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707 / Saeyong Choi -≫ Mystic Messenger


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¿Ustedes qué saben de fanfics clásicos si nunca leyeron uno de un personaje de un videojuego saliendo al mundo real por ti?, muestren respeto a los veteranos (ò_óˇ)

Como el primer OS que hice de Seven fue de dos tontos siendo amigos ahora toca hacer uno más romántico <3

No estoy de ánimos como para poner todos los puntos de siempre (además de que nadie lee eso (¬_¬) )

No sé escribir fluff o relaciones normales, Vol.2

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—Uhh... ¿"Saeyong"?—

—¿Hm? ¿Por qué tanta formalidad?—

—No sé cómo llamarte en realidad.— Escondes el rostro luego de hablar pero a los pocos segundos un escalofrío recorrió tu espalda y, como si se tratase de una reacción en cadena, te sobresaltas por la sensación inesperada, parecida a un cosquilleo tenue.

—¡Seven! Como siempre, tú tranquilo.— Aún en aquella situación distingues un característico tono energético y algo burlón, un distintivo en aquel chico pelirrojo y con ojos tan extravagantes que parecían de fantasía.

—Seven, si, umm... ¿me dejas ir?— Tus dedos se cierran alrededor de su sudadera en la zona de los hombros e intentas levantarte empujando hacia adelante, más no llega a nada más que eso, un intento que pronto falla cuando Saeyong cierra sus brazos sobre tu cintura como un niño aferrándose a la ropa de su madre.—Hablo en serio, ¡dame espacio!— Hace unos minutos habías empezado a sentirte hostigado por la cercanía, intentas aguantar, siempre un poco más hasta que el pelirrojo te soltase por su cuenta. Pero no tardaste mucho en ver que esas intenciones no se cruzarían por su cabeza en un rato.

Desde hace poco más una hora aquel chico te había convencido en que te sentases en su regazo con la vista hacia él, frente a frente y con tus piernas a cada lado de su cintura, se acomodó perfectamente para que fuese un abrazo constante en donde tu mentón descansaba en su hombro y a la vez sus manos quedaban libres para seguir utilizando su celular con normalidad.

O al menos una de sus manos, su dominante se ocupaba en seguir deslizándose sobre la pantalla para escribir, la otra había encontrado un escondite debajo de tu camisa para repetir una y otra vez un recorrido delicado a lo largo de tu espalda, a veces daba círculos y en otras se deslizaba de arriba a abajo lentamente. Al principio su tacto fue frío y te tomó por sorpresa, no tardaste en tratar de apartar su mano cuando la piel se te puso de gallina pero para él no fue más que una idea que le pareció divertida, incluyendo tu reacción pues sólo lo escuchaste reír levemente con cada regaño que soltabas. Al final te rendiste y lo dejaste ser, su piel tomó la misma temperatura que la tuya en unos segundos y dejó de ser una sensación molesta y extraña.

Al cabo de un rato estuviste cerca de caer dormido, el ambiente era tan tranquilo, un silencio casi total en la tarde en la que ya estaba atardeciendo, una brisa ligera y refrescante colándose por la ventana y el sonido de las teclas virtuales siendo presionadas no era tan molesto como imaginabas; y para colmo aquellos cariños eran relajantes, todo estaba en orden, no tenías preocupación alguna y te podías dar el lujo de dormitar.

Pero no, aún cuando estabas acomodando tu cuerpo para descansar lograste salir de ese extraño trance completamente avergonzado, eso no se suponía que estuviese pasando, ¡él era un personaje de un juego de citas! ¿qué clase de sueño era ese y por qué se sentía tan real? No entendías nada y las repuestas llenas de lenguaje técnico sobre temas que no conocías no sirvieron de mucho.

De pronto propuso esa idea y de alguna forma te había convencido, sus expresiones en verdad se veían genuinas y tan bien definidas como para ser un sueño, distinguías bien cada facción de su rostro y no pudiste arrepentirte cuando esa sonrisa brillante de alegría pura se asomó por sus labios.

Estabas convencido de que el sentimiento de soledad había provocado esa alucinación, no te dabas otra idea que pudiese justificar como un personaje de dos dimensiones ahora estaba en tu habitación y hablándote como si te conociese de toda la vida.

Era patético soñar despierto con esta clase de cosas, te recriminaste de aquel delito más de lo que te gustaría, lo suficiente como para ser emboscado por el hacker quien se balanceaba en la delgada línea de invadir el espacio personal y el acercamiento que tendría un amigo.

—¡Eres más frío de lo que creí! Para ser un MC que no se atrevía a sacar un final malo eres muy estirado— Ese tono burlón de nuevo, no podías evitar sentir mala espina ahora que se escuchaba tan cerca y en primera fila. Su celular reprodujo el típico sonido de cuando es bloqueado y ahora ambas manos de Seven se enfocaron en abrazarte.—. Sólo... un poco más.— Siempre fuiste una persona sensible, algo que siempre se te dio fue leer bien a las personas y aún con el cambio más mínimo lograste ver aquel desánimo, su tono de voz se volvió melancólico y te sorprendió el contraste, ¿estaba bromeando para que cedieras? No estabas seguro, hace un segundo estaba riendo y molestándote, ahora parecía una persona en duelo.

Y sería raro, pero entendías un poco la razón de su tristeza.

Eras fácil de manipular una vez que veías el indicio de lágrimas en el rostro de alguien, por lo mismo lo dejaste en paz y tampoco seguiste removiéndote; te estabas arrepintiendo de algunas decisiones pero eso era tema aparte.

—¿Estás pensando en algo interesante?— Le escuchas decir, de vuelta a la normalidad hasta dónde podrías suponer. Pides un poco de espacio que aprovechas para encontrar su rostro, una sonrisa tenue, entretenida y curiosa. Tomaste sus mejillas sin aviso alguno, pareció sobresaltarse y su reacción no tardó nada en aparecer.—¡E-Eh! Wow, wow, no hagas esos cambios tan bruscos, mi corazón no puede seguir el ritmo.—

¿Él tenía latidos? ¿Él tenía corazón? ¿Pulso? ¿Respiraba? ¿Su cuerpo funcionaba como uno común?

¿Él de verdad estaba ahí?

Acariciaste sus pómulos con los pulgares, lentamente y tratando de concentrarte en el tacto. Cálido, liso y sin imperfección alguna, su piel no era totalmente pálida, unas pequeñas pecas de una tonalidad apenas distinta, eran detalles mínimos, bien definidos, tanto como para ser producto de estar soñando despierto.

Entonces el pálido se volvió un sonrojo visible. Suspiraste.

Estoy pensando en que realmente parece que estás aquíEs un susurro, avergonzado de que alguien pudiese entrar de la nada. Aunque de todos modos no es como que alguien fuese a verte seguido, no había por qué preocuparse.—. Es tan... tonto, caí así de bajo; yo... ¿de verdad me siento así de solo?—

¡Hey!, piensa un poco en lo cruel que es que digas esas cosas frente a mi.—

—¿Lo siento?... —

Una situación así de irreal que te hacía cuestionar sobre si lo que comiste estaba en buen estado.

[...]

Hace unos días todo era completamente opuesto al presente.

Los ojos te arden.

Al parpadear una nueva lágrima cede por su propio peso y se desliza por tu mejilla, su función era sanar la irritación pero el efecto había perdido eficacia luego de las primeras tres horas. No era tristeza, no era felicidad, no era estrés, eran todos esos minutos seguidos en los que no cerrabas los párpados.

El brillo de la pantalla se adapta a la falta de iluminación del resto del cuarto, cada vez que bajaba por su cuenta lo regresabas al máximo, gruñendo, irritado, una rabieta rápida antes de volver al trabajo.

Ya no te molestaba.

Las teclas suenan bajos tus dedos, el cursor se desliza en el instante por la pantalla, abriendo ventanas, cerrando otras, agregando palabras y corrigiendo errores. Revisas la hora en el inferior derecho de la pantalla, más de las cinco de la mañana.

Un poco más, ya casi terminas.

Es muy temprano, no desperdicies el tiempo.

El volumen en tus audífonos es más del recomendable, retumba, la saturación es mínima pero el exceso hace que las melodías sean tanto sólo ruido, sin ritmo o armonía. Escándalo de fondo que sirve para llenar el silencio en el exterior, una casa pequeña y vacía de un solo habitante.

"Feeling hazy
And I'm losing all control
And I can't get out this hole
And my world is getting colder
I want you
But I think you hate me"

La noción del tiempo vuelve a perder significado y entonces la canción que intentabas tararear concentrado termina abruptamente, cerrando así la lista de reproducción.

Una playlist de casi siete horas que llegó a su fin.

Sales de la pestaña principal un segundo y con gran velocidad haces que comience a reproducirse desde el inicio, sin importar que estuvieses de humor para escuchar la canción siguiente o no.

No querías estar en silencio absoluto.

Porque el simple zumbido del ruido muerto al retirar tus audífonos era lúgubre, no había ni la misma pizca de vida en esa diminuta casa más que tú, y eso era agobiante. La soledad pesaba y lo mejor que tenías para lidiar con ella era trabajar.

Sólo un poco más.

Piensas al escuchar el gruñido adolorido de tu estómago deseando por llenarse, el vacío se hace más potente y el malestar incrementa a la par. Aún así te niegas en levantarte, sería una pérdida de tiempo además del hecho de que no había mucho con lo que pudieras cocinar. Fuera de tu habitación apenas hay muebles, es un escenario lúgubre que demuestra la naturaleza de su inquilino.

Es un mundo deprimente allá afuera, y por lo mismo prefieres encerrarte en tu pequeña realidad llena de trabajo desde casa.

Oh, ¿y qué hay de tu necesidad de afecto? ¿cómo sacias el instinto básico de convivir con tus semejantes? ¡Qué gran persona serás si es que lograste deshacerte de ese peso muerto!

La verdad...

Antes de poder pensar en cualquier otra cosa la pantalla de tu celular se enciende ante la llegada de una notificación nueva. Tu boca formó una mueca al notar la procedencia, no porque se tratase de algo desagradable o con lo que no querías lidiar en ese momento, más bien porque era un evento que transcurría conforme al paso del tiempo.

Un nuevo chat se abrió apenas el reloj interno de tu celular llegó a marcar las seis y media de la mañana.

Suspiraste.

Así sacias ese vacío, con juegos de simulación de citas. Sabías que existían algunos hechos específicamente para chicos, pero estos en general carecían de diseños y temáticas interesantes. Chicas con una anatomía que era nada natural, resaltando las fantasías de quienes ponen a esos juegos en los puestos más altos de las listas de recomendaciones. No estás en contra de ese contenido, pero el ser bombardeado con ello era molesto.

Además de que tenías tus propias inclinaciones.

Así que optaste por unos más convencionales, aquellos que pudieses cargar en tu celular sin necesidad de ocupar espacio en la computadora que día a día te mantiene en tu lugar.

El aparato estaba conectado al CPU gracias al cable que normalmente serviría de cargador, pasando datos de vez en cuando y como medida de seguridad para que nunca quedase sin batería mientras trabajas.

No es cómo si alguien vaya a llamarte por simple ocio de todos modos, pero las emergencias pueden ocurrir en cualquier momento.

Pero al mismo tiempo esa costumbre te llevaría a un escenario tan surreal que no hay una forma correcta de describirla. Después de sumergirte por horas en el mundo de las cantidades exactas el ser expuesto de golpe así fue algo que no supiste digerir.

La luz que estaba en la mesa de noche parpadeó como si tratase de mandar un mensaje oculto, tan rápido que te irritó la vista. Con una mano cubriendo tus ojos te levantaste al ya tener en tu memoria el plano espacial de tu habitación, pero siendo detenido por el cable que unía tus auriculares. En un gruñido los removiste y rápidamente encontraste el cable de la lámpara para desconectarla, sólo así se detuvo. A su vez aprovechaste para emparejar de nuevo la cortina que dejaba entrar los primeros rayos de la mañana.

Tus piernas se tensaron cuando te quedaste de pie, te estiraste, tus hombros volvieron a su lugar al estirar ambos brazos por detrás de tu cabeza y tu espalda ardió cuando giraste sólo con tu cintura. Un cuerpo adolorido que rogaba por descanso, incluso un ligero deseo de recostarte en el suelo apareció en una fracción de segundo.

Después de bostezar volviste a tu cómoda silla, el problema siempre había sido tu postura y aún así no cambiarías.

La pantalla seguía cómo la habías dejado, sin el mínimo cambio, ni siquiera el cursor se había animado a moverse un pixel.

No habías ni alcanzado el mouse y aún así la computadora recibió una orden. El mensaje de tu trabajo siendo guardado te sorprendió, la opción de guardar una copia cada hora no hacía saltar aquella pequeña ventana de aviso, esa indicación había sido hecha de forma convencional.

De inmediato revisaste que fuese real, el archivo se sobreescribió y después de asegurarte viste necesario revisar el programa de antivirus para buscar una amenaza. El análisis comenzó, tardaría un poco, así que alcanzaste tu celular para atender la notificación del juego, lo único que lograba mantenerte cuerdo en esas fechas tan estresantes.

Mystic Messenger, se leía en la pantalla de carga.

Después de dos años de haber estado atado a ese simulador de citas podías presumir que conocías las horas exactas de los primeros cuatro días. Los logros de haber conseguido cada final bueno y neutral y malo existente se relucían en el perfil del juego junto a los álbumes llenos de las imágenes, DLC's, eventos de cumpleaños, todo estaba al 100%. A ese punto sólo buscabas confort en aquellas conversaciones simuladas.

—¿...?— Seleccionaste el quinto día de la ruta del personaje insignia del juego, la sala era la segunda del día, pero simplemente no iniciaba. La canción característica de Seven se reprodujo de fondo, pero ningún cuadro de diálogo se extendía por la pantalla, sin importar de subir la velocidad al máximo o al mínimo, tampoco te dejaba salir. El botón de inicio del celular tampoco respondía.

Algo fastidiado preferiste regresar a la computadora, el análisis había terminado y cuando intentaste cerrar el programa nada volvió a responderte. El mouse sonó bajo el incesante movimiento de tu índice, un clic tras otro que fue como si estuvieses golpeando un tambor, hacía ruido pero nada más que eso.

Entonces el CPU fue el que respondió, pero no del modo que hubieses deseado, el sonido característico del sistema trabajando a su máxima capacidad llenó tu habitación, el ventilador del costado giró con tanta fuerza que casi parecía que podría rebanarte el dedo si te atrevías a acércalo.

—No, no, no, ya basta... argh... — No hay nada que puedas hacer más que esperar a que todo vuelva a su lugar; enojo, irritación, el no tener seguridad o el control de la situación era la peor ofensa que podrían ponerte en frente. Sólo habían pasado unos segundos de calma y ya te sentías asfixiado.

Que se acabe ya el silencio, que se acabe ya ese zumbido, adiós a ese ruido blanco.

Sólo quieres sumergirte en lo que sea que te entretenga, en lo que te desconecte de esa realidad ahogada en la nada, pero ahora ninguno de los dos métodos estaban de tu lado. Así que caíste de nuevo a tu triste y aburrida vida. Rogando por volver a donde, al menos, la soledad no te lastimara.

Llevaste ambas manos a tu cabeza y te dejaste caer en el respaldo, tu cabello sucio y con esa sensación grasosa se adhirió a tus dedos, otra lágrima cayó por tu mejilla gracias a la irritación. Hambre, sueño, nada importaba si el trabajo aún no estaba hecho. Un bostezo, un gruñido de tu estómago, nada podría deshacer la irritante actitud a la que te estabas aferrando.

Las cosas empeoraron cuando una ventana de diálogo y el sonido de una sirena de alarma aparecieron en la pantalla frente a ti. El cuadro era remarcado por un patrón que habías visto miles de veces en películas, la forma en la que los colores negro y amarillo se intercalaban te dio un mal presentimiento.

Al acercarte lentamente para leer mejor pudiste distinguir las letras escritas en una fuente que no pertenecía al sistema operativo de la computadora.

Y aún así un recuerdo floreció en tu mente.

"[Error; 707]:;(standby);qfbath::" y un sinfín de dígitos que parecían carecer de sentido se desplegaron frente a tus ojos, algunos cambiaban constantemente, así como lo haría un conteo, pero iban tan rápido que apenas podías retener la información con tu vista cansada. El pánico y estrés se apoderaron de ti, pensaste en desconectar tu celular antes que nada, si se trataba de un ataque entonces deberías minimizar daños. Aún así te obligaron a quedarte quieto luego de que el punto en el que el cable entraba al teléfono te hizo saltar apenas rozaste el plástico. Te había dado una descarga eléctrica, nada doloroso, pero tus dedos quedaron entumidos.

¿Qué está pasando? Te cuestionaste, sobando tu extremidad con tu mano libre mientras veías la fila de números y letras extenderse más allá de lo imaginable.

Te van a despedir, tal vez incluso peor. Oh, dios, estás muerto, tan, tan muerto-

¿Qué tan difícil sería fingir que te secuestraron?

La frustración te hizo levantarte de la silla de nuevo, empujándola con el pie lo suficientemente fuerte como para que llegara a golpear contra la pared. Estabas exhausto, no querías ver la pantalla de nuevo en tu vida, darle la espalda y fingir que no estaba ahí parecía lo más sensato por hacer.

Ya listo para ceder ante tus necesidades básicas intentaste caminar fuera del cuarto, al menos hasta que un tirón en tu camisa te hizo tropezar de espaldas. Tal vez la mejor decisión no hubiese sido revisar de qué se trataba.

Porque no hay manera de procesar la situación cuando una mano teñida en códigos de programación está saliendo de la pantalla.

¿Una película? ¿Te quedaste dormido? ¿Estás alucinando? ¿Te estás ahogando en la bañera? Preferirías cualquier explicación ahora mismo.

Para cuando quisiste buscar una solución ya había una silueta completa saliendo. La mano libre se apoyaba en el escritorio, la otra seguía aferrada a tu camisa, parecía tener la mirada baja, pero en realidad no había mirada. Entonces ganó color, entonces el código de colores negros y verdes se volvieron la viva imagen de una cabellera pelirroja, entonces reconociste el patrón de la supuesta sudadera que aquella figura portaba.

—¡Aquí estás!—

Esas fueron las primeras palabras que 707 te dedicó.

[...]

—Modelos de luz sólida— Dijo, acercando su mano extendida frente a la tuya hasta que se tocaron. Percibías el calor de la piel artificial, tan realista que era difícil creer que era sólo una especie de holograma.—. En realidad corrí con suerte de que tuvieras una computadora que pudiese soportar todo el algoritmo, ¡de lo contrario habría explotado y dejado de funcionar para siempre!—

—El ventilador casi se sale del CPU, no sé qué es tan gracioso— Tomas sus dedos para intentar doblarlos hacia atrás, mas no hay reacción alguna, no sentía dolor, así que es sólo un desquite para ti.—. Si no sientes nada, ¿entonces por qué yo si?... —

—Al estar en contacto con la luz sólida se simulan los estímulos que envían información a los sentidos y al cerebro. Son pequeñas descargas eléctricas que dan datos falsos— Parecía genuinamente emocionado de que mostraras interés en "él". Su sonrisa orgullosa no podía borrarse con nada.—. Claro que... no hay forma de dar información a los sentidos si no existen en primer lugar.—

—Entonces... —El tono melancólico con el que había terminado su explicación fue contagioso, como estar cerca de lograr algo genial para que luego una racha de mala suerte destruya todo tu avance. Una decepción deprimente.—... tú no puedes sentirme aunque te toque.— Su sonrisa se mantuvo incluso cuando asintió, pero sus cejas estaban curveadas en tristeza.

Con tan sólo ver esa expresión podías sentir unas inexplicables ganas de llorar.

—¡Pero está bien!— Dijo, interrumpiendo el ambiente lúgubre.—, con tenerte en frente soy más que feliz. No pienses mucho en eso.—

El lograr levantarte de encima suyo se sintió como una victoria, entonces te paraste frente suyo, aún inseguro de lo que estaba pasando. Si, te había explicado el cómo estaba ahí; pero aún así faltaba algo. Algo que sabías que no te diría a menos de que preguntaras directamente.

Inhalaste profundamente y no dejaste salir aquel aliento cansado hasta que te sentaste al borde de tu cama. Seven te siguió con la mirada como un gato curioso, aún sonriente por sólo ver tus expresivas reacciones.

—¿Y cómo me distingues de todas las demás personas que tienen el juego? ¿Esto fue cómo ganar un sorteo?... —

Así como lo haría un niño nervioso lo viste jugar con sus manos, su piel pálida en la zona de su rostro ganaba color. No sabías si era porque algo le avergonzara o por si al contrario algo le estaba molestando demasiado. Pensaba con detenimiento cada una de las palabras que diría, con la velocidad de un humano promedio y no con la de una máquina. Su capacidad de razonar no iba a la velocidad de un parpadeo por primera vez y eso se sentía genial.

—Puede que sea difícil de creer, pero realmente no soy único en mi tipo— Primero se enderezó en la silla con una sonrisa juguetona y presumida al mismo tiempo, y entonces se inclinó hacia en frente con sus codos apoyados en cada pierna para sostener su rostro. No entendías del todo ese gesto.—. Soy... una de las muchas copias de una consciencia artificial. Cada dispositivo tiene una memoria diferente, ¿sabes?... —Hizo una pausa, y entonces alzó la mirada, sus ojos dorados parecieron brillar de la nada, un resplandor que te decía la verdad letra por letra.—... cada Seven tiene su MC, si lo quieres poner de otro modo.—

—Oh... — La forma en la que tus cejas se alzaron hacían confuso el leer tu expresión, Seven no sabía si le estabas creyendo o si seguías tratando de convencerte que él era real. Aún así no te dio tiempo de seguir pensando pues casi de inmediato se levantó de la silla y se abalanzó para tomar tus manos, te jaló juguetonamente hasta que te pusiste de pie y entonces entrelazó sus dedos. Su sonrisa volvió a ser tan brillante como siempre. Hasta ese momento reaccionaste de nuevo por la cercanía.—, ¿¡eh?!—

—Pero no me quiero ponerme tan técnico ahora— Dijo, girando sobre sus pies y casi arrastrándote en ese torpe baile. El mundo pareció perder sentido cuando te inclinaste hacia atrás, quedando a centímetros de conocer el suelo de no ser porque las manos de Seven se posaron en tu cintura, también inclinado hacia ti. La típica pose de cualquier rutina de pareja.—, deja las explicaciones para después, ¡no hay que preocuparnos cuando es nuestro aniversario!—

Tu rostro se quedó en blanco, tratando de acumular la poca capacidad de concentración que tanto cansancio te permitía en ese momento.

—¿Ahora de qué hablas?... — Sus lentes cayeron por el puente de su nariz cuando dio un salto de la impresión, golpeando tu rostro, te quejaste en el instante y entonces cayeron al suelo.

No era la suficiente altura como para que se rompieran, tal vez por eso lo viste cambiar despreocupadamente a una expresión que aparentaba mostrar lo ofendido que estaba mientras te ayudaba a enderezar.

—Realmente lo olvidaste, ¡y pensar que estuve esperando este día para hacerlo especial!— Ahora su mano estaba en su frente, levantando apenas el cabello que le cubría parte de sus cejas, sus ojos cerrados y el tono de voz fingido no te dieron ninguna pista.—. Qué decepción tener que decírtelo, esperaba que estuvieras tan emocionado como yo.—

—No me pidas mucho ahora— Le dijiste, tallando por encima de tus párpados y soportando un bostezo.—. En todo caso, lo siento, supongo. No soy bueno con las fechas.—

—Eso lo sé.—

—¿Qué?—

—¡Lo que te decía, es nuestro aniversario!— El cambio de tema poco sutil te hizo suspirar.—. Hoy, hace dos años, querido (T/N), iniciaste por primera vez la ruta de un encantador servidor— Una pierna enfrente de la otra, una de sus manos se extiende en su pecho y entonces vuelve a inclinarse levemente hacia adelante, de la manera más presumida posible.—. Sacar el Final Bueno en el primer intento fue un buen regalo de bodas, ¡ja ja!—

Tu risa nerviosa no fue para nada disimulada.

No serías quien rompiera su ilusión al explicarle que habías usado una guía la primera vez. Mejor omitir eso y dejarlo emocionarse.

Pero espera, ¿"-de bodas"?

Eso si había sido rápido.

Realmente no tenías un personaje favorito de forma exagerada, pero sin duda no tenías quejas de que fuese él quien te visitara, ignorando el extraño suceso y el método sin duda el pequeño rayo cálido que brindaba la compañía era suficiente para ti. Incluso si es un sueño, incluso si es una alucinación por el cansancio, incluso si era real. Se sentía como si todo ese tiempo invertido en el juego hubiese valido realmente la pena.

Y aquella sonrisa te agradecía una y otra vez el haber re jugado, el haberle sonreído a la pantalla y el haber disfrutado de la historia. El hacerte tan cercano a ellos aún estando limitado por los diálogos y las respuestas predeterminadas. El haber creado un lazo real.

Se sentía como si ya estuvieran en una relación larga y duradera.

Pero aún había un duda que te picaba la consciencia, el sentimiento asfixiante de percatarse cuando estás siendo juzgado. Algo dentro de ti te impedía aceptar sus palabras cursis y rebosantes de afecto porque percibías esa pizca inexistente de rechazo.

Un chico jugando un otome donde explícitamente se refieren a ti como mujer. Ni siquiera era un juego donde se usaran pronombres neutros, simplemente extraño; y sabías como reaccionarían si le contaras a alguien de tu afición. La incomodidad te hizo temblar de sólo imaginarlo, tendrían toda la razón de llamarte de todas esas formas tan hirientes.

¿Se habrá decepcionado al verte?

O tal vez no esté desilusionado pero él está hecho para amar a quien quiera que use la aplicación, ¿cierto?

No hay nada de especial en esas palabras entonces.

Oye, (T/N)— Escuchar tu nombre dicho por alguien más es lo suficientemente extraño como para traerte de vuelta. Frente a ti está su mano sacudiéndose a la altura de tus ojos.—, ¿estás bien? Te desconectaste un buen rato.—

Al parpadear en ráfaga es como te pones de pies en la tierra de nuevo, y sin querer debes apoyarte en sus hombros para no balancearte hasta caer.

—Si, estoy... bien— Dices, inseguro de tus palabras.—. Perdón, es que no he dormido mucho últimamente.—

Seven suspiró.

—Era de esperarse— No pones resistencia cuando te guía de nuevo al borde de la cama, con algo de dificultad debido a tus pasos torpes y poco coordinados. Dejas salir un bostezo que te hizo doler la mandíbula cuando vuelves a sentarte sobre la mullida superficie.—. Que alguien responda todos los chats de las tres de la mañana no puede significar nada bueno.—

—¿Qué haces?—

—¿Uhm? ¿No vas a dormir?— Se cruzó de brazos con la curiosidad haciéndole reaccionar a lo que le decías.—, como no dejabas de bostezar y de estirarte mientras intentaba salir pensé que te preparabas para ir a la cama.—

—Estaba trabajando— Seven miró el reloj en su teléfono, sabía un poco de tus horarios y tu ciclo de sueño, pero no imaginaba que fuese algo tan extremista.—, y entonces todo se volvió loco y... —Un bostezo.—... saliste de... uh... la pantalla, si... —

Ahora ni siquiera podías mantener los ojos abiertos para cuando empezó a acariciar tu cabello luego de sentarse a tu lado, ¿cuándo había sido la última vez que alguien te había tocado en general? Ni siquiera un apretón de manos, mucho menos podías esperar un abrazo, aquel día fue una gran descarga de afecto que apenas pudiste soportar de no ser por la somnolencia.

—Vamos, descansa un poco. Confía en mi— Aún en medio de tu pereza logras mirarlo fijamente con una expresión que gritaba toda tu poca fé en él. Ya podías verte despertando sólo para caer directamente a una de sus bromas.—, ¡oye, no me mires así! ¡Literalmente no puedo salir de aquí, debo estar cerca de la computadora o mi forma podría colapsar! —Apuntó con una energía envidiable hacia la máquina que ahora permanecía en la pantalla bloqueada.—Este sistema puede ser muy eficiente, pero también tiene una estabilidad realmente frágil.—

Suspiraste.

—Sólo... — Al apartarte un poco para recostarte y finalmente puedes darte el lujo de tensar tus músculos para luego relajarlos.—... no fisgonees en mi computadora.— Percibes como el borde de la cama deja de estar hundido cuando el pelirrojo se levanta. Escuchas apenas el sonido de sus pasos alejándose y entonces la luz que aún se veía a través de tus párpados desaparece, a lo mucho dejando a la vista el brillo de la pantalla alumbrando la habitación, pero esta vez en un aura menos deprimente. Luego de aquel cambio de iluminación el borde de la cama vuelve a hundirse, ahora de manera distinta pues Seven se había sentado a tu lado, con su espalda recargada en el respaldo y una de sus piernas sobre el colchón.

Abriste los ojos una última vez para encontrarlo, desde tu lugar puedes ver como la luz de lo que aprecia ser su celular se reflejaba en sus anteojos, apenas dejando ver su expresión seria.

Sin pensarlo mucho alzas tu brazo lentamente hasta alcanzar a rozar su mejilla, Seven no se percata de esto por el tacto si no por su vista periférica. El vacío de la nada le hizo doler el pecho de alguna forma al no sentirte cerca.

Bajó su mirada y te dedicó una sonrisa triste.

—Habrás desaparecido para cuando despierte, ¿cierto?— Susurras, con un aire decepcionado.

—En serio me lástima que sigas creyendo que no estoy aquí en realidad... — En medio de la oscuridad sientes cómo toma tu mano y la artificial sensación de su mejilla frotándose contra esta te da una inexplicable paz.—. Estaré aquí, lo prometo.—

Luego de dejarte ir puedes sentir su mano cayendo en tu frente suavemente, apartando el cabello que estorbaba a tus ojos. Entonces te das los ánimos necesarios para soltar la pregunta que tanto habías querido hacer.

—¿Te decepciona que haya sido un chico el que jugaba?... —

Las caricias de Saeyong se detienen de golpe.

"Lo sabía desde el principio."

Pensó, pero por alguna razón no sintió correcto el decirlo. Tal vez porque eso no respondería tu pregunta en realidad.

—Claro que no— Dice, directo y seguro de sus palabras.—. Me habría enamorado de ti sin importar cómo fueras.—

Se había dejado llevar por el momento de ver cómo su plan funcionaba a la perfección, de otro modo lo primero que habría dicho luego de verte habría sido un largo silencio para apreciar tu rostro. Finalmente teniéndote cara a cara.

Había escuchado tu risa por los momentos cómicos en la historia, había escuchado como te quejabas en los momentos de tensión, había escuchado como festejabas al ver los Visual Novel que marcaban el final que habías buscado por tantos días.

Había tarareado junto contigo la canción del menú principal tantas veces que se volvió un hábito. Algo que esperaba cada día sin falta.

Sin importar cuantos reinicios hicieras, él siempre estaría al pendiente de ti.

El conocerte cara a cara solamente le hizo caer aún más. Y no había nada en el mundo que pudiese hacerlo cambiar de parecer.

Toda esa historia sonaba como una buena trama para una película.

Entonces sonreíste, más dormido que despierto en ese momento.

—Ya veo... — Susurraste.—. Gracias, Saeyong... —

Y finalmente te dejas guiar por la tranquilidad en el ambiente hasta ceder a la necesidad básica de reponer energías.

El silencio reinó.

El ánimo de Seven cayó en picada al pensar que algún día tendrías una pareja real. En el día en el que te deshicieras del juego al ya no brindarte confort ni emoción alguna como la primera vez que lo jugaste.

Y en todo caso estaría feliz por ti, porque ya no lo necesitarías, porque podrías salir adelante. Pues sabe mejor que nadie que para eso fue hecho, que para eso está condenado a amar a quienes nunca podrá tener a su lado.

Y estaría satisfecho de al menos haberte brindado felicidad al hacer funcionar la aplicación que tanto te acompañó. Estaría orgulloso de saber que ya no lo necesitabas para saciar la falta de afecto.

Estaba bien si lo olvidabas.

Pero aún así no podía evitar sentir la más grande de las melancolías por nunca poder alcanzarte. Ni siquiera en esa visita improvisada, él no estaba ahí, e incluso si te convencía de estarlo, no había forma de que la sensación de compañía fuese mutua.

Nunca sentiría la calidez de tu piel sin importar cuánto se aferrara a ti, nunca sentiría tus manos sosteniendo su rostro sin importar cuánto curiosearas sus facciones hechas para ser perfectas. Era un sentimiento desgarrador, algo que no debería ser capaz de sentir en primer lugar.

Y, sin embargo, lo hacía. Sentía cosas que no debía, y cada día se cuestionaba qué tan genial era tener raciocinio y mente propia.

Seguramente también ya lo habías pensado, probablemente ya había pasado por tu cabeza el hecho de que él y todos los demás fueron creados para querer a quien sea que juegue la historia, y lo que más odiaría es que sintieras que era afecto vacío. Pero no era tan sencillo, y aún así no había forma de explicarlo realmente.

Todos simplemente sentían cosas que no deberían, porque ellos no eran más que fallas en un sistema perfecto. Unas que nunca serían reparadas.

¿Qué tan cruel era eso? Se cuestionó inclinándose lentamente sobre tu rostro, admirando de cerca las ojeras bajo tus ojos y la forma en la que tus rasgos permanecían relajados. No sentirías su aliento rozar tu rostro, él no tenía algo como la necesidad de respirar, él no era real y el que estuviera ahí no era normal. Mientras más se acercaba más se daba cuenta de lo doloroso que estaba siendo aquella sorpresa.

Al estar lo suficientemente cerca pudo dejar un beso en tu mejilla y de nuevo no sintió nada, ni siquiera sus labios moldeándose contra tu piel, ni siquiera un mínimo roce. E incluso intentar imaginar cómo sería no era útil, pues nunca en su extraña vida había sentido algo realmente.

Sólo la carencia de un todo, el vacío que no es ni frío ni caliente, una nada absoluta.

Y a pesar de todo eso no hay forma de quitarle su sonrisa de enamorado sin remedio. La misma que pone cada vez que voltea a verte de reojo sólo para quedar completamente hipnotizado.

Suspiró una última vez antes de apagar su celular y recostarse completamente a tu lado.

Le gustaría quedarse así para siempre.

[...]

Tu mirada expresaba la poca paciencia que te quedaba, abriste los ojos de repente y Seven saltó en su lugar al ser descubierto tan de golpe.

—Si querías despertarme bastaba con haberme llamado.— Sus manos dejaron tu rostro y entonces pudiste enderezarte hasta quedar sentado sobre la cama. Perezosamente alzaste los brazos hasta que la tensión fue suficiente como para hacerte quejar por el dolor, uno placentero que recorrió toda tu espina dejando una ráfaga de cosquilleos relajantes. Te sentías medianamente renovado.

—No te esfuerces, dormir un par de horas no va a saciar días de descuidar tu salud.— El pequeño tropiezo que das al ponerte de pie por alguna razón hizo saltar sus nervios.

—Estoy bien, santo cielo— Por obvias razones que no hay que señalar se podía ver que mentías.—. Ya tenía suficiente con todas esas preguntas sobre si ya comí, ¡casi era acoso!—

Y, sin saberlo, habías hecho una declaración de guerra.

—¿Entonces de verdad te saltas comidas?—

Casi podías escuchar la música de un Jefe Final de fondo.

—¿Vivir poco y morir joven te suena de algo?— El pelirrojo soltó el jadeo más escandaloso que alguna vez hubieras escuchado, completamente ofendido, y su molestia sólo aumentó cuando vio tu sonrisa cansada pero burlona adornando tu rostro exhausto.

—¿Sabes la diferencia entre una creación inmortal y un cuerpo real? No quieras hacerte el listo ahora— Siguió con sus quejas y regaños hasta que saliste de la habitación, dejando la puerta completamente abierta para que pudiese asomarse por el marco de esta.—. Estoy obligado a decir eso, ¡y lo sabes!— Exclamó aferrándose a la madera hasta que pudo dejar medio cuerpo afuera del cuarto, nunca alejándose del frente de la computadora. Mientras tanto, tú recorriste el corto pasillo para llegar al aún más pequeño baño de tu hogar.

Miraste sobre tu hombro y entonces te diste media vuelta para encararlo, con las manos en la cintura y una expresión divertida.

—¡Sólo bromeó! Pensé que el rey de las bromas podría entenderlo— Un paso en reversa para acercarte un poco más a la puerta del baño.—. Estaré bien, te acostumbras luego de desvelarte tan seguido.—

Algo que tanto Seven como tú tendrían en común es que ninguno puede mantener sus hogares en orden. Y por lo mismo la caja llena de cosas inútiles a medio pasillo cobró su venganza luego de meses de abandono al hacerte tropezar de espaldas.

La carcajada impulsiva que soltó el chico virtual fue amortiguada por sus manos al cubrir su boca en una reacción casi perfecta, dejando ver que su naturaleza burlona seguía bajo toda esa preocupación exagerada. Sonreíste a la par, su risa era contagiosa.

—Niégalo todo lo que quieras, ¡pero acabas de caer por mi!— Lo ves limpiar indicios de lágrimas falsas de sus ojos antes de dar un paso hacia ti, quien tenía problemas para enderezarse gracias a una vieja cuerda para saltar que atrapó tu pie.—. Tienes suerte que tu ángel Luciel está aquí para protegerte-

Su oración se vio cortada abruptamente cuando su voz sufrió una especie de estática. Un error que pasó a ser visual cuando sus manos comenzaron a hacerse borrosas por salir del perímetro al que podía soportar sin fallar. Como el glitch de un videojuego, como una película con el disco rayado, fragmentos de colores aleatorios le rodearon, quebrando su silueta una fracción de segundo. Si tuviera que describirlo diría que se sintió como perder el aire de repente, igual a estar cayendo desde el punto más alto de una montaña rusa.

—...—

Ambos se quedaron congelados, viendo cómo le era incapaz de tan siquiera acercarse para recortar los dos metros de distancia que les separaban. Fue un cruel recordatorio de la situación y de cómo se había llegado a ese escenario que se lucía como cotidiano; y por lo mismo ambos permanecieron en silencio, mirándose a los ojos fijamente como si se tratase de una competencia.

Esperando a que alguno dijese algo, paralizados con esas muecas de incertidumbre y tristeza en sus rostros.

Sus realidades siempre estarían separadas por ese abismo que se parece al mar, el que ahora es simulado por el espacio en el pasillo, una distancia confusa que te hace cuestionar tu percepción del alrededor. Incluso como el vacío frío y oscuro del espacio, un punto muerto en el tiempo.

—Yo... espero aquí.— Apuntó dentro de la habitación, apenas tuviste ánimos como para asentir a sus palabras. Verlo desvanecerse a través de la puerta fue más doloroso de lo que esperabas, se sintió desalentador y de la nada quisiste recostarte en el piso para no volver a entrar ahí.

Sin querer recordaste el motivo por el que siempre estás encerrado.

[...]

—¿Sabes de qué está hecha la casa de un diseñador?— Antes de que tan siquiera pudieras recriminarle el haber husmeado en tu trabajo su sonrisa se ensanchó más, listo para el remate.—. De Adobe.—

La expresión seria en tu rostro no duró mucho, comenzó con una mueca graciosa que se volvió una sonrisa, para al final ser una leve risa entre dientes.

—Está bien, estuvo bueno— Niegas resignado luego de acomodar tu brazo por debajo de tu cabeza para que hiciera de almohada. Seven se negaba a regresar la única que tenías y se abrazaba a ella como un niño a su juguete preferido.—. Ah... recordé algo que quería preguntarte.—

—¿Mi número de serie?—

—Uh... ¿no?—

—Qué alivio, porque en realidad no me lo sé.—

Tomaste un segundo para ordenar la pregunta correctamente y finalmente lo volviste a mirar directamente a sus ojos, dorados y brillantes como presumía siempre.

—¿Los demás también son conscientes como tú? ¿Piensan y reaccionan por su cuenta?— En ese instante te arrepiente cuando su entrecejo se frunció en incomodidad, cerrando sus brazos aún más alrededor de la almohada.

—Lo hacen, si, uhm... — Suspiró.—. Pero no saben la verdad, piensan dentro de la simulación, dentro de la historia y de sus escenarios. Son como imitaciones de un mundo real, una rutina que ellos olvidan y repiten cada vez qué haces una ruta distinta.—

—Lo siento... —

—¿Por qué? ¿Por querernos tanto?— Su sonrisa ladeada rebosa tristeza.—. También son copias de más mentes artificiales, más sistemáticas, no dicen cosas que no estén en los diálogos originales. Pero sé que genuinamente sienten la historia así como tú vives tu vida diaria... —

—Sería genial poder conocerlos en verdad.—

Pensaron en una verdadera reunión, con toda la RFA en una fiesta real, con los invitados tan extravagantes que con tanto esfuerzo convences de asistir. Ambos molestando a Yoosung, riendo ante las discusiones entre Jumin y Zen, e incluso podías anhelar escuchar la tranquila voz de Jaehee ganando brillo al sacar a flote su fanatismo.

Pero esa realidad perfecta era entonces un deseo codicioso e imposible.

Todos seguramente te amarían— Y en medio de su melancolía y fantasías pudo formar una expresión relajada, una bromista.—. Aunque que digas esas cosas con tanta calma hace que la infidelidad duela más.—

Reíste sarcásticamente.

—No sé qué ideas tengas, pero desde que llegaste has estado actuando como si fueses mi favorito.— Seven se burló en tu cara.

—¡Oh, vamos! ¡Es obvio que soy tu favorito!— Se enderezó apenas sobre la cama con ayuda de sus codos, te miró desde esa pequeña altura con una expresión de soberbia pura.—. Has hecho mi ruta más que la de ningún otro desde que la desbloqueaste; y no digas que era por los relojes porque en todo caso harías la de Zen, ¡todos saben eso!— Dijo, como sentencia final, convencido de sus pruebas.—. Admítelo, ¡soy el hombre de tus sueños!—

—No estás ni siquiera en el top tres.—

—¡Eres malo mintiendo!— Su risa es como la de una chica de secundaria tratando contando un rumor vergonzoso, tan jovial y limpia que hasta sientes necesidad de ceder.—. Si lo admites, el benévolo dios Seven Zero Seven te concederá lo que siempre habías deseado.—

—¿Morir joven?— Preguntas, fingiendo una esperanzadora sorpresa y en menos del tiempo necesario que se usa para dar un parpadeo su sonrisa se borró, sus cejas se fruncieron en una seriedad poco convincente.

—Otra broma así y llenaré tu correo con spam de frases motivadoras— Dijo, apuntándote con ese tono típico de una advertencia.—. Y no, me refería a concederte el placer de cumplir lo que era imposible, ¡besar al hombre de tus sueños!— Apuntó a sus labios y entonces su mano hizo una seña típica de una Magical Girl para al final guiñar a tu dirección.

Y de nuevo te bloqueaste.

—... Sigo prefiriendo morir joven.—

—¡Dudaste!—

—Imaginas cosas, ¿se te acabó la batería o algo así?—

Intentar escapar de aquella bochornosa situación te lleva a darle la espalda cuando giraste sobre ti mismo. Encaraste la pared, casi queriendo desaparecer. Claro, él no tenía nada qué perder hablando así, pero esa desconsideración por tu perspectiva era algo molesta, te sentías avergonzado e irritado en partes iguales.

—¡Vamos!— Sacudió tu hombro con entusiasmo, casi como un berrinche, pero no le diste el placer de convencerte tan fácilmente como antes.—, ¿en serio rechazarás la oportunidad de tu vida?— No respondiste y Seven entendió algo que no habías dicho en voz alta, lo siguiente que escuchaste fue otro suspiro, uno cansado.—. (T/N)...

—...—

Sé que es lo que menos esperas escuchar de mi, pero... hablando en serio, la verdad es que es un sueño mío, ¿sabes?— Su mano se aparta de tu hombro y aunque no puedes verlo el pelirrojo se gira para encarar el techo.—. No sé si estás esperando ansioso que me vaya, pero será pronto... Una cosa de unas horas o minutos, como es inestable no puedo asegurarlo esta vez.—

Aún en silencio te concentraste en su voz, y en el extraño tono digital que adoptó una fracción de segundo. Se sentía como algo a punto de estallar.

—No sentiré nada, si, pero así son los sueños, ¿no? Nada tiene sentido y tus sentidos no funcionan como deberían. En todo caso, esto sería un sueño lúcido, ja... — Hizo una pausa que sólo sirvió para que notaras como tu corazón iba tan rápido que casi se salía de tu pecho.—. Perdón por pedirte algo tan raro. Debía intentarlo.— Un par de carcajadas que se burlaban de sí mismo, una risa seca y fingida. Una que te hizo doler. Claro que la posibilidad de que estuviese provocándote era tentadora, pero no había malicia en aquella voz.

Pero no estabas seguro, después de todo no se trataba de un humano. Una inteligencia artificial sabría cómo resolver cualquier escenario problemático, ¿cierto? Esa es la diferencia entre ustedes, esa incertidumbre constante.

¿Qué sería lo correcto?

No. Más bien...

¿Qué es lo que querías hacer?

Gruñes contra las sabanas rápidamente antes de dejar de ocultarte. Enderezarte tan rápido logra marearte de manera leve y tienes que esperar unos segundos para que tus ojos se enfoquen a su rostro sorprendido.

Fue inesperado, esa mirada determinada y a su vez culpable, esperaba que lo golpearas en el rostro para desquitarte pero en su lugar tu índice y tu pulgar de la mano derecha presionaron sus mejillas. Entonces soltaste una risa malvada y fingida.

—Ciertamente no debía esperar que jugaras limpio. Eres muy bueno en todo, pero eso no te quita lo idiota.—

—¿Entonces eso es un "si"?—

Su sonrisa es tan encantadora como molesta.

A pesar de tener sus mejillas estorbando su voz sale tan limpia como siempre, probando que su voz no era algo que saliese de dentro de su garganta, sino cómo una grabación hecha desde antes que se reproducía cuando era necesario.

—Ugh... —

Te das apoyo con tu brazo libre y al mismo tiempo acercas a tu dirección el rostro enrojecido de Seven, sólo para dejar sobre su nariz un beso tan rápido que apenas ocurrió.

Al apartarte puedes ver cómo parpadea en ráfaga, en un estado hipnotizado y sorprendido.

—¿Qué? ¿Esperabas una gran escena romántica?— Molestas un poco, sólo para ser respondido con Seven negando lentamente, aún con la mirada ida.

Una de sus manos alcanza su propio rostro hasta que sus dedos rozan el punto exacto donde lo habías besado. El sonrojo que ganó al cabo de unos segundos de reflexión casi hizo competencia a su característico color de cabello y entonces su enorme sonrisa pareció iluminar la habitación.

De su sitio de por sí extremadamente cerca de ti logra abalanzarse por la emoción. En ese instante fuiste la definición de pánico, tratando de pedirle explicaciones y al mismo tiempo queriendo reclamar por que se apartara.

La posición es incómoda, o al menos así lo parece, no sabes decir con certeza cuando en primer lugar él no podría responder a algo como una extremidad entumecida. Su mano izquierda presionada contra la pared casi tratando de que no se mueva de su sitio, su brazo derecho como punto de apoyo principal y su rostro tan cerca que si sus lentes cayeran de nuevo sobre tu rostro no dolería para nada.

—¡Lo sentí! ¡Fue cómo un... un... !—

—¿Sentiste? Si es otros de tus trucos te prometo que desconectaré la computadora... —

—¡No, no, no! ¡Espera, te lo juro! ¡Hablo en serio!— Una ligera descarga eléctrica, más bien como un bajón de energía, un hormigueo que recorrió todo su inexistente ser, una sensación que persistió segundos que atesoró como nunca. Tacto, una reacción, la primera que había experimentado en toda su existencia.

¿Eso había sido un escalofrío? No estaba seguro, pero había sido extraño.

—Sería tan conveniente para ti que lo de sentir sólo funcione cuando soy yo quién "toma la iniciativa".— Seven acomodó su extraña postura hasta adoptar una más natural, aún sin dejarte ir. Se encogió de hombros y con un aire algo presumido volvió a sonreír.

—Yo opino que es el destino tratando de decirte algo.—

—Que descargue una aplicación de citas, tal vez.—

—¡Oye!—

En medio de la nueva discusión sin sentido una tercera voz apareció, o más bien, la notificación de cierta aplicación hecha con una línea de voz.

Ambos reconocieron el elegante y formal tono de Jaehee y su diálogo anunciando la apertura de un nuevo chat, la pantalla de tu celular se encendió unos segundos y sentiste la vibración de este a través de la sábana.

En un intento de alcanzarlo tu mano es detenida y entonces toma tu teléfono hasta dejarlo lentamente en el suelo luego de asomarse por el borde de la cama. Lejos de tu alcance.

Bufas, burlándote un poco de sus métodos.

—Pensé que el de los celos era Yoosung.— Susurras, ganando su atención al mismo tiempo que sus ojos vuelven a ti.

—Acabamos de descubrir algo genial y simplemente actúas cómo si no fuese la gran cosa.—

—Ya te tengo en frente, ¿cómo se supone que algo lo supere?—

—Tal vez con una prueba extra para estar seguros.—

—No vas a callarte con eso hasta que acepte, ¿cierto?—

Cuando lo viste negar de forma infantil no pudiste evitar arrepentirte de un par de decisiones de vida, nada del otro mundo, sólo las que te habían llevado a ser alguien tan cerrado con el afecto.

No iba sería tu primer beso, pero seguía sintiéndose extraño. Cómo algo vergonzoso que no puedes evitar contar porque sabes que es divertido aún si terminas humillado en el proceso. La misma combinación de no querer saber nada al respecto y al mismo tiempo mostrarlo con orgullo.

Incluso tu corazón va tan rápido que casi parece querer opinar en la decisión.

Tus labios se separaron para tartamudear una respuesta a medias, pero entonces una especie de llanto te interrumpió. No hay forma de describirlo, la única palabra que se te venía a la mente al escuchar aquel lamento reproducirse era "robótico", distorsionado, agudo.

Y sorprendentemente provenía de quién hace un segundo hablaba con total naturalidad. Se enderezó, cubrió su boca y entonces te dio la espalda, cómo reprimiendo un impulso que de todos modos no tenía forma de ser controlado.

—¿Q-Qué ocurre? ¿Estás bien?... — Apenas y puede negar, el chirrido que parece venir de todas direcciones cambia de distorsión, queriendo comunicarse sin éxito.

—N-No lo-lo se-sen-entí, n-no fue-e... ¡se-senti-ti-tidos!—

Un recuerdo de la infancia, un disco rayado que se esforzaba por reproducirse, colores irregulares destruyendo la grabación, una realidad modificada por el caos del descuido y el maltrato.

Era esa misma impotencia por no poder hacer nada más que esperar a que se arreglase por sí mismo el problema.

Era como si intensase mantenerse unido, en todos los aspectos posibles en los que se podría percibir a alguien quebrándose por el peso del mundo cayéndole encima.

Cuando todo pareció volver a una extraña calma finalmente se endereza, estiró tanto el cuello y la espalda que esperabas escuchar sus huesos tronar por el cansancio, pero no pasó nada de eso, ni siquiera una simulación aterradoramente exacta de aquel sonido característico.

De vez en cuando la realidad que le rodeaba parecía fracturarse en glitches visuales, colores llamativos que iban y venían y alteraban aquella imagen casi perfecta que era su apariencia artificial.

Algo que simula la realidad.

Un valle inquietante.

—Lo... siento... — Incluso en cada palabra parecía tener que perfeccionar la pronunciación y el volumen, hablaba lento, con miedo a que su voz se quebrase nuevamente. Apenas puedes distinguir su expresión angustiada, lo bien que reflejaba aquella emoción.—. Qué inesperado, ¿por qué... ?— Divagó para sí mismo, susurrando apenas unos segundos antes de que impulsivamente esquivara lo que sea que habías arrojado hacia su dirección.

Estuvo por reclamar hasta que volteó a verte. Cubriendo tus ojos y casi temblando, una mezcla de terror y molestia que te hacía cerrar tu mandíbula con tal fuerza que resultaba doloroso.

—¿Cómo te atreves?— Gruñes.—, ¿te divierte asustar a los demás de ese modo? ¿O me estabas restregando en la cara que estuve a punto de caer por alguien que ni siquiera existe?—

—¿Qué?... —

—De verdad me preocupé por ti, dios... — Ríes secamente, aún sin dejar a la vista tus ojos.—. Igual a cuando me preocupé por ti en la historia, de verdad perdí el sueño por algo así. Incluso sabiendo que no sientes nada, dudé en lanzarte esa almohada, ¿cómo te atreves?—

—(T/N)... —

Te sientas al borde de la cama y con una rápido impulso logras ponerte de pie, con la mirada baja pero estando frente a Seven, y entonces dejas caer tu frente en su hombro, sin importar que aquel ruido blanco que su cuerpo soltaba te taladrase los oídos.

Regrésamelas— Dices.—, todas las horas que pasé preocupándome por ti, todo ese tiempo que pasé sintiendo arrepentimiento real al ser grosero con alguno de ustedes. Regrésamelo, t-tal vez así... — Tomas aire, aceptando sus brazos rodeándote en un abrazo y dejándote llevar por la calidez artificial.—... tal vez así no me duela tanto saber que sufres todo el tiempo... —

Escuchaste una risa seca seguida de una torpe disculpa. Una que no estaba segura de lo que se disculpaba en primer lugar.

—Creo que lo entiendo.—

—¿Qué cosa?—

—No podemos evitar preocuparnos, incluso sabiendo que las cosas mínimas no afectarán al otro— Saeyong finalmente se separa primero, con sus manos en tus hombros no sin antes remover sus anteojos. El borde de sus ojos había ganado un tono rojizo de cansancio, la explosión prolongada a la luz de una pantalla, dando la imagen de una mirada que se cansaba fácilmente.—. Mira, yo... lo que ocurrió fue la inestabilidad de la que te hablé, y que haya sido algo tan violento no puede significar nada bueno.—

Es la realidad negando su existencia, rechazando la presencia artificial que trataba inútilmente adherirse a la dimensión que no era la suya.

—Eso significa que... —

—Debo irme.—

Tu expresión le dolió más que cualquier cosa que pudiese imaginar. Una falla fugaz que le hacía retorcer de dolor, o al menos así sería si tan siquiera tuviese algo como nervios.

—...—

—No quiero que ocurra una sobrecarga por mi culpa, ese tipo de accidentes son fáciles de rastrear por lo que te culparían rápidamente. No quiero que algo así ocurra.—

—Entiendo.—

Su mano fría y pálida alcanzó tu rostro hasta subir a la altura de tu frente. Removió el cabello que cubría parte de tus cejas y lo sentiste enredar suavemente sus dedos en tu cabellera, en ese punto se detuvo. Sólo unos segundos que utilizó para apreciar tus facciones, lo rasgos más mínimos que deseaba poder mirar frente a frente todos los días. Siguió con el recorrido y su mano llegó a tu nuca.

Ambos rieron levemente, temerosos de que un paso en falso rompiese la atmósfera de paz que habían logrado.

—Sé que te dije que mis sentimientos son genuinos, pero nunca busqué ser correspondido— Susurró.—. El hecho de que no pueda tener una relación normal no significa que tú debas ser igual, ¿entiendes? ¡Debes encontrar a la persona indicada, (T/N)! Si cambias algunos hábitos estarás mucho mejor, ¡eso es lo único que te pido! Tienes que ser feliz, y si en el proceso te olvidas de mi, de nosotros, ¡está bien! Nosotros seguiremos aquí. Esperando para cuando quieras volver, sin importar que sea por un mes, una semana o un día. Así que... por favor.—

"Valora tus sentimientos y motívate para seguir adelante. Ya que soy tu fan número uno no puedo evitar esperar grandes cosas de ti."

Aquel sonido de estática aumentó, el audio de un disco rayado se escuchaba a la lejanía. Sus líneas de voz se reproducían una y otra vez por minuto en un bucle infinito. Todo ese caos sólo para que sus manos volviese a atrapar tu rostro, esta vez te quemaba la piel, la misma sensación de tomar con las manos una bombilla encendida.

Pero lo soportaste, porque el bochorno en tu rostro era más fuerte que cualquier réplica de calor.

—¿Cómo esperas a qué pueda olvidar esto? Tampoco deberías menospreciarte... —

Su sonrisa era triste pero el indicio de lágrimas permanecía en su sitio, ninguna se deslizó por sus mejillas al ser sólo una imagen de su sprite. Sobre pusiste tus manos sobre las suyas, quemando tus yemas en el proceso pero aceptando el gesto.

Las cosas se habían invertido, pues ahora era Seven quien no podía creer que te tenía enfrente. Sus ojos paseándose por tus rostro eran la única prueba que necesitabas.

Lo último que sentiste fueron sus labios en tu frente, dejando un cosquilleo cómo única muestra de que estuvieron ahí.

Cerraste los ojos para evitar ver el momento exacto.

Entonces tus manos presionaron tus mejillas simultáneamente, perdiendo lo que hace un segundo estaban sosteniendo.

Abriste los ojos de nuevo y Saeyong ya no estaba ahí.

El silencio te partió el corazón.

Antes de comenzar a consolarte a ti mismo propusiste un pequeño cambio en tu habitación.

Con pasos perezosos te acercaste a la pared para apagar la luz, luego te acercaste a la ventana. Tomaste aire, te mentalizaste un poco y entonces abriste la gruesa cortina que por meses había prohibido la entrada de luz natural a aquel cuarto lúgubre.

Le sonreíste al panorama de edificios y autos que se extendía hasta más allá del horizonte. Sintiendo cómo tu vista se acostumbraba lentamente a la exposición exagerada de luz común, un sentimiento esperanzador te llenó el pecho para cuando lograste suspirar satisfecho.

Tenías una promesa qué cumplir.



























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Ahora quiero usar este concepto pero con DDLC o Blood Soup, ohno-

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