❄️🎆Akaza🎆❄️
⚠️🔞Contenido sexual explícito +18🔞⚠️
Discreción.
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AU!Soulmate
La vida se ve en blanco y negro hasta que encuentras a tu persona destinada.
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Dos semanas habían transcurrido con tranquilidad, sin mayores complicaciones más que al llegar a la Finca Mariposa, se enteró de que Tanjiro y los demás habían sido tomados por el pilar del sonido mientras ella estaba de misión. Pensó que sería un poco solitaria su estadía en lo que le encomendaban otra misión, pero halló agradable la presencia de otro cazador conocido de sus amigos.
Murata era mayor que ella, su sentido del humor era un poco negro y congeniaban a la perfección, pero no tanto como a ella le gustaría, faltaba algo. Se pasaron horas hablando de cualquier cosa mientras aguardaban a que los cuervos fuesen a buscarlos, todo estaba demasiado tranquilo desde que Tanjiro y los demás habían partidos hace un día. Fue agradable saber que ambos irían en la misma dirección para partir a sus respectivas misiones, aunque no eran tan cercanos como era Shizu y los tres tontos, el ambiente era ameno entre ambos.
Los caminos de tierra ofrecían serenidad con sólo el viento meciendo las copas de los árboles y Shizu tarareando una melodía suave. La noche cayó sobre los dos en medio del bosque, la luna apenas iluminaba el camino y tuvieron que valerse de una antorcha y sus instintos antes de poder salir de vuelta a un camino por en medio de los arrozales.
— Shizu-san, ¿no quiere que la acompañe?— la pregunta la tomó desprevenida, no había estado prestando atención, sus pensamientos estaban un poco perdidos en unos días atrás y en cómo había sido su encuentro con aquel demonio de ojos dorados—. Sé que no me incumbe, pero pareces un poco aturdida.
— No te preocupes, Murata-san— enseguida respondió, recomponiendose y ubicándose en espacio y tiempo—. Solo estaba pensando en algunas tonterías, nada importante.
El cazador palmeó su cabeza, riendo de lo risueña que podía ser. Colocó un cabello detrás de su oreja bajo la atenta mirada de la fémina que no sabía cómo reaccionar.
— Shizu-san, yo...
El estruendo en medio del bosque los alarmó a ambos, se escuchaba como si una gran roca hubiese caído en el suelo, mas eso era imposible pues no había forma de que en un bosque en medio de una llanura pudiese caer súbitamente una roca tan grande como la que se había oído.
Murata se adelantó sólo unos pasos, se adentraron con rapidez en el frondoso bosque encontrando a unos seiscientos metros de la posición de ambos una gran roca incrustada profundamente en el suelo. No habían marcas de pasos, pero con seguridad podían decir que eso había sido obra de algún demonio.
No bajaron la guardia mientras revisaban meticulosamente los alrededores, espalda con espalda. No pudieron sentir ninguna presencia a la redonda más que ellos dos, dieron ambos un profundo suspiro antes de seguir con sus caminos.
— Shizu-san, tenga cuidado en su camino— le recomendó el cazador algo preocupado, el evento del bosque podría haber sido algo al azar, pero no podían estar seguros del todo.
— Usted también, Murata-san.
Sin dar una segunda mirada atrás, se marchó siguiendo al cuervo que le indicaba el camino.
No pudo ver cómo quien estaba a sus espaldas apretaba los puños, pues ni había logrado hablar.
Pasado un tiempo, logró llegar al menos hasta su destino, un pequeño pueblo ganadero que no solía ver muchas caras nuevas por allí, aunque la noche se mecía sobre ella, aún habían algunas caras despiertas a plena noche y decidió que era mejor idea descansar. El trayecto para ella había sido largo, no recordaba haber tenido que viajar por tanto tiempo desde nunca.
La posada del pueblo estaba algo descuidada, lo único destacable entre sus tatami con moho y la anciana malhumorada que lo administraba eran unas pintorescas aguas termales que no parecían haber visto muchos visitantes en un largo tiempo. Se relajó en el agua, completamente desnuda pues era la única persona sumergida en esa piscina natural.
El ruido de alguien ingresando al agua junto a ella no la alarmó, supuso que sería otra pobre mujer cazadora que se habia visto envuelta en alguna misión en ese derruido pueblo.
Los pasos yendo en su dirección y que no paraban lejos como normalmente se haría entre desconocidos hizo que abriese sus ojos. La figura masculina frente a sí le dedicó una sonrisa divertida. Con rapidez lo primero que atinó a hacer fue buscar su espada, tenía la mala costumbre de siempre llevarla consigo y la desenvainó ignorando la desnudez de su cuerpo.
— Shizu esta siendo descuidada.
La situación se volvió graciosa, aunque Shizu estuviera con su katana apuntando a la garganta de la tercera luna superior, él tenía desviada la mirada pues, la mujer frente a sí no tenía siquiera un yukata de baño o una toalla. Avengonzada, apuró sus pies hasta ponerse la bata de baño.
— ¿Qué diablos haces aquí, maldito? No creas que he olvidado lo que hiciste.
Las reprimendas y odio de Shizu no parecieron afectar a la Luna. Este caminó hasta ella, superando su altura y mirándola con sus orbes dorados, observándola ahora con intensidad.
— ¿Te gustan los débiles?
La pregunta salió esporádica de sus labios, aún con esa expresión estoica en su rostro y observando cada una de las facciones de la mujer frente a sí.
Akaza la tomó por su cintura, sin prestarle atención a la katana de la que se deshizo con facilidad.
— ¿Q-Qué? ¿De qué hablas ahora? Sueltame— el nerviosismo comenzó a colarse en su piel. La voz de la luna sonaba severa con cada palabra que decía.
— Ese hombre con el que viniste todo el camino, es mucho más débil que tú. Podría haberlo asesinado en un parpadeo, el sonido de su respiración contigo era irregular, de seguro te miraba esperando que fueses su alma gemela, ¡qué humano iluso!— Akaza se carcajeó, jactandose de ser él quien era el indicado y no Murata.
Tomó a Shizu con suavidad de su mano, comenzando a caminar hasta la zona más honda de las aguas y arrastrandola consigo.
Al oír esas palabras, la fémina se asustó. Murata no podría ni durar un segundo frente a Akaza, la bestialidad de su técnica y ataque hacía que los únicos capaces de hacerle frente fuesen los pilares. Y ni un pilar había sido suficiente la última vez.
— ¡No! ¡No le hagas nada a Murata-san! ¡Por favor, Akaza!
—¿Hacer algo? Ese tipo morirá en cualquier momento, su técnica de respiración tiene tantas imperfecciones que es una sorpresa que siga con vida— el demonio contestó de manera despreocupada, como si fuese una obviedad. La sostuvo con delicadeza en el agua, Shizu no llegaba a tocar el fondo y era el demonio quien la mantenía a flote, muy cerca de su cuerpo y de su rostro.
— ¿Q-Qué crees que haces?— se atrevió a articular. El miedo se la comía viva, pero su cuerpo entero estaba vibrando al estar en contacto con la tercer luna. Él miraba fijo cada expresión que ella hacía, estando muy consciente de que sus manos estaban apretando sus bíceps con fuerza, temerosa de cual sería su próximo movimiento.
Un cabello se había pegado en su rostro debido al agua, con delicadeza lo puso detrás de su oreja, acercando con su brazo más sus cuerpos y colocando una mano en su mejilla.
— Seguramente esto es lo que ese débil humano quería hacer contigo.
La besó sin mediar palabras, hundiéndose ambos rápidamente en la embriaguez que el sabor del otro brindaba. La lengua de él jugó con la suya, tratando de llegar más hondo que lo humanamente posible.
Akaza colocó una mano en su nuca mientras que la mano que tenía en su cintura bajó hasta su glúteo subiendo sus piernas para que se enrrollaran en sus caderas. Shizu, un poco aturdida y cegada por el calor del momento, siguió cada una de sus indicaciones, rodeando su cuello también con sus brazos, cortando con toda separación que pudiese existir entre ellos. Ambas manos del demonio se dirigieron a sus piernas, manteniéndola mucho más cerca y no dejando que se deslizara de donde estaba.
Shizu tomó distancia tan solo un segundo para tomar aire, pero la Luna no dejó espacio para el oxígeno, volviendo a juntar sus bocas. El agua comenzó a ser molesta para Akaza, tomando fuertemente su cuerpo para que no se moviese ni un centímetro, comenzó a salir de las aguas termales, recostado el cuerpo de Shizu en el suelo de piedra caliza.
La luna y una farola alejada iluminaban magníficamente cada curva con la que pudo deleitarse, sus labios y mejillas sonrosadas hacían juego, el yukata se pegaba a su cuerpo siendo traslúcido y dejando a la vista ambos senos pegados a la tela. Pero no se centró en eso, había otro punto que le hizo agua a la boca. Volvió a besar sus labios, poniéndose encima de ella y pegando aún más cada centímetro existente. Bajó hasta su cuello comenzando a besar y lamer, oyendola soltar un gemido que inútilmente trató de acallar con su mano. Akaza sonrió gatunamente, apretando más sus pelvis, generando una fricción mayor y simulando embestidas, tomándola por sus caderas y golpeando más duro. Ella lo tomó por los hombros, en un inútil intento de detenerlo.
— Para... Por favor, Akaza— suplicó entre gemidos de placer, pero él hizo caso omiso a todas sus súplicas, su boca decía una cosa pero era su cuerpo el que estaba hablando por ella.
Akaza deslizó una mano hasta la entrepierna de la fémina, por debajo del yukata ya estaba su piel desnuda. La abundante humedad hizo que se mordiera el labio con satisfacción. Extendió las piernas de Shizu, poniendolas sobre sus hombros y hundió su cabeza en su entrepierna.
El sabor de su humedad fue glorioso, con su lengua recorrió desde la entrada hasta su clitorís, deteniendo su camino en el mismo. Alzó la vista, hallando los ojos agónico de Shizu mirando en su dirección e hizo un círculo con su lengua sobre su punto sensible, lenta y tortuosamente.
— Akaza... Por favor...
Las súplicas de Shizu con su voz aguda por la calentura no lo convencían de sí debía detenerse o no, casi estuvo a punto de levantarse e irse antes de hacer alguna estupidez, él no era de violar o asesinar mujeres como demás demonios o lunas superiores.
— Akaza, por favor, hazlo más duro.
El tiempo se detuvo en un segundo, un calor peligroso recorrió todo su cuerpo, pero acató a las súplicas, hundiéndose por completo en su labor. Los dedos de Shizu fueron enredandose entre sus cabellos, tirando de él para que aumentara la presión y ante la insistencia,
Akaza tomó con sus manos sus caderas, separandola del suelo pero mejorando su ritmo.
El orgasmo llegó antes de lo esperado, los espasmos de placer hicieron que cerrara sus piernas asfixiado por un momento al demonio.
Cuando él pudo separa su lengua, se relamió, chupando dos de sus dedos bajo la atenta mirada de la fémina. Dirigió su dedo índice y medio hasta la boca de Shizu y ella lo recibió gustosa, succionando y lamiendo sus dedos como si de otra parte suya se tratara. Su entrepierna se sintió celosa de la atención de solo dos dedos estaban recibiendo.
Con la lubricacion adecuada, introdujo sus dos dedos lentamente dentro de su sexo, mirando en todo momento las expresiones que ella estaba haciendo y con su pulgar, masajeaba su botón aún sensible de la primera ronda. A medida sus caderas se movían, él lo hacía también, siguiendo cada indicación que ella daba para darle más placer.
El clímax llegó cuando ella tomó su brazo, rogando que mantuviera ese ritmo y gimiendo por más.
Akaza lamió su mano y todos los fluidos en ella, comenzando a quitarse su pantalón bajo la atenta mirada de la fémina.
— Dame un respiro, hombre— suplicó bajo los atentos ojos dorados y muy atenta a lo que tenía frente a ella. No pudo evitar tragar grueso o extender su mano para tocarlo.
Era caliente y grande para sus manos, comenzó un vaivén ameno, subiendo la mirada y riendo. De un momento a otro aumentó la presión y la velocidad, con Akaza sonriendo por su juego.
Shizu nunca hubiese creído si le decían que tendría a una luna superior gimiendo gracias a sus manos. Relamiendose, metió la cabeza en su boca y comenzó a chupar, concentrando toda su atención en ese momento y olvidando todo lo demás.
Ni se cruzaba por su mente que ese demonio tan poderoso había asesinado y comido cientos de personas y que una de ellas había sido su querido pilar de la llama.
Él mantenía sus manos fuera de su cabello o cabeza, su fuerza en ese momento podía jugarle en contra, por lo que mantuvo sus manos alejadas de ese cuerpo incitante, agarrando él mismo sus propios cabellos para tratar de no caer en la locura de esos labios carnosos al rededor de su polla.
No aplazó lo inevitable, se corrió mientras cerraba sus ojos y mordía su labio hasta hacerse sangre. Rápidamente secó con su antebrazo su herida, mirando a Shizu que aún continuaba bebiendo cada gota que había derramado.
La tomó por su mentón, agachandose y volviendo a unir sus labios, empujando su cuerpo hasta volver a estar encima de ella y ahora sus sexos descubiertos sin separación alguna.
Akaza frotó contra su sexo aún sensible todo su falo, sacándole un gemido. Ese hombre era extremadamente bueno en todo lo que había hecho y no cabía duda que el ardor en todo su cuerpo no era sólo obra de que fuese su alma gemela, Akaza sabía dónde tocar y cómo tocar, arrancandole más de una súplica por más.
— Follame de una vez, maldita sea.
No hizo esperar a su alma gemela, de una embestida entró hasta la mitad, adaptándose luego. Las estocadas eran duras y profundas, como le gustaban a Shizu. No hubo dolor de por medio, la excitación era tanta que no existió tiempo para quejas o ardores.
Él la tomó por sus caderas, yendo más profundo y duro, haciendo que se perdiera en el más puro placer. Nuevamente la sensación de hormigueo se extendió por todo su cuerpo, haciendo que se retorciera bajo el cuerpo masculino, atrayendolo más cerca de ella y uniendo sus labios en un beso. Pero no paró con su orgasmo, continuó su ritmo, alargando su placer hasta que él mismo lo alcanzó.
Cayó rendido entre los pechos de la fémina, besandolos gentilmente, pero tomando distancia por fin.
Ella yació inmóvil en el suelo, volviendo a repasar que era lo que había sucedido en ese preciso momento y por qué no se arrepentía en lo más mínimo. Miró al demonio que la miraba con atención, observaba su cuerpo en detalle con una sonrisa zorruna en su rostro.
— ¿Qué sucede? ¿Vas a matarme y comerme ya?— susurró, sin fuerzas, aceptando cualquier destino que fuera a ocurrirle.
De un movimiento, él la tuvo entre sus brazos, volviendo a dirigirse una vez más a las aguas termales, llevándola consigo. Los humanos eran frágiles y su alma gemela no fue la excepción.
— Tengo cosas mucho más entretenidas y placenteras en mente para hacer contigo que matarte.
La noche terminó para Shizu tres horas después, teniendo que terminar al día siguiente su trabajo de cazadora muy adolorida.
***
Akaza me dice ª y yo ya digo si papi
Buenas, ¿qué les pareció la lectura?
Me disculpo nuevamente por no saber escribir smut, trato d mejorar jasjasjas
Recuerden que los pedidos se realizan en el primer capítulo del libro •Importante leer• para no perder nada y se me haga más fácil.☠️
Gracias por leer!!! No olviden votar y comentar si les gustó!!!!
Nya
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