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solo dame una oportunidad

Era un hermoso día en el bello reino de Liones. Cada uno de los pecados se encontraban dispersos en el Sombrero de Jabalí disfrutando del maravilloso día a su modo..

Meliodas, quien limpiaba algunas jarras de cristal, levantó la mirada de lo que hacía, extrañado al escuchar que la puerta de la taberna se abría preguntándose quién había llegado, pues ese día habían decidido no abrir.

"¡Hola señor Meliodas!", saludó Elizabeth con una alegre sonrisa dirigida al rubio el cual no dudó en devolverla al verla entrar a la taberna.

"¡Hola Elizabeth!, ¿qué te trae por aquí? Pensé que pasarías todo el día en el castillo con tu familia". Dijo éste curioso.

"Así es señor Meliodas. Solamente vine a entregarles personalmente estas invitaciones".

Ante la mirada confusa que puso el ojiverde, Elizabeth comenzó a explicar. "Esta noche se llevará acabo una gran fiesta en el castillo, y todos ustedes están invitados".

"¿Una fiesta?, ¿y sobre qué se trata?" Preguntó Meliodas .

"No puedo decirle señor Meliodas, es un secreto, aunque todo se revelará en la misma fiesta. Dijo Elizabeth con una linda sonrisa. Espero de corazón que todos ustedes asistan".

"¡Nishishi! Descuida Elizabeth. Te aseguro que estaremos todos allí".

"¡Bien!, dijo ésta muy feliz. Ya debo irme. ¡Nos veremos más tarde en la fiesta Señor Meliodas!"

"Claro Elizabeth. Nos veremos". Se despidió el príncipe demonio observando a la chica saliendo de la taberna con su largo cabello plateado ondeando tras ella.

"¿Esa era la princesa Elizabeth?" Preguntó Ban el cual iba bajando las escaleras mientras bostezaba algo adormilado, ya que se encontraba durmiendo desde hace un par de horas.

"Sí. Respondió Meliodas continuando con la limpieza de las jarras. Vino a traernos unas invitaciones para una fiesta que hará esta noche la familia real en el castillo y le dije que todos asistiríamos".

"Mmm, ¿por qué no? Será divertido ir".

"Lo mismo digo Ban". Dijo Meliodas con una alegre sonrisa.

Con eso, el capitán de los pecados terminó de limpiar la última jarra de cristal, tomó las invitaciones y acompañado de su mejor amigo, quien ya había tomado su invitación, repartió el resto de las tarjetas a cada uno de sus compañeros los cuales estuvieron de acuerdo en ir al gran evento.

El día transcurrió sin problemas y finalmente la noche llegó, y los siete pecados capitales se vistieron elegantemente para la ocasión con ropas bellamente elaboradas por King y merlin. Hawk, que también iría con ellos, solo llevaba un pequeño moño azul en el cuello.

"¡Hola, bueno verlos a todos!" Dijo Howzer saludando a todos los pecados al verlos entrar al castillo de Liones.

"¡Hola, Howzer! ¡Es bueno verte también! Respondió Meliodas por todos sus amigos, quienes asintieron como respuesta ante el efusivo saludo del joven. ¿Y dónde están Gil y Griamore?" le preguntó el rubio con curiosidad al joven caballero sacro al no ver a los otros dos caballeros junto a su amigo.

"Por orden del rey Bartra, ellos se encuentran cuidando de las princesas solo por precaución ante la cantidad de invitados de otros reinos esta noche".

"Ah, ya veo". Dijo Meliodas.

"Es cierto. Esta noche hay muchas personas que no son del reino. Debe ser realmente importante el motivo de la fiesta como para que tantas personas hallan asistido". Comentó Diane mirando discretamente su entorno.

"Así parece". Añadió Merlin observando a todos los presentes con su característica sonrisa astuta.

"Oigan chicos, ¿a dónde se fue el maestro?" preguntó Ban al no ver a hawk por ningún lado.

"Disfrutando de la comida de la fiesta". Respondió Meliodas despreocupado haciendo un gesto en dirección a Hawk, quien estaba comiendo con deleite el gran banquete ofrecido en una mesa cercana.

Todos negaron divertidos con la cabeza viendo al cerdito.

"¡Pues sigamos el ejemplo de Hawk y divirtámonos!" Dijo Meliodas entuciasmado.

"¡Sí!" Lo secundaron los demás pecados y Howzer uniéndose al festejo.

Todos se la estaban pasando muy bien, algunos de los pecados charlaban con sus demás compañeros caballeros, otros como Meliodas y Ban, hacían pequeñas competencias de bebida en las cuales Meliodas siempre salía victorioso asombrando a las personas que veían aquellas competencias por la gran resistencia al alcohol que tenía el capitán de los pecados y Hawk se encontraba dormitando en un rincón tranquilo de la gran sala de fiestas totalmente satisfecho por la gran cantidad de comida que consumió.

Viendo que ya era el momento para dar a conocer la razón de la fiesta de esa noche, el rey Bartra, seguido por sus tres hijas, se puso de pie atrayendo la atención de todos los presentes. Aclarándose la garganta, comenzó con su discurso.

"Muy buenas noches a todos. Agradecemos mucho su presencia en esta agradable velada. Seguramente todos se estarán preguntando el motivo del por cual se está llevando acabo esta fiesta, ¿no es así?"

Varios "¡sí!" se escucharon por parte de todos los invitados. El rey Bartra solo esbozó una pequeña sonrisa y dijo. "Mi hija menor Elizabeth, tiene que darles un importante anuncio. Te sedo la palabra mi querida hija".

"Gracias padre". Respondió la joven peliplata mirando con cariño al rey.

Caminando hasta quedar de pie en el sitio donde antes se hallaba su padre, con una dulce sonrisa algo tímida, Elizabeth se dirigió a todos los invitados.

"Hola a todos. Yo, Elizabeth Liones. Tercera princesa del reino de Liones. Decía ésta con voz más segura. Quiero anunciarles mi compromiso matrimonial con el rey Arthur Pendragon..."

A unos metros de distancia,Meliodas estaba petrificado por el shock. Él ya no podía escuchar nada más, su mente solo repetía una y otra vez la parte en la que Elizabeth anunciaba su compromiso con el rey Arthur. En cuanto su amada peliplata pronunció esas palabras, sintió que sus siete corazones se hicieron pedazos y sin querer escuchar más, salió del castillo sin mirar atrás, bajo las miradas tristes y preocupadas de sus amigos, quienes estaban muy al tanto de los sentimientos amorosos de su capitán hacia la joven princesa.

Regresando sus miradas al frente ante los repentinos aplausos de la multitud, los pecados dieron gracias de que el rubio hubiera salido minutos antes, ya que la escena que estaban presenciando habría dejado peor a su capitán, puesto que el rey Arthur había besado a la princesa Elizabeth frente a todos, sellando así su compromiso.

Solo y recostado en la cama de su habitación en el Sombrero de Jabalí al no querer estar ni un minuto más en la fiesta de compromiso de Elizabeth, Meliodas se sentía completamente miserable, todo su mundo se había derrumbado en un segundo. Nunca pensó que algo así sucedería entre su amada Elizabeth y él. Por sus muchas interacciones, su forma de ser con él, el rubio pensó que la chica de ojos heterocromáticos correspondía a sus sentimientos. Siempre había tenido la esperanza de poder romper las maldiciones lanzadas por sus respectivos padres desde hace ya 3000 años atrás y poder finalmente vivir feliz y sin preocupaciones alado de su amada diosa. Sin embargo, todos esos sueños de un futuro brillante junto al amor de su vida solo serían eso, un montón de sueños tontos que no se harían realidad.

El ojiverde se dio la vuelta en su posición en la cama, quedando con su cuerpo recostado de lado sobre ésta. Por más que intentó, no pudo evitar que un par de lágrimas corrieran por sus mejillas al pensar en todos los preciosos momentos compartidos con su diosa y sus anteriores reencarnaciones y todo lo que dejó por estar con ella..., a su clan, a sus hermanos menores y su asenso al trono de su clan, todo para que al final se quedara con solo sus agridulces recuerdos de una vida pasada. No sabía que hacer ahora. Se sentía perdido..., ¿qué haría de ahora en adelante sin el amor de su querida Elizabeth impulsándolo a seguir adelante?

Cansado de todo lo vivido esa noche, lentamente se quedó dormido sumido en un sueño intranquilo.

Momentos más tarde, una sombra se cernió sobre el rubio, y una delicada mano femenina se posó en una de las mejillas del príncipe demonio quitando con ternura una de las lágrimas del rostro de éste.

"¿M-Merlin?" habló el capitán mirando adormilado a la hermosa maga que lo observaba con cariño , una expresión muy extraña en el normalmente tranquilo rostro de la azabache.

Meliodas se apoyó en el toque de la atractiva mujer. Ella por su parte, tomó asiento en la orilla de la cama del rubio, pasando sus dedos lentamente entre los suaves cabellos dorados de su capitán, y también su enamoramiento de hace ya muchos años, enamoramiento del cual el ojiverde estaba consiente desde que ella misma se le había confesado.

"Capitán..., si tan solo usted me permitiera..."

Meliodas fijó su triste mirada en ella, y Merlin, volviendo a posar su tersa mano en la mejilla del príncipe rubio, se fue acercando poco a poco al rostro de éste, hasta que sus rostros estaban a una distancia en la que sus cálidas respiraciones se mezclaban, y sin dudar ni un poco, la hermosa ambarina cortó esa diminuta distancia finalmente uniendo sus dulces labios en un tierno beso cargado de amor que Meliodas iba respondiendo algo inseguro, pero a medida de que éste se volvía más demandante, comenzó a besar a Merlin con la misma intensidad con la que ella lo besaba a él.

No supieron cuándo, ni cómo ambos quedaron tendidos sobre la cama con Merlin debajo del ojiverde, continuando con el amoroso beso explorando la boca del contrario entre suaves roces de lengua y tiernas caricias. Al romper el beso algo agitados y sonrrojados, Merlin continuó jugando con los rubios cabellos del príncipe demonio mientras que éste se encontraba recostado cómodamente con su cabeza sobre el cálido pecho de la maga, escuchando los rítmicos latidos de su corazón siendo arrullado por estos en un sueño más pacífico.

"Acepto tu propuesta Merlin". Fue lo último que respondió Meliodas en un suave murmullo que en el silencio de la habitación la ambarina pudo escuchar claramente, antes de que el rubio se quedase nuevamente dormido.

Eufórica por la respuesta que le dio su capitán antes de quedar dormido entre sus brazos, Merlin lo abrazó con más firmesa contra ella plantando un casto beso en la frente del ojiverde. Ella no dejaría pasar esta oportunidad, haría que su amado olvide por completo a Elizabeth, y lograría que la amase solo a ella. No deseaba verlo sufrir más. Fue más que suficiente todo el dolor que él pasó con cada una de las muertes de la diosa a lo largo de todos estos años con Meliodas intentando con desespero librar a la chica de la maldición impuesta sobre ésta por la Diosa Suprema.

Ella había esperado tanto por este momento, por un sí departe de su amado Meliodas, y al fin lo tenía y no lo dejaría pasar por nada del mundo. Él sería todo suyo y nadie los iba a separar, absolutamente nadie.

Acomodándose mejor en la cama todavía con Meliodas recostado casi sobre ella, Merlin se quedó felizmente dormida disfrutando de la presencia de su amado ojiverde.

Unas semanas más tarde, todos sus amigos y conocidos se llevarían una gran sorpresa, cuando ambos dieran a conocer su nueva relación amorosa algo desconcertante pero a la vez tan perfecta, ya que la parejas se complementaba perfectamente bien, alegrando a los pecados al ver nuevamente feliz a su capitán junto a la hermosa maga.

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