
🛠 57. SORA 🛠
El monasterio estaba tranquilo esa noche. Solo el susurro del viento entre los árboles y el ocasional murmullo del río cercano rompían el silencio. Sora bajó las escaleras del interior del monasterio, buscando un poco de aire fresco. Había pasado días tratando de acostumbrarse a su nueva vida allí, con Arin y Lloyd, pero la llegada de T/N Walker había cambiado todo.
Desde que Lloyd la presentó como la hija de Nya y Jay, algo en Sora había hecho clic. T/N era tímida, torpe cuando estaba nerviosa, pero había una luz en ella que Sora no podía ignorar. Sin embargo, cada intento de acercarse a T/N terminaba con la chica tropezándose, murmurando excusas rápidas y escapando.
Pero esa noche, Sora la vio sentada sola en los escalones frente a la puerta del monasterio. Sus hombros estaban caídos, y su mirada estaba fija en el horizonte, como si esperara que alguien cruzara esa puerta.
Sora respiró hondo y decidió acercarse.
—¿Todo bien? —preguntó Sora, sentándose cuidadosamente a su lado.
T/N dio un pequeño salto, pero al ver que era Sora, relajó los hombros y asintió.
—Sí... bueno, más o menos —admitió con una sonrisa triste.
—¿Estás esperando a alguien? —Sora inclinó la cabeza, tratando de leer las emociones en el rostro de T/N.
T/N jugueteó nerviosamente con sus manos antes de responder.
—Mis padres... Nya y Jay. —Suspiró—. Se perdieron durante la fusión, y desde entonces no he sabido nada de ellos. Sé que Lloyd cree que podrían estar vivos en alguna parte, pero... no puedo evitar preocuparme.
Sora asintió, su pecho apretándose por la angustia de T/N.
—Debe ser difícil.
—Lo es —dijo T/N, su voz temblorosa—. Pero también tengo esperanza. Cada noche, me siento aquí y espero. Creo que, de alguna manera, si sigo mirando, ellos aparecerán.
Sora dejó que el silencio se instalara entre ellas, su mirada desviándose hacia las estrellas. Finalmente, decidió hablar.
—Entiendo lo que sientes, de alguna forma.
T/N giró la cabeza para mirarla.
—¿De verdad?
—Sí. —Sora sonrió con amargura—. En Imperium, no tenía a nadie a quien llamar familia, tenia a mis padres... pero ellos... bueno, ya sabes. Era solo yo, siguiendo órdenes, tratando de sobrevivir en un lugar donde los sentimientos eran una debilidad. Pero cuando llegué aquí, conocí a Arin, a Lloyd, y... a ti. Por primera vez, entendí lo que significa tener esperanza.
T/N la miró con los ojos brillando, conmovida por la sinceridad de Sora.
—Eres más fuerte de lo que crees, T/N. Jay y Nya estarían orgullosos de ti.
T/N bajó la mirada, sus mejillas enrojeciéndose ligeramente.
—Gracias, Sora. Eso significa mucho para mí.
Sora notó cómo T/N volvía a juguetear con sus manos, un hábito que había notado cada vez que estaba nerviosa. Decidió arriesgarse un poco más.
—¿Te puedo confesar algo?
T/N levantó la mirada, curiosa.
—Claro.
—Desde que llegaste, me he sentido... diferente. Como si estuviera descubriendo algo nuevo en mí. —Sora tomó la mano de T/N, sosteniéndola con cuidado—. Creo que me gustas más de lo que debería.
T/N abrió los ojos con sorpresa, su torpeza característica amenazando con surgir. Pero antes de que pudiera decir algo nervioso o moverse torpemente, Sora llevó su mano hacia sus labios y depositó un beso suave en el dorso.
—Y no tienes que responder ahora —dijo Sora con una sonrisa tranquila—. Solo quería que lo supieras.
Por primera vez desde que Sora la conocía, T/N no parecía nerviosa ni torpe. En cambio, le devolvió una sonrisa tímida, su corazón latiendo más rápido de lo que había esperado.
—Sora... yo también siento algo por ti. Pero nunca supe cómo decirlo.
Sora entrelazó sus dedos con los de T/N, sintiendo una calidez en su pecho.
—Entonces, supongo que no necesitamos palabras.
Ambas se quedaron así, bajo el cielo estrellado, con la promesa silenciosa de que, pase lo que pase, estarían juntas para enfrentar cualquier desafío.
Cuando el sol comenzó a asomarse, T/N apoyó la cabeza en el hombro de Sora, dejando escapar un suspiro.
—Gracias por estar aquí conmigo.
—Siempre —respondió Sora, con una sonrisa—. Siempre que me necesites.
Y con esa promesa, ambas volvieron al monasterio, sabiendo que su conexión era algo especial que nadie podría romper.
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