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🔥Kyojuro Rengoku🔥

🚫⚠️ADVERTENCIA⚠️🚫
Esta historia podría contener vistazos al manga. Leer bajo su propio riesgo.

Short story

"Para siempre"
2/3

Las tragedias volvieron a formar parte de su vida, sin poder hacer nada, seis meses luego de haber llegado a la finca mariposa, Kanae Kocho murió.
Fue más difícil de lo que hubiera imaginado. Ella era mayor que Shinobu por dos años, sin embargo, era la pequeña quien debía suceder la finca mariposa.
Por algunas semanas, Shizu no quiso comer mucho ni salía de su habitación. Todos estaban preocupados, pero sabían el golpe que era para ella la repentina muerte de su amada como una hermana mayor, hasta Shinobu, en su profundo odio, podía comprender lo difícil que era para ella todo lo que había sucedido.
Nadie se sorprendía de oírla caminar por los pasillos en la noche. Como un alma en pena, cuando todos iban a dormir ella salía a cuidarlos. Pasaba por toda y cada una de las habitaciones, arropaba y velaba a todos por tener un buen sueño. Se quedaba un rato más en la habitación de Shinobu, la menor solía tener pesadillas y ella la calmaba antes de retirarse.
Nadie se podía quejar. Las labores que dejaban para el día siguiente por cansacio, ella las terminaba en una noche sin hacer el más minimo ruido, los pacientes que requerían un cambio de vendas a mitad de la noche siempre mandaban de vuelta a sus designadas a dormir ya que Shizu lo había hecho.
Cuando el sol salía, ella volvía a su confinamiento y a su profunda tristeza.
Kyojuro se comenzó a preocupar, a cada que volvía de una misión iba a visitarla justo al día siguiente, pero todos le daban la misma respuesta: ella seguía en su habitación. En ese momento, luego de herirse y teniendo que mantener reposo en la finca mariposa, no podía dormir.
La luz de luna bañaba todo con su luz plateada y él miraba el techo en busca del sueño que no llegaba. Entonces, oyó la puerta abrirse.
Fue un sonido ligero y tuvo que darle crédito a la persona por su esfuerzo de mantener el silencio. Fue camilla por camilla, midiendo la fiebre de algunos, despertando a otros y dándoles una medicina para que pudieran continuar durmiendo, cambiando vendas rápidamente, hasta que llegó a él.
No la había reconocido hasta que la tuvo a su lado fijandose en que su suero e intravenosa no tuviera ningún problema. Y la llamó.
Sus ojos se encontraron pese a la poca iluminación, como si nunca se hubieran visto antes. Como una madre amorosa, ella acarició su mejilla con las falanges de sus dedos.

  — Hey, ¿como te sientes? Estuviste durmiendo un día entero según el reporte. — susurró para que sólo él pudiera oírla.

  — Mejor ahora que estás aquí.— susurró de igual forma, tomando la mano que ella tenía en su mejilla.
Shizu sonrió cálidamente, pero no se apartó y dejó que él la consolara en silencio, con sus manos unidas, mientras ella lo revisaba con su mano libre y le daba el visto bueno.

  — ¿Ya debes irte? — preguntó un poco desanimado.

  — Tengo que volver a mi cuarto, Kyojuro. El sol está a punto de salir y tú tienes que descansar.
Él se levantó de golpe, tomando ambas manos de la pelinegra en suplica.

  — ¡No puedes quedarte para siempre encerrada! ¡Quédate conmigo!— el sol salió en el momento exacto para iluminar el melancólico rostro volviendo a una de sus típicas expresiones, sorpresa. Kyoujuro no había pensado bien sus palabras, pero era egoísta pensar en que ella lo eligiría a él cuando cargaba con un dolor tan inmenso. Pero quería creerlo, quería creer que lo elegiría antes de seguir hundida en su tristeza.

  — Kanae-san apreciaría que siguieras siendo tú, por favor, vuelve.

"Por favor, eligeme."

Las palabras que necesitaba que alguien le dijera, salían de los labios de quién más deseaba. Las lágrimas de alivio por deshacerse de esas cadenas, cayeron por su rostro en silencio.

  — Gracias, Kyojuro.

...

En poco tiempo, Shizu se había convertido en una gran médico. Su conocimiento en medicina y en plantas medicinales había aumentado gracias al pilar del Insecto, Shinobu hasta le había encargado cuidar a los enfermos junto con Aoi y curar los heridos de menor gravedad.
Su trabajo la hacía inmensamente feliz, ayudaba a los cazadores y ellos ayudaban a la gente, la calidez en su pecho cada vez que alguien le agradecía la dejaba sonriendo por un largo tiempo, tarareando mientras curaba a otros y contagiando esa buena energía que desprendía.
Los pacientes iban y venían y ella se paseaba por todas las habitaciones inspeccionando a los dormidos y hablando un poco con quienes habían despertado, manteniendo el hábito de revisar a todos, aunque ahora en el día.
Todos los pacientes iban y venían, pero Kyoujuro ya era otro tema. Cada día sin falta estaba con un corte nuevo que le pedía que vendara y siempre tenía esa hermosa sonrisa en su rostro. Eso no era nada bueno para el corazón de Shizu. Juraría que la mezcla de calidez, paz y nerviosismo que el reciente pilar provocaba en su pecho podría matarla en algún momento.
Ella no podía negar que amaba sus visitas diarias, creía que Kyoujuro simplemente la estaba cuidando, cumpliendo su promesa. Desconocía por completo el hecho de que el hombre joven buscaba cualquier excusa para terminar en bajo su cuidado.

En esa ocasión, Kyoujuro no la había visitado durante algunos días y cuando ella fue corriendo para encontrarlo después de que Aoi le informara que estaba herido, él tenía a lo largo de su abdomen unos cortes más graves y profundos, Shizu se llenó de horror. Desinfectó, cosió y vendó los profundos cortes en su abdomen bajo su atenta mirada y el pilar no hacía ni una sola mueca de dolor.
Kyoujuro no despegaba sus ojos de la mujer frente a ellos, ella tenía una expresión rara y no una de concentración como siempre tenía cuando él la espiaba curando a otras personas. Se preguntó si acaso no le gustaba tenerlo cerca, si sus visitas diarias la habían molestado, si su cercanía le traía recuerdos de cuando la había salvado de aquel demonio y su corazón se sintió triste.

  — Shizu-chan, yo...— la llamó abatido, ella levantó su mirada carmín y se sorprendió al ver sus ojos empañados en lágrimas.— ¿Por qué lloras?

  — Si algo le sucediera a Kyoujuro... Yo... No podría soportarlo.— admitió, con la voz quebrada y limpiando con un paño húmedo la sangre seca en el rostro de su paciente, acercando sus rostros.— Por favor, Kyoujuro, te lo ruego, ten cuidado y cuida mejor de tu salud. Por favor...— susurró con voz trémula, juntando su frente con la de él con una mano en su mejilla.

En el momento en que lo vio ahí, tan herido, recordó el peligro de ese trabajo. De que en un parpadeo, todo lo que amaba allí podría desaparecer, Kyoujuro podría desaparecer y su vida se le escaparía como arena entre los dedos, tal como Kanae y su familia.
Ella continuó haciendo su trabajo, sorbiendo de vez en cuando sus mocos y mojando la ropa de hospital de Kyoujuro con sus lágrimas, nunca dejando de llorar y con los mofletes inflados por su incapacidad de detener su llanto. Su corazón, más herido que curado, pesaba.
El de orbes anaranjados sonrió avergonzado, tapando su rostro rojo, al ver sus lágrimas de preocupación su corazón ardió de amor.

Seguía sin creer que pudiera amar tanto a una mujer y le avergonzaba haber tenido el tonto impulso de besarla. Podría llegar a odiarse a sí mismo si arruinaba la linda relación que tenían, ella no sentía lo mismo por él, sino que en su cabeza, el cariño que Shizu le demostraba era por pura y honesta gratitud.
Pero, él deseaba más. El entusiasta pilar de la llama no soportaba siquiera la idea de que su amada estuviera con alguien más. Sabía perfectamente el efecto que la Tachibana causaba en otros hombres, además de él. Ella lo era todo, amable, hermosa, cálida, empática, graciosa. Y Kyoujuro deseaba ser egoísta acaparandola toda para él.

Se miraron ambos con el rostro rojo, hablando al mismo tiempo, parando y riéndose. Kyoujuro insistió en qué Shizu hablara primero. La extrovertida chica se volvió tímida, con sus mejillas tornándose de un bonito color rosado y mirando con ojos llenos de anhelo a su superior.

  — E-en una semana habrá un festival en un pueblo cercano donde asisto gente, los pueblerino me invitaron y dijeron que podía llevar a alguien conmigo. Así que... Yo... Me preguntaba si te gustaría ir... conmigo.— le planteó, temblando de nerviosismo. El pilar sonrió enormemente por su invitación.— Está bien si no puedes, lo entiendo. Em, esperaba que pudiéramos ir juntos ya que el pueblo está dentro de la zona que te corresponde y yo-

  — ¡Por supuesto!- se levantó entusiasmado de la cama, irrumpiendo y alertando a Shizu que le ordenó que se volviera a acostar de inmediato. Kyoujuro la miró con sus ojos brillantes de emoción.— ¡Terminaré de inmediato todo lo que tenga para hacer! ¡No puedo permitir que mi sol brille en un festival sin que nadie la proteja!— exclamó, soltando una carcajada, huyendo rápidamente de aquella habitación y dejando a Shizu con el corazón acelerado.

Estaba totalmente roja, él se había referido a ella con un apodo lindo. Casi chilló de la emoción, pero era consciente de que si llegaba a gritar, despertaría a los otros pacientes que aún permanecían dormidos.

Estaba un poco avergonzada, le había contado a Shinobu y Mitsuri con mucha vergüenza que se había atrevido a invitar a Kyoujuro y que este había aceptado. Más tarde en aquel día se había encontrado nuevamente al pilar de la llama y habían acordado la hora y el lugar donde se encontrarían. Las dos pilares se entusiasmaron muchísimo vistiendola con un kimono de lo más fino y recogiendo su largo cabello negro. No sólo eran las pilares quienes estaban en esa habitación, sino que Kanao y Aoi también estaban allí. Shizu estaba llena de dudas, preguntaba numerosas veces si el kimono y el peinado le quedaban lindos, ya que hasta que Shinobu no terminara su maquillaje, Mitsuri no le permitía verse en el espejo. Cuando el pilar del insecto terminó su labor, las otras tres mujeres presentes exclamaron sorprendidas.

  — ¡Shizu-chan estás hermosa!— la halagó Mitsuri, dejándola finalmente con el espejo. Ella no se reconoció, nunca había usado labial o algo mínimo de maquillaje, eran demasiado pobres como para permitirse tales cosas. Shinobu había delineado finamente sus ojos y había puesto un leve rojo en sus labios, resaltandolos un poco. No era tan llamativo, pero estaba hermosa. El kimono de un diseño otoñal, con anaranjados y marrones, resaltaban su piel y sus ojos carmines.

  — Rengoku-san seguramente te pedirá matrimonio luego de verte tan hermosa.— acotó Shinobu, teniendo como consecuencia a Shizu complemente roja.

  — ¿Ma-ma-matrimonio? No creo que eso sea posible, quiero decir, Kyoujuro de seguro se fija en mujeres más hermosas y fuertes que yo, digo, no es posible que le guste en lo absoluto. Sólo me ve como una hermana pequeña.— dijo, contradiciendo todo lo que las mujeres habían dicho.

  — ¿Qué tan mal debió de haber actuado Rengoku-san para que pienses eso?— pensaron todas. El atardecer comenzó a caer lentamente y los mujeres echaron a Shizu de la finca mariposa para que se dirigiera al lugar del encuentro.

En un pequeño puente poco transitado, Shizu esperaba por su superior siendo comida por los nervios. El día estaba hermoso y la noche lo iba a estar aún más, pero la noche había caído y Kyoujuro no llegaba, se sintió un poco triste pero entendía que no hubiera podido ir. Él era un pilar, tenía muchísimo trabajo por hacer y ella simplemente era una médico. Comenzó a caminar, tomando rumbo hacia el festival algo decaída. Realmente quería pasar ese día con él, pero no había podido ser.

  — ¿Shizu-chan?— volteó enseguida oyó esa voz grave. Sus ojos se encontraron y se quedaron atrapados allí por algún tiempo.

Rengoku no vestía un kimono como ella, sino que su uniforme de cazador y su haori. Kyojuro se sintió un poco avergonzado por presentarse con el uniforme de trabajo en aquella ocasión, mientras ella estaba totalmente hermosa y se había esforzado en eso, él a duras penas había terminado todo el trabajo que tenía para ir corriendo donde ella estaba. Se acercó a zancadas hasta ella, cruzando el puente y quedando frente a frente. Él era una cabeza más alto que ella y la vista desde su altura, no podía ser más que magnífica.

  — Perdón por llegar tarde.— susurró con la voz un poco ronca.— Te ves absolutamente hermosa, Shizu-chan.

Ni siquiera le dio tiempo de responder, por su culpa habían perdido tiempo juntos. Solo la tomó de la mano y se adentraron en el festival.

  — ¿Kyo-Kyoujuro? — lo llamó un poco antes de adentrarse en el bullicio del festival. Él volteó a verla, con su típica expresión sonriente. Se detuvieron y Shizu miró apenada hacia otro lado, cubriéndose un poco el rostro con la manga de su kimono.— Gracias por venir hoy.

El pilar apartó el brazo que le impedía ver su rostro por completo y tomó su mentón, alzando su cara para que sus ojos se encontraran.

  — No tienes que agradecerme, estoy feliz de estar aquí contigo. — ambos sonrieron, tomados de las manos.

Con un apetito voraz, probaron cada uno de los puestos de comida, comentando sobre el sabor y los nuevos gustos. La noche hacía más acto de presencia y cuando faltaba poco para los fuegos artificiales, ella lo guió por un atajo entre los árboles. Kyoujuro no dudó en ningún momento de seguirla, no había peligro, él podía protegerla. Llegaron a una pequeña colina desde donde se vería magnífica la pirotecnia. Ella se sentó y palmeó a su lado.

  — Lamento que hayas tenido que venir estando tan agotado, puedes descansar.— dijo, en voz suave. Rengoku no lo pensó dos veces antes de tirarse en el cesped y recostar su cabeza en su falda.

  — Estoy muy cansado, ¿puedo descansar aquí?— exclamó con un suspiro actuado y una gran sonrisa. Pero ella no lo apartó, acarició sus cabellos con delicadeza, sonriendo.

  — Por supuesto que puedes.

El primer fuego artificial iluminó su rostro con su amable sonrisa, junto a sus ojos carmines que brillaban tanto como la pirotecnia y el corazón de Kyojuro dio un vuelco, mirandola fijamente. En silencio, disfrutaron la compañía del otro, sin Shizu haber detenido las caricias en su cabello. Cuando el momento de partir llegó y la noche se tornaba un poco más fría, Shizu se dio cuenta del cansancio del pilar. Él había caído dormido en su regazo, con los brazos cruzados. Su expresión estaba tan en paz que la médico dudó antes de despertarlo, acariciando sus frías mejillas, llamándolo con delicadeza.

  — Kyoujuro, despierta, tenemos que ir a casa.— pero él aún no despertaba y Shizu sonrió enternecida.— Te amo.

Él abrió sus ojos de inmediato, preguntando por lo que había dicho y ella se carcajeó.

  — Vamos, Kyoujuro, no puedes enfermarte.

El pilar pensó en esas palabras todo el camino, preguntándose si había oído mal, con el corazón latiendole desbocado.

***
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