Hitoshi Shinso -≫ Boku no hero academia
-≫ Pedido hecho por: EmaAngels.
-≫ Advertencia: Primera vez que escribo algo de este personaje.
-≫ Relación: ¿Amorosa?
-≫ Número de palabras: 5014
-≫ Agradecimientos a:
• drexmcrxzy por ayudarme con el desarrollo en algunos puntos y conocimientos de soulmates. You deserve the world!
• Lesu2003 por ayudarme con los términos de medicina y datos del cuerpo humano. You're the best!
-≫ ¡Aviso! Este One Shot tiene una historia corta en proceso. Con más desarrollo tanto de la relación como del protagonista (en la historia tiene nombre propio, eso si). Así que si se quedaron con ganas de más pueden ir a leerla :D
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Soulmate
En alguna parte de tu cuerpo tienes grabada una frase importante para tu pareja.
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Una manera para describir el cuerpo humano sería como una máquina compleja y asombrosa. Sabe que hacer en cada situación, sigue proceso exactos con propósitos únicos y singulares, e incluso lo sabe desde que el humano nace.
A pesar de que la persona promedio con suerte sepa ubicar sus riñones...
Incluso cuando algo atenta contra la vida, el cerebro responde con una solución maestra, una estrategia que podría voltear toda la situación. ¿Lo malo? Son procesos que requieren mucho tiempo y energía, cosas que al faltar puedes aprovechar para causar estragos.
—Oh, perdone.— Te disculpaste con normalidad cuando tu hombro chocó con el de una heroína que iba en sentido contrario, por impulso tu mano alcanzó apenas en un roce el lugar donde habían chocado, una parte descubierta del hombro de la contraria.
—¿Uh? Ah, no te preocupes.— Restó importancia e hizo un gesto sutil con una de sus manos, daba un aire autoritario que no te brindaba nada para tu persona; al final terminó siguiendo su camino entre las multitud que se desplazaba por el salón del evento, con su cabello negro y atado perdiéndose al poco rato al combinarse con el ambiente. Su traje rojizo le daba un porte elegante que te hubiera gustado apreciar más.
Con tantas cosas que admirar en este mundo, por ti el buscar a tu otra "mitad" se podía ir mucho al diablo en tu lista de cosas por hacer antes de morir. Puede que esa mujer sea encantadora pero no debías despegar tu cabeza del suelo, tal vez en otra ocasión.
Aún así no mentirías, la idea de llevar una vida plena alguna vez te sedujo con sus cosas felices y reconfortantes. Un camino no tan peligroso.
Pero sin duda muy aburrido.
Levantaste hasta un poco abajo de tu codo la manga de tu brazo izquierdo, en el antebrazo volviste a leer aquella frase que te daba algo de confusión.
"No puedes ayudar a lo que anhela tu corazón." Se entendía claramente sobre tu piel (C/P). Suspiraste en un pesar fingido, pobre diablo el que tendría que soportarte. Una tragedia que no le deseabas a nadie.
Regresaste al paseo con un paso lento y preciso, un impulso retorcido te llevó a una sonrisa descarada que ocultaste. Otro de los héroes que podrían causar problemas estarían ocupados con algo más impactante.
Tu propósito en esa fiesta se había visto comprometido cuando acertaste con la predicción de la gran cantidad de héroes en su debut. Junto con algunos ya veteranos pero en menor medida.
De inmediato tachaste mentalmente a los que no serían un problema, intoxicaste a los que tenían gran movilidad o largo alcance y vigilaste que nadie te tuviese observando constantemente, fallando pero sin saberlo. Sonreías de aquí para allá para no levantar sospechas, esa noche eras un civil más, alguien con una apariencia simple que pasaría desapercibido hasta el gran giro revelador.
Piel Tóxica, un nombre nada creativo, pero eso era lo de menos. Un don que te permitía contagiar a las personas de todo tipo de enfermedades dermatológicas, tal vez llegando a extremos de darles un moho que se propague y les podría terminar pudriendo la piel. Bueno, siempre que sea una zona descubierta la que toques, el mínimo roce es útil. Incluso tu sudor servía para infectar.
En este momento imaginabas como se vería la linda cara de esa heroína con las ronchas de una urticaria cubriéndola por completo, con un dolor tan agudo que incluso respirar le dolería. Su piel se volvería muy sensible, pero al menos combinaría con su vestido... ¡Ambos de un rojo brillante!
—Disculpa.— Una nerviosa voz te llamó desde tus espaldas, una mano detuvo tu andar cuando aterrizó en tu hombro. Miraste hacia atrás y encontraste a ese sujeto particular, cabello verde al igual que sus ojos. Viste como abría la boca para soltar palabra, sin éxito.
Detrás suyo estaban una fémina bajita castaña que reconociste por su nombre de heroína, también estaba otro tipo de gran altura con anteojos, este fue uno de los que llegaste a infectar desde más temprano en la fiesta. Se trataba de Iida Tenya.
—¡Oh, eres tú! Eres Deku, ¿no es así?— Actuaste como todo un fanático poniéndote frente a frente con el héroe. El peliverde se sonrojó.—¡Es un placer encontrarlo! ¡He escuchado mucho desde antes de su debut como héroe!— Siguiendo tu fachada alcanzaste la mano que antes tenía sobre ti para estrecharla con un entusiasmo exagerado. La sonrisa alegre de tu cara se ensanchó al lograr tu cometido.
—E-Eh... Yo no... —Los balbuceos nerviosos te irritaron un poco.—De hecho queríamos preguntarle si no ha visto algo fuera de lo común... —Habló más seguro siguiendo el ritmo del saludo hasta que en un movimiento apartó su mano, bastante tarde.
—¿Cómo que?—
—¡Alguien de apariencia sospechosa!, tal vez apartado o a la defensiva todo el tiempo.— El megane que estaba detrás intervino moviendo sus brazos de manera extraña. Pudiste sentir tus gestos cambiando naturalmente para lo que te decían.
—No lo creo, —Mentiste sin vergüenza alguna.—pero si lo hago se los contaré de inmediato, denlo por hecho.—
—¡Bueno, gracias!— Habló la única mujer en el pequeño grupo con una voz casi angelical. Tomó por el codo al héroe frente a ti y lo llevó a rastras lejos de tu presencia.—¿Ves? Tu presentimiento solo hará que la gente se alarme.—
Tienes cosas anormales recorriendo tu cuerpo, aún así no te hacen daño, son parte de tu organismo. Eran únicos, eran regalos que repartirías a todos los presentes. Quieres ver cómo reaccionan, quieres ver cómo toman la situación. Habías perdido la considerable cuenta de las personas que tocaste, esperabas que fueran bastantes.
Quieres experimentar con los cuerpos de los demás y una frase resalta en tu mete: "el mejor prisionero es el que cree que es libre". Y lo mejor es que siempre uno es prisionero de su cuerpo, es de lo único que no se puede escapar.
No contabas con tanto tiempo, una tragedia.
Tu mirada impaciente se estancó en la figura bien vestida y de porte excéntrico. Un patrocinador del evento era tu objetivo de aquella noche, los héroes sobrevivirían a tus pruebas, se la vivían entrenando para todo tipo de situaciones. Pero un hombre que solo se la pasa fusionado con el asiento hecho de cuero costoso caería como una mosca.
Sentías que la gente se abría para ti, estabas tan cerca, solo tendrías que rozar sus nudillos de su mano descubierta para terminar con todo. Tu fachada de sujeto tranquilo iba perdiendo credibilidad con cada paso, tus pupilas se dilataban enfocado tu objetivo y haciendo obvias tus intenciones para cualquier observador.
A una cercanía absurda solo te quedaba pasar a su lado como cualquier otro invitado. Todo hubiese sido maravilloso si no fuese por el sonido del cristal rompiéndose junto con otros cachivaches frágiles azotando contra el piso.
Un rubio de carácter fuerte pero irritante se desplomó, y en su último intento de resistir se había sujetado a una mesa.
¿Ya era hora?
Cubriste tu boca, tapando tu sonrisa en el proceso, esta era la mejor parte. Era una sensación satisfactoria que te daba un vacío agradable en el pecho.
—¡Bakugo!— Otra persona estaba a su lado, Red Riot, uno de los héroes que se salvaron de ser intoxicados. Solo le quedaba arrodillarse y ver a su compañero maldecir con el dolor siendo insoportable. Una envidia de la mala te llegó al no poder estar tan cerca como el pelirrojo, seguramente ya debía tener las manchas blanquecinas en la piel.
Después de todo, el sarampión es más peligroso a la edad adulta.
Un quejido agudo se presentó al lado contrario del salón, ahí estaba una heroína con su característica piel rosa con unos llamativos puntos en sus brazos descubiertos, se estaba rascando sin piedad alguna con su piel. Un rubio con un mechón negro que estaba a su lado había comenzado a hacer lo mismo pero de manera más brusca y violenta, con desesperación visible en su ceño fruncido.
—¡Sus cuerpos son normales, reaccionan normal! ¡Agradezcan luego y pongan atención a lo que pasa! ¡Miren lo último que quedará de su piel! ¿¡Qué tienen sus organismos para vencer rápidamente algo tan letal, ehh!? ¡Regresen a la batalla, héroes!— No lo soportaste más y confesaste en frente de todos, sus ojos mostraban miedo, con cerebros liberando adrenalina al igual que el tuyo.
Tus manos adoptaron un tono enfermo en la punta de tus dedos, un color oscuro de la piel podrida, exclusivo para asestar tu golpe de gracia sin delicadeza alguna al hombre mayor. Los héroes que no se retorcían de dolor ya estaban por abalanzarse sobre ti, pero les tomaría tiempo, estaban muy lejos. Los civiles comenzaron a huir y les dificultaron el paso para alcanzarte, el hombre era de los que se habían quedado más atrás en la estampida de descontrol y aprovecharías esto.
Extendiste tu brazo y pensabas que sorpresa se llevaría cuando causase efecto. El cercano triunfo tendría que esperar de todos modos, tu espalda se encontró con el suelo en una caiga dolorosa cuando alguien con agallas (o ganas de morir) te había takleado de la misma manera en la que lo haría un jugador de fútbol americano, tenías alguien encima tuyo. Desorientándote por unos segundos.
El cabello morado y desordenado tuvo un aura brillante por las luces que colgaban en el techo por la perspectiva desde tu posición; sus ojos estaban encendidos en furia y con el espíritu de querer defender a todos. No te quedaste atrás, ibas a pelear, ¡ese tipo había arruinado todo!
Trataste de alcanzar su rostro en un ataque impulsivo, de nuevo te detuvo reaccionando a tiempo alcanzando a frenarte a un centímetro de su rostro, lo mismo con tu mano restante. Logró someterte con una facilidad que te alarmó, una posibilidad que no consideraste.
Nunca había visto a ese tipo, ¿en realidad era un héroe?
—¡Hitoshi-san!— Ambos, sin saberlo, voltearon al lugar de donde provino el llamado con el resonar del eco. La gente terminaba de evacuar y los héroes restantes se estaban acercando a gran velocidad. Estabas perdido si se los permitías. Maldeciste al héroe sobre ti, y decidiste que debías huir cuanto antes.
Usando la ventaja de su distracción giraste sobre tu espalda para hacer que su atención se pusieran únicamente en tus manos por tu forcejeo. El agarre aumentó pero dejó tus piernas libres para retraer una de ellas y empujarlo con la fuerza suficiente para que se quitara de encima tuyo.
Ahora estás corriendo de un montón de héroes que te pisan los talones. Héroes con baja movilidad que se remplazaba con otra aptitud. Tu corazón bombea sangre a gran velocidad y requiere más oxígeno queriendo respirar más rápido. Las plantas de tus pies comienzan a arder por la persecución y tu cuerpo tiene el tiempo contado para caer exhausto.
De alguna manera saliste del laberinto de callejones interminables dejando al grupo de héroes perdidos por tu desaparición.
A todos menos a uno.
Te desplazaste en silencio pegado a un gran contenedor de carga parecido a los que transportaban los barcos.
Cuando revisaste una última vez antes de saltar a correr entre los contenedores algo golpeó la parte trasera de tu pantorrilla, un dolor punzante que te inmovilizó y te hizo caer directamente al suelo lleno de tierra y grietas.
—Eres muy escurridizo— La profunda voz te resultó desconocida hasta que te giraste para encontrar a ese pelimorado que había causado este problema en primer lugar. Traía algo en la mano que no alcanzabas a ver.—,pero eso seguramente ya lo sabes, ¿no es así?— La poca luz daba una escena digna de un secuestro, su ceño y su lenguaje corporal estaban extrañamente en un estado neutral, pero eso solo daba aún más mala espina. Retrocediste con el movimiento algo inútil de tus codos dándote apoyo.
—¡Fue por el placer del conocimiento!— Te excusaste.—¿Acaso sabes cómo reacciona cada organismo o ser vivo cuando algo raro entra al cuerpo? ¿Acaso los héroes no tienen esos pensamientos de curiosidad, sin importar lo moralmente aceptable que sean?—
—No. Además hay cosas más importantes de las qué hablar.— Su mirada se tornó oscura y un escalofrío recorrió tu nuca.—Revierte lo que les hiciste a todos lo que infectaste.— Ordenó con una voz firme. Sonreíste con superioridad infinita como respuesta, tenías las palabras perfectas para esa orden.
—¿Revertirlo?... —Iniciaste desconcertado pero claramente fingido.—¿Cómo reviertes un resfriado, señor héroe? ¡Con medicinas y descansando!— Añadiste con obviedad.—¿Cómo reviertes una enfermedad de la piel?—El entrecejo de Hitoshi se frunció aún más.—Esos héroes estarán postrados por al menos un año, ¡y eso porque fui piadoso con ellos!— Furioso con tu respuesta asentó un brusco pisotón sobre tu pecho y te tiró por completo estando casi sobre ti pero ahora de pie. Lo más probable es que ya supiese que estabas exhausto como para otro intento de huida, cediste ante tu desventaja pero no mentías, no del todo.
—Tendrás mucho tiempo para intentar recordarlo.— Shinso activó su kosei, ya harto de la situación y consciente de que estaba tardando mucho, se sentía mal por no ser más de ayuda pero hasta ahí llega su labor, arrestar a los villano.
—Es una pena que no haya nada que recordar.—
Y así terminó el trabajo de esa noche.
[...]
La sensación de ser perseguido siempre fue agobiante, pero extrañamente placentera. La adrenalina recurriendo tu ser le daba un significado a tu vida y te recordaba que tú habías decidido esa forma para llevarla. Llena de peligro y de acciones moralmente cuestionables que vendrían con querer saberlo todo lo que era capaz de hacer tu don.
Pero ahora, que fue un "game over" absoluto, te sentías vacío. Como un niño perdido que no sabe si llorar o buscar ayuda, tal vez "desorientado" sería una forma de describirlo.
Estabas en una sala aislada, cuatro paredes con una luz artificial que te irritaba los ojos por lo brillante que era. Tenías las manos amordazadas con unas manoplas metálicas que estaban soldadas juntas, no podías mover ni la punta de tus dedos y la cadena que colgaba de ambas era relativamente corta como para moverte por la de por si pequeña celda.
El corto tiempo que había pasado te dejó analizar lo qué pasó hace una noche. Recordaste el nombre del héroe que te atrapó, "Hitoshi-san" lo habían llamado y de alguna manera no tenías resentimiento, eras consciente de que te lo habías buscado así que culpar a alguien más sería contraproducente.
El sonido de la única puerta desbloqueándose te hizo saltar en tu sitio. Hitoshi entró con su actitud monótona seguido de unos guardias que no pasaron más allá del grueso marco de la puerta de hierro, le pasaron algo en una bandeja y luego la cerraron con el héroe adentro.
Dio unos pasos que resonaron por todo el cuarto, sin saberlo aguantaste la respiración por la tensión que te atrapaba. Estabas a la defensiva de una posible amenaza, solo bastaron unas horas para intimidarte en tiempo récord.
—Las personas que te escoltaron hasta aquí reportaron cosas extrañas en sus cuerpos esta mañana.— Habló con la mirada fulminando todo tu ser. El tono de voz siempre era el mismo en él pero no era difícil deducir que estaba molesto.—¿Sabes que podría ser?— La pregunta salió cargada con ironía. Parpadeaste repetidas veces analizando lo que te decía.
—Soy como una de esas ranas venenosas, señor héroe.— Reíste ante tu propia comparación.— No solo mis manos son las que pueden infectar, todo mi cuerpo hace lo mismo, ¡nunca me han podido dar un abrazo!— El llanto falso fue obvio pero era verdad lo que decías. Shinso meditó uno segundos, al final se puso en cuclillas y dejó la bandeja que traía en sus manos en el suelo, lo suficientemente cerca para que la alcanzaras.
Estando listo para encontrarte con todo tipo de artefactos de tortura fue una gran sorpresa al ver el plato con una pequeña porción de curry. Se veía decente, pero no dejaría de ser la comida de recluso que te darían por el resto de tu condena.
Tus ojos regresaron al héroe preguntándole en silencio si se trataba de una broma cruel. No recibiste reacción alguna por lo que te esperabas lo que sea.
Ya que ninguno de los dos hizo movimiento o comentario alguno, Hitoshi soltó un suspiro irritado.
—Ya no tiene sentido que sigas en "huelga". Al igual que no sirve de nada que esos héroes sigan sufriendo por algo que no lograste, dime la forma de curarlos y las cosas podrían cambiar un poco.— ¿Podría ser posible? ¿Estaba negociando contigo?
Pensaste las palabras adecuadas pero el sonido de tu estómago rugiendo por 36 horas sin probar nada te ganó. Tosiste disimulando lo que había pasado.
—Una ampolleta de mi sangre puede reducir los síntomas.— Al fin algo de importancia había salido de ti.—Hay que hacerla... ¿girar?—
—¿Centrifugarla?—
—Eso creo.— La conversación acabó.
Te inclinaste todo lo que tu cuerpo te permitió para alcanzar la charola. Tendrías que comer como si de un perro se tratase pero cuando uno tiene hambre es capaz de caer bajo.
Shinso miró la escena con algo de incomodidad. Te denigraste con tanta facilidad que algo le hizo sentir mal de alguna forma. Eras un criminal pero no dejabas de ser una persona. Además habías revelado algo medianamente útil.
A pesar de esto no se atrevió a hacer nada más.
[...]
El olor a fármacos que habían dejado en el cuarto empeoraba tu mareo, sentías que ibas a desplomarte en cualquier momento. Tu brazo izquierdo sigue adolorido por la aguja y el mínimo movimiento era un malestar soportable.
—¿Cuánta sangre me quitaron?— Preguntas a la nada en un susurro y el techo parece ser la cosa más interesante del mundo desde que no apartabas la mirada de este.
Esa mañana unos hombres vestidos casi como los doctores de la peste negra habían entrado uno tras otro, eran tres por lo que recordabas. Quisiste preguntar que estaba pasando antes de que se pudieran acercar, pero pronto cada uno tomó una posición y, con una brusquedad totalmente innecesaria.
Habías dicho una ampolleta, no un litro...
Bueno, ¿a cuentas personas habías contagiado además de las accidentales? En todo caso también te lo buscaste, pero sentías que era crueldad desde que te dejaron a tu suerte con tu brazo "malherido".
La puerta volvió a sonar con unos pasos rápidos acercándose pero no te moviste de tu cómoda posición del suelo. La escena se repitió y viste el cabello morado siendo iluminado con la luz artificial, solo que esta vez no era una mirada de furia la que te dirigía.
—¿Todo bien?—
—Un camión me atropelló, señor héroe... —
—No es para tanto. Arriba.— Tomó uno de tus brazos para ayudarte, obviamente te alarmaste al principio, ¿te había tocado sin pensar? Ahí fue cuando notaste los guantes que traía en ambas manos.
—Me debieron quitar más de medio litro, me siento horrible... —Miraste hacia Shinso y entrecerraste los ojos, ¿por qué solo era él el que te iba a ver?—¿Acaso a cada prisionero le asignan un héroe o... ?— Tu pregunta se perdió en el aire cuando la respuesta nunca llegó. Shinso, aún con su agarre en tu brazo, se quedó hipnotizado con la frase impresa y legible que tenías. Por primera vez lo habías visto con una expresión distinta a la aburrida que acostumbraba.—No es un tatuaje, mi sangre tiene suficientes cosas en ella como para dañarla más.—Explicas sin intentar apartarte.—Es lo de las almas mellizas, o algo así... El punto es que aún no la encuentro, tampoco creo querer hacerlo.—
—Uh... Bueno, solo venia a dejar esto.— Al reaccionar tu brazo quedó libre y en el suelo dejó una caja pequeña que no alcanzabas a ver bien desde tu lugar.—Se les olvidó dejártela cuando te extrajeron la sangre.— Y así de simple se giró para ignorarte.
Salió en silencio y con las manos en la espalda, una postura rígida y tensa que te dio un mal presentimiento.
Por otro lado, cuando Hitoshi se fue por completo pudo respirar tranquilo.
Levantó la manga de su brazo derecho y revisó la frase dos veces más de las que acostumbraba a diario. Su espalda se recargó en la pared metálica que erizó su piel por lo frío que estaba y releyó en silencio.
"Nuestro cuerpo es complejo, las emociones lo son más."
Había entrenado para todo tipo de situaciones y eventos al tratar con villanos. Para todo menos para esto.
[...]
—Uraraka-san.—
—¡Ah, Hitoshi-kun!— La castaña devolvió el saludo sorprendida por la visita sorpresa. Le regaló una de sus brillantes sonrisas pero la preocupación no se apartaba de ella. A su lado yacía el nuevo Símbolo de la Paz recostado con su ceño fruncido en incomodidad.—No pensé verte hoy. Has tenido mucho trabajo últimamente, ¿no es cierto?—
—Si, algo así.— Su mano sobó su nuca pensando lo que preguntaría.—Uh... ¿Cómo sigue Midoriya?—
—Pues ya ha despertado algunas veces (aunque solo dice palabras sin sentido y vuelve a caer, a decir verdad). La cosa que le dieron a él y a los otros al parecer los ayudó un poco.—
—Es bueno saberlo... —Había que admitirlo, Hitoshi estaba nervioso por lo que preguntaría. Debía hacerlo antes de que el silencio se volviese incómodo.—¿Puedo preguntar algo "personal"?— Con sus manos en sus bolsillos trató de disimular su vergüenza pero hasta cierto punto era más que obvio.
—¡Claro, no hay problema!— De alguna manera su amable sonrisa se ensanchó más. Era admirable la actitud positiva de aquella heroína.—¿Que quieres saber, Hitoshi-kun?—
—Tú y Midoriya son almas gemelas.— Afirmó pero de todos modos la joven asintió.—¿Cómo fue cuando lo supieron?— Esa pregunta fue suficiente para que las mejillas se tornasen a un sonrojo, junto a un suspiro de adolescente enamorada.
—No quiero aburrirte, así que te diré que fue la cosa más casual, ¡cuando lo supimos fue como un... !—Sus manos se movieron en círculos tratando de explicarse.—Es indescriptible. Solo sabes que lo encontraste y que quieres pasar tu vida a su lado, es una conexión única.— Sus ojos brillando en alegría demostraba lo sincera que estaba siendo, pero en realidad no había sido de tanta ayuda como esperaba.—¿Será que encontraste a tu alma gemela, Hitoshi-kun?— Sus cejas se levantaron con interés y aquel gesto provocó una sonrisa sutil en el rostro de Shinso.
—Se podría decir.— Con esas palabras se despidió por completo.
Aquel día se dio el lujo de dejar de lado un poco sus obligaciones para preguntar a sus conocidos y así tener ánimos cuando la revelación se diese.
[...]
La punta de tu pie alcanzó a tocar ligeramente la cajita, aunque solo lograste tirarla y por ende apartarla más. Maldeciste y te estiraste aún más. Esa cosa llevaba ahí un día entero, creíste que era una broma por la absurda distancia a la que la había dejado.
Hitoshi entró a la sala con la mente en las nubes. Aún había cosas que saber y por lo tanto debía interrogarte.
Pero el hecho de haber arrestado a su alma gemela lo distraía por completo.
—Oye, ayúdame, quiero leer que dice.— Lo sacaste de sus pensamientos y apuntaste con la cabeza hacia la caja que estaba fuera de tu alcance. Accedió a socorrerte y pateó con delicadeza la caja aún llena del líquido que se supone te debió ayudar a que te recuperaras de la pérdida de sangre.—A ver... — De la nada habías empezado a leer la parte trasera con la información nutrimental sin razón alguna.
Hitoshi se puso de cuclillas y te observó en silencio. ¿Cómo se supone que le digas a alguien estas cosas?
—Cuando te atrapé en el almacén dijiste que lo habías hecho por "el placer del conocimiento".— Finalmente no se animó y prefirió convencerse que el momento llegaría sólo.—¿A qué te referías?—
—No era mi plan.—Dijiste sin dejar de leer. Parecías tan entretenido como si se tratase de un libro en el climax de su historia.—Unos sujetos raros me "reclutaron" para hacer el trabajo sucio. Al principio me negué, pero cuando me dijeron que podría usar mi don con verdaderos héroes me dejé cegar por la curiosidad.—Admitiste sin nada de orgullo por tu decisión, si lo pensabas bien habías sido manipulado de manera muy simplona.
—¿No pensaste que esos héroes podrían tener personas esperándolos?—
—Lo sé, lo sé, soy un idiota... —Tu cara se frunció a una perfecta mueca de arrepentimiento.—¿Cómo están los héroes?—
—Mejorando.—
—Menos mal... —
—¿Y por qué querías tratar con héroes?— Siguió interrogando.
—No lo sé. Mi lógica me decía que algo cambiaría si usaba como sujeto a alguien más fuerte en todos los aspectos.— Apartaste la caja cuando terminaste de leer con un empujón dado por tu pie.—El cuerpo humano, nuestro cuerpo es complejo, pero al ver a los demás sólo como sujetos de prueba a quienes infectar me hizo ver que la mente humana es más difícil de entender. Las emociones lo son aún más, pero nunca me di el tiempo de entenderlas o estudiarlas... —Suspiraste y diste una sonrisa cansada.—Siento mucho remordimiento por lo que hice, ¿sabes? Yo quería ser doctor y está cosa me lo arrebató.—
La idea de una vida sin propósito era abrumadora, casi asfixiante. No tener sentido de pertenencia ni estar anclado a algo te llevó por un tiempo a la desesperación.
—Sabes que aunque te arrepientas no puedes salir de aquí, ¿no?— Asentiste sin voltear a verlo. Las respiraciones de ambos se volvieron sonoras cuando las palabras cesaron entre ustedes, la tuya era tranquila pero la de Shinso era ligeramente más rápida por los nervios que trataba de ocultar.
Disimuladamente -pero obvio de todas maneras- se levantó un poco las mangas dejando ver el inicio de la frase. Había vuelto a ser un infante que tartamudea al tratar de pronunciar una palabra nueva, estaba cohibido y cuestionaba si esto llevaría a algún lado.
—¿Esa es tu frase?— Sus pensamientos pesimistas se esfumaron cuando hablaste, curioseando.
—Ah, si, pero aún no me ha encontrado... —Titubeó al hablar y terminó subiendo el resto de la tela hasta casi quedar a la altura de su hombro. Te inclinaste un poco y giraste la cabeza para leer el resto.
Tus ojos se abrieron tanto por la sorpresa que te dolieron, tu mandíbula casi cae al suelo y tu pulso se aceleró casi instantáneamente.
Frente a ti estaba el "pobre diablo" que tendría que lidiar contigo.
[...]
—U-Uh... Mientras más cantidad de mi sangre se use en las personas infectadas más rápido se recuperarán. Si es un cuarto de litro la recuperación es casi instantánea... —
—¿En serio eso es lo único que se te ocurre decir?—
[...]
Con unos meses bastaron para que los héroes pudiesen volver a sus labores. Con la consecuencia de tener que "donar" casi de manera mensual medio litro de sangre que te dejaba atontado y con ganas de desmayarte. Lo único bueno de eso es que Shinso iba a verte luego de cada extracción y te hacía sentir especial de alguna forma.
De hecho, siempre que tenía tiempo en su apretada agenda de héroe profesional aprovechaba para ir a verte, según él era parte de su trabajo vigilarte pero parecía más una fachada.
Recuerdas con emoción la vez que te dijo que estaban considerando tu condena gracias a que habías confesado la cura y porque estabas cooperando para encontrar a las personas que te habían mandado a hacer el "trabajo de campo". Las cosas parecían ir bastante bien.
Pero todas las parejas tienes sus obstáculos a veces.
—No me molesta comer sin ayuda.— Dices apartando el rostro. Era muy amable que quisiera ayudarte pero también era vergonzoso, comer como si fueras un perro al menos era divertido.
—Pero se ve mal.— Ya no respondiste pero aún te negaste a aceptar la cuchara que estaba invadiendo tu espacio personal.—(T/A)... —Gruñó.
La "lucha" continuó hasta que la comida terminó en todos lados menos en tu boca. Parecías un niño pequeño con la cara llena de manchas.
—Quedé igual a cuando como de la charola.— Te burlaste y usaste tu manga para limpiarte la cara.
—Pudimos evitar todo este desastre.— Su mano se acercó a tu cara para remover residuos pero te apartaste asustado, como si hubieras visto un fantasma.—¿Qué pasa?—
—No traes guantes, Shinso.—
—Ah, es cierto... —Miró su extremidad y se quedó pensando.
"Soy como una de esas ranas venenosas, señor héroe." Eso habías dicho la primera vez que te interrogó, pero en aquella ocasión no lo meditó lo suficiente. ¿En realidad no lo controlabas? ¿No podías tocar a nadie sin importar que no querías hacerle daño?
Incluso si no estuviesen en esta situación de no tener las manos libres, ni en condiciones no tan limitadas podrían ser una pareja normal.
Miraste el suelo y perdiste el apetito en cuestión de segundos, el ánimo que normalmente mantenías se desplomó. Muchos recuerdos florecieron en tu mente, solo eran cosas malas y gente herida por tu culpa.
Tu piel se erizó por una sensación extraña en tu mejilla, fue leve y casi inexistente pero se te hacía familiar. Tu rostro subió hacia donde estaba Hitoshi y ahí lo encontraste.
Su mano en tu mejilla y él con una sonrisa que nunca habías visto.
La sangre subió a tu rostro, traicionándote.
Como si ese gesto no hubiese sido de por si suicida de su parte, quitó la charola de en medio y te abrazó como pudo, con las manoplas y las cadenas interviniendo.
Trataste de apartarlo aun muy sorprendido por su audacia, pero solo apretó su agarre.
—Hitoshi, te voy a contagiar algo... —
—Da igual.—
En ese instante te desmoronaste. Quisiste corresponderle, fue lo que más quisiste en ese momento. Sonreíste con las lagrimas casi saliendo y pudiste apoyarte en su hombro para sentirlo más cerca. En algún punto se separó un poco para darte un corto beso en tu mejilla. Tu corazón comenzó a latir tan rápido que sentías que te faltaba el aire.
—Solo que tendrás que dar más sangre después de esto.—
—No me lo recuerdes... —
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