Steve Rogers
Pareja: Steve x Fátima
Advertencia: No spoilers pero, sad
Advertencia 2: Está hecho a la carrera, o sea a lo menso
Partes: 1/3
Título: Kisses in War
Total de palabras: 2,749 (El OS más enorme que he escrito, disfruten)
__________________________
Narra Steve:
Terminó el experimento y todo eso de lo de "el super soldado", y fui acompañado a la casa de mi novia por la agente Carter, una chica muy guapa, pero, ninguna comparada con MÍ preciosa Fátima. La agente Carter, se había quedado mirando mi cuerpo una vez que salí de la cápsula, pero, le resté importancia. En cuanto estuve frente a la puerta de la casa de mi novia, se me ocurrió, ¿Por qué, ahora que ya estoy a salvo le pido matrimonio? Ya sé, ya sé, algo raro, pero, ya tenía todo listo... solo no traía ni anillo ni nada. Me regresé corriendo a mi casa, no quedaba demasiado lejos, así que lo hice lo más rápido que pude. Me alcé el anillo de mi madre, y, estaba listo.
Caminé a la casa de Fátima y, pasó un señor vendiendo flores, le compré un ramo y, ahora sí, me encontraba en frente de la casa de mi novia, más nervioso que de costumbre...¿Me reconocería?. Por lo general, a la hora de los besos, ella era le que se tenía que agachar y yo, me tenía que empinar, pero ahora, sería al revés.
Toqué la puerta de su casa y me oculté al extremo que aún no era abierto, el derecho. Solamente, se escuchó un "Yo voy, madre". La angelical voz de mi princesa se escuchaba a través de la casa. Su dulce y perfecta voz que, me hacía suspirar.
La puerta se abrió y yo mostré las flores a la par de que me arrodillaba. Ella me veía entre asombrada (quizá por el cambio tan radical de cuerpo), se le notaba, aliviada y, hasta un poco asustada, pero, no me importaba.
Debía admitirlo, el tan solo tener a Fátima a un metro de mí, me ponía nervioso, ahora ya sabrán cuando me paré frente a ella y, su cara se expresó de tal modo, me asusté un poco, bueno, quizá demasiado.
No necesité de mucho para darle a entender que, quería que ella fuera mi esposa. Fátima lloraba y...asentía, eso me llenaba de felicidad. De una me levanté, la abracé elevándola de el piso <<¿Ahora quién es el chaparro?>> Pensé burlescamente recordando todas esas veces en las que ella me había dicho "Chaparrito", a pesar de todo esto, yo la amaba con todo mi ser.
Varios Días Después...
No sucedía nada importante, hasta para ser una guerra iba todo tranquilo. Mi pequeña y yo, nos habíamos mudado a una casa para establecer una familia. Empezamos con desempacar todas nuestras cosas y, en una de esas tantas e interminables cajas, Fátima encontró uno de los tantos aviones con los que yo jugaba cuando era aún más pequeño. Empecé a jugar con ella y el avión, eso era lo que me encantaba de estar con ella, siempre tan feliz, nada le desarmaba sus planes, nada ni nadie le hacía agachar la cabeza, por eso, y más razones, la amaba, ella era lo más importante para mí.
Un día, ella me confesó que, tenía miedo, tenía miedo de perderme, y, ahora, yo la perdí. Fátima me decía que, no le gustaba demasiado la idea de que yo fuera un soldado, y esa vez, fue cuando, sentí aún más atracción hacia ella, para mí, el gesto más lindo, era que, me dijera que me amaba y que me dijera que no me quería perder. Varias veces discutíamos por esto, pero, todo se arreglaba con una delicada sonrisa y, varios besos.
Los días pasaban, nadie quitaba la sonrisa de mi rostro al recordar que me había casado con el amor de mi vida, pero, "dos besos son demasiados, y un beso, no bastará". Nunca me bastaba un solo beso, y, cuando tenía que ir a juntas de guerra y ella me daba de dos besos, me sentía culpable y, mal, dos besos se me hacían demasiado y hacían más difícil el poder irme.
Unos meses después de habernos casado, nos enviaron una carta:
"Se solicita al Gral. Steven Grant Rogers, para agregarlo a las Fuerzas Especiales De América. Favor de asistir cuanto antes el Miércoles 12 de Agosto de este año, a las 9:00 de la mañana. Se empezará a atacar a las 13:00 hrs.
Es OBLIGATORIO asistir, Gral.
Att: Director de las fuerzas especiales"
Yo no fui quien la recibió, si no, mi muy amada esposa, quien, se puso loca al saber que iba a exponerme de tal manera a un ambiente de disparos.
—¡¿Qué demonios es esto, Rogers?!—Me gritó Fátima desde la sala de estar, de donde, había encontrado la carta.
—Déjame ver—Fruncí el ceño, no estaba seguro si era una carta oficial.
Ella se notaba bastante alterada en lo que yo analizaba y releía la carta.
Días después, Fátima se encontraba acomodándome la corbata del traje, a mí siempre se me enredaba, y, "yo tan perfeccionista ella tan perfecta" (N/A:Sorry, eso es de otra canción).
Debo admitir que, esa cosa picaba y demasiado, enserio, demasiado. Me quería quitar esa cosa, pero, ella me empezó a dar leves manotazos dando a entender, que, no lo hiciera. En vez de ponernos a discutir, la tomé y la besé como todos los días, como si fuera nuestro último beso. Nuestros labios encajaban a la perfección y se movían en una sincronía perfecta, tan perfecta como ella (N/A: Yo echándome flores a mí misma, por que si no, ¿Quién lo hace?)
Me fui de la casa. Pero...al llegar ¡No era nada de lo que decía la carta! No era nada de luchar, pero, sí unos entrenamientos, golpes, invasiones y pláticas de guerra. En todos esos tres días, yo no hacía nada más que pensar en mi hermosa novia, quien, seguramente, estaría esperándome en casa, angustiada, como siempre.
Los días pasaron y, pude regresar a la casa que compartía con Fátima. Ella se encontraba...bueno, como siempre, perfecta, hermosa, bien arreglada, bueno, el caso es, que ella estaba arreglando la mesa. Llegué y, en cuanto me vio, saltó a abrazarme y besarme. Enrolló sus piernas en mi cintura, y, así seguimos por unos momentos, abrazados, disfrutando y complementando al otro, ¡Dios Santo, amaba a esta mujer!.
Me encantaba dormir con ella pero...un pequeño problema, el ejército no pagaba, y, Fátima no trabajaba, lo que nos mantenía era un poco de dinero ahorrado y, otro poco que sus padres y mandaban. Para ser felices, no necesitábamos de mucho, solo nos necesitábamos uno al otro
—Te amo, Steve Rogers—Dijo mientras se acostaba junto a la chimenea
—Yo también te amo, Fátima Rogers—Contesté orgulloso de, que por fin, mi amada Fátima tuviera mi apellido. Nos recostamos y, así dormimos, juntos y abrazados.
A los días, Peggy fue por mi básicamente por que, había una emergencia que, dejó llorando a mi pequeña. No me gustaba verla llorar, pero, bueno.
Días después, cuando regresé de salvar a Bucky y ver que todo estaba bien, volví a la casa y ella estaba llorando, estaba recostada de lado llorando. Mi corazón se encogía y me dolía verla así.
En cuanto entré, ella lo notó y se dio vuelta. Me vio sangrando, con un brazo en un cabestrillo, pero, mi brazo ya estaba bien.
Fátima muy preocupada y, a la vez feliz, se levantó a ayudarme y curarme.
Me pasaba algodones con alcohol, y pomada por el rostro, su tacto era tan suave, y, ella, ella estaba sentada en mi entrepierna. Una cosa llevó a la otra y, terminamos haciendo el amor. Era hacer el amor, literalmente, por que, nos dábamos todo el amor que podíamos darnos a través de ese simple acto. No tenía palabras para describir cuanto la amaba y, la amo, nunca lo pude expresar al 100%.
Los primeros síntomas de un embarazo se hicieron presentes unos días después de que hicimos el amor, le resté importancia en ese momento. Mi inteligencia no daba para comprender que, ella estaba embarazada: Se asqueaba fácilmente, se mareaba, vomitaba. Hice caso omiso a todas esas señales.
Semanas después me llamaron, esta vez, era algo importante, necesitaba ir YA. Fátima se dio cuenta y se puso a gritarme:
— ¿¡Qué demonios Rogers!?, ¡¿Otra vez?!—Me gritaba cosas desde que estaba en la puerta que daba a la sala, cuando llegó, intentó agitar lo que pudo mi cuerpo de aquí para allá. La mantuve entre mis brazos hasta que se calmó
—"Ganaré la guerra para conquistarte, no quiero admitir, que te vas. Yo perdí batallas por nunca aceptar que, no eres fácil de olvidar", no te puedo sacar ni tres segundos de mi cabeza—Le dije una vez que ella estaba más calmada
Narra Fátima:
Steve y sus malditos ojos azueles, sus brazos su...todo, ay, lo amo, me tranquiliza más rápido que un chasquido. Me encanta por eso.
Solo acepté a que fuera por que...él me aseguraba que iba a volver, él me aseguraba que, iba a volver para estar toda la vida junto a mí y formar una familia.
Meses, años pasaron y, Steve no volvía. Yo me había dado cuenta de que estaba embarazada. La guerra había terminado, nuestro hijo era ya un niño, y su padre...no estaba, no llegaba. Nuestro pequeño niño, lucía así cuando nació:
Cuando creció, más o menos, a sus 4 años, estaba jugando con él, con el avión de su padre. En ese momento, la puerta suena, me levanto esperanzada de que sea él quien toca la puerta...mi sorpresa fue enorme al encontrar al famoso Howard Stark y Peggy Carter ahí parados enfrente de mi casa.
— Pesen, pasen— Me hice a un lado, pero, ellos solo me dijeron que no y, bajaron la mirada
— Esto...solo vinimos a entregártelo— Me extendió una caja Howard al tiempo que las palabras salían de su boca.
En la caja venían escritos los nombres: Steve Rogers.
Mi miedo estaba a flor de piel, sabía que esto no era muy buena señal. La abrí y, ahí mismo me puse a llorar al ver todas y cada una de las medallas ganadas en combate.
— Lo sentimos mucho, él murió congelado, por salvar el mundo. Nos dijo que, te diéramos esta nota por si él no llegaba a regresar — Me dijo Peggy mientras extendía ella también una hoja doblada en pequeños octavos. Mi corazón se aceleró, y, ya no podía, me puse a llorar más y más. Peggy y yo éramos amigas, en cuanto me vio en tal estado, me abrazó, al igual que Howard. Terminamos y, me fui a mi cuarto, sin darme cuenta de que al niño, le había caído el avión el la cabeza, y, tristemente, falleció. No entraré en detalles sobre eso, pero, fue demasiado doloroso perder a mi esposo, la persona que siempre amé ya fuera pequeño o grande, y también perdí lo único que quedaba de él, y, de el fruto de nuestro amor, nuestro pequeño James Grant Rogers.
Mi dolor, me mató, no es metáfora, es realidad, el dolor me mataba, me quería morir. Terminó todo en una muerte de vejez. Descansé en paz cuando, Steve vino, Steve estaba vivo, estaba vivo el amor de mi vida, por quien viví. Por mí no había problema, pero...después de tantos años, volví a probar sus labios. Así es, nunca más me casé, solo me pude haber casado con él, con nadie más.
Narra Steve:
Había quedado congelado, y. ya me había perdido de todo, pero, no me importaba, solo quería saber si mi pequeña princesa estaba bien. Estaba desorientado, la busque hasta debajo de las piedras, hasta que por fin, la encontré, por fin pude saber de mi chaparrita y mi preciosa princesa.
La visitaba todos los días hasta que...un día antes de que ella falleciera, volví a besarle. Sonará raro, puesto que, yo aún tenía el aspecto de 25 y ella, su aspecto de 95. No me importaba, se viera como se viera, para mí siempre fue y será hermosa. Me había contado que, habíamos tenido un niño, me enseñó la foto y luego comenzó a llorar...nuestro hijo, había muerto, nuestro hijo, nuestro fruto de amor, estaba muerto...
No lo podía creer, mi mundo se derrumbó, y ahí fue cuando recordé "La tengo a ella...Gané la guerra para conquistarla, perdí batallas, y de todo por nunca aceptar, que ella, no era facil de olvidar" .
El flashback llegó a mi mente como si de un rayo se tratara...le había escrito una canción.
— Amor— Por raro que suene, le seguía llamando así— ¿Recuerdas que, alguien fue a tu casa, te entregó mi medallas y, una nota?— Pregunté queriendo que la respuesta fuera sí, y que aún la tuviera guardada.
— Sí, claro, es más, la tengo aquí, debajo de mi almohada. Nunca quise abrirla, pues sabía que me dolería más en ese momento— Contestó, y suspiré de alivio y tristeza, ella nunca la había visto, tanto que me esmeré. Pero, ella la conservaba.
— ¿Me la prestas, chaparrita?— Pregunté extendiendo mi mano
— Claro— Respondió y me la entregó. En aquel papel de hace ya, 70 años, estaba escrita una canción para ella, la había escrito en un rato libre.
Una idea pasó por mi cabeza, cantarsela
— Pequeña, aquí está escrita una canción, ¿Me permites cantártela?—Pedí su permiso
— De ti lo que sea, mi amor— Contestó con una sonrisa.
Empecé a cantar su canción, sin detenerme un poco.
(Activen multimedia)
— ¿Quién te dijo esa mentira?
Que eras fácil de olvidar
No hagas caso a tus amigos
Solo son testigos de la otra mitadDos besos son demasiado
Y un beso no bastará
Y aunque adviertan a soldados
Si está enamorado en guerra morirá
Ya no tienes que cuidarme porque yo
Siempre he sabido que tus besos matan
Que tus promesas riman con dolor
Que eres experta en robarle latidos a mi corazón
Y tú nunca juraste que saldría ileso
Ya no te atrevas a pedir perdón
Yo te confieso que no me arrepiento
Y aunque estoy sufriendo podría estar peor
Woah oh oh
Sabiendo que tus besos matan moriré de amor
Woah oh
Sabiendo que tus besos matan moriré de amor
Woah oh
Sabiendo que tus besos matan
Para mí nunca fue un juego
Para ti fue un beso más
Y si vuelves a mi vida
No es que estés perdida
No es casualidad
Ya no tienes que cuidarme porque yo
Siempre he sabido que tus besos matan
Que tus promesas riman con dolor
Que eres experta en robarle latidos a mi corazón
Y tú nunca juraste que saldría ileso
Ya no te atrevas a pedir perdón
Yo te confieso que no me arrepiento
Y aunque estoy sufriendo podría estar peor
Woah oh oh
Sabiendo que tus besos matan moriré de amor
Woah oh
Sabiendo que tus besos matan moriré de amor
Woah oh
Sabiendo que tus besos matan
Ganaré la guerra para conquistarte
No quiero admitir que te vas, que te vas
Ganaré la guerra para conquistarte
No quiero admitir que te vas, que te vas
Yo perdí batallas por nunca aceptar que
No eras fácil de olvidar
Porque yo
Siempre he sabido que tus besos matan
Que tus promesas riman con dolor
Que eres experta en robarle latidos a mi corazón
Y tú nunca juraste que saldría ileso
Ya no te atrevas a pedir perdón
Yo te confieso que no me arrepiento
Y aunque estoy sufriendo podría estar peor
Woah oh oh
Sabiendo que tus besos matan moriré de amor
Woah oh
Sabiendo que tus besos matan moriré de amor
Woah oh
Sabiendo que tus besos matan—Terminé de cantar, y, sus ojos estaban cristalizados, no me resistí, y la besé, al fin y en cuentas, ella no tenía otro esposo más que yo, y yo no tenía a otra persona tan importante en mi vida como ella. Simplemente la amaba.
____________________________________
Segunda parte mañana, y unas fotos de mi Capitán
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro