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Steve Rogers

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Me encontraba en la cocina tomando un poco de jugo. Era día libre y la mayoría de los miembros del equipo salieron.

Yo había decidido quedarme pues quería descansar luego de una semana llena de trabajo.

Mi vista se dirigió a las puertas del ascensor cuando estas se abrieron. Steve salió, parecía muy molesto pues ni siquiera notó mi presencia.

Se sentó en el sofá y lo escuché resoplar, dejó caer su cabeza en el respaldo del sofá.

Me acerqué sigilosamente.

—Pareces muy tenso— me miró.

Negó.

—Sólo ha sido una semana muy complicada, mucho trabajo y discusiones.

Asentí.

Me acerqué un poco más y puse mis manos sobre sus hombros.

—¿Te gustaría un masaje?

Me miró por un momento, dudando de su respuesta.

—Claro— dijo finalmente.

Sonreí, estaba segura de que yo lo iba a disfrutar más que él.

Moví mis manos por sus hombros, el hombre cerró los ojos disfrutando de mi toque. Una agradable electricidad recorrió todo mi cuerpo.

Mordí mi labio inferior, y pasé mis manos por sus pectorales. Acerqué mi rostro al de Rogers y comencé a besar su cuello.

Dejó salir un suspiro, eso me hizo sonreír.

Seguí dejando besos por el borde de su mandíbula y mi vista se dirigió a su pantalón deportivo. Un bulto se comenzaba a formar.

De un salto termine sobre su regazo y mis piernas a cada lado. Moví un poco mi cadera. Steve dejó salir un suspiro.

Abrió los ojos y me miró con lujuria. Puso sus manos por mi cintura.

Lleve ambas manos a sus mejillas y lentamente las moví hasta su nuca. Me acerqué más a él, sintiendo su respiración mezclándose con la mía.

Podía sentir su miembro debajo de mi, no dejé de mover mi cintura en ningún momento.

Miré a Steve con una sonrisa. Mordí su labio inferior y finalmente lo besé.

Apretó mi cintura contra su cuerpo.

Las mejillas de Steve se tornaron ligeramente rosas, parecía apenado y preocupado.

—Está bien, sólo disfrútalo— dije en su oído.

Logré sentir cómo se relajaba y comenzaba a dejarse llevar.

Steve no se quedó atrás y también comenzó a besar mi cuello, se sentía increíblemente bien.

Levanté la playera de Rogers y recorrí su pecho desnudo con las yemas de mis dedos.

Él también sacó mi blusa, sus ásperas manos recorrieron mi espalda. Regresé a sus labios.

El calor inundaba mi cuerpo, necesitaba a Steve dentro mi o iba a colapsar.

Me levanté de las piernas de Rogers y me quité los pantalones junto a mi ropa interior. Steve imitó mi acción y regresé al lugar de antes.

Estimulé el miembro del rubio, podía ver su cara de satisfacción. Él me quitó el sostén y comenzó a masajear mis pechos.

Llevó uno a su boca mientras con su mano jugaba con el otro.

—¿Estás listo?— pregunté entre jadeos.

Asintió.

Me acomodé sobre él y lentamente introduje su miembro dentro de mi. Se sentía glorioso.

Me dejé caer en el hombro de Steve mientras me acostumbraba pero luego comencé a moverme, dando pequeños saltos.

Las manos de Steve tomaron mi ci tura con fuerza y fue él quien puso el ritmo. Lo besé para ahogar mis gritos de placer.

Me separé un poco de él y lo miré directamente a los ojos sin detener mis movimientos.

No estoy segura de cuánto tiempo estuvimos de aquella manera, francamente hubiera deseado que aquel momento fiera eterno.

Sentí una electricidad recorrer todo mi cuerpo y luego mis músculos contraerse. Me dejé caer sobre el pecho de Steve cuando llegué al clímax. Él me sostuvo con fuerza y luego de un par de estocadas sentí los músculos del hombre contraerse por un momento y su líquido dentro de mi.

Besó mi hombro con suavidad mientras recuperaba el aliento. Sonreí.

Tomé su rostro entre mis manos para besarlo con suavidad.

—Espero que ya no te sientas tan estresado— dije, apenas separada de su boca.

Él sonrió.

—Tal vez deba estresarme más seguido.

Reí y volví a besarlo.

—Podemos ir a mi habitación.

Me tomó con firmeza de los muslos y se puso de pie.

—No perdamos tiempo.

Me llevó cargando mientras yo me dedicaba a besar su cuello.

Definitivamente era el mejor día de mi vida.

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