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ᴅéᴄɪᴍᴏ ᴛᴇʀᴄᴇʀᴏ ➳ ❝ ᴅᴜʀᴀɴᴛᴇ ʟᴀ ᴛᴏʀᴍᴇɴᴛᴀ ❞

Cerré mis ojos ante el dolor de cabeza que estaba teniendo. Es como si un martillo estuviera golpeándome justo frente y no desaparecía aunque ya hubiera tomado un analgésico.

Hera y Hyori estaban corriendo de un lado a otro, jugando con los otros niños quienes no paraban de gritar al jugar a las escondidas. Mi ojo comenzaba a temblar y volví a tomar mi cabeza.

—¡Es la hora de cantar el cumpleaños!

Levanté la cabeza y vi a mi esposa caminar con el gran pastel de la princesa Merida en el centro. Feliz cumpleaños, Hera decía en letras cursivas, con una bonita caligrafía. Creo que fue el único momento en donde sonreí de manera genuina el día de hoy. Sueno como un pésimo padre, debía estar feliz porque es el cumpleaños de mi primera hija, mi bebé cumplía nueve años y ella sonreía abiertamente viendo con ilusión su pastel de cumpleaños que yo mismo mandé a hacer. Cantamos el cumpleaños feliz en perfecta sincronía y ella sopló las velas, no sin antes pedir sus tres deseos. Quisiera que alguna vez mis deseos se hicieran realidad.

Los niños nuevamente comenzaron a gritar y mi sonrisa se fue tan rápido como llegó. Palpé mi bolsillo trasero y al cerciorarme de que allí se encontraban mis cigarros, decidí salir al patio trasero para respirar profundamente mientras encendía un cigarrillo con sabor a menta. Miré al cielo viendo como cambió el clima de manera abrupta, al parecer habría una tormenta eléctrica en algunas horas más.

—Cariño, Hera abrirá sus regalos y...

Tiré el cigarrillo de manera rápida y volteé rápidamente al escuchar su voz.

—Ya voy.

—¿Nuevamente estás fumando?

—Seojin, no quiero comenzar una discusión. — corté el tema de manera veloz. Realmente lo último que quería era un reproche por parte de ella.

—Solo te hice una pregunta. — murmuró mientras me miraba de manera fija. — dijiste que no volverías a fumar, sabes que detesto el olor a cigarrillo, me produce náuseas.

—No seas exagerada, por lo mismo salí al maldito patio a fumarme un cigarro. — Mi voz se había elevado. Ella me miró sorprendida y retrocedió unos pasos. Estoy siendo un idiota. Claro que sabía que ella odia a los fumadores, más cuando su madre murió de cáncer de pulmón — lo siento, lo siento, yo... estoy un poco agobiado, no fue mi intención hablarte de esa manera.

—No entiendo que es lo que sucede contigo, Jungkook. — frunció el ceño — llevas meses comportándote extraño, estás irritable, todo te estresa, ¿dónde está el Jungkook juguetón y risueño? El Jungkook que jugaba siempre con sus princesas, quiero a mi Jungkook amable de vuelta...

—¿Ves que estás siendo exagerada? Quiero un respiro de todo, Seojin, ¿a caso eso es un delito? — pregunté levantando mis brazos — no sabes cuanto anhelo tener un maldito día sin nadie que me moleste.

—¿Yo te molesto?

—Definitivamente. — y apenas lo confirmé, su mirada cambió drásticamente. Ahora me miraba dolida y sabía que se aguantaba las lágrimas. — todo me cuestionas, estás encima de mí, Seojin. Mi mente necesita calma.

—¿Estás así por Minseo?

—¿Qué?

—Vi un mensaje de ella en tu celular el día de ayer. Están hablando mas seguido, ¿no? — cuestionó y fue todo para acercarme a paso rápido a su lado — ¿Cuándo mierda tú serás sincero? Estoy harta de tu actitud, como si nosotras fuéramos culpables de lo que sucede en tu empresa. Cuando nos casamos hicimos un juramento, Jungkook. En las buenas y sobre todo en las malas, pero eso parece que a ti te entró por un oído y salió por el otro, ¿no?

—No tienes idea de lo que estás hablando — susurré apretando mis dientes — Minseo no tiene nada que ver aquí. Ella me da exactamente igual.

—No tengo idea porque nunca me cuentas nada — negó con su cabeza — no confías en mí para contarme tus problemas. ¿Todo está tan mal?

Le di la espalda para respirar profundamente.

—Seojin...

—¿Tu amor por mi se está acabando?

A pesar de que sabia que no era así, no respondí. Me quedé en completo silencio, no sabiendo que responder. La amo, la amo mucho. Amo a Seojin desde el primer momento que mis ojos se posaron en ella. El camino de la relación fui dificultosa y aún mas cuando recibí la noticia de que seríamos padres. No estaba listo. Mierda, claro que no estaba listo. Pero fingí que todo estaba bien y que podríamos superar todos los obstáculos. Cuando miré por primera vez a Hera me enamoré completamente de ella y olvidé todo, todo pensamiento malo que alguna vez pude tener. Ellas eran mi mundo y lucharía por darles todo.

Trabajaba casi todos los días y ayudaba a Seojin con nuestra hija, nos dividíamos los quehaceres para que el peso no recayera solamente en ella. Estaba agotado, claro que sí, pero quería el aumento, quería el ascenso tan ansiado que me estaba costando sangre, sudor y lágrimas, pero hasta ahora solo han sido promesas que se las lleva el viento. Tuvimos a nuestra segunda hija, Hyori y seguía en el mismo puesto de mierda. Merecía más, lo sabía, pero llevo tanto tiempo en esta compañía que me duele desperdiciar todos estos años. Quizás, aún tengo fe de que mi jefe me dará el ascenso a mí.

—No digas ridiculeces. —fue lo que salió de mi boca en lugar de responder su pregunta.

—¿Te gusta Minseo?

Cerré mis ojos y suspiré con obvia frustración.

—¡Que no me gusta! No tengo absolutamente nada que ver con ella. — ya está, llegó la hora de escupir todo, un vómito verbal que no podía retener — estoy agotado de esta vida. Quisiera despertar y no ser molestado por nadie, tener el puesto que siempre he merecido, ser el maldito jefe de esa compañía de mierda, ganar muchísimo dinero, solo un maldito día de respiro, ¿es mucho pedir?

—¿Eso es lo que deseas?

—Es lo que deseo.

Seojin asintió y al momento de ver las primeras lágrimas en su bonito rostro quise retractarme de inmediato. ¿Qué mierda me estaba pasando? Ella no tenía la culpa de nada, mis hijas tampoco.

—Y-yo... seguiré disfrutando con mis hijas, pronto les diré a todos que la fiesta terminó.

Y volteó para entrar nuevamente a la casa. Hice el amague de retenerla y pedirle disculpas por ser un completo idiota. Pero un fuerte trueno me detuvo y me hizo sobresaltar, relámpagos y una fuerte lluvia comenzó a caer con fuerza, mojándome todo. Miré el cielo nuevamente, viendo las luces en el cielo y cerré mis ojos, dejando que las gotas golpearan mi rostro, oliendo el olor a tierra mojada y sintiendo la brisa tibia.

Un momento más y decidí entrar. Mis ojos conectaron con los de Seojin, sus ojos estaban rojos y mi pecho dolió al saber que yo era el culpable de su tristeza.

—Aigo, estás todo mojado, Jungkookie, ve a cambiarte o contraerás un gran resfriado. — las palabras de Hoseok me hicieron salir de mi trance. — ¿Qué sucedió? Seojinnie de pronto cambió su semblante y estoy seguro que lloró...

—Bueno... tuvimos una discusión... — rasqué mi cabeza mirando hacia otro lado.

—Namjoon quería hablar con ella, pero dijo que todo estaba bien, que estaba sensible por causa de su periodo.

Observé nuevamente a mi esposa. A pesar de todo ella no quería dejarme mal con nadie. Apreté el puente de mi nariz y asentí. Debía disculparme, debía hacerlo porque fui un maldito estúpido.

Subí a cambiarme con la mirada fija puesta en mí por parte de Jiwoo, la esposa de Namjoon y también de Bora, la novia de Hoseok. Sabía que Seojin no les había dicho nada, pero está claro que la vieron llorar y de inmediato lo atribuyeron a mí. Y tenían toda la maldita razón. Yo la había hecho llorar.

Entré a nuestra habitación viendo mi reflejo en el espejo. Mi celular comenzó a vibrar viendo un nuevo mensaje de Minseo.


No me malinterpreten, sí hablaba con ella porque es una compañera de trabajo, pero yo nunca le faltaría el respeto de esa manera a Seojin, jamás. Quizás si tendré que ponerle un freno porque esos mensajes si daban para pensar mal.

Minseo es alguien muy... extrovertida. Y guapa. No iba a mentir sobre eso, es muy bella. Pero nunca he sentido la necesidad de traicionar a mi esposa, a pesar de que las cosas puedan ir mal entre nosotros. Querer un día de tranquilidad no es malo, es entender que tu mente te está jugando en contra y debes relajar las aguas.

No es malo querer eso, lo malo es como lo dijiste.

Arrugué mi nariz ante el pensamiento y negué para disipar todo.


Decidí no responder a ese mensaje. Bloqueé el celular y lo lancé a la cama. Me cambié la ropa y decidí bajar nuevamente. Ahí es donde vi a Kim Seokjin ayudando a mi esposa a repartir la torta a los invitados. Mi mandíbula se apretó de manera involuntaria. Él no me gustaba en lo absoluto. Seojin desconfiaba de Minseo y yo de ese tipejo. El vicepresidenta de la compañía en la que trabaja Seojin. Desde antes que él ascendiera en el puesto eran amigos, pero él nunca ocultó que estaba enamorado de ella. Obviamente la única que no ve esas señales es Seojin.

—Seokjin y Seojin, sus nombres combinan, ¿no?

Escuché como Jiwoo incrementaba la llama. Namjoon me dio una mirada de disculpa y lo entendí, me encogí de hombros y fui con mi hija.

—Mira papi, mira lo que me regaló el tío Seokjin, ¿no es lindo?

Sonreí de la manera mas falsa que pude y asentí. Él le había traído una gran muñeca con todos sus accesorios, hasta una pequeña cocina. Y sentí envidia. Nuevamente un pensamiento negativo me invadió. Yo debería ser el que le regala ese tipo de cosas a mi hija. Yo debería ser el que tiene mucho dinero.

Quería que esto se acabara de una vez por todas. Quería descansar de toda la gente. Y cuando fue así, un gran suspiro de alivio salió desde lo más profundo de mi pecho. Por fin.

Me despedí de todos y de Seokjin con tan solo un asentimiento de cabeza. No nos llevábamos y no lo haríamos de la noche a la mañana. Ayudé a Seojin a limpiar todo el desastre y ella subió a ponerles la pijama a las niñas, mientras yo lavaba la gran cantidad de loza qué había en el lavaplatos. Quince minutos después ella bajó nuevamente y en total silencio seguimos con el quehacer. Quería hablarle, quería disculparme, pero las palabras no salían de mi boca.

—Seokjin quiere capacitarme para que un futuro yo pueda tomar el cargo de vicepresidenta.

Me quedé inmóvil ante su comentario y levanté la vista.

—¿Es broma?

Me observó totalmente confundida y negó con su cabeza.

—¿Por qué sería una broma?

—Porque... Seojin, él no encuentra manera de demostrar lo colado que está por ti — dije con obviedad — él solo lo hace porque está enamorado de ti.

—¿No puede ser porque él ve potencial en mí? — nuevamente estaba dolida. Me di cuenta que la elección de mis palabras no fue la adecuada — yo soy capaz de muchas cosas, Jungkook. Él respeta mi relación y jamás se metería en medio. Él sabe que soy buena en lo que hago, ¿por qué tu no puedes verlo también?

—Seojin, no es lo que quise decir...

—Pero lo dijiste. Estás tan frustrado con tu ascenso que no tienes piedad con pisotear los anhelos de otras personas, aunque sea yo, tu esposa. — ella nuevamente estaba llorando — siempre te he apoyado, en cada decisión, si es buena o mala, si caes te ayudo a levantarte y a decirte que lo sigas intentando. ¿Por qué no puedes hacer lo mismo? ¿Por qué no puedes alegrarte por mí?

—Eso no es verdad... — murmuré, casi en un hilo de voz, quedándome pasmado ante sus palabras. — Seokjin es...

—Yo estoy completamente enamorada de ti, Jungkook. — expresó con voz trémula — pero si tu tienes dudas respecto a nosotros, respecto a tu vida en familia, lo mejor es darnos un tiempo, que pienses que es lo que realmente quieres.

—No.

—¿No qué? — cuestionó enfadada. Vaya, los cambios de humor que estaba teniendo por mi culpa estaban pasando la cuenta — hoy dijiste algo que rompió mi corazón. Deseaste tener un día sin nosotras, porque estás agobiado. — peinó sus largos cabellos y se dirigió a la escalera — me quedaré todo el fin de semana con tus padres en Busan, me llevaré a las niñas para que no tengas a nadie que te moleste estos días. Así como lo deseaste.

Y sin decir nada más subió, dejándome con las palabras en la boca. Dios mío, este maldito dolor de cabeza se intensificaba cada vez más y la lluvia estaba peor. Los truenos seguían sonando con brutalidad y fue el momento en que una luz se vio por la ventana, un relámpago quizás, que nos hizo quedar sin electricidad.

—Genial. Lo que me faltaba. — bufé mientras ordenaba lo último para subir con la linterna de mi celular a la habitación. Seojin estaba tapada hasta la cabeza dándome la espalda. Me puse la pijama y lavé mis dientes en total oscuridad. Sabía que a Seojin le aterraba las tormentas eléctricas, odiaba el sonido estruendoso de los truenos. Una notificación de una noticia era recibida en la barra de notificaciones.

Tormenta eléctrica de esta magnitud no había sucedido hace cincuenta años.

Vaya. Y justo tuvo que ser hoy.

Me acosté por fin y miré el techo intentando conciliar el sueño, aguantándome las ganas de abrazar fuertemente a Seojin y poco a poco mis ojos comenzaron a pesar, sintiendo el fuerte sonido de la lluvia caer en el techo.

Entreabrí mis ojos en medio de la noche luego de sentir un trueno, también muchas luces se veían en la ventana, mi cuerpo pesaba y sentía frío, mucho frío.

—No... no quiero, no quiero... — me estremecí al sentir una ráfaga helada. ¿Estaba enfermo? ¿Estaba afiebrado? No podía dejar de dar vueltas en la cama, quejándome, delirando y de pronto... la lluvia cesó. Y mis malestares también.

Todo dolor había desaparecido y me quedé profundamente dormido.


Me moví lentamente buscando el calor humano de mi esposa. Al sentirla junto a mí sonreí inconscientemente, pero luego recordé que ella estaba enojada conmigo y con justa razón. Me comporté como todo un idiota y debía enmendar las cosas. ¿Si le preparo el desayuno? Eso le gustaría.

—Estás muy cariñoso, osito.

Arrugué mi frente y abrí un ojo al escuchar esa voz, también el apodo. Vi una cabellera rubia que definitivamente no es el cabello de Seojin y me alejé tan rápido que caí de la cama golpeándome la cabeza.

—Jungkook, ¿qué demonios? Ten cuidado amor.

Mi corazón latía de manera desenfrenada. Observé a la mujer que estaba frente a mí mirándome preocupada, con solo su lencería puesta, miré mi cuerpo que también estaba desnudo. Yo... ¿yo engañé a Seojin con Minseo? No. Claro que no, yo vine a dormir junto a mi esposa, yo... no la engañaría. Tapé mis ojos de manera rápida.

—Vístete, estás en poca ropa.

—¿De que hablas? Claro que sí, tuvimos una noche desenfrenada de sexo. Estuvo tan, tan genial.

Las náuseas me invadieron. Destapé mis ojos y observé la habitación. Esta no era mi habitacion. Había un gran televisor colgando en la pared y la cama era gigantesca. Solo la habitación podía ser la sala de nuestra casa.

¿Dónde me encontraba?

—Yo... no recuerdo nada. Necesito ver a Seojin, yo...

—¿Seojin? ¿Quién es esa? — interrogó de inmediato, cambiando su semblante.

—Mi esposa. — respondí sin dudar. Y fue todo para que Minseo soltara una gran carcajada. —¿Qué es lo gracioso?

—Jungkook, yo soy tu prometida — levantó su dedo anular, donde poseía un llamativo anillo que se veía muy caro — ¿Quién es Seojin?

Me levanté rápidamente para ir a la habitación de mis hijas. Pero no conocía este lugar en absoluto. Puerta que abría, habían solo extravagancias. Una sala de cine, una sala de billar, una maldita sala de spa. ¿Qué mierda es esto?

—¿Dónde están? — pregunté desesperado.

—¿Quienes, Jungkook?

—Mis hijas, mis niñas. Hera y Hyori, necesito verlas.

—Amor, ya me estás preocupando — se acercó lentamente, como si yo estuviera fuera de si, un demente total. — no tienes hijas. Lo más que recalcaste al momento en que te conocí es que no quieres hijos por el momento. Te gusta tu vida así, tranquila. Sin ninguna atadura.

No pude resistirlo más y corrí hasta la cocina para vaciar todo ahí, abrí la llave para limpiar apoyando mis brazos para no caer. No entendía que estaba sucediendo. Si esto era un sueño quería despertar.

—Y-yo... yo no sé que está ocurriendo. Es como... como si estuviera flotando en este mismo momento. — traté de explicar — no recuerdo nada de esta vida...

—Deberíamos ir a un doctor. — ella dio pequeños golpes en mi espalda — ayer estabas bien. Estabas feliz de que  la fusión con otra compañía haya sido todo un éxito. Tu empresa cada vez crece más y más mi amor. Estás creando un imperio desde que tomaste el puesto de presidente en Jeon Technology.

Abrí mis ojos abruptamente.

—¿Qué? ¿La empresa tiene mi apellido?

—Claro. Tu idea de crear un software con inteligencia artificial tuvo mucho éxito, sabían que tu debías hacerte cargo de ahora en adelante, Jungkook. Tu nombre ahora está en todos lados. Gracias a eso el mundo cambió, estamos como... en el futuro. — intentó explicar — mira — estiró su muñeca dejando ver un lindo reloj, en donde tocó su pantalla y una mujer se veía en miniatura, como un pequeño holograma.

—Buenos días, Minseo, recuerda que tienes programada una cita con tu dentista hoy a las 15:00 pm.

—Gracias, Saram.

—¿Saram?

—Tu lo creaste. El reloj mas inteligente del mundo.

Yo si tuve esa ideas, pero nunca creí que gustarían, entonces quedaron en el olvidado. Aquí... es totalmente diferente.

—¿Y... tuvo éxito?

—Claro, amor. Tú fuiste el primero en crear un software con el fin de que la gente pudiera buscar algo y tener la respuesta en un minuto. Eso fue increíble, luego quisiste avanzar más, dando la idea de un reloj que también tuviera este software con inteligencia artificial, pero cinco escalones mas arriba al crear un pequeño holograma en él. Cuando tengas citas programadas o quieras recordar algo, ahí estará Saram.

No podía creer lo que estaba escuchando. Por eso tenía esta casa. Por eso tanta ostenticidad. Yo era multimillonario. Vi cuadros de honor. También vi una foto con el presidente de Samsung.

—Oh, ese también es un proyecto. Pero no es nada concreto, ese señor quiere tu cerebro. Se dio cuenta del éxito que tienes.

Esto es demasiada información. ¿Se cumplió el deseo que pedí anoche? ¿Tendría esta vida por un día? Sonreí abiertamente. Sin duda aprovecharía este día al máximo.

Claramente sin Minseo.

Subí a la habitación y entré a una parte que creí que era el baño, pero claro que no, era un gigantesco walk-in closet. Ropa por doquier, muchísimos zapatos y uns vitrina llena de relojes de lujo.

Mierda. Esto era espectacular. Silbé al verme en el gran espejo y salí hasta el garaje, en donde habían cinco autos estacionados. Tomé las primeras llaves que encontré y al apretar el botón, era el del Roll Royce del año. Mordí mi mano admirando esta belleza y me subí para salir de aquí.

La música sonaba fuerte, miraba a mis alrededores, aun sin poder creer que se cumplió mi deseo de poder tener esto por un día. Busqué en mi smartphone la dirección de Jeon Technology y emprendí rumbo ahí. Al llegar, inmediatamente llegó alguien a abrirme la puerta y pidió mis llaves para estacionarlo. Asentí y se las brindé.

—Jungkook, ¿no qué estarías descansado hoy? Todo se lo dejarías a tu mano derecha.

—Bueno... — rasqué mi oreja con timidez — quise venir de sorpresa.

No sabia quien mierda era el tipo que estaba frente a mí. Solo vi que suspiró e hizo una seña de que lo siguiera. Al entrar al gigantesco edificio, recibí de inmediato reverencias. Algunos seguían en sus labores y otros me miraban con temor.

¿Por qué temían de mí?

Llegamos al ascensor en donde subimos al piso número diez. Habían mucha gente trabajando en sus respectivos computadores último modelo. Me sentí orgulloso de tenerles a mis trabajadores un buen equipo para que puedan ejercer bien sus labores.

—En la oficina está Namjoon. Sabes que te regañará por estar aquí.

Le di una pequeña reverencia quedando extrañado ante mi acción. Todas las personas se pusieron de pie para saludarme. Parecía régimen militar.

—Buenos días, maestro Jungkook.

Mi cara se desfiguró al escuchar eso. Hice señas con mis manos indicando que no hicieran eso.

—¿Maestro Jungkook? Diganme Jungkook, chicos.

Recibí la misma mirada de aquel tipo que me trajo hasta aquí. Namjoon salió de la oficina y miró a sus alrededores. Se hizo a un lado y entré sintiéndome levemente sonrojado al tener las miradas de todos. Maestro Jungkook, que porquería.

—¿Quién demonios les dijo que me deben llamar así? Es horrible.

—Bueno... tú les dijiste eso. — se sentó en la gran silla giratoria de cuero — si no lo hacían, los despedirías. Hablando de despedir, este tipo aún no tiene la idea que le pediste el día de ayer.

Con su barbilla apuntó a un chico joven que parecía un pequeño cordero asustado. No me había percatado de su presencia. Al verme, su asustó aún más.

—Y-yo lo siento mucho. Usted señor me pidió otros trabajos y no tuve... n-no tuve tiempo de pensar en nada más.

Comprendí la situación de inmediato. Asentí en respuesta y me acerqué para tomar su hombro.

—Gracias por tu arduo trabajo.

Namjoon y el chico me miraron como se me hubiera salido un tercer ojo.

—¿Qué sucede contigo? — preguntó Namjoon — te gusta la eficacia. Si no rindes, los despides. Así es la regla de este lugar. Y tú — ee dirigió nuevamente al chico —no le gusta que lo llamen señor. Él es el maestro Jungkook.

—¡Basta con eso! No, es horrible. Llámame Jungkook o señor Jeon, cualquiera de los dos está bien. — le sonreí amable. — no te despediré. Gracias por ayudarme. Ve a tu puesto.

—Si maes... señor Jeon — se corrigió de inmediato para hacer una reverencia y salir del despacho. Namjoon me dio una mala mirada y resopló con fastidio.

—Arruinaste mi llamada de atención
Estaba demostrando quien mandaba el día de hoy — me recriminó — ¿Qué haces aqui? Creí que estarías follando con Minseo.

Me estremecí al solo escuchar eso. No podía imaginarme teniendo intimidad con ella. No, no, no. Hice una cruz con mis manos.

—Ella no me gusta.

—Llevas cuatro años con ella, le pediste matrimonio, ¿y no te gusta? A otro perro con ese hueso, Jeon Jungkook.

—Quiero disfrutar este día. Primero quería ver como trabajan mis empleados.

—¿Te pasa algo? Tú no eres amable. Estás siendo amable, ¿que rayos te sucede?

—Yo soy amable. — corregí.

—Y yo soy el presidente de Corea. — rodó los ojos — eres el temido Jeon Jungkook, el presidente de Jeon Technology, si no están a tu par, se pueden ir a la mierda. Despedidos de inmediato, total siempre habrá gente que quiera ingresar a este lugar.

No me gustaba la manera en que lo decía. No me gustaba ser temido. Salí de la oficina y pude corroborar que era cierto. Todos agachaban la cabeza y evitaban el contacto visual. Una chica se paralizó al verme con unos cafés en la mano y debido a la impresión de verme justo frente a ella, los vasos cayeron de sus manos, derramando todo el piso.

Se hizo un sonido sepulcral.

La chica tapó su boca y se agachó llorando.

—L-lo siento, maestro Jungkook, lo siento, lo siento... no me despida por favor, limpiaré esto, lo siento...

No. Esto no me estaba gustando. Tomé el brazo de la chica y la levanté con cuidado. Limpié sus lágrimas y le tendí un pañuelo que tenía en mi bolsillo.

—Fue un accidente, tranquila. No despediré a nadie. Le avisaré a alguien que venga a limpiar. — sonreí, intentando que ella se relajara, pero no lo logré. Me tenían miedo. —Mmh, Namjoon, yo... debo ir por unas cosas, ¿si? Vuelvo en unas horas.

—Tranquilo. Yo me encargo de ellos.

Lo miré mal al ver la sonrisa siniestra.

—Gracias por su arduo trabajo. Estoy agradecido de contar con ustedes.

Les hice una reverencia dejando a todos en shock. Cuando salí del edificio, respiré profundamente. Creí que habría otro ambiente, uno mas liviano, creí que todos nos apoyaríamos... pero no es así. Ellos me temían.

Era un pésimo jefe.

Decidí que gastaría dinero a lo loco. Tomándolo como algo terapéutico. Una tarjeta de crédito negra ilimitada estaba en mi poder y gastaría en estupideces. Era multimillonario, joder. Lo era. Podía permitirme gastar en lo que quisiera. Mas ropa, mas tecnología, masajes, cine, restaurantes con las mejores comidas y cuando pasé por una tienda con ropa de niña, es que caí en la realidad.

Mis niñas no estaban aquí.

Me repetí que solo sería por hoy. Mañana podría verlas y abrazarlas.

Llegué una caja de pizza en mis manos, en donde Minseo me reprochó por estar comiendo eso, asegurando que a mí me cargaba esta comida. La odiaba.

¡¿Cómo podría odiar la pizza?!

En mi otra realidad estaría Seojin junto a las niñas riendo por una escena de una película, mientras yo me atragantaba con pedazos de pizza. Los sábados de cine eran sagrados y la pizza también.

De pronto, esta vida no me estaba gustando. Quería dormir y despertar al lado de mi esposa y de mis hijas.

—Maestro Jungkook, debe levantarse para su cita en el gimnasio a las 8 am. Recuerde que debe llevar su equipamiento y su botella de agua, espero tenga un maravilloso día y...

Apreté cualquier botón del reloj y abrí mis ojos, percstándome que nada había cambiado. Minseo seguía a mi lado y yo no entendía que estaba sucediendo.

¿Por qué nada cambió?

No.

No quería estar aquí.

Me levanté rápidamente para cambiarme la ropa y salir a toda velocidad de la casa en el Mercedes. No comprendía el porque seguía en esta realidad si solo había deseado un día. Un maldito día.

Me bajé del vehículo al llegar a una bonita plaza. Era temprano, pero ya había gente bebiendo café, hablando con el reloj que supuestamente yo había creado, también a parejas y yo... extraño a Seojin.

Un miedo se apoderó de mí. ¿Si no la volvía a ver más? ¿Si la otra realidad jamás existió y todo fue un sueño? Me sentía cansado. Fue mucha información que procesar y creí que todo volvería a la normalidad. Pero nada sucedió. Sigo aquí, siendo un jefe de mierda, teniendo el dinero que quise pero sintiéndome vacío.

No tenía a nadie.

¿A este Jeon Jungkook le gustaba esta vida?

—Seokjinnie, no. Sabes que no debes discutir con ese señor. Es un abuelo, amor, no deberías hacerle caso, sé que es molesto, pero entiende que es un adulto mayor...

Frente a mis ojos pasó una castaña tan conocida para mí.

Mi corazón golpeteó mi pecho y me levanté como un resorte al poder verla. Tan preciosa, tan ella.

—¡Seojin!

Ella se sobresaltó y volteó ante mi grito, mirándome extrañada.

—Lo siento amor, te llamo más tarde, hay un tipo loco gritando mi nombre — me ofendí ante su comentario. ¿Dijo mi amor? ¿Seojin tiene novio? — disculpa, ¿te conozco? — se dirigió a mi una vez colgó su celular.

Auch. Auch. Y mil veces auch. Ella no sabía quien demonios era yo. Por ende, no existían nuestras hijas. No existía un nosotros.

—Soy Jungkook. Jeon Jungkook, ¿no te acuerdas de mí? — pregunté esperanzado.

—Jungkook, Jungkook... — comenzó a chasquear sus dedos. Hasta que abrió sus ojos y me puse alerta — ¿De verdad eres tú?

Sonreí y asentí, sintiendo que lloraría en cualquier momento. Solo he estado un día alejado de ella y siento que ha sido una eternidad. Seojin se acercó sonriendo y cuando estuvo a escasos metros de mí, su sonrisa se borró y golpeó mi mejilla tan fuerte que sentí que hizo un eco.

—¿Q-qué? ¿Por qué me golpeas? — pregunté tomándome la mejilla — mierda, Seojin, golpeas muy duro. ¿Qué demonios? ¿Por qué lo hiciste?

—Deja de hablarme como si nosotros fuéramos conocidos. Eres lo peor que se pudo cruzar en mi camino. — escupió con rabia — me humillaste frente a todos al pasar por tu empresa, me dejaste en ridículo hace cinco años y al parecer tu olvidaste todo, ¿no? Nunca recibí disculpas tuyas, eres un jodido monstruo. No entiendo el imperio que has creado siendo una asquerosa persona.

Mi pecho dolió ante sus palabras. Yo... yo la humillé. Ella me confirmaba el porqué todos me tenían miedo. Era alguien terrible.

—Lo siento. — hice una reverencia en noventa grados — lo siento mucho. Nunca te haría algo así a ti. Tú eres muy importante para mí.

—Te juro que sigues hablando como si nosotros nos conociéramos de toda la vida, llamaré a la policía — amenazó apuntándome con dedo — me hiciste un favor echándome, ¿sabes? Gracias a eso llegué a una maravillosa empresa, en donde si valoran a sus trabajadores. Conocí al amor de mi vida gracias a eso. Y eso es algo que jamás me arrepentiré. Conocer a Kim Seokjin fue lo mejor que me pudo pasar.

¿Kim Seokjin? ¿El mismo Kim Seokjin? Tapé mi rostro ante la ironía de la vida. ¿Esto es algún tipo de castigo?

—Ya. Definitivamente no quiero seguir aquí — miré el cielo, estaba totalmente despejado y hasta soleado — llévame de vuelta a casa. Quiero volver con mi esposa y mis dos hijas. No quiero esta vida. La aborrezco.

Vi como Seojin de manera cautelosa sacaba su celular y llamaba un número.

—Buenos días, sabe que hay un tipo muy loco gritando incoherencias y me está dando miedo, ¿podría mandar una patrulla? Muchas gracias.

—¿De verdad, Seojin? — pregunté. — ¿de verdad no me recuerdas?

—Es el único recuerdo que tengo tuyo. Y es el peor. El presidente de Jeon Technology se puede ir a la mierda.

—Soy tu esposo. — solté rápidamente — llevamos seis años de casados. Tenemos dos niñas, una de nueve años llamada Hera y otra niña de cinco llamada Hyori. Somos una familia con altibajos, pero mi amor por ti no disminuye en absoluto, a pesar de las discusiones, te amo, Lee Seojin. Por favor, recuérdame.

Ella solo se quedó pasmada ante mis palabras y comenzó a reír como si hubiera hecho la mejor rutina de stand up.

—¿Fumaste algo de dudosa procedencia? Si es así, tranquilo, no diré nada — guiñó un ojo, luciendo mas atractiva de lo que ya es— Jungkook, quizás me estés confundiendo. Yo no tengo hijos. Bueno, no por el momento.

—¿Por el momento?

Se ganó de perfil y se subió el polar que llevaba puesto, dejando expuesta su pequeña barriga abultada.

—Tengo tres meses.

Me hice hacia atrás y me afirmé del árbol, sintiendo que me desmayaría en cualquier momento. Esto no puede ser verdad.

—Seojin... no, yo...

—Olvidaré todo esto, ¿sí? He leído que estás cayendo en los excesos. — negó con su cabeza en modo de reproche — el dinero conlleva a estas cosas. Pero sé que en el fondo eres inteligente. Tú realmente no quieres esa vida.

—No la quiero — respondí de inmediato. — no quiero esta vida. No la quiero.

—Entonces has un esfuerzo por ser mejor. — dijo con simpleza — adiós. A pesar de todo, espero que todo vaya bien contigo.

Y sin decir más volteó para comenzar a caminar a paso apresurado.

—Seojin... Seojin vuelve por favor... — estaba siendo patético. La gente ya comenzaba a verme como si estuviera demente. — Seojin no me dejes...

Mi corazón se aceleró, el pulso comenzó a ser rápido y de pronto todo se veía borroso. Necesitaba estar en un lugar seguro, pero no alcancé a dar dos pasos antes de caer desmayado en frente de toda la gente.

—Él está actuando como su fuera otra persona, ¿sabe? Como si fuera un Jungkook totalmente diferente. De pronto me comenzó a preguntar por su esposa y sus hijas. Él no tiene hijas. ¿Tendrá algo en el cerebro? ¿Se habrá golpeado con algo?

Escuchaba la voz de Minseo. Abrí mis ojos y miré a mi alrededor para percatarme de que estaba en el hospital.

—Despertaste, Jungkook. — el doctor se acercó de manera rápida hasta dokde mí y posó su linterna en mis ojos. — pupilas normales, se dilatan bien ante la luz. Jungkook, dime, ¿te duele aquí? — tocó la parte trasera de mi cabeza y negué cabizbajo.

—Me duele aquí. — apunté mi pecho.

Recordé la conversación con Seojin y tenía ganas de llorar de forma desconsolada. Ella... ella sería madre. Tendría un hijo de Kim Seokjin. Sentía que todo se estaba viniendo abajo, como si la torre se desmoronara lentamente, yo estando atrapado justo al medio, sin escapatoria.

Me levanté ante las adventencias del médico y también de Minseo, pero no les presté atención. Solo quería salir de aquí.

—¡¿Qué mierda debo hacer, eh?! — volví a gritar al momento de estar fuera del hospital. Miré el cielo. — devuélveme al lado de mi familia. Deseo eso.

Abrí mis ojos y me despertaba viendo lo mismo. El mismo panorama. Llegaba la noche y pedía lo mismo, ansiando que ese deseo se hiciera realidad, pero nada cambiaba. Estaba atrapado aquí. En esta vida.

—¿Qué mierda te sucede? — Minseo se hartó de mi actitud. Y es lo mejor que pudo pasar.

—No te amo.

—No me amas, lo sé. Pero te gusto. Te gusta mi compañía, la disfrutas, te doy todo lo que tú necesitas y más. — tomó mis mejillas y unió su frente con la mía — podemos resolver esto.

—No puedo resolver esto. — puchereé ante el sentimiento de desesperación abordando todo mi sistema, nuevamente. — no sé que hacer, estoy atrapado.

—¿De que hablas?

—Tú no entiendes. Por favor, déjame solo...

—Jungkook...

—¡Qué me dejes en paz! — grité a todo pulmón, haciendo que se sobresalte. — lo siento. No fue mi intención... solo... ¿puedes dejarme un momento en tranquilidad, por favor? Te lo pido por favor.

Tomó su cartera y se dirigió a la salida sin mirar atrás.

Ya ha pasado un mes y aún nada.

¿Debería resignarme a que esta sería mi nueva vida?

¿Debería dejar de intentarlo?

O quizás, en esta realidad, debía conquistar también a Seojin.

Aunque ella aquí esté totalmente enamorada de Kim Seokjin y tendrán un bebé juntos.

El solo pensamiento me perturba. No quiero. Me duele el corazón, me duele todo.

Extraño tanto a Seojin y mis hijas.

El vacío cada vez se vuelve más insoportable. Quiero arropar a mis hijas en sus noches, quiero seguir siendo ese papá del que están orgullosas. Quiero ser mejor persona por ellas. Por las tres mujeres de mi vida.

Caminé hasta el patio trasero, en donde estaba la gran piscina.

¿De que servía todos estos lujos si me encontraba solo?

¿De versad fui tan avariento como desear tener mucho dinero? Quería tenerlo, pero en compañía de mi familia. Miré nuevamente el cielo, despejado, no ha habido ningún día nublado y quiero gritar.

—Por favor. Devuélveme con mi familia — rogué — deseo despertar al lado de mi familia. Deseo que ellas vuelvan a mi lado. Fui un idiota. Yo no sabía que ya era millonario al tenerlas a a mi lado. — lloré, sentía mi alma desgarrada hablándole a la nada — las amo con mi vida. No soy nada sin ellas. Deseo una última oportunidad de enmendar todos mis errores. Una oportunidad de redimirme.

¿A quién le estaba hablando? ¿A quién le hablaba todos los días? No sabía, solo comprendía que me hicieron vivir esto por ser un estúpido. Por no aprovechar lo que tenía a mi lado.

Un sonido estruendoso sonó y miré el cielo, secando mis lágrimas. Estaba tan despejado que me sorprendió ver las nubes aglomerarse tan repentinamente. Nubes oscuras, prontas a liberar lluvia y yo miraba anonadado todo lo que estaba sucediendo. Relámpagos, truenos y lluvia eran los protagonistas esta noche y a pesar del mal clima, yo sonreí y asentí.

Una oportunidad.

Ingresé a la casa y subí a la habitación despojándome de la ropa en el camino y me lancé a la cama, cerrando mis ojos con fuerza, induciendo a un sueño a toda costa. Mis ojos pesaron y todo se volvió oscuridad. Esta vez no tuve malestares. No tuve frío, solo... calma.

Una calma que me ayudó a descansar plenamente.

Abrí mis ojos de golpe y me senté en la cama de manera rápida, logrando que mi cabeza doliera. Siseé de dolor y volví a tirarme hacia atrás.

Palmeé mi lado y no había nadie.

Pero estaba en mi hogar. Estaba de regreso.

Me levanté como un resorte y fui hasta la habitación de mis hijas, no encontrado a nadie allí. ¿Quizás el destino me quiso hacer una mala broma? Mi corazón comenzaba a tener taquicardia al momento que bajaba la escalara y cuando vi a Seojin preparándole el desayuno a mis dos princesas, es que pude soltar todo el aire retenido en mis pulmones.

Corrí para abrazar a mi esposa y levantarla en el aire. Ella me miró sorprendida y me dio una mala mirada.

—¿Qué haces?

—Abrazo a la mujer de mi vida. — respondí, no queriendo soltarla bajo ninguna circunstancia. Sentía que si me alejaba, volvería a perderla. Volvería a perderlas.

—No sé que bicho te habrá picado o si efectivamente un bicho te picó, tuviste fiebre toda la noche — tocó mi frente y cerré mis ojos ante su contacto — y era fiebre altísima.

—Tuve una pesadilla. — susurré en su oído — en el sueño ustedes no se acordaban de mí y yo me quedaba solo.

—Pero papi, jamás podríamos olvidarnos de ti — Hera habló con un rollo de huevo en su boca — te amamos, ¿no es así, mami?

—Así es, cielo.

Sabía que Seojin aún estaba enfadada. Para ella solo pasó una noche, pero yo viví un mes completo en agonía, en donde se sintió una eternidad.

—Perdóname. Perdóname por ser un idiota. Eres la mejor mujer, la mejor esposa, la mejor mamá, eres todo para mí. Eres capaz de muchísimas cosas y sé que serás una grandiosa vicepresidenta si te esfuerzas. Mi vida, lamento ser un tonto que no valora lo que tiene a su lado, pero quiero cambiar eso. No quiero que ese Jungkook esté más. — uní mi frente con la de ella, rozando nuestra nariz.

—Esto es un cambio muy radical. El Jungkook de hace meses y el de anoche no se parece a este — manifestó totalmente desconfiada.

—Este Jungkook que ves ahora será el partícipe de todo. — besé cortamente sus labios, ganándonos unas risitas burlesca por parte de nuestras hijas — lo siento muchísimo, mi amor. Nunca quise herirte al fumar ese cigarrillo, nunca quise que pienses que te engaño, jamás lo haría, tienes mi corazón por completo. Nunca quise que pensaras que no eres capaz de lograr algo. Eres Lee Seojin, claro que puedes lograr todo y más. Nunca quise que el plano laboral se entrometiera en nuestra vida causando una tormenta. Pero quizás esa tormenta si fue necesaria para darme cuenta de todo lo mal que estaba haciendo. — finalicé puchereando nuevamente. Al parecer en todas las realidad sería un llorón. Ella limpió mis lágrimas, pero pude notar que se estaba aguantando las suyas.

—Somos marido y mujer. Estamos en las buenas y en las malas, ¿no? Para mí esto que estás haciendo es increíble. Decir todo que tenias guardado por fin, es magnífico — sonrió besando mi mejilla y mis labios — te amo, tontito. Solo fue una discusión, me alegra que hayas podido entender las cosas.

—Una discusión que casi acaba conmigo.

—Eres un exagerado. — soltó unq carcajada y podía jurar que era música para mis oídos.

—Bueno mis vidas. Iremos a comer fuera, ¿qué dicen? También podemos ir al cine...

—¡Sí! ¡Papá genial volvió!

—Y nunca más se irá — abracé con fuerza a mis hijas — Seojin, amor, ¿qué opinas de crear un software de inteligencia artificial y...

Le expliqué con lujo y detalle las ideas que tenía en mi mente. Sabía que todo eso funcionaria y quizás, nuestras vidas cambiarían. Pero si ellas estaban en todo el proceso, nada mas importaba.

Salimos los cuatro vestidos para la ocasión y subimos a nuestro modesto vehículo, que ahora me parecía el mejor auto de la vida. Todo ahora tiene otro sentido.

Al llegar al lugar, antes de entrar, miré el cielo.

—Gracias. Aprovecharé al máximo esta oportunidad. — murmuré.

—¿A quien le hablas? — Seojin llegó a mi lado y también observó el cielo con extrañeza.

—No lo sé. Quizás a alguien que fue bueno conmigo.

—Deberíamos pedir un deseo.

—No. — negué rápidamente con mi cabeza — todo lo que deseo está aquí a mi lado. No necesito nada más.

Me dio una mirada totalmente enternecida y volvió a besar mis labios.

—Quizás mi madre nos ayudó esta vez, ¿no crees?

Abrí mis ojos y miré nuevamente el cielo. Solté una risita incrédula, mordí mi labio y asentí.

—Ah suegra, no mande más tormentas, por favor.

Seojin sonrió y tomó a Hyori de su pequeña mano y yo tomé la de Hera, para ingresar al restaurante en donde comeríamos. El sol hoy estaba brillando mas que nunca y sin probabilidades de tormentas eléctricas.

Hasta nuevo aviso.

Wow, quise hacer algo diferente y estoy satisfecha con el resultado. Siendoas 3:27 am, terminé este one shot. Cuando abran sus ojos y puedan leerlo, me gustaría saber que les pareció 🙆🏻‍♀️.

Gracias por apoyar los one shots. Esto tenía toda la pinta de ser una historia, pero sé que no tengo el tiempo necesario para crear algo más a futuro. Así que nada chiquis, disfruten ❤️‍🩹.

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