Bucky Barnes
Maratón 6/6
Rose sintió una fuerte presión en el pecho al ver cómo todos los que hacía algunos años desaparecieron, regresaban.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y sin siquiera querer evitarlo, las dejó salir.
Su cara estaba llena de suciedad y todo el cuerpo le dolía, sin embargo, eso no impidió que siguiera luchando con todas sus fuerzas.
—Clint, a la derecha— le indicó a su compañero y este le agradeció con un asentimiento.
—Detrás de ti— Rose se tiró al suelo y observó cómo una flecha pasaba sobre su cabeza.
El arquero le ayudó a ponerse de pie y siguieron peleando hombro con hombro. Siempre se les había dado muy bien combatir juntos.
La chica frenó en seco cuando sus ojos vieron a aquel hombre de brazo metálico. Sintió que el aire de sus pulmones no era suficiente para seguir respirando.
El moreno también la vio y una sonrisa se formó en su rostro al momento. No podían ir a su encuentro, ya que una horda de criaturas se interponían en su camino.
Continuaron peleando, hasta que de pronto todo se detuvo.
La chica, inhalo y exhalo ruidosamente tratando de recuperar el aliento y mirando a su alrededor tratando de identificar qué había ocurrido.
Su vista terminó en el cuerpo de Tony, un nudo se formó en su garganta y de inmediato las lágrimas escurrieron por sus mejillas.
Tony había muerto.
En ese momento, James se acercó a ella y la envolvió entre sus brazos. Rose lo aceptó sin replicar y lloró en el hombro de su amado.
No era así como planeaba reencontrarse con él.
Más tarde, regresaron a la base, o al menos lo que quedaba de ella. Todo estaba completamente destruido pero al menos habían regresado a la normalidad.
Rose tomaba con fuerza la mano del soldado y este no tenía planeado soltarla. Sin embargo, se quedó en shock cuando vio a un niño corriendo hacia ellos.
—Mami, mami, ¿estás bien?— el niño abrazó las piernas de la chica y ella le acarició la cabeza.
—Si, mi amor. Estoy bien.
James seguía perplejo, ¿exactamente de qué se había perdido?
—Tienes un hijo— dijo de pronto.
El niño volteó a verlo. Ambos se miraron fijamente.
La chica sonrió.
—Tenemos— murmuró.
Múltiples emociones invadieron al hombre, pero no pudo contener las lágrimas y se puso a la altura del menor.
—¿Cómo te llamas?— le preguntó al niño.
Este miró a su madre quien asintió para que contestara.
—Mi nombre es Sebastian.
James sonrió.
—Mucho gusto conocerte, Sebastian. Yo me llamo James y soy tu papá.
El menor volvió a mirar a su madre pero esta vez con sorpresa.
—Sí, mi amor. Él es tu papá.
El niño se emocionó y sin siquiera pensarlo abrazó al hombre muy contento de por fin conocerlo.
Rose también comenzó a llorar. Esta vez por la emoción que sentía. Su familia volvía a estar unida y no podía desear nada más.
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