Las personas siempre dicen muchas cosas, los padres intentan prevenirte de los peligros de la vida, los amigos te aconsejan cosas estúpidas para reírse después, los profesores te orientan sobre temas específicos.

Tus amigos podrán decirlo, lo escritores te darán las palabras y poemas más hermosos, habrá millones de canciones sobre ello, pero hasta que no conozcas a una persona que cambie algo en tu interior, no tendrán sentido y serán sólo palabras.

Las cosas siempre pasan por algo, pero cada paso que das te acerca o te aleja cada vez más de alguien, depende de que tan destinados están a cruzarse en el camino.

A Addie mi actual novia la había conocido en aquel lugar donde me dijeron: No hables con cualquiera, así es en Internet y como nuestra historia hay muchas que comienzan con una solicitud de amistad y un hola, puedo decir que es una relación como cualquier otra buena, amor, risas y uno que otro disgusto, pero nada que no seamos capaces de solucionar.

Una mañana mientras vagaba por facebook me encontré con una publicación en una página de un grupo que me gusta, para ser parte de un grupo, no estaba muy seguro pero abrí el link sin saber que todo estaba a punto de cambiar para mí, me estaba acercando a él.

Luego de unos días estaba conectado con personas de otros países y así comencé a unirme a otros pequeños grupos, comencé a hablar a diario con ellos y ahí lo conocí...

Cuando conocí más a Addie creí que me estaba enamorando y que lo había hecho, actualmente creía que la amaba, pero algo comenzó a ir mal con ella y me refugié con mis nuevos amigos, para no pasarla tan mal, vivía prácticamente pegado al celular todo el tiempo, más cuando comenzamos a  hablar, no le conocía en persona, no sabía cómo era, pero si sabía que me gustaba su forma de ser, su manera tan dulce con la que me hablaba.

Poco más de un año de que comenzamos a hablar, supe su nombre, la ciudad donde vivía, que era un chico. No sé cuál fue el momento exacto en el que comenzaron a surgir sentimientos un tanto confusos para mí por la situación, hasta que un día me ví pidiendo consejos de cómo decirle que me gustaba.

Los meses han seguido corriendo, nosotros seguimos hablando, planeamos salidas que esperamos sucedan y aunque muchos dicen que no puedo amar a alguien que vive a doscientos diez kilómetros de distancia de mí, pero yo creo que cada quien puede decir y pensar lo que quiera.