¡No Son Celos!
Era una hermosa y brillante mañana en el reino de Liones, y en el sombrero de Jabalí todos sus habitantes pasaban el rato con sus amadas parejas. Meliodas con Elizabeth, Ban con Elaine, Diane con King, etc.
Por su lado, Escanor y Merlin se encontraban ocupados , Escanor escribiendo y escribiendo nuevos poemas y Merlin trabajando en una poción en su laboratorio.
La bella maga estaba teniendo problemas con dicha poción, ya que ésta no daba los resultados que ella deseaba. Después de un rato de intento fallido tras intento fallido, con frustración Merlin dejó el vial de cristal que contenía la poción sobre la mesa, mirándolo con el ceño fruncido, como si este la hubiese ofendido gravemente.
Suspirando con fastidio, Merlin salió de su laboratorio para tomar un poco de aire fresco para ver si eso despejaba su mente y la ayudaba a pensar con más claridad que era lo que le faltaba a la poción para que esta quedara perfecta.
Teletransportándose fuera de la taberna, se relajó ante el silencio del lugar, y comenzó a repasar con más calma cada paso dado en el momento en el que empezó a trabajar en la poción. Se supone que el propósito de esta era sanar cualquier herida en el cuerpo de forma instantánea , (muy parecido a la habilidad de Ban) solo que a diferencia de este último, la poción no podría regenerar huesos y órganos, solo puro tejido muscular, no obstante, planeaba mejorarla para que pudiese hacer todo lo antes mencionado, pero primero lo primero, la restauración de tejidos.
El sonido de alguien saliendo de la taberna la sacó de sus cavilaciones, y cuando giró la cabeza a la izquierda con dirección a esta, vio a Escanor caminando rumbo al pueblo. Él se veía muy sumido en sus pensamientos, tanto, que ni siquiera se percató de que pasó justo al lado de ella.
La ambarina lo vio irse con curiosidad. No era la primera vez que el Pecado del Orgullo se iba desde muy temprano rumbo al pueblo, regresando casi al anochecer.
Nadie sabía a donde iba exactamente o porque iba allí, y cuando los más curiosos le preguntaban (Diane y Ban), éste levemente se ruborizaba y les solía responder que no iba por nada en especial,, cosa que nadie le creía.
Impulsada por su propia curiosidad, Merlin se fue siguiendo al hombre, ocultando su poder mágico para no ser percibida por éste.
Cuando llegaron al pueblo, Merlin vio que Escanor caminó por las pequeñas calles del lugar hasta que se detuvo frente a una bonita casa color azul con un pequeño jardín de bellas flores a los lados de la entrada de la casa.
El pecado del león tocó la puerta y un par de minutos después, una bonita chica de largo cabello color chocolate, ojos café claro, rostro en forma de corazón y de una delicada figura femenina cubierta con un bonito vestido rosa pastel, abría ésta, saludando al pecado con una cariñosa sonrisa y un fuerte abrazo.
En menos de un minuto, la chica y Escanor entraron a la pequeña casa, haciendo que Merlin, la cual estaba viendo a escondidas todo lo ocurrido entre su compañero pecado y la joven, sintiese una extraña y dolorosa punzada en su corazón. ¿Quién es esa chica?, ¿será la novia de Escanor? Se preguntaba la mujer mentalmente empezando a sentir un fuerte desagrado hacia dicha joven.
Aunque sabía que estaba mal lo que hacía y porque tampoco tenía que hacerlo, pues Escanor solo era un amigo (o eso es lo que ella se decía así misma), la ambarina no pudo evitar nuevamente seguirlos cuando la pareja salió de la casa. Durante la mayor parte de la mañana y parte de la tarde, Escanor y la joven fueron de tienda en tienda comprándo frutas, verdura, carne, y demás víveres por el área comercial del pueblo. Realmente no estaban haciendo nada comprometedor como besarse o ir tomados de la mano, pero andaban muy juntos sin dejar de charlar y se veían muy agusto el uno con el otro.
Una molesta vocecita dentro de su cabeza le decía una y otra vez de forma burlona que estaba actuando como una novia posesiva celando a su hombre al seguirlos así.
"Celos... ¡no son celos!" Se decía así misma Merlin irritada, cada vez que miraba a la distancia a Escanor riendo con aquella chica muy juntitos uno al lado del otro como si fuesen una pareja.
Cerrando los puños con fuerza, la ambarina se marchó de regreso a la taberna muy enojada. No le gustaba en lo absoluto ver a Escanor con esa chica.
Si la bella maga se hubiese quedado unos minutos más, hubiese visto como un joven que portaba la armadura de todo caballero sacro se acercaba a Escanor y a la joven pelimarrón la cual recibió un amoroso beso departe del hombre y como después de una amigable y corta charla, la joven pareja se despedía del amable pelinaranja que caminaba de regreso a la taberna.
Escanor, al llegar a la taberna, se encontró con su amada Merlin afuera sentada en una roca con la mirada perdida en el horizonte.
El León del Orgullo se acercó a la azabache y la saludó con timidez, y se extrañó al recibir un escueto hola a cambio.
"¿Sucede algo, Lady Merlin?" Preguntó el hombre algo inseguro ante la actitud fría de la ambarina.
"No pasa nada". Dijo ésta sin cambiar su tono de voz, sin dirigirle ni una pequeña mirada de reconocimiento como saludo a Escanor ni una sola vez.
"¿De verdad, Lady Merlin?, porque si hay algo que la esté molestando, me gustaría ayudar si usted me lo permite".
Merlin suspiró esbozando una cariñosa sonrisa. Escanor siempre preocupándose por su bienestar y ella portándose tan fría con él cuando no tiene la culpa de nada. Sintiéndose algo culpable y tonta por sus acciones pasadas, la poderosa maga decidió ser sincera con él, y así, con algo de renuencia y levemente ruborizada por la vergüenza que sentía (cosa inusual en ella, pues solía importarle poco la opinión de los demás), le contó al pecado que ese día lo había seguido hasta el pueblo y que lo había visto visitar a aquella chica y que también los había seguido cuando fueron de compras. Mientras le relatava sus vergonzosas acciones a Escanor, éste solo escuchaba en silencio sin mostrar ninguna otra expresión que no fuese su habitual calma.
Y cuando ella le preguntó insegura si la pelimarrón era su novia, el pobre hombre negó rápidamente con la cabeza.
"No, Lady Merlin". Comenzó éste. "la joven Luna no es mi novia, ella es una amiga que conocí una tarde que fui al pueblo a comprar víveres para la taberna. Ese día, al verla tan cargada con sus propias compras me ofrecí a ayudarla con sus bolsas a lo que ella aceptó al dejar de desconfiar de mí al reconocerme como un miembro de los Siete Pecados Capitales. En el camino a su casa comenzamos a charlar y ella me dijo que estaba casada con uno de los jóvenes caballeros sacros del reino. Un par de días después, al volvérmela a encontrar de nuevo acompañada de su esposo, me enteré por estos mismos que la señorita Luna tenía 3 meses de embarazo y desde entonces e ido a visitarla a conocimiento de su esposo el cual me pidió personalmente de favor si podía pasar a cuidar de vez en cuando a la joven Luna, puesto que él como caballero sacro, se la pasa trabajando la mayoría del tiempo y no puede cuidarla como él desea y teme el que ella estando sola, sufra alguna caída o complicación por el embarazo y no haya nadie para ayudarla". Le explicó Escanor a la hermosa maga quien asintió en comprensión sintiéndose aliviada ante la explicación del poseedor del Sunshine.
"Escanor, ¿no estás enojado conmigo por mis acciones?" Preguntó la atractiva maga algo nerviosa por la respuesta del hombre que se acababa de sentar a su lado.
"Nunca podría enojarme con usted, Lady Merlin". Dijo el pecado del león dulcemente posando su cálida mirada sobre ella, recibiendo una enternecida sonrisa de la hermosa maga a cambio.
"Escanor". Llamó tranquilamente la maga al hombre rompiendo el cómodo silencio que se había instaurado entre ellos.
"¿Sí, Lady Merlin?"
"¿Podrías leerme los nuevos poemas que escribiste, por favor?" Le preguntó la bella mujer con voz suave.
"S-será un placer, Lady Merlin". Aceptó éste sonrojado sacando su libreta de poemas.
Así se quedaron el resto de la tarde hasta que cayó la noche, disfrutando de la compañía del otro, con Escanor recitando sus nuevos poemas dedicados solo para su amada maga y con ésta última escuchando con una hermosa y tierna sonrisa cada uno de ellos acurrucándose junto al pelinaranja que aunque sonrojado por la acción de su amada, no dejó de leer los bellos poemas dedicados especialmente para ella.
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