🕷 60. PLUNDAR 🕷
Era una noche fría en Ninjago City, y la nieve caía en copos suaves, cubriendo las calles con un manto blanco. Las luces navideñas brillaban en cada rincón, pero Plundar apenas las notaba. Caminaba solo, con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo viejo y su única compañía, Adam, su araña mascota, siguiendo sus pasos con movimientos ágiles.
Mientras sus amigos pasaban la Navidad con sus familias, él no tenía a nadie más que a Adam. La festividad, en lugar de traerle alegría, solo hacía más evidente su soledad.
—Bueno, Adam —murmuró Plundar, mirando al suelo—. Supongo que esta noche será como cualquier otra, ¿eh?
Adam emitió un leve chasquido, como si intentara consolarlo.
Mientras avanzaba, Plundar vio un edificio iluminado que destacaba entre las demás estructuras. Afuera había un letrero que decía: "Centro Comunitario: Nadie pasa la Navidad solo".
—¿Qué es esto? —se preguntó en voz alta.
Curioso, empujó la puerta y entró.
El interior del centro estaba cálido y lleno de vida. Personas de todas las edades compartían historias, reían y disfrutaban de una gran cena navideña. Las mesas estaban decoradas con esmero, y un enorme árbol de Navidad presidía el salón.
Entre la multitud, una joven destacaba por su energía y amabilidad. Ella se movía de mesa en mesa, asegurándose de que todos estuvieran cómodos y bien atendidos. Su sonrisa iluminaba el lugar más que cualquier adorno.
Plundar no pudo evitar quedarse quieto, observándola. Su calidez y dedicación lo dejaron fascinado.
—Vaya... ella es increíble —susurró, mientras Adam se asomaba sobre su hombro como si también estuviera impresionado.
Finalmente, decidió acercarse, aunque los nervios lo hacían dudar.
Plundar se armó de valor y caminó hacia ella.
—E-eh, hola —dijo, sintiendo que su voz temblaba un poco.
La joven se giró hacia él con una sonrisa radiante.
—¡Hola! Bienvenido. Me alegra que hayas venido esta noche. Yo soy T/N. ¿Cómo te llamas?
—Soy Plundar, y este... es Adam —respondió, señalando a su araña.
T/N no mostró ni una pizca de miedo; al contrario, miró a Adam con curiosidad.
—¡Oh, hola, Adam! Es la primera vez que tenemos una araña como invitado —bromeó, riendo suavemente.
Plundar soltó una pequeña risa, relajándose un poco.
—Él es buena compañía, aunque no es muy hablador.
—Bueno, eso no importa. Lo importante es que están aquí. ¿Ya comieron algo? Hay suficiente para todos.
Plundar negó con la cabeza, y T/N lo tomó de la mano para llevarlo hacia una mesa.
—Vamos, te serviré un plato.
A lo largo de la noche, T/N se aseguró de que Plundar se sintiera incluido. Le ofreció comida, le presentó a otras personas y se detuvo a charlar con él cada vez que tenía un momento libre.
—¿Y qué te trae aquí esta noche, Plundar? —preguntó mientras se sentaban juntos.
—Bueno... mis amigos tienen familias con quienes pasar la Navidad, y yo... no tengo a nadie. Solo a Adam —respondió, bajando la mirada.
T/N le ofreció una sonrisa comprensiva.
—Eso es difícil, pero me alegra que hayas venido aquí. Nadie debería estar solo en Navidad.
—Tú también estás aquí. ¿No tienes a nadie con quien pasarla?
—Decidí ser voluntaria este año. Ayudar a los demás es una forma de sentirme conectada con el espíritu navideño —explicó—. Y mira, gracias a eso conocí a alguien interesante como tú.
Plundar sintió que sus mejillas se calentaban ante ese comentario.
Después de esa noche, Plundar y T/N comenzaron a verse más seguido. Ella siempre estaba dispuesta a escucharlo y a compartir su tiempo con él. Plundar, que siempre había sentido que no encajaba, empezó a abrirse gracias a ella.
Un día, mientras paseaban por el parque cubierto de nieve, Plundar decidió que era momento de confesar sus sentimientos.
—T/N, hay algo que quiero decirte.
—Claro, dime —respondió ella, deteniéndose para mirarlo a los ojos.
—Desde aquella noche en el centro comunitario, no he podido dejar de pensar en ti. Tu amabilidad, tu sonrisa... todo en ti me hace querer ser una mejor persona.
T/N lo miró sorprendida, pero luego sonrió con ternura.
—Plundar, yo... siento lo mismo. Eres una persona increíble, y estoy feliz de haberte conocido.
Sin decir más, ella dio un paso hacia él, cerrando la distancia entre ambos, y lo abrazó.
Ese año, Plundar descubrió que la Navidad no se trataba solo de luces y regalos, sino de las conexiones que formamos con los demás.
Y mientras caminaban juntos bajo la nieve, con Adam siguiéndolos de cerca, Plundar supo que esa Navidad sería la primera de muchas junto a T/N.
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