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Sebastian Stan

Ando enculada de este hombre y no podía no hacerlo, una disculpa xdxd
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18

Odiaba que estuviéramos enojados, sobretodo por culpa de una estúpida pelea sin sentido. Literalmente era algo muy absurdo.

Pero si él era orgulloso, yo lo era aún más.

Terminé de aplicar el perfume sobre mi cuello y miré mi reflejo con una gran sonrisa.

Dos días habían pasado desde nuestra pelea y justo hoy había una alfombra roja por el estreno de nuestra última película. Quería hacerlo enojar y por ello opté por usar el vestido más provocativo que encontré.

Era un vestido largo color rojo de tirantes y un prolongado escote en la parte delantera, además de una ranura que dejaba ver la mayor parte de mi pierna cuando caminaba.

Tomé mi cartera y un abrigo y así salí de mi hogar, afuera ya estaba el chófer esperando por mi.

Subí al auto y en poco tiempo llegamos al lugar del evento. Habían muchas personas, sobretodo fotógrafos y reporteros en busca de una buena nota.

Abrieron la puerta y un hombre me ayudó a salir. Le dirigí una sonrisa en forma de agradecimiento y pude ver cómo sus mejillas se sonrojaban.

Comencé a caminar, deteniéndome de vez en cuando para que me tomaran algunas fotos.

Una reportera se acercó a mi con una gran sonrisa y preguntó si podía hacerme algunas preguntas. Accedí y al principio hablamos sobre la película y cómo me sentía con ello.

-¿Por qué esta noche tan importante no estás en compañía de tu novio?

Reí.

-La verdad es que me apetecía estar sola en este momento pero seguro que lo veo más tarde.

Asintió.

-Muchas gracias por regalarnos un poco de tu tiempo.

Le sonreí y continué con mi camino.

A lo lejos vi a Sebastián, por un momento mi sonrisa se esfumó pero el flash de las cámaras me hizo regresar a la realidad. El hombre también me miró y comenzó a caminar en mi dirección.

Era momento de hacerlo enfadar aún más.

A algunos pasos de mi estaba Bill Skarsgård, un muy buen amigo mio. Me acerqué a él con una gran sonrisa y lo abracé del brazo.

Él se sorprendió pero también me dirigió una sonrisa.

De reojo vi a Sebastian, tenía cara de pocos amigos y lo vi rodar los ojos. Nunca me había prohibido tener amigos pero se molestaba cuando era muy cariñosa con ellos. No lo culpo, yo también he hecho escenas de celos por sus amigas.

Nos tomaron un par de fotos a Bill y a mi juntos, solté su brazo pero el hombre pasó su mano por mi cintura y así continuamos caminando un poco más.

Bill acercó su rostro a mi oreja.

-Sebastian me está matando con la mirada- murmuró.

Lo busqué discretamente con la mirada y era cierto, se notaba más que enfadado con Bill.

Le sonreí a mi acompañante y reí como si hubiera dicho un buen chiste, pasé mi mano por su nuca y dejé un beso en su cuello. Él negó divertido entendiendo lo que tramaba.

-Nos peleamos pero ninguno quiere admitir su error- dije cerca de su oído.

Asintió.

-Me debes una grande.

Lo miré con el ceño fruncido, pero en ese momento me abrazó más fuerte de la cintura y me apegó a su cuerpo, luego dejó un beso muy cerca de mi comisura labial y finalmente nos separamos.

Lo miré fijamente con una ligera sonrisa.

-Te debo una grande- afirmé.

-Viene para acá- murmuró.

Asentí.

-¿Podemos hablar?- di media vuelta y miré a mi novio.

-Lo siento, pero ahora estoy con alguien.

Lo vi muy dispuesto a darle un golpe en la cara a Bill, mi acompañante me miró.

-No tienes que ir con él si no quieres- me dijo.

-Está bien. Te veo más tarde- le guiñe un ojo y él me dedicó una sonrisa ladina.

Sebastian me tomó del brazo y me llevó con él. Me solté de su agarre mientras me cruzaba de brazos.

-¿A qué estás jugando?- cerró los ojos con fuerza- ¿Skarsgård, de verdad?

Me encogí de hombros.

-Bill es lindo.

Apretó la mandíbula. Sus ojos se oscurecieron y su vista viajó a mi escote. Examinó mi vestuario de pies a cabeza.

-No me gusta cómo te miraba.

-Nos están mirando- dije al percatarme de que haría una escena de celos.

Regresó su vista a mis ojos, me dedicó una sonrisa ladina. Una oleada de excitación recorrió mi cuerpo. Me encantaban los intensos ojos de Sebastian.

-Más vale que recuerden que estamos juntos.

Me ofreció su brazo, sería una tonta si lo tomaba. Lo hice.

Comenzamos a caminar juntos. Nos detuvimos para que sacaran un par de fotos, sentí la mirada del hombre sobre mi pero estaba decidida a no mirarlo.

Pasaron alrededor de cuarenta minutos, saludamos a algunos compañeros y amigos pero me rehusaba a entablar una conversación con él.

-¿Me seguirás ignorando?- preguntó cerca de mi oído.

-Ya me iré a casa- lo miré sin ninguna expresión en particular y me separé de su lado.

Sentí frío, quería regresar a su lado y volver a sentir su calor corporal.

Llegué hasta donde mi auto me esperaba.

-Yo llevaré a la señorita- dijo Sebatian a mi chófer.

El conductor me miró y asentí. No soportaba estar más tiempo separada de Sebatian.

Subimos a su auto en completo silencio. Puso su mano sobre mi pierna descubierta pero rápidamente la quité.

-No tienes idea de cuánto me provoca ese vestido. Estoy esperando arrancarlo de tu cuerpo.

Quería pedirle que lo hiciera, que me tomara en ese momento y me dejara sin caminar una semana.

¿Por qué era que estaba molesta con él?

Volvió a poner su mano en mi pierna, lentamente la fue subiendo y sentí mis músculos contraerse tras su toque.

Comenzó a acariciar mi ranura sobre la tela de mi lencería. Se sentía jodidamente bien.

-Sebatian- dije en todo de advertencia.

-Ya estás húmeda.

-Sigo molesta contigo- mi voz salió en un suspiro.

Subió un poco más la mano, sus dedos tomaron el dobladillo de mi ropa interior y lentamente lo bajó.

-¿Por qué estás molesta?

Comenzó a mover su dedo de adelante hacia atrás. Sentí mi vientre contraerse.

Él miraba al frente conduciendo a prisa.

No lograba pensar con claridad, sus movimientos lentos me hacían perder la cabeza.

-Más rápido- supliqué.

Sonrió y me miró por un momento.

-Lo haré si me dices por qué estás molesta.

Cerré los ojos, mi respiración era cada vez más irregular.

-Porque dijiste que Han Solo era mejor que Rogue One y todos sabemos que Rogue One es mejor- hablé lo más rápido que pude.

Lo dije antes, era algo estúpida nuestra pelea.

Escuché su risa.

Metió un segundo dedo y un gemido salió de mis labios.

Comenzó a ir más rápido, mi espalda se arqueo, estaba a punto de correrme.

-Vamos, nena. Córrete para mi.

Dejé salir un ruidoso gemido cuando sentí mis piernas y vientre contraerse liberando mi orgasmo.

Sacó su mano y llevó sus dedos al interior de su boca. El cuerpo me ardía.

Necesitaba más de Sebastian, sentir su cuerpo desnudo sobre el mío.

El auto se detuvo, fue cuando me percaté de que habíamos llegado a su casa.

Entramos a su casa y apenas cerró la puerta de la entrada capturó mi cintura entre sus manos.

Pasé mis manos entre su cabello y lo besé con gran necesidad. Mordió mi labio y en un descuido mío introdujo su lengua en mi boca.

Lo disfrutaba más de lo que quisiera admitir.

Me pegó contra la pared y literalmente arrancó el vestido de mi cuerpo. No logré ni reclamarle pues sólo disfrutaba del momento.

Quité su saco, luego su corbata y finalmente arranqué su camisa, los botones cayeron al suelo.

Comenzó a masajear mis senos mientras dejaba algunos besos por mi cuello.

Llevé mi mano a su zona baja y comencé a masajear por sobre su pantalón. Dejó salir un gemido y sonreí.

Me puse de rodillas bajo la atenta mirada de mi novio. Quité su cinturón y luego bajé su pantalón junto a sus boxers. Mordí mi labio inferior.

Acaricie su miembro con mi mano, lo miré a los ojos desde mi lugar, sabía que lo estaba disfrutando pero quería más.

Lamí su punta sin dejar de estimular con mi mano.

Pasó sus manos por mi cabello jalándolo ligeramente.

Metí su miembro en mi boca y comencé con mi trabajo. Empujó un poco mi cabeza, lo que me produjo una ligera arcada.

Salí de su boca y me puse de pie para besarlo. Su dedos seguían entre mis cabellos, fue un beso salvaje y lleno de necesidad.

Sin separarnos del beso, caminamos hasta la sala y nos recostamos sobre la alfombra de felpa. Él estaba sobre mi, comenzó a frotar su miembro sobre mi ropa interior. Me estaba matando, lo quería dentro de mi ya.

Sebastian me sonrió, sabía que me estaba haciendo sufrir.

-Sebastian, por favor.

Deslizó la única prenda sobre mi cuerpo y sin previo aviso me penetró con fuerza. Un fuerte gemido salió de mis labios.

Subió mis piernas a sus hombros y aquella posición me hizo prender aún más.

Puso su mano sobre mi vientre y con su pulgar comenzó a estimular mi clítoris.

Comenzó a ir cada vez más rápido. Llevé mis manos a mis pechos para masajearlos, acción que prendió más a Sebastian.

Las piernas me temblaron, sentí que mis músculos se contraían y una exquisita sensación me recorrió de pies a cabeza.

Vi el rostro de Sebastian, él también estaba por correrse. Sentí su líquido dentro de mi, escurriendo ligeramente por mis muslos.

Se recostó a mi lado, ambos tratando de recuperar el aliento.

-Skarsgård jamás te habría hecho el amor como yo.

Me encogí de hombros.

-Podría ir a descubrirlo.

Me miró mal y se colocó sobre mi, capturando mi manos sobre mi cabeza.

Sus ojos se volvieron a oscurecer.

-Deberías reconsiderarlo.

Mordió mi labio y sonreí.

-Tal vez debas hacerme cambiar de parecer.

-Con mucho gusto.

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