosas increíbles y retorcerse de la desesperación por querer pedir más y no poder hacerlo, la vergüenza podía más que él en esos momentos. Comenzó a moverse un poco más rápido y desesperado para que el otro entendiera el mensaje y le siguiera el paso, gracias al cielo sí lo hizo.
—¡Karamatsu!. —Llamó nuevamente en algunos gritos comenzando a perderse, estaba tan excitado que ya hasta podía decir que estaba alucinando y veía cosas que no estaban ahí, por ejemplo a Karamatsu. Pequeñas lágrimas de placer se resbalaban por sus mejillas y los escalofríos crecían con cada pequeño golpe que recibía en ese punto en especial, Jyushimatsu también lo estaba disfrutando, sólo que... Por alguna razón le dolía que el de rojo no lo mirara, que buscara a alguien más en su propio rostro, que no dijera su nombre en esos preciosos gemidos necesitados que tanto extrañaba... ¿Por qué tenía ese sentimiento?.
Unas cuantas embestidas más y ambos llegaron al tan esperado orgasmo en un gemido algo alto, el de ojos dorados salió de él con cuidado y no se molestó en mirar hacía abajo, se limitó a recostarse al lado de él con delicadeza y le abrazó por la cintura acariciándole el cabello, el otro también le abrazó y le dio un pequeño beso en el pecho. Estaba algo arrepentido de haberlo llamado por el nombre del otro y no por el suyo... Pero estaba hecho, no podía arrepentirse ya, esperaba que al de amarillo no le molestara.
—Jyushimatsu-kun... —Lo llamó y el otro lo miró algo expectante. —Gracias... Me hiciste sentir realmente bien. —Confesó en un susurro y, sin decir nada, depositó un suave beso en los labios ajenos, beso que el de ojos dorados correspondió con mucho gusto.
—No agradezcas... También me hiciste sentir bien. —Sonrió con calidez y se acurrucó a su lado algo somnoliento. Tenía sueño, quería pensar que esa noche había pasado, pero no de esa manera, quería pensar que Osomatsu sí le había visto a él y no recordaba a Karamatsu, que no sólo habían sido caricias vacías y un simple acostón... Necesitaba creer que era querido.
Cerró los ojos con poca fuerza y, entrelazado de manos con el de rojo, se quedó profundamente dormido. Osomatsu no tardó demasiado en seguirlo, lo miró por unos pocos segundos y depositando un pequeño beso en su frente se entregó a la oscuridad del sueño.
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HAN PASADO 84 AÑOS —le lanzan sillas—. Ahre, ya Dx
Bueno, esta wea la escribí en un arranque de inspiración xDDD no les prometo que actualizaré pronto porque no es que me haya liberado del "bloqueo". Sea como sea me gusta cómo ha quedado.
En fin, hay alguien especial leyendo esto ahora, así que:
Oye tú. Hola 👀✨ 😂
Jajajaja ya, como regalo especial les dejaré una imagen de los lacitos que compró Oso para Todoko:
A que son muy lindos *u* laishsblañ xd.
Como sea, gracias por leer, los veo luego~!!
—Izzy~ 💜✨
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