—No sé que voy a hacer, tía —dijo _______ a su mejor amiga mientras iban caminando por el supermercado y metían bolsas de patatas fritas y chuches en el carrito.

_______ era una chica jóven, estudiante, universitaria. Sus padres se habían ido de viaje para celebrar sus 30 años casados, por lo que la habían dejado a ella y a su hermano pequeño solos en casa. Ella tenía que cuidar de su hermano pequeño. El problema es que dentro de nada era el cumpleaños de su hermano pequeño y ella tenía que organizar la fiesta de cumpleaños.

—Tengo que organizar yo la fiesta de cumpleaños y no sé que voy a hacer.

—Conozco a uno que podría ir un rato a entretener a tu hermano pequeño y a sus amigos —dijo su mejor amiga de repente.

—¿Quién es? —preguntó _______.

—Es un mago. Hace muy buenos trucos de magia. A los críos les flipa.

—Ay tía, si consiguieras convencerlo, te lo agradecería muchísimo.

[ . . . ]

El timbre de la puerta sonó. _______ pensó que sería algún amigo de su hermano pequeño y la madre o el padre. O quizá algún hermano o hermana mayor, o abuelo o abuela.

—Disculpadme —dijo levantándose del sofá, donde estaba hablando con las madres de los amigos de su hermano pequeño mientras picaban algo, y mientras los niños se encontraban jugando por la casa.

Se dirigió hacia la entrada de la casa, agarró el pomo de la puerta y la abrió. Hay estaba su mejor amiga junto a un hombre que, sinceramente, vestía un poco raro, pero supuso que era su disfraz.

—Hola —ellas se saludaron con un abrazo.

—Pensé que jamás vendrías —confesó _______ a su mejor amiga.

—Es que fuí a su casa a recogerlo —dijo señalando con la mirada al hombre que traía.

—Doctor Stephen Strange. Hola.

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