Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

•『 Pt.2 - Un culpable sin juicio 』•


Kimetsu no Yaiba

▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰

No saben que tan feliz me puse al ver que esta idea tan extraña terminó gustándoles tanto como a mí, y muchas gracias por todos los comentarios que dejaron ;A;

Me devolvieron la motivación de una patada, uffs

Así que cumpliré con mi palabra, aquí tienen la segunda parte del capítulo anterior, ¡espero lo disfruten!

Y les pido perdón de antemano, ya entenderán jsjsj

▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰

Ellos te habían hecho así.

Ellos te habían disciplinado hasta el cansancio para que entendieras que tu deber como cazador y tu fuerza eran cruciales para misiones de exterminio masivo.

Ellos nunca te dieron ni una señal de aliento, nunca te halagaron, ni siquiera te preguntaban sobre cómo te sentías en todos esos años, simplemente escuchabas órdenes todo el tiempo, quejas sobre cómo debías ser, sobre cómo no puedes detenerte a descansar pero que tampoco debes exigirte de más hasta el punto de quebrarte, sobre cómo tu actitud era molesta pero que te dejarían pasar cualquier ofensa con tal de que siguieras en batalla.

Tanta fue su indiferencia que nunca lo notaron, ni siquiera se cuestionaron tus hábitos extraños, nunca trataron de divagar en tu pasado ni en lo que había ocurrido realmente en la última misión en la que habías servido como humano.

O tal vez lo sabían, sólo algunos de ellos, encontrando por lo menos entretenido e interesante el cómo una bestia trataba de recuperar lo que ya estaba perdido. Fascinados con tus métodos para evitar el sol y el hambre, de cómo era posible que un demonio que se jactaba de no haber asesinado a nadie tenía una Técnica de sangre tan desarrollada.

Era simplemente gracioso si lo pones así.

No, esa no es la palabra, no puedes pensar bien y de un segundo a otro todos los conceptos que dabas por conocidos eran confusos. Era difícil tratar de crear ideas y respuestas teniendo que soportar a su vez aquel dolor insoportable que te atravesaba el cuerpo de pies a cabeza.

No sabes qué es lo que piensan o si tan siquiera planean intervenir, pero sus miradas serias y sorprendidas no parecían tener la mínima capacidad de mostrar empatía.

Cómo si ya hubieran pasado por algo similar antes.

—¡¡Vamos, engaña a todos de nuevo!! ¡Da una maldita excusa y convénceme de que me detenga!— Escuchas encima tuyo, pero es casi imposible entender la razón de aquella ira que arremetía contra ti. La fuerza que aplica con su pie al mantener tu cabeza contra el suelo es una exageración, la brutalidad escalaba con cada nuevo grito e insulto que casi podías escuchar tu craneo crujir bajo su pisada. Era en esos momentos en los que más maldecías y repudiabas la regeneración de un demonio, puedes sentirlo todo, puedes sufrir cada herida, pero el proceso de sanación hacía parecer que todo ese sufrimiento no era la gran cosa.—. Abre la boca, no me importa si es para intentar devorarme, pero no te atrevas a actuar temeroso ahora, maldito demonio.—

El Pilar del Viento no mostraría misericordia contra ningún demonio, mucho menos cuando se trataba de uno que lo había engañado y subestimado por tanto tiempo, era más que una mala broma, tu simple existencia era una ofensa a todo por lo que la organización peleaba. Así que si tanto querías jugar al cazador entonces también debías obedecer a tu superior.

Después de haber sido encontrado junto a aquella chica demonio fue toda una sorpresa cuando, luego de intentar cubrirla y servir de barrera para que no la alcanzara, sólo fuiste tú quien había sido arrastrando fuera de la habitación. Tropezando y siendo sujetado por el cabello fue como arremetió contra ti, siendo su único acto de misericordia el cubrirte con una sábana antes de que te obligara a ir a la sede a plena luz del día. Pero casi hubieras preferido haber sido ejecutado ahí de haber sabido lo que se venía.

La presión sobre tu cabeza desaparece y aprovechas para intentar enderezarte con tus antebrazos. La roca blanca y perfecta del jardín de la sede estaba manchada de sangre, impurezas llenaban el paisaje sereno y perfecto que tanto lo caracterizaba. Al igual que tú naturaleza, al igual que tus instintos tomando control cada noche.

Todo era tan confuso, tan extraño, nada parecía tener sentido, ¿tal vez de verdad merecías esa ejecución? Tenía sentido, después de todo habías roto tantas reglas y habías tenido tantas oportunidades que al final esa tortura eran las consecuencias de todas tus faltas, merecías ser llamado abominación, merecías ser asesinado, merecías sufrir al igual que todas las almas de los compañeros de quienes habías profanado sus cadáveres para saciar tu hambre voraz.

Pero entonces un nuevo golpe en tu nuca te hace impactar directamente al suelo de nuevo, sintiendo como la sangre brotaba ahora de tu frente.

¿Que crees que estás haciendo? Eres superior a los humanos, prestaste tu fuerza a esos débiles cazadores y ahora permites que te pisoteen luego de años de salvar a tantos de ellos.

Escuchaste dentro de tu cabeza, haciéndote gruñir cuando el dolor de tu frente se combinó con la horrible jaqueca que aquella voz tan aterradora te provocaba.

Cometiste un crimen. Acéptalo.

Abres la boca, nadie puede ver tus colmillos, pero los luces como un animal salvaje apunto de cazar. Nadie puede ver tus ojos, pero están llenos de agonía y de desesperación.

Nadie volverá a verte nunca más.

Pasa a la historia entonces, hazlo más grave, ¡sé el autor de una masacre!

—¡Los tiempos cambian sin duda! Tantos demonios escabulléndose a nuestras filas, ¡es preocupante!— Escuchas una de las voces familiares, el Pilar de las Flamas no deja que la situación lo haga titubear en lo más mínimo, pues su tono es tan energético como siempre.

Es aterrador.

—No podemos dejar que nos posea ni que doblegue nuestra mente hablando sobre su impura muestra de inocencia. Cada segundo en el que sigue con vida es prolongar nuestra falta por dejar que uno de ellos actuara tanto como quisiera sin ser notado.—

El discurso del Pilar de la Roca te hace temblar, sin poder ver nada fuera de la sábana vieja que te cubría del sol sólo puedes guiarte por las sombras y los ligeros espacios que tienes para mirar hacia afuera. Apenas haciendo contacto visual con alguno de ellos, apenas viendo como tu mundo se caía a pedazos por un descuido que ni siquiera había sido tu culpa.

En cualquier momento podrían decapitarte, pero no sabrás cuando exactamente, y esa tensión por la duda y la angustia te provocan un horrible nudo en la garganta.

Querías que terminara.

Pero ninguno de ellos escuchaba tus súplicas.

—Fue tan estúpido que creyeras que cargando con ese montón de glicinas lograrías seguir escabulléndote sin problema alguno. Deberíamos arrojarte a la Montaña Fujikasane si tanto quieres ser parte de los cazadores.—

Recuerdos horribles florecieron en tu memoria al recordar el sitio donde habías atravesado tu Selección Final, fue hace tanto tiempo, en una época en la que eras tan joven, en la que aún podías notar el peso de los años en ti. Ahora eso no era más que un sueño.

Las palabras del Pilar de la Serpiente son tajantes y directas, pero cargan consigo un sentimiento adicional, asco, repudio. Puedes sentir su mirada de desprecio desde tu escondite, y lo único que podías hacer era desear por que su furia no lo llevara a arrancarte la sábana de encima tuyo para que ardieras al sol.

Ya habías pasado por ello, un simple rayo de luz filtrada era suficiente para hacerte gritar y retorcer de agonía. No querías imaginar cómo sería si tu cuerpo entero fuera consumido por las llamas.

Ser reducido a cenizas y que ellos sigan con sus rutinas habituales era escalofriante de pensar, casi querías vomitar de nuevo, porque sabías que llorar sólo empeoraría todo.

Aún teniendo esto en mente una lágrima se desliza por tu rostro, limpiando la sangre seca alrededor de tu boca y empeorando el desastre que eran tus emociones en ese momento.

Miedo, ira, tristeza, ya no podías recordar cómo es que antes lograbas mantenerte al margen de todos esos dilemas emocionales, lo único que sabías es que sin duda sería bastante útil saberlo ahora.

Ahí está el crujido de nuevo, comienza como el sonido que hace la madera al quebrarse y de repente se vuelve un chasquido que termina con todo, normalmente puedes ignorar el sonido de los huesos al romperse, pero era imposible tratar de distraerte con algo más cuando era tu propio cráneo el que volvía a crujir de esa forma.

Cierras tus manos sobre la roca, atrapando las más pequeñas bajo tu agarre y pulverizándolas por la fuerza que ya no podías controlar, una capacidad sobrehumana que tanto habías tratado de ocultar ahora estaba cerca de desbordarse en un arranque de ira.

No querías atacarlos, sólo querías encontrar una brecha para huir.

¿Tratar de escapar de los nueve cazadores más fuertes y ágiles de la organización? Ese era un deseo de muerte.

Pero tal vez así el dolor se acabe.

La presión qué haces con tu mandíbula sobre tus propios dientes no es suficiente para desahogar todo lo que sentías. Era difícil mantenerte unido, el final estaba cerca, esa idea te reconfortaba, sólo lo necesario para mantener bajo control tus instintos un poco más.

—Tantas historias extravagantes sobre él y al final no eran más que cuentos. Ahora que lo veo escondiéndose como una rata asustada me doy cuenta de que realmente no tiene nada en especial.—

Termina el Pilar del Sonido, la decepción es obvia, pero la forma en la que te degradaba era aún peor.

Rata, eso eras, una plaga, una que debe ser erradicada. Un destino del cual el resto de Pilares no parecían tener quejas al respecto, no escuchaste nada de ellos, ni siquiera las más ligeras expresiones de asombro o de dolor compartido, ni siquiera de tristeza.

O eso creíste hasta que una voz interrumpió la ejecución.

—Disculpen, pero no creo que su molestia les dejé ver el verdadero problema aquí— Tono animado y tranquilo, todos esas lesiones curadas y todo esa medicina desperdiciada en un demonio que aparentaba heridas no pasarían como si nada para la Pilar del Insecto.—. Un demonio consciente que diariamente aprendía sobre nuestro entrenamiento y los planes de los cazadores es más peligroso de lo que podríamos pensar. (T/N)-kun se excusaba con un ciclo de sueño opuesto al convencional, ¿pero qué nos asegura que nunca aprovechó toda esa libertad para reportarse a Kibutsuji Muzan?— Todos se quedaron sin palabras, incluso si no podías ver nada podías sentir la palpitante tensión que crecía en el ambiente.—. Si su papel era el de ser un informante entonces podríamos darle la vuelta a la situación, tal vez hasta incluso poder descubrir algo sobre el paradero de ese hombre.—

Sentiste tu alma abandonar tu cuerpo, un vacío de pánico en tu estómago te arrebató las fuerzas de golpe y de repente te encontrabas paralizado. Las palabras hieren, más de lo que habías imaginado que podrían hacerlo, ¿cómo se supone que te defiendas ahora si Shinobu había dejado caer una declaración tan directa y cruel?

Sentiste el nueve par de miradas sobre ti, casi arrebatándote la sábana y juzgándote en silencio.

Cualquier tranquilidad que podría brindarte la muerte te había sido arrebatada en ese momento, era obvio, no se desharían de una pieza que podría ser importante para su interminable guerra contra esa persona. En otras circunstancias les darías la razón, pero ahora que eras tú quien estaba del otro lado te dabas cuenta de lo aterradores que eran los Pilares.

No había salida. No hay salvación para una bestia como tú.

Tu cuerpo comenzó a temblar, y entonces te viste rezando por piedad. En silencio, ahogándote en tu propio llanto, no era justo, tú no pediste ser convertido, tú no deseaste seguir con vida aquella noche, simplemente ese hombre te había arrebatado de tu destino de morir honorablemente en batalla. Ahora lo veías, tu simple existencia era una constante humillación de su parte.

La única razón por la que te dejó seguir jugando al cazador sin deshacerte de ti usando la maldición es porque estaba convencido de que un día perderías el control y te abalanzarías sobre tus compañeros para devorarlos. Ahora podías verlo, era realmente obvio.

—...— Desde su sitio, plantando su atención en cómo la sábana temblaba junto a ti lo llevaron a suspirar para sus adentros. Él era probablemente el que tenía menos derecho de hablar, pero algo dentro suyo algo le decía que el no hacerlo sería aún más hipócrita de su parte.—. Todos ustedes actúan cómo si no hubiéramos pasado por esto antes.— Dijo Tomioka, sin apartar la mirada de enfrente, ahorrándose el tener que ser recibido con el desprecio de sus compañeros.

—¿Ahora que tontería intentas decir?— Contrataca Sanemi, pausando su abuso y dejando de pisar tu cabeza. Mentalmente agradeciste al Pilar de Agua, incluso si no sabías sus verdaderas intenciones.

—Kamado Tanjiro y su hermana probaron que un humano podía ser capaz de vencer el instinto de un demonio hambriento luego de convertirse. Puede que este sea un caso similar.—

—¿Huh? ¿Desde cuándo te volviste el defensor de estos monstruos, Tomioka?— Es Iguro el que responde ahora, irritado de la simple presencia del de cabello negro y rápidamente es apoyado por el Shinazugawa quien chasquea la lengua antes de hablar de nuevo. En su rostro había una sonrisa llena de aparente sorpresa, burlándose de Giyuu.

—¡Ya entiendo! ¡Entonces sugieres que le hagamos la misma prueba, ¿no es eso?!— El sonido de la afilada hoja de la katana siendo desvainada te lleva a cerrar los ojos con fuerza y a llorar aún más aterrado. Tus manos toman cuidadosamente el borde de la sábana y te escondes aún más, nadie reacciona a la primera muestra de movimiento de tu parte, no valía la pena hacerlo.

No era justo.

No era tu culpa.

¿Cómo es que un juicio puede llevarse a cabo sin una defensa?

Simplemente no tenía sentido, pero no estaba en posición de tener objeciones. Ni ahora, ni nunca.

—Sólo preguntó cuál es tu punto para volver a hacer lo mismo.—

—La hermana del joven Kamado no era consciente más allá de saber que no debía atacar a las personas, ¡la diferencia de ella con un demonio que es capaz incluso de hablar y de disfrazar su presencia es que sin duda (T/A) ha tenido que comer a otros humanos para desarrollar una Técnica de sangre que le ayudara!—

Y esta vez Tomioka permaneció en silencio, no estaba tranquilo, mucho menos satisfecho con sus palabras. Pero al menos lo había intentado, aunque no fue suficiente, ni siquiera había logrado hacer que se pararan a pensar con detenimiento. Tan sólo un discurso inútil.

Un gruñido salió de tu garganta, no sabías cuánto tiempo lograrías seguir escuchando todas esas mentiras y suposiciones sobre ti antes de que todo ese enojo se desbordara. Pero lejos de verlo como una queja, Sanemi lo había tomado como una provocación.

Chasqueó la lengua, y alzó su espada con ambas manos, empuñándola de forma horizontal.

Y entonces te atravesó.

La hoja atravesó tu espalda y se detuvo cuando el otro extremo se encontró con el jardín de piedra salpicada en sangre.

La espada...

Sonoras bocanadas de aire entran y salen de tu cuerpo, los quejidos se volvieron un alarido, te desgarraste la garganta al gritar y en el ardiente dolor en tu abdomen te viste perdiendo el control y tratando de alejarte, empeorando aún más la llaga.

... ser atravesado con una nichirin...

... se siente igual a ser quemado por el sol.

El descubrimiento fue tan inesperado como doloroso. Podías sentir como
carne alrededor de la herida principal ardía, retrasando la regeneración y provocándote a la par, era el más primitivo de los instintos de un demonio. El rechazo hacia el sol y la naturaleza de aquella hoja afilada te hacían perder la cabeza, como si una estática de puro caos cegara tu mente.

—Oi, oi, anda— Sanemi apoya su pie contra tu espalda para sacar la cuchilla, pero de inmediato vuelve a apuñalarte. Decir que te sacó el aliento era poco para la verdadera sensación, el ardor aumentó, y la sangre volvió a brotar. No servía de nada que te regeneraras si de inmediato la herida era abierta una y otra vez.—. Si de verdad eres un cazador entonces quítate esa cosa de encima y da la cara para defenderte. Hazlo antes de que te corte la cabeza.—

Tragaste saliva, y tus ojos se quedaron mirando fijamente a las sombras que bailaban en la tela que te refugiaba del sol. Todos esperaban tu respuesta, tu reacción, diciéndote sin necesidad de palabras que no había otra alternativa.

¿De verdad va a hacer que mueras por tu propia mano?

Sus órdenes son incoherentes, sus quejas no tiene sentido o fundamente alguno, pero era tu superior. Era un Pilar, nunca los habías desobedecido, el simple hecho de tardarte en ese momento te hacía brotar una extrema culpa desde tu pecho. El mismo que subía y bajaba rápidamente ante el estrés de la situación, la cabeza te palpitaba, el abdomen te ardía y la llaga seguía sangrando al no poner ni el más mínimo esfuerzo en curarla.

Tomaste aire cuando la cuchilla volvió a salir de tu cuerpo, eras capaz de sentir la frialdad del acero atravesando tus entrañas, escalofríos treparon por toda tu columna y de la nada volviste a caer al suelo cuando fuiste liberado. Escuchaste el sonido de un par de pasos alejándose que supusiste era una reversa, y entonces supiste que era tu turno.

—¿Cuántas veces tendré que repetírtelo?—

Mordiste el interior de tu mejilla, no querías hacerlo pero era una orden, tenías miedo pero debías obedecer. Así que así lo hiciste, luego de mucho tiempo y de soportar todo ese maltrato finalmente pudiste ponerte de rodillas. La ropa era lo suficientemente grande como para cubrir tus piernas, pero no era lo mismo con las manos.

Todos los presentes se mantuvieron expectantes a las tenues muestras de movimiento debajo de la sábana, algunos ya tenían sus manos en las empuñaduras de sus espadas para atacar si era necesario. Pero no hacía falta, porque eras un cazador ejemplar que nunca cuestionaría órdenes de un Pilar.

Antes de levantar por completo la tela notaste como sus sombras se alargaban en el suelo, el sol estaba detrás tuyo, así que era relativamente seguro el alzarla lo suficiente para encararlos. Aún así estarías tentando tu suerte.

Tus temblorosas y ensangrentadas manos tomaron los bordes, moverse era doloroso, todo tu cuerpo estaba entumido y herido, pero no era una excusa como para ignorar sus indicaciones.

Un llanto salió de tu garganta cuando tus dedos se atravesaron fuera de tu sombra al alzar la sábana, el olor de tu carne al arder y el sentir como se volvía ceniza que se perdía en el aire fue una agonía interminable, pero seguiste, hasta que sólo quedaron tus pulgares para sostener los bordes contra tus palmas.

Ninguno de ellos reaccionó cuando tu rostro lleno de sangre seca quedó a la vista, nadie le prestó atención a la enorme mancha rojiza en tu ropa en la zona de tu abdomen, nadie dirigió su vista a tus manos deformadas. Sus miradas filosas y espeluznantes estaban clavadas en cómo tus colmillos quedaban a la vista con cada bocanada de aire que tomabas, en cómo no podías abrir por completo tus ojos por la irritación al estar expuesto a la luz.

El silencio se apoderó de la reunión de emergencia, y entonces te viste hipnotizado por el aroma de los humanos frente a ti.

Glicinas, pero tu amuleto fue reducido a cenizas, ya no podrás sabotearte nunca más. Muy pronto regresarás a los orígenes de lo qué es un demonio, pero tal vez en ese estado logres lidiar mejor con todas las emociones que hacen doler tu pecho.

—...—

¿Qué se supone que debías decir? ¿Habría alguna diferencia de todos modos? ¿Te perdonarían la vida, harían tu muerte más rápida y sin dolor? ¿O simplemente querían fascinarse aún más con el caso tan extraño que eras?

Odias la sangre, odias la sensación de mugre en tu rostro, odias su sabor, odias su aroma, pero era adictiva, era cálida y te llenaba de vida. A pesar de que sabías que implicaba el arrebatar otra en cambio, así que tu hambre nunca podía ser completamente saciada. Por eso siempre hay que limpiar y tener modales, para demostrarles que no eres un animal salvaje tratando sobrevivir.

Odias tener que comer, odias tener que respirar, odias que los últimos rasgos humanos que quedaban en ti era la necesidad de estar cerca de más personas, pues caerías a la locura si hacías lo contrario, así que las opciones eran descartadas con cada año que pasaba en el que tu cuerpo no veía factura de ello.

Tu visión se volvió borrosa, incluso cuando el resto de tu rostro permanecía muerto a mostrar cualquier emoción tus ojos se llenaron de lágrimas, apenas viendo cómo tus dedos no podían regenerarse.

Estabas aterrado.

Pero al ver como tu cuerpo no curaba sus propias heridas algo dentro de tu cabeza pareció desconectarse, tu propia identidad había sido borrada de un segundo a otro, la percepción que tenías de ti mismo se vió comprometida y las cosas dejaron de ser tan tenebrosas cuando esa parte se desconectó del resto.

—... y-yo no soy... un demonio... —

Dijiste, mirando al suelo, casi desaseando inclinarte hacia ellos con la típica pose respetuosa. Pidiendo perdón por el malentendido, por hacerles perder su tiempo con alguien tan inservible como tú.

Tu voz estaba batallando en salir al tener que luchar contra el nudo en tu garganta, entrecortada y temblando en cada palabra, haciéndole perder la paciencia a algunos de ellos.

—... n-no asesiné... a nadie... —

Seguiste, preguntándote qué ganarías con explicar tu situación.

—... nunca quise ser más fuerte... nunca quise... que alguien dependiera de mi... p-pero debía hacerlo... porque yo soy un cazador... —

El terror se volvió estrés, y el estrés saltó directamente a volverse ira.

—... porque... — Hiciste una pausa, tragando por última vez antes de que tus dedos se regeneraran de golpe, antes de que la llaga dejara de sangrar, alzando la vista a todos ellos. Histeria, furia, en tu rostro había una expresión tan intensa que tomó desapercibido a la mayoría, pero fuiste tú el que dio un salto en su sitio.—... ¡¡porque yo soy un humano!!—

¡Siempre fue tan obvio! ¡Todo había sido una broma de tu cabeza! ¡Mírate ahora, listo para volver a la batalla! ¡Lo único que hacía falta era quitarte esa tontería de encima e ir por tu espada! ¡A entrar bajo la luz del sol, como cualquier cazador hace todos los días!

Te sentías motivado, cantidades exageradas de adrenalina recorrían a gran velocidad cada arteria de tu cuerpo, estabas ansioso por arrebatarle la vida a un demonio, ¡no podías esperar a volver a cumplir tu deber! La sonrisa tensa y exagerada de tu rostro era la mejor prueba de ellos, la misma que mostraba los colmillos de un depredador. El brillo entusiasta en tus ojos era una buena señal, con tus pupilas ahora alargadas para asemejarse a los de una bestia, siendo que esa era su forma original.

Te levantaste sin previo aviso, aprovechando la lejanía y como ahora no tenías que aparentar que tus reflejos eran más lentos de lo que realmente eran, tomando una vez más el borde de la sábana y estando más que listo para lanzarla lejos.

¡Los humanos no le temen al sol! ¡Debías demostrarles que era un malentendido y todo volvería a la normalidad! ¡Ahora o nunca, siente la calidez sobre tu piel y disfruta del paisaje! ¡Nada de esconderte entre las sombras nunca más!

Pero un par de manos finas y delgadas apartaron la tuya, haciéndote tropezar y dándole la oportunidad a esa personas de jalar la sábana para volver a cubrirte de pies a cabeza. Para luego sentir un par de brazos rodearte con una fuerza descomunal para inmovilizarte, siendo a su vez un abrazo afligido, demoledor y lleno de arrepentimiento.

—¿¡Qué crees qué haces, Kanroji!?— Escuchas a Sanemi a la lejanía, pues habías vuelto a ser cegado por la tela, era difícil respirar pero no era algo de lo que podrías morir de todos modos.

Uno de los últimos Pilares que se habían mantenido al margen de la situación había hecho un acto inesperado de piedad y simpatía. Mitsuri había saltado a tiempo para cubrirte de nuevo del sol y para salvarte de morir. Su expresión era preocupación pura, más como la tristeza de una hermana mayor tratando de consolar a su hermano luego de ser regañado por sus padres.

¿Un Pilar había salvado a un demonio?...

Escuchaste casi sobre tu oreja un suspiro de alivio extremo y el abrazo se volvió aún más firme, casi haciéndote perder el aliento en el proceso.

Ellos te maltrataron y te dijeron todas esas cosas horribles y aún así ibas a obedecer, ¡no podía dejar que un chico tan bueno fuera castigado sin siquiera dejarte hablar!— Dice Mitsuri para ti, su voz aguda sale en un lloriqueo y entonces te ves aún más angustiado por la situación.

Hazte a un lado, podría atacarte.— Reconoces la voz de Iguro, el tono de su voz había bajado en dureza y ahora sólo le quedaba la seriedad.

Mitsuri negó, sacudiéndote a la par.

—¡Es (T/A)-kun!— Exclamó, empujándote levemente para guiarte apenas unos pasos para alejarte del resto, soltando una rápida disculpa cuando casi tropiezas por no ser cuidadosa.—¡T-Tal vez sea un demonio ahora, pero antes que eso fue un cazador! ¡Al menos deberían dejar que aclarara su mente y se tranquilizara antes de siquiera planear asesinarlo!—

—Hablas por él como si no se hubiera comido a otras personas.—

—Eso es lo que están suponiendo, pero (T/A)-kun apenas podía hablar por estar tan aterrado.—

Con su mirada determinada pero que batallaba con los nervios de llevarle la contra a sus compañeros es como la joven de cabello rosado se planta en su lugar, aún con sus brazos rodeándote, casi como si quisiera decirte que no te las que preocuparte por nada. Pero ambos sabían que tener la audacia de tan siquiera pensar esas palabras terminaría muy mal.

En medio de la conmoción te quedaste quieto y en silencio, deseando poder permanecer escondido para el resto de tu vida. Pero tú tranquilidad siempre era interrumpida cuando un revoltijo de pensamientos de naturaleza tenebrosa llenaban tu mente.

"Técnica de Sangre Demoníaca: Chamaeleontis".

La capacidad de crear un camuflaje con el que tu cuerpo imitaba las características físicas de los seres a tu alrededor. Fuerza, resistencia, rasgos corporales, pero aún más importante: naturaleza.

Cuando estabas cerca de los humanos tus colmillos desaparecían, tus ojos aparentaban una apariencia común y tu piel ganaba color, pero no importa cuan fuerte te volvieras, no eras capaz de vencer al sol para caminar junto a ellos durante el día.

Debías ponerte al nivel de un cazador promedio, debías debilitarte aún más, debías pasar desapercibido, por eso noche tras noche devorabas glicinas para estropear tu regeneración, para dormir los instintos más primitivos y para evitar olvidar por qué estabas ahí. Para que cuando los enormes charcos tu sangre salpicaran la tierra sintieras el mismo dolor que todos ellos al ser devorados, te imbuías la empatía a la fuerza y para entonces el punzante dolor en tu garganta y estómago te hacían perder el apetito.

Pero cada vez que salías a cazar te rebajabas a ser como ellos, volvías a ser un demonio sin consciencia que sólo busca arrebatar la calidez de otros seres vivos. Brutalidad, sed de sangre, cinismo, adorabas verlos quejarse y maldecirte por estar del lado de los Cazadores de Demonios. Tanto que llegaste a alimentarte de ellos, haciéndoles pasar por el mismo destino que todos tus compañeros quienes no lograban regresar.

Las peleas entre demonios no tienen sentido.

Pero no importa, porque tú eras un cazador.

Uno que blandía el arma justa y necesaria para erradicar a los que se suponían eran de tu misma especie. Los mismos que te hacían arder de rabia e ira cada vez que los escuchabas hablar.

Simplemente eras el mejor Hinoe que alguna vez pudo existir.

Pero entonces todos los demonios desaparecían, los demás espadachines te evitaban a toda costa, y por esto tu cuerpo y mente se veían en un estado comprometido. Esos momentos donde te desconectabas de la realidad por el desgaste y la confusión era cuando más hostil eras, cuando más cazadores terminaban heridos porque alzabas tu espada contra ellos por accidente.

De repente estabas siendo regañado por los Pilares, al segundo siguiente estabas siendo rodeado de esas pequeñas niñas de la finca, para casi de inmediato ser arrastrado a la misma sala donde un montón de cazadores normales convivían. Y era en esos momentos en los que el debate interno de tu organismo y la debilidad saboteaban aún más tu humor.

No podías evitarlo, simplemente era tu cuerpo entrando en conflicto con tu mente y tu constante necesidad de mantener todo en orden para no ser descubierto. Y con el tiempo brotaron todo tipo de rumores, empeorando la situación.

La adaptabilidad es un proceso, uno lento y que tomaba tiempo al no estar refinada como habilidad, pero el interrumpirla cada momento era un fastidio, era agotador e irritante, casi destructivo para tu organismo. Sus exigencias y tu propia técnica tratando de seguirle el ritmo a todas esas misiones era simplemente agobiante, lo suficiente para que tu fuerza mental menguara y dejara vía libre al instinto dentro de ti.

Pero estaba bien, había sido tu decisión no aceptar la derrota y no pedirle a ninguno de tus compañeros que te asesinaran aquella noche, ¿cierto? Por eso estás aquí.

¿Por qué están discutiendo por otro demonio de nuevo?— Muichirō finalmente parece harto de la situación, hablando luego de que el intercambio de palabras entre Mitsuri y Sanemi se intensificara. Entre sus manos se paseaba una de las muchas rocas del jardín, la diferencia es que tenía una diminuta salpicadura seca de tu sangre en ella. Parecía tratar de encontrar alguna diferencia visible entre la de un demonio y la de humano.—. Reportémoslo a Oyakata-sama, es incluso probable que ya lo sepa, pero gritarse entre ustedes no sirve de nada. Menos por un demonio con disfraz.—

Cuando el menor dejó de hablar volvió su atención a algo indescifrable perdido en el horizonte, sin importarle las miradas que se había ganado por la indiferencia con la que -prácticamente- los había llamado inmaduros. La tensión empeoró y se hizo sofocante al mismo tiempo. El que se atreviera a hablar debía hacerlo con cautela.

—Tiene razón— Giyuu ya no tenía nada qué perder, así que tomar la iniciativa no fue la gran cosa para él.—. Esta discusión ya se extendió más de lo que debería, dejémoslo a criterio de Oyakata-sama.—

—¡S-Si, gran idea, Tokitō-kun, Tomioka-san!— Habló ahora Kanroji, con su voz nerviosa e insegura por el posible rechazo de sus compañeros, pero sabía muy bien que su causa era justa y honesta. Su deber era ahora demostrárselo al resto.—. Yo me encargaré de (T/A)-kun hasta que Oyakata-sama vuelva y-y me aseguraré de explicar la situación.—

Tsk— Sanemi estaba más que molesto. Todo sería tan fácil si tan sólo lo dejaran rebanarle la cabeza al demonio en ese momento, la cosa acabaría ahí, ¿pero por qué debían complicarlo tanto? ¿Es que acaso los Pilares se estaban volviendo blandos? La simple idea empeoró su humor, pero de todos modos volvió a guardar su espada después de remover la sangre de la hoja.—. Haz lo que quieras con esa cosa, pero si estando a solas intenta atacarte entonces serás tú quien tendrá que cortarle la cabeza.— Soltó con tono tajante, rebosante de veneno y desprecio en partes iguales, señalándola a ella y a tu silueta cubierta. Claro que todo lo que ocurría fuera de la sábana era un enigma para ti, pero el sonido de la joven tragando en seco por los nervios te dio una buena idea de ello.

Un silencio interrumpió la fluidez de la discusión, Kanroji estaba nerviosa, no quería causar problemas, no quería ser rechazada, pero si eso significaba dejarte morir solamente por tu mala suerte entonces no podría estar tranquila consigo misma.

Luego de unos segundos su expresión tímida se volvió una determinada que de vez en cuando titubeaba. Su agarre se afirmó alrededor tuyo antes de tomar aire para hablar de nuevo.

—S-Si (T/A)-kun— Empezó, remarcando tu nombre en respuesta a su falta de respeto hacia ti.—no logra demostrar quién es, seré yo quien personalmente lo arroje al sol.— Terminó, dedicándole una mirada fugaz al resto, dándole una fracción de segundo extra al que pensaba que la apoyaría, pero Iguro permaneció estoico a su postura.

Pero era obvio que se necesitaría algo más que un demonio queriendo redimirse para hacerle renunciar a Mitsuri.

—...— Maldijo para sus adentros, pero entonces habló, más bajo y sólo para la joven para cuando se acercó a ella.—. También iré, no voy a ayudarte pero prefiero estar cerca suyo antes que dejarte a solas con él.—

Kanroji le dedicó una sutil sonrisa llena de orgullo, casi como si quisiera decir "gracias" con sólo sus expresivos ojos.

Sentiste como eras guiado nuevamente, inseguro al andar al no saber con precisión a qué tipo de ayuda se refería la Pilar. Miraste a tus pies, tu uniforme era un desastre, pero seguía siendo tuyo, así que no pensabas en cambiarte exactamente. Tus pasos seguían la sombra de los de la de cabello rosado y justo detrás tuyo sentiste la presencia amenazante y aterradora de Obanai, casi deseando tu muerte con sólo un pensamiento.

Mediante sólo tu memoria supusiste el recorrido, contando la cantidad exacta de pasos para salir completamente de los jardines de la sede hasta llegar al sendero principal que unía cada locación importante para los Cazadores de Demonios. Las sombras habían perdido inclinación y se hacían cada vez más rectas, mostrando como el mediodía estaba a punto de llegar. El calor debajo de la sábana aumentada y a sí mismo lo hacía tú desconcierto, ya no estabas seguro de qué sería lo mejor, de cuál destino escogerías si te daban la oportunidad, simplemente querías desaparecer de la faz de la tierra y borrar toda evidencia de que alguna vez exististe en el proceso.

Decaído, aún aterrado y sintiéndote aún amenazado incluso con esa amable mano guiándote es cómo la voz de Mitsuri te da esperanzas una vez más.

—... Eso sí que dio miedo, ¿no lo crees? Shinobu-chan es genial cuando está enojada, pero es mejor no provocarla— Dijo, y notaste como su mano se escabulló debajo de la larga sábana para ofrecértela, así como se sostendrían los niños al salir a explorar por su cuenta. Temeroso y deseando en realidad sentir cercanía a alguien más es cómo aceptas, con tu agarre siendo tan débil al no estar totalmente recuperado de aquella paliza.—. Ahh... casi muero de nervios ahí, pero no te preocupes, (T/A)-kun. Te ayudaré a estar en forma para ver al Patrón y hablaremos un poco cuando estés más tranquilo, ¿verdad, Obanai?—

Buscó apoyo en su compañero, pero Iguro estaba más centrado en no dejarse en evidencia luego de notar el gesto de Mitsuri, así que si única respuesta fue un rápido asentimiento una vez la joven miró sobre su hombro para encontrarlo. Decir que hervía de rabia sería menospreciar sus sentimientos en ese momento.

—Pero tendrás que responder a todo lo que preguntemos, y más vale que no intentes mentirnos. Hay formas de hacer que lo de antes parezca piedad a comparación.—

Susurró, casi sonando como el siseo de una serpiente, asegurándose que sus palabras se escaparan de los oídos de Mitsuri.

—...— Miraste tu pálida mano aferrarse a la suya, de piel con color más saludable y que transmitía una calidez única. Era cómo recordabas la luz del sol, el cómo se sentía sobre tu rostro al despertar luego de una noche de misión. Recuerdas tus músculos dejando de estar tensos luego de estirarte y estando listo para cumplir tu deber con verdadera motivación y no sólo porque sentías que era la única manera en la que podrías redimirte.

En un mundo tan caótico como era el de los cazadores, era fácil olvidar que los niños eran, de hecho, niños. A veces necesitaban aprobación y seguridad, cosas básicas que la tragedia tendía a arrebatarles de un segundo a otro sin dejarles procesarlo completamente. Tal vez es por eso que sentiste unas inmensas ganas de llorar cuando escuchaste aquellas palabras.

Te sentiste débil, pero en lugar de recriminarte al respecto sólo lo aceptaste. Preguntándote si así de fantástico solía sentirse el ser un humano.

[...]

—Nunca pensé que las glicinas olieran aún mejor de cerca— Dijo Mitsuri, entrando por la puerta corrediza que daba a su jardín con Obanai detrás de ella. En las manos de la joven había un pequeño ramillete de las flores que tanto te ayudaban día a día—. Son pocas, pero espero que te sean de ayuda.— Cuando se arrodilló frente a ti dejó las plantas en tus manos, algunas cicatrices parecidas a las hechas por el fuego rodeaban tus dedos, mostrando que la regeneración no era perfecta si se trataba de una herida por el sol.

Iguro se puso justo a su lado, aún vigilándote en todo momento y analizando cada reacción en tu lenguaje corporal.

Era una lástima, alguien tan bien entrenado y que entendía la importancia del código de conducta de los cazadores había resultado ser un demonio. Era irónico y casi gracioso cuando lo pensaba así, pero era aún más humillante saber que los verdaderos humanos que cazaban no eran capaces de aprender aquellas reglas tan básicas. Era decepcionante sin duda, otra muestra de que los nuevos reclutas eran mas débiles cada año.

—... se lo agradezco... — Susurras, comenzando a arrancar los pétalos de las ramas y juntándolos. Ambos Pilares permanecieron expectantes a lo que hacías, notando a su vez como de vez en cuando temblabas en lo que parecía ser un impulso por querer derramar los pétalos. Demostrando que el rechazo de un demonio por las glicinas no había sido exactamente superado, sino suprimido.

—¡Oh! ¿Entonces siempre llevabas flores contigo para evitar que otros demonios te reconocieran o... ?— Mitsuri extendió la última letra al hablar, quedándose sin palabras cuando te vio arrojar los pétalos a tu boca sin duda alguna en tus movimientos. Casi imitándote cuando tu expresión cambió sutilmente ante la amargura y el asco por la planta entrando a tu cuerpo.—... A-Ah, ya veo... —

—Te debilitas a ti mismo.— Obanai tomó la palabra y asentiste para reafirmarlo. La serpiente alrededor de su cuello pareció querer integrarse a la discusión cuando se alzó levemente sobre los hombros del de cabello negro.

Qué vínculo tan extraño, pensaste, sabiendo lo insensato qué sería mencionarlo. Apenas te diste el lujo de no mirarla demasiado para evitar malentendidos.

—¿Pero no eran mortales para los demonios?— Preguntó la joven, preocupada y llevando su mano entrecerrada hasta la altura de sus labios.

Asentiste.

Lo son, pero... — Miraste discretamente hacia Obanai, te dijo que debías responder a todo lo que te preguntaran, pero no estabas seguro en si debías sólo limitarte a dar respuestas simples o podías agregar detalles no solicitados.—... descubrí el límite que puedo consumir antes de lastimarme de verdad... — Hiciste una pausa para introducir el resto de pétalos a tu boca, estabas mintiendo, cada pequeño pedazo que comías era como fuego y espinas descendiendo por tu garganta, pero ser tan específico no serviría de mucho. No necesitaban saberlo.—... esto sólo hace dormir el impulso de desear carne humana... — Y eso era cierto. Pero era más bien porque el dolor no te daba oportunidad de pensar por algo más, era un viejo truco que aprendiste en un ataque de ira hace muchas noches, más de las que podías recordar.

Silencio, uno que era tenso de un modo distinto al que atravesaron luego de esa discusión en la sede. Era tranquilo, con un aire más cotidiano y formal al mismo tiempo. Pero incluso si querías suspirar con alivio sentías que sería maleducado de tu parte, así que permaneciste con la pose perfecta y de espalda recta a la que estabas acostumbrado, tratando de ignorar la incomodidad por la herida sin cerrar que atravesaba de tu espalda hasta tu abdomen.

—... (T/A)-kun, no lo tomes a mal lo que voy a preguntarte, pero necesito que seas completamente honesto conmigo— Mitsuri delineó los bordes de sus uñas con un dedo de la mano contraria para liberar sus nervios. No sabía si era un tema sensible o si de verdad quería escuchar aquella respuesta, pero lo que sí sabía es que debía ser imparcial y cumplir con su deber.—. Tú... bueno, dijiste que no habías- ¡y yo te creo totalmente!, pero los demás decían que ya que puedes usar... Uhm... —

No encontraba las palabras, ¿sería mejor ser directa o debía evitar la palabra "devorar"? Se quedó pensando un poco más, ¿"comer"? ¿"alimentarte"? ¿"masacrar"? ¡No, espera, eso es peor! El dilema de la Pilar se extendió más de lo esperado, y por ello fue el hombre a su lado decidió que él lo haría para apoyarla.

—Dijiste que no habías asesinado a alguien, pero eres más fuerte y más inteligente que un demonio común, por ende debiste haber comido carne humana alguna vez, ¿es acaso otro de tus trucos?—

De inmediato negaste, entendiendo de dónde venía su sospecha.

—Sé lo que piensa, pero lo juro. Yo no asesiné a nadie... — La firmeza en tus palabras hace que Iguro entre cierre los ojos y frunza el ceño, esperando cualquier cambio de actitud para responder, la mínima muestra de hostilidad le sería suficiente para excusarse.—... También sé que eso no justifica los otros crímenes que cometí cuando no era capaz de lidiar con el hambre, pero yo nunca tomé la vida de alguien más.—

La palabra clave atrapó la atención de ambos Pilares frente a ti.

—¿A qué otros crímenes te refieres?...—

Ambos lo notaron, cómo cerraste aún más tu agarre sobre la tela de tu pantalón, casi siendo capaces de escuchar el chirrido de tus dientes al cerrar tu mandíbula con tanta fuerza al no querer confesar. Pero lo harías, porque ellos seguían siendo tus superiores. Porque debías reportarte en todo momento.

—...— Apartaste la mirada, con un amargo y desolador recuerdo uniéndose como piezas de un rompecabezas en tu mente.

—Te hizo una pregunta.— Remarcó, con un tono más severo que antes. No tuviste que hacer ningún esfuerzo para saber que era una advertencia.

Suspiraste, lo más silencioso que pudiste.

La noche en la que fui... convertido, yo... —Odiabas ese recuerdo, lo repudiabas, no había nada que te hiciese hervir de rabia más que tu memoria siendo tan nítida y guardando con tanto recelo cada detalle de esa misión. Aquellos ojos rebosantes de una sed de sangre inhumana y esa voz burlona aún te perseguían cada vez que pretendías dormir.—... era el último con vida, todo fue confusión y caos, y sólo podía sentir como mi cuerpo se movía. Reaccionando a cualquier sonido y a cualquier otro movimiento en la noche, al igual que un animal... — Entonces tus sentidos recrean la experiencia, el viento helado despeinando tu cabello, tus brazos y piernas regresando a sus estados originales luego de romperse, y al final fue la sensación de calidez de la sangre en tus manos junto a la suave textura de la carne en tu boca. La fuerza con la que tus colmillos se aferraban firmemente para desgarrar y para devorar, la sensación de sentirte satisfecho en tu estómago. Fue simplemente aterrador, desconociéndote por completo.—... de alguna forma recuperé mi consciencia antes de que los refuerzos llegaran y me di cuenta de que había... comido de los cuerpos de los cazadores que habían fallecido a mi lado. Otra veces en las que llegué a perder el control terminaba profanando tumbas.—

Admitir y hablar sobre esas veces en las que algo tan mundano como los instintos de una bestia te sobrepasaban era humillante. Sumado a la inmensa culpa y remordimiento con el que te atormentas día tras día. Pensando en que todas esas personas ya no podrían descansar en paz por culpa tuya. Tal vez lo peor fue que alguien con tu mentalidad original había tenido que ser maduro y frío de golpe para no caer en la locura, para mantener la frágil autonomía que te quedaba. No poder recurrir a nadie ni poder preguntar por algún consejo te provocaba una horrible sensación de soledad, cómo si nadie más pudiese entender tu dilema.

Tal vez por eso no reaccionaste violentamente al toparse con aquella chica demonio dentro de la Finca Mariposa.

Pero eso ya era aferrarse al pasado, justo ahora debías prepararte para tu juicio.

Mitsuri cubrió su boca al escucharte, sorpresa, incredulidad, pero no había terror o asco en ninguna parte de su expresión afligida. Y en contraparte fue Obanai quien reaccionó de esa forma, con tan sólo su cejas pudo expresar toda su disconformidad.

—¿Habiendo tantas de esas cosas allá afuera planeas que creamos que no tuviste otra opción más qué hacer eso?—

—He devorado a más demonios con vida que a humanos fallecidos si es lo que insinúa— Tus ojos encuentran los suyos, empezando una intensa competencia de miradas que podría volverse una pelear real en cualquier momento. No frunciste tu ceño a cómo lo había hecho él, pero tu voz ganó mucha más seriedad de golpe.—. En cada misión y cada noche sin falta, pero no sirve para nada más que de desahogo. La carne no tiene sabor y nunca llena el vacío, ni siquiera las cenizas saben de forma particular. Pero al menos me da energía para regenerarme.—

—¿Y cómo pruebas lo que estás diciendo?—

—Obanai, ya está bien, por favor para.— Dice Mitsuri, con su mano sosteniendo el brazo del contrario, esperando que sus palabras lograran tranquilizarlo. Pero para su sorpresa, Iguro la apartó, no de manera brusca ni grosera, pero sí para dejarle en claro que no estaba de su lado.

—Tenemos que asegurarnos. Que haya sido un cazador antes o no es irrelevante ahora— Dijo, dejando ir la mano de Kanroji.—. Los demonios poseen una naturaleza diferente a la de un humano después de todo— Sus ojos de diferente color pasaron de mirar a la joven para regresar su vista a ti, te apuntó lentamente y la serpiente en su cuello imitó la la silueta de su brazo al estirarse.—. Así que piensa bien lo que estás a punto de decir.—

—...—

¿Pruebas? ¿Qué es lo que esperaba? Después de no haber respondido a toda esa provocación luego de que te golpearan e insultaran en la sede, después de haber estado cerca de sacrificarte exponiéndote al sol, ¿y aún cree que estabas bromeando? No tenías forma de saber que Kanroji saltaría a impedírtelo, no planeabas llegar a esto. No eras capaz de crear un Olán tan meticuloso, nunca fuiste uno de esos, todo lo que tienes es la fuerza bruta, una que te negaste a usar contra ellos para defenderte, ¿entonces qué te quedaba para probarte como inocente?

La impotencia te hizo gruñir involuntariamente, pero de inmediato te callaste, mordiendo tu lengua hasta casi hacerte sangrar. No debías darle más razones para demostrar su punto de vista equivocado. Y menos cuando su mano contraria estaba cerca de la empuñadura de su espada, no tenías ánimos de probar si tus reflejos eran mejores que los de un Pilar.

—¿No cree que habría sido más fácil para mí huir esa noche?— Preguntas, esperando genuinamente una respuesta que nunca llegaría. Nadie podría imaginar estar en tus zapatos, seguir tus pasos ni mucho menos entender tu situación. Intentar que lo hicieran era una pérdida de tiempo.—. Un simple error habría hecho que me asesinaran, pero seguí luchando contra ellos, porque era la única forma de la que sabía hacerlo... —Bajas la mirada, tu piel pálida, tu visión cansándose al mirar hacia afuera, tu fuerza inhumana. No se suponía que pasaras por ello, pero aquí estás, y sabías que debías sacarle provecho para el bien mayor para el que te habías formado como cazador. De repente una inmensa rabia te hizo maldecir, o tal vez era el rechazo de tu cuerpo por las flores que habías comido, eso ya no importaba en realidad.—. Los demonios no tienen orgullo o aprecio a algo, ni en lo más mínimo. Su única motivación es sobrevivir y hacerse más fuertes, escondiéndose como cucarachas y menospreciando las vidas de los humanos— Ellos adoran abrir la boca cuando otro de su misma especie los ataca de la nada. Mientras tu respuesta se formaba en tu cabeza y la determinación era expresada con tan sólo el brillo lúgubre en tus ojos, hiciste una mueca por reflejo, mostrando los colmillos que tanto despreciabas.—. No iba a dejar que una criatura así decidiera cuando podía seguir siendo o no un cazador.—

El silencio prevaleció de nuevo, con ambos Pilares mirándote fijamente con expresiones indescifrables en sus rostros.

"¡(T/A)-kun, además de ser tan buen chico también se ve lindo siendo serio! ¡Qué genial!"

La sonrisa sutil de Kanroji que trataba de disimular al subir su mano a su rostro no pasa desapercibida, pero está tan metida en sus pensamientos como para notar que había sido descubierta. En contraparte, la mirada estoica de Obanai mantenía su reacción como un secreto guardado con recelo.

Si no lo conociera bien, Mitsuri fácilmente diría que lo habías convencido, pero que aún no lograba aceptarlo del todo.

—Iré por más glicinas— Dijo el de pelo oscuro, levantándose de su sitio y apuntándote de nuevo. Ahora desde la altura.—. No verás al Patrón hasta que me asegure de que te hayas deshecho de todos esos instintos. Comerás flores hasta que escupas sangre si es necesario.—

Sorprendido por las palabras tan inesperadas es como asientes lentamente, analizando cada uno de sus movimientos al salir de la sala hacia el jardín principal.

No sabías si era una forma de ponerte aprueba pero al menos Kanroji ahora sonreía aún más mientras que el brillo de sus ojos iluminaba su rostro. Ambos miraron hacia donde el Pilar se había ido unos segundos y entonces la joven procedió a levantarse para recoger un cubo de madera que yacía en una de las esquinas del salón.

—Obanai es bastante comprensible cuando se lo propone— Dijo, más como un pensamiento en voz alta, pues de inmediato se volvió a ti.—. Iré por algo de agua, debemos quitarte la suciedad del rostro si vas a ver a Oyakata-sama, ¡hay que dejarte presentable!—

Palpaste tu cara con curiosidad, encontrando la dura costra de tus heridas y las manchas de sangre seca combinada con tierra que se habían impregnado a tu piel. No sueles ser muy consciente de tu aspecto, pero que alguien lo resaltara te hizo sentir una minúscula pizca de vergüenza.

¿Será que la presentación también es importante para un cazador? Nunca lo habías pensado.

La Pilar salió disparada hacia otra dirección, dejándote sólo y sin mirar ni un segundo para dudar su decisión impulsiva. Demostrando que su confianza hacia ti no se doblegaría ni un instante.

Tu boca se abrió para intentar llamarla, pero nada salió al final. Tan sólo la cerraste de vuelta y permaneciste quieto a la espera del regreso de ambos.

Que fueran ellos quienes se encargaran de todos y no recibir ninguna orden en el proceso de sintió extraño.

[...]

Era más allá de mediodía, el sol se inclinaba de una manera problemática, así que había vuelto a ser un fantasma de sábana luego de que Mitsuri notara por primera vez el enorme agujero en su única sombrilla.

De vuelta a la sede, con tu uniforme de cazador desgastado pero el cual portabas con orgullo. El mismo que te había acompañado aquella trágica noche, si bien ya no cumplía bien su papel de cubrir del calor ni del frío el apego emocional que le tenías era mayor a cualquier malestar. Te había acompañado el día que tu destino cambio y ahora escucharías tu sentencia usándolo igualmente, el perdón de tu vida o el afrontar cara a cara la ejecución a la que te condenarían, ya no importaba. Sabías que habías hecho, no estabas satisfecho pero al menos lograste lo que muy pocos se atreverían a hacer, y eso era suficiente.

En la espera de Oyakata-sama lo único que puedes hacer es volver a mirar a tus pies, la roca blanca debajo de ella y como se extendía hasta las allá de la poca visión que tenías. Un juicio, nunca creíste que pasarías por algo así, pero estabas agradecido por la oportunidad de al menos conocer a la cabeza de los cazadores, tal vez sería algo ofensivo que un demonio se presente frente suyo, pero no estabas seguro del todo. Ninguna regla del manual cubría algo así de específico, ¿quién sabe? Tal vez tu caso sirva para abrir un nuevo índice en el reglamento.

Eso es lo más grande que alguna vez lograrías hacer en tu corta vida.

En medio de tus pensamientos deprimentes de pronto sientes un punzante dolor en la corona de tu cabeza mientras que un incesante aleteo es escuchado encima tuyo. Tomaste de inmediato la sábana creyendo que tratarían de arrebatártela hasta que el débil forcejeo se detuvo.

—¡¿E-Eh!? ¡Shu, shu! ¡D-Deja eso, cuervo malo!— Fuera de la sábana, Mitsuri trata de ahuyentar al cuervo de encima tuyo, pero nada parece asustarlo.

El graznido del ave resuena en tus oídos en un tono tan familiar que te sorprendes de tener la oportunidad de escucharlo luego de tanto tiempo. El peso en tu cabeza y la ligera fuerza que las garras aplican para aferrarse con sutileza en tu cabello te trae un agradable recuerdo de noches solitarias donde tu única compañía era tu compañero mensajero.

Tu cuello se dobla levemente cuando el cuervo salta de encima de tu cabeza para alcanzar el suelo y asomarse por debajo de la sábana, encontrando tus ojos llenos de confusión y casi de inmediato picoteándote la pierna, a la altura de tu espinilla.

—¡Oye!— El cuervo vuelve a soltar un graznido, persiguiendo tu pierna cuando la apartas.

Ese pequeño busca pleitos lamentablemente era tu cuervo Kasugai. El mismo que siempre se quejaba de cómo antes solías desaparecer por días y él terminaba gastando energía de más buscándote por todas partes.

—¡(T/A) (T/N), luz de día, muchos cazadores! ¡(T/A) (T/N), luz de día, muchos cazadores!—

Mitsuri y Obanai miran con confusión hacia donde el cuervo seguía repitiendo el mismo mensaje y picoteando tu uniforme, casi como si intentara jalarte para llevarte con él. El resto de Pilares no sabían cómo reaccionar al respecto, así que se quedaron esperando a tu reacción en un silencio acordado por todos en ese instante.

Te agachaste, alzando un brazo para dejar más espacio debajo de la sábana. Dejando que el ave también es escabullera debajo para poder verte más de cerca. Aún alterado y aleteando sin control, repitiendo las mismas palabras una y otra vez.

—Ya no hace falta, Yokota— Llamas al cuervo por su nombre, captando su atención, pidiendo permiso para acariciarlo en silencio y acercando tu mano lentamente. El animal aceptó el gesto, pero no apartó su mirada, como si preguntara a qué te referías.—... ellos lo saben.—

Tu compañero reaccionó, abriendo las alas, pero incapaz de articular palabras por el impacto de la noticia. Sabías lo que pensaba, pero le dejaste en claro de qué no era culpa suya, muy por encima le contaste la situación y al mismo tiempo te disculpaste con él por todos los problemas que causaste. Dejándole ver el lado que tanto es escondías luego de aquella noche, demostrándole que años de exigirte perfección habían desgastado tu espíritu.

—Te agradezco el haber mantenido mi secreto por tanto tiempo, pero ahora debo pagar las consecuencias— Susurras, temiendo que podría ser de un cuervo que no reporta algo así. Justo ahora no podías correr riesgos.—. No sé cuál será el precio, ni tampoco qué será de mi, así que debo pedirte que te vayas.—

El cuervo volvió a arremeter contra tu mano, pero con una fuerza mucho menor.

Sentiste como tus facciones cansadas formaban una sonrisa a medias, apreciando la calidez de aquel sentimiento que dabas por olvidado.

Todas las vidas eran hermosas a su modo, cada ser irradiaba una energía única, una que te habían arrebatado. Así que los celos de haberlo perdido todo te impulsaron a ser el mejor Hinoe, pero el costo te había rebasado desde hace tiempo.

El momento de melancolía y nostalgia compartida fue interrumpida por una leve sacudida que sientes en tu hombro. Una señal que habías practicado con Mitsuri antes de partir, el mensaje era simple y fácil de entender.

"Oyakata-sama ya está aquí".

Te enderezaste de golpe, siguiendo los pasos de la joven y plantándote a su lado, respondiendo con exactitud y precisión para mostrar tus respetos. Escuchaste la roca removerse bajo los pies del resto de Pilares y la nueva presencia te llenó de un nuevo tipo de pánico. Entonces el mundo se tiñó de paz y el silencio parecía ahora ser una hermosa melodía que llenaba el aire.

La seriedad del momento se perdería por completo si pudieras ver la torpe sonrisa de Kanroji tratando de aguantar su risa. No podía evitar pensar que de verdad parecías un fantasma.

Uno muy genial, no te preocupes, pff-

Sus pasos son ligeros y lentos, disfrutando del viento y del clima mientras más se acerca al borde del jardín. En su andar hay una calma contagiosa y una seguridad que se transmitía sin la necesidad de verlo directamente. Ubuyashiki Kagaya, 97º líder del Cuerpo de Exterminio de Demonios, aquel que siempre pareció ser un enigma desde que te uniste a la organización, justo frente a ti, pero no teniendo idea de tu presencia más allá del ambiente algo tenso que percibía.

¿Qué clase de persona sería la cabeza de los cazadores? ¿Tendría la misma misericordia que Kanroji, la mente abierta de Iguro, el carisma de Rengoku, la frialdad de Tomioka, el temperamento de Shinazugawa? Tantas preguntas se formaban en tu cabeza a una velocidad exagerada que lo único que te quedaba era intentar despejar tu mente. Sentiste tu cuerpo reaccionar a su presencia, tenía una fuerza inexistente hasta el punto de ser alarmante, apenas percibías su pulso y lo único lo suficientemente notable que podías imitar era su naturaleza.

Es gentil y discreta, te daba la imagen mental de un río cristalino con una corriente constante. Deslizándose sin estorbo alguno hasta alcanzar a ser algo mucho más grande.

Pero de nuevo, te encontraste en un conflicto al estar cerca de presencia tan diferentes entre sí, tu cabeza comenzaba a doler de nuevo, pero te obligaste a soportarlo. Esa jaqueca no era nada comparada a lo de antes.

—Buenos días a todos— Su voz era un misterio más, tenía un efecto extraño, era cómo consumir glicinas, pero sin el dolor. Sentías el lado más hostil de tu naturaleza debilitarse hasta casi perderse entre los pensamientos que no lograban ponerse en orden.—. A pesar de estar lejos de la reunión que acostumbramos me han llamado, siempre es un placer recibirlos y saber que estamos todos una vez más. Pero no puedo evitar percibir que algo les inquieta, ¿podrían explicarme?—

En un mundo lleno de gritos de dolor e ira, el escuchar una voz tan serena casi te provoca ganas de llorar.

Pero no pudiste darte el lujo de disfrutar de cómo aquel tono amable y cordial se perdía en el silencio, pues casi de inmediato la formal pero directa voz del Pilar del Viento hace aparición, disparando tu pánico nuevamente. Un saludo formal que presumía de un don de la palabra que era poco usado, pero sin ser ajeno a la situación.

No era justo, de verdad querías conocerlo en persona, ¿por qué el sol debía estar inclinado de esa manera para golpearte directamente en la cara?

¿Será que esa curiosidad si era tuya o no era más que una orden subliminal tratando de influir en ti? ¿Sería acaso el regreso de aquella voz tenebrosa para dictarte a atacar al líder de todos los cazadores?

¿Será que siempre fuiste un acceso para llegar a Oyakata-sama? ¿La decisión de ser un traidor no dependería de ti después de todo?

Era mejor no pensar en ello.

—Perdone mi audacia, Oyakata-sama, pero después del último incidente con aquel soldado que escondía a su hermana todos pensamos que se trataba de una excepción particular— Escuchas apenas el jadeo de Mitsuri, pero prefieres prestar toda tu atención a sus palabras, ¿otro cazador, escondido a su hermana? ¿Su hermana se había convertido y no lo había devorado? Era extraño, pero no te sentías ajeno a la anécdota, sientes como si ya hubieras sabido de ello con antelación.—. Así que le pido humildemente que nos explique si es que este caso es, a su vez, una de esas decisiones de las cuales no fuimos informados.—

Hubo un silencio, así que supusiste que el hombre había reaccionado con un gesto en lugar de con palabras. Tu suposición fue acertada, Ubuyashiki inclinó su cabeza levemente, apenas lo necesario para que el cambio de su postura fuera notable al ojo más entrenado.

—Me temo que no comprendo lo que dices, Sanemi. Lo lamento, ¿algo ocurrió en mi ausencia de lo que no esté enterado?—

—O-Oyakata-sama— Es el turno de Kanroji de intervenir, pidiendo torpemente la palabra y captando una vez más la atención de todos los presentes.—, permítame explicarle la situación. Seré lo más breve posible.—

—Te lo agradecería, Mitsuri.—

Sentiste de nuevo una mano amable posarse cuidadosamente en tu espalda, ¿debías reaccionar? ¿Iban a exponerte? ¿Tal vez un subordinando tratando de descubrir quién se escondía debajo de ese disfraz tan extraño?

Nada de eso, pues la voz de la joven vuelve a sonar a tu lado.

—¡A-Aquí a mi lado hay un chico que... ! No, no, discúlpeme, uhm... —

Entre los titubeos nerviosos de Mitsuri se alcanza a escuchar una risa sutil y amable, casi enternecida.

—Tranquila, puedes tomarte el tiempo de poner en orden tus palabras.—

—...— Escuchas un suspiro, pero nada más antes de que volviera a hablar.—... Aquí a mi lado hay un chico del que nadie responde por él, y su situación es extraña y singular. Justo ahora está cubierto del sol, porque él... — ¿Lo estaba haciendo bien? ¿Su discurso no sonaba muy simple o torpe? La inseguridad comenzaba a escalar por su espalda, pero se obligó a seguir.—... él fue convertido mientras servía a los Cazadores de Demonios, pero nunca abandonó su deber. Es (T/A) (T/N), ahora sabemos que sus problemas de conducta y sus faltas fueron causa de su naturaleza demoníaca. Y-Y supimos de esto hace poco, apenas unas horas antes que usted en este momento... —

—Ya veo.—

Su tono cambió de repente, dándole seguridad de que estaba atento a sus palabras.

Shinazugawa chasquea la lengua en fastidio antes de hablar.

—Pero lo que nos concierne al resto de nosotros en este momento es que no hay seguridad de que no sea un truco de esa persona, o si alguna vez provocó de alguna manera un retraso o algún acto de sabotaje en nuestra contra. A diferencia de la hermana de Kamado Tanjiro, él fue consciente y capaz de esconder sus instintos desde el primer segundo en el que fue convertido, así que se trata de un demonio que se fortaleció de la manera convencional, como sabe— Interrumpe Sanemi, hay dureza en sus palabras, cómo si su mandíbula estuviera tensa al hablar.—. Tomando esto en cuenta, el asesinar a otros demonios no suena como un problema con tal de que bajáramos la guardia con él.—

Eso es mentira.

No puedes evitar sentirte irritado al escucharlo, e intentar calmarte es inútil.

Él no sabía nada.

Nadie sabía nada.

Y aún así estás ahí, soportando toda esa humillación y tortura sólo para que continúe, sólo para que seas castigado como era debido.

—Si, (T/N), ese joven que siempre se metía en problemas, ¿no es así?— No sabías cómo sentirte exactamente si te reconocía sólo de esa forma.—. Sin duda es una noticia sorprendente.—

—¡S-Sé como suena y, Oyakata-sama, permítame decirle que esto es un malentendido! He escuchado sus crímenes y me contó el por qué lo hizo— Se detuvo, siguiendo el consejo del hombre frente suyo de poner en orden sus ideas.—. Si su palabra no le inspira confianza, entonces me atreveré a pedirle que confíe en la mía— Mitsuri comienza a hablar más rápido que de costumbre, casi pierde el aire a la mitad de la oración.—... y-y si usted decide que su vida no debe ser perdonada entonces estaré de acuerdo. Pero, por favor, conceda una oportunidad para que pueda responder por sí mismo.—

Esto es inesperado de ti, Mitsuri, ¿a qué se debe tu dedicación en defender al chico?—

—Y-Yo... sólo sentí que no debería castigarse a alguien que sólo tuvo mala suerte... —

—Entiendo.—

¿Debías hablar ya? ¿Tenías permiso de hacerlo? Nunca habías tenido que pasar por una situación así, el nivel de respeto que correspondía a la que usabas al tratar con un Pilar se sentía mínima a comparación de la que merecía alguien tan importante como Oyakata-sama.

Te gustaría poder quedarte bajo esa sábana para siempre. Las cosas serian más fácil así.

Pero no te habías vuelto un cazador en la espera porque todo fuese sencillo y sin complicaciones.

—(T/N)— No tienes tiempo de debatir contra ti mismo, pues eres llamado de inmediato, ¿deberías responder ya o esperar un poco más? No estabas seguro de poder mantener la apatía y seriedad en ese momento.—. Acércate, por favor.—

Tragaste pesadamente antes de obedecer, enderezándote y avanzando con cuidado hacia donde provenía la voz, siendo guiado con sólo el eco de sus indicaciones. Al alcanzar el borde de la plataforma que se elevaba hasta más allá de la altura de tu cintura es cómo retrocedes un par de pasos para guardar distancia. Tus pies casi tropiezan y se deslizan por la roca, pero te mantienes firme a tu postura perfecta. No encuentras su sombra, no tienes idea de cómo luce ni siquiera con su silueta, así que estás encarando a un vacío que te llena de nervios.

—Dime, ¿sigues estando bajo la luz?—

Tu postura flaquea un instante, una pregunta, un tipo diferente de orden, pero lo que más te daba curiosidad es que si preguntaba eso en serio o si era una pregunta retórica, ¿acaso no estabas justo frente suyo?

—... No, señor— Respondes, algo perdido.—... La sombra del tejado cubre el sol.—

—Comprendo— Lo escuchas decir.—. Entonces deja de cubrirte. Lo mejor que puedes hacer en momentos así, cuando todo está en tu contra, es plantarle cara al mundo y afrontar la situación.—

Vuelves a obedecer, esta vez sin miedo al dolor, tomando el borde de la sábana y llevándolo hasta por encima de tu cabeza hasta que la sostiene solo con una mano, arrastrándola y dejando que se ensucie, pues tu reacción se limita a ser un poco más de una simple sorpresa.

Un hombre joven y de aspecto común, pero con una extraña marca cubriendo la mitad de su rostro en una forma irregular. No era una cicatriz, si no el resultado de una enfermedad que consumía todo a su paso. Sus ojos estaban cegados pero no había dudado en seguir tu voz para encararte, para llevar una conversación como es debido. Está arrodillado en una pose casual y elegante al mismo tiempo, su sencillez era casi tan hipnótica como su voz.

—(T/N)— Vuelve a llamarte, aunque parece más bien perdido en sus pensamientos.—. Puedo recordarte por una misión en particular; esa noche fue trágica para todos, nunca habríamos podido prever lo que pasaría— Le suplicaste en silencio para que no trajera de vuelta esos recuerdos, ya habías revivido esa misión en sólo ese día todas las veces que habías evitado hacerlo en todos esos años. Hiciste presión con la mandíbula, obligándote a permanecer tranquilo.—. Estoy suponiendo que fue la noche de ese incidente en la que fuiste convertido, corrígeme si no es correcto.—

—... Fue tal y cómo dice.—

Casi puedes oírlos, gritando de dolor y agonía, preguntándose por qué debiste ser tú el que sobrevivió. Un cazador sin talento y que se limitaba a no ser extraordinario ni en lo más mínimo, a veces puedes sentir sus manos alrededor de tu cuello, con una envidia e ira silenciosa a la que debes responder con perfección para que dejen de sofocarte.

—Atravesar un cambio tan drástico y mantener aún así tu sentido del deber sin duda demuestra lo singular qué eres— Recibir un halago era poco común para ti, y tal vez era la situación en la que estabas, pero no lo habías sentido de la manera que todos decían. Más bien te sentías obligado a estar agradecido.—. Pero, a su vez, cómo eres tan buen cazador entonces debes saber mejor que nadie de dónde vienen sus sospechas.—

Bajas la mirada, incapaz de mantener el contacto visual ni un segundo más. Te sientes tan afligido, sabías que habías hecho mal, que merecías ser corregido, pero algo no estaba bien, algo de lo que no te sentías con derecho a quejarte.

—... Lo sé. Están más que justificadas— Respondes, con tu voz perdiéndose en el silencio al querer complementar tus palabras. Sientes el peso de sus miradas sobre tu espalda, esperando a que la más mínima falta les dé la excusa perfecta para deshacerte de ti con sólo jalarte hacia atrás.—. Y lo que dijo Shinazugawa-sama no es falso, mi fuerza vino de la carne de otros humanos, pero nunca tomé la vida de nadie en el proceso. De la misma forma en la que nunca hice nada que pudiese perjudicar a los cazadores.— La confianza aún no había vuelto de todo, tan sólo estabas tragando de vuelta todos tus nervios para sonar convincente.

Te gustaría poder ver la reacción de los Pilares detrás tuyo, cómo te juzgaban ahora que sus cabezas estaban frías cuando la noticia no era nueva como hace unas horas. Te gustaría tener seguridad del desenlace, pero no tienes nada más que tu pobre esperanza de que todo estará bien.

Decepcionarlos parecía ser incluso más aterrador que la muerte.

Un juicio que se trata de sólo la palabra de uno contra la del otro no llegará a ningún lado— No puedes adivinar nada con las pistas que una persona suele dejar al hablar, no hay nada que adivinar en su lenguaje corporal o en el tono de su voz. Es melodiosa y amable, de forma que mantienes tus impulsos a raya.—. Tu fuerza y rendimiento son una prueba en tu contra, por desgracia, ¿hay algo que tengas para demostrar lo opuesto?—

Algo tan vulgar como la fuerza no es la solución para todo, es una lección que se había quedado grabada en tu memoria desde los primeros años de tu entrenamiento.

¿El mejor momento para demostrarlo? Aquí y ahora.

—No realmente— La monotonía es evidente junto a la indiferencia en tu mirada. Mitsuri soltó un jadeo de sorpresa e intentó llamarte desde su sitio, ¿qué estabas haciendo? ¡Darle la razón a Sanemi sólo hará que sonría de esa forma aterradora de nuevo!—. Aceptaría la muerte si al hacerlo pudiera darles alguna pista del paradero de esa persona o de lo que planea, pero no soy tan útil. Por eso intenté serlo de otro modo. Lo lamento.—

—¿Esa es tu gran prueba? ¿En serio crees qué eso es suficiente excusa para demostrar que en serio eres inocente?— Se escucha detrás tuyo, la misma voz que ahora te impedía si quiera pronunciar tus últimas palabras. Sientes como tu labio superior se alza al igual que un lobo al gruñir, si no fuera porque estabas más cerca de la presencia de Ubuyashiki que de la de alguna de los Pilares ya habrías respondido a su provocación.

Obviamente no esperas que todo sea tan fácil, hacerlo sería faltarle el respeto a todos en la sede, pero por primera vez algo dependía totalmente de ti. Querías hacerlo valer, querías mantener la compostura y evitar ponerte a la defensiva. Era contraproducente, así como el intentar discutir con él.

Pero en ese instante que parecía estar a punto de desatar una discusión el rostro sereno del hombre frente a ti pareció mostrar sus verdaderos colores. Apenas lograste notarlo, sus cejas se alzaron un poco y su sonrisa se había atenuado.

—Sanemi— Ubuyashiki le pidió algo que no entendiste al ser una orden silenciosa, pero el de cabello blanco lo había escuchado. Cesando con sus comentarios.—... (T/N), si te pidiera que digas el nombre del demonio que te convirtió, ¿podrías hacerlo?—

Te quedaste paralizado al escucharlo, tus hombros se tensaron y un inmenso miedo se apoderó de ti en menos de un segundo. El vacío de tu pecho te atormentaba, impidiéndote respirar como te gustaría y haciéndote perder la concentración constante con la que mantenías tu peor lado a raya.

Te quedaste callado, tomando por sorpresa a las personas detrás de ti, ¿qué es lo que Oyakata-sama había hecho para hacerte perder así la compostura?

—(T/N)-kun, no es considerado dejar a alguien hablando solo.— Los segundos se silencio llegaron a casi ser minutos, así que Shinobu intervino para traerte de vuelta.

Tragaste en seco, deseando poder tener tu amuleto en ese momento para recuperar la calma. Casi querías rogar por que te arrojaran al sol, por que te encerrarán en la Montaña Fujisakane, por que te usaran para probar el veneno que fabricaba Kochō, pero el nudo en tu garganta y el insoportable terror que paralizaba tu cuerpo lo hacían imposibles de tan siquiera pensar.

—... A-Así es... — Vieron como tu cuerpo temblaba, cómo cerrabas los puños con tanta fuerza que casi te harías sangrar al encajar tus propias uñas, como tus pies adoptaron la pose para dar un paso en reversa, algo no se sentía bien con tu reacción. Todos sabían el nombre de esa persona, todos lo decían en voz alta todo el tiempo, ¿qué te hacía estar tan inquieto al respecto? ¿Acaso planeabas mentir, o era una prueba de Oyakata-sama?—. Esa noche... — Titubeaste, preparándote mentalmente para lo que seguía. El juicio había acabado, la sentencia había sido dictada.—... fui convertido por Kibut-

Ubuyashiki alzó su mano de inmediato, frenando tus palabras justo a tiempo. Y un suspiro de alivio se escapó de tus labios mientras tus manos se aferraban a la tela de tu uniforme, a la altura de tu corazón.

Inhalabas y exhalabas exageradamente, encorvándote sobre ti mismo y agradeciendo a todos los dioses que conocías por haber sido detenido. Tan aliviado de ello que, luego de mucho tiempo, habías comenzado a llorar como nunca lo habías hecho desde esa noche.

Estuvo tan cerca.

—Espero que eso haya resuelto todas sus inquietudes.—

Todos estaban igual de sorprendidos que tú, sabían que algo había ocurrido pero no estaban al tanto.

—¡Ya veo! ¡Estoy confundido!—

—Oyakata-sama, ¿qué quiere decir?—

... ¿qué?

¿Acaso ellos... ?

¿Ellos no lo saben?

—¡Estaba a punto de hablar sobre Muzan!, ¿por qué detenerlo?—

—Comenzó a temblar de la nada, habría sido más interesante si se transformaba en algo vistoso.—

—¿Es este un truco para buscar piedad?—

—¡(T/N)-kun, n-no los escuches! ¡Está bien llorar! ¡L-Lo estás haciendo genial!—

—Kanroji, por favor... —

—... qué extraño.—

Todos los Pilares dejaron salir sus pensamientos, preguntas para ti, para Ubuyashiki, tratando de unir los puntos que ahora lucían tan diferentes entre sí. El enigma sólo parecía volverse más tedioso conforme el tiempo pasaba. Sus voces parecen lejanas para ti, tus oídos están nublados al igual que tu visión, estuvo tan cerca, tanto que te preguntabas qué habría sido de ti si no hubieras respondido al gesto del Patrón.

Te preguntabas qué tan desastrosa y grotesca habría sido la escena.

—¿Saben la forma en la que Kibutsuji puede mantener bajo su control a todos los demonios sin temor a que lo expongan o traicionen?—

Cada vez la maldición era mencionada te daban escalofríos, habrías aprendido sobre ella a la mala, en una misión cualquiera. Eso fue lo más impactante, ocurrió de un segundo al otro, un comentario impulsivo que llevó a un demonio que estabas persiguiendo a ser masacrado frente a tus ojos.

Sólo había tenido que mencionar su nombre y la tortura era el resultado de su incompetencia.

—... y a pesar de ello, no intentó buscar una alternativa a mi petición— Tus pensamientos habían ensordecido tus oídos, y para cuando te diste cuenta algo había hecho que una sorpresa compartida se reflejara en el rostro de los Pilares. Volviste tu mirada a Ubuyashiki, su porte había vuelto a ser el mismo que antes, satisfecho con el desenlace.—. (T/N), creo que todos estamos en la misma página ahora, pero aún hay algo que debemos solucionar.—

—¿Si?... —

—Tengo que pedirte que abandones a los Cazadores de Demonios.—

—...—

No entendías por qué estabas tan dolido al respecto, incluso después de esperar algo aún peor, incluso dispuesto a perder el resto de tu humanidad, pero ser finalmente despedido fue difícil de digerir.

Tensaste tus labios en una perfecta línea recta y agachaste la cabeza. Tus sentimientos son confusos, alivio, alegría, pesar, tristeza, frustración.

—¡P-Pero, Oyakata-sama... !— Kanroji estaba lista para debatir al respecto, pero el mismo gesto que solicitaba paciencia de su parte le hizo detenerse a medio camino.

—¿Lo dejará ir así cómo si nada? Sus conclusiones siguen siendo un enigma para mí, Oyakata-sama.—

—Lo lamento, permítanme corregirme— Regresó sobre sus palabras, cerrando los ojos y levantando una de sus manos para dejarte ver sus movimientos mejor que nadie. Había dejado sólo algunos de sus dedos alzados.—. Por cómo lo veo, tienes tres opciones, (T/N).—

—...—

Dejó sólo uno apuntando hacia el techo, abriendo sus ojos e inclinándose hacia delante un poco. En cualquier momento la luz del sol podría alcanzarte, pero él se tomaba su tiempo.

—Irte y encontrar una manera más efectiva para controlar tus instintos y de fortalecerte sin necesitar de la carne humana. Sólo entonces te permitiremos ser parte de los cazadores de nuevo. En este caso podría darte un poco de ayuda, hay alguien allá afuera que entiende casos como tú, es una buena aliada nuestra.—

Tenía sentido, era peligroso para tus compañeros que siguieras en servicio si aún cedías a tus arrebatos de ira y de hambre, y no negarías el hecho de que esta "aliada" te llenaba de curiosidad. Lo demás no te sorprendía en lo absoluto, así que seguiste escuchando lo que decía.

Subió otro dedo, ahora eran dos.

—Si crees que tu voluntad es lo suficientemente fuerte y capaz de lidiar con tus instintos y de no volver a causar ningún accidente, puedes quedarte. Pero estarás bajo el ojo de los Pilares en todo momento, esperaremos más que perfección de tu parte ahora que sabemos de tus verdaderas capacidades; estar al nivel de ellos, si necesitas un punto de comparación. Un sólo reporte más en tu contra y será el fin.— Esta vez entrecerró los ojos, no hubo otro cambio, pero pudiste sentir la seriedad en sus palabras.

Y, por último, dejó a la vista tres dedos. Marcando el fin de las opciones.

—O bien, si sientes que la situación te sobrepasa y no crees ser capaz de triunfar en ninguno de los dos caminos puedes decirlo. Si tu existencia es un martirio que te atormenta y del que quieres liberarte, entonces te ayudaremos a tener una muerte digna. Desear el descanso no tiene nada de malo.—

Al terminar bajó su brazo, regresando ambas manos a su regazo y dejando el resto en ti.

Tres opciones, esperando una respuesta inmediata. La presión podría aplastarte y acabar contigo en ese momento, ¿qué hacer? ¿qué era lo mejor para todos?

Miraste por encima de tu hombro, aún algo perdido y temeroso, deseando por que alguno de ellos te dijera qué escoger. Deseando de nuevo que te ordenaran al pie de la letra para poder refugiarte.

Redención. Tus ojos se encontraron con los de la Pilar del Amor, sólo asintió levemente, diciéndote que ninguna opción sería un desperdicio pero que pensaras qué era lo mejor para ti en ese momento. Casi cómo si sus ojos entristecidos quisieran confortarte.

Perfección. Tus ojos encontraron al Pilar del Viento, quién desvió la mirada y chasqueó la lengua. Sabías que tomaría en serio las palabras del Patrón, no tendría piedad pero sería la oportunidad perfecta para mostrarle que siempre estuvo equivocado.

Huir. Volviste la vista al frente, Ubuyashiki permanecía sereno, no había maldad en su presencia, era apacible y tranquila, brindando seguridad y ayudándote involuntariamente a no quebrarte en tu sitio.

Suspiraste, utilizando tu última reserva de energía para esconder tus rasgos demoniacos una vez más. Alzando la mirada y llevando una mano a tu pecho es cómo le das forma a tu respuesta antes de hablar.

No había vuelta atrás, estabas por tu cuenta, todo dependía de ti, y eso hacía que tu corazón saltara de emoción. Con la adrenalina y la determinación expresándose con una expresión intensa en tu rostro encaras al mundo. Diciéndole que ya no tenías nada qué esconder.

—Elijo... —





















































▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro