eddie munson | master of puppets
Nota de autora:
Ya sé que dije que no volvería a publicar aquí a no ser que fuese un wip antiguo por fin acabado pero sabía que si publicaba este one-shot en mi otro libro no tendría tantas lecturas, asique aquí está. Este capítulo originalmente era el que estaba al principio del libro avisando de que abría comisiones de dibujos, pero los próximos one-shots de Eddie que tengo en mente sí que sí los publicaré en mi otro libro de one-shots asique por favor pasaos por ahí y dadme amor.
Y POR CIERTO, hoy a las 11PM hora española peninsular voy a publicar un pequeño fanfic de Eddie de cuatro capítulos. Aunque el primer capítulo ya está publicado (aunque en inglés) en mi cuenta de AO3 AlicentBurton
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Estaba en el comedor del instituto durante el recreo, sentada en la mesa en donde se ponían siempre ella y sus amigos. Estaba escuchando la conversación que estaban teniendo sus amigos, cuando de repente, algo, o mejor dicho alguien, captó su atención, y no solo la suya y la de sus amigos, si no la de todos en el comedor.
De repente Eddie, el chico que le gustaba, se subió a la mesa en la que estaba con sus amigos y empezó a gritar y dirigirse a gente del comedor.
—¡...si estás en la banda...! —dijo mirando a los músicos de la banda del instituto—. ¡Te va la ciencia...! —dijo mirando a los científicos—. ¡Las barras...! —dijo mirando a los juergueros, y uno de ellos le sacó el dedo, pero era obvio que no le importó en absoluto—. ¡O los juegos DE METER BOLAS EN CESTAS DE LA ROPA...! —dijo aún más alto y poniendo sus manos a los lados de su boca mirando a los miembros del equipo de baloncesto.
—¿Qué te pasa, bicho raro? —preguntó el líder del equipo. Eddie puso sus manos en su cabeza, con los dedos índices en alto como para que pareciesen cuernos de demonio, y sacó la lengua e hizo ruidos raros.
Ella río enternecida. Lo conocía poco, pero era claramente extrovertido y no le importaba una mierda lo que opinasen los demás de él, y eso le encantaba en un hombre. Además, de físico también era su tipo: pelo oscuro largo y rizado con flequillo, los vaqueros ajustados y rotos por las rodillas, las cadenas, los anillos de calaveras, las camisetas de bandas de rock y metal, la chupa de cuero negro, el chaleco vaquero... Y para colmo, tenía una sonrisa adorable y gustos en común.
De vez en cuando hablaban, si es que saludarse con la cabeza por los pasillos del insti y decir "Mola la camiseta" cuando ambos llevaban alguna camiseta de bandas de rock y metal contaba como hablar.
—¿Es ese tu hombre? —preguntó su mejor amiga mientras la miraba de forma picaresca, a lo que ella le dió un empujón para que se callase y parase de mirarla así. No quería que nadie inadecuado se enterase que le gustaba él, no porque se avergonzase de él, si no que no quería que él se enterase, y menos de esa forma.
—Sí, lo es, y callate anda.
El líder del equipo de baloncesto decidió que sería una perdida de tiempo pelearse con Eddie, simplemente susurró "Capullo" y se volvió a sentar en su sitio.
—¡...eso es LO QUE ESTÁ MATANDO A LA JUVENTUD! —dijo mientras corría por su mesa, y bajaba de ella para gritarle a una profesora que pasaba por ahí, pegándole un susto y haciendo que quedase acorralada contra un pilar.
Unas animadoras pasaban por allí y él se apartó y las dejó pasar haciendo un gesto con el brazo, y deseó ser una de ellas.
Dijo algo más pero no lo pudo oír por la lejanía entre sus mesas y todo el ruido del comedor, y vio que se volvió a sentar en su asiento y empezó a comer, aunque al minuto lo escuchó gritar "Cerrad al pico".
Y entonces vió que a los segundos volvió a levantarse. No es que lo mirase constantemente, pero lo tenía en su campo de visión, asique no podía evitar mirarlo. ¿Que se sentaba donde se sentaba por eso? Puede ser. Así podía ponerlo de excusa, si es que alguien la pillaba mirándolo demasiado.
Estaba hablando con sus amigos más pequeños, y señaló a los más mayores. Luego se señaló a si mismo con ambas manos. Después empezó a moverse excitado, sacó el dedo mirando a la nada, levantó el puño y empezó a moverse por el comedor excitado y riendo. Era un culo inquieto.
Se agachó entre sus amigos más pequeños y puso sus manos en sus hombros. Luego los agarró de la parte trasera del cuello de sus camisetas, que por cierto eran del Hellfire Club, y los hizo caminar hacia el pasillo principal del comedor.
Escaneó todas las mesas que tenía en frente empezando por su izquierda, señalando para que ellos mirasen en la misma dirección que él. Sus miradas se encontraron, y ella lo saludó con la cabeza, intentando contener su sonrisa. Él hizo igual, aunque de forma más sutil porque estaba ocupado diciéndole Dios sabrá que a esos chicos, pero también le sonrió.
Las horas en el instituto siempre pasan demasiado lento, pero sobretodo los viernes. Ella y sus amigos estaban a punto de salir de él para ir a casa de uno de ellos y pasar lo que quedaba de tarde allí, cuando fueron parados por los amigos más jóvenes de Eddie.
—¿Jugáis a Dragones y Mazmorras? —preguntó el chico de la gorra.
—Necesitamos a un sustituto en el Hellfire Club —dijo el otro chico.
—Sí, sí que jugamos —dijo el mejor amigo de ________.
—¿¡En serio!? —preguntó sorprendido a la vez que alegre el chico de la gorra.
—¡Genial! —dijo el otro chico.
—El problema es que nosotros esta tarde también tenemos partida...
—Oh mierda.
—Ella puede ir —dijo la mejor amiga de _______ señalandola—. Sabe cómo se juega pero nunca juega —cosa que era cierto, las partidas le parecían ridículamente largas y se aburría, asique cuando jugaban sus amigos se hacía a un lado, comiendo snacks mientras veía la tele u ojeaba revistas.
Quisieron preguntar al respecto, pero no era el momento de eso, era el momento de rogar que fuera con ellos. Incluso si no supiera jugar, les valía.
—¿Puedes venir? Por favor.
—Eddie nos matará si no vamos con un sustituto para nuestro amigo Lucas, que no puede venir porque juega en el partido de baloncesto de esta noche.
—Claro, claro. Sin problema, no os preocupéis.
Llegó la hora y estaba un poco nerviosa, la verdad. Mike y Dustin, que eran como se llamaban esos chicos, la acompañaron al lugar donde se jugaría la partida, en el teatro del instituto.
—¡Ya estamos todos! —dijo Dustin.
—¡Traemos sustituta! —dijo Mike.
A Eddie se le paró el corazón. ¿De verdad ella iba a ser la sustituta de Lucas? ¿Acaso ellos sabían que a Eddie le gustaba ella y la trajeron para joderle y ponerlo nervioso como venganza por no querer cancelar la partida de ese día? Los mataría.
—Hola a todos —saludó ella con la mano, mirando a todos uno a uno.
Estaba intentando disimular lo mejor que podía sus nervios. No sólo se sentía nerviosa por estar con Eddie, si no que a lo mejor él y no solo él, si no también el resto de sus amigos, no querían jugar con chicas, dándolas por insuficientes. Mike y Dustin también estaban nerviosos, no sabían cómo se tomaría Eddie y el resto que el sustituto fuese una chica.
Miraron a _______ y luego miraron a Eddie, en busca de una reacción, de una respuesta ante su presencia. Él era el líder, el Dangeon Master.
—¡Los guerreros traen a una princesa! —dijo levantándose y yendo hacía ella. Le cogió la mano, se inclinó y la besó, haciéndola sonrojar y gritar en sus adentros como loca—. ¿Juegas a Dragones y Mazmorras?
—Mis amigos, pero ellos están ocupados esta tarde con su partida. Yo soy la única que no juega, pero sé. Espero no molestar... —susurró ella.
—¿¡Pero que dices!? Es un placer tenerte aquí, y más necesitando un sustituto. Bienvenida al club —dijo sonriente.
—Gracias —dijo ella, ahora más calmada.
—Los discípulos encapuchados cantan "Salve Lord Vecna"... —narró Eddie en un susurro, muy serio y concentrado, mirando a cada uno—, "Salve Lord Vecna"... Se dan la mano, se quitan la capucha... —dijo gesticulando como si él mismo llevase una capucha y se la quitase— y reconocéis a la mayoría de ellos, pero hay uno al que no conocéis... Tiene la piel arrugada, reseca... Y hay algo más. ¡No sólo le falta el brazo izquierdo...! —dijo llevándose dicho brazo detrás de su espalda— ¡SI NO EL OJO IZQUIERDO! —gritó tapándose el ojo izquierdo con su mano derecha.
—¡No, no puede ser! —gritó Mike llevándose las manos a la cara.
—¡Vecna está muerto!
—¡Sí, lo mató Cas! —dijo Mike.
—¡Todos lo creían amigos, todos lo creían! ¡Pero Vecna —dijo cogiendo una figurita— ESTÁ VIVO! —la pasión que le ponía Eddie al juego era admirable a la vez que adorable—. Tenéis miedo, estáis cansados, heridos... ¿Vais a huir de Vecna y sus discípulos...? ¿U os quedáis a luchar? —todo el mundo estaba confuso e indeciso, aún procesando la información tan repentina e inesperada—. Decidios.
—Vamos a luchar, a muerte —dijo Dustin.
—A muerte —dijo Mike.
Todos, incluida ella, empezaron a gritar "A muerte" y Eddie río. Era lo que quería ver. Además, la vió a ella reír también. Lo que no sabía es que él le había contagiado la sonrisa.
—¡Tiempo, tiempo!
Todos se levantaron de la mesa y se reunieron en círculo para discutir sobre la partida, hombro con hombro.
—Tíos, siento cortar el rollo, pero toca retirada.
—Coincido.
—Sí, nos están metiendo tremenda follada, pero... ¿No habíamos dicho que a muerte? —preguntó ella genuinamente confusa.
—Pero no literalmente.
—Vecna nos ha masacrado, no podemos matarlo con dos jugadores.
Giró la cabeza levemente y miró a Eddie. Él la saludó con la cabeza como cuando se cruzaban por el pasillo del instituto, y ella le sonrió y se volvió a girar para prestar atención a la conversación.
—¿Tú también? Sólo le quedan 15 puntos, no seáis cagones.
—¿Cagones? ¿En serio? Más bien realistas.
—¡Eh! —dijo Eddie, logrando llamar la atención de todos, que es lo que quería—. Si me permitís opinar, caballeros... Y princesa —dijo guiñándole un ojo a _______, haciendo que se mordiese el labio para evitar sonreír como tonta de oreja a oreja, pero comportándose él así le costaba—. Aunque respeto el entusiasmo, lo mejor sería escuchar el consejo de Gareth el Grande... "No hay deshonra en la huída". No os hagáis los héroes. Hoy no —dijo sonriendo—, ¿vale?
—...Un segundo —dijo Dustin, y se volvieron a girar todos para discutir—, ¿tú qué opinas, Mike?
—¿Cuantos puntos os quedan a ti y a ______? —preguntó el mencionado.
—12 —contestarón ambos a la vez.
—Es arriesgado que te cagas —dijo Mike—, pero sois los únicos que quedáis en pie... Es decisión vuestra.
—¿Qué dices, _______? —le preguntó Dustin.
—Sí, ...¿no? —preguntó ella un poco confusa.
—...Sí, a la mierda —dijo Dustin, y todos se giraron a mirar a Eddie—, nos cargamos a ese hijo de puta.
—¡Las opciones de éxito son de 20 a 1!
—No vuelvas a mencionar los números —dijo Dustin alzando su dedo índice—, dame el dado del 20 —le dijo a Eddie, y este, dicho y hecho, hizo lo que se le indicó y se lo lanzó.
Lanzó el dedo y sacó un 11.
—¡Has- fa- llado! —dijo Eddie sonriendo de oreja a oreja y agitando la cabeza.
—¡Joder, joder, joder! —estaba tan irritado que hasta lanzó una lata de refresco.
—No es por presionarte, pero... Todo depende de ti —le dijo Mike a _______.
Estaba asustada, era mucha presión. Sabía lo mucho que significaba ese juego para todos los presentes, y ahora todo dependía de ella y de su suerte, la cual consideraba que por lo general no tenía mucha buena. Miró a Eddie, y él asintió con la cabeza. Eso le reconfortó, le dió seguridad para seguir y avanzar.
Cogió el dado y lo encerró en sus manos mientras las agitaba para menear el dado. Todos la miraban expectantes.
—¡Por favor!
—¡Vamos, por favor!
Y entonces lo tiró. Sintió que mientras esperaba a que el dado cayese, rodase y parase, la vida estaba a cámara lenta.
Todos gritaron de la emoción y se chocaron las palmas. Eddie estaba que tampoco se lo creía, ya los daba por muertos a todos.
—¡Y por eso jugamos! —dijo él.
Con la partida ya acabada ya no había nada más que hacer allí, asique recogieron sus cosas y fueron de camino a la salida del teatro, pero al ver que Eddie no iba detrás de ellos, ella paró y se quedó allí.
—¿Te ayudo a recoger? —preguntó ella mientras se acercaba a él.
—No hace falta, tranquila —dijo él mientras guardaba las cosas en su mochila—, ya has ayudado bastante. Gracias. Espero que te hayas entretenido aunque sea un poco —dijo mientras cerraba la cremallera de su mochila.
—¡Sí! Tú lo haces muy interesante —dijo mientras cogía dos sillas plegables para dejarlas en su sitio.
—¿Yo? —dijo mientras se acercaba a ella para quitarle las sillas de las manos y no dejarle ayudarle a recoger. Ella hizo una mueca de fastidio pero fue de camino a coger más sillas.
—Sí, le pones muchísima pasión, es bonito ver a alguien feliz haciendo algo que le gusta —dijo mientras se acercaba a él, donde había dejado las sillas plegables que acababa de quitarle de las manos, mientras él iba a coger las que faltaban por recoger, más su trono y la mesa.
—¡Oh, vas a hacerme sonrojar! —dijo girándose para mirarla mientras andaba de espaldas hacia el resto de muebles, mientras se tapaba la cara con mechones de pelo.
—¿Y no has pensado poner música para dar ambiente a la situación? Algo como... Master of Puppets.
—¡Qué temazo, me cago en la hostia! —dijo riendo y dando una palmada.
Era la primera vez que ambos hablaban tanto y estaban felices. Además, estaban a solas, y en un lugar oscuro y con iluminación tenue y de colores.
—La estoy aprendiendo a tocar en la guitarra —informó él.
—A ver cuándo te veo tocar algo.
—Cuando quieras —se quedó con ganas de decirle que a ella le tocaba lo que quisiera, con doble sentido, pero no se atrevía a ser tan obsecno, y más con ella. No sabía cómo se lo podía tomar.
Siguieron recogiendo el teatro y salieron juntos de él, mientras caminaban y conversaban por los pasillos.
—Creo que hemos ganado —dijo refiriéndose al equipo de baloncesto del instituto al ver el ambiente fuera.
—Eso parece. ¿Vienen a recogerte?
—Sí, tengo que llamar a mi madre para que venga —dijo señalando una cabina telefónica.
—Si quieres te llevo yo a tu casa, o espero contigo a que venga a recogerte tu madre —dijo la segunda opción, suponiendo que probablemente no querría estar a solas en su coche con él.
—La primera opción está bien —dijo para su sorpresa.
Fueron al parking y montaron en el coche de Eddie.
—¿Te apetece escuchar algo? —preguntó él antes de arrancar el coche.
—¿Qué tienes? —preguntó ella.
—Metallica, Megadeth, Dio, Black Sabbath, Iron Maiden...
—Metallica. ¿Cuál es?
—Ride the lighting —informó él.
—Buah, mi favorito —dijo sonriente ella.
—¿Sí? El mío es Kill 'em all —dijo mientras introducía el casette.
—También me encanta, lo considero más bueno que el Ride the lighting —dijo mientras empezaba a sonar la intro de Fight fire with fire, la primera canción de ese álbum— porque el Ride tiene canciones que no me gustan y del Kill me gustan absolutamente todas, pero me gustan mucho más las canciones que me gustan del Ride comparado con las del Kill... ¿Me explico? —dijo riendo nerviosa.
—No, ¿me lo puedes volver a explicar, porfa? —dijo él de coña mientras arrancaba el coche, haciéndola sonreír aún más—. ¿A donde te llevo, princesa?
Le indicó donde estaba su casa y durante el camino cantaron las canciones de Metallica del casette que estaban escuchando.
—Es en esa casa —dijo señalandola, y él estacionó enfrente de ella—. Bueno, pues... Muchas gracias por dejarme jugar con vosotros, por traerme aquí... Por todo.
—Gracias a ti. Mm, ¿me darías tu número de teléfono...? —preguntó él un poco nervioso—. Para cuando quieras quedar para verme tocar, o también podemos quedar algún día para escuchar música y cantar juntos. Este rato a sido divertido.
—¡Sí, perfecto! Estaba a punto de pedirte lo mismo, la verdad.
Eddie sacó un bolígrafo de tinta negra y un papel aleatorio de la guantera y se lo dió a ella. Se fijó en su sonrisa mientras apuntaba su número, quería memorizarla.
—Aquí tienes —dijo ella dándole de vuelta el bolígrafo y el papel.
—Gracias.
—¿Me das el tuyo, porfa?
—Claro —y él apuntó su número en el papel y lo partió, dando el trozo con su número a ella.
—Gracias.
—No hay de qué.
—Bueno, pues... —dijo ella abriendo la puerta del asiento del copiloto y abriéndola—. Un placer —dijo ya fuera del coche y despidiéndose con la mano—, ya nos veremos.
—Lo mismo digo princesa.
Nota de autora:
Quizá saco segunda parte de este one-shot y con smut.
Si os gusta mi contenido y queréis apoyarme un poco más, mi K0fi es pieckburton
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