Dᴇ́ᴄɪᴍᴏ ᴏᴄᴛᴀᴠᴏ ➳ ❝ ʙᴀᴊᴏ ʟᴀs ᴍᴀ́sᴄᴀʀᴀs ❞
Advertencia ⚠
Capítulo con contenido +18
Al final de one shot dejaré una pregunta en donde espero me puedan responder 🫂.
Sin mas que decir, disfruten la lectura 📖❤️🔥.
—Siento que estamos un poco grandes para ir a una fiesta de disfraces, Soonya.
Fue lo primero que salió de mi boca cuando escuché la propuesta de mi amiga salir de sus labios con tanta emoción. Ella me dedicó una mala mirada, mientras cruzaba sus brazos.
Y es que no me apetecía en lo mas mínimo estar en una fiesta rodeada de tipejos que buscaban la primera instancia para tener sexo, urgidos totalmente y desesperados y el disfraz no le daba un plus.
Absolutamente no.
—A ti nada te gusta, Lena. Eres una aburrida.
Me encogí de hombros ante sus dichos y es que dentro de todo, lo era. Soonya es una chica que conocí cuando me cambié de ciudad gracias a las malas decisiones que tomé en el pasado, en donde ahí, definitivamente, no era para nada aburrida.
¿Qué hay de malo en sentar cabeza?
—Puedes decirme lo que quieras, sabes por donde me paso tu opinión, ¿verdad? — le sonreí de manera tierna, colocando mis manos en mis mejillas. Ella solo atinó a rodar los ojos y aunque no quiso, soltó una risa.
Ya me conocía perfectamente y sabía que a mí, nada podría afectarme. Ya pasó mi tiempo en donde lloraba por cosas que sucedían o me decían. Ahora era muy difícil que pudieran herirme, aunque sabía que Soonya no buscaba eso.
—Pero anda, ¿sí? No quiero ir sola y dicen que esa fiesta promete muchísimo. El anfitrión es Park Jimin, tú sabes la locura que será eso, ¿verdad?
—¿Él no tiene otra cosa que hacer? Pasa haciendo fiestas de esa magnitud.
—Su casa pasa sola la mayoría del tiempo y tiene una casa gigante. Es el mas popular de aquí y como que hacer fiestas alimenta su gran ego. Mientras mas hablen de él, es mejor. — explicó dando un bocado de su almuerzo.
Suspiré con fuerza. Conocía a Jimin, y es que no hay persona que no lo conozca en este lugar. Un chico problemático, que vive la vida al límite y con un gran autoestima, tanto que roza el narcisismo. Es guapo, sí, pero para mí no era el mas guapo.
Para mí, porque mi amiga babea por él.
—¿No has intentado coquetear con él?
—Lo intenté en una de sus fiestas y ni siquiera se inmutó. Me sentí la persona mas fea del planeta. — hizo un leve puchero mientras comía un trozo de kimchi de su bandeja.
—Ay, Soonya. Donde una persona no ve tus atributos, existe otra donde te ve como una obra de arte.
—Pero yo quiero que Jimin me vea como una obra de arte.
—Pides imposibles, Soon. Él es un alma libre y para él, todas son obras de arte.
—Y él se puede follar a quien quiera, solo quiero que me vea como una obra de arte una noche, ¿es mucho pedir, Dios? — miró el cielo con suplicio. Y yo no pude evitar soltar una carcajada.
—El sexo no lo es todo.
—Eso lo dices porque nunca lo tienes. Es más, sigo creyendo que eres virgen.
—Y sí lo fuera, ¿hay algún problema?
Nos miramos fijamente por un breve lapso en donde ninguna de las dos quería pestañear.
—Ninguno.
—Perfecto.
Desde que llegué a Seúl hace dos años, he intentado dejar atrás mi pasado y todo lo que en Boseong viví. Quise hacer un borrón y cuenta nueva, pero encontrarme con una persona que es tan extrovertida como lo es Soonya, se me dificulta un poco.
El pasar en fiestas, el acostarse con cuantos chicos pudiese, el meterme en problemas cada vez que tenia oportunidad, el estar casi al borde de la muerte por una persona que no estaba bien mentalmente, son cosas que quería dejar atrás. Ahora era otra persona, renovada, queriendo hacer el bien, no desviarse del camino ni del plan propuesto.
Estudiar, ser buena persona y construir un futuro prospero.
Si Soonya supiera quien era la Lena de antes, estoy segura que saldría corriendo apenas tuviera oportunidad. O quizás, sería la persona mas feliz del mundo. Ella solo quiere vivir la vida y yo, lamentablemente, ya la viví y no quiero volver a repetir esas etapas.
Mi plan perfecto ahora, era estar acostada a las nueve de la noche viendo una buena película o haciendo mis quehaceres. Que me digan aburrida, a mí que me importa, prefiero mil veces eso que estar alcoholizada sin saber donde estoy ni con quien estoy.
—Por esta vez, ¿puedes dejar tu aburrida vida y salir conmigo?
Juro que quise tirarme al piso a patalear, porque estaba completamente segura que ella no se detendría jamás. Es la persona mas insistente que he conocido en mi maldita vida.
—¿Por qué necesitas que vaya? Has ido en otras oportunidades sola y no tuviste ningún inconveniente.
—Porque contigo me siento mas segura. Siento que tengo la fuerza suficiente para lucir lo mas perra posible y eso es lo que busco, amiga. ¿Te has visto? Pareces una maldita modelo de revista y al tenerte conmigo, todos en ese lugar voltearán a vernos. Y sí, necesito la atención de Jimin.
—Osea, que en simples palabras, me utilizarás para tu bien.
—Mmh, sí. Ese es un buen resumen, la verdad.
Golpeé su hombro al momento que las dos reíamos. Nuestra amistad era algo extraña. Para los demás, si nos escucharan como nos tratamos, de seguro piensan que nos odiamos. Pero increíblemente, es todo lo contrario. Prefiero mil veces a una persona que es franca y dice las cosas como son, a una hipócrita que mientras me sonríe, me entierra el cuchillo más filoso y grande en la espalda.
Déjenme con Soonya, así estoy muy bien.
—Está bien. Te acompañaré a esa estúpida fiesta, pero escúchame bien, maldita rata... — la apunté con un dedo, justo en el momento en que ella comenzaba a hacer una mini fiesta por haber logrado su cometido. — solo iré por un rato y tú estarás conmigo en todo momento. Luego me iré y me veré los siguientes episodios de la segunda temporada de Pretty Little Liars, ¿me escuchaste?
—A su orden, majestad.
Y fue todo lo que tuve que escuchar, para quedar conforme. La fiesta era nada mas y nada menos que hoy. Sí, hoy. Una fiesta de disfraces, en donde obviamente, no tenía absolutamente nada para ponerme. Era una de esas tardes de verano en las que el sol brillaba con intensidad, pero yo solo quería refugiarme en la sombra de mi habitación. Sin embargo, Soonya tenía otros planes. Insistía en que necesitábamos disfraces perfectos para la fiesta. Con resignación y porque obviamente no se detendría, acepté acompañarla a las tiendas de disfraces.
Caminamos por las calles llenas de gente, entrando y saliendo de varias tiendas, cada una más extravagante que la anterior. Ella, con su entusiasmo inquebrantable, se probaba todo tipo de disfraces: desde princesas medievales hasta guerreras futuristas. Cada vez que salía del vestidor, me pedía una opinión, y yo, entre risas y comentarios, trataba de encontrar algo que me motivara a participar en su plan.
Soon era una chica espléndida, bella y estoy cien por ciento segura que tiene a muchos chicos detrás de ella. Pero lamentablemente tiene una fijación por el tipo mas idiota. Es un maldito cliché, en donde quiere tener sexo con el chico malo.
Quise hacer una mueca de asco. Chica linda, detrás del rompe corazones.
Finalmente, en una tienda pequeña y menos concurrida, vi el disfraz que captó mi atención: un conjunto negro de Gatúbela, completo con una máscara que cubría la mitad de mi rostro y unos guantes largos. Algo en la sencillez y el misterio del disfraz me atrajo. Tal vez era la promesa de pasar desapercibida en la multitud o la oportunidad de ocultarme detrás de una máscara.
—Creo que encontré mi disfraz. — apunté con mi barbilla aquel conjunto. Soonya miró en dirección al disfraz y abrió su boca.
—¡Qué sexy! ¿Quieres que nadie sepa tu identidad?
—Prefiero que esta sea tu noche. Así que busca el disfraz mas llamativo y lúcete.
Ella aplaudió para darme un corto abrazo. Y mientras me probaba mi disfraz, ella se probaba el suyo. Así que cuando estuvimos conformes, cada una fue a su casa, poniéndonos de acuerdo a que hora saldríamos y en que lugar nos encontraríamos para llegar juntas.
Llegué a mi casa agotada, sintiendo que toda batería se había ido entre la universidad y caminar mucho buscando las prendas. Mi casa en Seúl no era más que un pequeño cuarto en un edificio antiguo, escondido entre callejones estrechos. Al mudarme a la ciudad para comenzar mis estudios universitarios, había encontrado este lugar casi por casualidad. Aunque el espacio era reducido, se sentía acogedor, un refugio perfecto donde podía ser yo misma, lejos de las miradas curiosas.
Soonya me visita a menudo y siempre me hace la misma pregunta.
“ —¿Cómo lo haces para alquilar algo aquí y no trabajar? ”
Yo simplemente sonreía y desviaba la conversación hacia otro tema. Soonya no sabía muchas cosas sobre mí, y prefería mantenerlo así. No tenía idea de que mi capacidad para mantener este pequeño refugio provenía de ahorros que acumulé de una manera bastante inusual: gané muchísimo dinero en apuestas de Black Jack. Tenía una suerte de locos. Las ganancias que obtuve fueron considerables, y decidí guardarlas como un seguro para el futuro.
Ese futuro llegó antes de lo esperado. Necesitaba un lugar donde escapar de todo y de todos, y Seúl me ofreció la oportunidad perfecta. Con mis ahorros, pude mudarme sin preocuparme por encontrar trabajo de inmediato. Pude concentrarme en mis estudios y en construir una nueva vida, lejos de los problemas que me persiguieron.
El sol comenzaba a esconderse detrás de los altos edificios, bañando mi pequeño cuarto en tonos dorados y anaranjados. Me miré al espejo, tratando de recordar la última vez que me había arreglado para una fiesta. Habían pasado años desde la última vez que me permití ser parte del bullicio de una celebración.
Y es que no les recomiendo ir de fiestas desde los dieciséis años. No, no, no.
A los dieciséis, empecé a buscar refugio en las fiestas. Era mi forma de escapar, de sumergirme en el bullicio y la música, esperando encontrar algo que me llenara.
Problemas en casa, bienvenidas a experiencias estúpidas.
Recuerdo que a los diecisiete, perdí mi virginidad en la parte trasera de un auto con un tipo que ni siquiera recuerdo su nombre, no fue un momento memorable, sino más bien una experiencia vacía que se sumó a un cúmulo de recuerdos poco gratos. La sensación de vacío se volvía más profunda con cada fiesta, con cada decisión apresurada que tomaba para encajar en un molde que no me correspondía.
Dejé de pensar en el pasado y prepararme para la fiesta fue una experiencia sorprendente. Aunque hacía tiempo que no asistía a una, el simple acto de vestirme y maquillarme despertó algo inesperado en mi pecho. Mientras el disfraz se ajustaba a mi figura y el maquillaje realzaba mis rasgos, una mezcla de nervios y emoción empezó a burbujear dentro de mí. Era como si cada pequeño detalle del proceso desenterrara un eco de sensaciones pasadas.
Me hice una coleta alta y me puse unas pestañas postizas. Al tener una máscara, lo que mas iba a resaltar serían mis ojos y labios, así que le puse un mayor énfasis en esos lugares. Y no tenía nada que decir, hace muchísimo tiempo que no me producía tanto y aunque lo negara, me sentía bien conmigo misma.
Una vez lista, guardé mis cosas importantes en un pequeño bolso negro y salí en busca de Soonya. Cuando finalmente nos encontramos en el lugar acordado, no pude evitar mirarla de pies a cabeza. Su disfraz de Kitana, del popular juego Mortal Kombat, era impresionante y, sin duda, haría latir más rápido el corazón de cualquiera. Ella se había lucido con cada detalle y se veía magnífica.
—Wow, si le pusiste mucho esmero a tu disfraz, eh.
—Sí. Pero siento que me faltan tetas para poder lucirlo mejor. Soy la Kitana humilde. — me respondió mientras caminábamos hacia nuestro destino recibiendo miradas de mujeres y hombres a nuestro alrededor. Algunos mirándonos de manera lasciva, mientras otros simplemente nos observaban como si estuviéramos locas por andar así en la vía pública. Pero auto no teníamos, así que tocaba salir así. — tú no te quedas atrás. Tú si tienes tetas y culo, ese traje es hecho para ti. Maúlla, gatita.
—Vete a la mierda.
Soltó una risa y nos subimos en el bus que nos llevaría a nuestro destino. Cuando llegamos, si quedé sorprendida al ver desde lejos la casa de Park Jimin. Soonya no mentía cuando decía que su casa ers gigante, cada vez que nos acercábamos, podía notar que fácilmente una mansión. Desde la distancia, se podía ver la majestuosidad de su fachada, y el retumbar de la música se escuchaba claramente estando aún lejos.
—Si que es una casa grande.
—Te lo dije. Fácilmente viene toda la universidad a sus fiestas.
Al entrar a la casa, el sonido de la música era tan alto que tuve que gritarle a Soonya para que pudiera oírme. La multitud era abrumadora y me afirmé firmemente del brazo de mi amiga para no perderme en el caos. Sin embargo, en un momento, Soonya se me perdió entre la gente y me encontré sola, sin saber a donde ir.
Todos bailaban eufóricos y bebían a mas no poder. Busqué refugio en un rincón apartado de la casa, donde, aparentaba disfrutar en mi soledad, realmente deseaba que nadie me molestara. Mientras me acomodaba, me preparé mentalmente para cuando la volviera a encontrar, lista para golpearla por haberme dejado sola en medio del bullicio.
—Estúpida, sabía que no debí haber aceptado venir. Ella fácilmente me cambiaría por un pene, maldita adicta al sexo...
Maldecir a Soonya era casi un ritual. Siempre debía salir con sus cosas y lo que mas le recalqué al aceptar acompañarla, fue que no debía dejarme sola. Y al parecer como es algo idiota, entendió todo lo contrario.
Mientras miraba a mi alrededor, intentando localizar a Soonya entre la multitud frenética, me sentía cada vez más perdida. La música retumbaba en mis oídos y el movimiento constante de la gente hacía que la búsqueda fuera casi imposible, saqué mi celular para llamarla, pero no me respondía. El mal humor solo crecía. De repente, noté una mano extendida en mi dirección, interrumpiendo mi frustración.
—¿Bailamos? —preguntó una voz con un tono amable.
Subí la mirada y me encontré cara a cara con Spiderman. Al chico definitivamente el disfraz le quedaba espectacular, ajustándose perfectamente a su figura y destacando un cuerpo tonificado que no pasaba desapercibido. Mi primera reacción fue levantar una ceja, dudando si aceptar o no. Mordí mi labio, vacilante, mientras evaluaba la oferta y el atractivo de su presencia.
—No, gracias...
—Vamos. Te veo algo aburrida. Bailar te hará bien y te divertirás, te lo aseguro.
Finalmente, con un suspiro, decidí dejar de lado mi indecisión. Tomé la mano de aquel chico, permitiendo que me guiara hacia la pista de baile. Él por lo menos podía ver parte de mi rostro, yo no podía ver absolutamente nada de él.
Bailamos tranquilos durante un rato, dejándonos llevar por el ritmo suave de la música. La atmósfera era agradable y la compañía de Spiderman resultaba inesperadamente cómoda. Sin embargo, cuando la música cambió a un ritmo más movido y sensual, la dinámica entre nosotros también lo hizo.
—Eres muy guapa. Creo que te lo han dicho muchísimas veces. No quiero incomodarte, solo no pude evitar decirlo. — sus palabras en mi oído hicieron que mi piel se erizara. Su voz definitivamente era muy varonil.
—Gracias, hombre araña. — respondí colocándome de puntas y él al notar eso, se agachó un poco para que pudiera responder en su oído.
El chico no dudó en acercar su cuerpo al mío. Sus movimientos eran fluidos y perfectamente sincronizados con el nuevo ritmo, y pronto me encontré descolocada por la forma en que se movía. Era evidente que sabía bailar, y su habilidad para moverse con tal seguridad y gracia pronto comenzó a afectarme más de lo que había querido.
A medida que nos movíamos al compás de la música, comencé a sentir un calor creciente en mis mejillas y una tensión entre mis piernas que no podía ignorar. La cercanía de su cuerpo y la forma en que me guiaba con confianza mientras bailábamos resultaban irresistiblemente atractivas. No había nada más sexy que un chico que se moviera tan bien, y, en ese momento, no pude evitar sentirme atrapada en la intensidad del momento.
La tensión sexual en el ambiente era palpable. La música había transformado la pista de baile en un escenario de deseo y movimiento sensual, y él no era una excepción. Su presencia cerca de mí, sus movimientos sincronizados con el ritmo, creaban una atmósfera cargada de electricidad.
Maldita sea, no puede pasarme esto justo ahora.
En un momento, él hizo girar mi cuerpo con habilidad, de tal manera que mi trasero chocó contra sus partes íntimas. El contacto inesperado me hizo dar un respingo, el calor subiendo rápidamente a mis mejillas. Mordí mi labio en un intento de controlar mi reacción, asegurándome de que no notara mi sorpresa.
Entonces, pude percibir como su aliento me hacía cosquillas al sentirlo cerca de mi oreja al inclinarse hacia mí y murmuró:
—¿No quieres ir a un sitio más privado? Solo si quieres...
La oferta, cargada de insinuación, flotó en el aire entre nosotros. La combinación de la cercanía, el ritmo de la música y sus palabras provocadoras hizo que mi corazón se acelerara. La invitación era clara y tentadora, y la promesa de algo más íntimo en un lugar alejado del bullicio de la fiesta parecía cada vez más difícil de rechazar.
—No hay un sitio privado en este lugar. — hablé con seguridad. No demostraría que su cercanía me estaba afectando.
¿Por qué razón mi cuerpo reaccionaria a un tipo disfrazado de Spiderman? Sin duda mi abstinencia sexual me estaba jugando una mala pasada.
—¿Entonces si quieres?
Evité sonreir al escucharse algo asombrado.
—No he dicho absolutamente nada, galán.
—Lo siento... es que soy nuevo en esto de las fiestas y no creí que me toparía con la gatúbela mas sexy que mis ojos hayan visto. No creí que me harías caso, menos disfrazado así. — se apuntó a si mismo.
—Me gusta Spiderman. — fue mi respuesta, encogiendo mis hombros.
—Y a mi me gustan los gatos.
Solté una risa ante sus ocurrencias. Algo en él logró avivar el fuego que había estado casi extinguido en mi interior. La forma en que podía sentir su mirada fija en mí, su proximidad y la tensión en el aire hicieron que la chispa de deseo que creía dormida se encendiera de nuevo. Sin pensarlo demasiado, tomé su mano, sintiendo el calor y la firmeza de su agarre. Juntos, comenzamos a alejarnos de la pista de baile, en busca de un rincón menos concurrido y más privado.
Sabía que mañana podría arrepentirme de esta decisión, pero también existía la posibilidad de que esta experiencia fuera algo memorable y emocionante. Mientras avanzábamos a través del bullicio de la fiesta, dejé que el destino y la suerte tomaran el control, permitiéndome disfrutar del momento sin sobrepensar las posibles consecuencias.
Nos adentramos en una parte menos habitada de la casa, donde descubrimos un pequeño vestíbulo que conducía a un ático. Él no dudó ni un momento, extendió su mano hacia mí, invitándome a subir las escaleras. Tomé su mano, sintiendo una mezcla de curiosidad mientras ambos subíamos.
Al llegar al ático, me sorprendió ver lo espacioso y acogedor que era. Resultó ser más grande que el cuarto que arrendaba, y estaba decorado de manera que parecía una habitación más, con muebles elegantes y detalles decorativos que le daban un aire de sofisticación, como todo lo de este lugar la verdad.
Sentí mi celular vibrar y lo saqué para ver una llamada de Soonya. Que se vaya bien a la mierda. Le respondí en un mensaje que estaba ocupada y que no molestara. Ella solo mandó un emoji de sorpresa, para luego decir “disfruta, gatita”.
Mientras admiraba el lugar, me giré para encontrarme a escasos centímetros del rostro del chico. Me sorprendió lo cerca que estaba, tan cerca que sentía su aliento. Su máscara estaba parcialmente descolocada, revelando más de su rostro de lo que había visto antes. Sin pensarlo mucho, y movida por la intensidad del momento, sus labios se encontraron con los míos en un beso inesperado pero ardiente.
Mis ojos permanecían abiertos, aún por la sorpresa, pero lentamente me comencé a dejar llevar por el momento. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y el sin dudarlo mucho, comenzó a mover sus manos por mi cintura.
Él encontró el cierre de mi disfraz y, con movimientos lentos y deliberados, comenzó a bajarlo. Cada tirón del zipper solo me traía a la realidad de lo que pasaría aquí, y el tacto de sus manos sobre el tejido me hacía sentir más expuesta, pero no incómoda. En poco tiempo, el disfraz había sido reducido a un simple conjunto de ropa interior
Él se alejó un poco para admirarme. No sentía vergüenza, al contrario, estaba segura de mí misma y es algo que aprendí con el tiempo. Cada mirada y cada gesto se sentían naturales, como una extensión de la excitación que ambos sentíamos.
Con una decisión propia, me quité las bragas, manteniéndolo a la vista y mirándolo fijamente. Su reacción no pasó desapercibida; pude ver cómo su manzana de adán se movía con lentitud, revelando su fascinación mientras me observaba.
—Eres un ángel caído del cielo, sin duda alguna. Una obra de arte —dijo, con su voz cargada de admiración y deseo, mientras su mirada se paseaba por cada rincón de mi cuerpo expuesto. La intensidad de sus palabras solo acentuó el magnetismo entre nosotros, transformando cada momento en algo aún más envolvente y electrizante.
—¿Qué esperas?
Volvió a la realidad de golpe y cuando quiso acercarse, negó con su cabeza muchas veces.
—Olvidé algo importante, por favor, espérame aquí, ¿sí? No te vayas, por favor...
El suplicio en su voz me hizo sentir importante. Caminé hasta la cama y me acosté en ella.
—Si no vuelves en cinco minutos, me largo.
Fue todo lo que tuve que decir para que saliera rápidamente, casi corriendo. Me de sentía muy excitada, tanto que hasta me sorprendía. El no tener contacto con hombres por dos años tenía sus repercusiones y esta era una de ellas.
Tirarte al tipo que encuentras en las fiestas.
El chico sexy volvió mas rápido de lo que pensaba, mostrando en sus manos un condón, lo cual me hizo soltar una enorme carcajada.
—Entre toda la multitud, mas de uno debía tener condones, ¿no?
Asentí en respuesta, sentándome en la cama. Él se veía algo nervioso y me hizo dudar un poco.
—¿Has tenido sexo alguna vez?
El chico volvió a subirse su máscara hasta la mitad de su rostro.
—Si, si... osea...
—¿Eres virgen? Porque si lo eres, créeme que no quieres que tu primera vez sea en una fiesta. Te lo digo por experiencia propia.
—No es mi primera vez, pero no tengo tanta experiencia. Perdóname si llego a hacer algo mal.
Su sinceridad hizo que me conmueva. Cualquier otro chico mentiría y diría que es un experto en sexo y miles de mentiras mas, para que finalmente todo terminara siendo un fiasco absoluto.
Y sin ningún orgasmo.
—Entonces muéstrame lo que sabes hacer.
El volvió a tragar duro, para quitarse la parte de abajo del disfraz, dejándome ver su bóxer negro. Tenía unas piernas que me aseguraba que hacía deportes y podía apreciar parte de su abdomen.
Santa mierda.
Él se acercó nuevamente, sus labios encontrándose con los míos en un beso que era a la vez suave y cargado de deseo. Su toque me envolvía, llevándome a una mezcla extasis y placer.
Con una delicadeza casi reverencial, comenzó a bajar por mi cuerpo. Sus labios y su lengua se movían con atención desde mi cuello, bajando por mis pechos, y finalmente llegaron a mi abdomen. Cada roce y cada contacto me provocaban cosquillas, haciendo que mi piel se erizara y mi respiración se volviera errática.
Pero él no se detuvo allí. Continuó descendiendo, acercándose cada vez más. Cuando su aliento comenzó a rozar mi vagina, sentí cómo mi respiración se cortaba, la tensión y el deseo creando una mezcla casi abrumadora. La proximidad de su boca en esa zona tan íntima me hizo morderme el labio con fuerza. La sensación de su lengua al pasar por allí fue intensa, provocando un estremecimiento que recorrió todo mi cuerpo y acentuó la pasión del momento.
Mientras él continuaba explorando con su boca, me di cuenta de que no era malo en lo que estaba haciendo, pero se notaba que necesitaba algo de orientación para llevar la experiencia al siguiente nivel.
—No es necesario ser bruto para lograr que una mujer tenga un orgasmo por sexo oral —le dije con suavidad, mi voz cargada aún por el deseo —. Créeme, ser cuidadoso en el punto correcto es mil veces mejor.
—Dime que hacer y lo haré.
Mis palabras eran una guía, una manera de ayudarle a enfocar su atención y su técnica en los lugares que más me hacían sentir placer. Le mostré cómo ajustar su ritmo y su presión, guiándolo con movimientos sutiles y murmullos que indicaban lo que más me gustaba.
—Así, así lo haces perfecto. Eso es... increíble...
Mis palabras solo lograron encenderlo aún más. Él estaba logrando lo que muchos no pudieron hacer, movía su lengua con una precisión que me hacía sentir un placer abrumador. Cada movimiento era meticuloso, y pronto comenzó a succionar mi clítoris y a lamerlo con una destreza que aumentó la intensidad de las sensaciones. El cosquilleo en mi vientre bajo se intensificó, marcando el comienzo de un clímax inevitable.
Tomé su cabeza con ambas manos, guiándolo aún más según mis deseos. Mi cuerpo se llenaba de un placer tan profundo que no pude evitar dejarme llevar por él. La sensación del orgasmo inundando mi ser fue tan intensa que no pude contener un grito ensordecedor, resonando en el cuarto sin preocuparme por nada más. En ese momento, me dejé envolver completamente por la experiencia, recordando lo increíble que se sentía recibir una atención tan dedicada y apasionada.
—¿Te gustó?
Mi respiración era irregular. Abrí mis ojos para levantarme apoyando mis codos en la cama. El estaba arrodillado mirándome de una manera tan tierna que quise comerlo a besos. Ya no tenía su máscara puesta. Me quedé momentáneamente cautivada al admirar su rostro. Era un hombre excepcional en todos los sentidos.
Sus labios, bien definidos y suaves, tenían una calidad irresistible. Su nariz era recta y proporcionada, añadiendo carácter a su semblante. Pero lo que realmente capturó mi atención fueron sus ojos. A pesar de sus facciones duras y la mandíbula marcada, sus ojos redondos tenían una suavidad que contrastaba maravillosamente con el resto de su rostro. Había una ternura en su mirada que desmentía la intensidad de sus rasgos, dándole una apariencia que resultaba sorprendentemente encantadora.
—Me encantó.
Sonrió, haciendo que pequeñas arrugas se marcaran en sus ojos y arrugaba su nariz. Dios, era bellísimo. Me incorporé por completo e hice que él tomara asiento en la cama y con un toque, tiré su cuerpo hacia atrás. Comencé a jugar con el elástico de su bóxer, viendo como con tan poco estaba perdiendo la cordura.
—No es necesario que lo hagas, yo...
—¿No quieres?
—No es eso, es solo que quizás no te sientas cómoda y...
—¿Quieres que te lo chupe?
Mis palabras lograron que cerrara sus ojos con fuerza y pude sentir como su pene cada vez estaba mas duro.
—Si me hablas así, créeme que no voy a durar ni dos minutos.
—Probemos...
Bajé lentamente su bóxer, y su pene salió al exterior como una caja de sorpresas. No era nada mal, de hecho, era bastante impresionante. Tomé mi tiempo para admirar su tamaño y forma antes de comenzar a explorar más de cerca.
Con una mano, empecé a masajearlo con cuidado, sintiendo cómo respondía a mi toque. Sus pequeños jadeos y gemidos escaparon de su boca, confirmando que estaba disfrutando de lo que estaba haciendo. Lentamente, lo introduje en mi boca, comenzando por lamer su glande de manera sutil, explorando su textura y sabor. Gradualmente, lo fui tomando más en mi boca, ajustando el ritmo y la profundidad según sus reacciones.
Comencé a succionar con suavidad, creando una combinación de movimientos que lo llevaron a una mayor intensidad de placer. La respuesta de su cuerpo y los sonidos que producía solo lograban avivar aún más el fuego.
Sentía mi celular vibrar en el bolso que estaba a unos metros de distancia tirado en el piso, pero lo ignoré. Él tomó mi coleta con cuidado y comenzó a guiarme. No iba a mentir, me encantaba que hicieran eso.
—Eres increíble. Muy increíble.
Creo que nunca antes había estado con alguien tan atento como lo era él. Buscaba mi comodidad, no era un animal salvaje y quería que ambos disfrutaramos de esta experiencia.
Mi boca estaba trabajando arduamente, moviéndose con precisión mientras lamía y succionaba, mi mano también en acción, masajeando con firmeza. Cada movimiento estaba diseñado para maximizar el placer, y pronto noté cómo sus jadeos se volvían más intensos.
—Me voy a correr, detente... —dijo con voz entrecortada, su tono cargado de una urgencia palpable.
Aumenté la rapidez, intensificando el ritmo mientras mi boca y mano continuaban su tarea. Con una combinación de movimientos rápidos y coordinados, logré llevarlo al borde justo a tiempo, deteniéndome antes de que pudiera llegar al clímax.
Cuando finalmente me aparté, le sonreí de manera angelical, sabiendo que había logrado llevarlo al límite.
—Me volverás loco. Eres perfecta. Toda tú, absolutamente todo —dijo, su voz temblando ligeramente.
Él se movió con una rapidez que me sorprendió, logrando colocar el condón con una destreza inesperada. Me levanté lentamente y cuando estuvo listo, me coloqué a horcajadas sobre él, sintiendo cómo su pene se insertaba lentamente en mi interior. Un sonido de satisfacción salió desde lo mas profundo de mí. La sensación de su tamaño y el ajuste de su forma fueron intensos, y me tomé un momento para adaptarme, especialmente después de todo el tiempo que había pasado sin tener relaciones sexuales.
Sentía cómo cada centímetro de él llenaba el espacio, haciendo que mi cuerpo se ajustara con cuidado. Él me tomaba de las caderas, guiando mis movimientos con una firmeza delicada, mientras sus besos recorrían mi cuello con una pasión que acentuaba el placer.
El sonido de nuestras pieles chocando era un ritmo frenético y erótico que lograba encender cada rincón de mi cuerpo. A medida que aumentaba la rapidez de mis movimientos, mis gemidos se volvían más frecuentes y profundos, y él no se quedaba atrás. Me encantaba que él se dejara llevar sin reservas, gimiendo con libertad y sin inhibiciones. Esa falta de vergüenza solo intensificaba mi excitación.
Él me tomó con suavidad y me recostó en la cama, levantando mis piernas para introducir su pene nuevamente, esta vez de una forma que lo sentía aún más profundo. La combinación de su ritmo constante y la nueva posición intensificaba cada sensación, acercándome más al límite.
Estaba a punto de alcanzar mi punto máximo cuando el placer se volvió casi abrumador. El cuerpo me temblaba, y para soportar la intensidad, mordí su hombro con fuerza. Mi grito se liberó con una intensidad que me sorprendió cuando, al mismo tiempo que llegamos al orgasmo. Un sonido gutural y profundo escapó de su interior, mezclándose con el mío.
Su cuerpo cayó rendido y mis manos estaban quietas a mis costados.
No haría nada, no.
—Eso fue sin dudas maravilloso. Creo que nunca antes había vivido una experiencia así...
Guardé silencio, esperando que mi respiración se regulara. El levantó su cuerpo, para sentarse y admirarme nuevamente.
—Fue increíble. — estuve de acuerdo, levantándome para buscar mi ropa. Tomé mi bolso para tomar el celular y muchos mensajes, como también llamadas de Soonya.
“Te necesito, Lena. Me siento horrible 😭”
Fue el último mensaje que me había enviado.
—Mierda...
Comencé a vestirme de manera rápida, sintiendo la mirada del chico a mis espaldas.
—¿Pasó algo?
—Debo irme, lo siento.
—Oh, sí, seguro. Yo... digo... — intentó de igual manera vestirse rápido mientras balbuceos salían de su boca. Cuando tomé mi bolso para colgarlo en mi hombro, dispuesta a salir, escuché su voz nuevamente. — ¡Espera! No me has dicho tu nombre, ni nada. Esto estuvo genial y me gustaría volver a repetirlo, si quieres...
—Mi nombre es Lena. Y si volvemos a coincidir, es porque claramente el destino quiere que tú seas para mí. — guiñé mi ojo, para salir de manera rápida de la habitación del ático y bajar las escaleras con cuidado de no caer.
Escuchaba sus gritos, pero el sonido de la música aún a todo volumen hizo que poco a poco ya no pudiera escucharlo más. Volví a la multitud, buscando a Soonya mientras la llamaba por celular.
—¿Hola?
—Hasta que contestas. ¿Dónde estás?
—Mmh, estoy en casa...
Detuve mis movimientos, sin entender.
—¿Qué sucedió?
—No quiero volver a toparme con Park Jimin nunca más. — escuché su llanto al otro lado de la línea y mi corazón se encogió. En los dos años que la conocía, jamás la había escuchado llorar.
—Iré a tu casa, no tardo.
Corté, viendo como Jimin reía con sus amigos y habían dos chicas a su alrededor. Nuestras miradas conectaron por un momento y apreté mis puños por querer darle un puñetazo. El lamió sus labios y me lanzó un beso, lo que solo me provocó asco.
Caminé hasta la puerta, esquivando a la multitud y mirando a mis alrededores para ver si volvía a toparme por última vez con Spiderman guapo. Le dije mi nombre, pero yo no sé el suyo.
Tenía la leve sensación de que podríamos volver a vernos. Y si es así, es porque definitivamente el destino quiere que encuentre un novio.
Ah, Spiderman, jamás te olvidaré.
『 ♡♡♡♡ 』
『 ♡♡♡♡ 』
Cinco meses pasaron mas rápido de lo esperado y ya estaba próxima a mis exámenes finales para por fin tener mis merecidas vacaciones. He estudiado tanto que tengo ojeras por desvelarme, pero todo sacrificio tiene su recompensa.
El timbre de mi pequeño apartamento sonó, lo cual me hizo levantar mi ceja con curiosidad. Soonya tenía cosas que hacer hoy, es imposible que fuera ella. Cerré mi libro y me levanté para ver en la cámara que era mi hermana.
Mi hermana estaba fuera.
Abrí la puerta y ella se asustó por la brusquedad. La analicé de pies a cabeza, cada detalle de ella. Desde que me vine a Seúl que no la veía y no es que haya recibido muchas llamadas de su parte para preguntarme como me iba viviendo sola en el otro extremo del lugar en el cual vivíamos.
—¿Qué haces aquí y como supiste donde vivo?
—Hola, hermanita. ¿Cómo estás? Oh eso es muy bueno, yo estoy muy bien también...
Hansul era cinco años mayor que yo, pero su mente se quedó estancada en la adolescencia. A pesar de que no teníamos una mala relación, tampoco era buena. Y es la única hermana que tengo, lamentablemente.
—Lo siento, es que es extraño verte después de tanto tiempo.
—Te extrañé. Cada día estás mas linda y te hizo muy bien el vivir sola. Te ves mas madura.
Suspiré al notar que no venia en plan de buscar pleitos y abrí mas la puerta, invitándola a pasar. Ella agradeció mientras se quitaba sus zapatos y admiraba el lugar.
—Sí. Me gusta vivir sola.
—Pero no crees que es un poco... ¿pequeño?
—Vivo sola. Para mí está perfecto. — fue mi respuesta mientras me sentaba en mi cama, observándola con curiosidad. Ella miraba para todos lados y estaba casi segura de que quería decirme algo y no sabia como. — ¿Qué te trae por aquí, Hansul?
—Oh, bueno. Conocí a un chico maravilloso por una aplicacion de citas y tuvimos conexión inmediata. Ya sabes, comenzar a hablar por video llamada, por celular, mensaje...
—Pues... ¿Felicidades?
—Gracias. Nos hicimos novios a pesar de la distancia, y hoy por fin me decidí a sorprenderlo. No sabe que estoy en la gran ciudad y quería pedir tú ayuda. Yo no conozco nada por aquí, pero sé en que lugar estudia, ¿tú podrías llevarme?
Colocó aquella mirada con la cual pensaba que podía conseguir absolutamente todo, como si fuera el maldito gato con botas, pero yo la conocía y era inmune a sus “encantos”.
—Mmh, no estoy de humor para salir...
—Vamos, por favor. Te compraré lo que tú quieras, lo juro.
Enarqué una ceja mientras cruzaba mis brazos. Eso significaba que por fin había conseguido un empleo y ya no vivía del sueldo de los novios que tenía.
—¿Con tu dinero?
—Mmh, sí, por supuesto, ¿por quien me tomas?
—Por una sanguijuela.
Mi hermana se quedó en silencio por un momento después de mis palabras, y pude ver en su rostro que se sentía ofendida. La forma en que sus ojos se nublaron y sus labios se apretaron me indicaron que mis palabras le habían afectado profundamente. Sin embargo, por más que intentaba, no podía sentirme mal.
—No vengo a discutir contigo. Vine con una bandera blanca para evitar conflictos, una tregua, pero es algo difícil si siempre que tienes oportunidad me atacas.
—Es que es algo gracioso que después de dos años sin preguntarme siquiera como estaba, vengas a mi apartamento a pedirme ayuda, ¿no crees que es loco?
—Estoy consciente de mis errores, pero no quiero seguir cometiéndolos. Quiero cambiar para mejor y es porque de verdad estoy enamorada de este chico y se merece la mejor versión de mí. — habló sintiendo como su voz temblaba ligeramente —. Sé que no he sido la mejor hermana y lo siento mucho, ¿sí? Yo debí ser esa hermana mayor que te protegiera, que estuviera contigo cuando no tenias a nadie, pero no lo fui y lo siento muchísimo Lena...
Pude percibir la sinceridad en sus palabras, una verdad que se reflejaba en sus ojos y en el tono de su voz. Reflexioné sobre mis propios errores y horrores, los malditos fallos que había cometido en mi corta vida. Me di cuenta de que yo no era ninguna jueza, no tenía derecho a condenarla sin darle una oportunidad de redimirse. Al igual que ella, yo también había hecho cosas de las que no estaba orgullosa, había herido a personas importantes y había tomado decisiones de las que me arrepentía.
Decidí bajar mis defensas, al menos un poco, y darle el beneficio de la duda.
—Bien. No nos pongamos sentimentales, no voy a llorar ni ninguna de esas mierdas.
—Siempre tan tú, eh. No has cambiado nada de nada. — sonrió levemente, sentándose en la silla de mi ordenador —. Decidí dejar la casa...
Abrí mis ojos de golpe al escuchar que ella también había dejado la casa de nuestros padres. La noticia me tomó por sorpresa, y por un momento, no supe qué decir. A lo largo de los años, había esperado que ella comprendiera lo tóxico que era ese lugar, pero me había resignado a esperar un imposible.
—Me alegra que finalmente hayas entendido que la familia no siempre es buena solo por ser familia. —le dije, tratando de mantener mi voz firme. Aunque había un toque de reproche en mis palabras, también había sinceridad. Sabía lo difícil que era romper esos lazos, pero también sabía lo necesario que era hacerlo para encontrar algo de paz.
—Lo sé. Mi novio también me ayudó muchísimo para que abriera los ojos y pudiera salir de ahí. — limpió una lágrima, pero aún mantenía una sonrisa en su rostro. — aunque nunca te lo dije, envidié que siendo menor que yo hayas tenido mas agallas. Eres grandiosa.
Era algo extraño escuchar palabras así por parte de ella, pero no me desagradaban para nada. Aclaré mi garganta colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Gracias.
Fue todo lo que atiné a decir. Perdón, pero no era muy buena con las palabras. Cuando alguien tenía algún halago para mí, nunca sabía que responder.
Hansul comenzó a ponerme al día sobre todo lo que había pasado desde que decidí salir de la casa. Sus relatos eran una mezcla de eventos triviales y anécdotas familiares, pero ninguno de ellos me sorprendió demasiado. No me había perdido de mucho, y la monotonía de sus historias me hacía sentir aún más distante de ese pasado.
Mientras hablaba, me di cuenta de que mis respuestas se limitaban a monosílabos. Sin embargo, eso no la detenía; seguía hablando sin parar, sin importar nada más. Dios, hablaba demasiado. Era como si hubiera estado secuestrada en un lugar donde no la dejaban hablar y ahora estuviera soltando mil palabras por minuto. Su voz llenaba el espacio con una energía inagotable, algo que era tanto agotador como, de alguna manera, reconfortante.
Después de un rato, le dije que era momento de ir a la universidad a buscar a su novio. Ante esa sugerencia, se levantó como un resorte, con una emoción palpable en sus movimientos. Inmediatamente comenzó a hablarme de lo genial que era él, llenando el aire con descripciones entusiastas y detalles minuciosos de su relación.
En menos tiempo del que pensé, ya estábamos fuera de la prestigiosa Universidad Nacional de Seúl. Pude percibir cómo Hansul movía sus manos de manera nerviosa. En su mano derecha tenía una pequeña bolsita que, sin duda, contenía un objeto especial. Traté de tranquilizarla con palabras escuetas, pero mis esfuerzos no lograron calmar su ansiedad.
No tenía el poder de calmar a nadie.
De pronto, ella tapó su boca y chilló de emoción antes de correr en dirección a una persona que acababa de aparecer. No pude evitar reír cuando se lanzó a los brazos del chico, quien, aunque sorprendido, le correspondió de inmediato.
Ah, debe ser lindo enamorarse. Pensé con una mezcla de nostalgia y envidia.
Cuando los vi tomarse de las manos y comenzar a caminar en mi dirección, mi sonrisa lentamente comenzó a desvanecerse.
—Lena, él es mi novio, Jeon Jungkook —dijo Hansul, con una sonrisa radiante en el rostro. Él también estaba petrificado en su lugar, mirándome como si hubiera visto un fantasma. —Jungkook, ella es Lena, mi hermana.
Frente a mí estaba el mejor polvo de mi vida, aquel chico disfrazado de Spiderman de aquella noche inolvidable. Aquel chico que no volví a ver más, hasta ahora. Aquel chico que pensaba que volveríamos a coincidir, pero no esperaba que fuera así, de esta manera. Nos quedamos mirándonos fijamente, sin saber qué decir.
Maldita. Sea.
No soy de poner mucho texto al finalizar un one shot. Pero necesito que todas las personas que leen mis one shot, se manifiesten aquí.
Ayer se me ocurrió esta idea y dependiendo si gustaba, la convertiría en una mini historia, por eso tiene detalles, pero no profundos.
Así que si te gustó y quieres que sea una mini historia, comenta: “lo quiero”
『 Aquí 』
Simple, sencillo🫂.
Nos veremos próximamente, las amo❤️🔥❤️.
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