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ᴅᴇᴄɪᴍᴏsᴇ́ᴘᴛɪᴍᴏ ➳ ❝ ᴇʟ ᴀᴍᴏʀ ᴀ ᴠᴇᴄᴇs ᴅᴜᴇʟᴇ ❞

Sentía mis ojos arder ante el hecho que nunca quise que sucediera.

Con todas mis fuerzas quise que este día se retrasara, o que nunca hubiera llegado, pero eso era algo imposible, no se podía tapar el sol con un dedo.

Ella lo amaba a él y no se podían cambiar los hechos.

Se veía feliz, con una enorme sonrisa en su rostro por el que era el mejor día de su vida. Mi dedo se iba sin querer al click de la cámara en cada oportunidad que ella saliera frente, luciendo preciosa sin esfuerzo alguno.

—¡Jungkook, ven aquí!

A lo lejos escuché la voz de mis amigos, sacándome de mis pensamientos que me atormentan en cada oportunidad que tienen y suspiré con fuerza, para caminar en dirección a ellos.

—¿Qué pasa?

—También queremos que nos saques fotos. — se quejó el peligris, poniendo mala cara. — sé que la protagonista es la novia, pero creo que le gustaría ver que sus amigos la pasamos muy bien el día de su boda.

Y caí en cuenta que lo que decía Namjoon tenía sentido.

Creo que de las trescientas fotos que he sacado desde el momento de la ceremonia, hasta la celebración en la gran mayoría aparece Eunjin.

—Eso no es cierto. — mentí. — he tomado muchísimas fotos. De todo y de todos.

—Entonces muéstralas. — Jeonghan movía sus cejas de arriba hacia abajo, claramente jugando conmigo.

No es un secreto para ellos que he estado perdidamente enamorado de Eunjin desde que éramos unos críos jugando a las escondidas y hasta se compadecian de mí. Estar en mi lugar justo ahora era malditamente horrible.

Dolía mi pecho de una manera feroz.

—Vayanse a la mierda. — les enseñé el dedo de en medio sin que nadie mas se percatara, haciéndolos reír a todos.

Como fotógrafo oficial del evento no podía estar demostrando tales actitudes.

—Aquí está mi fotógrafo favorito.

Volteé cuando sentí unas finas manos tocando mi hombro y ahí estaba, un ángel caído del cielo. Su vestido blanco perfectamente hecho a su medida, con toques de piedras finas incrustados en él, haciendo que brille mucho más de lo que hace su sola presencia. Su peinado tan pulcro en donde reposaba su velo y en su hermoso rostro maquillado de la mejor forma caían dos mechones, que eran su sello.

Peinado que traía, debían estar sus dos mechones.

—Aquí estoy. — sonreí embobado, sonrisa que fue disminuyendo al ver acercarse a Mingyu, su ahora esposo. — ¿necesitan algo chicos?

—Sí. — asintió eufórica. — queremos una foto con la familia de Mingyu, ¿será posible?

—Claro. Para eso estoy aquí el día de hoy.

—Estás aquí para ser mi compañía. Eres mi mejor amigo, debías estar presente en un día tan importante para mí.

Sonreí falsamente, sintiendo aquel nudo en la garganta que no me había abandonado desde que la vi caminando por el altar. Y es que es duro saber que nunca me arriesgué lo suficiente, que por mi cobardía y el miedo las cosas no pudieron cambiar.

Solo debía resignarme a ser el mejor amigo.

—Lo sé, tonta. Pero que me dieras esta oportunidad de demostrar mis habilidades para mí es super importante. — fui sincero. Estaba en mi último año de fotografía y tener momentos así antes de graduarme expandía mi curriculum.

—Y serás bien recompensado, te lo aseguro. — guiñó un ojo Mingyu. Era el idiota con mucho dinero que no dudaba ni por un segundo en gastar para hacer felices a otros.

—Había hablado con Eunjin que el dinero no era necesario. Lo hago por ella, es su día. — mis palabras salieron tan rápido, sin tener el tiempo de retener nada. Ella sonrió abiertamente, en cambio él levantó una ceja, sonriendo de manera burlona.

—Claro, por ella.

Un silencio incómodo se formó, hasta que Eun lo rompió cuando me indicó que fuera con ellos para sacar la fotografía. Eran bastantes personas, y entre ellos, había una mujer envuelta en un vestido azul adornado con rosas que resaltaba entre la multitud, parecía una aparición celestial en medio de todo este bullicio. Su belleza era indiscutible, con rasgos suaves y una elegancia natural que la destacaba entre la multitud.

De manera instintiva, mi mano buscó mi cámara y, sin pensarlo dos veces, comencé a enfocar su rostro. Cada clic del obturador era como un intento desesperado de capturar la esencia de su gracia y encanto, mientras ella continuaba hablando con una señora que estaba a su lado, ajena a mi presencia.

Su cabello tenía ondas, y su sonrisa, aunque inadvertida para mí en ese momento, parecía iluminar todo a su alrededor. A medida que seguía capturando imágenes, me di cuenta de que estaba presenciando algo especial, algo que trascendía lo cotidiano.

Luego de que la mayoría de las fotos fueran de Eunjin, ella logró ser el foco de mi atención justo en este momento.

Estaba enfocando cada detalle y cuando estaba a punto de dar clic a otra fotografía, pude notar un leve cambio en su expresión que me hizo levantar la mirada. Nuestros ojos se encontraron en un instante, y una chispa de sorpresa iluminó su mirada. Por un momento, nos quedamos observándonos el uno al otro y la curiosidad se reflejaba en su rostro, mientras yo, un tanto avergonzado por ser descubierto, sostenía la cámara con algo de nerviosismo.

Sin embargo, en lugar de alejarse o enojarse, la chica respondió con una sonrisa juguetona. Con un gesto de complicidad, posó para mí de manera espontánea, como si estuviera disfrutando del pequeño juego que se había creado entre nosotros. Sus ojos brillaban con una luz traviesa, y su pose radiaba una energía contagiosa. Capturé cada gesto, cada sonrisa, cada destello de su encanto, mientras ella continuaba posando con gracia y alegría. 

—Jungkook, ¿qué haces? Estamos esperando la fotografía, tontito.

La suave voz de Eunjin me hizo volver a la realidad.

A la horrible realidad.

—Oh, si, si, lo siento mucho, me distraje un momento.

Aclaré mi garganta para fijarme en el tumulto de gente que había frente a mí. Era una familia demasiado numerosa y en una esquina, mas alejada que dentro del círculo, estaba ella, la chica divertida y fotogénica.

Me alejé un poco mas para lograr tomas perfectas y que nadie quedara fuera. Tomé muchas que llegué a perder la cuenta y cuando finalicé, vi a la chica caminar en mi dirección. Apreté mi cámara, no sabiendo como actuar, no sabiendo que decir.

—¿En alguna oportunidad podré ver todas las fotos que me tomaste?

A pesar del nerviosismo que me invadía, una sonrisa tímida se dibujó en mi rostro al escuchar su pregunta. Me sentí aliviado de que no hubiera tomado mi intento de fotografiarla como una intrusión, sino más bien como un gesto de admiración hacia su belleza.

—No tengo problemas en mandarlas, puedes dejarme un correo y las envío cuando termine de editar. — respondí luchando por mantener la compostura, dando la respuesta con absoluta confianza.

—Mmh, me parece mejor que me las envíes tomando un café.

¿Estaba interesada en continuar la conversación más allá de este encuentro casual? Rasqué mi oreja y decidí seguirle el juego.

—Uh, no me gusta el café, ¿qué opinas de salir a comer algo?

—Amo las hamburguesas, me puedo apuntar con una si gustas.

—Eso se oye muy bien.

—Soy Jiwoo. — estiró su mano, la cual tenía joyas en sus finos dedos y en su muñeca. — Kang Jiwoo.

A medida que la conversación avanzaba, la atmósfera se cargaba con un sutil juego de coqueteo. Aunque no estaba incómodo, me sentía algo extraño por estar experimentando esto, ya que a lo largo del tiempo, me he encontrado encerrado en una burbuja de esperanza con respecto a Eunji. A pesar de las oportunidades de conocer nuevas personas, me he privado de esas experiencias, aferrándome a la esperanza de que algún día Eunji pueda verme de una manera diferente.

Por primera vez en mucho tiempo, mis pensamientos sobre mi mejor amiga quedaron en segundo plano mientras mi atención se centraba en esta nueva persona que había conocido hace tan solo unos momentos atrás. La conversación fluía como si nos conociéramos de toda la vida, encontrando esa situación algo sorprendente.

Su risa era contagiosa, sus historias intrigantes y su compañía refrescante.

—Veo que conociste a Jiwoo...

Giré mi cabeza al escuchar la voz de Mingyu a mis espaldas. Su semblante era divertido y pude notar como de manera rápida se formaba una tensión algo extraña.

—Sí, es alguien muy simpática. — respondí con simpleza, no queriendo darle mas atención de la debida.

—Oh, es que ella es experta es hacerse la simpática, pero es una pequeña demonio. — soltó una risa con gracia. Y no pude captar muy bien si lo decía bromeando o totalmente enserio.

—¿Cuál es tu maldito problema, eh? — inquirió la castaña, totalmente furiosa. — ya lograste lo que querías, te casaste y sigues queriendo romper las bolas a tu propia familia...

¿Qué quizo decir con esas palabras? ¿Lograba algo Mingyu casándose con Eunji?

—Pero que humor, ya veo el porqué nadie te da la hora. Cambia tu actitud si no quieres quedarte sola el resto de tu pobre vida. — su rostro estaba serio al decir todas esas palabras, para finalmente soltar una risa nasal y caminar en dirección al centro de la pista.

Observé a Jiwoo un momento y pude notar un cambio sutil, apenas un leve brillo en sus ojos, pero lo suficiente como para hacerme saber que no estaba bien. Por un momento, me quedé sin palabras y más por como fue tratada por ese imbécil.

¿Qué se creía ese gran idiota?

—¿Qué problema tiene para sentirse superior al resto? — pregunté totalmente molesto.

Logró quitarle su sonrisa en tan solo unos segundos.

—Siempre se ha sentido superior a todos por tener mas dinero, mas estudios. Es el típico egocéntrico que si le cuentas que fuiste a Busan para estar un momento en la playa, él te dice que fue a Santorini a bañarse en el mar Egeo. — su ceño se mantenía fruncido y pude darle la razón en eso. En lo poco y nada que he compartido con él (que fue prácticamente porque Eunji me obligó) se puede notar con creces su aire de superioridad. — lo detesto. Todos en la familia lo santifican y endiosan, es tedioso...

—En algún punto a él se le caerá su careta. Tú sigue siendo como eres, tal cual.

Y creo que mis palabras lograron subirle un poco el ánimo, porque me volvió a sonreír abiertamente y no puedo negar que tal acción provocó que me quedará observándola mas tiempo de lo debido.

Era una chica sin duda extraordinaria.

—¿Te gustaría salir después de esto?

—¿De esto? — pregunté ladeando la cabeza. — ¿después de la fiesta?

—Sí. Estar aquí me agobia, podemos ir a comer una hamburguesa y hablar de la vida, creo que eso sería mil veces mas divertido que seguir en este lugar... — mi vista nuevamente fue a Eunjin, observé cómo su rostro se iluminaba con una sonrisa radiante, cómo sus ojos brillaban con felicidad mientras compartía momentos con el amor de su vida. Era evidente que estaban disfrutando plenamente de cada instante juntos, sumergidos en la dicha de este nuevo capítulo como esposos. — y quizás para que me cuentes que sucede con ella.

Giré mi cabeza espantado por sus palabras.

—¿Q-qué? No sucede nada, es mi mejor amiga...

—¿Por qué te pones tan nervioso? Tranquilo, yo no juzgo a nadie, tú puedes contarme absolutamente todo y así te puedes desahogar, veo que te hace falta. — guiñó un ojo mientras se alejaba lentamente en dirección a su familia.

Suspiré para volver a mi trabajo. Tocaba la hora del vals de los novios y yo debía capturar todos los momentos mágicos de su presentación.

Maravilloso.

La idea de abandonar este lugar que me estaba haciendo daño comenzó a tomar forma. Era una sugerencia tentadora, liberarme de este entorno tóxico que estaba socavando mi paz mental y mi bienestar emocional. Pero al mismo tiempo, un peso pesado se posaba en mi corazón al considerar la posibilidad de dejar sola a Eunji en este día tan importante para ella.

—¿Qué sucede?

Me sobresalté al escuchar la voz de mi amigo a mis espaldas. Solté un suspiro lastimero.

—¿Crees que deba salir de aquí?

Me analizó y analizó mis palabras para lentamente caer en la realidad de lo que significaban.

—¿Quieres eso?

—Hay una chica muy preciosa que me invitó a comer hamburguesas — confesé aún apuntando en dirección a ellos. Cada paso armonioso, cada risa compartida, era como una puñalada directa a mi corazón. — la idea de salir de aquí es tentadora, pero no quiero dejar a Eunjin y...

—Eunjin ya tiene a alguien, Jungkook. Ella no está sola. — Namjoon nunca ha sido suave para decir las cosas y eso solo avivaba mi malestar. Mis manos se cerraron con fuerza, mis nudillos blancos por la tensión mientras luchaba por contener la tormenta de emociones que se desataba en mi interior. — Sé que es tú mejor amiga, pero has hecho mucho trabajando gratis aquí. Ve a divertirte un rato, mereces eso.

Poco a poco, la dura realidad comenzaba a abrirse paso en mi conciencia: Eunjin tenía su propia vida, su propio camino, y yo, poco a poco, dejaría de ser una parte importante de ella. Era un hecho difícil de aceptar, pero inevitable.

Cerré mis ojos para bajar mi cámara y palmear el hombro de mi amigo, para darme la media vuelta y comenzar a buscar a Jiwoo.

La vi sentada sin expresión en su rostro, mientras toda su familia miraban enternecidos la gran escena del baile, ella se mantenía seria. No estaba disfrutando en absoluto esto y era mutuo.

—Te veo muy aburrida, ¿crees que las hamburguesas te animen?

Se sorprendió al escuchar mis palabras y con un gesto rápido pero decidido, Jiwoo asintió con fervor, como si estuviera completamente de acuerdo con lo que había preguntado. Sus ojos brillaban con una luz propia, reflejando la emoción que sentía en ese momento.

—Por favor sácame de aquí.

Reí para extenderle mi brazo, que tomó sin pensarlo tanto y caminamos hasta la salida del lujoso hotel. No podía mentir, aún tenía un sentimiento de culpabilidad dentro de mí, pero no estaba haciendo nada malo.

¿Verdad?

Jiwoo y yo llegamos a un lugar bastante concurrido en donde se vendían hamburguesas desde la más simple, a las gigantesca. El ambiente bullicioso y animado era una pequeña distracción  de mis preocupaciones y me sorprendió gratamente lo fácil que era conversar con ella.

El tema de conversación nunca moría. Su personalidad chispeante y sus ocurrencias divertidas me sacaron más de una carcajada. En medio de la multitud, me encontré disfrutando de su compañía de una manera que no había imaginado. Me reí tanto que casi olvidé por completo mis inquietudes y preocupaciones.

—¿Me vas a contar que sucede con Eunji?

Tomé una servilleta para limpiar los restos de comida y apoyé mi espalda en la silla, no sabiendo muy bien como comenzar.

—Ella fue la primera persona que estuvo conmigo cuando llegué a esta ciudad cuando apenas tenía ocho años. — sonreí al recordar eso. — vivía a cinco casas de la mía y desde que me vio bajar del vehículo de mi padre, ella corrió para presentarse muy emocionada. Yo era tímido, muy tímido, en Busan no tenía amigos y creo que desarrollé alguna fobia social, me aterraba la idea de compartir con otros niños, con otra gente, pero ella seguía firme en conseguir mi amistad, hasta que lo logró...

Jiwoo me miraba de manera expectante, invitándome a seguir hablando.

» — salíamos juntos a jugar, nos íbamos juntos a la escuela, espantaba a las otras niñas diciendo que ella era mi mejor amiga y futura novia, algo que provocó que las primeras mariposas comenzaran a revolotear en mi interior... — respiré profundo para soltar una pequeña risa. — me comencé a enamorar al crecer juntos, al compartir tantos momentos. Intenté centrarme en otras chicas cuando la adolescencia llegó a mí. Ella salía con chicos, pero se enojaba si yo salía con chicas, ¿eso eran celos? Estaba tan confundido con sus actitudes. — recordar esos momentos aún dolían. — ¿podría hacer que Eunjin se enamorara de mí? Comencé a imitar a los chicos con los que ella acostumbraba a salir, para ver si yo podía llamar su atención, dejé de ser yo mismo para gustarle, pero nada de eso sucedió. Sentí en un momento que perdí mi propia identidad por tratar de alcanzar estándares que nunca tendría. Pero, a pesar de saber que lo hacía estaba mal, no me detenía, teniendo mi orgullo aún mas pisoteado...

No me di cuenta que mi voz estaba saliendo tan triste, hasta que sentí una mano en mi hombro con suavidad, como indicando que todo estaba bien.

—Las personas no se dan cuenta de lo que tienen en frente. No es que tú no valgas, Jungkook. Me he dado cuenta en este corto lapso del increíble ser humano que eres. Quizás ella no pudo verlo, pero eso no cambia quién eres. — se encogió de hombros. — A veces, el destino tiene otros planes para nosotros, planes que aún no podemos ver.

Fruncí el ceño ante su respuesta.

—¿Crees en eso? ¿En el destino?

—Creo que la vida tiene una manera de llevarnos a donde necesitamos estar. Puede que no sea con ella, pero eso no significa que no hay alguien por ahí que verá todo lo increíble que eres y lo valorará.

Su voz suave y comprensiva disolvió poco a poco el nudo de angustia que me apretaba el pecho. Sentí cómo la tristeza y la desesperación se desvanecían lentamente, reemplazadas por una sensación de alivio y de calidez. Después de ese momento de sinceridad, la conversación fluyó hacia temas más triviales. Jiwoo comenzó a contarme sobre su vida, revelando facetas de su personalidad que no conocía. Me habló de la presión constante por no ser menos que sus primos, una carga que llevaba como una sombra, incrementando su nivel de estrés. Era fácil ver que detrás de su apariencia tranquila, había una batalla interna que libraba cada día.

También me contó que estudiaba veterinaria y que amaba a los animales. Sus ojos brillaban con una pasión innegable mientras describía su sueño de abrir un refugio para animales abandonados o maltratados. La manera en que hablaba de su sueño me hizo prestar más atención, y me encontré cautivado por su dedicación y ternura. A medida que continuaba hablando, mi enfoque se trasladó desde sus palabras a su rostro. Observé sus facciones delicadas, la suavidad de su piel bajo el resplandor del sol, y cómo su expresión se iluminaba con cada palabra. Había algo etéreo en ella, una belleza sutil que se hacía más evidente con la luz del atardecer.

Sus labios se movían con gracia, formando palabras que parecían flotar en el aire, mientras sus ojos reflejaban la luz dorada del sol, haciéndola parecer casi irreal. Me di cuenta de que estaba concentrado en cada detalle de su rostro, admirando la armonía de sus rasgos y la serenidad que emanaba.

Es preciosa.

Jiwoo esa tarde había compartido una parte de su alma, y yo, sin darme cuenta, había comenzado a verla bajo una nueva luz.

—¿Realmente es buena idea tomarme fotos en este espacio tan... abierto? — preguntó mirando a su alrededor al ver a las personas caminar cerca de nosotros.

Han pasado cuatro meses desde aquella tarde en donde nos conocimos un poco más, y en ese tiempo, Jiwoo y yo nos hemos vuelto muy cercanos. Nuestra amistad ha crecido con cada conversación, cada risa compartida y cada secreto confiado. Ella ha traído una chispa de alegría a mi vida, y me he dado cuenta de cuánto me gusta su compañía.

Hoy nos encontramos nuevamente en el parque, un lugar que parece haberse convertido en nuestro refugio común. Le pedí que fuera mi modelo para un proyecto de fotografía de la universidad, y ella aceptó sin pensarlo dos veces. Jiwoo es así, siempre dispuesta a ayudar y a apoyar mis ideas.

La luz del atardecer bañaba el parque en tonos cálidos, y mientras ajustaba mi cámara, no podía evitar admirar su disposición y naturalidad. Luego de estar tímida en un comienzo, había agarrado confianza. Se movía con gracia, su risa resonando en el aire mientras posaba sin esfuerzo. Ella era un sol, irradiando una energía positiva que hacía que todo a su alrededor pareciera más brillante.

—¿Así está bien? —preguntó, con una sonrisa juguetona mientras se colocaba frente a la cámara.

—Perfecto. —respondí, capturando el momento con una sonrisa. Su expresión sincera y la luz dorada del atardecer se combinaban para crear una imagen que reflejaba su verdadera esencia.

—¿Jungkook?

Alejé mi cámara cuando escuché aquella voz en mis espaldas. Me detuve, sintiendo un extraño nudo en el estómago y giré despacio para encontrármela de frente, con una sonrisa radiante que iluminaba su rostro. Desde que Eunjin se casó, me había alejado un poco de ella. No porque nuestra amistad no importara, sino porque sabía que no era sano para mí seguir tan cerca como lo habíamos estado antes. Ella seguía siendo mi mejor amiga, pero su matrimonio había cambiado todo.

—Eunjin, qué sorpresa verte por aquí —dije, intentando sonar casual mientras mi corazón latía con fuerza.

Ella caminó rápido a mi dirección para abrazarme y aunque fue un gesto sencillo que antes hacía comúnmente, ahora llenó de una extraña melancolía. Sabía que debía mantener cierta distancia, por el bien de mi propio corazón. Ella tenía una nueva vida ahora, una vida en la que yo no podía ocupar el mismo lugar de antes.

—¿Por qué ya no contestas mis mensajes ni mis llamadas? Eres malo, tengo tanto que contarte y... — dejó de hablar lentamente para reparar en la persona que estaba detrás de mí. — veo que estás ocupado.

—¡Hola!

Apreté mis labios para no reír ante la efusividad de Jiwoo.

—Es un trabajo para la universidad, le pedí amablemente que fuera mi modelo, ya sabes...

—¿Por qué ya no me lo pides a mí? Yo era tu modelo y me encantaba serlo. — cruzó sus brazos con evidente molestia, lo cual me hizo levantar una ceja.

—Porque tú ya tienes tu vida, Eun. Sabes que nuestra amistad es valiosa, pero no puedo estar metido en tu casa como lo hacía antes, ya no vives sola, estás casada. — expliqué sintiéndome confundido de su actitud. — además, Jiwoo no tuvo problema, no te preocupes...

—Veo que me cambiaste con mucha facilidad.

—No entiendo tu molestia.

Realmente no lo comprendía. Me alejé por bienestar mental, estaba casada y su esposo siempre me tuvo odio porque yo era lo estupidamente idiota al no poder disimular el amor que sentía por ella.

Sentía.

¿Por qué tuvo que cambiar todo tan drásticamente? No lo entiendo Jungkook. Eres mi mejor amigo, la persona que siempre estuvo ahí para mí y ahora solo me evitas, me duele que hagas eso...

—Seguimos siendo amigos, pero ahora con un poco de cambios. ¿Qué pensaría tu esposo si voy a plena mañana a tú casa para preparar el desayuno? — pregunté sonriendo para ahuyentar la incomodidad. Y es que habitualmente iba a la casa de Eun para hacerle el desayuno, me gustaba despertarla con comida y soñaba con casarme con ella para seguir aquella tradición.

¿Por qué hablas en pasado?

Negué de forma rápida ante mis pensamientos intrusivos. Ella abrió su boca para responder, pero una voz masculina la interrumpió.

—Golpearía tu trasero para echarte a patadas.

El sonido de la voz de Mingyu me hizo rodar los ojos con fastidio. El esposo de Eunjin se acercó a ella con la actitud posesiva de siempre, como si estuviera marcando territorio. Sus palabras insulsas me hicieron apretar los dientes, conteniendo el impulso de responder con igual sarcasmo.

¿Golpear mi trasero? Que lo intente, para ver si sale ileso.

—Tanto tiempo, Jungkook, debo admitir que me costó acostumbrarme a que no estés pegado como lapa a mi esposa. — rió con evidente burla. — ¿Jiwoo? — escuché su voz, llena de una falsa camaradería que me resultaba repugnante.

Sabía que ella estaba a unos metros de distancia, sola y probablemente incómoda con la situación. No quería que se viera involucrada en este espectáculo, menos con alguien como él, que parecía disfrutar humillándola cada vez que podía.

—Mingyu... —murmuró Jiwoo, acercándose lentamente hacia mí y tomando mi brazo. Sabía que ella detestaba estar cerca de él, pero también sabía que era miembro de su familia y que no podía evitar estos encuentros desagradables.

—La solterona y fracasada Jiwoo, ¿cómo es que no dijiste que tenías novio? Esto merece una celebración, ¿no amor? — se dirigió a Eun, con una sonrisa tan falsa que solo lograba avivar la llama que ardía en mi interior.

Lo odiaba.

—El imbécil de Mingyu, ¿por qué siempre sale basura de tu boca? —respondió Jiwoo, claramente molesta.

—Eso significa que en la próxima reunión familiar lo presentarás, ¿verdad? ¿O es otra de tus mentiras de un novio falso?

—Yo no...

No pude soportar que siguiera humillándola de esa manera. No podía dejar que él se saliera con la suya una vez más. Necesitaba defenderla, mostrarle que no estaba sola en esto.

—Llevamos dos meses siendo novios, y puedo decir que es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo —interrumpí, abrazándola por los hombros y atrayéndola hacia mí. Sentí cómo su cuerpo se relajaba ante mi contacto, y su mirada se encontró con la mía en un instante de complicidad—. Jiwoo es la mejor mujer del mundo, y estoy infinitamente agradecido de haberla encontrado el día de su matrimonio.

Noté cómo la expresión de Eunjin cambió, su semblante endureciéndose ante mis palabras. Jiwoo simplemente me miraba, absorta, pero podía ver la gratitud brillar en sus ojos. Había tomado una decisión, y aunque sabía que las cosas podrían complicarse más, no podía permitir que la humillen cada que tienen oportunidad.

—¿Quién lo hubiera pensado? Jiwoo teniendo novio, esto es increíble. — seguía riéndose, con evidente regocijo. No entendía que era lo gracioso o quizás estaba feliz de que yo tuviera "novia" y ya no tenga sentimientos por su mujer.

—Bueno, debemos irnos... — hablé tomando la mano de mi novia falsa. — tenemos una cita dentro de poco.

—Claro. Vayan. Nos vemos en la reunión familiar.

—Seguro — guiñé un ojo. —. Adiós, Eunjin. Que estés muy bien.

—Jungkook... — me quedé en silencio esperando que quería decirme. Su mirada simplemente ya no era la misma. — no dejes de responder tu celular, me preocupas, tonto. — sonrió, pero creo que solo yo pude ver que su sonrisa era demasiado falsa. — cuídate mucho, ¿sí? Nos estamos viendo...

—Claro. Te lo recuerdo, tonta, seguimos siendo amigos. — froté sus cabellos como lo hacía siempre y eso provocó que me diera una pequeña sonrisa.

Caminé de la mano con Jiwoo alejándonos cada vez más y sintiendo que mi corazón iba a explotar por todo lo sucedido. Ni sabía donde se dirigían mis pies, como si tuvieran vida propia y no fue hasta que Jiwoo frenó, es que pude volver un poco a la realidad.

—¿Estás bien? — su voz salió tan dulce que me quedé admirándola.

Mi corazón seguía latiendo con una fuerza descomunal, resonando en mis oídos como un tambor frenético. El encuentro con Eunjin y Mingyu había sido extremadamente incómodo, y aunque no quería admitirlo, su presencia me había alterado más de lo que esperaba.

—Sí, solo... solo necesito un momento. —respondí, tratando de estabilizar mi respiración. Era un idiota.

Ella no dijo nada más, pero no necesitaba hacerlo. Su presencia, su toque, eran suficientes para anclarme al presente y alejarme del torbellino de emociones que Eunjin había desatado. Con cada segundo que pasaba, sentía cómo la tensión en mi cuerpo disminuía, reemplazada por una sensación de paz.

Mis pensamientos hacia Eunjin eran en pasado, ¿por qué me tuvo que alterar tanto su encuentro? No lo comprendo.

—Gracias. —dije finalmente, tomando su mano y apretándola con suavidad. Ella era tan buena, tan increíble.

—De nada... pude notar que ella sigue siendo tu punto débil y créeme que no es necesario que finjas por mí — se alejó unos centímetros de mí, para abrazarse a sí misma. —. No es que no quiera tener novio, ¿sabes? Solo... nadie ha llamado suficientemente mi atención. Siempre he sido considerada extraña para muchos, por mi forma de ser, por mi estilo de vestir, por mis gustos musicales o simplemente porque me guste coleccionar muchas cosas que son raras para otros...

El estilo de Jiwoo es de chica totalmente oscura, una contradicción fascinante con su personalidad. Porque aunque viste como si fuera una figura gótica de un sueño oscuro, ella es como un arcoíris en su interior: llena de vida, alegría y colores vibrantes. Esa contradicción entre su apariencia y su esencia es parte de lo que la hace tan única y encantadora.

—¿Raras?

—Amo coleccionar figuras, ahora estoy con my melody y los personajes de jujutsu kaisen. — respondió con simpleza, logrando que ahogara una risa.

—Wow, muy buen animé.

—¿Te gusta?

—Claro, cuando estoy en mi tiempo libre veo mucho animé y leo muchos mangas, también colecciono, así que no es extraño para mí.

Su semblante se iluminó al instante, sus ojos se abrieron con sorpresa y alegría. Era como si, por fin, alguien comprendiera sus gustos y no la tildara de loca por su pasión de coleccionar figuras.

—A veces, la gente no entiende por qué nos apasionamos tanto por nuestras colecciones, pero es algo que nos hace felices, ¿verdad?

Asentí en respuesta, volviendo a sentirme bien conmigo mismo. Jiwoo comenzó a hablar con más detalle sobre sus figuras favoritas, y yo compartí historias sobre cómo había conseguido parte de mis tomos. Y es aquí, en donde afirmaba mi deseo por ayudarla.

—Te ayudaré y saldrá todo bien. Haremos que ese idiota se trague sus palabras, te lo aseguro.

Ella me miró y asintió no muy convencida. Pero a veces, yo podía actuar muy bien, nadie sospecharía nada.

Y así fue, habían pasado dos semanas desde que Jiwoo y yo comenzamos a prepararnos para nuestro falso noviazgo. Habíamos aprendido absolutamente todo el uno del otro, desde detalles insignificantes hasta los secretos más profundos, todo para hacer nuestra farsa lo más creíble posible. Y ahora, había llegado el día de presentarme ante su familia.

Ella se vistió de una manera mas sobria. Llevaba un vestido en tonos cálidos, que resaltaba su belleza de una forma distinta, y su maquillaje era sutil, resaltando su rostro sin ser extravagante. Yo, por otro lado, opté por un atuendo más cómodo y casual. No sentía que su familia mereciera el esfuerzo de verme tan producido.

Cuando llegamos a la casa, pude notar que Jiwoo respiraba con dificultad, claramente nerviosa por lo que estaba por venir. Su mano temblaba ligeramente cuando ajustaba la correa de su bolso.

—Ey, todo saldrá bien. —le dije, tomando su brazo en un intento de tranquilizarla.

Ella me miró, sus ojos reflejando una ansiedad tremenda.

—Sé que ellos harán de esta reunión algo incómodo y harán muchas preguntas. Si te sientes abrumado, solo dime, ¿sí? —su voz era suave, pero inquietante al mismo tiempo.

—Agradezco tu preocupación, pero yo estaré bien. —le respondí con una sonrisa confiada—. Entremos y demos la mejor actuación de nuestras vidas.

Con un último suspiro, Jiwoo asintió y juntos cruzamos la puerta de la casa. El interior estaba decorado con elegancia, y el murmullo de conversaciones familiares llenaba el aire. La tensión en su familia era palpable desde el momento en que nos vieron entrar.

—¡Jiwoo, Jungkook! —exclamó una voz conocida. Era Mingyu, con esa sonrisa sarcástica que tanto me irritaba. A su lado estaba claramente Eunjin, quien tenía una copa de vino en su mano. Me dio un leve asentamiento de cabeza y mi respuesta fue imitarla.

Nos acercamos y, como era de esperar, las miradas inquisitivas comenzaron a posarse sobre nosotros. La madre de Jiwoo fue la primera en hablar, su tono amable, pero sus ojos escrutadores.

—Así que, finalmente conocemos al famoso novio de Jiwoo —dijo, extendiendo su mano. — aunque ya te habíamos visto, ¿no?

—Sí, en la boda de Mingyu y Eunjin, fui el fotógrafo. — expliqué con una media sonrisa.

—¡Oh, cierto! Las fotos estuvieron espléndidas. — argumentó una señora que quizás sea tía de ella.

—Gracias, debía hacer el mejor trabajo posible. Se casó mi mejor amiga con el amor de su vida.

—¿Mejor amiga? Aigoo, ya mi memoria me había fallado. — mi falsa suegra golpeó con sutileza su frente. — Eunjinie, él si hizo un gran trabajo, ¿verdad?

—Él será el mejor fotógrafo, imo.

Sonreí agradeciéndole sus palabras y volví mi vista a la chica a mi lado que aún seguía muy nerviosa. Si estaba tan tensa, no dudarían en sospechar. Se mantuvo cerca de mí, su presencia a mi lado dándome la fuerza necesaria para enfrentar lo que venía. Las preguntas empezaron a llover, algunas curiosas, otras claramente con la intención de ponerme incómodo. Pero gracias a las dos semanas de preparación, respondí con soltura, cada mentira bien ensayada y convincente.

Pasamos a la mesa en donde había muchísimas cosas para comer, desde diferentes carnes, diferentes verduras salteadas y mucho arroz.

—Jiwoo eructa mucho, así que no te asustes cuando lo haga. — la señora Kang me informó cuando estaba sirviendo en un plato. Escuché risas alrededor y me removí incómodo.

—Cierto, es una cerda.

—No tiene ningún respeto por nadie.

—No me importa, yo también lo hago. Quizás hagamos un musical. — respondí de forma tranquila, mientras tomaba los palillos entre mis dedos.

Mi falsue (falsa suegra) me observó curiosa, dejando el ambiente en un silencio sepulcral.

—¿Encuentras bonito algo así? — preguntó Mingyu enarcando una ceja. Eunjin apretó sus labios y dio el primer bocado de carne.

—No es una acción que haga que mi amor disminuya. Me enamoré de su forma de ser y eso incluye todas sus facetas, ¿tú no amas todas las facetas de Eunjin? — él, siempre rápido para replicar con algún comentario mordaz, abrió la boca, pero la cerró de inmediato, incapaz de encontrar una respuesta adecuada. — Cuando uno ama a alguien, lo ama siempre—dije, mi voz firme pero suave—. La ama cuando está feliz, cuando está triste, enojada, avergonzada... absolutamente en cada una de sus facetas. El amor verdadero no es solo aceptar las partes bonitas de alguien —continué, sin apartar la mirada de Mingyu, cuyo rostro había perdido algo de su arrogancia—. Es estar ahí en los momentos difíciles, en los momentos en que la persona está más vulnerable. Eso es lo que hace que el amor sea real y valioso.

Mis palabras no estaban alejadas de la realidad. Aunque el noviazgo con Jiwoo era fingido, lo que había dicho tenía un peso de verdad que no podía ser ignorado. Amaba la idea del amor auténtico, uno que acepta y celebra todas las facetas de una persona.

El ambiente comenzó a cambiar, la hostilidad inicial se desvaneció lentamente. Pude ver en los rostros de algunos familiares una chispa de comprensión, una aceptación silenciosa de mis palabras. Mingyu, aunque claramente contrariado, no pudo encontrar una respuesta adecuada. Se limitó a encogerse de hombros y a mirar a otro lado, aparentemente derrotado. La confrontación que había anticipado se disipó, y un nuevo aire de respeto y consideración llenó el espacio. En cambio, Eunjin, que había estado observando la escena con una expresión neutral, ahora tenía una mirada dura y sus ojos brillaban levemente.

La ignoré para mirar a mi compañera, la que estaba justo a mi lado y le sonreí abiertamente. Sin decir una palabra, supe que estaba agradecida por lo que había dicho y hecho dentro de aquella casa. Fue entonces cuando, casi sin pensar, deposité un tierno beso en su frente, un gesto lleno de cariño y consuelo. Ella cerró los ojos y exhaló lentamente, como si ese beso hubiera logrado espantar los últimos restos de ansiedad que aún quedaban en su interior. Al abrirlos de nuevo, me observó con tanta gratitud y ternura que un fuerte deseo de estrecharla entre mis brazos se apoderó de mí. Quería protegerla, consolarla, asegurarle que todo iba a estar bien.

La conversación en la sala se volvió más relajada y natural. Los familiares, habiendo aceptado nuestra actuación, comenzaron a tratarnos con más calidez. Jiwoo, aunque aún un poco nerviosa, se unió a las charlas y las risas, su risa sonando genuina por primera vez esa noche.

Mingyu y Eunjin fueron los primeros en irse, argumentando que tenían cosas que hacer. Sus excusas parecían apresuradas, y Mingyu no pudo evitar lanzar una última mirada de disgusto antes de salir. Eunjin, en cambio, nos dedicó una sonrisa forzada y un rápido adiós. Fue un alivio verlos marcharse, y noté que Jiwoo respiraba un poco más libremente una vez que estuvieron fuera de la casa. Y yo también.

Con ellos fuera de escena, la atmósfera se alivió aún más. La conversación fluyó,y por un momento, casi se sintió como una reunión familiar normal. Pero, inevitablemente, el cansancio comenzó a pesar sobre Jiwoo. Pude ver el agotamiento en sus ojos, el esfuerzo de mantener la fachada durante toda la velada cobrando su precio. Finalmente, llegó el momento de nuestra propia despedida. Nos levantamos y agradecí a todos por su hospitalidad, asegurándoles que había sido un placer conocerlos. Los padres de Jiwoo nos desearon lo mejor, sus sonrisas genuinas a pesar de la intensa tarde que habíamos compartido y eso solo confirmaba que todo había salido mejor de lo que esperaba.

Salimos de la casa y, una vez en el coche, Jiwoo dejó escapar un profundo suspiro, como si hubiera estado conteniendo la respiración durante toda la reunión.

—Lo hiciste genial —le dije, dándole una sonrisa tranquilizadora.

—Gracias —respondió ella, su voz teñida de fatiga—. No podría haberlo hecho sin ti. — iba a replicar, pero solo sonreí. Ella debía darse mas créditos. Arranqué el coche y comenzamos el viaje de regreso, la oscuridad de la noche envolviéndonos en una especie de calma reparadora. Jiwoo se recostó en el asiento, cerrando los ojos por un momento.—Estar con toda la familia y fingir todo el tiempo es agotador —murmuró, más para sí misma que para mí.

—Lo sé. Pero ya pasó —dije, alcanzando su mano y dándole un apretón—. Lo hiciste increíble, y ahora podemos relajarnos. ¿Viste la cara de Mingyu? Creo que disfrutaste eso tanto como yo, ¿no?

La miré de reojo y pude notar como apretó sus labios para finalmente soltar una carcajada. Aplaudió en repetidas ocasiones y me observó.

—Fue lo mas satisfactorio de la vida.

—No esperaba otra respuesta tuya.

Ambos reímos. Estiró la mano y encendió la radio, buscando una canción que le gustara como por unos cinco minutos. Hasta que encontró una.

—¿Cómo que no escuchas rock? —bromeé, riéndome cuando la voz de Taylor Swift comenzó a sonar en el auto.

Ella me dio un leve golpe en el hombro, fingiendo indignación. Su risa era contagiosa, y no pude evitar sonreír.

—Soy una persona con amplio gusto musical. Además... —se detuvo un momento, y su expresión cambió a una de reflexión, lo que me hizo mirarla de reojo con curiosidad.

—¿Además? —la animé a continuar.

Ella me miró con una suavidad que hizo que mi corazón se acelerara.

—Además, estoy encantada de conocerte, Jungkook.

Mis ojos se abrieron de sorpresa, y luego arrugué la nariz en una sonrisa, reconociendo que esas eran las mismas palabras de la canción que estaba sonando. Era como si el universo hubiera decidido alinearse perfectamente en ese momento.

—También estoy encantado de conocerte, Kang Jiwoo. —respondí, sintiendo una calidez indescriptible en mi pecho.

Me sonrió y apartó la mirada, sus mejillas ligeramente sonrojadas, mientras yo me concentraba en el camino, mi corazón aún latiendo con fuerza.

Al llegar a su casa, la ayudé a bajar del coche y nos quedamos un momento en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Jiwoo me miró con esa misma suavidad que había mostrado antes, y su sonrisa era un reflejo de la mía.

—Gracias nuevamente por lo hoy. Sinceramente no sé que hubiera hecho si hubiera venido sola, nuevamente, a estas estúpidas reuniones.

—Oh, no es nada, ya te lo dije. Fue un placer haber sido tu novio.

Nos quedamos en un leve silencio cuando mencioné esas palabras y ella finalmente tomó acción cuando se inclinó lentamente hacia mí, sus manos encontrando su camino hasta mis hombros. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al contacto, y el mundo pareció detenerse. Antes de que pudiera reaccionar, ella me dio un beso en la mejilla, muy cercano a mis labios. La calidez de su beso y la inesperada proximidad me dejaron completamente en blanco.

Cuando se separó, Jiwoo cubrió su boca con la mano y soltó una risa suave, sus ojos brillando con diversión y algo más que no podía identificar. Yo, en cambio, seguía procesando lo que acababa de ocurrir, incapaz de articular palabra alguna.

—Nos vemos mañana —dijo, su voz aún teñida de risa. Caminó hacia su casa con una ligereza en sus pasos, volteando una vez más para decirme adiós con la mano. Yo la imité de manera torpe, levantando mi mano en un gesto mecánico, aún sin poder reaccionar completamente a lo que había pasado.

—Adiós... —murmuré, más para mí mismo que para ella, mientras la veía entrar en su casa.

Me subí de nuevo al coche, sintiéndome extrañamente completo. La música seguía sonando en la radio, y mientras conducía de regreso a casa, no pude evitar tararear la melodía, con una sonrisa que no parecía querer desvanecerse. Todo esto me hizo pensar que quizás, solo quizás, lo que había comenzado como una farsa estaba convirtiéndose en algo mucho más real y significativo.


Cinco meses transcurrieron con una velocidad impresionante. El ritmo frenético de la vida universitaria había tomado el control, y la época de exámenes se había instalado con toda su intensidad. Me encontraba agobiado por la carga académica, los proyectos y las largas noches de estudio, pero siempre encontraba un pequeño respiro para verme con mis amigos.

Jiwoo se había integrado muy bien al grupo. Su presencia había sido un soplo de aire fresco, y aunque ella también estaba inmersa en sus propios exámenes, siempre aceptaba sin rechistar mis invitaciones para salir a beber algo con los chicos. Esta noche no fue la excepción.

El bar estaba lleno de estudiantes buscando un escape temporal del estrés de los exámenes. Nos acomodamos en una mesa al fondo, donde el ruido era más soportable y podíamos conversar sin tener que gritar. Jiwoo llegó poco después que nosotros, su sonrisa iluminando el lugar al entrar.

—¡Hey, Jiwoo! —la saludaron todos con entusiasmo. Ella devolvió los saludos con su habitual calidez y se sentó a mi lado.

No nos habíamos visto en varios días, y aunque no se lo había dicho directamente, sí la extrañé. Me había acostumbrado lentamente a su presencia, a su risa, y a las conversaciones que compartíamos. Verla ahora, tan cerca, me hizo darme cuenta de cuánto la había echado de menos.

—¿Cómo estás? —le pregunté, intentando ocultar el alivio en mi voz.

—Sobreviviendo a los exámenes —respondió con una sonrisa—. ¿Y tú?

—Igual. Pero necesitaba esto —dije, levantando mi cerveza en un brindis improvisado.

Ella rió y chocó su vaso con el mío. La conversación fluyó con naturalidad, como siempre, y pronto todos estábamos inmersos en anécdotas y bromas. Jiwoo, con su encanto y humor, encajaba perfectamente en el grupo, y me sentí increíblemente agradecido por ello.

A medida que avanzaba la noche, no pude evitar observarla. La forma en que se reía, la manera en que se integraba en cada conversación, cómo sus ojos brillaban cuando hablaba de algo que le apasionaba. Me di cuenta de que me había acostumbrado no solo a su presencia, sino también a la manera en que hacía que todo a su alrededor pareciera un poco más brillante.

En un momento de la noche, ella se inclinó hacia mí, acercándose para que pudiera oírla mejor sobre el ruido del bar.

—Te extrañé estos días —dijo suavemente, sus palabras resonando en mi pecho.

Sonreí, sintiendo una calidez que se extendía desde mi corazón hasta cada rincón de mi ser.

—Yo también te extrañé, mucho. —admití, sintiendo que no necesitaba decir más.

Noté la mirada de Namjoon en mí, lo cual me hizo mirarlo de vuelta. Él mantenía una sonrisa en su rostro y me hizo un movimiento de cabeza indicando que fuéramos al bar. Asentí en respuesta.

—Vengo enseguida. — le avisé besando su mejilla. Ella me sonrió para siguir conversando con Hoseok y Yoongi sobre el animal que tuvo que ayudar a operar ayer. Sabían que ella en cada oportunidad hablaría de los animales y ellos la escucharían sin interrumpir.

—¿Qué sucede, hermano? — le di un golpe en el hombro cuando estuve al lado de Namjoon.

—Te veo muy feliz, Jeon. No te había visto así hace muchísimo.

Arrugué mi frente y reí al darme cuenta a lo que iría esta conversación.

—Sí, estoy feliz, no te voy a mentir.

La tristeza y agonía que había cargado conmigo desde que me enamoré de Eunjin hasta el día de su boda, había sido una sombra constante en mi vida. Vivía esperanzado, creyendo que algún día, mágicamente, ella se fijaría en mí y seríamos felices juntos. Sin embargo, ese sueño nunca se hizo realidad, y el día de su boda fue el golpe final a mis ilusiones. Me sumí en una melancolía profunda, luchando por aceptar la realidad de que Eunjin nunca sería mía.

Pero entonces, conocí a Jiwoo. Desde ese momento, todo comenzó a cambiar.

La tristeza y agonía se transformaron en algo inesperado. Cada vez que Jiwoo y yo pasábamos tiempo juntos, una nueva sensación de alegría y felicidad brotaba en mi corazón. Al principio, era sutil, apenas perceptible, pero con cada día que pasaba, se hacía más fuerte y más difícil de ignorar.

—Es buena chica, increíble. Me alegra mucho que hayas pasado la página, Jungkook. Eunjin sigue siendo nuestra amiga, pero finalmente te has librado de las ataduras de un amor no correspondido.

—¿Y quién dice que estoy enamorado? — pregunté levantando una ceja completamente divertido.

—Si me dices que no lo estás, quedarás como un mentiroso de primera. La miras con tanto amor que todos nos damos cuenta.

Sonreí de forma nasal. Recordaba cómo me había aferrado a la idea de Eunjin, creyendo que ella era la única que podía hacerme feliz y ahora, el amor que había sentido por ella se desvanecía lentamente, reemplazado por un afecto profundo y sincero por Jiwoo. Ella se convirtió en mi refugio, en la persona que me entendía sin necesidad de palabras. Con ella, no había necesidad de pretender ser alguien distinto. Su aceptación y apoyo incondicional me ayudaron a sanar, y por primera vez en mucho tiempo, me sentí verdaderamente libre.

—Ah hermano, quiero confesarle todo pero me entra un pánico. ¿Qué pasa si solo soy yo el que tiene sentimientos? No podría con el hecho de ser mandado a la zona de amigos por segunda vez, pero esta vez de manera directa.

—Te preocupas por estupideces. Ella está tan enamorada de ti, como tú de ella —respondió mi amigo, tomando los shots de tequila que había pedido—. No creo que seas tan idiota como para no darte cuenta, ¿o sí?

Sonreí, sintiendo una mezcla de incredulidad y alegría, y volteé la cabeza para observarla desde lejos. Jiwoo estaba en medio de una animada conversación, moviendo sus manos mientras explicaba algo, lo cual hizo que mis amigos rieran a carcajadas. Había una luz en sus ojos, una vitalidad que siempre lograba captar la atención de todos a su alrededor.

Mientras la observaba, ella debió notar mi mirada, porque nuestras miradas se conectaron a través del bullicio del bar. Levantó su mano y me hizo un pequeño corazón con los dedos, con una sonrisa juguetona adornando su rostro.

Mi corazón se aceleró. Mierda, si que estaba enamorado, muy enamorado.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de mi amigo golpeando la mesa con su vaso vacío.

—Entonces, ¿vas a hacer algo al respecto o qué? —dijo, levantando una ceja con una sonrisa cómplice.

Respiré hondo, sintiendo una determinación crecer dentro de mí. No podía seguir ignorando lo obvio, ni podía permitir que mis inseguridades me frenaran.

—Sí, lo haré —respondí, devolviendo la mirada a Jiwoo, quien aún me observaba con una sonrisa. Levanté mi propio vaso en un brindis silencioso, y ella respondió de la misma manera. El intercambio fue breve, pero cargado de significado. Sabía que el momento de hablar con ella y expresar mis sentimientos estaba cerca.

—Fue un placer haber sido cupido por esta vez.

La emoción que sentía se desvaneció un poco cuando vi una llamada entrante de Eunjin. Era raro que me llamara, especialmente a estas horas de la noche. Nuestra amistad definitivamente ya no era la misma y aunque era triste por todos los años compartidos, sentía que todo pasaba por algo.

Le contesté con algo de duda.

—¿Hola?

—¿Jungkook? Y-yo... no sabía a quién... a quién más llamar... —su voz salía con angustia y me preocupé. Le avisé a Namjoon que iría al baño y regresaría enseguida, para poder hablar mejor.

—¿Qué tienes?

—T-te necesito... Mingyu... él me golpeó...

Cerré mis ojos con fuerza y apoyé una mano en el lavabo.

—¿Por qué ese hijo de puta se atrevería a hacerte eso?

—No lo sé... él... llegó furioso del trabajo y...

—Tranquila, todo está bien, ¿llamaste a la policía?

—No... estoy encerrada en la habitación. Me estaba pidiendo perdón... pero ya no oigo nada, tengo miedo... ¿Puedes venir, por favor?

Lo pensé, teniendo dudas si de ir o no, pero, ¿cómo podría negarme cuando ella me necesitaba?

—Estaré ahí lo más pronto posible.

Colgué para salir del baño y volver hasta donde estaban todos. Quizás notaron mi cambio de humor, porque todos se quedaron callados.

—¿Sucede algo? —preguntó Jiwoo, totalmente preocupada.

—Sí, yo... debo irme, sucedió un problema en casa y...

—Oh, entiendo. Ve, no te preocupes por mí, tomaré un taxi después. —respondió con una sonrisa sincera.

—¿Hubo algún problema con tu madre?

—Sí. —mentí, y me sentí un completo estúpido por mentirle a ella.

Dile la verdad.

Jiwoo asintió con comprensión, pero pude ver la sombra de preocupación en sus ojos. Me odié por no poder ser honesto con ella, por permitir que la situación me hiciera esconder la verdad.

Llegué a su casa luego de pedir un taxi. Corrí hacia la puerta, tocando con fuerza. Eunjin abrió lentamente, su rostro pálido y los ojos hinchados de tanto llorar. Sentí una ira profunda al verla así, pero también una tristeza que me partía el alma.

—¿Estás bien? —pregunté, aunque la respuesta era obvia.

—Ahora sí... —dijo, su voz temblando mientras se lanzaba a mis brazos.

Recordaba la promesa que me había hecho a mí mismo de no involucrarme más en su vida, de no dejar que su presencia continuara afectándome. Pero en ese momento, todo eso se desvaneció porque ella estaba en peligro y necesitaba ayuda.

Entré con ella aún aferrada a mí para cerrar la puerta a mis espaldas.

Esa noche fue una mezcla de emociones contradictorias, y aunque estaba allí para Eunjin, no podía dejar de pensar en Jiwoo y en cómo, sin querer, había complicado todo aún más.

—¿Por qué hizo eso, Eun? No lo entiendo, mira como te dejó tu rostro... — toqué suavemente su pómulo que tenía rojo y próximamente estaría morado.

—Llegó enojado del trabajo... pero se enojó aún más cuando le dije que tú no me tratarías como él lo estaba haciendo... — sus brazos permanecían en mi cuello. — le dije que tú siempre me escuchabas, que estabas ahí para mí, que si me sentía mal, tú hacías todo para verme sonreír nuevamente, que yo... te extrañaba...

Sus palabras me dejaron sorprendido. No sabía muy bien qué responder, así que me separé de ella, buscando algo de distancia para procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Por qué le dirías algo así?

Eunjin me miró con una mezcla de tristeza y arrepentimiento en sus ojos.

—Porque me arrepiento tanto de haberme casado con un hombre como él. Solo vive pendiente de sus intereses, nunca de mí. Pensé que sería diferente, pero no fue así. Cuando te vi junto a ella el día del parque, me sentí tan, pero tan celosa, me dije que no era normal ese sentimiento, definitivamente no lo era, pero ya estaba instalado. Después ya no respondías mis mensajes, desapareciste de mi vida y yo te extrañaba cada día más. Veía tus estados, cómo sonríes cuando estás con ella, pero la envidia atacándome lentamente, deseando ser ella, deseando volver a ocupar el lugar que alguna vez fue mío... desear que me ames nuevamente...

La escuché con el corazón latiendo con fuerza. Sus palabras, llenas de angustia y arrepentimiento, me hicieron revivir todo el dolor que había sentido al alejarme de ella. Pero al mismo tiempo, me sentí confundido y abrumado. ¿Cómo podía ahora venir a decirme esto, después de todo lo que había pasado? ¿Realmente ella sabía sobre mis sentimientos?

—Eunjin, no puedes decirme esto ahora —dije, tratando de mantener la calma—. Tuve que alejarme porque seguir a tu lado me estaba haciendo daño. Y ahora, después de todo este tiempo, vienes y me dices que te arrepientes... que me extrañas... y que sabias sobre lo que yo sentía.

—Lo sé —interrumpió ella, con lágrimas en los ojos—. Fui egoísta. Pero necesito que sepas la verdad. Necesito que sepas que nunca dejé de pensar en ti, que cada día sin ti ha sido una tortura...

—¿Qué se supone que deba hacer, eh? Pudiste rechazarme desde el comienzo para que hubiera dejado aquel papel de estúpido, pero al parecer te divertía tenerme a tus pies.

—No es así... no quería perderte...

—Tuve que verte caminar al altar para caer en la realidad, Eunjin. Y ahora me dices que sientes algo por mí cuando yo decidí avanzar con mi vida...

—¿Realmente no queda nada de mí en tu corazón?

Su pregunta logró que me alejara definitivamente unos centímetros.

—¿Qué?

—Dentro de ti, ¿ya no hay rastro de lo que alguna vez sentiste por mí?

Su pregunta me dejó descolocado.

Si aquella pregunta hubiera sido parte de un cuestionario hacia mi persona hace meses atrás, mi respuesta hubiera sido que sería imposible borrar rastro suyo, que la amaría por siempre.

Pero sabía muy bien que ahora, esa respuesta era diferente.

—No.

—¿Estás seguro?

Se acercó lentamente hacia a mí, como una leona a punto de atacar a su presa.

—No, Eunjin.

—¿Y por qué no te alejas?

—Lo hice, pero tú...

No hubo tiempo para replicar, porque sus labios estaban posados sobre los míos. El beso de Eunjin me dejó en blanco, sin poder reaccionar. Sabía que no debía caer, ni hacer un paso en falso, pero algo en mi interior me decía que esta era la oportunidad perfecta para cerrar aquel ciclo. Algo que, en definitiva, debía ignorar, pero no pude hacerlo.

Tomé su rostro para devolverle el beso. Era un beso necesitado, más por parte de ella, y aunque cualquier persona que viera esta escena pensaría que éramos dos personas completamente enamoradas, la realidad es que no sentía absolutamente nada.

La angustia y el remordimiento se mezclaban mientras nuestros labios se unían. Su beso era desesperado, cargado de una urgencia que reflejaba su propio tormento. En algún momento, mi mente vagó hacia Jiwoo y el amor genuino que comenzaba a desarrollar por ella. Sentí una punzada de culpa y tristeza al comparar ese amor con la nada que experimentaba en este momento con Eunjin.

Me separé lentamente de ella, con el corazón golpeando fuerte en mi pecho y un nudo en la garganta.

—No queda rastro de ti en mí. Y esto solo confirmó todo, Eunjin.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, y pude ver la confusión y el dolor reflejados en su rostro.

—Jungkook...

—Te acompañaré a poner la denuncia y llamaré a tu madre...

Susurró algo más, pero apenas lo escuché. Mi mente estaba en otro lugar, ya planeando cómo enfrentar la tormenta que había desatado. La ayudé a recoger sus cosas y la llevé a la estación de policía, luego llamé a sus padres para asegurarme de que no estaría sola. Al final, me despedí con una sensación de finalización, como si un capítulo de mi vida se hubiera cerrado finalmente, pero a un costo muy alto.

Mientras iba de regreso en un taxi, mis pensamientos eran un torbellino de culpa y confusión. Me sentía mal, me sentía pésimo por haber hecho las cosas mal y haber arruinado todo. No tuve que haber venido solo. No tuve que haberle mentido a Jiwoo. No tuve que haber besado a Eunjin.

Al estar frente a mi casa, me quedé parado fuera, apoyando mi cabeza en la pared sintiendo que algo apretaba mi pecho. Habían transcurrido dos horas desde que salí del bar y no sabía si Jiwoo seguía ahí, por lo mismo saqué mi celular para llamarla.

—¿Jungkook?

—Hola, bonita. ¿Aún estás en el bar o llegaste a tu casa?

—Llegué hace media hora, ¿estás bien? Tu voz se oye extraña...

Apreté mis labios sintiendo mi garganta quemar.

—Necesito hablar contigo...

Un pequeño silencio se formó, para finalmente escucharla aclarar su garganta.

—Te espero en la puerta trasera.

Respiré profundamente, sintiendo miedo de que todo se vaya a la mierda por mi estupidez y mi inmadurez. Me dolía el estómago de los nervios y sabía que debía afrontar las consecuencias de mis acciones.

Caminé hasta la cochera y encendí mi auto para poner marcha y llegar pronto a la casa de ella. Me bajé sintiendo mis piernas temblar cuando caminé hasta su patio trasero y más cuando la vi con sus brazos cruzados mirando hacia todos lados. Cuando me notó, me sonrió emocionada, emoción que se fue borrando lentamente al ver mi rostro.

Caminé lentamente hasta llegar a ella, sintiendo mis ojos arder por las lágrimas acumuladas.

—¿Me dirás que sucede?

—Perdón, Jiwoo...

—¿Qué?

—Perdón por ser un tonto, perdón por no ser sincero, perdón...

—No te entiendo, Jungkook.

—No tuve un problema en casa...

—Eso me deja mas tranquila, me preocupé que algo malo le haya sucedido a tu madre.

Eso en definitiva no ayudó y la primera lagrima escapó.

—Fui a ver a Eunjin...

Guardó silencio para mirarme de forma expectante, pestañeando en repetidas ocasiones intentando entender todo.

—¿Pasó algo entre ustedes?

Era obvio que ella sabría de inmediato que algo sucedió.

—Yo...

—¿Sucedió algo, Jungkook?

—Perdóname...

Ella esperaba que yo confirmara lo que en su corazón ya sabía. Sus ojos brillaban a causa de las lágrimas acumuladas y quise abrazarla fuerte, me acerqué, pero ella se alejó, negando con su cabeza.

—¿Por qué? —su voz se quebró al hacer la pregunta. No pude evitar sentirme aún más miserable al verla así.

—No sé... —respondí en un susurro, con la mirada fija en el suelo—. Fue un error, uno que no debí cometer. Yo quería asegurarme que no sentía nada por ella, que ella ya no tenía poder sobre mí...

—¿Y era necesario besarla? Yo... no lo comprendo. ¿Por qué cuando finalmente quiero entregar mi corazón, las cosas no salen como quiero?

Sus lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Ella se pasó las manos por el rostro, tratando de borrar la evidencia de su dolor, pero era inútil. Cada gesto suyo era un reflejo del daño que le había causado.

—Juro que no siento absolutamente nada por ella. Yo...

Quise decir algo, cualquier cosa que pudiera aliviar su sufrimiento, pero las palabras se atascaban en mi garganta. Cada segundo que pasaba, el abismo entre nosotros se hacía más grande. Ella dio un paso atrás, aumentando la distancia física que simbolizaba la brecha emocional que yo había creado.

—Es mejor que vuelvas a casa, es tarde y yo... no puedo seguir con esto.

Sentí que el mundo se desmoronaba a mi alrededor. Sus palabras desgarraron mi alma, cada sílaba era un cuchillo que se hundía más profundo. La desilusión en sus ojos era un tormento insoportable.

Pero necesitaba decirle lo que sentía, expresar lo que significaba en mi vida y cómo había cambiado todo para bien.

—Espera —dije con la voz quebrada por la emoción—. No puedo dejar que esto termine así. Eres la mejor mujer que he conocido. Te amo. — confesé finalmente, limpiando mis lágrimas. — Te amo de una manera que nunca creí posible. Desde que llegaste a mi vida, todo ha cambiado para bien. Estoy absoluta y completamente enamorado de cada fibra de tu ser —continué, dando un paso hacia ella—. Eres lo mejor que me ha pasado. Me has hecho una mejor persona, y ya no puedo imaginar mi vida sin ti. Lo que hice fue un error, y no hay excusas para ello, pero te pido que me des una oportunidad para demostrarte cuánto significas para mí...

—¿Quién me asegura que tú no volverás a correr a ella cuando te llame?

—No lo haré, lo juro. Había algo mínimo que aún me mantenía unido a ella. No sentí absolutamente nada por ella, su beso no provocó nada. Tú, con un solo beso en la mejilla, lograbas revolotear todo mi sistema. ¿Eso significa algo, verdad?

—Jungkook...

—Significa que te amo. Te amo mucho, Kang Jiwoo...

—Yo también te amo —dijo finalmente, con la voz temblorosa pero llena de una dulzura que me desarmó por completo—. Me enamoré de ti de la manera más lenta pero profunda posible. Cada pequeño gesto, cada palabra, cada momento que pasamos juntos... todo se fue sumando hasta que me di cuenta de que no podía imaginar mi vida sin ti. Te amo con todo mi corazón —continuó, dando un paso hacia mí—, pero necesito tiempo para procesar todo esto. Necesito procesar todo. No éramos novios, no debo estar así, ¿por qué me duele tanto esto?

—Porque ambos sabemos que hay algo especial. Tenía planeado confesar mis sentimientos de otra forma, no así, no en esta situación...

—Las cosas pasan por algo, ¿no?

—Jiwoo...

—Tranquilo, todo estará bien.

Me sonrió y pude sentir una leve esperanza en sus palabras. Volví a limpiar mis mejillas, asintiendo lentamente.

Todo estaría bien.

Los días transcurrían, y esa luz de esperanza que sus últimas palabras habían encendido en mi interior comenzó a desvanecerse lentamente. Al principio, respondía mis mensajes y llamadas, aunque de forma escueta. Pero con el tiempo, sus respuestas se volvieron cada vez más esporádicas y distantes.

El dolor crecía cada vez que veía su nombre en mi teléfono sin respuesta. Intentaba mantenerme optimista, recordando sus palabras, pero la realidad de su ausencia era una constante punzada en el corazón.

A medida que pasaban las semanas, Jiwoo empezó a evitarme por completo. La soledad y el remordimiento me consumían. Cada día que pasaba sin su presencia, sin su voz, mi corazón dolía un poco más.

—Yo... no se que hacer para que me perdone, yo... la amo, ¿por qué tuve que ser... tan estúpido?

Mis palabras salían entre cortadas por el alcohol que había en mi sistema. Namjoon, Yoongi y Hoseok decidieron hacerme compañía y ahora lucía completamente patético.

—Porque en el fondo sabias que necesitabas afirmar que ya no habían sentimientos por Eunjin. No te juzgamos, Jungkook. — Yoongi palmeó mi hombro tomando un sorbo de cerveza.

—Eunjin jugó sucio, pudo haber llamado a alguno de nosotros.

—Yo fui el culpable... merezco que Jiwoo... merezco que ella ya no quiera verme más...

—Es de humano equivocarse, pero  de grandes reivindicarse. No te rindas, tonto... — Namjoon estiró su vaso hacia mí. — ella es tu felicidad, recuerda eso.

El tiempo seguía avanzando y definitivamente nuestro lazo se rompió. No quería rendirme, pero finalmente lo hice. Solté la soga que sujetaba con fuerza, porque en el fondo, ella se rindió aquella noche con lo nuestro y no había vuelta atrás.

El tiempo avanzaba, casi un año completo, y siempre estuve pendiente de ella. Al no vivir lo relativamente cerca, nunca me topaba con ella y creo que era lo mejor. No la busqué para hacerla sentir mal, pero siempre me preocupaba por cómo estaba, cómo iban sus estudios. Miraba sus publicaciones en redes sociales, buscando señales de su bienestar. A veces, me encontraba sonriendo al ver alguna foto suya, y otras, el dolor regresaba al recordar lo que había perdido.

Tenía muchísimas fotos de ella en mi cámara, mi modelo.

A lo largo de este tiempo, intenté seguir adelante. Me concentré en mi trabajo, en mis propios estudios, pero en el fondo, una parte de mí siempre estaba con ella. No importaba cuánto tiempo pasara, Jiwoo seguía siendo una parte esencial de mi vida, aunque yo ya no formara parte de ella.

Estaba nuevamente entrando a exámenes finales y mi examen final era presentar nuestras mejores fotografías en una galería de arte, y la mayoría de esas fotos eran de Jiwoo. No me arrepentía en lo más mínimo.

La exposición se titulaba "Amor" y, un poco más abajo, había una pequeña descripción:

El amor a veces duele, pero si se ve así, no dudaría en aguantar el dolor hasta el final de mis días.”

Estaba vestido de traje, observando a la gente admirar mis fotografías. Anotaba en un pequeño papel las calificaciones que me daban y alguna crítica constructiva si era necesaria. Arreglé mi corbata, sintiéndome abrumado por los nervios y la emoción de la ocasión. Mis manos sudaban, era un desastre, sin duda.

—¿Me pagarás por derechos de autor?

Abrí mis ojos con sorpresa absoluta y giré lentamente para encontrarme a la dueña de mis pensamientos justo frente a mí. Tenía su cabello un poco más corto y vestía un vestido negro que se ajustaba a su preciosa silueta.

Tan hermosa como siempre.

—Jiwoo —susurré, mi voz apenas audible. Mi corazón latía desbocado al verla allí, tan cerca y a la vez tan distante. Ella sonrió, una sonrisa que llevaba años sin ver de cerca y que me devolvió una oleada de recuerdos y sentimientos. —No esperaba verte aquí. —dije, tratando de mantener la compostura mientras mi interior era un torbellino

—No podía perderme una exposición tan importante. —respondió ella, con un tono suave pero firme. Nos quedamos en silencio por un momento, ambos absorbidos por la presencia del otro. Finalmente, ella lo rompió. — Las fotos son hermosas. Tú siempre tuviste un talento increíble para capturar momentos. —Jiwoo caminó lentamente hacia una de las fotografías, observándola con detenimiento—. Y estos momentos… —su voz se quebró ligeramente—. Son especiales. — se quedó en silencio mirando nuevamente las fotos, y se volvió hacia mí, sus ojos encontrando los míos. —He pensado mucho en todo esto, en nosotros. Ver estas fotos me hace recordar lo que tuvimos, lo que fue real...

Me sentí abrumado, ajustando nuevamente mi corbata para mantener la compostura. —Jiwoo, yo…

—No, déjame terminar —me interrumpió suavemente—. Quería decirte que, aunque las cosas no terminaron como esperábamos, y aunque hubo dolor, también hubo mucho amor. Un amor que no se olvida fácilmente.

—Eres inolvidable —dije finalmente, mi voz llena de sinceridad—. Y siempre lo serás.

Ella sonrió nuevamente, una sonrisa que iluminó la sala—Gracias por eso. Y por estas fotos. Son un hermoso recordatorio de lo que fue, y quizás, de lo que aún podría ser.

—¿Hablas enserio?

—¿Sobre qué? — se hizo la desentendida.

—No me des falsas esperanzas, por favor... — supliqué, recordando lo que sucedió con anterioridad.

—Creo que ambos obtuvimos madurez en todo este tiempo. Además, un pajarito me contó que no me has olvidado y al ver esto, lo confirmo.

Miré de forma inmediata a Namjoon, quien levantó su copa sonriendo abiertamente. Él, definitivamente.

—¿Cómo podría olvidarte tan fácilmente? Eres única, dejas huellas en las personas y aquellos que no supieron valorarte, creo que aún se arrepienten, porque es lo que hice cada día desde que te fuiste.

—Me halagas mucho, Jeon Jungkook. — resopló mirando las fotografías nuevamente. — Me alejé para saber si mis sentimientos eran tan fuertes como para llorar al no ser escogida nuevamente. Es como si siempre fuera la segunda opción de las personas y no podría soportarlo de tu parte. Sentía que la sombra de Eunjin podría volver en cualquier momento y no quería dañar mi corazón, quería cuidarlo...

—Eunjin se quedará como un bonito recuerdo de una bonita amistad, porque me di cuenta de que no sentí ni la cuarta parte de lo que tú me hiciste sentir con tan solo tu presencia.

Pasó casi un año antes de volver a verla frente a frente, tan cerca como alguna vez la tuve. Durante ese tiempo, mis sentimientos no hicieron más que crecer, alimentados por la distancia y la esperanza de una segunda oportunidad.

—Y por la misma razón le di tiempo al tiempo. Si el destino volvía a juntarnos, sería por una razón, ¿no?

—El destino... — reí levemente al recordar como una vez ella me dijo que creía en eso. — ¿y esa razón es?

—Que quizás el destino no quiere que seas mi novio falso.

Solté una carcajada al recordar cómo mi amor solo creció al conocerla más gracias a fingir ser novios. Conocí absolutamente todo de ella y ella de mí en ese lapso de tiempo, y fueron momentos agradables. Al principio, todo comenzó como una broma, una forma de escapar de situaciones incómodas de su familia. Pero a medida que pasaban los días, nuestras interacciones se volvían más auténticas, más sinceras. Fingir ser su novio me dio la oportunidad de ver su mundo de cerca, de comprender sus sueños, sus miedos, sus alegrías.

—Que alivio, porque tampoco quería seguir siendo tu novio falso. Quiero que sea real, comencemos de nuevo, ¿sí?

Ella me miró, sus preciosos ojos almendrados brillando con intensidad por la emoción del momento. Su sonrisa se ensanchó, iluminando su rostro con felicidad absoluta.

—Me agrada esa idea, ¿quieres salir a una cita conmigo?

—¿A comer hamburguesas? — pregunté sonriendo.

—Ajá, también quiero ver tu colección de mangas.

—Y yo quiero ver tu colección de figuras...

Ella me miró, sus preciosos ojos almendrados brillando con intensidad por la emoción del momento. Su sonrisa se ensanchó, iluminando su rostro con una felicidad que hacía tiempo no veía.
Sonreí, sintiendo cómo mi corazón solo brincaba de alegría. Me acerqué lentamente a su anatomía, y con cuidado puse mis manos en su mejilla. Nuestras sonrisas eran tan grandes que sentía que la emoción del momento nos envolvía por completo.

Finalmente, el esperado beso que había ansiado darle durante tanto tiempo, llegó. La besé con dulzura absoluta, sintiendo el calor de sus labios contra los míos. Fue un beso suave, lleno de ternura y la promesa de un nuevo comienzo. A medida que la besaba, dejé que toda la emoción y el amor acumulado durante esos meses de separación se reflejaran en ese gesto. Profundicé el beso, demostrando cuánta falta me hizo este tiempo sin ella. Mis manos se deslizaron hasta su cuello, acercándola aún más a mí, como si temiera que el momento se desvaneciera.

Ella correspondió con la misma pasión, sus manos enredándose en mi cabello mientras sus labios se movían al compás de los míos. Cada segundo de ese beso parecía borrar el dolor del pasado, llenándonos de esperanza y amor renovado.

Nos separamos lentamente, ambos respirando entrecortadamente. Nuestras frentes se tocaron, y no pude evitar sonreír al verla tan cerca, tan real.

—Te he extrañado tanto —susurré, sin dejar de mirarla a los ojos.

—Y yo a ti. —respondió ella, su voz suave pero firme.

En ese momento, supe que el destino había jugado sus cartas de manera perfecta.

La conocí de manera casual, en un momento en donde la tristeza me invadía y ella solo me trajo felicidad. El haber fingido ser su novio solo hizo que el cariño, el respeto y el amor creciera sin límites. Porque a veces, el destino no necesita grandes señales ni momentos dramáticos. A veces, solo necesita que dos personas se encuentren, se conozcan y se amen, sin importar cómo comenzó todo.

Porque a veces el amor duele, pero siempre tendrá momentos en los cuales serás completamente feliz.

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