•『 Pt.1 - Un culpable sin crimen 』•
【 Kimetsu no Yaiba 】
Ser parte de los cazadores y jamás haber escuchado este rumor es casi imposible.
Hay un distinguido espadachín entre sus filas, un rango Hinoe que pasaba desapercibido la mayoría del tiempo. De aura aburrida y amenazante en partes iguales, pero que conocía a todos de pies a cabeza, presumiendo de una memoria extraordinaria que podía compararse a la dedicación del Patrón por conocer la historia de cada uno de sus niños.
En contraparte, este espadachín sólo usa la información para juzgarte. Tu rango, el color de tu katana, el tipo de respiración que dominas, incluso los kanjis de tu nombre son algo que él discutirá si no te cree digno de ellos.
Alguien orgulloso y que pasa todo su tiempo libre entrenando, de temperamento impredecible y con una extraordinaria habilidad para que le pierdan el rastro hasta que él mismo se reporte con su cuervo. Extrañamente pulcro y de fuerza casi comparable a la de un Pilar.
Se trata de (T/A) (T/N). El joven que de alguna forma era un espadachín ejemplar y un mal cazador al mismo tiempo.
Gracias a él existe la frase conocida entre los de rango menor, "los cazadores no se agrupan". Dicha un día de tormenta, luego de que alguien de su mismo nivel en la jerarquía trató de charlar con él ociosamente al terminar una misión. Su mirada era filosa y cruel al igual que su voz, un tono frío e irritado que hizo temblar al pobre incauto que sólo intentó ser amable. Sin saber que se ganaría la fama de ser tachado como el mejor candidato para ser el sucesor del Pilar del Viento, siendo que muchos coinciden en que sus personalidades son parecidas de cierto modo.
Eso nos lleva al encuentro de un pobre Kanoe con dicho espadachín. La experiencia que Murata siempre cuenta cuando alguien le pregunta sobre (T/A) es tan exacta que casi parece tatuado en los recuerdos del de cabello oscuro.
—Fuera de mi camino— Escuchó a sus espaldas aquella noche, siento tomado por detrás del cuello de su uniforme y obligado a agacharse, librándolo de recibir un ataque de la técnica de sangre del demonio frente suyo. Sus oídos aturdidos alcanzaron a distinguir un golpe metálico tan agudo que le hizo temblar, para luego ser levantado sin esfuerzo alguno. Como si se tratase de un simple muñeco de trapo.—. Si ni siquiera eres capaz de manifestar tu aliento entonces sal de aquí. No perderé tiempo llevándote a la sede a que te atiendan, ¿oíste?—
Nunca supo qué clase de movimientos tuvo que hacer para que al final ambos quedaran cara a cara, el semblante serio y algo molesto de (T/A) casi parecían atravesar su alma, mientras que su mano no dominante lo sostenía del uniforme y con la otra aún empuñaba su katana, la que relucía un color negro brillante y característico. Murata, aún en shock, sólo pudo asentir antes de ser libre del agarre firme de su senpai.
Para su sorpresa no fue arrojado con brusquedad para apartarlo de la batalla, todo lo contrario, (T/N) lo había soltado con cautela. Como si reaccionara apenas a sus propias acciones y tratase de decir algo que no podía, entonces el de cabello oscuro pudo notarlo, como un sentimiento deprimente y extraño nubló la expresión del chico frente suyo.
Cómo si el rostro lleno de miedo de Murata le hubiese recordado algo doloroso.
Pero todo esto fue en vano cuando el Hinoe reaccionó a la presencia de un demonio débil que saltó de la nada de entre las sombras. Recuperando su propia aura asesina y violenta en un parpadeo, tan rápido que casi pareció estar apunto de atacar a su compañero.
Un cambio tan drástico que fue como si se tratase de otra persona. Cómo si algo dentro suyo tomará el control de sus movimientos para que pasaran de cuidadosos a brutales.
—¿Y qué pasó después?— Preguntó Tanjiro una vez encontró el momento para evitar interrumpir al mayor.
Murata dio un salto de la impresión.
—¡E-Eh! B-Bueno, tuve... — Hizo una pausa y una de sus manos rascó por detrás de su cabeza, titubeando y tropezando en su respuesta.—... tuve que apartarme de ese sitio.—
—Tsk. Te dio miedo alguien que estaba de tu lado, cobarde.— Escucharon a Inosuke, hablando con tanta indiferencia que fácilmente se podía ver la burla en sus palabras. De inmediato Murata saltó en su sitio para defenderse.
—¡No entiendes nada de lo que dices!— Su voz termina siendo más alta de lo que esperaba al principio, y algo avergonzado termina deteniéndose para modular mejor. No quería ser echado a patadas por las ayudantes de la finca.—. A lo que me refiero es que (T/A)-san es conocido también por atacar frenéticamente. Todo su estilo se basa en pelear en solitario, ¡por eso acercarse mientras está en una misión es muy peligroso!— Murata hace tanto ademanes que Tanjiro casi no logra seguirle el ritmo, pero por alguna razón lejos de asustarle parece tener más curiosidad al respecto. Entonces el de pelo negro se encoge en su asiento para susurrar, temiendo que lo descubran.—. Escuché que incluso ha sido llamado a la sede por tener demasiados reportes en su contra. Al parecer rompió la regla de no atacar a otros cazadores tantas veces que está a punto de ser expulsado de la organización.—
—No sabía que podías ser despedido... —Habló de la nada Zenitsu, apareciendo por el marco de la puerta y tomando por sorpresa al mayor. El rubio pareció sentir cierto alivio al escucharlo, pero sabía que ser echado sólo le daría otra razón a su maestro para golpearlo de nuevo, así que desechó la idea tan pronto como su afinado oído la escuchó.
—Debes hacer algo realmente grave para ello. Muchos dicen que no lo han hecho sólo porque no pueden permitirse el sacarlo, sería perder un buen cazador con potencial para convertirse en Pilar.— Respondió Murata de vuelta, para luego volver su mirada a Tanjiro.
—Suena como alguien problemático... — Sonaba como el tipo de persona que no creería que su hermana era capaz de controlar sus instintos. Casi como aquel hombre de cicatrices en el cuerpo, Tanjiro frunció un poco su ceño, sólo aquel recuerdo era suficiente para hacerle temblar de rabia.
—Lo es— Afirmó Murata, inclinándose hacia delante y con una expresión nerviosa en el rostro.—. Tómenlo como un consejo, si se lo encuentran es mejor no molestarlo.—
Tanjiro estuvo apunto de hablar de nuevo para debatir hasta que una tos fingida sonó desde la entrada de la habitación. Tomando a todos por sorpresa. En la puerta estaba Aoi, con las manos en la cintura en su pose típica de autoridad.
—No deberían esparcir rumores de otros cazadores— Dijo, con una voz estricta y seria en partes iguales. Su mangas estaban subidas hasta sus codos y detrás de ella había una canasta con la ropa seca de las camas.—. Cada vez que hablan de él siempre le agregan algo nuevo, comienza a ser molesto.—
—¿Tú lo conoces, Aoi-san?— Preguntó Tanjiro, pero la joven primero levantó la canasta antes de seguir con la conversación.
—Es como cualquier otro cazador— Responde simple y sin rodeos. Lista para volver a su trabajo.—. Las veces en las que lo hemos atendido se la ha pasado callado y entrenando solo por las noches, por eso todos creen que es aterrador.—
—¡Si eso son sólo cuentos entonces no es un rival digno para pelear!—
—R-Real o no, no creo que alguien con esa fama pueda ser amistoso... —
Inosuke y Zenitsu dejaron salir sus pensamientos sin problema alguno, pero la chica simplemente negó a sus palabras.
—Créanme, son rumores. Él se lastima y se recupera como todos, sólo tiene la mala suerte de que los demás esparzan cosas sin sentido a sus espaldas.— Aoi le dedicó una dura mirada a Murata antes de retirarse, haciéndole una seña de que ya debía irse. El cazador obedeció a regañadientes y bastante decaído. Se levantó del taburete donde estaba sentado, no sin antes despedirse de los tres chicos que se hallaban en recuperación.
Al final Tanjiro se encontró perdido en sus pensamientos. Sin duda podrían aprender una cosa o dos de alguien tan versado, pero no sabría decir si valía la pena el riesgo a que alguien tan temperamental descubra a Nezuko. La idea le revolvió el estómago, y pronto se vio en la necesidad de recostarse de nuevo para dormir un poco más luego de que la debilidad le hiciera balancearse aún sentado sobre la cama.
Sería incorrecto quedarse sólo con la versión de Murata, así que esperaría el momento indicado para resolver todas sus dudas.
Juzgar a los demás sin conocerlos no estaba bien después de todo.
[...]
—No es suficiente— Pronunció al encarar la oscuridad, con sus sentidos ajustándose lentamente al hábitat de aquellas bestias. Su cuerpo se tambaleaba de vez en cuando, pero su voluntad se negaba a perder la pose defensiva, su garganta ardía después de horas de desahogar la fuerza de sus movimientos a base de gritos, las ampollas de sus manos sangraban, su propia respiración se hacía cada vez más exagerada y sonora.—. Nunca lo será, no para ellos, no para mí... —
Todo con el paisaje de árboles frondosos e interminables que yacía frente suyo, pues detrás de él sólo habían unas ruinas que ya había revisado. Las voces de sus compañeros eran confusas y lejanas, el olor a muerte invadía su olfato y el frío viento de la madrugada erizaba su piel. Pero nada era capaz de hacerlo titubear.
—No son más que eso. Sólo a eso pueden aspirar. Fuego.—
Tan perdido en su nublada realidad que no sintió la presencia de los kakushi detrás suyo. Sólo reaccionaría a la sed de sangre, a la amenaza inmediata y a cualquier cosa que se acercase violentamente. Lo demás no merecía atención, lo demás no valía la pena.
—¿Quién va a llamarlo?— Preguntó entre susurros una joven con el rostro cubierto, maldiciendo a su vez su suerte al tener que ser quien trajera de vuelta a aquel cazador. El chico a su lado negó.
—No hay forma en la que me acerque, rebanará por la mitad a cualquiera que lo intente.—
—Pensé que todo este tiempo exageraban sobre él, pero parece incluso más aterrador que un demonio.—
Después de una larga noche de trabajo, aquel pueblo abandonado que había sido ocupado por demonios había sido limpiando completamente. Para fortuna de muchos los superiores ya no habían cometido el mismo error que el de la Montaña Natagumo. Desde aquel incidente que significó cientos de bajas ahora se les asignaban las misiones comunes a los de rango menor y, en contraparte, los de rango mayor se ocupaban de las más complejas. Fuese una multitud de demonios agrupados o el rumor de la presencia de una Luna Superior, sin importar qué fuera en realidad, pues los mayores obedecerían sin cuestionar nada.
Eran más disciplinados, y el llegar tan alto significaba que habían sobrevivido a cientos de filtros a comparación de un Mizunoto recién integrado. Era una simple cuestión de calidad sobre cantidad.
Claro que la destreza no servía para filtrar a su vez la actitud. Ese era el caso con el que trataban aquel par de kakushi que sólo querían cumplir con su deber.
—Ya sé. Lancemos primero un pedazo de carbón, y entonces-
—¡Oh, vaya! Miren, es (T/A)-kun— Escucharon justo detrás de ellos, una voz tan alegre como única que no fallaba en hacer brotar escalofríos en la espalda de cualquiera. De porte elegante y uniforme llamativo es como la presencia de Shinobu es notada mucho después de su verdadera llegada.—, ¿por qué no han atendido sus heridas?—
Su pregunta no lleva malicia, su cabeza se había ladeado levemente y su mano ahora descansaba cerca de sus labios. Pero incluso si mostraba curiosidad sólo era la fachada de una superior plantando terror.
El par de kakushi sólo pudieron sentir sus nervios aumentar mientras que el miedo los orillaba a buscar una excusa rápida. Entonces el chico apuntó hacia el claro del bosque donde el cazador mantenía su guardia.
—No responde a nuestros llamados, parece seguir aturdido por algo.—
—Oh, no. Esa es sólo otra razón para atenderlo inmediatamente— Su voz seguía siendo suave y animada, pero el regaño era obvio. La mujer alcanzó algo dentro de su haori, sacando una bolsita que tenía el típico sello de las flores que tanto odiaban los demonios antes de comenzar a caminar con normalidad hacia el chico.—. ¿Hola, hola? ¿Hay alguien ahí?—
Tal y como era de esperarse, (T/N) reaccionó impulsivamente a la nueva presencia y de inmediato había empuñado su espada para atacar. Su tajo corto el aire y el sonido característico alcanzó un volumen extraordinario, pero cuando se volteó por completo sus ojos no encontraron nada más que a los kakushi que aún guardaban una considerada distancia de él.
Shinobu entonces posó su mano en su hombro, llamándolo silenciosamente por detrás suyo.
—Tienes tanta energía como siempre, ¡es bueno saberlo!— Habló la Pilar, ganándose la mirada aún confundida del chico.—. Pero mira esto, (T/A)-kun, todos traen una igual, así que ya no debes vigilar mientras ayudamos a los heridos, ¿de acuerdo?— La bolsita de glicinas quedó en primer plano, así como si fuese un animal salvaje al que tranquilizar, pues de inmediato la katana del chico cayó al suelo una vez su agarre perdió fuerza. Y después fue su turno, desplomándose de rodillas, apoyando ambas manos en la tierra y comenzando a toser sin control, hasta que una salpicadura de sangre fue visible. El abuso de su técnica terminaba en un desgaste auto destructivo para su cuerpo, pero sólo unos pocos sabían de ello. Sin saber que ahora lidiaría con un nuevo rumor—. Eso es, no te esfuerces de más— Arrulló al final como toda una hermana mayor y luego dirigió su atención de vuelta a los kakushi mientras se apartaba de la escena. La sonrisa en sus labios era sutil y algo burlona.—. Ahí lo tienen, véndenlo y llévenlo con el resto, por favor.—
El par asintió, haciendo una reverencia y obedeciendo sin más demora.
(T/N) seguía sufriendo con sus ataques a unos metros de ellos, cerrando sus dedos y atrapando la tierra bajo sus manos, creando diminutos charcos de lodo a medida que su saliva y su sudor brotaban. Su cuerpo había llegado más allá del límite, pero ninguna técnica de respiración podría ayudarlo a recuperar el aliento cuando en primer lugar todo el oxígeno era como fuego entrando a sus pulmones. Su visión periférica era borrosa y se obligó a no reaccionar cuando sintió el par de manos ayudándole a ponerse de pie.
Debía seguir peleando, debía ser capaz de al menos poder levantarse por su cuenta. Pero en ese momento se sentía como algo imposible, dándole otra razón para entrenar aún más. Sin importar el dolor, sin importar lo exhausto que estaba, era un cazador de demonios, la última línea de defensa de la humanidad. No habría forma que le convencieran en qué debía descansar, algo así no está permitido si mientras él duerme alguien tiene que morir por no estar en servicio.
Pero aunque intentará liberarse ya era inútil, ya habían atado sus brazos detrás de su espalda con una venda para evitar más accidentes, mientras que el chico del par de kakushi lo cargaba de vuelta a la zona de primeros auxilios.
Y sin otra opción, siguió murmurando incoherencias, palabras al azar y casi inventando unas nuevas. Haciendo estremecer a la persona que lo llevaba en sus espaldas cuando su aliento pesado y deprimente sopló sobre su oído.
"¡Qué miedo, qué miedo!" Lloriqueaba para sus adentros, apresurando el paso.
[...]
Cuando Zenitsu no puede conciliar el sueño suele caminar en círculos por los pasillos de la Finca Mariposa hasta que se aburra lo suficiente como para ver el dormir como su mejor opción. Justo como en aquella noche de luna llena, merodeando descalzo y cuidando de no hacer rechinar la madera del piso, contando sus pasos y pensando sobre las últimas cosas por las que había pasado.
No era fanático de traer de vuelta el pasado, pero en momentos así no tiene de otra.
Tal vez si camina lo suficiente pueda encontrar la habitación donde Nezuko suele descansar por el día, la idea le hizo sonreír como el tonto enamorado que era y se vio avanzando en automático unos minutos más.
Estaba cerca de alcanzar mil pasos hasta que su piel se erizó cuando su oído bien afinado encontró una conversación discreta que atravesaba el jardín trasero, no tan cuidadosos en su andar pero si con sus palabras. El rubio cubrió su boca para evitar soltar un chillido del susto y entonces se vio en un debate sobre si estaba bien seguir escuchando o si debería volver a su cama.
—¡Te lo digo! ¡Es literalmente la marioneta de los Pilares!—
—¡Ya basta, alguien va a escucharte!—
—¡Hablo en serio! Debiste haberlo visto, ese sujeto (T/A) estaba completamente fuera de sí hasta que Shinobu-sama le dijo que se calmara. Incluso la atacó, pero ella no hizo nada al respecto.—
—¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Hacerle levantar los brazos y ordenarle que se disculpara?—
La curiosidad no era propia de alguien quien constantemente quiere evitar los problemas, pero Zenitsu se vio atrapado por lo que aquellas voces decían, cada vez eran más lejanas, cada vez era más difícil escuchar y fue entonces cuando el rubio se atrevió a deslizar un poco la puerta corrediza para espiar. Algo dentro de suyo se tranquilizó al confirmar que eran humanos, pero la confusión persistente le hizo concentrarse aún más.
—Una vez escuché que fue entrenado por todos los Pilares luego de que se quejaran con el Patrón sobre la poca habilidad de los recién ingresados, ¡debieron lavarle el cerebro a un cazador novato para tener un arma definitiva que no sienta dolor o miedo a morir!—
—¡Ya deja eso, hablo en serio! ¡Se me están poniendo los pelos de punta!—
Y si sumaban al rubio, ya eran dos.
¿Un cazador sin sentimientos y obediente? ¡Eso sonaba peor que un demonio! De pronto se vio mordiendo sus uñas y temblando sin parar, con los nervios haciéndole sudar en frío y gastándole bromas pesadas a su asustadiza mente.
Lo único que podía consolarlo era que esa persona aterradora parecía estar perdida todo el tiempo, si tenía suerte no coincidirían en ninguna misión. La diferencia de rangos es significativa como para no terminar cruzando caminos, si, eso es. Mantente unido, Agatsuma Zenitsu, ¡no hay de qué temer!
Lo malo es que cantó victoria demasiado rápido.
—Al menos no es de los que suelen lastimarse seguido. Se quedará un tiempo reposando antes de que le den permiso de volver a pelear.—
El cazador aterrador estaba en la finca.
Oh, vaya.
¡Obviamente el cazador aterrador del que todos les dijeron que se mantuvieran alejados estaba en el mismo sitio que ellos! ¡Su suerte es la mejor de todas! ¡No podría pedir nada más que esto!
Y quejarse directamente con el destino tampoco es buena idea.
Pues casi de inmediato, con una diferencia de apenas segundos, el murmullo de las voces alejándose fue remplazada por un nuevo sonido. Susurros frívolos que soltaban acusaciones sin parar junto a un par de pisadas lentas y de ritmo perfecto. Cubrió su boca y mordió su mano para evitar dejarse al descubierto, pero antes de tan siquiera poder correr aterrado ya había chocado con la nueva presencia a su lado cuando intentó darse la vuelta.
Una silueta que lo rebasaba por una cabeza, con la luz apenas visible iluminándolo por detrás y dejando a oscuras su expresión monótona y exhausta. Zenitsu no se movió, no gritó, apenas pudo balbucear antes de que impulsivamente llevar sus manos a sus oídos.
El sonido de aquella persona...
Era un total caos.
Le taladraba su sentido de una forma tenebrosa, como una orquesta desafinada o como una enorme maquinaria de vapor que se caía a pedazos. Era doloroso, era extraño, tanto como para saber que esa presencia no era un fantasma o un espíritu, había vida en aquel cuerpo. Incluso si sus movimientos hacían parecer todo lo contrario.
—¿Tú también... duermes de día?— Dijo, con una voz apagada y seria, casi como si lo amenazara. El que parecía ser (T/N) ahora se había encorvado hacia adelante para quedar más cerca del rubio, pero Zenitsu temía que una respuesta errónea lo llevase a su perdición.
¿Dormir de día? ¿Acaso le estaba preguntando si era un demonio? ¿Era una prueba? ¿Cuál era la respuesta correcta? Cientos de preguntas llenaron la cabeza del menor hasta que su cuerpo temblando fue lo que pudo dar como respuesta.
—Mi reloj biológico se volteó hace mucho tiempo, así que entrenaré en el patio hasta sentirme cansado— Explicó (T/N), ahora con simpleza, casi como si fuera una obviedad.—. Pero si tú no eres así entonces no pierdas el tiempo, oblígate a dormir o tu recuperación tardará aún más... ¿será que eso quieres? ¿Planeas sabotear tu cuerpo para poder librarte de un par de misiones? Eres decepcionante.—
Veneno, sus palabras ardían como si le salpicaran veneno en la piel. Ni siquiera eran los peores insultos con los que le hubieran atacado alguna vez en su vida, pero algo en su figura era amenazante. La forma en la que se inclinaba aún más y cómo sus facciones ganaban intensidad, casi como si sus ojos brillaran en la oscuridad.
Cuando levantó su mano ya podía esperar a ser golpeado con una fuerza sobrehumana, Zenitsu se encogió en su lugar y cerró los ojos con fuerza, esperando el impacto. A pesar de esto, sintió sus músculos tensarse, listos para reaccionar y al menos esquivar el golpe. Temía por el resultado de su audacia, tanto que ya casi podía sentir las lágrimas brotar de sus ojos.
Pero en cambio sólo sintió una mano posarse en su hombro para luego apartarlo de en medio del pasillo. Siendo dejado atrás a medida que (T/N) avanzaba, caminando sin rumbo.
Entonces Zenitsu se desmayó, luego de haber acumulado tanto terror y no liberarlo por lo que parecieron décadas de silencio. Quedando a su suerte en el suelo.
La mañana siguiente recibió un severo regaño por parte de Aoi, dejando el encuentro de la noche anterior con la sensación de que pudo haber sido un sueño, incluso si algo dentro suyo le decía todo lo contrario.
[...]
—¡Deja de preguntarme sobre él y toma la medicina!—
—¡P-Pero fue horrible, casi muero ahí! ¿¡Por qué te importa tan poco!? ¡Tienes que decirme qué tiene ese sujeto en la cabeza! ¡¡Es peor que un demonio!!—
Aoi gruñó.
—¡Si tienes tanta curiosidad entonces ve a la habitación que ocupa y pregúntale tú mismo!—
—¿¡Planeas que vaya solo y lo despierte?! ¡Quieres que muera, ¿no es cierto?! ¿¡Tú le llevas a los demás enfermos para que los devore!?—
—Zenitsu, baja la voz.— Interviene finalmente Tanjiro, en sus manos estaba la tasa vacía de donde había tomado su propia medicina y un poco más lejos estaba Inosuke parloteando que un montón de agua de hojas y lodo no podría con él, tomándosela de una.
Cada día la recuperación se volvía más notable, la resistencia aumentaba y lentamente el dolor en sus músculos se esfumaba. Las heridas se cerraban y el espíritu guerrero crecía conforme la luna y el sol intercambiaban puestos en el cielo. Pero esto, lejos de ayudar a Zenitsu, sólo lo hacía sentirse más tenso al respecto. Sumando el asunto de los rumores y el cazador demoniaco, nada parecía ser capaz de mantenerlo a raya últimamente.
Aoi dejó una última amenaza antes de retirarse, dejando al chico agobiado con las preguntas que no pretendía responder. Derrotado, y esperando a su sentencia, Zenitsu fue bendecido cuando las tres pequeñas ayudantes de la finca se asomaron por el marco de la puerta.
—A (T/N) le cuesta hablar con la gente.— Murmuró la de pelo suelto, revisando el pasillo una última vez en caso de que volviera la mayor.
—Si, si, y ayer en la noche llegó muy herido. La medicina debió haberlo hecho actuar un poco raro por lo fuerte que era.— Agregó la de broches verdes.
—¡Deberían entrenar con él! ¡Ha aprendido a lidiar con el dolor y su resistencia es increíble!—
—Pero Zenitsu dijo que lo escuchó decir que él duerme durante día, no creo que sea educado interrumpir el descanso de (T/A)-san de la nada.— La voz de la razón dentro de Tanjiro salió a la superficie una vez más, inclinándose hacia adelante y meditando sus opciones.
Las tres ayudantes se detuvieron a pensar, y unos segundos después Sumi saltó en su sitio. Casi con una bombilla sobre su cabeza.
—¡Suele despertar en la hora del almuerzo!—
—Cierto, no le gusta causar problemas comiendo fuera del horario que tenemos aquí.— Siguió Naho.
—¡Le pediremos que salga a almorzar con ustedes en una sala común! ¡Ahí podrían preguntarle!—
Tanjiro pudo escuchar las quejas de Inosuke sobre no necesitar la ayuda de alguien que se esconde como un murciélago y las súplicas de Zenitsu por dejar las cosas como estaban, pero eso no le impidió sonreír a la idea.
—¡Eso suena bien! Incluso si no podemos entrenar juntos, podríamos pedirle algún consejo, ¿ustedes que dicen?— El mayor de los Kamado se voltea hacia sus amigos, encontrando dos reacciones diferentes.
—Nos devorará. Nos confundirá con comida y se tragará nuestras almas. Será nuestra última cena... —
—¡No necesito los consejos de alguien como él, pero si le gano en una pelea le demostraré a todos quién es el mejor!—
La mayoría de votos ganaba, y un tembloroso Zenitsu maldecía para sus adentro la democracia.
[...]
Sumi, Naho y Kiyo estaban decididas, y el acercarse lentamente a la habitación individual y estéril al final del pasillo no les daba ni la más mínima pizca de nervios o terror. Confiaban en la naturaleza socialmente torpe del cazador que descansaba dentro, tanto como para que al tocar pudieran entrar luego de un rato.
Las cortinas estaban completamente cerradas, pero el ligero brillo del sol contra la tela blanca era suficiente para darle un toque anaranjado al cuarto. En la cama individual yacía una figura que dormía con la espalda recargada en la pared, sentada sobre las sábanas, con la típica intensidad de la respiración de concentración total inundando el silencio de la habitación.
Kiyo se adentró, con Naho y Sumi esperando en la puerta. Sus silenciosos pasos la ayudaron a alcanzar el borde de la cama y entonces notó el típico saco lleno de glicinas entre las manos de (T/N). Algo curiosa por la pose y el objeto fue cómo terminó llamándolo entre susurros.
—Buenos días— Saludó, y lentamente los párpados del joven comenzaron a abrirse, parpadeando en ráfaga para recobrar sus sentidos. La debilidad no le permitía reaccionar de inmediato a la presencia de alguien más, al menos no por ahora.—. Es la hora del almuerzo, ¿te sientes bien? ¡Pensábamos en presentarte a alguien! Están ansiosos de conocerte.—
—...—
¿Ansioso? ¿Alguien quería verlo? ¿Era acaso una trampa? ¿Shinobu les había dicho que le dijeran eso para llevarlo a una prueba?
Era la primera vez que escuchaba esas palabras, extrañado y aún confundido, se dejó llevar por la pequeña pizca de emoción en su pecho. Que alguien no mantuviera distancia con él era sin duda una sorpresa.
Tan sólo esperaba que el desperdicio de tiempo valiera la pena.
[...]
Aquí un adelanto: no lo había valido.
Sus sentidos estaban por todas partes, hacía frío, hacía calor, apestaba aún peor a medicina ahí afuera y el ruido de los trastes golpeándose le daba dolor de cabeza. A esto se debía sumar el hecho de que su visión siempre había sido muy sensible a la luz, fuese artificial o natural, no importa, porque sus ojos se cansarían en una cuestión de minutos.
Aún no sabe decir por qué había dejado a esas tres niñas guiarlo hasta esa sala. Lo único que hacía era permanecer sentado en uno de los extremos de la mesa cuadrada al nivel del suelo, con otros tres cojines en los lados restantes.
Podía sentirlo, como en cualquier momento alguno de los Pilares saltaría de la nada y lo atacaría. Nunca le han permitido descansar mucho. Es como si siempre esperaran perfección de su parte, y hace tiempo se había hecho tarde como para tratar de evadir sus expectativas.
Pero está bien, porque ese es el camino que eligió.
Tan sólo le gustaría poder cumplir sus deberes en silencio y sin nadie gritándole que debe ser más fuerte.
Debería volver a dormir, en este momento suena como su mejor opción, y la idea de no ser juzgado con la mirada sonaba más tranquilizante.
Pero, cuando estaba apunto de ponerse de pie, la puerta de madera simple se abre, dejando que un par de ojos carmesí se asomaran por el borde para revisar primero el interior.
—Con permiso— Dijo aquella persona, adentrándose con educación y cuidado hasta que pudo verlo completamente. Cicatriz en la frente y cabello de color peculiar, pero (T/N) no necesitaba estas cosas para diferenciarlo. Después de todo, él sabía sobre todos los cazadores.—, ¡es un placer, soy Kamado Tanjiro! Tú debes ser, (T/A)-san, gracias por aceptar almorzar con nosotros. En realidad somos tres contándome a mi, pero ellos... — ¿Como le explicaría que Zenitsu se aferraba a las grietas en el piso y que Inosuke intentaba zafarlo? Con lo duro que sonaba ser lo más sensato sería evitar la verdad.—... están ocupados en algo. Ya se unirán luego.—
—...—
—...—
Tanjiro permaneció parado en la entrada, esperando la mínima seña que lo invitara a adentrarse. Algún gesto, algo en el lenguaje corporal, incluso aquel olor amenazante disipándose le bastaría. Pero el de mayor rango permaneció estoico, como una estatua, apenas dejando ir su propia hostilidad.
Sin alguien sin decirle qué hacer, era difícil seguir con la situación.
—... Kamado. "Kama", ¿horno, estufa de carbón? Puerta, "do". Sanar, carbón, hijo varón... — Lo escuchó decir, con una voz fría, la típica que esperarías de alguien quien analizaba a fondo las cosas.
El contrario parpadeó en ráfaga, completamente confundido.
—E-Eh, ¡si, mi familia solía trabajar con el carbón! ¿Qué hay de (T/A)-san?—
Tanjiro, con movimientos tensos y algo temeroso, de atrevió a sentarse frente al mayor, del otro extremo de la mesa. A pesar de la extraña sensación en su pecho, fue capaz de sonreír como siempre hacía.
—... Mizunoto, usuario de la respiración del agua, una falta por la que fue llamado a la sede, ¿cuál había sido? No puedo recordarlo... —
—Uhm... Esa ocasión fue un malentendido... — Tanjiro se vio apoyando ambas manos en sus piernas, encogiéndose de hombros y buscando las palabras para no toca el tema.
No debe saber sobre Nezuko.
—... Hmp, no es de mi interés.—
—Muchos hablan cosas de ti, pero sé que no era justo sólo quedarme con los rumores. Entre tantas historias, ¡todos están de acuerdo en que eres realmente fuerte! Perdón el atrevimiento, pero me gustaría saber qué hiciste para lograrlo, si no es molestia.—
—...—
¿Había dicho algo malo? ¿Será que el asunto de los rumores era sensible para él? De pronto Tanjiro se recriminaba el ser tan insensible, tanto como para planear una forma de disculparse.
Pero, para su sorpresa, (T/N) había negado con la cabeza, cerrando los ojos. El ambiente se volvió de alguna manera más tenso, pero en un modo diferente.
—Mis métodos no te servirán. Busca otra manera.— Respondió, secamente, para luego volver a su estado neutro.
—A-Ah, vaya... — Una pizca de decepción se vio en una pelea interna en Tanjiro.—, ¿puedo saber por qué?—
—...— Tanto interés, tanta decisión en seguir fortaleciéndose. En verdad quería que sus compañeros fueran capaces de mejorar, eso significaría menos bajas y más vidas a salvo, pero sabía de antemano que él no debía ser usado como ejemplo.—. Incluso si intentas sin descanso a que tu cuerpo se adapte, el desgaste se hace más visible mediante el paso del tiempo— Levantó un poco la manga de su propia ropa de descanso, dejando a la vista lo pálida que era su piel.—. Lucho por muchos meses seguidos, incluso años, corriendo de un lado a otro, acumulando heridas. Mi cuerpo se niega a detenerse, apago mi mente, y entonces vuelvo aquí— Por primera vez alzó la mirada, recorriendo con sus ojos apagados el acabado de la habitación. Sin importarle que el menor esté prestando atención o no.—. El ciclo se repite. Una semana en reposo, y un par de años en batalla. Mi meta ahora es reducir la recuperación a cuatro días. Tal vez esta sea la ocasión adecuada para intentarlo.—
—...—
Sanidad, no había nada de eso en aquellos ojos nublados. Tan sólo dolor, culpa, un aroma tan amargo que ahogaba la fragancia de las glicinas que desprendían sus ropajes.
—Crea tus propios medios. No quieras saltarte el proceso sólo con un poco cordialidad.— Lo vio levantarse de su sitio en el extremo contrario de la mesa, con porte formal y severo a la vez. Tal como había predicho, un desperdicio de tiempo.
Tanjiro estuvo a punto de imitarlo.
—Espera, (T/A)-san-
Pero un impacto lo dejó paralizado a medio camino, el estruendoso forcejeo de dos personas peleando mano a mano llamó a la atención del mayor y haciendo saltar al de cabello cobrizo en su lugar, había reconocido las voces de inmediato.
Y lejos de intentar separarlos y darles un buen regaño como el senpai que era, (T/N) se quedó en sitio a medio pasillo, tallando sobre sus párpados y adaptando su cansada vista a la luz del día.
—¡Zenitsu, Inosuke, no peleen!— Tanjiro saltó en medio de la discusión, esquivando al mayor y acudiendo al llamado nervioso de las tres niñas que no sabían cómo lidiar con la situación. Apenas lo intentó se vio arrastrando a la pelea.
(T/A) se les quedó viendo unos segundos, repasó los detalles de los dos chicos restantes y entonces se dio media vuelta para no tener que lidiar con la discusión.
Aura amenazante y lúgubre, ojos perdidos en la nada y sus manos buscando instintivamente el cinturón de su uniforme para prepararse a desenvainar su espada. Si te metes en su camino va a juzgarte, si intentas hablar con él va a asesinarte con la mirada. Es mejor no lidiar con él, y así él no tendría que lidiar contigo. Las cosas siempre habían sido así.
Cuando los gritos se volvieron lo suficientemente lejanos y cuando el alboroto captó la atención del resto de personas en la finca, fue que pudo sacar el saco de glicinas de dentro de su manga izquierda. Sin detenerse, sin prestar atención a los demás, es como abre la bolsa y vierte un par de pétalos en la palma de su mano libre.
Entonces los arroja hacia su boca. Ignorando el sabor desagradable y la naturaleza amarga de la planta.
—Oi, ¿qué estás haciendo perdiendo el tiempo?— Sus manos reaccionaron de inmediato, escondiendo el saco una vez más y tragando de golpe. Detrás suyo brotó una voz dura y amenazante, hostilidad y brutalidad eran igual de visibles en cada palabra que pronunciaban, y con poco esfuerzo supo que se trataba del Pilar del Viento.
—...— Se giró para encararlo, a unos metros de distancia se posaba Sanemi. Con una mirada tan cruel como de costumbre, una que trataba de leer a través de la expresión perdida del Hinoe, sin éxito.
Pero (T/N) se quedó callado más de lo que tenía permitido. Analizando sus alrededores.
Hay un jardín detrás suyo, la puerta corrediza está a medio abrir.
—Tsk, haz lo que quieras, pero no te quedes aquí. Recupérate lo mínimo y vuelve a la batalla, ¿oíste?— Tan sólo asintió como respuesta y Sanemi pareció apreciar las pocas exigencias con las que tenía qué lidiar.—¿Dónde está Shinobu? No puedo encontrar a nadie en este lugar.—
Debe medir sus palabras.
—No lo sé.— Respondió, cediendo de nuevo al cansancio de sus ojos.
Tanta luz.
Shinazugawa gruñó, listo para marcharse y dejar atrás al que consideraba como el inadaptado que sabía utilizar una katana. La gente así le daba escalofríos, alguien dispuesto a escuchar ordenes podría ser apreciado normalmente, pero para él terminaba siendo un cobarde que prefería evitar las situaciones donde estuviera implicado en decidir.
Pero si debía darle crédito por algo es que no dudaba a la hora de asesinar demonios. Es lo único que valía la pena en él.
—... ¿Intentó enviar un mensaje con su cuervo?—
El Pilar interrumpió sus propios movimientos, volviendo su vista al menor y denotando cómo estaba a punto de dejar salir todo su estrés.
Espera, ¿lo había dicho en voz alta?...
(T/N) se vio maldiciendo en silencio, sus ojos cansados se abrieron ligeramente por percatarse de su atrevimiento. Su voz había sonado como si fuese una queja, algo que planeaba mantener para sí mismo, pero de algún modo su mente exhausta confundió sus acciones y terminó dejando salir a la luz su ofensa. Como si le estuviera jugando una broma luego de no descansar lo suficiente.
—¿Crees qué estaría aquí sin haber hecho eso primero? Yo no voy por ahí perdiendo el tiempo como tú, bastardo.— Sanemi dio un paso hacia su dirección, acercándose lentamente, sus pisadas eran firmes, seguras, pero aterradoras al mismo tiempo. Sin saber que hicieron brotar una chispa de preocupación dentro del Hinoe, no es como si algo así pudiera importarle, la sonrisa siniestra en el rostro del de cabello blanco era la mejor prueba de ello.
—...— (T/A) no dijo nada. Su silencio no serviría de nada ahora, pues incluso si aparentaba docilidad sólo le bastó un segundo de distracción para ser tomado del cuello de su ropa de enfermería. Su agarre era firme, brusco, hostil. Lo suficiente para que un creciente pánico atacara sus inestables nervios.
No debes estar en contra de un Pilar.
—Te ves mucho mejor ahora, ¿no lo crees? ¡Ya que tienes suficiente energía como para abrir la boca entonces haz algo útil y ve a buscarla por fuera!— Sanemi lo empujó, con fuerza y sin importarle si sus heridas ya habían cerrado o no. Casi logra hacerle perder el equilibrio, pero logró nivelarse justo a tiempo.
La naturaleza de las personas son un misterio, la voluntad y el propósito de los demás no son más que impulsos para las acciones y decisiones. Así que (T/N) no podía evitar cuestionarse qué había ocurrido como para que la -de por sí- explosiva personalidad del Pilar ahora se viese como una caja de pólvora esperando por la más mínima chispa para estallar.
Necesitaba algún salvador, alguien o algo que lo ayudaran a salir de aquella peligrosa situación. Deseando que fuese antes de que sus propios sentimientos reprimidos tomaran control de sus acciones.
Glicina.
¿Dónde está? El inexistente peso lo alarmó, y sus manos comenzaron a temblar.
¿Donde está su saco?
Buscó entre sus ropajes, pero el pequeño amuleto con el que cargaba a todos lados había desaparecido, y sus ojos lo encontraron casi de inmediato. En medio de ellos, a los pies de Shinazugawa.
—Oi, ¿qué no oíste lo que te ordené? ¿No eras tú nuestra marioneta?— Su risa fue seca, pero no exactamente burlona, más bien una advertencia poco convencional.
Para aguantar la luz necesita de las glicinas.
—...—
Y con las glicinas se volverá el mejor cazador de demonios que alguna vez haya existido.
Los rumores no importan, los malentendidos no importan, la soledad desoladora no importa. Nada de ello es un problema si significa que los demás están a salvo.
Pero ningún entrenamiento le había enseñado a cómo responder a las provocaciones de un superior.
No había nada parecido a eso.
Miró a sus espaldas, la puerta corrediza temblaba levemente por las ráfagas de viento que soplaban aquel día. Ninguna nube en el cielo, y el ahora de las plantas del jardín era tan armonioso como siempre. Pero dentro suyo el rechazo se hacía más y más fuerte, negándose a salir si no era necesario.
—Oh, entonces de verdad estabas aquí— Tus suplicas son respondidas y una angelical voz sale de detrás del mayor, captando su atención.—. Shinazugawa-san, tengo que pedirte que bajes la voz, por favor. Muchos siguen recuperándose.—
La sonrisa de Shinobu no resultaba nueva para nada, su lenguaje corporal incluso mostraba informalidad, como si de verdad estuviese feliz por la inesperada visita.
Pero la atención de (T/N) seguía plantada en la distancia que había entre él y su remedio. Una sensación desagradable brotó desde su garganta, náuseas, asco, un montón de saliva se formaba en su boca hasta que el impulso y la necesidad de abrirla se dejó ver. Un mareo, un malestar horrible sumado a la irritación en sus ojos lo hacía balancearse al igual que hace dos noches.
Tanta luz, tanta gente. Sus gritos le taladran la cabeza, la discusión en la otra sala resuena en sus oídos, los trastes chocando entre sí. Todo es borroso y nítido a la vez, todo está fuera de control.
—(T/A)-kun, ¡qué sorpresa verte despierto a esta hora!, ¿saliste a tomar algo de sol?— La mujer se inclinó un poco hacia un lado para alcanzar a ver al joven que aún permanecía paralizado en medio del pasillo, saludó con una de sus manos y entonces volvió a la conversación que tenía con Sanemi. Sin dejar en claro si era libre de irse o no.
Y por si las cosas no pudieran ir peor la discusión al lado de volvió cada vez más escandalosa, escuchándose cada vez más alto mientras más se acercaban.
—¡Van a meterse en problemas!—
—¡¡Entonces aléjalo de mi!!—
Y, de entre las súplicas, un grito de guerra es escuchado.
—¡Asalto de frente!—
Deténganse.
Sostuvo su cabeza, frotó sobre sus ojos, y un silencioso llanto se escapó de su garganta. El dolor sólo aumentó, y su sufrimiento siguió siendo soportado en completo silencio.
Pero nadie parece prestarle importancia, pues la extravagante imagen que tenían sobre él había traspasado incluso la más básicas de las empatías.
Si tan sólo su única habilidad fuera algo más que hacerse débil sin motivo tal vez podría...
—Alguien se levantó con energía hoy, me alegro.— Dijo Shinobu a los tres chicos que habían frenado en seco al toparse con el trío de mayores. Miedo, nervios, pánico, vergüenza, esas y más extrañas emociones podían verse en los rostros de los menores. Pero ya era tarde para disculpas, lo supieron al sentir el aura tenebrosa de la Pilar junto a la mueca furiosa del hombre a su lado, confundiendo a su vez la expresión de dolor que tenía el joven de al final con irritación al verlos.
Sus miradas estaban cerca de ser capaces de asesinar.
Pero (T/N) tenía problemas aún mayores. Unos con los cuales nadie podría ayudarle.
Tanta gente, tantos olores, tanto ruido, tantos colores, sus sentidos lo estaban torturando lentamente hasta que su mente se vio en un estado difícil de explicar, exhausta pero despierta más que nunca, pero no del modo que le gustaría. Sus pensamientos eran básicos, las palabras se conjugaban torpemente y sus ideas no podían pasar de cierta complejidad. Era difícil incluso mantener su respiración constante, ¿parpadea ahora o lo está haciendo muy seguido? ¿Lo que siente en sus brazos es comezón o simple calor? El clima, ¿es agradable o es tan extremo que ahora no era capaz de sentirlo?
Su cuerpo se encontraba en un debate eterno, uno que no significaba nada más que un martirio extendido. Pero lo soportaba, buscando alivio mientras daba pasos en reversa, lentos y silenciosos (o por lo menos lo que era capaz de hacer en ese momento).
Sal de ahí.
Se dijo, pero algo dentro suyo se lo impedía.
Hazlo ahora. Es tu oportunidad.
Siguió pensando, tratando de mantener sus pensamientos en orden, buscando una solución entre lo que su sentido común le decía, y cuando estuvo cerca de unirse de nuevo alguien volvió a detenerlo antes de que pudiera escapar de la situación.
—Oi, ¿a donde crees que vas?—
—(T/A)-kun, iba a esperar hasta la noche para cuando despertaras, pero ahora que estás aquí podremos llamar a los demás. Espera un momento, por favor.—
Tan crueles.
Tanto como no reaccionar a la incredulidad en su rostro, como para ignorar la mueca de incomodidad que se había apoderado de sus facciones cansadas.
¡Tal vez sólo debería... !
—¡Perdone mi interrupción!— Se escuchó exclamar a Tanjiro, alzando su brazo con una energía envidiable y esperando a que le dieran la palabra, pero cuando el par de Pilares se la concedieron en silencio tuvo que frenarse a poner en orden lo que quería decir.—, pero... (T/A)-san, ¿te encuentras bien?—
El mencionado negó, sorprendiendo al resto conforme su respiración se hacía más y más sonora. Y entonces los sentidos bien refinados de los más jóvenes fueron invadidos por una maliciosa sensación, una que apareció en un segundo y que pareció esfumarse al siguiente.
Zenitsu sintió un extraño hormigueo en las orejas, como si se hubiese exaltado de la nada y Tanjiro percibió un aroma amargo y picante en el aire, uno que le hizo doler la garganta.
¿Debería ponerse del lado de los cazadores de rango bajo o en el de los Pilares? ¿Qué es mejor? ¿Qué diferencia hay? No hay forma de explicarlo, no tiene manera de hacerlo.
—...—
(T/N) se tambaleó de un lado a otro en su sitio, con la mirada baja y con una enfermiza palidez pintando su piel.
Y en un parpadeo todos lo perdieron de vista, pues había corrido entre la pequeña multitud para huir de la situación, sin saber que dejaba detrás un rastro casi invisible.
—¡(T/A)-san, espera!—
Pasillos, murallas débiles, quebradizas. La zona segura de los cazadores no era más que un montón de pasillos sin vida por donde sus sentidos lo ayudaban a desplazarse, sentía los puntos más cercanos del calor, olía el aroma de las ropas de enfermería de los demás, sus ojos captaban el más mínimo movimiento, y a su vez se movía con cautela así como con una rapidez extraordinaria.
Escóndete. Aléjate de los pasos, haz lejanas aquellas voces gritando tu nombre, alcanza un lugar olvidado por dios y espera a que puedas ser libre de nuevo.
Escóndete, devora las flores, debilítate con su amargura, pero no vayas a esa cálida fuente de luz como si fueras una polilla. Niega tus instintos y sólo aparenta indiferencia.
Porque si no lo hacía iba a brotar algo más que sudor y lágrimas.
En un punto detuvo su carrera, encontrando una habitación vacía, pequeña y con su única ventana siendo cubierta con unas cortinas que eran lo suficientemente gruesas como para que un brillo anaranjado las atravesara. Por un segundo creyó que se trataba de la que él ocupaba, pero la presencia extrañamente familiar le hizo darse cuenta de que no era así.
Apoyando su espalda contra la puerta luego de haberla azotado, deslizándose hasta quedar en el suelo con las piernas retraídas hacia su pecho es como deja salir las lágrimas de dolor y estrés que había acumulado, la saliva se escapa de su boca luego de aguantar su amarga naturaleza tanto tiempo y al final sólo puede jadear por el cansancio.
¿Cansancio? Claro que no, una bestia como él no tiene límites, simplemente los aparenta.
—Ahora, ahora, ahora, débil, eres frágil, como una persona, te lastimas, te duele, te cansas, eres una persona más, eres un humano extraño, eso es todo. Ahora, ahora.— Trataba de convencerse, con la manos jalando mechones de pelo y encogiéndose aún más.
Algo tan mundano como el hambre no podía tomar control de todo su ser. Eso era imperdonable.
—¿Hmp?... —
Exaltado, (T/N) alza la mirada, encontrando unos enormes ojos llenos de curiosidad que le dedican una mirada dócil. El largo cabello negro de la joven alcanza el suelo cuando se arrodilla frente suyo, con la cabeza ladeada y sintiendo cierta sorpresa ante el encuentro.
Nezuko sabía qué era lo que se encontraba frente suyo, pero lejos de reaccionar violentamente sintió una tranquilidad familiar. La figura frente suyo temblaba de miedo y dolor, su expresión rebosaba de emociones y luchaba contra sí mismo para mantener a raya aquellos instintos.
Se miraron mutuamente en silencio, sorpresa de encontrar a alguien igual a ellos, aún extrañados por la espontaneidad del encuentro.
—T-Tú... ¿cómo es que... ? No hay forma de que... Nadie más... —
Entonces un punzante dolor hizo sus dientes sangrar, su boca se llenó del metálico sabor de aquel líquido que tanto repudiaba y de pronto se vio con la manos sosteniendo su mandíbula.
—¡...!—
¿Cómo lo había olvidado?
¿Cómo es que una presencia tan serena podía venir de un demonio como para hacerle bajar la guardia?
Su cuerpo se acostumbró a la presencia similar, en tan poco tiempo y de forma tan brusca que los colmillos de (T/N) habían vuelto a crecer. Al igual a cómo eran desde el primer día.
Nezuko se compadeció del sufrimiento ajeno, y su mano alcanzó la cabeza del mayor, atrayéndolo con simpleza a un abrazo firme al que (T/A) no reaccionó, más que nada porque estaba más concentrado en intentar mantener la calma. Sin siquiera notar como la joven murmuraba las sílabas que pretendían ser una melodía.
Sabiendo de antemano lo doloroso y horrible que era pelear para ganarle a los instintos sanguinarios al ser un demonio con consciencia.
Había sangre en todas partes, sus dientes volvieron a la forma adecuada para jugar el papel de depredador, sus garras comenzaban a crecer de nuevo, el aroma de las personas allá afuera era cada vez más embriagante. Y no podía hacer nada al respecto.
Nada más que encajar las uñas en la madera y morder su propia mano hasta que lograra controlar su hambre. Incapaz de creer que lo había hecho antes.
Entonces una aburrida historia llegó a su mente. Uno que había intentado olvidar.
Hace tiempo, existió un cazador promedio.
Un Kanoe que nunca tuvo nada que perder, pero que tampoco aspiraba a nada.
Alguien que adoraba su humanidad, que adoraba sentirse útil, pero que no tenía la ambición suficiente como para hacer grandes hazañas por su cuenta. Alguien que atesoraba el más mínimo halagado, alguien quien admiraba a sus superiores y que trataba de brindar ayuda a sus iguales.
Alguien quien fue envenenado con sangre mundana.
Pero que se negaba a aceptar la derrota.
Un cazador que fue el único sobreviviente de una gran misión que no fue completada con éxito, un joven que había profanado los cuerpos sin vida de sus compañeros para aliviar un hambre voraz e insaciable que crecía dentro de él, para luego limpiar cada rastro de sangre con tal de olvidar el crimen que había cometido.
Un joven que desgarraba sólo con los dientes la carne de los demás monstruos antes de acabar con ellos, con porte aburrido y frío, apagando sus emociones para no tener que lidiar con una nueva realidad.
Una verdad que se negaba a aceptar.
"Tú eres un demonio"
Resonó aquella voz tenebrosa en su mente, trayendo a su vez la imagen de unos ojos profundos y amenazantes que lo miraban con desprecio. Un recuerdo tan nítido que podría hacer temblar a cualquier.
(T/N) dejó salir un gruñido, el mismo que esperarías de una bestia preparándose para atacar, apartando la mano de la joven y haciéndola sobresaltar.
—¿¡Cómo lo haces!? ¡¿Cómo rompiste la maldición!? ¿¡Q-Qué haces con el hambre, cómo me deshago de esto!? ¡¡Dímelo!!—
Nezuko se apartó un poco más, no era una amenaza, no quería atacar a ningún humano, pero en sus ojos había un brillo de histeria que nunca había visto antes. Uno del que no sabía cómo reaccionar exactamente.
La joven retrocedía y el demonio revelado frente suyo trataba de alcanzarla, intercalando entre las preguntas desesperadas y los constantes rugidos de dolor al sentir como su cuerpo regresaba a su estado original, colapsando y curándose al mismo tiempo, haciéndole retorcer, deseando por que terminara, soportando hasta el último segundo. Convencido de que si sobrellevaba aquel sufrimiento, el resto sólo sería inventar excusas y buscar una nueva salida de la situación que había provocado.
—... N-No es que yo... Agh... —
Respira, se recordaba, inhala y exhala, a un ritmo normal, a uno común. Tranquiliza a tu corazón, vuelve a acomodar las piezas de tus sistemas y reconstrúyelas para que vuelvan a aparentar humanidad, sé el mejor jugar a imitar y todo volverá a cómo debe ser.
En un momento había logrado alzar la mirada de nuevo, encontrando la preocupada expresión de Nezuko, confusión y sorpresa a partes iguales. Haciéndose preguntas de cómo es que modificaba su presencia, incapaz de entender su era una Técnica de sangre o si era algo más.
(T/N) se desplomó en el suelo, ahogándose en las últimas arcadas restantes, dejando brotar más sangre en forma de vómito luego de consumir tantas flores con tal de debilitarse a sí mismo. Para eso era su amuleto, para eso tragaba aquellos pétalos como si su vida dependiera de ello, su interior ardía de dolor y agonía cada vez que lo hacía, pero era su deber como cazador erradicar a cada demonio, incluso el que yacía en su interior.
El silencio reinó.
"Yo soy un humano".
Se recordó, con su frente pegada al suelo y con su instinto durmiéndose poco a poco.
Suspiró, con el alivio cambiándose con el asco que le provocaba la sangre, el reflejo de querer limpiar todo rastro le hizo estremecerse de pánico. No había forma de que pudiera salir sin ser notado, mucho menos si tenía una enorme mancha de sangre en su ropa, manos y rostro.
Se enderezó, buscando las palabras que le ayudaran a entenderse con la joven, ¿una disculpa? ¿Una explicación? ¿Tal vez debía preguntarle qué hacía tan cerca de la sede? Miles de ideas y tan poco tiempo, uno que utilizaron para intercambiar miradas, como su quisieran reír de lo irónico y extraño que había sido su encuentro.
Pero no sirvió de nada el encontrar la paz, pues el golpe que dio la puerta al ser azotada cuando fue abierta era suficiente para hacerlo preso del pánico. Aún con su propia sangre en su boca y con el resto manchando el suelo es como se gira bruscamente para encarar a quien estaba en el marco.
Sus ojos se abrieron de golpe de forma exagerada y dolorosa, con aquella mirada penetrate del recién llegado juzgándole y haciendo arder hasta el fondo de su alma inmunda. Bastándole menos de un segundo para entender la situación y apenas otro para que su expresión cambiara a una más severa, casi como si deseara arrojarlo al sol con sus propias manos.
Lo habían descubierto.
▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰
Juejuejue >:)
¿Reader demonio es nuevo? No.
¿Me importa? No realmente, adoro el concepto. Creo que es lo predecible es lo cool, además de que tener varias perspectivas de la misma temática es interesante de escribir.
Pero como todo necesito saber si estas ideas extrañas son apoyadas o si debo dejarlas morir, así que si veo que les interesó tanto como a mi me apresuraré a escribir la segunda parte -.o
(Esta la corté a la mitad porque comenzaba a trabarse por la cantidad extrema de palabras y apenas alcancé la mitad, mejor dejarlo así (o o )7 )
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