La vida de Kai Smith estaba lejos de ser común. Dueño de una empresa multimillonaria dedicada a la tecnología avanzada, era conocido no solo por su éxito, sino también por su carácter excéntrico y su habilidad para atraer los focos de atención. Sin embargo, detrás de esa fachada de confianza y carisma, Kai llevaba una vida caótica. Últimamente, necesitaba desesperadamente a alguien que le ayudara a organizar su mundo.

Por eso, estaba buscando una nueva secretaria.

La oficina de Kai era un despliegue de lujo, con amplias ventanas que mostraban la ciudad y muebles minimalistas de diseño. Esa mañana, varias candidatas habían pasado frente a su imponente escritorio, pero ninguna había logrado impresionarlo.

Cuando T/N entró, todo cambió.

—Buenos días, señor Smith —saludó con voz firme, aunque su postura reflejaba una mezcla de nervios y determinación.

Kai levantó la mirada del expediente que tenía en sus manos. Algo en ella le llamó la atención, aunque no sabía exactamente qué.

—Buenos días. Por favor, siéntate. —Le indicó con una sonrisa que logró relajarla un poco.

A medida que avanzaba la entrevista, Kai se dio cuenta de que T/N era diferente. Su actitud profesional, su ingenio rápido y su capacidad para mantener la calma lo convencieron.

—¿Cuándo puedes comenzar? —preguntó, sorprendiendo a T/N.

—¿Eso significa que tengo el trabajo?

Kai sonrió, encantado por su reacción.

—Significa que eres la mejor opción que he visto en semanas. Bienvenida al caos.

T/N demostró rápidamente ser indispensable. Organizó la agenda de Kai, manejó reuniones con eficiencia y, lo más importante, no se dejaba intimidar por su personalidad arrolladora.

Sin embargo, Kai comenzó a notar algo más. Disfrutaba demasiado de su compañía. Su risa, su manera de rodar los ojos ante sus ocurrencias, e incluso cómo lo regañaba cuando llegaba tarde a las reuniones.

"Esto no puede ser profesional", pensaba Kai cada vez que su corazón latía más rápido al verla.

Pero no todo era perfecto. Skyler, su exnovia, comenzó a aparecer con más frecuencia. Aunque sus visitas eran por asuntos de negocios, T/N empezó a pensar que había algo más entre ellos.

En los días siguientes, T/N se volvió más distante. Kai notó cómo evitaba sus miradas, cómo sus respuestas se volvieron más cortas, y cómo ya no reía de sus bromas.

Una tarde, mientras salía de una reunión, Kai la alcanzó en el pasillo.

—T/N, ¿qué está pasando?

—Nada, señor Smith. Todo está bien.

La formalidad de su respuesta lo irritó.

—T/N, sabes que no me gusta cuando me llamas así. Y no creo que todo esté bien.

Ella simplemente lo miró, murmuró una excusa y regresó a su escritorio.

Esa noche, mientras todos abandonaban el edificio, Kai se ofreció a llevar a T/N a casa.

—Es tarde, y no voy a dejar que tomes un taxi. Vamos, te llevo.

T/N dudó, pero finalmente aceptó.

Subieron al ascensor juntos, y justo cuando comenzaba a descender, las luces parpadearon y se apagaron.

—¿Qué demonios...? —murmuró Kai, presionando los botones sin éxito.

T/N empezó a respirar más rápido.

—No... no puede ser. Esto no puede estar pasando.

—¿T/N? —Kai se giró hacia ella, notando cómo su rostro reflejaba pánico—. ¿Estás bien?

—No... no lo estoy. Odio los espacios cerrados.

Kai se acercó y le puso las manos sobre los hombros.

—Hey, mírame. Estoy aquí. Respira conmigo.

Ella intentó seguir su ritmo, pero las lágrimas empezaban a brotar. Kai, desesperado por distraerla, comenzó a hablar.

—¿Sabes? He estado pensando en estos últimos días, y creo que he sido un idiota. No entiendo por qué has estado distante, pero quiero que sepas algo.

T/N lo miró, intentando enfocarse en sus palabras.

—Me gustas, T/N. Desde el primer día. Me gusta cómo organizas mi vida, cómo me haces reír, y cómo te importa todo lo que haces.

Ella parpadeó, sorprendida.

—¿Me... me gustas? —murmuró.

—Sí, muchísimo. Y si he hecho algo para que te alejes, por favor dímelo, porque no quiero perder lo que tenemos.

T/N respiró hondo, comenzando a calmarse.

—Pensé... pensé que tú y Skyler...

Kai la interrumpió rápidamente.

—Skyler y yo no tenemos nada. Ella es parte del pasado. Tú eres... —Hizo una pausa, buscando las palabras—. Tú eres lo que quiero ahora.

Las luces finalmente volvieron, y el ascensor reanudó su descenso. Cuando llegaron al estacionamiento, Kai abrió la puerta de su auto para que T/N subiera.

El trayecto a su casa fue silencioso, pero no incómodo. Al llegar, Kai apagó el motor y tomó la mano de T/N.

—No sé qué más decir para convencerte, pero te amo, T/N.

Ella lo miró, sorprendida y emocionada, antes de que Kai se inclinara y la besara suavemente.

Cuando se separaron, T/N sonrió.

—¿Quieres pasar? Podemos hablar más adentro.

Kai asintió, su corazón latiendo con fuerza.

Esa noche, en el pequeño departamento de T/N, ambos dejaron atrás las dudas y comenzaron algo nuevo, algo que ninguno esperaba, pero que ambos deseaban profundamente.