Midoriya Izuku -≫ Boku no hero academia
-≫ Pedido hecho por: MarshallWeasly_24
-≫ Advertencia: Angst / Hanahaki disease
-≫ Relación: Amistosa / Amorosa
-≫ Número de palabras: 5312
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≫ Garden guardian:
El portador tiene la capacidad de intervenir en el desarrollo de toda forma de vida vegetal y pertenecientes al reino fungi. Puede controlarlas a su antojo mientras estén presentes de alguna manera, no las genera de la nada.
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¿De quién era la culpa? Oh, ¿quién te ordenó enamorarte y quién le había mandado ignorarte? Que la vida de un enfermo es peor si le recuerdan que no puede ser normal, que no tiene esperanza si no lanza todo su ser a la desgracia.
Un tosido leve interrumpió la fluidez de la conversación, cubriste tu boca con tu antebrazo creyendo que se iría pronto, pero no contabas con tantas suerte. Una arcada tras otra te hicieron disculparte con los que estaban en la mesa y saliste corriendo a los sanitarios. Sentiste algo ajeno a tu cuerpo trepando por tu garganta, el sabor metálico te invadió las papilas gustativas y las palmas de tus manos se llenaron de carmesí en un instante.
—¿Qué le pasa a (T/A)-kun?— Preguntó la castaña cuando te vieron alejarte con prisa. La preocupación se expresaba en su redondo rostro y solo pudo seguirte con la mirada.
Izuku, quien estaba delante de ella en la mesa, tragó sonoramente apenas reconoció esos síntomas en ti. Estaba pasando de nuevo.
—Parecía un ataque de tos, ¿se encuentra enfermo?— Iida no tardó en hallar una respuesta pero aún así se cuestionó. Ahora el peliverde tenía a ambos con sus miradas atascadas en él, era obvio que sabía que era, otra cosa es que si podría decirlo.
—P-Pues... —Talló sus nudillos, remarcando las cicatrices en sus manos a la par. Suspiró inseguro de lo que diría.—Desde hace mucho (T/N) ha sufrido eso... —
Te topaste con Kaminari en el camino y te apoyaste en él un instante antes de caer, apenas su saludo llegó a tus oídos se transformaron de pronto a preguntas preocupadas, pero fuiste incapaz de responder.
Te soltaste de él y seguiste corriendo, con los gritos de Denki a tus espaldas, amortiguados por tu tos, tronando uno tras otros, causando más dolor.
—¿Y qué es exactamente?—
—Es difícil de explicar... —Divagó.—¿Conocen esa enfermedad? La que hace que crezcan plantas dentro de ti... —
Azotaste la puerta del baño y te lanzaste al lavabo, tus dedos se aferraron al borde de este y te inclinaste hacia delante.
El mármol inmaculado se manchó de rojo y los pétalos taparon la cañería por la cantidad excesiva. Tu garganta arde como nunca antes y el aire no entra a tus pulmones. Tus manos apenas llegan a tu pecho donde cada tosido causaba una contracción.
Estabas temblando.
—¿Hanahaki...?— Susurró Uraraka, afligida antes de tiempo y con las manos retraídas hacia ella.
Izuku asintió.
Al fin alcanzas tu pecho, un brillo sale de tus manos mientras el dolor sigue propagándose sin piedad. Los pétalos dejan de brotar, el aire entra y sientes la adrenalina diluirse lentamente.
Llegaste a tiempo.
Sientes como las raíces se remueven en tu interior y te das el lujo de tomar sonoras bocanadas para relajarte.
Sentado en el piso de azulejos y con las piernas retraídas hacia ti te quedaste inmóvil un rato. Pensando como tu propio don te estaba matando de alguna forma, mientras que al mismo tiempo era útil, como la ironía de tu condición era cruel y a la vez una sátira oscura.
Abriste levemente tu boca y, aún con los temblores, sacaste un último pétalo manchado de sangre que estaba pegado a tu paladar. Bufaste y lo marchitaste con rapidez, viendo como perdía el color entre tus dedos.
—Y... ¿sabes por quién es?—
—Nunca me lo ha querido decir, y tampoco quiero molestarlo con eso... —
—Es comprensible.— Ambos voltearon a ver al megane, atentos.—Después de todo es algo muy difícil de llevar. Incluso tratar de remover las raíces puede traer daños permanentes.—
Limpiaste cada rincón del lavamanos y viste a tu sangre correr con el agua cristalina a la par, todo para luego perderse en el agujero del desagüe. Algunas lágrimas se iban resbalando por tus mejillas y con tu mano libre sobabas sobre tu garganta, la sensación seguía presente, el miedo era asfixiante y ahora estaba más latente que nunca.
Izuku Midoriya, tu amor no correspondido y por quién caían aquellas flores teñidas de rojo. Una sonrisa cansada apareció en tus labios, recordaste todo por lo que habían pasado y un sentimiento cálido que aminoraba el temor resurgió. Luego se remplazó por una mueca de desagrado, no sabes como habías llegado a ese punto.
Porque las rosas tienen espinas y porque la naturaleza es perfecta. Se abre paso para crecer sin importar que atraviesa a la par, desgarran tu corazón y perfora el pulmón. Se riegan con tu sangre y roban los nutrientes de tu cuerpo. Te conviertes en una jarrón viviente que vive un martirio interminable.
—Pobre (T/A)-kun... —Habló la castaña cuando el silencio inundó el ambiente que hace un instante estaba lleno de alegría.
—Si... Me gustaría poder hacer algo para ayudarlo.— Dijo Izuku con una pena indescriptible, inocente e ilusa. Ciego de lo que en verdad estaba pasando.
Y otra arcada te atacó, resultado de un reflejo a un presentimiento doloroso.
[...]
Y ahí estaba de nuevo, ese dolor en el abdomen que te dice que algo anda mal, que algo no debería ser así. Respiras y resoplas como si fueras un toro, aguantando el malestar pues desde tu lugar eres testigo de quien es tu amor no correspondido mientras habla con el mitad albino.
Él merece ser feliz. Querías que fuera feliz, a toda costa, a cualquier precio. Incluso si toma tu vida como intercambio, darás tu respiración para asegurar su ánimo y, como garantía, callarías tu dolor. Limpiarías tu sangre y marchitarías todos los pétalos para que su invaluable atención recaiga en algo mejor que unos sentimientos revueltos.
—Yo! ¡(T/N)!— Y ahora tendrías que lidiar con otras cosas que no controlaste bien. Si era cierto que tu enfermedad no era un secreto rigurosamente protegido, Midoriya y Bakugo eran los únicos que sabían al respecto; el rubio más por el hecho de que estuvieron juntos en secundaria, donde todo empezó, a pesar de esto y de su tendencia de burlarse de las deficiencias de otros él nunca había tocado ese tema. No sabías si lo mantenía como carta bajo la manga o de verdad sabe la fibra sensible que tocaría al sacarlo a la luz.—¡Viejo! ¿qué fue lo de ayer? ¡Creí que el apocalipsis había llegado, actuaste como un zombie!— Kaminari no había sido el único que te había visto en tu camino a los baños, pero era el único que se lanzaría sin dudarlo para descubrir qué es lo que había visto.—Bueno, un zombie de plantas, supongo... —
Y usarías tu mejor estrategia.
—¿Eh? ¿De qué hablas, Kaminari?—
Una total ingenuidad y distracción.
Tu mano alcanzó tu barbilla para apoyar tu actuación. El rubio eléctrico se te quedó viendo, sospechando y sin creerte para nada, pronto chasqueó sus dedos y halló una explicación lógica.
Lógica para sus estándares.
—No intentes engañarme, (T/A), ¡es más que obvio!— Dice y tus manos comienzan a jugar entre ellas detrás de tu espalda. Incluso para tratarse de Kaminari, nunca esperaste que fuese él quien lo descubriera. Ya estabas pensando las palabras que usarías en tu explicación.—Me estaban jugando una broma, ¿verdad?— Sonrió con tanta confianza de estar en lo correcto que casi te caes de espaldas. Tus manos dejaron de tensarse al escuchar la respuesta incorrecta, no debías darle muchas vueltas al asunto y tampoco tendrías que recurrir a la honestidad.
Negaste divertido y bufaste hacia otra dirección.
—Nos atrapaste.— Mientes, pero eso es más que suficiente para Denki, a quien se le ensancha más la sonrisa.
—¡Ja, ya no pueden engañarme!— Dice, y te da un golpe amistoso.—¡Buena esa, viejo!—
Ambos se despiden, ves su silueta alejarse y tu puño avanza tu boca, toses sin poder controlarlo y ganas la mirada preocupada de Izuku desde el otro lado del pasillo de los casilleros apenas reconoce el sonido.
Sus ojos se encuentran y notas su nerviosismo, se despide de Todoroki para comenzar a acercarse. Le das a entender que no que no tienen que preocuparse cuando mueves tu mano diciéndole que no venga hacia ti, él hace caso omiso y suspiras.
Tan atento, tan amable, ¿cómo podrías fantasear con que algún día tendrías una oportunidad? Aún siendo amigos desde toda la vida al igual que Katsuki, estás siendo inmaduro. Deberías aprender a vivir con el dolor, lo que un futuro héroe menos necesitaría son dilemas sentimentales.
—Está empeorando, ¿no es así?—
—Bueno... aún lo puedo mantener a raya, ya sabes, quitarle fuerza. No hay nada de que preocuparse.— La confianza con la que dices eso no lo tranquiliza y lo sabes.
Inconscientemente comienzan a caminar hacia la salida luego de un largo día, como de costumbre se acompañan mutuamente a casa.
—Pero haz usado tu particularidad para aminorarlo desde la secundaria, algún día no podrás revertirlo aunque tengas todo el entrenamiento del mundo, (T/N).— De algún modo te sientes regañado y las palabras se atoran cuando le quieres responder, te quedaste en blanco.—S-Sé que no te gusta hablar de esto pero... —Titubea y empieza a hablar rápidamente, tanto que incluso al estar acostumbrado a eso te es difícil entenderle.—¡podríamos tratar de hablarlo con esa persona! Puedo ayudarte si quieres, no debes hacerlo solo... —
Sientes la triste ironía golpeando tu pecho en burla. Toses de repente y solo empeoras el temor de Midoriya. No hay manera, no puedes forzarlo, no quieres hacerlo, no de esta forma; no se lo merece, nadie se lo merece.
—Izu-kun, no sería capaz de hacer que alguien cargue con una culpa así. Es difícil de explicar, pero me gustaría que todo pasase con normalidad, ¿sabes?— Dices con una sonrisa que empeora todo.
—¡Estás muriendo, (T/A)!—Te grita pero de inmediato se sonroja al analizar las palabras bruscas que utilizó.—Al menos dime, ¿quién es? Sabes que puedes confiar en mi.— Si ceño fruncido en tristeza te retuerce tu interior y la culpa te pateó el orgullo.
Y aquí es cuando todo se divide. Dos caminos se abren en tu futuro y ambos llevan a puntos sin retorno.
¿Ser o no ser?
¿Muerte o soledad?
Sus palabras se repiten en tu cabeza y sin querer lo ignoras, el peliverde lo malinterpreta creyendo que te molestaste.
Tal vez nunca vuelvas a tener esta conversación, tal vez nunca vuelvan a ir juntos a casa, tal vez nunca serán el dúo de héroes con el que tanto fantaseaban desde niños.
¿Entonces que te queda por delante si te quedas callado?
—Es... —Hablas finalmente y la mirada verdosa de Izuku se clava en ti. Tus palmas sudan como nunca y terminas cerrando tus dedos sobre las correas de tu mochila ante la atención.—Esto es por... —
Las rosas son rojas,
las violetas azules.
En ti flores alojas,
y tú vida consumen.
Antes de poder terminar tu oración vuelves a tener un ataque de tos, producto del estrés de la situación. Por impulso le das la espalda a Izuku y te cubres la boca estando encorvado sobre ti.
Las espinas se enredan en tus órganos y los llenan de agujeros, respirar es doloroso, moverte es doloroso. Cada tosido es acompañado con un grupo de pétalos, se pegan entre ellos por tu sangre y se adhieren al interior de tus mejillas. El cambio fue brusco y solo piensas en que no quieres morir, no te llega la idea de que puedes pararlo, no puedes pensar en algo más que no sea en el miedo a la muerte.
Y luego lo ves a él.
Está gritando, ¿que está diciendo? Tus oídos están tapados y tu tos es escandalosa, molesta; respondes, ¿que estás diciendo? Repítelo, repítelo pero sin escupir plantas, repítelo pero sin escupir sangre.
Grita al mundo tu dolor, grita a Izuku Midoriya que todas esas flores son por él. Si él es tu mundo grítaselo dos veces, si él es el que te lastima entonces que sean tres.
No quieres morir, no frente a él.
Tomó con fuerza tus muñecas, estaba temblando casi como tú. Guió tus manos con brusquedad a tu pecho y reaccionaste.
Los espasmos cesan con el ligero brillo de la esperanza que sale de tus manos. Sus uniformes están manchados de tu sangre y solo puedes respirar exaltado con tu corazón bombeando con fuerza.
Todo es silencio en un instante, no sabes como podrías verlo a la cara después de eso. Izuku ya había sido testigo de tus ataques pero no en primer plano. No en primera fila.
Y entonces comenzó a llorar.
Sus temblorosas manos te envuelven, hasta ese punto notas como estabas de rodillas en la desierta acera con Izuku frente a ti. Se aferra a tu ser y llora con toda sus fuerzas.
Perder a alguien especial, perder a alguien irreemplazable. Perderte.
Quiere ser un héroe para proteger al que lo necesite, protegerlos a todos, pero sin poder salvar a la única persona que está en peligro constante, sin poder salvarlo pues no está en sus manos. Desesperante, asfixiante.
Solo le queda verte estar al borde de la muerte diariamente, para que al día siguiente sonrías como si hubiese sido un sueño. Pensando que en una ocasión no lograrás juntar tus manos y solo recibirá la horrible noticia.
No puede soportarlo, no más.
¿Pero cómo puedes confesarte así? ¿Cómo le harás cargar con esa culpa de tantos años de sufrimiento?
"No es justo", piensas.
¿Por qué no puedes tener una confesión normal? Donde tus piernas tiemblen sin control y donde no puedas hablar por los nervios, no porque tengas flores raspando tus cuerdas vocales.
¿Por qué no puedes ser normal? ¿Por qué no puedes demostrar tus sentimientos como alguien común?
Las inseguridad cierra tu boca y le correspondes el abrazo a Izuku, apoyando tu frente en su hombro. Suspiras derrotado, tu corazón y tu cerebro están en un debate interminable y el guiarte por un camino es confuso. Cuando hace un instante estabas dispuesto a confesar ahora te parece imposible y lejano.
—... No puedo decirlo, por favor, comprende. Te lo diré luego, lo prometo— Te separas y con dificultad te pones de pie, Izuku te copia y lo tienes frente a ti de nuevo.—, pero por ahora, luego de eso, no quiero hacerlo. Puede que esto sea grave, pero no le quita el hecho de que es una confesión vergonzosa para cualquier persona.— Dices recogiendo pétalos de tu uniforme y del de Midoriya, al tener tus palmas llenas los marchitas usando tu singularidad, borrando cualquier rastro de lo que había pasado.
—Lo entiendo, sabes que si... —
—Por eso eres el mejor.— Luego de acabar le sonríes de oreja a oreja ya más calmado. Das un salto para acomodar tu mochila y volteas a todos lados, nadie había presenciado aquella escena así que suspiraste tranquilo.—Vamos a casa, Izuku.— Le llamas y comienzas a caminar de nuevo.
Con los sacos ensangrentados en sus brazos llegan a un punto donde tú sigues caminando y te despides de Deku meneando tu mano, hace lo mismo pero de manera más desanimadas. Antes de entrar a tu hogar te disculpas nuevamente con tu amigo.
Con el pestillo de la puerta puesto te apoyas espaldas a ésta y te deslizas con pereza.
¿Quién te mandó a enamorarte siendo un fenómeno? ¿Cómo podrías tan siquiera fantasear en estar a su lado? Confórmate con esto, confórmate con su compañía y todos serán felices. Llorarán un rato pero terminarán mejor si no piensan constantemente en ti, llorarán pero esas lágrimas se secarán solas.
Por si acaso usas tu kosei en ti de nuevo y te pones de pie. Tus padres te reciben con sus caras de pena sobre ti y sus sonrisas cansadas, ellos tampoco necesitan una preocupación tan dolorosa como su hijo muriendo lentamente.
A dónde vas y dónde pisas el suelo se marchita, a dónde vas y toses e incomodas.
Con el mal en tu corazón solo puedes hacer una cosa, dormir hasta que el siguiente día se asome.
[...]
Bueno, si su mejor amigo no quería ayudarlo a ayudarle lo haría por si mismo.
La capacidad de Izuku para analizar las cosas sirvió para algo más que asustar a los que estaban a su alrededor. Pensó en todas las personas que (T/N) conocía, los compañeros de secundaria y los actuales. Ahora tenía una gran lista de nombre que tendrían que ser descartados de a poco.
Al entrar a su hogar corrió directo hacia su habitación y rebuscó entre una gran pila de cuadernos hasta encontrar, entre uno de sus primeros diarios de análisis de particularidades, la pagina que buscaba en específico.
"(T/A) (T/N) - Garden guardian." Se leía al inicio de la hoja.
Leyó una y otra vez las notas que fue dejando a lo largo del tiempo hasta toparse con una que le daba el inicio de la condición de su amigo. Con la primera anomalía en el segundo grado de secundaria.
Descartó gran cantidad de nombres cuando sacó de la lista los compañeros que, al saltar de curso, ya no estuvieron con ellos. No había sido un gran cambio.
Izuku perdió la noción de la hora y su reloj se quedó cubierto por papeles con su letra llenándolos hasta en las orillas.
Más personas salieron al recordar quienes nunca convivieron con el peli(t/c/c), sumando los que de plano no se llevaban bien o que había confesado que les desagradaba.
Tardó en darse cuenta, pero no tendría sentido que alguno de sus compañeros actuales fuese a quien buscaba. No había probabilidad de que su enamoramiento pasase a cambiar tan repentinamente.
El cambio de enamoramiento se descartó por completo cuando las notas le confesaron el hecho de que nunca hubo una pausa significativa entre ataques, la mayor duración había sido hace un año con dos días de diferencia.
Seguía enamorado de la misma persona.
Con su celular en su mano izquierda buscaba los síntomas de la enfermedad mientras que con la derecha los transcribía. El tipo de flor, la cantidad de pétalos, el tiempo entre ataques, todo influía y todo era útil.
De alguna manera el tipo de flor variaba entre cada persona junto con el significado a que se le atribuía.
De su bolsillo sacó el doblado y maltratado par de pétalos que había guardado. Sabía que te deshacías de todos luego de un ataque así que tuvo que esconderlos.
Eran de un tamaño relativamente pequeño pero no pudo reconocer el tipo de flor al que pertenecía con su poco conocimiento sobre plantas. Tenían una tonalidad que variaba entre el rosa y el rojo, algunos con colores extremos y brillantes.
Tardó mucho tiempo pero finalmente lo encontró luego de leer varios libros de plantas que tenía su madre. Se trataban de los pétalos de un geranio pelargonium.
"El geranio es alegría, sobre todo se relaciona con la felicidad de pasar el tiempo con otra persona. Mientras que el rojo habla de que piensa constantemente en la otra persona."
Esa información, sumando que el tipo de pétalo y por ende flor han sido los mismos desde siempre, le dejaba con dos opciones luego de haber tachado nombres por última vez.
El lapicero cayó en un ruido sordo sobre el escritorio donde su mano dejó de aplicar fuerza. Los dos nombres restantes le asombraron.
"Bakugo Katsuki" y "Midoriya Izuku".
Si estómago se revolvió de nervios sin saber por qué realmente, ¿sería posible? ¿Uno de ellos era quien le había provocado todo ese sufrimiento?
¿Él le ha estado provocando ese sufrimiento?
Tiene sentido, ¿no? Por eso no le quiere decir, por eso siempre evita la pregunta con una broma o con una sonrisa.
Las flores, el significado, sus reacciones. Sería tonto creer que Katsuki, el mismísimo Bakugo que lo llama "jardinero" y que lo ha ignorado desde que se conocen sea por quien sufra tanto.
La culpa y el cansancio de tanto desvelo le hicieron marearse como nunca antes. Su amigo calla todo ese dolor por él, ¿"algo para ayudarlo"? ¡Tan fácil como haberlo notado desde antes! ¡Tan fácil como no haberse enfocado solo en su deseo de ser héroe!
Toma su cabello verdoso entre sus manos y tira ligeramente de este, no puede pensar bien. Los ojos le arden y no siente las piernas.
"No, no es tan fácil." piensa.
Izuku está indeciso, ¿siente lo mismo por su amigo? ¿Será capaz de salvarlo? No puede forzar los sentimientos y no puede forzar la cura, además de que puede volver a padecerlo si solo es afecto temporal.
¿Cómo salvas a alguien que está en peligro constante?
¿Cómo sabes si estás enamorado?
¿Cómo hablas de esto con alguien?
[...]
Tal vez no haya una manera de hablar sobre esto. No hay pasos que seguir, y no hay un margen de error., simplemente lo haces. Dices lo que sientes o piensas y esperas la respuesta de la otra persona. Hablando se entiende la gente después de todo.
¿Entonces por qué está temblando?
Estaba siendo otro descanso normal, esta vez solo eran ustedes dos por petición de Izuku. Sabías que quería hablar pero no estabas tan nervioso como él.
De alguna forma lograron estar fuera de la vista de las demás personas, una zona alejada de la cafetería y de las rutas comunes de los estudiantes.
El ambiente era tenso y solo se estaban en silencio. Piensas en algo que te hace sonreír, ahora tienes tu mano tocando el ramillete de una planta cortada que está a tu lado. El brillo que provoca tu kosei llama la atención de Izuku pero no alcanza a ver lo que estás haciendo.
Cuando te vuelves a girar sostienes una pequeña flor que está extendida hacia él. Tienes una sonrisa triste en el rostro que sirve como disculpa.
—Perdón por lo de ayer.—Midoriya acepta la flor y su mirada verdosa solo puede quedarse clavada en ella.—Ya sabes como es esta cosa y también ya lo has visto, pero en verdad no quería que me vieras de esa forma. Además de que ensucié tu uniforme, lo siento.— A pesar de tu intento por iniciar una conversación Izuku permanece callado.
—(T/N), ¿puedo probar algo?—
—¿Uh? Claro... —Inseguro de lo que pasaba aceptaste por tu confianza ciega. Creías que se trataba otra de sus investigaciones de singularidades.
Sin previo aviso estruja la flor que le diste hasta dejarla prácticamente deshecha. Ahora te está mirando con el ceño fruncido en asco.
El aire se te va de repente por la acción y no puedes creértelo. Tus manos ya están tomando tu uniforme en la parte del pecho e intentas mantener la compostura.
¿Por qué tan de repente? ¿Por qué con tanta brusquedad? ¿Eso es lo que iba a probar?
¿Probar si así se te rompía el corazón?
—¿Y eso por... ?— No puedes terminar la pregunta pues Izuku ya tiró el pobre ramillete sin siquiera verlo. Un gacho justo al estómago. —¿T-Todo en orden, Izuku?— Finges incredulidad pero tienes la certeza de lo que ocurre.
"Lo sabe. Me odia. Me detesta."
Nunca en todos los años de amistad había hecho algo así a pesar de lo vergonzoso que podría ser. Cuando su particularidad nunca apareció hiciste eso para animarlo un poco y lo repetías cada vez que lo veías decaído. Esta era la primera vez en la que no agradecía el gesto.
—No estás de humor, ¿eh?— Bromeas ignorando con dificultad lo que acababa de pasar.—¿Querías ver si me enojaba? Nunca podría hacerlo, menos contigo, ¿sabes?— Ahora tienes una sonrisa dolida en el rostro y eso hace que Izuku pierda su fachada.
—¿Tan bueno te volviste en esto, (T/N)?— La pregunta te toma por sorpresa.—Aprendiste a ocultarlo, ¿verdad?—
—¿De qué hablas?— Preguntas de vuelta con la incredulidad reflejada en tus ojos, casi creíble y muy bien trabajada.
—¿Soy yo por quién estás enfermo?—
Nunca pensaste que Izuku sería tan directo contigo. Lo peor que habías deducido era lo que estaba pasando, maldita la suerte del enfermo, cruel probabilidad que supera todas las expectativas.
Primer tosido.
—S-Si crees que así te lo diré admito que es una buena estrategia, pero... —
—Marchitas los pétalos porque son de una flor con significado específico.—
—¿Qué? No, no, lo hago p-para no dejar el desastre por ahí. Para no levantar sospechas.—
Tres tosidos seguidos.
—¿Sospechas?—
—¿Q-Qué es esto, Izu-kun? ¿Un interrogatorio?—
Primer pétalo.
—Es mi culpa, ¿no es así?— Sus ojos se cristalizan y sus emociones te golpean tan duro como el rechazo mismo.—Yo he estado haciéndote sufrir todo este tiempo.—
—N-No sé de dónde sacaste esas ideas tan raras, y-yo... — Tus manos aprietan más tu uniforme y comienzas a usar tu kosei antes de tiempo debido a los nervios.
—Te he estado matando y nunca te quejaste.— Ahora está al borde de las lágrimas y su voz sale entrecortada, llena de dolor.
Todo se está saliendo de control, así que sigues la corriente hacia el abismo.
Si miras directamente al abismo, el abismo te mira directamente a ti.
—Yo no quería, n-no quería, no quería que nadie cargara conmigo, no quería forzar lo imposible, y-yo no merezco nada si te hace sentir mal. No mereces sentirte mal por mi culpa, debes ser feliz, debes ser el héroe que salve a todos. No necesitas esta culpa molestándote, Midoriya.— Te quebraste finalmente. Ahora alejas tus manos de tu pecho sin pensarlo y cubres tu cara con ambas, dejas de retener la ira de las espinas y les das paso. Inclinas tu cuerpo hacia adelante para evitar su mirada.
Los espasmos se van manifestando en ti como es de costumbre, aunque esta vez se detuvieron.
—Y si estar cerca de mi te hace más daño, ¿por qué te quedaste conmigo entonces?— Escuchas que pregunta en casi un susurro soñando tu espalda, te estremeces sin querer y te enderezas, aún sin verlo. Notas como tienes rastros de lágrimas en las mejillas, lágrimas que siguen saliendo mientras preparas las palabras.
—Porque seguimos siendo amigos.— Admites limpiando algunas gotas.—Y a pesar de que me doliese, no quería irme, porque este dolor no es nada comparado con el de no poder hablarte o escucharte todos los días.— Continuas entre sollozos y tosidos que te interrumpen.—Lo intenté, en serio lo intenté.— Repites la última frase susurrando mientras miras fijamente al suelo, ahora es lo único en lo que puedes pensar.
—(T/N)... —
—Pero cómo nada funcionaba me rendí, me convencí de que sería mejor así y acepté que terminaría muriendo un día.— Tu tono de voz comienza a elevarse en histeria y al fin lo miras a los ojos.—¡Acepté que no merezco nada, y que con estar contigo como amigo era lo mejor que podría llegar a tener!— Ibas a seguir pero justo cubres tu boca y dejas salir una flor completa, un geranio intacto y de colores rojizos brillantes al que resguardas en tus manos.—P-Piénsalo, le arrebaté a alguien la oportunidad de tener mi lugar en el curso de héroes, haré que mucha gente sufra cuando muera, crearé un gran escándalo y le daré una mala imagen a la escuela por la noticia.— Acaricias con los pulgares los pétalos de la flor y sigues llorando sin pausa alguna.—A dónde voy termino marchitando todo rastro de vida, Midoriya... —Tu mirada es tan sombría y vacía a la vez que Izuku dudaba que fueses aquel amigable y risueño chico de siempre, no tenía palabras en su mente en blanco.
Ese era el verdadero (T/N)...
Los espasmos se hacen más violentos y un verdadero ataque se manifiesta finalmente. No te duele a pesar de estar vomitando flores enteras, el dolor de tu corazón es más cruel que el físico, no sientes las flores brotar pues ahora parecen cosquillas comparadas con tu desastre emocional.
Izuku está llorando a la par y se disculpa de todas las maneras que sabe, los ruidos de dolor se combinan con sus balbuceos y parecen dos niños llorando por haber golpeado al otro por error.
Vuelven a esa tarde donde ambos corren asustados hacia sus madres por no saber de dónde había salido un pétalo que vino de tu boca.
Vuelven a esa tarde donde se la pasan experimentando con todo tipos de semillas para ver si crecían en tu interior.
Vuelven a esa tarde donde aceptas que el calor agradable en tu pecho solo ocurre cuando estás con Izuku.
[...]
Ves como la mujer frente a ti escribe algo en un bloc amarillo, tiene el ceño levemente y sus labios están en una línea perfectamente recta demostrando lo concentrada que está.
Meneas tus pies pero no logras entretenerte, ahora estás viendo por todo el cuarto en busca de algo mejor para prestarle atención. Al fin encuentras algo, un pequeño cactus en una mesilla que está al lado del sillón en dónde estás.
Miras a la mujer de nuevo y regresas a la maceta, discretamente acercas tu meñique a una de las puntas del cactus. El brillo de tu kosei no llama la atención de la psicóloga y así es como logras hacer que crezca una flor rosada en el lugar donde tocas.
Le sonríes a la planta enternecido pero un tosido fingido te corrige. La psicóloga te está viendo con los brazos cruzados y vuelves a sonreír pero ahora con vergüenza.
—Lo siento... — Bajas la mirada al suelo y te sientes regañado.
—No pasa nada.— A pesar de sus palabras suspira, pero sabes que es parte de tu culpa.—Has mejorado muy rápido, me alegro por ti.— Su porte profesional no es obstáculo para que te regale una sonrisa que regresas.
—Gracias.— Ahora su vista recae en el cactus y escribe algo fugaz.
Han pasado unos meses desde aquel día.
Ambos terminaron confesando tu enfermedad a sus maestros junto con tus padres y la madre Izuku. Te permitieron seguir en el curso de héroes pero tendrías que cumplir con varias cosas para que tu condición no afectara tu rendimiento.
Por eso estás ahí. Tal parece que un examen psicológico sacó a flote el hecho de que, tras tres años de meterte en la cabeza ideas crueles, habías desarrollado depresión crónica.
La sesión se acaba y te desplazas a la puerta en silencio. Al lado de ésta se encuentra la persona más especial para ti, cuando sus miradas se encuentran sientes el vacío en el estómago de la felicidad que sientes al encontrarlo.
Al fin puedes ser una persona enamorada normal.
—¿Todo bien?— Pregunta y asientes como respuesta, su sonrisa te deslumbra como siempre. Ves como titubea al levantar sus brazos, así que te adelantas a abrazarlo.—Amm... E-Eso es genial, (T/N).— Corresponde al gesto finalmente y en base provoca que te emociones aún más.
Izuku Midoriya. Él admitió que te veía como un amigo desde aquel día, pero aún así lo intentó. Al principio fue de las cosas más incómodas que pudieron haber hecho juntos, pero un día simplemente dejaste de toser. La racha pasó a una semana y de ahí a un mes.
Hasta que finalmente lo admitió.
No es fue tan fácil como suena, al principio te negaste en todo intento de su parte, aún con el mal pensamiento atascado de que estabas interfiriendo por escandalizar tu enfermedad. Lo estarías obligando, podría gustarle alguien más y lo estabas atando a ti, sintiendo lástima por tu triste malestar. Solo bastaron unas palabras para demostrarte que esa paranoia estaba de más en la realidad.
Él es Izuku Midoriya, futuro Símbolo de la Paz. El mundo cruel que te hizo escupir flores de amor y el mismo que te hizo ver la belleza en las espinas.
—¿Creyó que había sido una broma?—
—Y lo dedujo solo.—
—Vaya... —
Teniendo una vida por delante que a penas comenzaría su época dorada no te quedaba nada más que recordar los tiempos amargos y endulzarlos con el presente al que habías llegado.
No te queda nada más que regalarle todas las flores del mundo al que te había salvado del abismo.
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