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ᴜɴᴅéᴄɪᴍᴏ ➳ ❝ ᴇɴ ᴜɴᴀ ᴘʀóxɪᴍᴀ ᴠɪᴅᴀ ❞


Canciones del one shot:

Beautiful thing ➳ Grace Vanderwaal.

The night we met ➳ Lord Huron.

Photograph ➳ Ed Sheeran.

Escuchar las canciones en ese orden para que disfruten completamente de la lectura. Espero les guste.

𝙈𝙞 𝙢𝙚𝙣𝙩𝙚 𝙣𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙𝙚 procesar lo que el doctor acaba de decir. Escucho ecos, veo que la madre de Nari está gritando, lo está haciendo mientras su esposo la abraza también destruido, aunque lo intenta disimular, no puede... nadie podría.

Coloco mis manos en la cabeza y me agacho sintiendo como mis piernas tiemblan y siento una presión horrible que no desaparecerá, ni en mis sueños, justo en el medio, justo en el pecho. Lágrimas caen por todo mi rostro. No puedo detenerme, no puedo procesar, no puedo aceptar lo que acabo de escuchar.

—Ella necesitará mucha compañía...

Volví en sí al escuchar aquello. Ella siempre ha tenido compañía, pero saber que ahora lo necesitaría el triple me mataba... me hería profundamente. Mordí mi labio evitando soltar un sollozo. Mi cabeza dolía mucho y sentía que me podría desmayar... me sentía completamente débil.

—¿C-cuándo podré... v-verla? — la señora Park no podía hablar correctamente y me sentía de la misma forma.

—Puede entrar una persona ahora. — habló con delicadeza, como si lo que pudiera salir de su boca nos pudiera hacer llorar aún más. — Ella sigue dormida por los calmantes que le administramos, luego de una hora podrán verla sin restricción.

Ellos asintieron y yo no podía reaccionar, sentía que no podía moverme, que si daba un paso sería en falso y caería impactando con el frío y duro suelo. O quizás así despertaría de esta horrible pesadilla.
Despertaría con Nari a mi lado, haciéndome mimos, diciéndome lo mucho que me amaba, tendríamos nuestra sesión de besos y prepararíamos el desayuno, como lo llevamos haciendo cada día en el año que llevamos viviendo juntos.

—Jungkook... ve tú...

Levanté la vista al escuchar aquello y negué abatido. Con el dorso de mi mano quité las lágrimas que sin duda no dejarían de caer.

—N-no... — carraspeé al notar que la voz me salió en un fino hilo — ustedes son sus padres, yo podré verla después.

—Ella despertará y lo primero que preguntará es por ti, hombre. — el señor Park es la persona que estaba intentando ser fuerte luego de la noticia recibida. Se podía notar que se estaba aguantando muchísimo y lo admiraba.

Yo lo único que he hecho es llorar.

—¿Q-qué hago si ella despierta y pregunta? — estaba asustado. Quería entrar a esa habitación, pero a la vez no.

—Ella no tendrá una mala reacción, menos contigo. Ella es mi niña, mi princesa, la que siempre dijo que todo pasaba por algo... — la voz del señor Park se quebró en lo último y fue el momento en que su coraza se rompió por completo, dando paso a la vulnerabilidad que esto ameritaba. Ambos se abrazaron con fuerza, llorando, preguntándose el porque tuvo que ser Nari.

Y era algo que tampoco podía entender.

Ella es la mujer mas extraordinaria que conozco. La primera vez la vi en la preparatoria en donde ambos íbamos. Siempre fui un admirador de su trabajo, de como ayudaba a los demás, de como discutía con los hombres por los derechos de ellas... ella era la presidenta y vocera del centro estudiantil y yo... la consideraba increíble. No mentiré, creí que odiaba a los hombres porque a la mayoría los miraba como si quisiera pegarle una patada en los huevos, pero mi sorpresa fue grata cuando una noche, cuando llevábamos tres días en un campamento de verano (que decidí venir porque sabía que ella vendría) llegó a mi lado para decirme que me encontraba interesante y si podíamos beber algo, a escondidas de los profesores.

Hablamos dos horas y bebimos dos botellas de soju. Me pidió el número y estaba infinitamente agradecido de que ella hubiera tenido la iniciativa de entablar una conversación conmigo. La amé desde el primer momento en que comenzamos a hablar y mi amor solo se ha ido intensificando con el pasar de los años.

Ella es todo para mí... ¿cómo lo haría para estar sin mi Nari? Mi maestra favorita. Su amor por la enseñanza siempre ha estado presente, por eso fui el primero en apoyarla en su decisión de convertirse en profesora. No me puedo imaginar mi vida sin ella, siento que no funciono.

¿Cómo mierda lo haría para seguir adelante?

Con mis piernas tambaleantes caminé hasta la habitación 506. Park Nari. Apoyé mi frente en la madera y respiré profundamente, dándome ánimos para ingresar y verla sin ponerme a llorar como un crío. Con algo de duda tomé el pomo de la puerta y la giré, abriéndola lentamente. Lo primero que vi fue a Nari quitándose el catéter mariposa que tenía en el dorso de su mano y que al parecer, le suministraba los medicamentos.

—Ey, ey, ey, ¿qué haces? — avancé de manera rápida hasta su lado, deteniendo otro movimiento que pudiera cometer.

—¿Por qué estoy acá? Ya estoy bien, quiero ir a casa...

Sus ojos estaban rojos e hinchados, pasó una mano por su cabeza, en donde otro mechón de su hermoso cabello se cayó. Ella miró su mano y abrió sus ojos de manera gigantesca.

—¿Qué pasa?

—Ahora que estamos acá podemos aprovechar de hablar este tema. — con su barbilla apuntó su mano — quizás si es alopecia, ¿no?

Un nudo de manera inmediata se formó en mi garganta obligándome a mirar hacia otra parte para tratar de ahuyentar las lágrimas que se estaban avecinando. Tomé sus delicadas manos y las besé.

—Te amo... te amo tanto, tanto, tanto...

—Yo también te amo, mucho... — correspondió de inmediato. Con su mano derecha levantó mi mentón, observándome de manera dudosa. — ¿Qué tienes? ¿Por qué estabas llorando?

El aire abandonó mi cuerpo y volví a agachar la mirada. No quería ser yo quien le diera esta noticia, no quería ser el causante de que su bello rostro tenga tristeza. Pero sabía que era lo correcto. Siempre nos tendríamos que confiar todo, aún sea algo malo, todo se podía hablar. Esa era la metodología de Park Nari.

—Ya te hicieron estudios, peque... — me levanté para sentarme justo a su lado en la camilla. Me miraba con esos ojos tan preciosos qué lograban calmar todo en mí. Esos ojos mieles que podría admirar hasta la eternidad. — no es alopecia lo que tienes.

Mi voz tembló y ella lo notó enseguida.

—¿Es algo malo, koo? — preguntó inclinándose para estar cerca de mí — que preguntas hago, es obvio que es malo. ¿Podrías decirme, por favor, que es lo que realmente tengo?

No quiero decirlo.

Decirlo en voz alta es aceptar que ese es el diagnóstico, que no hay otra razón.

—T-tienes un tumor maligno alojado en tu cerebro... — respiré profundo al comenzar a llorar nuevamente, sin darme tiempo de retenerlas.

—¿Un... tumor cerebral?

Asentí, siendo incapaz de hablar.

—P-por eso tus dolores de cabeza... p-por e-so tus sangrados de nariz, tus náuseas...

—Al parecer tampoco había un bebé...

Tapé mi rostro para sollozar con mas fuerza al oír aquello. Últimamente estaba con náuseas y dolores de cabeza a lo cual nos emocionamos al pensar que tendríamos un bebé. Nari había dejado el tratamiento anticonceptivo, lo estábamos intentando y atribuimos esos síntomas a los síntomas de embarazo.

Gran error.

Cuando la vi tendida en el baño sin reaccionar me alarmé. Sentí que el alma salía de mi cuerpo. La tomé de manera rápida para salir directamente al hospital, en donde luego de horas esperando por tener noticias de ellas, el doctor sale con las peores noticias que mi mente no paraba de rebobinar.

—No, mi amor... — tomé su rostro para acercarla a mí. Quería tocarla, sentirla, saber que aún estaba ahí. — tienes un gliobastoma en estado cuatro, es un cáncer... sumamente agresivo. Se extendió hasta tu pulmón, hígado y riñón... está haciendo metástasis y... y...

—Tengo pocos días de vida, ¿no es así?

Negué. Negué mientras lloraba y acariciaba su rostro. Oír aquellas palabras salir de su boca era cien veces mas doloroso.

—Dos semanas...

Escuché un jadeo de sorpresa y se separó de mí, viéndome de manera inquisitiva, como si estuviera buscando algo en mí, o quizás, analizando la situación.

—Eso es... muy pronto, y-yo... ¿Q-qué haré en dos semanas? Yo... debo preparar trabajo para mis niños, debo... debo sacar a pasear a Kuromi, tengo que preparar cosas en la casa, yo... siento que es muy poco tiempo, Jungkook... — la abracé con fuerza siendo su contención aunque estuviera roto por dentro. Ella me necesitaba. Necesitaba una persona que la consolara, y sin duda alguna, sería yo.

—Tranquila, mi vida... — le decía aquello cuando ni yo podía tranquilizarme. Me sentía en un sueño, una pesadilla, quiero despertar, esto no es divertido.

Estoy cansado, mis cabeza duele, mis ojos pesan y es todo lo que puedo pensar cuando mis ojos comienzan a cerrarse, viendo solamente oscuridad.

Y de pronto, la calma me invadió.

𝗦𝗲𝗻𝘁í 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗺𝗶𝘀 𝗼𝗷𝗼𝘀 pesaban de sobremanera. Me sentía cansado, adolorido. Sentí el olor a desinfectante y fue todo lo que tuvo que ocurrir para cerciorarme de que todo era real... no fue una maldita pesadilla.

Como pude me coloqué de pie para salir de aquella sala en donde habían otros pacientes. Caminé ignorando las palabras de una enfermera y fui de manera directa al área oncológica, para buscar la habitación 506.

—Joven Jeon, usted no puede llegar y levantarse. Aún está muy débil. — me reprochó antes de que pudiera abrir la puerta.

—Lo siento mucho. Pero debo hablar con mi novia, es urgente.

Con mi cuerpo empujé y el panorama que veían mis ojos era desalentador. Nari lloraba desconsolada en las piernas de su madre, quien también lloraba de la misma forma. El señor Park estaba agachado, tocando el pelo de su hija, aguantandose las lágrimas. También estaba Jimin a un lado, sin poder procesar todo, se podía notar que estaba en shock.

—¿H-hice algo mal? ¿Por qué yo?

—Tu no hiciste nada mal, mi peque... — hablé antes de que se siguiera martirizando con preguntas que no tenían respuesta — eres lo mas importante de mi vida... yo no creo en esos resultados. Podemos dar la pelea, quiero que la des, porque yo estaré siempre, siempre a tu lado, mi amor.

—Jungkook...

—No puedo dejarte marchar sin antes haberlo intentando todo... — mi garganta estaba apretada por aguantar el llanto. Sonaba como todo un egoísta, pero era la verdad. — eres mi complemento, Nari. Olvidaremos lo que han dicho, nos enfrentaremos al mundo entero... pero por favor, dime que lo intentarás.

Y a pesar de su estado, ella quiso darme una luz de esperanza que tomé como si mi vida dependiera de aquello. Ella comenzó las quimioterapias y tenía programada una operación para tratar de sacar el tumor en su cerebro, lo cual era bastante riesgosa. Estaba agotada, se le notaba en su cara, pero yo siempre trataba de alentarla, de estar ahí siempre, de ser su apoyo, pero habían momentos que me dejaban con el corazón acongojado.

Como este, ahora, en este preciso momento, viendo como ella se cortaba su largo cabello mientras lloraba mirándose al espejo. Me acerqué de manera cautelosa y tomé su mano, quitándole las tijeras y comencé a hacerlo yo mismo. Su cabello lo perdería completamente, pero por la operación debía cortarlo lo antes posible.

—Eres lo mas precioso que mis ojos han visto, Nari. Me tienes a tus pies, desde el primer momento en que te vi. — murmuré cerca de su oído, mientras la abrazaba con fuerza — para mi siempre serás la mujer más hermosa, no te avergüences conmigo.

Los llantos y lamentos se escuchaban por toda la casa. Kuromi nos miraba expectante y se recostó justo al lado de Nari. Nuestra golden intuía que algo sucedía, desde que Nari volvió del hospital no se ha separado de ella bajo ninguna circunstancia.

Seguí cortándole el cabello, para finalmente pasarle la máquina en su cabeza. Ella es tan bella, tan única que si pudiera verse de la misma forma en la que yo lo hago, no tendría esta pena por perder su cabello.

—Me veo horrenda. — chilló haciendo pucheros. Negué firmemente con mi cabeza y cuando ella tenía su cabeza gacha, viendo los mechones de su cabello esparcidos por el suelo, fue el momento en que pasé la maquina por mi cabello, cortándolo todo. — ¿Qué haces? No, Jungkook, no lo hagas... — tapó su rostro cuando las lágrimas nuevamente adornaron su rostro. Besé su mejilla con calidez mientras seguía cortando mi cabello.

—Eres preciosa. Siempre hemos sido un dúo y lo seguiremos siendo, mi amor. — expresé abrazándola con una mano, mientras nos veíamos al espejo. Giró su rostro, para verme con detenimiento y besó mis labios de la manera mas dulce posible.

Y así los días avanzaban.

El día de la operación había llegado y yo era mas nervios que persona. Mi cuerpo iba de allá para acá, me sentaba, estaba de pie, iba a la cafetería, volvía sin nada en mis manos.

—Estoy tratando de mantener la calma, pero no me la haces fácil si estás moviéndote todo el maldito rato, Jeon. — apuntó Jimin en mi dirección.

—No puedo estar tranquilo. Escuchaste que el doctor dijo que era una cirugía de alta complejidad... Jimin, yo no miento cuando digo que no sé que haría sin tu hermana. — dejé caer mi cuerpo en la silla, nuevamente.

—Lo sé. — asintió, complacido. — sé cuanto la amas y sé lo mucho que te ama ella también. Son de esos amores difíciles de encontrar, ¿sabes? Llevan una relación de seis años, tan fuerte como si recién estuvieran en su primer mes.

—Todo eso es gracias a Nari — me encogí de hombros, con una leve sonrisa. — tiene el don de la palabra. No podemos ir a dormir si tuvimos una discusión, porque todo tiene solución si es que se habla. La comunicación es lo primordial es una relación... he aprendido mucho de ella y quiero seguir aprendiendo cosas. Muchas cosas más.

Desde que me enteré de su enfermedad vivo con el constante miedo de que ella partirá de este mundo sin siquiera estar listo. Pero, ¿cómo te preparas para dejar ir a la persona que amas? Son preguntas que me carcomen la mente.

—Ah, ella siempre ha sido sensacional. — miró al techo y pude ver como sus ojos estaban humedecidos. — es mi hermana menor, la princesa de papá, la niña de mamá. Nosotros tres la esperamos con tantas ansias, Jungkook. Desde el momento que dijeron que tendría una hermana me prometí cuidarla de todo y ahora me siento cruzado de brazos, sin poder ayudarla y es algo que me está matando...

Y lo entendía. No dije palabra alguna para responder a su sentir. Lo abracé con fuerza, ambos sufriendo por algo en común.

El neurocirujano luego de cuatro horas salió para dar noticias y es que habían podido extirpar gran parte del glioblastoma, pero aún quedaban células cancerosas que ojalá las radioterapias y quimioterapias pudieran eliminar todo aquello, como lo que estaba alojado en varios órganos.

Mi niña es fuerte. Ella quiere luchar por seguir aquí y es digna de admirar.

Estuvo una semana bajo cuidados en el hospital. Yo iba siempre después del trabajo o salia en mis horas de colación para verla. Mis ojeras comenzaron a ser visibles y tuve mucha ayuda de mi jefe, como de mis compañeros de trabajo quienes me cubrían cuando era necesario.

—Sabes que si debes ir al hospital, puedes decirme y te cubro, Jungkook.

Le brindé una sonrisa sincera a Hara. Siempre me pregunta por Nari y esta pendiente de su estado de salud, le compra cosas que ella pueda comer y se las manda como regalo y sumando a que siempre que puede, es una de las que me cubre aquí.

—Gracias. Hoy le dan el alta y quiero estar ahí.

—Pues ve. Mándale muchos saludos, ¿sí?

—Sí. Muchas gracias. — saqué mi colgante en donde estaba mi credencial y la dejé en mi escritorio. Como contador auditor estaba dándoles muchas responsabilidades a mis compañeros que no le correspondían y es por la misma razón lo agradecido que estaba con ellos, en especial con Hara.

Llegué al Hospital de Seúl, unidad oncológica. Veía a muchas personas estando presentes con sus familiares en esta dura lucha y a lo lejos divisé a mi chica, en una silla de ruedas junto a mis suegros y Jimin, hablando con el neurocirujano y también con el oncólogo. Aún tenía una gran venda en su cabeza y su rostro estaba mas pálido de lo normal, lo cual me alarmó.

—¿Todo bien? — pregunté cuando llegué ahí, poniéndome de cuclillas y besando la mejilla de mi preciosa. Ella me abrazó de forma inmediata, brindándome de su calor, de ma protección que me brindaban sus brazos.

—El tratamiento no está resultando, amor...

La miré estupefacto y observé a Jimin, quien asintió mientras agachaba su mirada para soltar las lágrimas que estaba reteniendo. Limpié la gota salada de mi ojo izquierdo con el dorso de mi mano y sonreí débilmente.

—Aún queda tiempo, mi vida. Resultará, estoy seguro.

Pero, ¿hasta que punto mi egoísmo sería el protagonista? Nari cada día que transcurría estaba peor. Lloraba de dolor por las noches, sus dolores de cabeza persistían y no estaba tolerando la comida, vomitando todo lo que consumía. Pero ella... seguía con la quimioterapia y sé que ella quería vivir, pero sabía que muy en el fondo, lo estaba haciendo por mí.

—Quiero que seas completamente feliz, amor. — me dijo en una de esas noches en donde teníamos conversaciones profundas y hablábamos de nuestras metas y sueños.

—Lo soy. Contigo, soy inmensamente feliz.

—Yo no estaré siempre, Jungkook... — acarició mi mejilla. Cerré mis ojos ante ese pensamiento.

—No lo digas, por favor...

—Quiero que sigas con tus planes. Quiero que te conviertas en el gerente de esa compañía por la que tanto te has dedicado, quiero que cuides muy bien a Kuromi y que tengas aquel gatito que adoptaríamos...

—Nari... — murmuré con voz trémula, sintiéndome débil ante sus palabras, con un nudo gigante en mi garganta.

—Desde que te vi, supe que serias mi otra mitad. Tú me haces ser quien soy, Jungkook. Eres quien está ahí cuando caigo y me dice: “inténtalo de nuevo. Eres Park Nari, todo lo logras”. Y no sabes cuanto lo siento por fallar, porque esto no lo estoy logrando. — dio una sonrisa aun cuando su rostro estaba empapado en lágrimas. Uní su frente junto a la mía, sin dejar de acariciar su rostro.

—Tengo fe, peque. Algo dentro de mí me dice que podrás ganar la batalla. Cuidaremos a Kuromi juntos, nos casaremos en la playa y tendremos a esos tres bebés que planeamos. Pero lo haré contigo, ¿me oyes? Eres el amor de mi vida, Nari. Lo eres y lo serás siempre...

—Me gusta Hara...

Me separé de ella levemente para mirarla con extrañeza.

—¿Qué?

—Me gusta como es ella para ti... — me separé definitivamente y me levanté de la cama, viéndola de descolocado.

—No te atrevas, Nari.

—No quiero que te hundas sin mí, mi amor... — trató de explicar, cerrando sus ojos fuertemente haciendo una mueca. Me acerqué para tomar sus mejillas nuevamente. — prométeme que serás feliz, Jungkook.

—Nari, aún estás aquí, mi corazón late por ti desde la primera vez que te vio dando un discurso frente a toda la escuela, eres mi vida entera... — lloré. Lloré sin importarme absolutamente nada. Desde que recibí la noticia he llorado mas de lo que he llorado en mis veintiséis años. — ¿cómo siquiera mencionas la idea de que esté con otra mujer? cuando estás aquí, frente a mí. No me hagas eso, Nari. No lo hagas.

Ambos lloramos tanto esa noche, en donde le prometí que sería feliz. Nos nos dimos un baño juntos para relajarnos y poder conciliar el sueño. Kuromi durmió con nosotros aquella noche. Cuando faltaba un dia para que se cumplieran las dos semanas. Dormí abrazándola tan fuerte como si ella en cualquier momento fuera a desvanecerse. Vi el reloj de la mesita de noche, donde daban las 11:11. Cerré mis ojos con fuerza, deseando, anhelando que ella siguiera a mi lado por muchísimos años más.

Es lo que mas quería. Que mi Nari fuera eterna.


𝙇𝙖𝙨 𝙙𝙤𝙨 𝙨𝙚𝙢𝙖𝙣𝙖𝙨 𝙝𝙖𝙗í𝙖𝙣 𝙡𝙡𝙚𝙜𝙖𝙙𝙤, casi llegando a la tercera y eso fue suficiente para que mis esperanzas y las de todos revivieran. Estaba a su lado, tomando fuertemente su mano mientras tenía otra sesión de quimioterapia. Acaricié su espalda cuando vomitó por segunda vez.

—Esto es tan... horrible. — expresó a duras penas, lanzándose hacia atrás, apoyando su espalda en aquel sofá de cuero.

—Eres mi guerrera. — besé su cabeza. — todo estará bien, mi amor.

Ella a pesar de su estado siempre quería sacarme una sonrisa. Seguíamos cocinando juntos a pesar de que yo batallaba porque descansara, siendo casi algo imposible. Park Nari es muy activa.

—Quiero estar contigo...

La miré dudoso mientras seguíamos bailando luego de tener una cena a la luz de las velas. Tomé su cintura con mas firmeza.

—Lo estás, amor.

Me sonrió de manera pícara para ponerse de puntillas y besar mis labios de manera suave, pero que pronto aquello cambió dándole paso a lo pasional. Le correspondí de inmediato, sintiéndome de pronto necesitado de ella. Hice el amague de quitarle su camiseta, pero me detuve de inmediato.

—No puedo... no puedo hacerlo. — me separé un poco, tratando de respirar con normalidad. — tengo miedo de lastimarte. Tu cuerpo está débil y...

—No me dañarías, tú, nunca lo harías. — por su cuenta se sacó su camiseta y también el pantalón, dándome vista de su ropa interior.

Ella es tan... perfecta, que no encuentro la manera correcta de hacérselo saber.

Me dejé llevar aquella noche. Porque ella lo quería, yo lo quería, ambos nos necesitábamos. Poder sentir su piel, su calor, todo en ella me envolvía de una manera embriagadora. Ella es mi droga. Con sumo cuidado la recosté en la cama, como si ella fuera una pieza de arte que pudiera romperse. Y es que definitivamente lo era. A veces tan compleja como un cuadro, otras veces tan sencilla como un verso. Pero nadie que pasa de ella es indiferente. Es única a su manera. Y me volvía completamente loco.

Aquella noche la luna fue testigo del amor que nos entregamos en cuerpo y alma. Deseando tener estas noches todos los días que me resten de vida.

Porque tenerla así, abrazada a mí, es que todo tenía sentido.

𝙄𝙗𝙖 𝙘𝙖𝙢𝙞𝙣𝙤 𝙖 𝙘𝙖𝙨𝙖 luego de un agotador turno en el trabajo. Esas dos semanas se transformó en un mes y medio y no podía negar que compartir todo este tiempo junto a mi peque fue lo mejor. Hoy tuve un fuerte dolor de estómago estando allá, un malestar que perduró hasta ahora y no ha desaparecido. Le volví a escribir a Nari luego de mensajearnos casi todo el día, pero no recibí respuesta. Hoy su madre estaría con ella haciéndole compañía ya que Hara no pudo cubrirme el día de hoy.

Vi la florería en donde siempre le compraba los claveles que a mi chica le encantaban, pero por tener mi mente ocupada había olvidado volver a esa hermosa rutina.

—¡Jungkook-ah! Te habías desaparecido, ¿cómo estás? ¿Cómo está Nari? — preguntó a penas me vio la señora Hyemin. Le hice una pequeña reverencia y le sonreí.

—Lo siento, Nari tiene problemas de salud y estuve muy pendiente de ella. No tenía mente para los claveles, pero hoy quiero retomar la costumbre. A ella le fascinará. — le expliqué mientras buscaba con mi mirada los claveles rosas, pero no los veía.

—Ah, te traeré enseguida un ramo, aguarda. —hizo un ademán con su mano para perderse dentro. Saqué mi celular para avisarle a Nari que ya estaba camino a casa. Me dejó responder hace dos horas y media, y comprendía su cansancio. Ya estaba sin fuerzas y solo quería dormir.

Quizás esto la alegraría un poco.

—Los lirios igual están bonitos... — susurré para mí mismo. Cuando la señora Hye volvió con el ramo en sus brazos, me lo entregó con una sonrisa enorme en su rostro — también quiero los lirios.

—Ah, siempre tan detallista. — tomó mis mejillas para apretarlas levemente — espero estar invitada a la boda.

—Lo estará, no tenga duda. — reí para pagar las flores y caminar de manera rápida hasta nuestra casa. Mi dolor de estómago incrementaba y sentía náuseas. — ¿quizás el gimbap me hizo mal?

Abrí la puerta para quitarme los zapatos. Al llegar a la sala vi a mi suegra limpiar la cocina con ímpetu.

—Esas flores están bellísimas. — fue lo primero que dijo cuando me vio llegar hasta su lado para saludarla. — le encantarán...

—¿Está en la habitación?

—Ajá, no he querido despertarla. Sabes que los dolores no la dejan dormir bien y ahora no se ha quejado de nada. Necesitaba este descanso.

Asentí en respuesta y me encaminé a la habitación en el segundo piso tratando de ser cauteloso. Con cuidado abrí la puerta, viendo como ella estaba en posición fetal, tapada hasta el cuello. Sonreí al verla, tan tierna.

—Amor... — susurré acariciando su cabeza y su mejilla, para darle un beso en su mejilla. Su rostro estaba en paz, en absoluta calma.

Dejé las flores en un costado de la cama para volver a susurrarle en su oído, pero no obtuve respuesta. Mi corazón comenzó a agitarse de manera brusca.

—Nari, amor... — le di pequeñas bofetadas en su mejilla, pero no había respuesta. Tomé mi cabeza en el momento que me volví un mar de lágrimas. — Nari, por favor, amor... ¡Señora Park! ¡Señora Park!

Mis gritos la alarmaron tanto que escuché el estruendoso sonido de un plato quebrarse. Pasos apresurados se escuchaban subir las escaleras.

—¿Qué pasa? — al momento en que vio mis lágrimas, miró de manera rápida a su hija, comenzando a negar con su cabeza. — No... no, mi niña, no...

Con dedos temblorosos marqué una ambulancia.

—Amor, no me dejes... — rogué al arrodillarme a su lado — por favor no me dejes solo...

Mis lamentos y los lamentos de la señora Park eran escuchados por parte del personal de salud.

Aquel 27 de abril el corazón de Nari se había detenido por un paro cardiorespiratorio, su corazón no resistió más, ella no pudo ganar esta maldita batalla. Las flores que compré para hacerla un momento feliz, ahora las tendría que llevar al cementerio. El día que deseé que nunca llegara, no se pudo retrasar más. Pero yo estaba completamente roto. Me sentía sin vida. Una marioneta haciendo los papeleos para el funeral del amor de mi vida.

Estaban los familiares de ella, apoderados de los niños a los que Nari les hacía clases, ex compañeros de escuela y universidad, vecinos... ella era una persona completamente querida. Y eso es lo que tenía ella. Tenía el don de ponerse de su lado, el don de cautivarte con palabras y risas.

Mi Nari, mi ángel.

Mis padres también llegaron en un vuelo directo. Ellos habían estado al pendiente de ella y de mí, así que cuando supieron la noticia, llegaron aquí en un santiamén.

—Debes comer, cielo...

Cerré mis ojos abatido. No tenía mente para comer, no podía probar un bocado sin tener ganas de vomitar.

—Omma... ¿Qué haré sin ella? — murmuré cuando sentí que toda la pena me invadía nuevamente. Ella llegó de inmediato a mi lado viéndome con lágrimas en sus ojos.

—Puedo comprender el perder a un ser querido, cielo, pero nunca he perdido a mi alma gemela. — acarició mi cabeza. Mi cabello estaba creciendo. — Así que llora todo lo que tengas que llorar, grita, sin miedo. Tu compañera ha partido y no sabes cuanto lo siento... lo siento tanto mi vida.

Sentía que ya no me quedaban lágrimas. Pero estaba muy equivocado. Al momento que llegó su funeral y debía dar mi discurso, sentía que toda la pena me invadía dejándome sin aire.

—Nari es... la mujer que siempre admiré en secreto... — comencé escuchando los llantos y sorbidos apenas comencé a hablar. Miré su ataúd y las ganas de sacarla de ese frío lugar tomaron fuerzas. — aquella mujer firme, decidida, tenaz y con un corazón de oro, así fue Park Nari. Ella me tenía a sus pies sin esfuerzo alguno y aquella noche, cuando tuvimos nuestra primera conversación me dije a mi mismo que había encontrado a la chica ideal y no me equivoqué... — tomé el pañuelo que mi padre me había brindado y limpié mis lágrimas. — teníamos toda la vida planeada. Nos casaríamos y tendríamos tres bebés, cuidaríamos de Kuromi juntos y tendríamos un gato. ¿Por qué tú, eh? ¿Por qué me tuvieron que arrebatar al amor de mi vida? — pregunté sin poder detener el llanto. Era un grifo totalmente averiado. — Ella era mi fuente de felicidad y siempre expresé que sin ella mi batería se agotaba, me sentía sin vida. Así estoy ahora que no estás aquí. Prometí que sería feliz, solo dame las fuerzas para poder hacerlo y poder seguir adelante sin ti. Te amo y te amaré eternamente. Gracias por hacerme siempre el hombre mas feliz.

Aquel treinta de abril el cuerpo de ella fue sepultado, dejándome destrozado. Ahora tendría que visitarla siempre en el cementerio, deseando que ella baje y me de un último abrazo, un último beso.

Tener una última vez juntos.

Y es que no tuve suficiente de ella. Pude haberle dicho muchos mas te amo, pude haberle entregado esas flores antes para poder apreciar su bella sonrisa, pudimos preparar una última vez el desayuno juntos. Pero todo aquello se queda en anhelos, ya que aquello no sería posible.

Nunca mas podría.

Llegar a nuestra casa fue mas difícil de lo que creí. La soledad que ahora embargaba era aterradora y abrumadora. Me quité la corbata y la lancé a un rincón, para tomar un vaso y servir whisky en él, bebiendo todo como si mi vida dependiera de aquello.

Así estuve un mes entero, en donde la depresión me estaba consumiendo. No estaba cumpliendo con mi parte del trato, Nari debe estar desilusionada de mí.

—¿Cómo puedo estar bien sin ti?

La misma pregunta sin respuesta. La misma pregunta que le hacía a aquel retrato en donde ella me salia abrazando por la espalda y sonreíamos felices, junto a una pequeña Kuromi. Extañaba a Kuro, ella es una parte de Nari, ambos la adoptamos, es nuestra, pero mi estado no me permitía cuidarla como era debido, por lo mismo los señores Park estaban a su cuidado. Jimin me llamaba siempre y de vez en cuando me visitaba.

—A mi hermana no le gustaría verte así.

Y lo sabía. Pero estaba en mi luto. No puedo dejarla ir tan fácil y era algo que me costaría, sabía que sería difícil en el momento en que recibí la noticia de que no le quedaba tanto tiempo de vida y lo confirmaba ahora. Me martirizaba pensando en que hubiera pasado si solo hubiera sido un susto y Nari estaba sana. Y el solo hecho de pensar aquello me orillaba al llanto, a la rabia y al alcohol.

Ten. No te juzgo y nunca lo haría. Todos aquí saben lo importante que es Nari para ti, yo lo sé muy bien, pero ve con aquel psicólogo. Te ayudará a entender ciertas cosas. Yo me traté cuando perdí a alguien cercano y no podía entender el porque de su partida tan repentina.

Escuché las palabras de Hara atentamente sin decirle una respuesta concreta.

Daba vueltas por la habitación sin poder conciliar el sueño, lo que estaba siendo casi habitual. Miré el closet en donde estaba toda su ropa, sus cremas, sus perfumes... todo. Desde que Nari falleció no he tocado sus cosas, pero quise abrir el pequeño cajón de su mesa de noche, encontrándome con fotos de nosotros dos y tres sobres.

Jimin; mi gran hermano mayor protector.

Padres; gracias por siempre estar.

Jungkook; amor de mi vida.

Tomé aquel sobre con mi nombre que tenía su caligrafía, tan pulcra, tan linda y con temor la abrí, encontrándome un gran texto decorado con muchos colores.

Querido... no, no, amado Jungkook;

No sabes como me cuesta escribir
esto sin botar lágrimas. Es duro,
todo esto ha sido sumamente duro para ti, para mi familia y para mí.

Saber que mi tiempo está contado me envuelve en una ansiedad y siento miedo, ¿sabes? A pesar de no ser una chica así, siento miedo. Miedo de perderte, miedo de no poder verte nunca más, pero a veces pienso con claridad y cielos... yo siempre estaré para ti, mi vida. Esté en este mundo o no, yo siempre cuidaré de ti y todo lo que te rodeé.

Hablarle al chico guapo de la escuela será por siempre lo mejor que hice, porque descubrí a una maravillosa persona. Gracias por amarme con tanta intensidad por estos seis años completos de felicidad. Eres el hombre perfecto y aunque nuestras metas se vieron truncadas por eventos desafortunados, como el maldito cáncer, quiero que logres todo lo propuesto, porque siempre tendrás a alguien dándote ánimos. Siempre me tendrás.

Escribo esto porque siento una corazonada de que pronto partiré y no me quiero ir sin antes dejarte claro cuanto te amo. Desearía poder tener mas días de vida para siempre demostrarte de todas las maneras posibles lo enamorada que estoy de ti.

Pero mi amor, no tienes una idea de cuan agradecida estoy por este tiempo, que a mi parecer fue corto, mínimo era toda la vida, pero no se podrá, así que gracias, gracias por siempre estar. Por acurrucarme cuando tenía frío, por espantar las polillas, por aquellos claveles, por Kuromi, por siempre ser. Tan único. Tan Jeon Jungkook.

Por favor, siempre se feliz.

Quiero que consigas a alguien que te ame, aunque dudo que alguien pueda amarte de la manera en la que yo lo hago, pero no tengo dudas de que si podrás encontrar a alguien que te ame sanamente, como lo mereces. Te vigilaré, mis ojos estarán siempre en ti. Así que por favor, no me llores tanto, no me recuerdes tanto, cuando yo ya no esté, déjame ir, porque siempre estaré en tu corazón.

Lo nuestro no estaba destinado para esta vida, pero quizás en una próxima nos volveremos a encontrar y podremos cumplir todas nuestras metas.

Estaré eternamente agradecida de haber coincidido contigo, mi amor. Contigo lo bonito se vuelve infinito. Te amo con cada estrella en todas las galaxias existentes.

Con amor y cariño:
tu peque ❤️.


Muchas lágrimas caían por mi rostro y no me había percatado de que había contenido la respiración al leer esto. Respiré de manera agitada sintiendo como mi corazón dolía, dolía tanto que solo pedía que me llevara. Quiero estar con ella, quiero poder abrazarla, porque nuestro tiempo fue tan corto. Me senté en el frío suelo aún con la carta en mi mano, sollozando y queriendo acabar con mi vida y este sufrimiento que no quería dejarme.

—T-te necesito aquí, peque...

Nunca pude concibir una mañana sin ella. No concibo una vida en que ella no exista.

Porque mi mundo se vino abajo con su partida y mi corazón roto no podía más. Y ella intentaría seguir, porque sé que me está viendo y sé que está sufriendo al verme de esta forma tan deplorable. Sus ojos siempre estarán en mí.

Y yo cumpliré todas mis metas para que ella esté orgullosa.

—Te amo. En una próxima vida, no volveremos a encontrar.

Fue lo último que dije, con la carta pegada a mi pecho. Sería mi tesoro mas preciado.

𝐂𝐚𝐦𝐢𝐧𝐚𝐛𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐞 y muy buen cuidado césped. Miraba a mis alrededores viendo como las familias se reunían para visitar a sus seres queridos. Y yo... no podía faltar a otro aniversario de muerte de una de las personas mas importantes de mi vida.
Aunque había algo diferente esta vez.

—Wow, ella se llamaba como yo.

Miré a mi hija con una gran sonrisa y asentí, volviendo mi vista a la lápida.

Park Nari

23/10/1997
27/04/2022

Tus familiares, amigos y conocidos jamás te olvidarán.

Diez años habían transcurrido de su muerte y no había momento en que no la recordara. Puede ser porque ella fue una de las personas que dejan huella en ti.

—Ella fue alguien importante en la vida de papá.

Volteé a escuchar a Hara a mis espaldas. Ella fue un gran apoyo en todas las etapas de duelo que tuve. Siempre dándome aliento, apoyo y cariño, tomó mi mano cuando estuve a punto de tocar fondo y no me dejó caer. Tres años pasaron para que pudiera darme una oportunidad con ella sin sentirme culpable.

Sentía que estaba engañando a Nari.

La señora Park me animó a intentarlo, Jimin también, mi psicólogo también. Y puedo decir que he vuelto a ser feliz. Siete años de relación, dos de casados y con una pequeña niña de cuatro años, que por petición de Hara, conservaría el mismo nombre de mi primer amor.

Nari. Jeon Nari.

—Creo que nos hubiéramos llevado muy bien. — respondió mi princesa, tocando la lápida de color perla y que contenía una foto de ella, sonriendo, tan hermosa como siempre.

—No tengo dudas de aquello. — asentí contento. Miré a Hara para depositar un beso en su frente. — gracias por insistir. Gracias por estar. Gracias intentar. Era un hombre roto que ya no le veía sentido a la vida, pero tu me ayudaste.

—Te amo. Y sé que en cielo Nari debe estar feliz por ti. Tienes a dos mujeres que te aman muchísimo — acarició mi mejilla. Y quizás, eso fue algo de lo que me hizo enamorarme de ella.

Siempre respetó mi duelo, nunca se apartó cuando yo seguía llorando por Nari, la incluía en cada conversación y amé ese detalle. Cuando nació nuestra hija y decidimos el nombre, ella como siempre me dejó sin palabras.

—No puede ser una niña NN, Hara. No quisiste escoger un nombre cuando estaba en tu barriga y ahora que está aquí, con nosotros, siguen sin gustarte los nombres que había escogido. — refunfuñé paseando a mi pequeña bebé quien estaba profundamente dormida.

—Quería que fuera sorpresa...

—¿El qué?

—Yo ya tenía escogido un nombre. — sonrió de manera tímida.

—¿Si? — pregunté interesado. Me senté en la camilla y la miré expectante. — anda, dilo, quiero oírlo.

—Nari... — mi sonrisa se borró de inmediato para darle paso a la conmoción. Miré hacia el lado intentando ahuyentar las lágrimas que estaban acumuladas en mis ojos para que Hara no se diera cuenta, pero fue imposible. — Jeon Nari. ¿Qué te parece?

Miré a mi hija, quien tenía agarrado mi dedo índice y seguía dormida. Asentí, sintiéndome de pronto feliz. Y no sé porque pude sentir que Nari también estaba feliz, observándonos.

—Me encanta. Un bello nombre para una bella niña.

—Te amo, mucho. Las amo. — me agaché a la altura de mi pequeña niña. — ella fue alguien sumamente importante en mi vida y a quien no pienso olvidar nunca. Porque para mí, muere quien olvida y yo jamás olvidaré a Park Nari.

—Debió ser triste para ti perder a alguien querido, ¿verdad, papi? — me miró con esos ojos tan expresivos, tan idéntica a mí.

—Verdad. Ahora, ¿por qué no vas con mami a comprar un helado? Yo iré enseguida. — ella asintió de manera efusiva para tomar la mano de su madre, quienes con una sonrisa caminaron hasta el estacionamiento. Suspiré con fuerza y me senté en el pasto, como cada vez que venía a visitarla y dejaba los claveles en su lápida.

—Otro año mas desde que dejaste el mundo terrenal. — comencé mi discurso — hablé con tus padres, ellos vienen en la tarde a verte. Jimin llegaba hoy de Estados Unidos, sabes que nunca faltaría a un aniversario y cumpleaños tuyo... — carraspeé levemente — gracias por siempre cuidar de mí. A veces puedo sentir que estás, no sé, es algo loco o quizás efectivamente si me quieras asustar — reí. Es liberador que ahora pueda hablar sin llorar. Lo había superado y sé que Nari estaría bien y orgullosa con eso. — por favor, nunca dejes de cuidar de nosotros, ¿si? Sé que todo lo que he logrado es porque me has ayudado tú. Primera vez que traigo a Nari aquí y de sintió muy bien poder hacerlo. — me puse de pie limpiando restos de pasto que podría tener mi ropa y lancé un beso a su lápida y al cielo, como siempre acostumbraba hacer. — algún día nos volveremos a encontrar, mi peque.

Y era así. La vida era tan impredecible, todo cambia en un segundo. Lo que hoy creas que es cierto, quizás mañana ya no lo sea. No hay que aferrarse a nada y hay que disfrutar de cada cosa, cada oportunidad que se presente. Sé que volvería a encontrarme con ella, lo haría.

Porque yo ya tenía treinta y seis, pero ella siempre tendría veintiséis.

Comencé a caminar hasta el estacionamiento para encontrarme con las dos mujeres de mi vida, para ir por ese helado al que cada sábado íbamos.

La vida me sonrió nuevamente. Y yo ahora volví a ser feliz.

Y solo podía pensar en algo;

Gracias por tanto, Nari.

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