Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

•『 Día libre 』•


Genshin Impact

Algo que escribí en la madrugada porque no podía dormir, me sentía mal y porque quiero mucho a Gorou. K vivan los confort characters.

Mismo universo que en el primer one shot que hice de él, aka reader asistente de Kokomi.

Ni yo me creo que haya logrado escribir algo tan corto, uffs

• En fin, aprovecharé este pequeño espacio para un anuncio qué tal vez suba aparte luego:

Estoy considerando darle una pausa al libro para poder enfocarme en mis otras historias. Desde la de Shinsō hasta la nueva que planeo con Zhongli. Sé que no mucha gente las lee a comparación de los One Shots, pero no se me hace justo que los pocos que sí lo hacen tengan que quedarse fuera de mis actualizaciones mensuales u u

En resumen es eso, no sé si lo haré antes o después del os que está planeado con Gyūtaro por la última votación, pero es muy probable que el libro vaya a parar por un tiempo (?

Ahora sí, disfruten esta brainrot :D

▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰▰

Tu reloj biológico no te había fallado ni una vez luego de años de haber llevado la misma rutina a diario, pero esa vez realmente deseaste que te defraudara con tal de tener una excusa para llegar tarde al trabajo.

Entreabriste los ojos, primero parpadeaste aún consumido por la somnolencia, y entonces fue simple pereza la que te llevó a cerrarlos de nuevo.

Pero te obligaste a abrirlos devuelta, y lo que te recibió fue una de las orejas del general golpeándote en el rostro mientras se agitaba por reflejo. Te diste un segundo para entender la pose en la que se encontraba tu cuerpo y entonces recordaste que Gorou tendía a escabullirse a tu futón en medio de la noche cuando se sentía solo, o porque le daba frió, ambas opciones eran viables.

Pero tal vez lo más sorprendente fue que te encontraste a su vez atrapado en su agarre, y al mismo tiempo él enredado entre tus brazos.

Estaban literalmente sobre el otro, acortando el espacio lo más humanamente posible, encarándose mutuamente, pero con el general escondiendo su rostro entre tu pecho y cuello.

Un pesado bostezo se te escapó, cubriendo con una mano tu boca y acariciando las orejas de Gorou con la otra para ayudarlo a despertar, aunque lo único que lograste fue que se pusiera más cómodo en su sitio.

—... Gorouuu... — Lo llamaste, sintiendo tu propio aliento matutino y volviendo a bostezar, mentirías si dijeras que pusiste un gran esfuerzo en salir de la cama, pues en realidad te desplomaste de vuelta apenas e intentaste enderezarte.—... Ahh... —

—Por favor no me hagas ir... — Su queja salió amortiguada por hablar contra tu ropa, al parecer ni siquiera el energético general de la Isla Watatsumi podía mantenerse activo todos los días.

—... realmente no tengo ganas de levantarme... —

—Yo tampoco.—

—Hay que atrabancar la puerta y fingir que no estamos. Así nos buscarán por la isla todo el día.—

A pesar de que tu comentario fue obviamente una broma, Gorou sintió la necesidad de enderezarse a medias para encararte, la desaprobación inundaba su mirada somnolienta, con su cabello alborotado restándole puntos a su objeción.

—No podemos... — Bostezó.—... escapar así de nuestros deberes... —

Pero tú ya estabas un poco más despierto que él para entonces.

—Sabes que detesto fallarle a Su Excelencia, pero míranos— Te dejaste caer de vuelta en la almohada, mirando hacia el techo y tratando de estirarte para liberar algo de tensión, sin éxito.—... dormimos tan poco que apenas y puedo soportar la luz de la ventana, ¿cómo se supone que me ponga en condiciones para servirle cuándo ni siquiera puedo cargar con mi propio cuerpo?—

—Pero... —

Lo interrumpiste.

—Sangonomiya-sama merece sólo los mejores trabajos hechos a su nombre, creo que incluso si nos presentamos causaremos más problemas de los que, se supone, debemos resolver.— Terminaste tu discurso, apuntando al techo para tomar notas imaginarias.

Pero Gorou sólo se te quedó viendo, incapaz de que habías usado tu habilidad para persuadir a los demás en algo así.

—... de verdad quieres un día libre.—

Asentiste.

—¿Y qué hay de ti?— Una de tus manos se posa en su mejilla, y no desaprovecha la oportunidad para apoyarse contra tu palma y descansar sus ojos, cerrándolos de vuelta mientras curvea sus cejas en satisfacción pura.—. No creo que sea sensato dejarte manejar tu arco cuando estás tan exhausto.—

—No lo entiendo— Se lamentó de vuelta, y sus orejas cayeron afligidas hacia atrás hasta perderse en su cabello.—. He pasado días enteros sin dormir, ¿por qué ahora me siento tan derrotado sólo por un par de horas?—

Ibas a responderle, pero entonces el sonido de un par de golpes proviniendo de la puerta principal te interrumpieron. Ambos se miraron, abriendo los ojos con sorpresa y acordando guardar silencio hasta que la persona afuera hablase primero.

—... ¿General? ¿Se encuentra en casa?—

Cuando viste a Gorou negando cómo si aceptase su inevitable destino fue que te le adelantaste para ponerte de pie. Tallaste tu rostro, tomaste un cesto que contenía algo de ropa sucia y entonces te dirigiste a la puerta.

Si él no hacía nada, era entonces tu deber rescatarlo.

Al recibir al par de soldados los encontraste reaccionando algo sorprendidos al verte salir. Recobraron sus posturas firmes y rectas y tensaron sus facciones para parecer serios.

—Buenos días, ¿necesitan ayuda en algo?—

El menor de ellos negó.

—Lamentamos el alboroto, (T/N)-san, pero estamos buscando al General Gorou.—

—Ayer nos citó a un entrenamiento matutino en la costa este de la isla, pero no ha llegado a pesar de siempre ser el primero en madrugar.—

Ambos lucían genuinamente preocupados, casi sentiste pena por mentirles tan descaradamente.

Una vez dejaste la canasta a un lado de la puerta te aseguraste de ser los más consciente posible de cada uno de tus movimientos, asegurándote de lucir cómo alguien despierto y funcional.

—Comprendo— Dijiste, doblando tus mangas y palmeando tus manos para limpiar una suciedad inexistente.—. Lamento que hayan tenido que recorrer todo el camino hasta acá, pero hoy Gorou despertó sintiéndose terrible— Llevaste una mano a tu cintura y la otra la alzaste hasta sostener tu barbilla, aparentando recordar algo que, de hecho, era cierto.—. Mencionó algo sobre pescado mal cocinado en la cena de anoche, ¿saben a qué se refiere?—

El par de soldados se miraron mutuamente un segundo antes de asentir, el menor rascó su nuca mientras que el mayor se cruzó de brazos.

—Hubo un accidente con la comida, sí... — Se lamentó el mayor. Y por primera vez agradeciste la situación tan tensa y complicada que tenías con el resto de la armada de Sangonomiya.—. Perdón por venir a hostigarlo, nos encargaremos de hacérselo saber al resto.—

Asentiste, dejando a la vista una sonrisa de agradecimiento puro.

—Eso sería genial, muchas gracias— Dices, y apenas intentan darse la vuelta luego de despedirse los detienes, tratando de matar dos pájaros de un tiro.—. Y si tienen la oportunidad, por favor repórtenle a Sangonomiya-sama que no podré presentarme hoy. Temo que si dejó al general sin supervisión intente escabullirse para entrenar incluso sintiéndose tan débil.—

Ambos asintieron de vuelta, y finalmente pudiste regresar adentro y cerrar una vez más la puerta con todos los candados posibles, desplomándote junto a Gorou cómo si nada hubiese pasado.

—Ahh... esto es malo, mi batería diplomática se agotó sólo con esa conversación, incluso si quisiera ir a trabajar no podría hacer las cosas como debería... — Llevas tu mano a cubrir tus ojos, la luz te había cegado y encandilado más de lo que planeaste, y ahora la frente te palpitaba.

De verdad te sentías al borde de caer enfermo.

—... No puedo creer que hayas mentido por algo así, y que ellos te creyeran... — Divagó en voz alta antes de rendirse y volver a recostarse.—. Me hace pensar en todas las veces que pudiste haberlo hecho antes... —

—No pienses en ello— Respondiste de vuelta, haciendo una larga pausa antes de seguir.—. Si te vuelves consciente de cuánto llego a mentir en el día entonces dejará de funcionar contigo.—

—¿Qué tú qué?—

Gorou se sentó de golpe, su reacción te superó y terminaste soltando una escandalosa carcajada que debiste amortiguar.

Tomarse un descanso no tenía nada de malo, y no había forma de que puedan hacerte sentir culpa cuando tu plan era holgazanear el resto del día junto a tu persona favorita en el mundo.

—Espera... — Sus orejas se alzaron hasta quedar completamente rectas, cómo si hubiera tenido una epifanía.—, ¿ahora estás mintiendo sobre mentirme?, ¿por qué otra razón me dejarías saber que también me mientes a mí si no es por algo más?—

—...— Parece que incluso en su día libre no es capaz de mantener la cabeza fría por un segundo. Esto iba a ser más difícil de lo que esperaste.—. Bueno, ¿y si te dijera que te adoro más que al ramen de ese puesto a las afueras de Ritou?—

Gorou dejó salir un sonoro "¿¡hah!?" con su cola comenzando a moverse sin cuidado alguno. Sabía el peso que tenía una declaración así, no es algo que dirías a la ligera sólo para molestarlo.

—¡Pero ese es tu platillo favorito en el mundo!— Exclamó.—. Y además sólo puedes comerlo un par de veces al año cuando tenemos viajes fuera de la isla, y aún así... ¿l-lo dices en serio?—

Asentiste de nuevo.

—Claro que sí— Alguien cómo Gorou, que constantemente se encuentra en la delgada línea en la que sus decisiones pueden traer consecuencias graves, necesita que le recuerden las veces en la que hace bien las cosas. Incluso si las sabe de antemano, incluso si ya lo ha escuchado antes. Alguien cómo Gorou, siempre se derretirá luego de recibir palabras que afirmen lo que los demás sienten por él. Y luego de años de haberle entregado tu vida, sería una ofensa que no conocieras ese detalle de su persona.—. Te adoro más que el ramen de temporada que sólo sirven en los festivales de verano.—

Te enderezaste, poniéndote a su nivel y mirándolo directo a los ojos para darle peso a tus palabras. Esa no era una mentira después de todo.

Y parece que Gorou también lo sabía.

—Algún día lograré que ese vendedor me dé la receta.— Dijo, atrapando tus manos y juntándolas con las suyas, aceptando a su vez que era su deber y obligación.

El recuerdo de uno de sus primeros viajes a solas fuera de Watatsumi volvió a su mente, la forma en la que tu rostro se frunció en satisfacción y alegría luego de probar por primera vez una de las maravillas de Inazuma, las luces que decoraban las calles, todas las veces que se escabulleron para evitar a la mujer peligrosa de la editorial. Es algo que siempre ha deseado repetir, pero que no han tenido la oportunidad gracias a sus responsabilidades y a que en esas fechas siempre se encontraban más ocupados luego de aquel año. Aún así seguía sin rendirse.

Por tu lado, sólo pudiste reír, enternecido y fascinado por la seriedad en su rostro.

Pensaste en qué podrías decir después de tal muestra de devoción, pero no pareció hacer falta. Cuando ambos se quedaron congelados, viéndose a los ojos mutuamente y disfrutando del silencio, no sueles detenerte a apreciar sus rasgos, la forma en la que su cabello cae sobre su rostro y en cómo el tono más claro de su pelaje sobresale del resto al igual que sus orejas.

Verlo tan de cerca te hace actuar cómo todo un adolescente que apenas había descubierto lo que era estar enamorado.

Y es por eso que no pudiste hacer nada más que permanecer quieto cuando el general comenzó a acercarse. Con algo de duda y aún consumido por los nervios de un novato en el amor es cómo cierra sus ojos y ladea el rostro.

Se inclina un poco más, y entonces sólo le queda esperar a alcanzarte, siendo abruptamente detenido por tu mano cuando cubres sus labios.

Al abrir los ojos siente cómo su rostro se enciende por la vergüenza, pero más le supera la confusión por tu rechazo, ¿acaso no supo leer el ambiente de nuevo antes de actuar?

Supo que no te había molestado cuando te vio sonreír, con ahora tus dedos estrujando cada lado de sus mejillas hasta apartarlo un poco más.

No hasta que te cepilles los dientes.— Fue tu única explicación, casi sintiendo una mínima pizca culpa cuando se te quedó viendo en silencio, con sus ojos mostrando una combinación de decepción mientras te acusaba de algo que no necesitaba decir.

A diferencia de ti, tu crueldad y afán por molestarlo no se tomaban días libres.

Y lo único que tuvo cómo consuelo fue un corto beso en la mejilla y una caricia rápida en sus orejas antes de que te levantaras para caminar hacia el baño, dejándolo solo en la habitación.

Al final Gorou gruñó por lo bajo en forma de queja, volviendo a recostarse y cubriéndose hasta la cabeza con la sábana.

Tal vez si se ocultaba del mundo se le bajaría más rápido el sonrojo del rostro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro