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🌙Kokushibo🌕

⚠️🛑 TW: Temas delicados.🛑⚠️
⚠️Menciones del último arco del manga.⚠️
⚠️⚠️⚠️SPOILER⚠️⚠️⚠️
Leer bajo su responsabilidad.
***

•Musa•
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Observó al hombre, si así lo podía llamar, que contemplaba la luna. Shizu, con sus razgadas pupilas, dibujaba con delicadeza y finos trazos que ya se conocía de memoria: el rostro de la Primera Luna superior.
Sus manos hacía tiempo habían dejado de ser las que alguna vez había tenido, en vez de sus débiles uñas, ahora poseía diez garras preparadas para matar. Aunque nunca lo hubiese hecho.

Habían pasado algunos años desde que detuvo su cuenta de tiempo, el último número que recordaba haber contado era doscientos cuarenta. Si no mal recordaba, estaba contando los años desde que su cuerpo había dejado de morir.
Kokushibo, quien alguna vez había sido su amada musa, la mantenía en esa habitación especial para ella, estaba demasiado débil como para salir. Tampoco recordaba la última vez que había consumido algo sólido, era la primera luna quien personalmente le llevaba sangre humana para que se mantuviera con vida, pero no era lo suficiente como para que se hiciera fuerte como para escapar.
La última vez que había tratado de escapar tal vez habría sido hace cien años, ella misma había corrido lo más que podía hasta donde había olido un cazador y le había suplicado que la matara con desesperación. El cazador usuario de la respiración de la llama había muerto un rato después, luego de que Kokushibo se diese cuenta de que había huido y fuese a buscarla.

Recordaba vagamente ese día, había llorado en el cuerpo de ese humano y había negado comerlo por más que sus entrañas se retorcieran.
Desde ese día, él no la dejaba salir. Se había hartado de sus innumerables intentos de suicidio. Una vez casi lo había conseguido, cuando había corrido hasta el sol buscando morir quemada.

A Kokushibo no le gustaba que le pidiese para salir a tomar aire fresco, y a Shizu tampoco le gustó después de un tiempo. Se había dado cuenta de que asesinaba a todo humano y cazador en un radio de cinco kilómetros para evitar que ella suplicara por su vida.

Era demasiado cruel. Estaba loco.

Le agradeció en algún punto, al inicio de esos terribles años, por haberla salvado del tormento de su familia, pero ella hubiese preferido que no murieran todos. Kokushibo, por su parte, se limitó a oír todo lo que tenía que decir.
Al principio de los años todo había sido hermoso, mientras Muzan Kibutsuji no se enteraba de la existencia de Shizu, ella podía decir que había sido genuinamente feliz.

Kokushibo o Michikatsu Tsugikuni, había sido realmente atento con ella, solo bastaba decir que cuando estaba en la casa que poseía él, no se separaba de su lado. No era muy hablador, sin embargo, él oía todo lo que ella tenía para decir. Era protector con sus grandes manos y habilidades, pero todo comenzó a torcerse lentamente cuando, una noche, él le trajo el cuerpo de un niño pequeño para que comiera y se hiciera más fuerte.

Tan solo recordarlo le retorcía las entrañas.

El pequeño ni siquiera llegaba a los siete años y Shizu seguía demasiado consciente de su existencia como anterior humano como para dejar pasar eso.

  — Cometelo. Te hará más fuerte— le había dicho, con frialdad. Él ni siquiera había notado el rostro de pavor de Shizu al haber visto a un pequeño sin vida.
Había llorado esa vez, el aire dejó de entrar a sus pulmones y Kokushibo tuvo que darse el trabajo de consolarla, él, quien había asesinado a un niño pequeño, la sostuvo entre sus manos esperando que dejase de hipar por los sollozos.
Desde ese día y por un tiempo, trató de hacerla comer los cadáveres humanos. La gota que colmó el vaso fue cuando, con el mismo rostro impasible, a sus pies le había tirado el cuerpo de una mujer joven embarazada y moribunda.

  — Las jóvenes y bebés ayudan a vivir más.

Vomitó lo único que había en su estómago: su propia bilis.
Dejó de hablar desde ahí, parecía que los roles se habían invertido y era él, la gélida Luna superior uno quien se había vuelto el charlatán de los dos.

Volviendo de vuelta al presente, él parecía estar disgustado por algo. El sonido de un Biwa sonando la asustó provocando un pequeño ruido que alarmó a la Luna. De repente, estaban frente a Muzan Kibutsuji.
Shizu no pudo hacer más que detener sus dibujos e inclinarse ante él, temblando de miedo y rogando que esa reunión fuese corta.
Muzan la miró con desprecio, tan solo a su primer Luna le había permitido ese capricho porque a pesar de tenerla, él seguía manteniéndose fuerte e invencible, yendo a cada llamado suyo. Volvió la mirada de nuevo a su sirviente.

  — Todo terminará pronto, estate preparado.

Desapareció después de otros sonidos de Biwa, la mujer de la Biwa había sido amable con Shizu, pero eso no quitaba que se asustase con cada sonido de su instrumento.
No se sorprendió cuando la vista cambió para ambos, en vez del cerezo que la Luna había estado contemplando, de un segundo a otro sin previo aviso estaban dentro de la mansión de Kibutsuji.

Shizu trato de hacerse invisible, aunque fuese imposible para ella, se intentó esconder en la oscuridad de la habitación. Le daban mucho miedo las lunas superiores, incluyendo a veces a Kokushibo. Akaza era quién mejor la había tratado de los demonios reunidos ahí, o de los pocos que quedaban.

Oyó a Muzan gritar enojado, al parecer la sexta, quinta y cuarta luna habían sido exterminados por la Asociación de Cazadores. No le sorprendía, desde que la tercera luna había dicho muy superficialmente que casi le habían cortado la cabeza, supo que esta generación de Cazadores conseguiría sacarla de su prisión.

Todos se separaron nuevamente con el sonido de la biwa, Kokushibo y ella habían ido a parar a una habitación sin techo, donde claramente se podía ver la luna resplandeciente en el cielo.

Él volteó a ella, Shizu trato de hacerse un ovillo con sus ropas, le daba miedo que él la tocase.

  — Mi querida y amada Musa, hoy seremos libres— posó su mano en su mejilla, acariciando gentilmente su suave piel. Las manos de Shizu temblaban, pero no podía hacer nada. Ella era incapaz de derrotarlo. Cuando ella destenso todos sus músculos, fue capaz de levantar su rostro y posar sus labios sobre los de ella, en un leve beso y roce de labios.

En esa ocasión, él no la apartó del campo de batalla, ahora sería testigo de cómo Kokushibo vencía a esos Cazadores.
Creyó que sería difícil, pero todo fue mucho más doloroso cuando vio que el primer cazador que entró por la puerta era un niño, sus profundos ojos aguamarina le decían que quería ganar para poder vivir feliz y en paz, no pudo seguir mirando luego de que el niño perdiese una mano, por más que fuese habilidoso y hasta un pilar, Shizu sabía lo que se venía.
Tapó sus ojos, tratando de esconderse en el rincón más alejado de la habitación, llorando bajito para que Kokushibo no la oyera.

No fue hasta que oyó a más personas llegar, el pequeño pilar seguía luchando junto a un hombre más alto que su Musa y dos jóvenes llenos de cicatrices. Ganaron su atención, la ferocidad con la que luchaban la obligó a no despegar la mirada, sobre todo cuando la katana del niño se tornó repentinamente en un color carmín vibrante.

Shizu sabía lo que iba a pasar. Ella podía ayudar a la Luna, pero luego de dos siglos sin ver la luz del sol y de llorar todas las noches, no estaba tan segura.

El golpe final sucedió, sus lágrimas siguieron cayendo en cuanto vio al niño pequeño Muichiro, así lo habían llamado, perder la vida.

Pero no fue ese trágico evento lo que más llamó su atención, se levantó de su escondite dejandose a la vista de los cazadores, pero sin prestarles atención, por más que sus lágrimas estrujaran su corazón.
Frente a sus rasgados ojos había una figura grotesca, deformada y sin nada de belleza. Él trataba de regenerarse con desesperación y en cuanto la vio frente a sus múltiples ojos, las lágrimas corrieron por ellos.

  — Mi Musa, ¿que te hizo convertirte en esto?

  — Shizu...

Ella se acercó con suavidad, muerta de miedo, hasta tomar lo que quedaba de mano de Kokushibo. Luego de cincuenta años, ella le había hablado, aunque su voz temblase.
Ya habían fallecido dos niños luchando esa noche, si él conseguía regenerarse, nunca podrían ser libres de esa larga vida llena de penuria.

  — Luego de tantos años, ¿podrías volver a ser mi Musa?

Él abrió sus ojos un poco sorprendido, ella le sonrió débilmente y al mismo tiempo, esa amable sonrisa le recordó a su difunto gemelo. Sabía que era lo que ella le pedía, no se trataba de que ella lo dibujase, sino que Shizu quería que volviera a su forma original, pero eso significaría... Morir.

  — Mi Shizu... — incluso su voz sonaba anormal, la bestialidad que era en ese momento era lo que hacía que ella lo viese con ojos de pavor.

Lentamente, su cuerpo perdió volumen y se quedó sentado con ella, mientras Shizu sostenía sus manos entre las suyas. Lentamente, sus manos comenzaron a hacerse cenizas.

  — Shizu... ¿Alguna vez fuiste... Feliz conmigo? — su rostro comenzó a deshacerse, al igual que la mujer frente a él. Ella con melancolía acarició su rostro.

  — Sí, Michikatsu. Ahora podremos descansar.

No se atrevió a cerrar los ojos, no sabía si había hecho algo bien en su vida, pero si había un Dios allá arriba sólo le pedía estar mirando a Shizu por lo poco que le quedaba.

Él se desintegró antes que ella, oyendo su nombre ser llamado luego de cinco siglos. La mirada de tristeza en los ojos del demonio no fue pasada por alto por los cazadores que habían observado toda la escena.

Ella volteó su cabeza, mirando a quienes habían vencido a la primera Luna. Habían ganado y por primera vez en tantos siglos, ellos habían perdido.

No podía dejar de sentir que esa derrota había sido la más dulce que podrían haber tenido.

  — Gracias por liberarnos.

Se deshizo en el viento, como arena en el desierto.

***

Buenas. Aquí la continuación y final de Musa.

Desde el inicio no pretendí que fuese algo romántico, sino que se viera la obsesión de Kokushibo por Shizu. Espero les haya gustado de todas formas.

Gracias por leer❤️

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