•『 Guía de cuidado para introvertidos 』•
【 Boku no hero academia 】
《 Especial de navidad 》
¿Mediados de enero? Querrás decir 25 de diciembre, pff. Los calendarios mienten.
Este es un "poco" más largo que lo habitual.
La víspera de navidad fue algo lúgubre aquel año, todo ese asunto del aislamiento y el no salir para nada fue tal que no se les permitió regresar a casa a los alumnos. La UA estaba rebosante de estudiantes en los dormitorios y, por la época de vacaciones de invierno, avivaron los enormes edificios que normalmente estarían vacíos por la fecha; de alguna forma todo mundo había lidiado con el hecho de que no verían a sus familias ese año.
Desanimarse no estaba en los planes de la clase 1-A, claro que no. Apenas la noticia les fue dada por la voz indiferente de su maestro, las chicas propusieron planear un intercambio de regalos y las ideas para adornar la sala común llegaron casi a la par.
Hagakure empezó a escribir los nombres de todos los miembros de la clase (incluyendo a su maestro), los recortó con gran habilidad y tomaron prestada una caja de lápices para meterlos sin mucho cuidado.
Ella y Mina fueron detenidas por Momo antes de que siguieran adelante, tomó los trozos entre sus manos con cuidado y comenzó a contarlos lentamente, sólo por precaución.
—Son impares— Sus rasgos delicados se fruncieron en desconcierto, los contó de nuevo en caso de estar equivocada. No fue así, seguían siendo los veintiún papeles de siempre.
—¡Permíteme!— Iida se levanta de inmediato de su lugar en el sillón de la sala como si se tratase de un resorte, alza un brazo ofreciéndose y entonces recibe los nombres escritos de las manos de la pelinegra. En vez de contarlos llama a todos a la sala, con una idea en mente.—¡Los nombraré en voz alta! ¡Presten atención y quien falte hágalo saber!— Movió los brazos y algunos trozos casi se le escapan de los dedos. Algunos estaban emocionados, otros más de lo normal -Mineta fantaseaba con tener que regalarle a alguna de las chicas- y los que lucían indiferentes estaban plantados en las esquinas lejanas de la sala, limitándose a responder cuando su nombre fuese dicho.
Separaron el papel que contenía el nombre de su maestro y el megane empezó a pasar lista. Como no estaban en orden alfabético se vio en la necesidad de acomodarlos en su lugar, entonces Tsuyu se los pidió, ofreciéndose, pero en su lugar comenzó a llamar a todos. Sin importar la letra con la que comenzaban los apellidos.
Decir que Iida se sintió usado estaba de más.
—Ochako-chan, Fumikage-chan, Izuku-chan... — Los tres chicos respondieron, ganándose un lugar en los nombres de aquellos trozos. Tsuyu se percató de que ya no quedaban papeles en sus manos y entonces llevó un dedo a su barbilla, curiosa.—Aún son veintiuno, kero.—
—Qué raro, incluimos a Aizawa-sensei porque somos impares, ¿no?— Hanta se gana la atención de la mayoría y gran parte de los presentes asienten. Muchas manos sostuvieron las barbillas de quienes se preguntaban por la persona restante.
Denki estaba desinteresado en el misterio y sólo le siguió la corriente al resto. Dio un vistazo rápido a la sala, reconoció las siluetas de todos y entonces abrió los ojos al dar con la respuesta. Se sintió avergonzado pero a la vez superior por percatarse antes que el resto.
—¡(T/A)!— Respondió en voz alta, dando un paso al frente. El resto abrieron los ojos en sorpresa.
—¡Olvidamos a (T/A)-kun!—
—Aunque no lo he visto en todo el día.—
—No pudo irse a casa, ¿o si?—
Todos comenzaron una discusión con la incertidumbre genuina de no saber dónde estaba su compañero. Bakugo tuvo suficiente de todo ese asunto y sólo se acercó a la caja para tomar un papel sin interés, lo leyó y luego lo hizo cenizas. Nadie le prestó mucha atención y aprovechó para irse de la sala.
Entonces la puerta común se abre silenciosamente, dejando entrar nieve y viento que no rompe en lo más mínimo la conversación del grupo. El rubio ignora el saludo de la persona recién llegada, cubierta hasta la cabeza de ropa invernal mientras cargaba una bolsa de la tienda de conveniencia.
—Copia, los demás extras recordaron que existes.— Apunta a sus espaldas antes de irse, con una sonrisa burlona que no desaparece aún y cuando se da la vuelta.
—¿Cop... ?— Caminas lentamente hacia donde se escuchaban el montón de voces debatiendo sobre algo que desconocías y te acoplas al escenario encontrando un lugar junto a Kaminari. Ambos de pie y relativamente más lejos del resto.—Denki-san, ¿qué pasó?—
El rubio eléctrico voltea al escucharte y, conociendo un poco tu naturaleza, sólo alza las cejas por la impresión para después sonreírte. Remueves la bufanda de tu rostro al sentirte bienvenido y tu nariz roja es lo más notable en tu rostro, devuelves la sonrisa en un gesto más leve.
A pesar de lo bueno qué eres para los detalles, no alcanzas a distinguir el nuevo brillo en los ojos de Denki una vez dejas a la vista toda tu cara. El frío dejó de calarle y ahora todo se resumía en el bochorno de sus mejillas más la inexplicable vergüenza que sintió.
—Tal vez está en su habitación o- ¡(T/A)!— Casi dos decenas de miradas caen en un instante sobre ti, te alarmas y de repente ya no te sientes tan bienvenido. Al dar un paso en reversa Kaminari es alcanzado por una diminuta descarga eléctrica (nada comparado a los voltios que suele generar). La fuente eres tú y el don que imita las técnicas de los demás, el pánico fue el mecanismo de defensa que te hizo reaccionar con aquel ataque débil.
—¡(T/A)-kun! ¡Perdón por olvidarte!— La chica invisible es la primera en acercarse para sentir como jala un poco tu camisa luego de su lloriqueo, al no saber de qué habla sólo puedes tomar sus manos -con algo de suerte de encontrarlas- y decirle que no hacía falta disculparse.—Puedes sacar primero un nombre si quieres, ¡no te enfades!—
(T/A) y "enfado" no son dos palabras que podrían estar en la misma oración. No eras alguien muy expresivo, tanto para bien como para mal.
Una sonrisa acostumbrada se plasma en tu rostro sin la intención de irse en un buen rato, y hasta entonces sólo Denki puede distinguirla con algo de esfuerzo. El ser olvidado y dejado aparte era algo con lo que nadie debería acostumbrarse a vivir, una tristeza hecha empatía lleva a Kaminari a cuestionarse qué tan buenos compañeros son si siempre terminan olvidando a alguien.
—No sé qué están haciendo, Tōru-san... — Respondes en voz baja, en la delgada línea de ser un susurro. Das un salto cuando Mina se acerca de inmediato a explicarte, tú intento de fuga es estropeado por las manos de la chica invisible que siguen sujetando con delicadeza las tuyas. Te obligaste a soportar la cercanía y no romper el agarre con tal de que la contraria no se sintiese mal, pero aún así la necesidad de tomar distancia te gritaba por ser atendida.
Los demás en la sala comenzaron a hablar entre ellos, la emoción por la fiesta era cada vez más grande y el ambiente se llenó de euforia. Entre las personas impacientes por descubrir a quién le regalarían estaba cierto rubio de don eléctrico, fantaseando con la idea de tu nombre escrito en el papel que sacase, no sabía exactamente lo que te gustaba, no eras fanático de hablar sobre ti mismo; tampoco podría pedir ayuda, no eras especialmente cercano a alguien
Aún con toda en contra pensaba que era como un desafío, uno que le gustaría afrontar aún con esa gran desventaja, además tendría una excusa para conversar contigo esa semana.
Una sonrisa de tonto parecida a la que hace cuando se le fríe el cerebro apareció sin aviso en sus labios, entonces reaccionó, regañándose a sí mismo. No podía investigar así, sería muy obvio, ¿dónde estaría la sorpresa? No eras tan despistado, lo notarías de inmediato.
Pero, ¿tan siquiera te gustaban las sorpresas? ¿cómo sabía qué no eras del tipo que quería tener seguridad sobre todo? ¿y si no celebras la navidad? ¿te decepcionarías si era él quién te obsequiase? Las preguntas se acumularon, uniendo fuerzas con las ideas pesimista sobre todo lo que podría salir mal ese día. Entonces un escenario opuesto se abrió frente a sus ojos, ¿y si tú le regalabas a él? Tendrías a muchos a quien preguntar (dejando de lado si los chicos le juegan una broma dándote información falsa) y a su vez podría ser la oportunidad que tanto deseaba para saber qué piensas de él.
¿Podría deducir todo lo que quería con sólo un obsequio obligatorio? Probablemente no, pero sus ánimos no decaerían tan fácil.
Ambas alternativas sonaban genial, regalarle algo a una persona para decirle sin palabras lo especial qué es para ti o recibir algo de esa misma persona, era como un sueño. Pero los números nunca fueron su fuerte, la posibilidad de sacar tu nombre era una en veintidós, lo que sería... uhm...
...
"Veintidós sobre cien; dos por cuatro, diez más los dos restantes, entonces era... "
Dibujó números en el aire con su dedo, ganándose la mirada extrañada de los que estaban cerca suyo. Casi sale humo de su cabeza al darse cuenta que no podía con esa división tan pequeña. Al final llegó al resultado con algo de esfuerzo.
¡Menos del 5%!
Estaba apunto de hacer el mismo procedimiento para la otra alternativa pero una impaciente Kyoka lo regresó a la realidad al sacudir la caja frente a su nariz.
—¿Puedes ya tomar un papel?—
—¡No me apresures! ¡Tendré mala suerte!—
—¿De qué estás hablando? ¿Desde cuando un intercambio puede tener mala suerte?— Para sorpresa suya Kaminari le regresó la mirada algo dolido, supo que era mejor no preguntar cuando notó la vista rápida que hacia aquel rubio en tu dirección.
Dios, los chicos son tan obvios para esas cosas. Se dijo a sí misma para sus adentros.
Jirō le dio una sonrisa ladeada y acercó la caja de nuevo. Denki suspiró y atrapó el papel que encontró por debajo del resto, pequeño y doblado a la mitad, el patrón del corte no hecho con tijeras le dio esperanza. Parecía estar hecho a prisas y entonces notó que estaba tan emocionado que hasta su corazón iba a salirse de su pecho.
Volvió a mirar en tu dirección, estabas leyendo tu propio trozo, no le decías nada con tu expresión y tu lenguaje corporal era neutro al igual que tus ojos. Si el destino era tan bondadoso y era su nombre el que estaba escrito ahí, al menos sabe que no te resultaba desagradable. Una preocupación menos.
Desdobló la hoja, y un par de kanjis escritos perfectamente relucieron en la superficie lisa.
Burlándose de él.
"Aizawa-sensei."
[...]
—Hombre, qué mala suerte tienes.— Sero es el único que logra calmarse lo suficiente para hablar, el resto sigue riendo a carcajadas, burlándose del pobre rubio que renegó frente a todos con tal de cambiar su papel.
—¡No es gracioso!— Kirishima no se detiene aún y cuando recibe aquel puñetazo -sin tanta fuerza- en el hombro. De hecho sólo le dio ánimos para seguir riendo.—¡De todas las personas en la clase! La probabilidad es demasiado baja y terminé con esto.—
—¿Hiciste los cálculos tú sólo?— Ahora es Hanta quien recibe un golpe en el hombro.
—¡Hablo en serio!—
—Ya, ya, perdón— Finalmente puede detener su risa y entonces alza una ceja en curiosidad, algo no le cuadraba.—, ¿y por qué haces tanto escándalo? Sólo pregúntale a Aizawa-sensei y líbrate de esto, no creo que a él le interese lo de las sorpresas.—
—¡No es sólo eso!, es que... — Kaminari pierde las ganas de seguir hablando y soba su nuca volteando a otro lado, evitando las miradas de los otros dos chicos.—... bah, olvídenlo. Es algo tonto, iré a hablar con Aizawa.—
—Querías regalarle a alguien en específico, ¿no?—
—Tal vez... —
—Cien a que es a (T/A).— Dice Hanta para Ejirō.
—¿¡Eh!? ¡¿De dónde sacan eso!?—
—Es muy obvio, no vale la pena.—
—Umm... Tienes razón.—
—¿Van a ayudarme o no?— Dice un Kaminari ya derrotado por las burlas. El pelirrojo y el de cabello negro sonríen con entusiasmo tras asentir.—¿A algunos de ustedes les salió (T/A)?—
—Ojirō.— Kirishima alza su papel a la vista de los demás, aprovechando que no había nadie cerca.
—Shōji.— Dice Sero, negando y alzando los hombros al tener la mirada del rubio sobre él.
Las esperanzas de Kaminari estaban por ir en picada, entonces una risilla fingía apareció a sus espaldas.
—Parece que soy tu salvador— Mineta estaba recargado sobre el marco de la puerta de la cocina, con la mirada baja pero con una sonrisa presumida en el rostro. La malicia estaba plasmada en su expresión, los tres soportaron la risa por aquella escena tan inesperada. Era como ver a un mafioso miniatura.—, Kaminari.—
—¿De qué hablas?—
—¡Ja!— Alzó su papel, totalmente arrugado y con una esquina rasgada. Parece que habían desatado ira contenida contra aquella hoja, seguramente por no ser el nombre de una chica.—(T/A) (T/N), ya puedes agradecerme.—
Denki tomó el pedazo como si fuese un tesoro perdido, el brillo en sus ojos regresó y no pude evitar sentirse el ganador de la lotería, pero entonces se dio cuenta de quién se trataba. Conocía a Minoru, no estaba siendo amable y no era del tipo que hacía caridad. Dio una expresión seria hacia dónde estaba el de menor estatura, una negociación iba a comenzar.
—¿Qué es lo que quieres a cambio?—
La mirada de Mineta se oscureció.
—¡Nunca perdonaré a (T/A) por haberme arruinado la oportunidad de obsequiarle a una chica!— Replica sin una justificación creíble, Denki escucha atento mientras que Kirishima y Sero no pueden seguir la conversación.—, le habría dado algo horrible como venganza, ¡pero ahora tengo una mejor idea!—
—A mi no me tocó una chica.— Interrumpe.
—Lo sé, pero (T/A) tiene una gemela, ¿no? ¡En una escuela fuera!— Kaminari asintió confiado y al confirmarlo Minoru sonrió aún más de alguna forma.
—Viejo, ¿cómo sabes eso?— Pregunta un Hanta nervioso y levemente asqueado. Ese enano no conocía límites si se trataba de mujeres.
—¡Eso no importa!— Responde, cruzándose de brazos.—, lo que quiero a cambio es que cuando ustedes salgan, ¡convenzas a (T/A) de presentármela!— En un segundo comienza a babear de la emoción, ganándose un par de insultos de los chicos.
Todas las chicas de la clase repetían hasta el cansancio que no eras alguien de apariencia promedio, si seguía esta lógica entonces tu gemela debería ser toda una maravilla para la vista.
—Favor por favor, ¿eh?— Ahora es Kirishima el que opina, desconcertado sobre si lo que estaba pasando frente a sus ojos era real.
Kaminari suspiró.
¿Realmente lo valía? Esa pregunto nubló su mente una y otra vez, buscando una respuesta que simplemente no llegaba.
Si de verdad lograba una hazaña tan grande como salir contigo, ¿le perdonarías el pedirte algo así? Lo pensó un poco, luego sonrió de vuelta, Mineta sabía que su papel no tenía el nombre de una chica, pero desconocía el nombre exacto.
Alzó las cejas, victorioso, y aceptó la mano que le ofrecía el pequeño depravado frente suyo.
—Trato hecho.— Al entregarle el papel se escapa de sus dedos por accidente, todos los presentes lo ven deslizarse en el aire hasta que llega al suelo, es entonces que Minoru se inclina para tomarlo.
Se endereza, pero ya no hay rastro de Kaminari, así como ni de Kirishima ni de Sero.
Un grito atraviesa todo el edificio, causando un par de accidentes por el sobresalto y asustando a más de uno. Al escándalo se le suman tres pares de risas en la lejanía.
Los tres chicos ya habían llegado al segundo piso para cuando su broma fue descubierta. Tropezando por las carcajadas que no podían controlar, sujetando sus estómagos y quejándose de vez en cuando por el dolor.
Kaminari le había dado un nuevo significado a estafar.
[...]
—Yo', (T/A).—
—Denki-san... —Dejas el adorno en la rama artificial para darte la vuelta. Al principio sonríes pero la mueca amistosa se ve opacada por la nueva expresión de sorpresa que aparece en tus rasgos. La cercanía no te molestaría sino fuese porque se trata de aquel trío de amigos que te en teoría acorralaban contra el árbol de navidad. Jugueteaste con tus manos, con el ánimo de seguir hablando en niveles negativos.—Ejirō-san, Hanta-san... — Nadie lo nota pues luego de años ya eres un experto en disimular tu rechazo hacia los demás, así que apenas terminas de saludar buscas cautelosamente una vía de escape.
—(T/A), ¿qué tal el intercambio? Kaminari tuvo muy mala suerte, le salió Aizawa-sensei.— Sero se pasa a tu lado y apoya su brazo en tu hombro, el rechazo aumenta lentamente y lo único que te queda es aguantar. El último detalle fue susurrado, sólo por mantener el misterio.
Reíste, sentiste la obligación de hacerlo.
—No creo que deban ir diciendo a quien le obsequiarán, al final todos lo sabrán y le quita lo-
—¡E-Eso les dije! Pero se divierten diciéndole a todo mundo.— Kaminari trató de recuperarse, sin darse cuenta de que ponerse de acuerdo contigo no le daba puntos extra. De hecho había perdido algunos luego de interrumpirte.
—Si, eh... debo ir a buscar más adornos— Al apuntar a un costado el rubio es el único que puede leer esa seña y su verdadero significado. Se hizo a un lado para dejarte el camino libre y se quedó embobado luego de que le agradecieras.—, c-con permiso... —
—¡E-Espera!— Kaminari te detiene, haces una mueca de cansancio antes de que te des la vuelta una última vez.—Sé que no estás de acuerdo, pero... la persona que va a regalarte nos pidió que preguntáramos— Titubea un poco, exhala el aire contenido para bajar sus nervios, no funciona.—, uhm... ¿q-qué te gustaría?—
Sonríes, luego niegas.
—Eso es igual, cualquier cosa está bien, dile eso— Con un gesto simple de tu mano intentas darte a entender.—. No debería comerse mucho la cabeza.— Finalmente eres libre, tanta es la impaciencia que todos notan el paso veloz con el que te encaminas fuera del primer piso.
Cuando desapareciste de la sala los tres dejaron salir un suspiro exhausto.
—Qué fracaso, no creo que hayamos sido de mucha ayuda.—
—La idea de que mientras más personas, menos incómodo es el ambiente fue un fiasco, Sero.—
—Hey, funciona casi todo el tiempo.—
—Pero con gente muy abierta, ¿sabes que no todos somos mariposas sociales?—
—No es mi culpa ser tan popular.—
—Viejo, no estás ayudando.—
Mientras los chicos seguían discutiendo Denki quedó hipnotizado viendo hacia donde habías desaparecido. Había hecho mal, pero no estaba tan confiado como para llegar casualmente, ademas no quería pedirle a alguien que hablase contigo, ¡quería ser el primero con el que te abrieses! No cedería esa oportunidad a nadie; su instinto de chico enamorado le comenzaba a dejar las primeras señales de celos.
Debía arreglar eso para no asustar a nadie, pero ahora tenía prioridades.
—¿Vieron eso? Mintió totalmente, "cualquier cosa", ¡eso es lo que le dirías a alguien para ser amable!—
—Es (T/A), ¿qué esperabas?—
Por primera vez le dio la razón a Hanta. Debía cambiar de estrategia, y para ello tenía que investigar.
Por más extraño que sonase.
[...]
Deslizó su dedo por la pantalla una vez más, de nuevo y de nuevo, una y otra vez en busca de algo útil.
Los resultados del navegador sólo le dieron las características de una persona introvertida, ya sabía eso, tenía un buen ejemplo a unos pasos de él.
Quería saber cómo acercarse a una sin hacerla sentir incómoda.
Entonces la culpa brotó de su pecho, ¿por qué buscaba información como si te tratases de un animal tímido?
Iba a rendirse y a pedir consejos verdaderos de las chicas hasta que una notificación de un mensaje nuevo apareció en la parte superior de su celular.
Kirishima había enviado una foto.
Era una imagen que enlistaba alrededor de cinco puntos, parecía una publicación de Tumblr.
"Cómo adoptar a un introvertido.", subido hace menos de un mes.
"¿Vas en serio?" Respondió por mensaje.
"Se dice gracias." Y ahí murió esa conversación, con un Kaminari leyendo por aburrimiento aquella tonta lista.
"Si te consideras alguien extrovertido y no encuentras la manera de acercarte a una persona qué es todo lo contrario a ti debes considerar lo siguiente:
• Una vez localices a tu introvertido, no te acerques en grupo. Esto genera una respuesta de rechazo inmediata, en serio, ¿en qué estabas pensando?"
Eso mismo se preguntaba él, aunque no podía creer que un blog de internet le estaba regañando.
Siguió leyendo:
"• Si quieres iniciar una conversación con tu introvertido intenta hablar de las cosas que le interesen (probablemente está leyendo un libro, ahí lo tienes). Y por nada del mundo lo interrumpas ni te distraigas. Es fácil que comience a hacerse preguntas y creerá que buscas algo de él en lugar de querer ser su amigo."
Otra daga imaginaria atravesó su pecho y la culpa, ¿cómo era posible que estuviese haciendo todo mal? Le salía tan natural que estuvo cerca de convencerse que era mejor dejarte en paz. La pantalla se empañó por el vaho de su aliento, abrió un poco su escondite al destapar su cabeza, el frío chocó contra su rostro, las manos le temblaban, indecisas en seguir deslizándose por la imagen para leer el resto.
¿Estaba siendo molesto?
Recordó como eran las cosas a inicios de curso, intentaron incluirte varias veces, te negabas o ponías excusas y con el tiempo dejaron de preguntar, porque olvidaron que estabas ahí.
Tu presencia era tan natural que te escondías bien en el ambiente diario de la escuela, al mudarse a los dormitorios las cosas no cambiaron mucho. Desayunabas en silencio junto a los madrugadores y luego nadie te podía seguir la pista.
Aún así seguías siendo un gran héroe, aún asombrando a los demás con tu habilidad en combate, destacabas como eso, pero no eras un foco de atención en el lado casual.
¿Cómo podías tener ese equilibrio? Kaminari quería saberlo, y a su vez quería saber más de ti.
Pero quería detenerse si resultaba irritante, si tu opinión cambiaba y dejaba de ser un "neutro" para terminar siendo un "molesto" prefería dejarlo así.
Quería intentarlo, por lo menos una última vez.
Se levantó de su cama, decidido y con sus ánimos renovados. Si no fuese por la hora iría a tu habitación a poner a prueba sus nuevos conocimientos, si, estaba poniendo en juego el futuro de su relación contigo gracias a un blog de una página llena de bromistas.
Entonces se recostó de nuevo, el momento de revelación hizo que olvidara el frío en la madrugada.
[...]
Estornudaste, de la nada y sin esa sensación previa que te avisaba, una incomodidad extraña se fundió a tus hombros desde que ocurrió el azar para el intercambio. Esperabas sentirte algo observado pero nunca de ese modo. Era aterrador aunque algo halagador.
Cerraste la pestaña en tu celular del catálogo de una tienda, mercancía de héroes en rebaja que se ajustaban al límite de precio que habían puesto, aburrida, de mala calidad. Tenías un par de ideas en mente pero a la vez estabas ansioso, ¿qué podrías darle a un fanático tan dedicado como Midoriya?
Sonreíste a la nada con entusiasmo, la mejor de las ideas apareció como una llamarada en una tormenta de nieve, estabas tan convencido que aprovecharías el clima para ir por el regalo del peliverde.
Llegaste a la puerta principal casi saltando fuera del elevador. Te acercaste a la salida con el abrigo a medio poner, respondiste con prisa las preguntas de quienes estaban en el comedor y avisaste a Aizawa por mensaje que saldrías antes de que el clima empeorase.
Kaminari regresaba de la cocina y apenas te vio correr a la puerta supo que debía aprovechar la coincidencia.
—¡(T/A)!— Frenaste a tiempo pero casi terminas embistiendo al rubio energético que saltó desde la nada. Dejaste de correr y te obligaste a detener al apoyar tus manos en sus hombros.
—¡Denki-san!— Llamaste, alarmado y sorprendido, el corazón iba a salirse de tu pecho por el susto.
Mientras tanto Kaminari había hecho corto circuito al darse cuenta que lo sujetabas firmemente de él. Tosió exageradamente, contuvo las inexplicables ganas de abrazarte y en su lugar se apartó, tomando tus manos de sus hombros y soltándolas por más que le doliese.
—¿Vas a alguna parte?—
—Ah... pues iba a comprar, el regalo, ya sabes— Explicas, apartando la mirada. No puedes mantener el contacto visual con la gente mucho tiempo, además estabas avergonzado por la casi caída.—. Falta una semana pero... lo de siempre, no encontraremos nada si dejamos todo a ultimo minuto.—
—Tiene sentido... —Lo que le siguió a aquella respuesta fue un silencio incómodo que utilizaste para acomodar tu bufanda.—, qué tal si, bueno, ¿puedo acompañarte? Ir de compras solo es muy triste, y más ahora, ¡está lleno de parejas y familias enteras!— Se encogió en su sitio para sobar su nuca, evitaba verte poniéndole atención a los pocos detalles del techo. Casi siempre tenía esa actitud relajada y estaba consciente de que era un rasgo que lo definía, pero apenas aparentar parecer desinteresado todo daba un giro brusco que no era capaz de manejar.
En cambio te quedaste en silencio pensando en sus palabras.
¿"Triste"? Te gustaba deambular sólo, el perderte era fácil pero también lo era encontrar el camino de regreso; planeabas sólo ir por regalo, ir acompañado implicaría esperarlo, ¿y si te invitaba a ir a otro sitio? ¿y si se encontraba a un conocido y empiezan a hablar? Quedar como mal tercio era lo peor del mundo, con las otras doce veces que ya te había pasado tenías suficiente.
Pero cuando estabas listo para negarte hubo algo que lo impidió, algo que supiste qué era la misma razón por la cual no lo mirabas a los ojos.
Tenía la esperanza de un "si" tatuada en el rostro, una sonrisa leve que te contagiaba de confianza. La confianza que aseguraba que la pasarías bien con él.
Suspiraste, algo derrotado.
—Claro, ¿por qué no?— Kaminari respondió entre dientes un "¡genial!" que no pudiste entender.—, ¡pero debes avisarle a Aizawa-sensei!— Le gritas a su energética silueta que sale disparada por ropa más abrigada.
—¡Lo sé, espérame un momento!— Miraba hacia tu dirección mientras avanzaba y terminó chocando con Bakugo quien salía del ascensor.
Te preocupaste, luego reíste. Tenías un buen presentimiento.
[...]
—Todos estas luces me lastiman la vista... —
—Se toman muy en serio la decoración por aquí, ¿eh?—
Tallaste encima de tus párpados y retiraste las gotas que estaban cerca de brotar por culpa de la irritación.
El centro comercial estaba lleno como esperarían, parejas, familias, grupos gigantes de amigos, en general ustedes hacían un contraste con las personas que se paseaban por el lugar.
Después de que consiguieses el regalo para Izuku fue turno de Denki de buscar algo para obsequiar. Dieron un par de vueltas pero el rubio no parecía convencerse por nada.
Constantemente te pedía disculpas al estar tomando más tiempo del necesario, les restante importancia, sorpresivamente estabas disfrutando la salida aún si tenían que atravesar a toda esa multitud.
—Oi, (T/A), ¿te gusta la navidad?—
Dejaste de tomar y el vaso de cartón permaneció intacto un minuto más, lo amargo del café se quedó en tu boca, entreabierta por la sorpresa que te había provocado la pregunta tan repentina.
—Umm... —En otras condiciones dirías que obviamente, ¿a quién le gusta una fiesta donde se reúne con su familia y amigos? Pero sentiste la necesidad de ser honesto, completamente, una seguridad que era contagiosa y que te decía que podrías hablar sin filtros frente a aquel rubio alegre.—En realidad no mucho— Dices, dando otro sorbo.—, en la cena de notan más fácil los asientos vacíos en la mesa, ¿sabes? Suelo pensar más en las personas que ya no están que en las que tengo en frente. Es raro de explicar.—
—Vaya... — Lo ves bajar la cremallera de su abrigo para dejar a la vista su boca, podías entenderlo mejor ahora.—. Hombre, nunca lo había pensado así, ¿pero qué hay de las demás fiestas? ¡Apuesto a que eras muy popular en San Valentín!, dime, ¿recibías muchas cartas?— Te dio un codazo amistoso y sonreíste sin ganas.
—Oh, si, bastantes.—
El corazón de Denki sintió un pinchazo por la simpleza con la que respondiste, ¿eras en verdad alguien tan codiciado antes? Tal vez por eso eras así de cerrado, temías a la superficialidad. A su vez se sintió intimidado, ¿cuantos pretendientes pudieron haber antes que él? ¿cuántas chicas, cuántos chicos? dios, aguantar las ganas de llenarte de preguntas era imposible.
Pero algo en esas palabras no sonaba natural, había un destello de sarcasmo, uno que parecía molestarte especialmente.
Tragó saliva antes de hablar.
—¿En serio? Genial... —
—Ni tanto, eran cartas de broma. Apostaban por ver si terminaba yendo a los sitios acordados, otras veces los llenaban de cupones expirados; incluso una vez también fueron envolturas de dulces o billetes de un juego de mesa. Cada año eran más creativos, pff.— Reíste entre dientes, algo nostálgico por tus años de secundaria, tomaste otro sorbo y la bebida caliente creó una sensación agradable en tu garganta. Aún indiferente a tu pasado volteas a ver a Kaminari, quien tiene una expresión sorprendida y levemente preocupada.
Entonces abriste los ojos hasta donde pudiste, habías hablado de más. Esa era la mirada que todos hacían luego de contarles ese tipo de cosas, los casos en los que te das cuenta de que pasaste por un trauma y terminaste viéndolo como algo normal.
—P-Perdón, sólo me la he pasado quejándome, uhm... ¡Sigamos buscando! Debemos regresar en un rato... —
"Recibirás una carta real este año, ¡lo prometo!" Es lo único que se repetía Denki en sus adentros. Cuando reaccionó ya estabas escondiendo el rostro en tu bufanda, dando a entender que estabas harto de hablar.
—¡No, no, tranquilo! Yo pregunté después de todo— De nuevo silencio, uno no tan incomodo.—, ¡vayamos a mirar un poco más! Aún tenemos tiempo.—
—Si, está bien.— Denki casi podía ver dos pesadas puertas de metal cerrándose sobre ti, impidiéndole alcanzarte. Tu expresión volvió a la neutra de siempre, la misma que no revela nada.
—Hay una tienda de música en el segundo piso, ¿vamos a ver?—
—Claro... — Bajaste la vista, de nuevo, negándote a hacer contacto visual. Kaminari curveó las cejas en tristeza, arrepentido de preguntar algo tan tonto.
La imagen del blog saltó en su mente, acudiendo al rescate.
"• Si en un punto sólo recibes respuesta cortas de parte de tu introvertido será mejor apartarte. Regresa más tarde y repite la rutina, tendrás que hacer esto un par de veces por semana para ganarte su confianza."
Suspiró con su confianza ciega aún intacta. Si alguien se tomó el tiempo para escribir algo tan extraño es por qué sabe del tema, ¿no?
Se dejó de preguntas y comenzaron a caminar a la par, en silencio, uno de ultratumba.
[...]
"• La comida es la mejor manera de acercarse. Aunque esto aplica con cualquiera, ¿eso puede considerarse un consejo? Es más sentido común, lol."
La veracidad de ese blog se perdía con cada punto que descendía en la lista, aún así Denki seguía todo al pie de la letra.
Al final había comprado algo simple como fachada y para no levantar sospechas. Un disco de un sujeto que ni siquiera conocía, ¿"literary nonsense"? ¿qué clase de nombre era ese para una canción? Lo dejó en la pila de discos en su repisa desordenada y bajó para cenar.
El reloj marcaban las dos de la mañana, pero eso era tema aparte.
El tercer piso estaba en silencio, la luz del corredor siempre encendida era suficiente para él, sólo debía preocuparse de sus pasos para no perturbar el sueño de nadie.
Se detuvo frente al elevador, pensativo, entonces caminó al otro pasillo de la tercera planta hasta llegar a una puerta en específico. La luz que se distinguía del otro lado era tenue, como la de una linterna, y si agudizaba su oído podía escuchar música, a muy bajo volumen.
Tomó aire, sacó su mano de su capa improvisada (su manta preferida) y tocó la madera con cautela. Llamando.
La puerta se abrió luego de un rato, la música se detuvo y el dueño de la habitación se asomó con cuidado.
—¿Denki-san?—
—Hey— Saluda.—. Noté que no bajaste en todo el día, y estaba pensando, ¿qué tal si vamos a cenar? Ya no debe haber nadie abajo.— Apunta a sus espaldas, invitándote, y tu estómago no te dejó usar la excusa de no tener hambre pues gruñó sin previo aviso. Emocionado por la idea de llenarse.
—Pero es de madrugada... — Con las manos en tu abdomen y avergonzado por aquel gruñido hambriento estás por encerrarte de nuevo.
—No hay reglas que digan que no podemos ir por una merienda nocturna— En realidad estaba en lo cierto.—. Por favor, (T/A), ¡me da miedo bajar solo!—
Juntó ambas manos, en una seña de súplica clásica, el dolor de tu estómago le da la razón y te obliga a avanzar a un paso perezoso fuera de la habitación.
Le sonríes, él te imita, y se encaminan al ascensor.
Mientras bajan tiras de su manta para llamarlo, su mirada curiosa recae en ti.
—Puedes decirme (T/N).— Susurras y el silencio es tal que Denki teme que puedas escuchar su corazón ir a mil por minuto.
Armaron sándwiches con lo que encontraron en silencio y comieron de igual manera, o casi, Kaminari habló sin descanso y tú disfrutaste el escuchar lo que opinaba. No eras fanático de los rumores o los chismes y para suerte tuya el rubio tenía tantos temas de conversación que nunca parecían terminar.
Llegó a un punto donde dio en el clavo, videojuegos, al no estar de acuerdo con algo que había dicho te uniste a la plática con tanta naturalidad que ya no parecías ser el tímido (T/N) que le daba la razón a los demás.
Te quejaste, opinaste, compartiste tus ideas, y fue turno de Denki de permanecer en silencio, hipnotizado por lo brillante que sonaba tu voz al hablar de lo que interesaba.
Entonces te detuviste en seco.
—Y-Ya hablé mucho, no quiero aburrirte.— Dijiste, sacándolo de su trance.
Había leído sobre ese tipo de respuesta, ¿en el pasado te habían dicho que te callaras? ¿qué hablabas demasiado sobre lo mismo? ¿o es que nunca tuviste a alguien con quién hablar de eso?
A pesar de todo pronóstico él negó.
—¡No me dejes así, viejo! ¡Me quedé picado!— Al acomodarse en la silla te dedica una sonrisa de oreja a oreja, descansa la barbilla en una de sus manos, en una pose que decía que estaba listo para escuchar.—Dime, ¿cómo es eso de la teoría? ¿entonces hay cuatro líneas temporales?—
No podías creerlo, esa noche había sido tan buena para ser real que estabas confiado que era un sueño.
Y si lo era, ¿por qué estaba Kaminari ahí? Te pusiste ansioso de repente, nervioso, avergonzado, tanto que se te fueron las palabras de la boca y olvidaste lo que dabas por memorizado.
Había sido tu turno de hacer corto circuito.
[...]
Dabas por hecho que las cosas habían cambiado gracias al encierro de toda la clase, pero sólo fue la simple ilusión. La ilusión de que te estabas haciendo cercano al resto, cuando en realidad era sólo con Kaminari.
Lo malo de hacerte más apegado al rubio era que notabas con más facilidad la lejanía que tenías con el resto. Te cuestionaste entonces si estabas bien así, ¿por qué no lo estarías? El pasar un rato con alguien era de los más común en la preparatoria.
Aún tratando de explicar lo más simple llegabas a la conclusión de que, una vez las clases vuelvan a la normalidad, Denki no tendría razón para buscarte.
Regresarías a sentarte en la esquina más lejana y a hablar sólo para lo necesario, porque te conoces lo suficiente para saber que cuando te inviten a pasar tiempo con ellos te negarás.
"Deja de darle tantas vueltas."
—Voy a hacer algo de té, ¿alguien quiere?—
—¡Yo, por favor!— Ochako es la primera en hablar, le sigue Todoroki levantando su mano con sutileza.
—Por favor.— Responde el mitad pelirrojo.
—M-Momo-san... — Alzas la mano con cuidado, algo nervioso. La pelinegra posa sus ojos oscuros en todos los presentes y asiente, una sonrisa serena que les da a los tres una afirmación en silencio.
—(T/A)-kun, ¿quieres jugar?— Debes bajar la revista para encontrar a una castaña de cara redonda con el mazo de cartas en sus manos. Algunas comenzaron a flotar por accidente, pero logró liberarlas antes de que saliesen volando.
Con lo oxidado que estabas Uraraka te sacó todo lo que traías encima, te lo devolvió al terminar pero aquella derrota nadie te podría borrarla.
Solo unos minutos fueron necesarios para que la chica de coleta alta regresase con las tazas. Permaneciste en silencio aún cuando te percataste que cargaba con tan sólo tres, ibas a dejarlo pasar pero el chico a tu lado era igual de observador.
—¿Y la de (T/A)?— Preguntó Shotō con su voz seria y aburrida, Yaoyorozu alza las cejas sorprendía luego de repartir el té. Su rostro se enrojece al notar el descuido, la vergüenza se apodera del movimiento de sus manos.
—¿Habías pedido, (T/A)-kun?—
—Eh, no, no importa, Momo-san. Seguramente no me escuchaste... —
Seguramente no te vio. Aún y cuando estuviste al lado de Todoroki todo el tiempo.
De verdad te perdías en el entorno, era un don y una maldición. Aún con ese pensamiento que debía consolarte picando en el subconsciente sonríes para la chica.
—¡Lo siento, no fue intencional! Ten, puedes tener la mía, haré otra.— Te viste obligado a aceptar lo que te ofrecían, la incapacidad de negarte te amenazaba como si se tratara de un ladrón presionando su arma contra tu espalda.
Peligro inminente, al alcance de un paso en falso.
Sorbiste el borde de la taza, avergonzado por tantas disculpas innecesarias; el contenido hervía de manera casi volcánica y estaba bastante cargado.
Un té dulce tenía un sabor extraño, a viejo, a encerrado, a lo que huele una habitación repleta de humedad, a desolado. Era asombroso lo fácil que los sabores podían cambiar por tus emociones.
Con tu té a medio terminar agradeces por la taza, pero la dejas en el fregadero, limpia, como nueva.
Los ánimos ya te habían abandonado para cuando cerraste la llave del agua.
[...]
El reloj marcaba la una de la mañana y aún así el sonido de una cuchara golpeando contra cerámica de escuchaba claramente en la cocina.
—Aquí tienes.—
—A ver... — Toma el traste que dejas para él en la mesa y toma la bebida, despreocupado por el sabor. Su ceño se frunce antes de obligarse a tragar.—, ¡agh! ¡viejo, de verdad te gusta amargo!—
—¡Te lo dije!—
—Creí que exagerabas... —
Lo primero que pensó Kaminari luego de deshacerse de la esencia del café en su boca fue que era un sabor muy fuerte para alguien tan suave y amable como tú. De eso se trataba entonces, las apariencias sin duda engañan.
[...]
La esfera se balanceó al darle un golpecito, tu reflejo se distorsiona en la superficie y la paleta de colores se limitaba a ser tonos rojizos.
Una rabieta sonó a tus espaldas, Mina no dejaba de perseguir a Kyoka con un trozo de muérdago, incluso Tsuyu le estaba dando ánimos a la de piel rosada. Sonreíste y saliste del área de los sofás para evitar quedar en fuego cruzado; esquivaste la cocina la cual era la guarida del iracundo Bakugo que soltaba órdenes, cada vez más alto y más rudo.
Olor armonioso, resultado de un abuso de autoridad a los que se habían ofrecido a ayudar con la cena.
El día había llegado.
Te sentías ansioso y constantemente ibas a revisar la bolsa de tu obsequio envuelto para asegurarte que siguiese ahí. Querías entregarlo, querías ver la expresión del peliverde y aunque fuese difícil de admitir, estabas aún más emocionado por descubrir quien te regalaría.
Si, no eras exactamente muy deductivo. Te era más sencillo leer la malicia que las buenas intenciones, pero eso ya no era culpa tuya.
Ahora era el gran día, estabas de ánimos para convivir, era una confianza que habías ganado luego de pasar tanto tiempo con el rubio eléctrico.
Sentiste una sorpresa inexplicable, como estar subiendo escaleras, esperando un peldaño extra al final sólo para que tu pie caiga al vacío, te desconectas un instante y luego regresas a la realidad. Te sientes perdido, pero también entiendes lo que ocurrió sin explicaciones extravagantes.
Fue la misma sensación luego de encontrar el espacio libre a tu lado, apoyado contra la pared, pero vacío. No habías tenido señal de Kaminari últimamente y las pocas veces que lo encontrabas se despedía apresurado, por más extraño que sonara dirías que estaba ocupado.
"Todos están en hablando con alguien... "
El paisaje de tus compañeros formando pequeños grupos dejó de ser desalentador luego de unos meses. Todo lo que sabías de ellos dependía del lugar que escogiesen para hablar, si era cerca tuyo terminabas aprendiendo cosas sin querer.
Podrías desvelar tantos secretos de cada persona en la clase, aquellos misterios que sólo le cuentan a uno o dos personas. Terminan llegando a tus oídos, regalando así una culpa que no te correspondía.
"Hablan tan alto."
Cuando esos pensamientos comienzan a mostrarse sabes qué es hora de tomar aire fresco.
Abres la puerta principal sin prisa y dejas pasar a Ojirō que cargaba con un montón de bolsas, entonces sales.
En aquella soledad en plena nevada sacas la galleta que habías robado de la cocina antes de que todos bajaran, una forma clásica, un hombre de jengibre que te sonríe.
¿Hay una razón para sonreír?
Muerdes su cabeza entera, ahora es un cadáver de jengibre.
Estás comiendo por aburrimiento, en realidad no tienes hambre.
La figura de la galleta decapitada se queda frente a tus ojos un rato, analizaste los detalles y pusiste atención a su sabor, tan distraído que cuando la galleta que alguien más sostuvo al lado de la tuya te sorprendió, aquel postre era tan sólo el tronco de la pequeña silueta.
—Te cambio mi cabeza por tus brazos.— Escuchas, y el dueño sale de detrás tuyo, sonriendo como siempre.
—Todos tuyos— Partes las extremidades dejando caer algunas migajas en tu abrigo, se las pasas a Denki y él te pasa la cabeza aún sonriente.—, ¿dónde te habías metido?—
—Estaba ayudando en la cocina, pero Bakugō me echó— No parece estar muy orgulloso de eso.—. Al menos pude robar esto.—
Te hizo una seña para que te inclinaras a ver el interior de su abrigo y dejó a la vista toda la comunidad de hombres de jengibre que había raptado, esperando su destino para ser devorados.
—¡...!— Robar una nunca sería descubierto pero llevarte toda la bolsa era demasiado intrépido para ti.—¡Te meterás en problemas con Sato-san!—
—Tranquilo, hombre. Rikido hizo demasiadas, le dará también a otras clases— Dice, pero aún sientes que estaba mal.—. Y aparte esta es la bolsa de ese rubio molesto de la clase B.—
¿Habrá recordado que son 21 y no 20 como en la clase B? Apretaste los labios en una línea recta al pensarlo, estabas exagerando, lo sabías, ¿pero y si no?
Estos pensamientos son tan molestos, quieres distraerte antes de que decidas darle el regalo a Izuku para poder ir a encerrarte.
Hace un momento querías estar con todos, ¿quién te entiende, condenado asocial?
Distráete de alguna forma, eres bueno ignorando el exterior.
Desconéctate un rato y el tiempo pasa rápido.
Una tonada tranquila con la que tu aliento hace vaho gracias al clima, es en teoría un reflejo involuntario, también es como pensar en voz alta, el entretenerte se basa en hacer cosas para tu mismo e el rincón del que te adueñas. Entonces no eres perturbado hasta que tú decides qué es hora de irse.
—I want you to know... that I'm never leaving... —
—¿Uhm? ¿Dijiste algo?—
El aquí y el ahora reclaman tu atención.
—¡...!— Tragas tus palabras y casi te ahogas con la galleta, olvidaste que seguía ahí, ¿entonces eso sentían todos? No fue intencional, se sintió tan natural que era fácil de pasar de largo.—E-Eh, no, nada, nada.—
El corazón te late rápido, lo suficiente para compararse a un susto de muerte combinado con un subidón de azúcar. Era como la adrenalina, pero mezclada con vergüenza.
Como un niño siendo descubierto luego de encontrar el escondite de los regalos.
—Me pareció escuchar algo— Su meñique se guió hasta su oreja y rascó un poco el interior de su oído.—. Da igual, ¿qué haces acá? Nos va a dar algo por salir al frío de repente.— Pasando de un gesto a otro ahora frotó ambas manos entre sí para recuperar un poco de calor, lo más mínimo le bastaría.
—Nada más quería estar en silencio un rato.—
—¡Oh, perdón! ¿Debería irme o... ?—
—¡No, no! Está bien, de todas las personas que pudieron aparecer, uhm... bueno, me alegra que fueras tú, ja... —
¿¡De verdad habías dicho eso?!
La expresión de Denki era indescifrable, parecía estar ido y atento a la vez, como esperando un remate o una broma, una que nunca llegó. Hablabas en serio, tanto que por un segundo te avergonzaste por tus palabras.
No se supone que digas esas cosas en voz alta.
—Supongo que tengo suerte que me aguantes más que el resto— Al rascar su nuca fija la mirada en la nieve cayendo y en la noche, el cuelo nublado y viento soplando levemente. Era un escenario de un especial navideño de los que pasan por la televisión.—, te molestaré un rato más hasta la cena entonces— Otro golpe amistoso en tu hombro, no te quejas ni te irritas, ni siquiera te encoches por el reflejo de una mano acercándose a ti.—. Si sobrevivimos esta noche sólo queda la de Año Nuevo, ya casi.—
—¿De qué hablas? Éstas fiestas se te dan bien.—
—No digo que no sea muy popular— Ríes levemente cuando alza el pecho orgulloso, cierra los ojos y alza las cejas para animarse así mismo.—, pero luego de un rato cansa que seas de quien más se burlan. No me tomes a mal, es genial hacer reír a la gente, pero la forma es lo que importa. Muchos creen que soy sólo hacer corto circuito y ser un tonto— De su abrigo, del escondite, saca otro hombre de jengibre y de un mordisco le quita la pierna izquierda.—. Hombre, así ni dan ganas de convivir.—
—Si, te comprendo... —
—¡Pero no es hora de deprimirse!— La galleta desapareció de su mano cuando se la lanza a la boca de una. Masticó con dificultad, tanta que esperabas que comenzase a toser, contra toda predicción saca naturalmente su celular y comienza a buscar algo. Sus ojos se pasen por la pantalla antes de bloquearlo de nuevo.—¿Quieres hacerle un broma a Mineta conmigo el 28?—
El día de los inocentes, el día en el que el vecindario se hacía un campo de guerra y donde el fuego cruzado era común. Siempre sentiste que los días entre navidad y año nuevo no existían, estaban perdidos en el tiempo.
Por alguna razón recordaste a tu gemela, también querías hacerle una broma. Siempre se metía contigo ese día y la dejabas pasar por no tener buenas ideas.
Una doble broma, la idea te fascinó.
—¡Claro! También podríamos decirle a mi hermana que ayude, somos muy parecidos. Si me pongo un suéter suyo y una peluca podríamos engañar a Minoru-san— A pesar de tu interés desbordante te sentiste desanimado por ver al rubio en su celular, lo esperaste para no tener que repetir, de tomaba su tiempo.
—Perdón, revisaba algo, ¿qué decías?—
Hablas, en un rato pierdes su atención de nuevo. Sabes que puede estarte escuchando pero sientes un horrible rechazo. Exageras, es la primera vez que lo hace, ¿por qué actúas así? Te regañas, te das la razón, pero no es suficiente.
En cuanto a Kaminari, él estaba revisando otra lista de cuidado para introvertidos, una especial para la fiesta de navidad.
Había cubierto la comida, el regalo tendría que esperar, no tenía idea de cómo hablar sobre una "guerra mágica" pero había comenzado una plática.
Último punto, al parecer con el tiempo te alejarías, perderte de vista era de esperarse. Tendría que atraerte con más comida, ¿funcionará? ¿tanto así es tu apetito? No tenía idea en realidad.
La conversación era difícil de llevar al cortarse luego de cada oración que alguno soltase; tal vez es su familia escribiéndole intensamente, es por eso que aguantas hasta que él regresa a hablar por si mismo.
Revisaste la hora, eran las nueve a duras penas.
[...]
—¡Reúnanse! ¡El intercambio se llevará a cabo, recojan su obsequio y formen fila!— La última indicación no fue cumplida, el resto no se cuestionó.
—¿Quién empieza? ¿Alguien se ofrece?—
Silencio.
—... Y-Yo podría-
—¡Oh, yo, yo empiezo!—
Esta interrupción es traída a ustedes gracias al pánico por hablar alzando la voz.
A pesar de los ánimos y el buen humor de la sala te acercas sigilosamente al peliverde y le pides que se aleje contigo a la cocina. Entregas tu regalo a pesar de las preguntas de Izuku y te despides de él, pidiéndole que le explique a los demás.
Midoriya aceptó y cuando abandonaste el lugar abrió aquella bolsa de diseño festivo con la curiosidad picándole, ¿qué podría recibir de alguien con quien apenas hablaba?
Del interior sacó una camiseta con un logo extremadamente familiar, la silueta de la capucha de su traje y el bozal de este que simulaba ser mercancía oficial de héroe profesional.
Un diseño original y hecho a mano. Izuku sintió culpa por todas las veces que había pensado que eras ajeno a lo que ocurría con los demás.
[...]
El reloj marca más de media noche, desde tu habitación puedes escuchar lo ruidoso del ambiente de la sala común, o cómo supones que se escucharía, la música en tu celular no es tan alta como absorberte por completo.
Hablaste poco, comiste comida basura, escapaste antes de lo más importante. Si, lo de todos los años, comienzas tan alto que la caída por el bajón de ánimo era dolorosa.
Pero no te sientes mal por el resto, no sientes que hayas sido egoísta o prepotente, no saben que te fuiste así que no hay heridos.
Estás con ellos, los acompañas en espíritu. Pero no como el alma de la fiesta, si no como el que se acaba la mesa de botanas y ayuda a todos a regresar a sus camas.
Y el pensar que aún estaba Año Nuevo por delante era agotador, los discursos esperanzadores eran incómodos de escuchar, más de escribir y el fin del mundo era el citarlos. Tal vez podrías escapar igual, o incluso ni siquiera bajar, no hay compromiso en esa fiesta y como no entrarás en el campo de visión de alguien no te darán un encargo.
Como debe ser.
El techo es aburrido de observar y estás cerca de caer dormido, sobre tu cama aún tendida y con tu traje de fiesta medianamente formal, con los zapatos puestos pero con los pies colgando fuera del colchón. La luz de mesa ilumina poco, la música cambia cada vez que lo quieres pues no tenías ganas de escuchar cosas alegres en ese momento.
Era difícil, tu lista de reproducción era una sobrecarga de música animada.
Alguien llama a la puerta, no respondes y sigues tarareando la melodía, lo que hace que la persona del otro lado lo tome como un permiso concedido.
Qué sorpresa, es Kaminari.
—Hey, ¡te fuiste antes de la cena!— En sus manos traía un plato desechable que soltaba los residuos de vapor por la temperatura de la comida, el olor armonioso de la mezcla te llegó y aún así no sentiste ánimos de comer.—Mira, pude rescatar algo.—
Como no le dirigiste ni la mirada dejó el plato en tu escritorio, se dio cuenta tarde de que había olvidado los cubiertos.
Pausaste la música, y te enderezaste, querías despedirlo sin sonar grosero pero estabas en ese límite en que puedes escucharte pasivo-agresivo, más agresivo que pasivo.
—Gracias, pero... me llené de galletas, si... —
De vuelta a hablar en voz baja.
—Ah, bueno... — Sin esperar una invitación de sienta a tu lado, cae de lleno y el pequeño salto que das por los resortes de la cama te resulta fastidioso.—, ¿qué tal los regalos? No vi cuando lo entregaste.—
"No debo estar bajo tu mirada todo el tiempo. Búscate algo qué hacer."
No, no, no, no seas así. Tranquilízate, no es su culpa.
—Se lo di a Izuku-san antes de subir.—
—¿Entonces no esperaste a tener el tuyo?— Repitió una y otra vez el gesto de acomodar su abrigo, abrazando su estómago, estaba nervioso por que algo no se cayera. Negaste a su pregunta.
—¿Qué hay de ti? ¿Qué recibiste?—
—Uraraka me dio una libreta llena de cupones para comida rápida; ¡ella es buena encontrando esas cosas! Podré comer hamburguesas a diario por unos meses— Parecía estar demasiado alegre por eso, las cosas simples también pueden dar esa euforia. Sonreíste por la idea, no era alguien exactamente exigente.—. Pero que triste que no hayas recibido nada, ¡vayamos por tu regalo al menos!— Toma tu brazo, te retiras inmediatamente.
—No... yo, no estoy de humor... —
Todos confiaban con que Kaminari lograría llevarte de vuelta, parece que no será así.
—Hombre, te fuiste en la mejor parte. No pases navidad tan apagado... —
El fastidio sólo subía y subía.
—Creo que puedo escoger tener tiempo a solas de vez en cuando. No es obligatorio aceptar todas las invitaciones, Kaminari.—
El silencio se apodera de la habitación, con ambos sorprendidos al no esperar una respuesta así. Denki tiene los ojos bien abiertos, sus cejas levantadas y su boca entreabierta, impactado y algo dolido.
—Perdón, es que... no quiero regresar y ser adorno de fondo, es... incómodo—Al explicarlo mueves mucho las manos, compensaba lo poco que expresabas con la voz.—. Cuando me recuerdan se sienten mal por haberme olvidado, no quiero ir a dar pena por ser dejado de lado, así es mejor.—
—Ya, lo siento... —
—No importa.—
Denki abrió su abrigo luego de un rato de estar en silencio junto a ti, esculcó un poco hasta que sacó el estuche de un disco. No era el que había comprado aquel día, era diferente, tenía la carátula llena del logo de tu videojuego favorito, aquel que le habías explicado hasta el cansancio.
"Anniversary special - OST", se leía en una de las esquinas.
Te lo pasó sin girarse ni un poco, aún con la vista al frente extendió el disco, nervioso por la reacción que causaría. Lo recibiste sin percatarte qué era hasta que lo tuviste en primer plano.
—Feliz navidad, (T/N).—
—A-Ah, eh... — Eso explicaría un par de cosas. En lugar de unir puntos y sacar conclusiones sonreíste, apenado y con la necesidad de disculparte atorada en la garganta. Suspiraste, entonces enderezaste la espalda.—Gracias, Denki... —
Alcanzaste su hombro con tu mano y lo sacudiste un poco, desacostumbrado a recibir o a agradecer, en realidad apenas te moviste sentiste que debías acabar el gesto, por más incómodo que fuese.
La torpeza le pareció encantadora al rubio a tu lado.
[...]
—¡¿Cómo que aún no están saliendo!?—
—Viejo, ¡cálmate! ¡No iba a pedírselo en ese momento!—
—¡Ese no es mi problema! ¡Teníamos un trato, Kaminari!— Con una combinación de mala y buen suerte apareces saliendo de la cocina, Mineta te bloquea el paso a pesar de que puedes saltar sobre él fácilmente.—¡(T/A)! ¡Preséntame a tu hermana, arruinaste el intercambio para mi! ¡El lo menos que puedes hacer!—
Preso de pánico y confusión encuentras la sonrisa despreocupada de Denki detrás del enano, con una seña te pide que le sigas la corriente.
¿Entonces a esto se refería con una broma a Minoru? Una confianza repentina se apoderó de tus movimientos, más seguro de ti mismo respondiste.
—Con gusto, Minoru-san— El chico frente tuyo había comenzado a fantasear.—. Pero espero no tengas problemas con sólo ser un amigo, ella... bueno; no se debe hablar de estas cosas a espaldas de las chicas, pero— Sonríes, aguantando una carcajada.—, tiene otros gustos, si me entiendes.—
La expresión de las esperanzas rotas de Mineta no tuvo precio, había sido mejor que cualquier regalo que alguna vez recibiste.
Más o menos.
Kaminari te jaló fuera de la sala entre risas, tuvo que guiar toda la huida porque apenas podías enderezarte por carcajada tras carcajada que soltabas.
Los dormitorios compartidos eran más agradables luego de la fiesta de Navidad.
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