eddie munson | orion
Eddie estaba a punto de salir de su casa y coger su caravana cuando de repente el teléfono sonó. Fue rápidamente a cogerlo, no precisamente para contestar la llamada si no para que dejase de hacer ruido y no despertase a su tío, si es que no lo había hecho aún, ya que en cuanto volvía de trabajar en la planta por las noches, dormía toda la mañana.
—¿Sí? —contestó él.
—Eddie, ¿puedes venir? —preguntó su suegra en la otra línea—. A fallecido el miembro de Metallica favorito de ________ y está echa un caos, quizá tú podrías animarla...
—Lo sé, me lo imaginaba asique ya iba de camino —dijo él. El periódico en el que lo había leído estaba en la mesa de la cocina, junto al tazón de cereales con leche que había desayunado.
—¿Ah sí? Menos mal, que buen chico eres. Muchas gracias.
—Ahora nos vemos, hasta luego.
—Hasta luego.
Eddie montó en su caravana y como siempre, condujo como loco hasta su segunda casa.
—Está arriba —le dijo su madre cuando abrió la puerta para dejarlo pasar—. No la veía así desde que salió del cine después de ver El retorno del Jedi por primera vez —le dijo mientras este iba hacia las escaleras para subir al otro piso e ir a la habitación de su novia.
Se podía escuchar, incluso aunque tuviese la puerta de la habitación abierta, que estaba escuchando Orion, canción compuesta por Cliff para el disco Master of Puppets, que acababa de salir meses atrás y a Eddie le gustó tanto que hasta se hizo un tatuaje en el brazo derecho en su honor.
Tocó la puerta de su habitación, pero igualmente no esperó a una respuesta positiva para entrar, entró sin su permiso.
—Hey —dijo él mientras cerraba la puerta tras de si y se inclinaba hacia el tocadiscos en la mesilla que había al lado de su cama para bajar el volumen de la canción y poder escucharse bien.
Ella lo reconoció por la voz y por la silueta, pero con tantas lágrimas en sus ojos le costaba ver, veía borroso. Se giró, dándole la espalda. No quería que la viese tan mal emocionalmente y con la cara roja e hinchada, pero pudo notar el colchón hundiéndose detrás de ella. Se sentó en el borde de la cama, y puso su mano en su hombro, acariciándolo.
—Es horrible, lo sé... —dijo él.
—Era tan joven y tan talentoso... No es justo, tenía toda la vida por delante, y no una vida cualquiera, una vida exitosa —dijo ella mientras lloraba.
—Pero llorar tanto no va a hacer que vuelva, cariño —dijo mientras se tumbaba a su lado, en la misma posición que ella, acurrucandose detrás de ella, abrazándola con fuerza.
—Ya lo sé, pero tendré que desahogarme de alguna forma, ¿no? Además, ¿y si hacen como Led Zeppelin y...?
—No creo que sean tan tontos para hacer eso, creo que Cliff jamás querría eso y lo saben.
—Ojalá —dijo ella mientras él le daba besitos en la parte trasera de su cabeza.
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