Stephen Strange
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Miraba con atención los estantes llenos de libros, era mera curiosidad pues no buscaba nada en específico. Me había aburrido y mirar las curiosidades del santuario de Nueva York era lo único que me podía mantener entretenida.
Al parecer, Strange no estaba pero no tardaría mucho en regresar. Al menos eso había dicho Wong.
Pero ya llevaba poco más de cuarenta minutos esperando y mi paciencia se estaba acabando.
Dejé salir un profundo suspiro cuando terminé de ver los libros y al dar media vuelta, mi nariz dio contra el pecho de un hombre.
Levanté la mirada y me encontré con Strange, siempre me ha parecido muy atractivo. Me fue imposible dar un paso atrás, ya que el librero me lo impedía.
—Wong dijo que la pequeña Stark me estaba buscando— sonaba serio, igual que siempre.
Dio un paso atrás y se cruzó de brazos.
—Para empezar, no soy pequeña Stark, sólo soy tres años menor que mi hermano y segundo, no me parece correcto que hagas esperar a una dama— Miré el reloj en mi muñeca— me hiciste esperar cincuenta minutos.
Dejó salir una risa sin gracia.
—Mejor dime a qué has venido.
Se dio media vuelta y comenzó a caminar, yo lo seguí de cerca mientras dejé salir un resoplido.
Corrí un poco para alcanzarlo y me colgué de su brazo.
—¿No puedo venir a verte sólo porque sí?— hablé con inocencia.
Enarcó una ceja. Habíamos llegado a su estudio, abrió la puerta y me dejó pasar antes. Rápidamente me senté encima del escritorio.
—Bájate de ahí— la capa salió de sus hombros y salió por la puerta antes de que Stephen cerrara.
Rodé los ojos.
—Me tratas como si fuera una niña— hablé molesta.
—No es mi culpa que te comportes como tal.
Me dio la espalda mientras se quitaba el collar y el cinturón.
—Eres tan sexy cuando te enojas conmigo.
Me miró por sobre su hombro y negó con una sonrisa.
—Dime de una vez qué quieres, Stark.
De un salto salí del escritorio y me paré detrás del hombre, era bastante más alto que yo. Pasé mis manos por su cintura hasta que se unieron en un abrazo.
—Ya te lo dije, sólo tenía ganas de venir a verte.
Puso sus manos sobre las mías y las quitó de su abdomen. Enseguida dio media vuelta y me miró expectante.
—Déjate de juegos, Stark.
Rodé los ojos y saqué algo de mi bolsillo, luego se lo extendí al hombre.
—Eres muy aburrido. Como sea, mi hermano está haciendo una fiesta para recaudar fondos y como ex cirujano y actual superhéroe, cree que tal vez te podría interesar.
Stephen tomó la invitación y la observó un momento.
—Allí estaré— me miró a los ojos y sonreí.
—Genial, entonces nos vemos el sábado.
Caminé a la puerta, pero antes de que pudiera llegar, el hombre me tomó de la mano y me jaló hasta estampar contra su pecho.
Lo miré con divertida curiosidad.
Pasó sus manos por mi cintura y dejó un ardiente y brusco beso en mis labios. Pasé mis manos por su nuca sólo para apegarlo más a mi.
Finalmente me separé y él pareció molesto por mi acción.
—Creí que te quedarías hoy.
Me encogí de hombros.
—Aún tengo que repartir más invitaciones y como te dije, me has hecho esperar casi una hora. No te puedo perdonar tan fácilmente.
Volvió a jalarme para besarme con fuerza mientras una de sus manos viajaba a uno de mis pechos y la otra presionaba mi trasero.
Este hombre sabía cómo prenderme, pero lo haría sufrir. Mordí su labio inferior antes de separarme de él.
—Stark— uso su tono autoritario.
—Lo siento cariño, me tengo que ir— le guiñé un ojo— usa un lindo traje, es evento de gala.
Antes de que volviera a acorralarme salí del estudio.
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Tony era muy quisquilloso, sobretodo con los preparativos para sus fiestas ya que siempre busca que todos se la pasen bien.
Y era yo quien debía seguirlo a todas partes y anotar cada cosa que había olvidado. Generalmente lo primero que se acababan eran botellas, bolsas de hielo y bocadillos y esta vez Tony pidió más de todo.
Mucho más.
Aquella noche escogí mi vestido con un solo propósito: poner celoso a Stephen.
Claro que iba a funcionar, conocía al hombre a la perfección y sabía exactamente cómo provocarlo.
Era una vestido negro con un profundo escote al frente que llegaba a la mitad de mi abdomen, también dejaba al descubierto mis hombros con unas mangas de tirantes gruesos rodeando mis brazos y un corte en la falda dejaba al descubierto la mayor parte de mi pierna cada vez que caminaba.
Recogí todo mi cabello y dejé algunos mechones caer sobre mi cara, también un sutil maquillaje para no llamar tanto la atención. Con el vestido era más que suficiente.
Salí de la habitación y me dirigí al garaje donde escogí un Bugatti Divo que Tony consiguió en una subasta.
El evento sería en un hotel, más que nada por el espacio. Había bastantes invitados y en la torre no cabían todos.
Al llegar, pude ver la gran cantidad de gente afuera esperando ver algo interesante y muchos reporteros listos para conseguir una buena nota.
El chico de Parking abrió mi puerta y me ayudó a salir para después llevarse el auto. Caminé por la alfombra, sonriendo por la atención recibida y las múltiples fotos que me tomaban.
Entonces llegué a la recepción y rápidamente me encontré con mi hermano mayor hablando con algunas personas. Me acerqué sólo para saludarlo y después me encaminé a la barra.
Mis ojos se dirigieron a Thor, lo toqué con suavidad del brazo y él volteó rápidamente a verme. Sonrió mostrando los dientes y se movió un poco para darme espacio en la barra.
—Hola, Thor.
—Mini Stark— saludó y levantó su botella.
Rodé los ojos, al parecer a todos les encanta decirme así.
Pedí una bebida bastante fuerte y comencé a conversar con Thor.
—Parece que tu cita ha llegado— habló en voz baja y señalando con la botella en su mano.
Miré en aquella dirección con sutileza y sonreí al ver a Stephen. Usaba un muy elegante traje que deseaba arrancarle del cuerpo.
—No es mi cita— le di un profundo trago a mi copa— llegué sola y ya veremos con quién me voy.
Evitó reír y también le tomó a su botella.
Los ojos de Stephen dieron con los míos y pese a la distancia, sabía que se habían oscurecido y me miraba como a su siguiente presa.
Pasé mis manos por el hombro del dios de forma coqueta y él casi se atraganta por mi acción. Sin embargo soltó una profunda risa al entender mi juego.
—¿Qué te parece si vamos a bailar?— dijo.
Le sonreí agradecida por seguir mi juego y lo tomé de la mano para caminar hasta la pista de baile, no habían muchas personas pero había poca luz. Muy poca luz y algunos reflectores de colores.
Thor pasó sus manos por mi cintura y yo moví mis caderas con sensualidad con el único propósito de hacer enfadar a Strange.
Me acerqué lo más que pude a él y me moví al ritmo de la música sintiendo la fuerte mirada del doctor sobre mi.
Pasaron sólo unos minutos hasta que escuchamos a alguien aclarase la garganta y vimos a Strange.
—¿Me permites?— extendió su mano en mi dirección, miré a Thor y luego tomé la mano del otro hombre.
Comenzamos a bailar, Stephen tomaba con gran fuerza mi cintura. Casi me sentí desnuda bajo su toque.
—Stephen, creí que no llegarías nunca.
Él dejó salir una risa sin gracias.
—Dije que vendría, ¿no es así?
—El otro día parecía que no me querías tener cerca y ahora alejas a mi pareja de esta noche.
Rodó los ojos pero enseguida su mirada se dirigió a mi pronunciado escote. Separó una mano de mi cintura y recorrió mi piel desnuda con la yema de su dedo anular.
Sonreí y lo abracé del cuello.
—Me gusta tu vestido, pero me encantaría verte sin él— susurró cerca de mi oído.
Empujé su cabeza hacia mi y comencé a besarlo lentamente. Al hombre no le gustaban las muestras de afecto en público pero me era sencillo hacerlo caer.
—Ay, por dios— escuchamos la voz de Tony y nos separamos— hay muchos cuartos disponibles arriba, gracias.
Ahogue mi risa y sólo vi a Strange seguir con la mirada a mi hermano.
La mano del hombre recorrió sutilmente mi entrepierna y sonrió al notar que no llevaba ropa interior. Trazó suaves círculos por arriba de la tela, sabiendo exactamente cuál era mi punto más sensible.
Me retorcí un poco y me sostuve de los hombros del hombre para no caer.
—Stephen— hablé en tono de advertencia.
—Has sido una chica mala— su profunda voz resonó muy cerca de mi oreja— debería castigarte.
Las piernas me temblaron y no estuvimos mucho tiempo más en la pista cuando comenzamos a caminar hasta la recepción para pedir la llave de una habitación.
Apenas entramos a la habitación cuando el hombre comenzó a quitarse la corbata y el saco.
Me acorraló contra la puerta e inmovilizó mis manos por arriba de mi cabeza con una mano.
Comenzó a dejar besos en mi cuello y luego en mis labios. Con su mano libre movió la apertura de mi vestido y comenzó a acariciar con suavidad.
Sus dedos se movían con increíble experiencia, dando en los puntos exactos que podría hacerme correr en un minuto, sin embargo, sabía que me haría sufrir.
Apretó mi clítoris con su dedo pulgar e índice mientras introducía el anular y medio.
Ahogó mi gemido en un salvaje beso, mi pecho subía y bajaba con increíble rapidez.
Las piernas me temblaban y sentía mi zona baja palpitar con gran dolor.
—Stephen— mi voz salió en un suspiro.
—No te correrás hasta que yo te lo permita— aquella voz autoritaria sólo me prendía más.
Lo miré suplicante, sentí que estaba cerca de llegar cuando sacó bruscamente sus dedos y soltó mis manos. Caí al suelo, bastante frustrada por lo que acababa de hacer.
Me ayudó a ponerme de pie y sus ágiles manos se deshicieron de mi vestido con gran rapidez.
Ahora estaba completamente desnuda frente a él y fue casi por reflejo que subí los brazos para cubrir mis pechos.
No era la primera vez que Strange me veía desnuda pero no podía evitarlo. El hombre tomó mis mejillas entre sus manos y me besó suavemente, poco a poco el beso era más profundo y salvaje. Su lengua se encontró con la mía pero era evidente que era él quien llevaba el control.
Pegué mi cintura contra la de él, pude sentir su creciente bulto contra mi entrada, lo que produjo un doloroso palpitar.
Mis manos se dirigieron a sus pantalones y cuando no me detuvo, seguí con mi acción.
Metí mi mano dentro de su ropa interior, todo estaba muy apretado allí dentro pero logré poner mi pulgar en su punta, la acaricie con suavidad trazando círculos.
Gimió en mi boca y fue cuando me separó.
En un rápido movimiento me tomó de la cintura y me cargó en su hombro. Me dio algunas nalgadas y finalmente me dejó caer en la cama.
Su ropa desapareció rápidamente y se colocó sobre mi. Sus manos recorrieron mi piel una y otra vez, me encantaba la forma en que me tocaba.
De nuevo, sus manos se encontraron con mi entrada y sus dedos se movieron con gran agilidad. Mi espalda se arqueo y mis pies se doblaron un poco. Necesitaba más.
El hombre notó que estaba por llegar y rápidamente retiró su mano. Sonrió de lado.
—Eres horrible— murmuré.
Me dió un suave golpe en mi zona sensible y maldije por lo bien que se sintió eso.
Abrió un poco más mis piernas y se acercó a mi, llevó su punta a mi entrada y la comenzó a mover con suavidad.
Los músculos de mis piernas se contraían cuando tocaba mi clítoris.
—Quiero que supliques— su profunda voz resonó en toda la habitación.
—Por favor, Stephen— murmuré— te quiero dentro de mi.
—Buena niña.
Grité por el placer que sentí cuando entró por completo. Tardé un poco en acostumbrarme a su tamaño y enseguida comenzó a moverse. Cada vez más rápido.
Su mano derecha se dirigió a uno de mis pechos y lo comenzó a masajear, la izquierda a mi zona baja y con su pulgar estimuló mi clítoris.
Su nombre salió de mis labios múltiples veces, tener sexo con Stephen era siempre cada vez mejor.
Sentí que mis paredes se contraían alrededor de mi contrario, él también lo sintió pues un fuerte jadeo salió de sus labios y comenzó a ir más lento pero más fuerte.
Me pareció casi cómico que ambos nos corrimos a la vez. Sentí su líquido escurrir por mis muslos mientras mi cuerpo temblaba por el placer que sentía.
Siguió moviendo su pulgar, Stephen era el único que lograba hacerme tener dos orgasmos seguidos.
Dejé salir un grito cuando la electricidad volvió a recorrer todo mi cuerpo por segunda vez.
Salió de mi interior y se dejó caer en la cama junto a mi pero enseguida se puso de pie y fue en busca de una toalla para limpiarnos.
Sacó las cobijas y finalmente se acostó junto a mi mientras nos cubría. Besó mi hombro con gran suavidad y luego pasó su mano por mi cintura.
Lo miré de frente y le sonreí mientras acariciaba su rostro con las yemas de mis dedos.
—Te amo, Stephen.
Besó mi nariz.
—Y yo a ti, mini Stark.
Reí.
Me acurruqué en el pecho del hombre y él me abrazó con fuerza.
—Si planeabas ponerme celoso con ese vestido, tu plan funcionó— dijo de pronto, mientras trazaba círculos en mi brazo.
Besé su hombro evitando reír y volví a acomodar mi cabeza en su pecho.
—Tu empezaste, te comportaste como un idiota en el santuario.
Su pecho vibró cuando dejo salir una profunda risa.
—Es divertido hacerte enojar.
—Se supone que yo soy la que te debe hacer enojar.
Cerré los ojos y rápidamente caí en un profundo sueño con Stephen acariciando mi espalda.
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xdxd aún soy nueva escribiendo esto, así que dispensen ustedes.
El primer comentario elige con quién será el siguiente OS xdxd >>>>>
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