•『 Impostor - Pt.2 』•
【 Among Us 】
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Parte 2
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Me excedí de nuevo, perdón,,
También quería agradecerles a todos por apoyarme a seguir con la segunda parte de esta idea tan bizarra. Sus comentarios fueron lo mas lindo que tuve en esa semana y no tengo una mejor manera de agradecerles que darles lo que pidieron. Espero en serio que disfruten esta segunda parte Q.Q
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Dentro de tu casco puedes oír tu respiración irregular retumbando, tu aliento llega a empañar ligeramente el cristal antes de desaparecer, así sucesivamente hasta que lograses tranquilizarte. Tus pensamientos parecen ser dichos en voz alta y al mismo tiempo, arrebatando la habilidad de concentrarte para salir de aquella situación.
¿Alguien será expulsado hacia el espacio? Aquel plano sin fin, lleno de peligros y maravillas, pudiendo apreciarlo hasta que el poco oxígeno que contiene un traje se agote, para después convertirte en basura espacial. Ese sería el final, tu cuerpo se preservaría pues sin los agentes oxidantes del aire no hay nada que consuma tus restos, tal vez un hoyo negro lo absorba o una estrella lo incinere, todo era posible allá afuera.
Las letras son borrosas y no pueden permanecer en su lugar por tus manos que no dejan de temblar, ¿votar? ¿qué clase de estrategia era esta? Traicionar y sentirse traicionado sólo aumentaría el caos y la paranoia, parecía que todo estaba cobrando sentido, con dos impostores cubriéndose las espaldas mutuamente no hay manera de que pierdan.
¿Perder? ¿Qué es esto? ¿Un juego?
Notas algo de reojo un instante, no lo percibes del todo y ahí termina, pronto otra notificación aparece en la pantalla, 19 había votado.
Ya es hora. No estás listo.
23 ya votó.
No puedes hacerlo.
44 ya votó.
¿No hay manera de saltarlo? No hay pruebas suficientes.
Las miradas penetrantes de tu equipo recaen en tu silueta cohibida, esperando, podrías asegurar que cualquiera reclamaría la demora, pero no, todos están en silencio, esperando.
¿Será que puedes... ?
Presionas tu propio icono para probar algo, estás en lo correcto cuando la opción de votar por ti mismo se abre en la pantalla.
Te relajas un poco antes de confirmar tu decisión. Pretender que piensas en algo con sólo seis opciones disponibles sería absurdo a este punto.
Los resultados, por alguna razón el corazón te va tan rápido que es doloroso. Retumba en tus oídos y para cuando te das cuenta la conclusión aparece en la pantalla.
18, 44 y 23 habían leído un poco más con calma aquella pantalla y lograron ver aquella opción para evitar votar por alguien más.
Tu icono aparece debajo de tu nombre, en ese instante el aliento se te va y un vacío aparece en tu estómago, los símbolos de 57 y 92 aparecen junto al tuyo en secuencia.
Los otros habían negado a su derecho a votar, con sólo tres participantes la decisión está hecha.
Incluso con el suministro de oxígeno lleno, incluso con tu casco, no puedes respirar. Es la peor sensación, extraña, no dolorosa, más como una alarma que recorre de tu espalda hasta tu nuca. Emociones negativas la acompañan, una tristeza combinada con terror, miedo, unas inmensas ganas de llorar y suplicar.
El capitán había dicho que eras el principal sospechoso, ¿no tenías derecho al beneficio de la duda? ¿Así es como será esto? ¿A simple suerte hasta dar con el traidor?
—¡¡N-No hay pruebas suficientes para culpar a 83!! ¡¡Este sistema es simplemente arcaico para algo así de complejo!!—
—¡D-Debe haber otra manera de saber quién es! ¿¡Qué razón tienen para votarlo!?—
—E-Es puro azar, ¿no es así? ¿Q-Qué están buscando en realidad?... —
Los tres restantes reclaman por una explicación, se veían tan dolidos y presos de pánico. No podías ver, ni en la más mínima de las posibilidades, que alguno de ellos fuese un alienígena. Tal vez ese cariño te mataría tarde o temprano pero sería demostrando tu humanidad.
La humanidad por delante del profesionalismo que rompe la empatía.
—¿Podrían dejar de gritar? Nadie será expulsado.—
¿Qué?...
—¿Qué?... —
—Tres no votaron por nadie, y los otros tres coincidieron, pero es un empate si no hay mayoría a favor, ¿entienden?—
No realmente, hace mucho que no había necesidad de recurrir a la democracia. La humanidad ya no necesitaba escoger a quien seguir desde que se abandonó la Tierra y los líderes de Mira son los investigadores con mayor prestigio que cambian cada vez que uno se retira.
La política es aterradora.
—¡P-Pudieron haber dicho eso antes!—
—Lo siento, debía probar algo. No funcionará si lo hacemos de nuevo así que debía lucir convincente.— Te sentiste repugnado por aquella sonrisa simple que tu superior se atrevía a mostrarte. Tu terror no fue actuado y nunca fuiste advertido que serías el chivo expiatorio de una prueba de la que ni siquiera puedes comprender el resultado.
Te levantas sin prisa de tu asiento, las manos están apoyadas en la mesa y tu vista se concentra en estas, en cómo no pueden distinguirse la piel y cómo estás completamente oculto, al igual que los demás.
Para ser una raza que dependía de la interacción con sus semejantes esto simplemente te repugno.
De verdad temiste que tu vida fuese acabar ahí. Que todas las decisiones que creíste buenas te llevasen a una muerte que era más como una burla hecha con ironía. Te cuestionaste todo, hasta lo más mínimo, ¿qué tal si esas notas eran inventadas? ¿y si en realidad 57 te dio la tableta equivocada a propósito? ¿desde qué punto todo había sido una prueba?
Pruebas, evidencias, protocolos, sistemas. Debía haber algo más que eso, algo que los impulsase más que simplemente las órdenes, creías que todos compartían tu amor por el espacio pero parece que para ellos es sólo una obligación en la que se vez en cuando pueden desahogarse metiéndose con los de menor rango.
¿Tu casi asfixia fue una prueba? Ese dolor fue real, esa desesperación fue genuina, y que resulte en nada más que un experimento era aterrador, retorcido, no podrías expresarte lo suficiente incluso si inventases una palabra para describir ese sentimiento de irritación y asco.
—Váyanse al diablo.— Sales del asiento y comienzas a encaminarte a cualquier otro sitio fuera de su vista. Tal vez ni siquiera existían los impostores, puede que incluso el resto del equipo estuviese enterado, ¿qué querían saber? ¿un interrogatorio era tan difícil?
—83, espera, no hay que separarse. Lo sabes, ¡leíste las notas!—
—Hasta donde sé todo esto podría ser sólo una prueba, incluso eso de los impostores puede ser algo que ustedes inventaron para un simulacro o una cosa así, ¡no me interesa si me degradan o reportan, váyanse al diablo!— Vociferas, lo suficiente para ser escuchado desde el otro extremo de la gran sala abierta y tampoco te das el tiempo de girarte para ver cómo reaccionan, ya no era de importancia.
La sangre te hervía, estaba bien si llegaron a sospechar de ti, lo estaba cuando la situación parecía seria. Ahora estabas siendo invadido por una vergüenza espantosa, como la víctima de una broma que eras, nunca resaltaste o enseñaste mucho de ti mismo y no sabías si eso te había llevado a esa situación.
Sólo esperabas que no le lavasen el cerebro a los demás.
Buscaste una distracción una vez saliste de la cafetería, la sala de la armería estaba desolada y no querías pasar mucho tiempo ahí. La paranoia finalmente se había ido pero la irritación no se aplacaba y era como si te diese la orden de mantenerte en movimiento.
Revisaste las pestañas abiertas de tu tableta y cerraste con especial resentimiento la que corría el sistema de votación. Una vez que desapareció la lista de las tareas pendientes que no habías completado debido al accidente saltó a la vista.
Sin querer soltaste una maldición pero te resignaste ante tu deber.
[...]
Alzaste los brazos para estirarte con pereza, tu espalda crujió sin mucho esfuerzo gracias a la tensión y dejó una sensación agradable detrás una vez te relajaste.
Había tomado tiempo gracias al mal humor que se había aferrado a ti, pero ya estabas cerca de liberarte de las tareas restantes. Era tan diferente caminar por los pasillos con tranquilidad una vez más, nada de tener que cuidarse de la ventilación o estar mirando a tus espaldas siempre que puedas, no más sospechas, sólo irritación.
Debías admitir que luego de que se te bajaran los humos no despreciarías la compañía de quién fuese. Tus pasos resonando en las paredes, las válvulas soportando la presión y aquellos sonidos que soltaban los motores de vez en cuando probando que estaban trabajando a máxima capacidad. Era una sensación del solitario promedio, pero el orgullo te picaba tanto como para regresar a la cafetería a preguntar si alguien gustaría acompañarte.
Un viaje sin final, eso parecía, con un poco de matemática básica te diste cuenta de que algo no cuadraba. El tiempo se había extendido, en algunos casos es aceptable, en casos de fallas mecánicas o anomalías en las naves pero no había nada de eso. Simplemente parecían perdidos en la nada, tanto que era como no avanzar, aunque tampoco retrocedían, solamente flotaba en la oscuridad del espacio.
Cuando dejaste de convencerte que el fastidio era lo que hacía parecer el viaje más largo te animaste a adentrarte de nuevo en navegación para llegar al fondo de esto. Giraste el asiento y dejaste tu tableta a un lado para evitar un accidente con tus movimientos descuidados, una vez caíste sobre la silla procediste a revisar el recorrido.
La primera fracción de hora fue normal, la velocidad fue menor a la crucero debido a la falta de coordenadas de viaje, una vez que salieron de los límites de la sede de Mira ya fue posible ingresarlas y así fue, recuerdas levemente la voz de 44 contándote sobre su misión en navegación mientras reparabas el pobre cableado. Buscaste algún archivo guardado de un viaje anterior para compararlo con el actual, la trayectoria era ligeramente diferente, una cuestión de apenas grados que a largo plazo los alejaría de Polus, pero nada que un cambio de último minuto no pudiese arreglar. No le diste importancia, tal vez un error de dedo.
Seguiste leyendo el registro de actividad, aumento y disminución de velocidad de manera irregular coincidiendo con la hora en que ayudaste a 23 a abastecer de combustible los motores. Durante media hora viajaron tan lento que apenas se movieron, regresaron a la normalidad luego de unos veinte minutos y permaneció así.
Saltaste algunos párrafos de información que se resumía en una simple frase: "sin cambios".
Un rato pasó en el que dejaste de parpadear por la atención que le ponías a las letras de la pantalla. La luz artificial era dañina para los ojos, pero para los de los antiguos humanos, eso habías leído, luego de la inmigración total de la tierra se permaneció un tiempo en la oscuridad mientras se encontraba un nuevo lugar para habitar. Se adaptaron a la falta de luz natural y el desgaste de las pupilas fue cada vez más extraño con cada generación.
De alguna manera 19 era un caso extraño, usar dispositivos para mejorar la vista era algo poco común, una anomalía que ya no afectaba a la humanidad. Algo así como un gen defectuoso con el que se tenía que lidiar, no era considerada una discapacidad, simplemente un rasgo más en el ADN de la persona.
Así como 23, según oíste de 44 su familia había conservado los dedos meñiques de los pies, no exactamente a los humanos originales pero lo tenían. Cinco dedos perfectamente delineados, al parecer ella también los tenía así, pero le avergonzaba por alguna razón.
¿Qué tienes tú? Nada en realidad, eso era bueno, ¿no? No sufrías nada, habías sobrevivido y hace tiempo no tenían que preocuparse por la selección natural ni la cadena alimenticia. Todos dejaron de volverse polvo y en su lugar se vuelven basura espacial una vez mueren.
Pensaste de nuevo en los rasgos del resto del equipo, la piel de 57 era ligeramente más oscura que el resto. Esa era también un rasgo poco común, sin luz natural que le diese color a las personas la mayoría de habían vuelto pálidos y algo sensibles. La piel en la zona de las manos y en la planta de los pies se había vuelto más delgada por no exponerla en lo absoluto.
El resto de ustedes eran perfiles comunes, rasgos promedios, palidez y poco más. Aún así te pareció increíble, la evolución hizo lo suyo, desechando lo innecesario y adaptándose, no para enfrentarse a un peligro potencial, sino como muestra de que había abandonado su origen, que había olvidado sus comienzos, siempre avanzando y en cambio constante.
Sería genial poder vivir tanto tiempo como para verlo en acción.
Te detuviste una vez el registro mostró un cambio significativo, en cierto punto a mitad del trayecto las coordenadas fueron cambiadas, una diferencia pequeña pero más peligrosa, pasarían de largo y a ese ritmo más lento del promedio se perderían.
¿Alguien había programado ese cambio? ¿Para qué? ¿Otra prueba? Ya estabas harto de tanto misterio.
Tomaste tu tableta para contactar a 44 pero luego de dos intentos por acceder a los mensajes globales del equipo te diste cuenta del error en la señal.
¿Es en serio? ¿Aún y cuando te negaste a ser parte de esto seguían con su prueba? Si era un simulacro para atender a esas averías críticas la forma en la que lo hacían era muy obvia y difícil de poner en situación; además de que tanto como tú y el resto fueron ahogados en montañas de manuales mientras estaban en entrenamiento.
Un sabotaje en la comunicación global, más que perfecto, ¿este era el momento en el que te asustabas?
Modificaste la trayectoria de nuevo a la original antes de levantarte, leíste de nuevo las coordenadas para asegurarte y luego las enviaste. En menos de un segundo fueron recibidas y entonces saliste de Navegación para encaminarte a Comunicación.
Aunque tu indiferencia sería opacada por un alarmante y ensordecedor grito proveniente de algún lugar de la nave. El metal de las paredes le dieron un toque de eco que extendió la duración de aquel alarmante llamado, logrando que un escalofrío escalase por tu espalda y helándote la sangre en el proceso. Un grito desgarrador, agudo, desafinado, doloroso de sólo escuchar, de esos que te llevan a sobar tu garganta aunque no hayas sido tú quien lo soltó.
Trajiste de vuelta la idea de un impostor atacando a alguno de tus compañeros, pero negaste, debe ser otra cosa, cualquiera, no sabrías distinguir de quién había sido ese grito pero sin duda había sido uno de los chicos. Seguramente algo se estropeó o alguien se golpeó la cabeza por accidente, si, debe ser eso.
Tiene que ser eso.
Por favor, debe ser eso.
Comenzaste a correr sin rumbo pero sin duda a donde supusiste era la ubicación del grito, lejano, con los residuos del eco llegándote, tal vez en uno de los motores o en las misma sala de Comunicación.
Diste vuelta en el pasillo a toda velocidad, sin cuidado, por lo que provocaste un accidente entre tú y la otra persona que salía de otra habitación. Caíste al suelo al igual que 19, ambos se vieron y él parecía estar tan alarmado como tú, pero no sabrías decirlo, no puedes ver su rostro para nada.
—¿¡De donde vino!?— Te pregunta, totalmente histérico y agitado. Más bien suena como una orden.
—¡C-Creo que de Comunicación!—
Se levantan sin desperdiciar tiempo y continúan por lo pasillos sin fin.
Un traje blanco que dejó de estar implacable, pareciendo ahora ser de un gris claro, con manchas de suciedad en las rodillas, aceite de motor en los brazos y las marcas de las manos de sus compañeros cuando le daban palmadas en la espalda. Manchas molestas que son distracciones a la verdadera situación, no hay tiempo para preocuparse por algo así ahora.
Estando a apenas pasos de Comunicación una silueta sale disparada, el mismo grito se reproduce de nuevo, pero ahora pide la ayuda de quien sea. El amarillo de aquella figura de estatura baja casi se resbala al dar la vuelta y apenas los distingue logra detenerse en el momento oportuno.
19 se acerca primero y pone sus manos en los hombros de 44 para calmarlo, está consumido por el pánico, temblaba, balbuceaba y señalaba hacia el cuarto de donde había salido. Su casco estaba aún en mala posición y en un momento insignificante se aparta para sacarlo bruscamente de su cabeza, pero sin soltarlo.
44 estaba llorando. También sudaba y junto a esa expresión de horror puro que acompañaba su rostro pálido logró que tu garganta se cerrara completamente. Tu cuerpo se paralizó y estabas seguro de que tenías la misma mueca en el rostro.
—¡E-E-Es veinti-veinti... ! ¡Agh! ¡¡Es B-Bárbara, está muerta!! ¡19, Bárbara, e-ella, h-h-hace un segundo y-y-y luego... !— El de rango superior lo aparta del camino una vez escucha el mensaje entrecortado y se acerca a la sala a paso firme, es entonces cuando te acercas y tomas las manos de 44, las cuales se movían erráticamente.
—44, t-tranquilízate, está bien... —
—¡No, no, no lo está!— Los pasos que da hacia atrás para apartarse son bruscos, lo suficientes para librarse de tu agarre tenue, en cambio sus manos llegan a su rostro, incapaz de poner a prueba su sentido del tacto por culpa del traje.— ¡L-Los impostores no e-eran una broma ni u-una prueba! ¡E-Ella no tenía pulso, no respiraba, no estaba fingiendo! ¡B-Bárbara no estaba fingiendo!—
Bárbara.
Ese era su nombre.
Era curioso como escuchar los nombres reales te daba esa cálida sensación de humanidad en la persona, pero ahora no era algo lindo de escuchar; era la peor de las noticias y no podías procesarlo, no hasta que la vieras. Pero entonces lo imaginaste, tal vez había muerto asfixiada cómo estuviste tú por hacerlo, tal vez la golpearon en la cabeza, tal vez usaron los cables expuestos en su piel, un universo de posibilidades se abrió frente a ti con escenas cada vez más detalladas que te provocaron náuseas.
Recordaste sus grandes ojos llenos de vida, su voz aguda y su forma de hablar tan cercana. Todo eso se había ido, y no había forma de recuperarlo, todo se había desvanecido, pero a ellos no les importaría, ¿cierto? Tal vez en unos meses alguien la reemplazaría, porque cosas como la personalidad no forman parte de los perfiles de los tripulantes.
En ese instante y luego de darle tantas vueltas una lágrima desencadena tu llanto, uno silencioso comparado con el de 44 pero cargando con el mismo dolor, entonces hay un malestar ataca tu garganta, intenso, tanto como para recrear la sensación de ser estrangulado.
¿Algo hubiese sido diferente si no hubiese hecho aquella escena? ¿Ella se lo habría tomado en serio y no se hubiese molestado en ir sola a reparar la señal? La culpa y la paranoia regresan de golpe y pesan más que el miedo a morir o al de ser expulsado al espacio. Te falta el aire y el corazón te retumba en los oídos con una respiración frenética que no ayuda en nada.
Miras detrás de 44, el pasillo se extiende hasta el infinito, hasta que la luz no alcanza a iluminarlo, pero a su vez parece que las paredes se cierran sobre ustedes, tratando de encerrarlos para no tener nada más que ver además del cuerpo sin vida de aquella joven.
Hiperventilación, así se llama tu estado, lo leíste hace tiempo pero no recuerdas dónde exactamente; ¿no era cruel tratar de evitar esa muerte pensando en otra cosa? ¿era irrespetuoso? ¿desalmado? No, desalmado no, hace siglos que los humanos no necesitaban de la religiones, no existe tal cosa como la esencia de un ser. Pero creías en la identidad que define a cada individuo, el lema de "todos somos iguales" y "eres especial" coexistiendo en un ciclo de vida.
—Maldita sea.— Escuchas a tus espaldas, esa pequeña frase bastó para sacarte de tus divagaciones y antes de investigar el origen un traje negro pasa de largo hasta ponerse al lado de 19. No escuchas mucho de las palabras que intercambian pero distingues el gesto de 57 para peinar su cabello hacia atrás con las manos, siendo detenido por el casco para luego girarse hasta media vuelta para no ver más tiempo del necesario aquella sombría escena.
—Lee.— Susurras.
Entonces el último par de pasos se acerca, también rápidos, frenéticos por llegar al destino hasta que el traje rojo sale de la vuelta del pasillo. El capitán revisaba algo en la tableta mientras corría y en el momento en el que bajó la vista pudiste ver al interfaz del ritmo cardiaco que registraban los trajes en tiempo real, con una línea completamente recta al lado del icono de uno de los tripulantes.
"¿Esto también es una prueba, 83?"
Juras escuchar, pero sin la oportunidad de distinguir si fue real o una alucinación.
[...]
Aquella interfaz se burlaba de ti, de todos en realidad. Era hora de discutir algo de lo que nadie quería hablar, compartían la misma emoción, el duelo en carne propia, la desgarradora realidad de la perdida, sin lazos de sangre más que el vínculo laboral, ¿eso importaba? Pensaste en la familia de la chica, en como seguramente estarían igual o incluso peor que ustedes.
Esa... cosa, había tomado una vida humana; y por cómo te habían descrito la escena parecía no ir más allá que el mismo placer de matar o cazar, sin tener que alimentarse, sin la búsqueda de la supervivencia, simplemente el acto cruel de arrancar una vida y consumir el último respiro de alguien así de inocente. Una criatura así contaba con raciocinio, no tenías duda alguna, estabas tan convencido que te repugnaba.
Pero aún así sospechar seguía siendo difícil. Las pruebas estaban en tu contra, alguien debía ser, alguien había sido suplantado o desde el comienzo había robado una identidad; ¿con qué propósito se invertiría tanto tiempo en ocultarse para que al final deje a la vista su existencia?
¿Tal vez el descuido de la información siendo mostrada?
Sentiste un nudo en el estómago que también era la falta de alimento. El vacío era doloroso.
—¿Viste algo raro antes de encontrar a veinti- Bárbara, 44?—
—E-Ella ya estaba tardando luego de que se fue a reparar la comunicación... — Empieza a narrar, ya más calmado pero aún con temblores repentinos en sus manos.—, fui a buscarla p-pero... s-si, eso.... Uhm, no vi nada raro c-camino allá.—
—¿Y ustedes?—
Te sentiste degradado, inculpado, aquel tono de voz fue de ultratumba, nada comparado con el comprensivo de hace un instante. Parecía una estrategia, después de todo 57 siempre está al lado del capitán y 44 fue quien lo encontró, ustedes eran los principales sospechosos si lo veían así.
Pero podría ser una forma de desviar la atención de ellos mismos, incluso puede que aquella expresión sin vida y desanimada de 44 fuese una fachada, ¿por qué no podría fingir encontrarla? Su traje ya estaba lleno de manchas; sería simple decir que las oscuras no eran sangre si no aceite o algo parecido.
Algo es seguro, decir lo que habías descubrido de Navegación te pondría en la mira del impostor. Podrías ser el siguiente si te arriesgas a revelar algo así.
Pero con que uno de ustedes se salve es una ganancia.
—E-En Navegación— Tres pares de ojos se posan en ti y te obligas a mantener la mirada en alto.—, fui a revisar el tiempo restante del viaje y en el reporte leí varios cambios que se hicieron en la trayectoria. D-Dos, si, dos, uno pudo ser un error, pero el segundo parecía más intencional y... la velocidad fue modificada varías veces también.—
—¿Viste las horas?—
—Una hora y media de diferencia en las coordenadas, la velocidad parecía más una pelea. Cada poco era cambiada.—
—¿Encontraste algo raro, 19?—
El de traje verde no respondió de inmediato, ni siquiera regresó la mirada pues estaba muy ocupado pensando; tanto que se quedó viendo en tu dirección. Desconectado con el mundo sacó su casco para estar igual que 44, no parecía concentrado en realidad, más bien ido, como si se hubiese percatado de algo.
—83.—
—¿Hm?... —
—Cuando escuchamos a 44 gritar te pregunté de donde había venido, tú... supiste exactamente el lugar.—
—Había adivinado, la avería provenía de ahí y, uh... si seguía siendo una prueba, un "sabotaje", lo dije sin pensar... — Te sentías ansioso, consciente de que parecer sospechoso recaía en el más mínimo tartamudeo no pudiste evitar dar una explicación entrecortada. Querías ponerte en sus zapatos y pensar en que genuinamente era algo bastante conveniente, pero te aterraba hacerlo. Te aterraba convencerte tanto que sospecharías de ti mismo a largo plazo.
—¡N-No fue 83!— 44 sale al rescate.—, él estaba viendo el reporte de Navegación como dijo, pasé por ahí cuando buscaba a Bárbara. No creo que sea él... —
—El "creer" no nos llevará a ninguna parte.— 57 permaneció de brazos cruzados queriendo mostrar desinterés pero debajo de la mesa su pierna se movía frenéticamente por la impaciencia.
—El que haya muerto no significa que la encontraste exactamente después de que esa cosa se escondiera. Pudo haber pasado un tiempo antes de que llegaras... — Una hipótesis aparece, no suena descabellada en lo absoluto.
Si esa cosa es pensante y no quiere ser descubierta tiene sentido que tenga una estrategia para seguir libre todo el tiempo posible.
Todos están tomando el camino que propuso 19, maldita sea, defiéndete. No eres tú, no eres tú, convéncelos, es un error, di algo, ¡lo que sea!
—¿Actuación... ?—
—También es posible.—
En un momento así de tenso parece que tus sentidos se agudizan, lograste encontrar aquella conversación en medio del desorden de tus pensamientos. Susurros, siempre hablan entre ellos, los excluyen creyendo que así está mejor, pero la actitud no ayuda, esconder cosas es igual de sospechoso a lo que se puede ver como un descuido.
57 y 92 están hablando entre ellos. Sin discutirlo realmente, ¿eso no va en contra de lo que ellos mismo habían dicho?
Estabas harto de tanto misterio.
Azotas las manos en la mesa, las cosas sobre ésta dan un ligero salto al igual que las personas que estaban sentados aún. Te pusiste de pie y te sumaste luego de quitarte el casco, desprotegido, pero dando la cara. La cara de una persona aterrada y que sólo quería volver todo a la normalidad.
—¿¡Y por qué somos nosotros los sospechosos!?— Exclamas.—¡Ustedes guardan todo lo importante! ¿¡Qué tal si no supiéramos nada y 23 hubiera muerto?! ¡¿Entonces ahí si nos hubiesen contado o habría sido un accidente!?—
—(T/N), cálmate.—
—¡No tiene sentido! ¡Sólo han desaparecido cuando estas cosas ocurren y regresan luego de que ya no hay nada qué hacer!... — Te sientes liberado pero las palabras no son suficientes para expresar todo lo que ronda por tu cabeza. Quieres decirlo todo a la vez pero no sabes con qué comenzar.—¿C-Cómo esperan que no sospechemos también?... —
Sentado en aquella mesa con ustedes hay una criatura que está reteniendo el reflejo de sonreír y soltar una carcajada. Todo estaba yendo en el camino que deseaba.
[...]
Nadie fue eyectado. Todos saltaron su oportunidad de votar y fueron libres una vez más.
Admiraste tu rostro cansado en el cristal opaco del casco, distorsionado por la curva pero lo suficientemente reconocible. Pásate tu antebrazo por encima para tratar de limpiarlo, no sirvió de mucho.
Suspiras, aquella discusión había sido un desastre; confianza, eso era todo lo que el capitán te había pedido, respondió unas dudas y se disculpó por no estar ahí para todos. Realmente no sabías si confiar en un discurso tan repetitivo, todos habían dejado a la vista sus rostros en ese momento, pero ahora ni siquiera puedes creer en lo que dicen con sus ojos.
Regresas tu casco a su lugar antes de que otro sabotaje suceda; quedaba sólo una simple tarea que te aterraba ir a completar, querías compañía, pero eso era igual de peligroso que ir con alguien. Puede que tu suerte se burle de ti si justamente le pides al impostor que te acompañe a una zona apartada sin nadie más a la vista.
Un escalofrío trepó por tu espalda, pronto desapareció cuando una mano tomó la tela suelta de tu traje en la espalda, dando un leve jalón.
Era 44.
—¿(T/N)?—
—¿Hm?—
—Ese es tu nombre.—
—Ah, si. Nunca lo habías escuchado, ¿verdad?— Sonreíste por impulso, era triste pensar en contraparte que no podía verte.
—No, no lo sabía... —Te suelta luego de percatarse que seguía aferrado a ti y juguetea con sus manos antes de volver a hablar.—Ah, si, e-em... Yo soy Charlie.—
Titubea cuando dice aquel nombre, como si hubiese tenido problemas para recordar cómo se pronunciaba. Así de abandonado estaba su percepción de sí mismo. Sepultada con toda esa paranoia y miedo.
—Oh— Es lo primero que dices, pero entonces extiendes tu mano como si fuese un saludo.—. Un placer conocerte, Charlie.—
44 está sorprendido pero de inmediato te sigue la corriente, riendo antes de aceptar tu mano.
—Lo mismo digo, (T/N).—
Y por un segundo el universo volvió a ser maravilloso.
—¿Qué están haciendo? ¿Vieron algo?— La voz de 19 llega a tus espaldas pero sin tomarte por sorpresa. Más bien estabas agradecido de que se acercase.
—19, ¿cuál es tu nombre?—
—¿Eh?— En cambio él parece ser quien se llevó una sorpresa.—¿A qué viene eso?—
—Me di cuenta de que hemos trabajado y viajado por mucho tiempo y apenas hoy supe los nombres reales de la mayoría— Explicas y 44 asiente estando de acuerdo.—. No quiero llamarlos con números para siempre, ¡y menos ahora!—
19 parece darle muchas vueltas, nunca había tenido que decir su nombre desde el día que fue asignado a un equipo. A veces incluso lo olvidaba por tantas horas seguidas siendo llamado con su rango. Se tomaba tan en serio su trabajo que su identidad pasó a ser segundo plano.
Rebuscó la respuesta en la información que tenía en la cabeza, alarmándose un instante pues no encontraba la palabra que necesitaba.
—Ustedes dos, hm... — Lo escuchas reír levemente y sus brazos se cruzan en una pose más relajada.—Me llamo Ethan.—
Sonríes de nuevo. Es como si estuvieras conociendo a gente completamente nueva.
—Ethan, ¿eh?—
—¿Qué hay de ustedes?—
—Soy Charlie.—
—Soy (T/N).—
Y para ti mismo recreas en tu mente la dulce voz de la joven, "Soy Bárbara".
Tu sonrisa se ensancha aún más.
[...]
Luces rojas, una sirena escandalosa como ruido de fondo, más bien como el único capaz de ser escuchado. En ese momento no puedes ni siquiera escucharte a ti mismo gritando el nombre del resto de la tripulación.
Otro sabotaje, dos en menos de diez minutos, ¿era en serio? Esa cosa no les daba ni un respiro.
Por lo que habías revisado era una inminente fusión del reactor, una avería crítica si no lograba ser detenida.
¿¡Esa cosa quería morir junto con ustedes o qué demonios le ocurría?!
Llamaste una y otra vez por alguien, se necesitaban dos personas para estabilizarlo e ir sólo para esperar por alguien sería gritar "atácame" prácticamente.
Era fácil pensar que era una distracción, que mientras dos o tres de ustedes se reúnan en la sala del reactor el impostor y la última persona en camino se encontrarán.
Un sacrificio, en teoría. Si alguien muere y había exactamente tres personas en el reactor, las dos restantes serían víctima e impostor.
Pero no puedes permitirlo, no quieres que nadie más muera, ni siquiera puedes pensar en sobrevivir si a base de eso alguien tuvo que ser asesinado. No era justo, ¡no podías permitirlo!
Te permitiste detener a recuperar el aliento una vez que la luces regresaron a la normalidad. Un alivio inmenso te consumió y al poner tu mano en donde estaría tu corazón pudiste notar como tú ritmo cardiaco volvía a la normalidad.
Si siguen así tendrás problemas cardíacos antes de siquiera llegar a los treinta. Lloriqueaste en silencio por la idea, no te sorprendería desarrollar estrés pos traumático a las alarmas.
Te enderezaste luego de estar más tranquilo y recuperado, justo afuera de la sala del reactor. Habías tardado pero al menos la situación estaba bajo control.
—Agh, estuvo cerca, ¿verdad?—
Esa era la voz de Lee. Parecía hablar con la otra persona que estabilizó el reactor.
Deberías entrar, pensaste. Si algo ocurría mientras más tiempo estuvieses a la vista de alguien menos sospechas habrían. Estabas listo, comenzaste a andar hacia el interior de la sala.
Pero entonces un golpe metálico te congeló en tu lugar.
Luego un ruido sordo, como algo cayendo al suelo, estabas tan alerta que jurarías haber sentido el piso vibrar por la caída.
Alguien fue atacado.
¡La otra persona es... !
El miedo se fue, ahora era enojo, corriste hacía dentro y frenaste en el momento justo. Miras a todos lados y no encuentras a nadie más que a un 57 desvanecido en el suelo.
Ibas a llamarlo pero el brotar de un líquido carmesí a un lado de su cabeza te interrumpe. Esparciéndose lentamente por el frío suelo de metal, tanto que das unos pasos hacia atrás para evitar el charco que casi toca la punta de tus pies.
—No, no, no, no... —
Finalmente te acercas para tomarlo como puedes, hay muchas cosas en las qué pensar pero el entrenamiento de primeros auxilios resalta justo a tiempo, comienzas a hacer presión en la herida y lentamente tu traje se tiñe de rojo a la altura de tu mano derecha al igual que tu antebrazo izquierdo.
No tenía su casco, tampoco parece estar cerca.
—¡Lee, e-espera, aguanta un poco!—
¿Por qué justo en ese momento no puedes gritar? ¿Por qué sientes un nudo en la garganta? ¡Llama a alguien, no es momento de llorar! ¡Muévete, no seas inútil!
Decidido, pero más aterrado, pasas su brazo por encima de tus hombros y preparas tus piernas para cargar con el peso extra. Estabas dispuesto a arrastrarlo a la Bahía Médica, aún respiraba, aún estaba vivo, no ibas a abandonarlo sólo porque era más importante reportarlo.
Te pusiste de cuclillas y estabas ya por ponerte de pie, hubiese salido bien de no ser por un brazo que rodeó tu cuello, una persona que llegó por detrás tuyo y que ahora te estaba haciendo difícil respirar. La sorpresa impulsó el reflejo de tratar de liberarte y sin querer soltaste a 57, extiendes tus brazos tratando de alcanzarlo pero sólo retrocedes junto a la persona que te jalaba en reversa. De un tirón tu casco es removido y lanzado hacia quién sabe dónde, haciendo que la asfixia sea aún peor.
—Esto es muy problemático, (T/N).— Aquella voz tiene un tono apagado y suena literalmente a un lado, demasiado cerca.
En búsqueda de una salida miras hasta donde tu visión periférica te lo permite, detrás tuya no había nada más que un traje verde oscuro, aún impecable.
Das un codazo hacia atrás, dándote la mínima oportunidad para liberarte. Ethan se retuerce un poco antes de levantar la mirada de nuevo, también con el rostro descubierto, dejando a la vista sus extraños ojos y piel que parecía estar cubierta con escamas en algunas partes. Una metamorfosis incómoda de ver.
Esto no podía estar pasando.
—E-Ethan... —
—Es un nombre genial, ¿cierto?—
¿Tan siquiera era el real?
Miras a Lee y luego a la sangre que no deja de brotar, llega a tus pies y sin querer dejas un montón de pisadas tratando de escapar. Los pasos torpes te llevan hasta estar con la espalda contra el reactor, tan caliente e inestable que el poner la mano descubierta pegaría la piel al metal ardiente.
Admiras la única salida, luego a tu compañero. Todo está en blanco, era tanto que analizar que no había un camino lógico, tampoco una respuesta inmediata, simplemente es el terror apoderándose de ti. Uno de los instintos más primitivos de los humanos surgiendo a resplandecer frente a la criatura que se divierte cazándolos.
—Ni siquiera lo pienses.— No reaccionas a tiempo para cuando eres tomado del cuello, sus dedos cerrándose lentamente hasta que te empuja a la misma esquina donde 57 perdía sangre de manera alarmante. Te tropiezas y caes de espaldas, llenándote de rojo aún más.
Consumido por el pánico intentas limpiarla, pero nada sirve, sólo la esparces aún más por tu traje. Blanco, no, gris; gris y rojo, no hay manera de volverlo a ver tan impecable por el primer día.
—¡¡Capitá- !!
Una patada en el abdomen es suficiente para silenciarte.
Mientras te retuerces del dolor, aquel impostor vuelve a esconder sus rasgos extraños antes de salir corriendo por la única salida.
—¡¡Capitán, 44!! ¡83, es 83!—
Logras escuchar, haciendo eco en las paredes y simulando un pánico perfecto, había aprendido de sólo escucharlos, al igual que muchas otras cosas interesante de los humanos.
No, no, ¡no, va a inculparte, van a eyectarte! No podías permitirlo aun si la situación estaba en contra tuya, la sangre, el cuerpo, las sospechas que Michael ya tenía hacía ti, el argumento con el que Ethan había tratando de acusarte en la segunda discusión. No podías hacer nada, estabas muerto.
Muerto...
Te giras hacia Lee y ya sin importarte mucho tu traje te acercas a su rostro e inclinas el tuyo para casi pegar tu oreja.
No respira.
Repites el gesto pero ahora a la altura de su pecho, por más que ignoras el exterior y tu propia respiración errática no logras encontrar sus latidos.
Él ya...
Tantas emociones brotan al mismo tiempo, pero tu primera reacción es llorar, en silencio, así como con Bárbara. Una mezcla de dolor e ira que no logran salir, que se quedan atrapadas en tu pecho y que terminan estropeando aún más tu estado.
—P-Perdón, perdóneme, Lee. Lo siento.— Fue lo primero que pudiste soltar, el sospechar de él junto al capitán, acusarlo sólo por tus emociones inestables, el no haber llegado a tiempo, por todo. Te aferraste al traje lleno de parches y seguiste llorando, un viaje eterno que cobraba vidas que no debían ser perturbadas, vidas que tenían mucho que demostrar. Humanos que tenían el derecho a existir.
Todo eso se esfumará.
Y no puedes evitar sentir que es tu culpa.
Por que lo es, ¿no es así?
—E-Estaban aquí.—
Tres pares de pasos llegan y se detienen justo en la entrada, admirando la escena desde aquella distancia que consideraban segura.
Michael siente su alma escapar de su cuerpo al ver a su compañero de toda la vida tendido en el suelo, con uno de sus tripulantes lleno de su sangre y aferrado al cuerpo. Los hechos no le dejan duda alguna pero el sentimentalismo que había tratado de borrar le hace confiar en aquellas lágrimas que bien podrían ser una fachada.
Charlie experimenta de nuevo ese horrible sentimiento, el descubrir un cuerpo, sin vida, luego hay otro. Un horror y el sentirse traicionado, sentir que de haber estado cerca tuyo pudo haber sido él el siguiente.
—Sométanlo.—
[...]
—¡Hay que atraparlo! ¡No dejen que se esconda!—
¡¿En serio habías hecho eso?! ¡¿En serio habías golpeado a tus compañeros para escapar!? Te disculpaste una y otra vez a gritos luego de que no quisiesen escuchar lo que tenías por decir, para ellos ya no tenías derechos, ya no eras humanos, eras un simple impostor que debía ser ejecutado. Lanzado al espacio sin la oportunidad de permitirte algo más.
¿Hacia donde? ¿Hacia donde? Decide rápido.
Antes de darte cuenta estabas en el almacén, te detuviste un poco para formar un plan pero los pasos que venían detrás tuyo te obligó a dejarlo para después, intentaste huir por la salida de la derecha pero el rostro lleno de ira del capitán te detuvo. Al final tuviste que escapar por el pasillo superior que conectaba la cafetería con Administración.
Sientes como tu corazón está por rendirse. El pecho te arde, como si una llama intensa remplazara el aire que inhalas, al igual que tus piernas que están cerca de ceder al cansancio.
Aún así sigues corriendo.
Sigues la trayectoria hacia la izquierda y cuando crees que los has perdido lo suficiente para detenerte eres jalado hacia dentro de la Bahía Médica. La compuerta es cerrada inmediatamente antes de que tengas la oportunidad de caer de espaldas contra el suelo.
Era él.
Uh...
¿"Eso"?
Pensaste en la ventila y aprovechaste que estaba ocupado bloqueando la entrada para correr hacia la puertilla. No pudiste ni siquiera ponerte de pie antes de que algo te hiciese tropezar de nuevo.
—¡Ya lo decidí!—
—¿U-Uh?—
Puedes ver en primera fila como sus pupilas se alargan y a su vez cambian de color. Aquellas escamas extrañas dejan de camuflajearse y reflejan levemente la luz artificial. Si tan sólo pudieras grabar su voz sin entonar o tomar una foto de su rostro sería suficiente, e incluso si lograses capturarlo en esa forma aún así no bastaría.
Estabas atrapado.
—¡Serás tú!—
¿Eh?
—¿¡Eh!?... —
—¿Sabes por qué una "asquerosa criatura" se molestaría en infiltrarse entre los humanos?— No diste una respuesta clara pero seguramente negaste por inercia.—Es mucho que explicar, pero prácticamente queremos detenerlos.—
—¿Dete... nernos?—
—Bueno, quieren. No me pongo en el mismo saco— Parpadeas, y en ese pequeño instante de oscuridad él ya está frente a ti. En tu intento de retroceder alcanza la tela a la altura de tu pecho y jala hacia un lado para alcanzar tu tableta, la cual desliza en el metal antes de pisarla con tanta fuerza que se parte en varias piezas. Ahí se iba toda oportunidad de pedir ayuda.—. Los humanos tienen la fama de buscar por milenios un nuevo hogar, un nuevo planeta que explotar hasta dejar igual de seco que la Tierra. Y Polus, como sabrás, es un buen candidato— Explica, excluyéndose por completo. Orgulloso de poder narrar aquel hecho.—. Muchos de nosotros no piensan ni siquiera en darles la oportunidad de acercarse a nuestro planeta; aún así, ¡dieron miles de señales de criaturas hostiles en aquella roca! El abrir la base fue cómo una declaración de guerra.—
—¿Se están defendiendo?... —
No sacarías nada al hablar con él, pero al menos sería la oportunidad de morir sabiéndolo todo y sin llevarte ni una duda que te atormentase.
—¡Genial! ¡Aprendes rápido!— Sus manos terminan en tus hombros y su sonrisa que presumía de sus dientes afilados es lo único en lo que puedes pensar.—Aunque un consejo para ti y tu raza, si siguen así se extinguirán. Que llegaran hasta este punto fue un golpe de suerte; pero lo admito, leer esos informes llenos de datos sobre la evolución humana fue sorprendente, ¡los humanos se adaptan a todo, se aferran a la vida cada vez que se destruyen a sí mismos!—
"Los humanos son seres increíbles".
"Llenos de dudas y curiosidad, pero también de miedo".
Una prueba, si bien no de Mira pero si de aquella criatura para sacar a relucir todas las facetas de la paranoia humana. Para aprender en primera fila, para saber imitarlos aún mejor.
Eran cambiaformas después de todo.
—Pero tarde o temprano ustedes se acabarán a sí mismos y ya no podré verlos cambiar y adaptarse a cada planeta que contaminan con su invasión, será triste, ¿no lo crees?— El no saber si hablaba en serio o sólo se estaba burlando te daba náuseas. No es como que pudieses exigir respeto frente a una criatura sin miedo a matar.—Entonces tenía un plan— Te susurra.—, pero ahora sólo estoy improvisando.—
Aferrándose a la tela suelta de tu traje se deja caer de espaldas y por impulso caes junto con él. No parece doler en absoluto pero en cambio tus muñecas habían resistido todo el peso de la caída, entumidas y con un cosquilleo que se extendía hasta tus codos, bastante doloroso y aún así reprimes el quejido que estuvo cerca de salir.
—¡¿Qué demo-!?
—¡¡Ayuda, 44, capitán!!—
Así de fácil de percatas de su intención pero cuando intentas apartarte volvía a reforzar su agarre. Una diferencia enorme que era inútil gastar energías insistiendo.
—¡¡Suéltame, maldita cosa!! ¡Vete al diablo! ¡Muérete!—
Mal momento para soltar todo ese rencor.
Como si el día no pudiese empeorar, otro golpe llega a la misma zona donde Ethan había pateado hace menos de una hora. Vuelves a ser empujado bruscamente, cayendo de lleno contra el suelo y una descarga eléctrica impidiendo que te levantes inmediatamente. Recorre tu cuerpo en un instante y todos tus músculos se tensan hasta cerrarte sobre ti mismo.
¿Con qué te había golpeado?
Michael está frente a Ethan, de cuclillas para estar a su altura, lo revisa un poco antes de girarse hacia ti. Primero tiene una expresión que no sabrías definir, una mezcla de confusión con tristeza; luego pasa a una de furia, bien definida y fácil de leer.
Estás en problemas.
—Capitán, p-por favor, aléjese de él... —
—Cierra la boca, maldita abominación.—
Ese tono de ultratumba sigue siendo efectivo pues obedeces, aunque te niegas desistir en tus intentos por alertarle, das una señal con tu mirada que él ignora ayudando a 19 a ponerse de pie.
—¿Estás herido?—
—Estoy bien, estoy bien— Una vívida imagen de la mano de Ethan aplicando una fuerza horrible sobre el hombro de Michael te llegó como si se tratase de una premonición, como si pudieses escuchar sus hueso crujiendo. No fue hasta que te concentraste que dejaste de imaginar aquella escena. Todo estaba en orden, por ahora.—. Sólo me hizo perder el equilibrio... —
—Capitán, aléjese de él.— Repites.
—No voy a escuchar nada de lo que-
—¡No le estoy pidiendo que se acerque a mi, sólo que se aleje de él!— Por primera vez fuiste quien interrumpe, por alguna razón no sientes que hiciste algo mal.
Ninguno de los dos contrarios esperaban que levantases la voz, era fácil de ver, sorpresa, no era lo que buscabas pero al menos había dejado de ser odio.
—Ah, tiene razón.—
¿Qué?
—¿Qué?— Michael te había robado la palabra pero coincidías en aquella simple pregunta. Tardaste en comprender, pero al hacerlo abriste tus ojos todo lo posible, tanto que las cejas te dolieron y que tu vista se desenfocó. Estabas tan seguro de lo que seguía que te abalanzaste sin pensar, el rostro sin vida de Lee y la última conversación con Bárbara te dieron el impulso necesario.
Ibas a empujar al capitán para alejarlo aunque fuese por la fuerza, tus brazos casi lo alcanzan pero entonces esa cosa vuelve a adelantarse, lo aparta de tu camino con tanta facilidad que desde tu perspectiva parece que simplemente se esfuma de su sitio. Pasas de largo y apenas mantienes el equilibrio. Al girarte ya es tarde como para lanzarte de nuevo, Michael está sometido como había hecho antes contigo, el brazo de Ethan al rededor de su cuello aplicando aún más fuerza a la que había necesitado contigo.
Comienzan a forcejear y puedes ver fácilmente la expresión de dolor puro en el rostro del rubio, aún y cargando con la falta de aire se niega a ceder.
Muévete, muévete, ¡haz algo, idiota!
—Somos un gran equipo después de todo, ¿eh, (T/N)?—
—¡Cállate!—
—¿(T/N)?... — Su entrecejo se relaja, un diminuto tic ataca su ceja hasta que su mismo agarre en el traje ajeno se debilita. Comienza a desvanecerse y sus ojos luchan por permanecer abiertos para combatir esas enormes ganas de dormir.
Cierto día un nuevo tripulante había terminado su entrenamiento y fue asignado a un equipo conformado de personas reconocidas en Mira. Sus nervios lo consumieron hasta el momento en que su capitán se presentó, felicitándolo y dando una bienvenida junto a sus demás compañeros.
Aquella persona llena de experiencia y miles de historias que contar ahora mismo estaba por abandonar el universo al que le había regalado su existencia. Su historia sería terminada abruptamente al igual que la de su amigo de traje negro y eso estaría bien para él; o lo estaría, estaría bien si no fuese por que lo último que vería iba a ser a uno de los tripulantes bajo su cargo llamándolo a gritos y tratando de rescatarlo.
Recordaste una vieja canción la cual no sabes exactamente quién te la enseñó. La misma que le habías enseñado a 23, la misma que solías tararear siempre que tenías la oportunidad
¿La letra siempre había sido tan triste?
—Déjalo.—
Tus manos temblaban y aquel aparato que apenas lograbas sostener se movía sin descanso. No sabías para que era exactamente pero había visto como el capitán lo traía consigo a todos lados en su cinturón; soltaba un zumbido parecido a una interferencia y, a pesar de parecer una simple caja rectangular de metal, tenías todas tus esperanzas puestas en él.
¿Aquella descarga eléctrica había sido gracias a aquel aparato?
—Sólo te terminarás lastimando a ti mismo si aparentas saber cómo funciona esa cosa.—
Tenía razón, no sabías cómo usarlo, y preguntar al capitán no era una opción. No podías ganarle con simple fuerza bruta, debías pensar, ¿qué podrías usar como amenaza para ponerlo contra la pared?
Retrocediste en el día para recordar sus palabras, "serás tú", ¿a qué se refería exactamente? Dijo algo sobre cómo quería seguir viendo a los humanos adaptarse, otra cosa sobre la extinción de tu raza, ¿tal vez los veía como una reserva protegida? ¿algo como un zoológico? La idea era simplemente estúpida e incoherente, nadie podría creer que eso es lo que buscaba.
Eso si él fuese como tú, eso si él se rigiese bajo el mismo pensamiento humano. Lo que no tenía sentido para ti era un plan infalible.
No sabes nada de su raza y 19 sabe todo sobre los humanos, puede que la electricidad no los afecte. Nadie lo sabría pues los datos de aquellas criaturas escaseaban.
Entonces, ¿qué deberías hacer?
Ya lo decidiste.
Te disculpaste con Bárbara y Lee, le pediste a Charlie que siguiese escondido. El casco abandonó su lugar y lo lanzaste fuera del alcance de ambos, cuando estabas listo llevaste el extraño aparato a tu cuello, en el espacio debajo de la barbilla y a la altura de donde normalmente se le revisaría el pulso a alguien.
—No tienes problemas atacándolos a ellos pero dijiste que sería yo— Inspeccionas el aparato guiándote sólo con los dedos hasta que encuentras un sobresaliente en la superficie lisa.—. No sé a qué demonios te refieres pero si en verdad quieres mantener tu plan entonces déjalo.—
¿Por qué los humanos son aún más geniales cuando están en peligro? Aquella pregunta logró que una sonrisa se formase en el rostro del impostor. Habías dado en el clavo y si bien lo habías atrasado no significaba nada en realidad, aunque tú no lo sabías.
Sin cuidado o delicadeza dejó caer a Michael, quien hace rato se había desmayado por la falta de aire, pero sólo eso, sólo había perdido el conocimiento.
Tragaste saliva y susurraste un tenue "lo siento" para el rubio. Un mensaje que nunca fue recibido.
—¿Que harás ahora?— Al levantar la mirada unos ojos de pupilas extrañas te acorralaron, muy tarde como para alejarte o retroceder, congelado por la sorpresa y el estrés.
Tu mano se movió por los temblores y llega a rozar tu cuello, hasta que él interpone sus dedos justo a tiempo, luego los cierra, tomando tu mano y el aparato a la vez.
Presume su fuerza de nuevo y la presión en su agarre comienza a aumentar con cada arcada de aire que inhalas. Primero cede el metal, torciéndose y abriendo el interior del mecanismo, dejando expuestas partes filosas que traspasan tu traje y se encajan en tu piel. Las punzadas no son el fin ni el comienzo, pues la presión sigue hasta que no puedes sentir ni la punta de tus dedos.
En ese momento no duele pero fue culpa de la adrenalina, tus dedos se doblan de maneras nadas naturales hasta que es fácil escuchar tu mano entera siendo destrozada sin piedad.
Más sangre empapa las zonas de por sí ya sucias de la tela blanca, pero ahora viene desde adentro, escurre y no se detiene, incluso cuando dejas que tu peso te arrastre hacia el piso para retorcerte en ese punzante y permanente dolor. No había nada comparado, no era molesto y desesperante como la falta de aire, pero era increíblemente debilitador.
Gritaste, tanto como lastimarte la garganta en segundos, tanto como perder la voz. Un grito que nunca habías hecho antes, parecido al que 44 había entonado, pero aún peor, de alguna manera fue aún más terrorífico de escuchar, aún más de soltar.
Muerdes la tela de tu mano sana, tu grito atraería a Charlie, le estarías dando la oportunidad de acabar con todo en ese instante, ¿pero tan siquiera quedaba una mínima oportunidad? Una persona lastimada y otra teniendo que cargar con ella contra una bestia con fuerza que los sobrepasaba.
—Eso pensé.— Se aleja para dejarte sufrir por tu cuenta hasta alcanzar la tela de la espalda de Michael, lo arrastra sin problemas hasta la mesa de muestras, donde lo deja recargado contra la pared para luego rebuscar algo entre la herramientas médicas.
Al final toma una jeringa que estaba en el contenedor de material peligroso, el mismo que lucía aquel símbolo universal negro y amarillo. Estaba vacía pero eso era lo que quería.
Lo maldices, eso no cambia nada, ni siquiera desacelera su paso para acercarse al rubio, con una expresión aburrida y seria desgarra su traje en el brazo izquierdo y sin dudarlo mucho inyecta aquella minúscula cantidad de aire en la arteria del de mayor rango.
No se preocupa por el hilo de sangre que brota de la piel pálida, simplemente lo deja ahí para que termine de morir.
Frente a tus propios ojos la vida del capitán se desvanece por algo así de simple.
Aún mordiendo la tela gritas, de nuevo, las lágrimas te impiden ver por última vez el rostro sereno de Michael, ¿cuál habría sido su último pensamiento antes de desmayarse? ¿Confiando en ti? ¿Creyendo que eras un cómplice? ¿Arrepintiéndose? Nunca lo sabrías y lo último que te habría dicho sería una frase llena de un odio mal dirigido.
Así es la vida, no te da la oportunidad de despedirte.
Y se supone que eso está bien.
Ethan estaba cansado de tanto sentimentalismo y de tantas lágrimas, esas reacciones fisiológicas habían sido geniales las primeras par de veces, ahora ya eran aburridas.
Tira en sentido opuesto la tela roja del traje mientras la sostenía con ambas manos para probar la resistencia, después de estar convencido de levanta y vuelve a donde estás.
Un diminuto charco se había formado en el suelo, un charco diminuto de lágrimas que pronto se enfriarían lo suficiente como para ser escarcha. Sollozos, era todo lo que te quedaba, estabas exhausto mentalmente y te habías convencido de que te dejaría al último para ver a todos tus compañeros morir.
—Las cinco fases del duelo son negación, irá, negociando, depresión y aceptación. No estoy muy seguro pero creo que sólo te falta una, es difícil saberlo si empiezas de nuevo cada vez que uno muere.—
Tienes miedo de mirar hacia arriba, tienes miedo de encontrarte con aquella bestia que te había arrebatado a todas las personas por las que te preocupaste. Aún y cuando su sombra atraviesa la tuya, aún y cuando las luces rojas de emergencia resuenan de nuevo, incluso cuando dice que deben hacer el teatro del impostor falso una vez más.
Si miras esos ojos carentes de humanidad una vez más estarías rindiéndote y dándole la espalda a tu orgullo como humano.
—No dejaré que se extingan, así que considérate la reserva. Tienen mucho por lo qué pasar y ser atacados por mi especie es sólo una fase más. Metete eso en la cabeza, (T/N).—
Nunca habrías podido adivinar que ese viaje te arrebataría la humanidad para volverte trofeo en una colección de especies en peligro de extinción.
El universo no está del lado de nadie, simplemente no tiene reglas.
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