Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

68. Stephen Strange

Titulo: Despedidas

Stephen  Strange

Comentario: Basado en el imagina número 11.

•••

Sonó el timbre de la casa Strange, enseguida él se apresuró a ir hasta la puerta y abrirla.

Te recorrió rápido con la mirada antes de hacer un ademán para que dejarte pasar.

Entraste y lo saludaste con un beso en la mejilla. Quitaste tu abrigo a medida que avanzabas en su apartamento.

Lo dejaste a un lado y acomodaste tu vestido de noche.

—Me sorprendió tu mensaje de vernos —él habló y fue hasta el mini bar que poseía para servirles una copa.

—¿Por qué te sorprendió? Hace bastante que hacemos esto —respondiste simplemente haciéndote la desentendida.

—Hace bastante no nos veíamos. Me has estado evitando —se acercó hasta ti y estiro su mano para que tomaras la copa.

La sostuviste unos momentos entre tus dedos y bebiste un sorbo.

—He estado ocupada, sólo eso —dijiste con simpleza.

—Sabes que no es cierto, pensé que habíamos ya pasado esta etapa —murmuró él detrás de ti.

Te estremeció la repentina cercanía del doctor. Lo miraste para luego posar tu vista en el paisaje de Nueva York.

—Sólo no me sentía bien.

—¿Física o emocionalmente? —preguntó de inmediato.

—Emocional —suspiraste y seguiste bebiendo.

Él se sentó en el sofá con sumo cuidado de no arruinar su traje excesivamente caro.

Lo volviste a mirar y te sentaste a su lado, aunque un poco más lejos de lo habitual.

—¿Me vas a contar que es lo que sucede? —colocó su brazo detrás de tus hombros, posándolo en el sofá.

—Creo que ya no puedo seguir con esto —dijiste lo que hace tiempo querías decir, pero no habías podido encontrar el valor.

Todo había empezado bien. Se habían conocido en una fiesta y tuvieron una conexión, sexual, principalmente. Y así fue como siguió todo.

Tenían sexo desenfrenado cuando se les apetecía, sin recurrir a nada más.

Al principio sólo era eso.

Amigos con beneficios, sin ataduras, sin sentimientos.

Luego las cosas siguieron avanzando. Él dejaba que pasaras toda la noche con él, que conversarán más que solo llegar y tener relaciones. Había empezado a invitarte a cenar, a alguna fiesta.

Ambos eran doctores. Tenían una vida bastante agitada, por lo que un compañero para sexo había sido la respuesta a todo.

Se llamaban cuando tenían una hora libre y lo hacían donde podían.

Ambos habían estado bien manteniendo una relación así. Sus trabajos no les permitían una relación en serio y ninguno se sentía de esa manera con el otro.

Hasta que inevitablemente el cliché de la historia apareció.

Te habías enamorado.

Tantas noches de dormir en su casa, de cenar con él, acompañarlo a fiestas que tu vida giraba en torno a cuando él llamaría.

Te había enamorado la forma inconsciente en la que él te abrazaba luego de dormir, atrayéndote cerca de su cuerpo. Los besos que él te daba en todos esos lugares que te volvían loca.

Habías caído rendida.

Y la relación que llevaban te estaba lastimando.

No era exclusivos. Él había empezado a salir con una doctora que no recordabas su nombre y eso te dolía. Pero no podías decir nada.

Trataste de alejarte lentamente, pero él seguía llamando, buscándote. Pero no de la forma en la que tu querías.

Habías decidido hablar con él y decir todo lo que sentías.

—¿Has encontrado a alguien?, ¿es eso? —preguntó con su ceño fruncido.

—¡No! Claro que no —negaste y lo miraste—. Me he enamorado Stephen, de ti —murmuraste.

Él abrió los ojos y su piel se tornó algo pálida de repente. No se esperaba eso, se frotó las sienes y se levantó.

—Se que dijimos que esto no pasaría a mayores, pero lo siento. Me he enamorado de ti, no puedo evitar lo que siento —susurraste dolida al no tener una respuesta.

Él siguió así sin decir nada.

—¡Di algo! —gritaste a punto de perder los nervios. Su silencio te estaba destrozando.

Él negó. —No hay nada que decir.

—Por favor Stephen... —sollozaste.

—Creí que esto había sido claro desde el principio —murmuró con frialdad.

—Es que...

Él te interrumpió. —Quiero que te vayas y no vuelvas más. No me llames, no me busques, has como si estuviera muerto.

En todos los segundos que estuvo diciendo aquellas palabras no te miró, sólo al paisaje de Nueva York que se extendía por los grandes ventanales de su apartamento.

Sin decir nada más te fuiste con el corazón destruido.

[...]

3 años después...

Stephen Strange era el hombre que lo tuvo todo.

Dinero, poder, belleza y hasta amor.

Pero fue perdiendo cada uno de ellos de forma súbita.

Había negado el amor que se le fue dado en bandeja de plata, te había rechazado por miedo a tener una relación.

Lo demás lo perdió luego del horrible accidente que había tenido.

Perdió sus manos, su dinero, su profesión, todo.

Ahora vivía casi en la indigencia.

Caminaba por las calles sin rumbo alguno. No sabía a donde ir ni que más hacer.

Había gastado todo el dinero que poseía tratando de arreglar sus manos, para volver a ser cirujano. Pero nada funcionaba.

Recordaba su vida hace unos años atrás. Cuando gozaba de todas las comodidades que alguien pudiera imaginar. Ahora yacía solo y sin nada.

Había estado, sin pensarlo, caminando por tu antiguo vecindario. Lo que él desconocía es que ya no vivías más ahí.

Al contrario que él, tu no habías caído en la miseria. Seguías trabajando y viviendo en un apartamento espacioso en un vecindario mejor que el anterior.

Sin quererlo, pero si desearlo Stephen te vio salir del hospital donde actualmente trabajabas.

Te siguió con la mirada y soltó una pequeña sonrisa al verte. Eras justo lo que él más necesitaba ahora.

Vio como cruzabas la calle y decidió acercarse también al café donde te dirigías.

Había decidido acercarse a ti y recuperarte. Nunca, en estos años había podido olvidarse de ti.

Necesitaba tu sonrisa en todo momento y tus palabras de aliento para hacerlo sentirse mejor.

Se adentró al lugar y se acercó a ti, estaba a punto de tocar tu hombro cuando una pequeña niña corrió hacia tus piernas.

—Mami —ella gritó y abrazo tus piernas.

—Hola hermosa —sonreíste y la alzaste, abrazándola con amor.

La cara de Stephen fue un poema. Abrió la boca sorprendido y su mente comenzó a imaginar un sin fin de cosas.

Se quedo helado de pie casi junto a ti.

Tu seguías abrazando a tu pequeña niña.

La niña señaló a Stephen lo que te hizo voltear a verlo.

También tu rostro pareció no haber esperado verlo a él, en ese lugar, después de tanto tiempo y menos en la situación la cual se encontraba él donde parecía casi un indigente.

—Stephen... —murmuraste y dejaste a la niña en el suelo, ella corrió de vuelta a la mesa donde estaba.

La mirada de Stephen recorrió el camino de la niña con algo de miedo. No parecía tener más de dos o tres años.

¿Acaso él había sido padre?

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó algo preocupado.

—L-la niña es...

—Ella es mi hija —asentiste y tras unos segundos entendiste lo que él estaba pensando—. No es tuya, puedes estar tranquilo. Ni siquiera es mía, la adopte el año pasado junto con Trevor —señalaste a la mesa donde tu pareja se encontraba con su hija.

Él suspiro algo aliviado. Pero una gran parte de él había deseado que esa niña fuese suya. Algo que volviera a unirlos.

—Si, lo sé —asiente—. Felicidades —murmuró.

—Pues gracias. ¿Te ha pasado algo? Hace un par de semanas he vuelto al país, ellos son de Irlanda, donde estuve trabajando desde —hiciste una pausa sin notarlo—, pues desde la última vez que te vi —dijiste lo último con un tono más bajo.

—Tuve un accidente de tránsito. Mis manos... —las levanta—. Ya no pueden, ya no puedo operar más —dijo.

—Oh, en verdad lo siento muchísimo —vio a su familia—. Ya debo irme. Sólo tengo 20 minutos de descanso y me gustaría ir con mi familia. Te deseo lo mejor Stephen —dijiste e hiciste el ademán de ir con ellos.

Strange agarró tu mano y por primera vez, desde que lo conociste, viste suplica y arrepentimiento en su mirada.

—Por favor no me dejes —susurró.

—Lo siento, a todos nos pasan cosas malas.

—Pero no entiendes —trató de seguir, pero lo interrumpiste.

—Tú me alejaste de tu vida. Me echaste de tu casa como si fuera un perro cuando yo más te necesitaba —dijiste dolida—. Ahora es mi turno. Esto no es venganza ni nada por el estilo. Pero has tomado tu decisión y yo la mía. Ya tengo una familia a la cual debo cuidar —te soltaste suavemente de su agarre y fuiste con tu pareja e hija.

Strange nuevamente sintió que lo había perdido todo.

Cuando te vio pareció recuperar al menos una pequeña chispa de esperanza. Que nuevamente había muerto.

Salió de aquel lugar sintiéndose peor que antes. Sintiéndose que podría haber tenido todo lo que necesitaba y lo había dejado ir hace mucho tiempo, todo por tener miedo al amor, a tener una relación.

Ahora ya no quedaba nada ni nadie.  

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro