Dᴇ́ᴄɪᴍᴏ sᴇxᴛᴏ: ➳ ❝ ᴘᴀᴛᴇʀɴɪᴅᴀᴅ ᴀ ᴛɪᴇᴍᴘᴏ ᴄᴏᴍᴘʟᴇᴛᴏ ❞
Siempre he dado lo mejor de mí para hacer las cosas de la manera correcta. Siempre he sido el hombre mas cuidadoso y meticuloso en lo que respecta en lo académico, para así tener un futuro grandioso y prometedor.
Que cuando uno comete un mísero error, todo se vuelve caos.
—¿Qué quieres decir, Su?
Mi voz tembló al formular la pregunta. Pregunta que había salido de mis labios cuando por segunda vez me dio la temible noticia, no queriendo caer en la realidad de lo que ella me estaba diciendo.
—Yo... no sé como sucedió... desde la última vez que nos vimos yo no he tenido algo mas íntimo con alguien y...
—¿Qué mierda? — me agarré fuertemente la cabeza sintiendo como mi cuerpo comenzaba a debilitarse. Por la misma razón tuve que agacharme para no caer contra el duro asfalto.
Agradecía que no hubiera nadie en mi casa a estas horas de la tarde.
—Yo no sé que hacer, ¿qué se supone que haga con un bebé?
—¡¿Y que demonios se supone que haré yo?! — me quedé quieto cuando caí en cuenta de la brusquedad que estaba utilizando en mis palabras. Los ojos de Harisu estaban colmados de lágrimas y su cuerpo tenía leves temblores. Pasé mis manos por mi rostro con frustración, para después abrazarla fuerte, transmitiendo en ese gesto que yo no escaparía, no iría a ningún maldito lado. — lo siento, no quise hablarte de aquella manera, es solo que...
—Lo sé. No somos novios, no somos nada, hubo química sexual en esa fiesta y me arrepiento de haber perdido los estribos ante ti. — se secó sus lágrimas.
Harisu es una chica de la misma escuela que yo. Estábamos próximos a graduarnos y poder ingresar a la universidad, por la misma razón todos los cursos de nuestra promoción irían a una fiesta de celebración. Yo no tenía ánimos de ir, nunca he sido de los que les gusta el ruido. Prefería mil veces jugar algún videojuego y comer pizza en la tranquilidad de mi hogar.
Mingyu, mi mejor amigo, me convenció de ir. Solo sería un rato, compartir un rato y luego podía volver a casa sin el peso de haber sido un maldito por no compartir aunque sea un momento con las personas que estuve casi toda mi adolescencia.
El primer error fue beber. El trago fue muy fuerte para mi sistema y más con alguien que nunca consumía ese tipo de cosas. El segundo fue caer en los coqueteos de Harisu, que con alcohol en mi cuerpo fui incapaz de rechazarla. El tercer error fue escapar de ahí al día siguiente cuando desperté con ella a mi lado, como todo un cobarde en vez de haber sido lo suficiente maduro para preguntar si nos habíamos cuidado, porque no recordaba absolutamente nada.
Una fiesta a la que no tenía ganas de ir y ahora estoy pagando las consecuencias con creces por ser un irresponsable.
—Yo tampoco puse límites... — respiré profundamente sintiendo como el dolor de estómago volvía a estar presente, los nervios atacando desde lo mas profundo de mí. — Su, ¿estás completamente segura que es positivo?
—Me hice tres test, claro que es positivo. — respondió con su frente arrugada, buscando en su bolso lo que parecían ser los test. Cuando los encontró pude ver tres pares de rayas que hicieron que mi mundo nuevamente se viniera al suelo.
Esto debía ser una maldita pesadilla.
—Tengo diecinueve años, ¿qué haré con un hijo?
Y esa pregunta me descolocó por completo. En donde la cruda realidad me abofeataba con fuerza. Siempre creí hacer las cosas bien, siempre pensé que tenía todo en orden, tal como un día lo soñé. Pero esto definitivamente me hacía entrar en un colapso mental y de llorar sin importarme absolutamente nada.
—No quiero tenerlo.
Levanté mi cabeza de manera automática, como si fuera una especie de robot.
—¿Qué quieres decir?
—Que... quiero abortar. — el tono de su voz bajó un poco al decir aquello. — No estoy preparada para ser mamá, no quiero ser mamá, no quiero tener un hijo con alguien a quien no amo y que en definitiva no me ama, no quiero que un bebé venga a sufrir por culpa de personas que no pudieron ser responsables.
—¿Estás segura? Yo... sé que es tu decisión, pero...
—Deja de fingir que no es algo que quieres. — me dedicó una mala mirada. — te alivia escuchar eso, porque sabes que un bebé arruinaría por completo tus planes.
—¿Y a ti no? Maldición, Su, tendríamos que posponer todo por una irresponsabilidad.
—Y por lo mismo abortaré.
Fue tajante al decir eso. Me quedé en silencio admirandola un momento, se veía devastada, asustada, que algo dentro de mí se sintió mal por no ser un apoyo para ella.
Pero no podía serlo. No cuando tenía tanto miedo de lo que podría pasar.
Estuve con ella los días posteriores.
Mis padres creían que tenía novia y que ansiaban que la presentara con ellos, si tan solo supieran la verdad, no sé con que cara me mirarían.
—Esta es una de los recintos en donde vi que realizaban las prácticas. Es caro, Jungkook. No tengo el dinero para hacerlo.
Vi las fotos que Harisu me mostraba a través de su computadora y analicé absolutamente todo. Podría conseguirme el dinero con mis padres diciéndoles una pequeña piadosa mentira, pero el lugar no se veía el mejor.
—No creo que sea una buena idea ir a ese lugar.
—El tiempo avanza. No me he hecho los chequeos, estoy con vómitos, mareos. Estoy en el primer trimestre, aquí es donde puedo realizar el procedimiento, después será demasiado tarde. — me observó fijamente cuando dijo las palabras de manera tajante.
—Está bien. — levanté los brazos, asintiendo a sus palabras. — me conseguiré el dinero.
—Gracias. — volvió a respirar con normalidad.
Entendía que estuviera de aquella forma. Su desesperación era más grande, aún mas cuando la situación de su familia no era para nada favorable. Por todo esto, me he acercado un poco mas a ella, en donde me contó cuales eran sus planes a futuro. Estudiar en la carrera que siempre quiso y ayudar a sus padres a saldar las deudas que tenían en el hospital, luego de que su pequeña hermana estuviera hospitalizada en cuidados intensivos, sin embargo, lamentablemente murió a causa del cáncer tiempo después.
—Se puede saber que te pasa a ti, ¿eh? Te noto mas delgado, preocupado, ojeroso...
—¿Algo más, mamá?
—Irritable. — puntualizó, sentándose a un lado de mi cama. Sus finos dedos quitaron el cabello que estaba molestando en mi frente, ya que tampoco lo había cortado durante todo este mes. — ¿Qué sucede, mi amor?
Tan solo escuchar esa pregunta hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas por estar ocultando algo de tal magnitud a ella, a la mujer en la que mas confío.
—Estoy cansado, mamá. — el temblor de mi voz fue evidente. Mamá se alejó un poco mirándome preocupada.
—¿Qué pasa, Jungkook?
—Cometí el peor error de mi vida y no sabes cuanto lo siento... — sabía que no debía decir nada, que debía guardar el secreto, no demostrar nada. Mientras las lágrimas se acumulaban detrás de mis ojos, me repetía a mí mismo que no podía permitirme mostrar vulnerabilidad, al menos no aún.
Sin embargo, llegó un momento en el que la presión emocional se volvió abrumadora. Un suspiro profundo precedió a un sollozo que emergió desde lo más profundo. Mis ojos, finalmente liberados, dejaron caer las lágrimas que tanto había luchado por contener.
—Jungkook no me asustes, dime que pasa, amor, sabes que puedes decirme cualquier cosa, sabes que puedes confiar en mí...
Ella agarraba mis mejillas con firmeza, en donde sus orbes solo demostraban preocupación genuina. Por la misma razón, el llanto no cesaba, sintiendo como algo quemaba en mi interior.
—Embaracé a alguien, mamá... — confesé agachando la mirada. Un silencio se formó en la habitación, solo se escuchaba mis respiraciones agitadas a causa del llanto. — fue ese día de la fiesta, la cual yo no quería ir. Bebí, mamá, yo nunca bebo, yo... — esnifé sintiendo como mi cabeza comenzaba a doler. — lo siento mucho, sé que te fallé a ti, a papá, a Jisung, pero no puedo devolver el tiempo atrás, no puedo hacerlo y eso me estaba matando...
Mi barbilla volvió a temblar, para largarme a llorar sin importarme nada. Ha pasado un mes desde que Harisu me dio la noticia y he batallado solo con la ola de sentimientos que se acumularon en mi interior.
—A mi no me fallaste, Jungkook. — levanté mi rostro de manera lenta cuando escuché sus palabras. Estaba llorando igual o peor que yo. — te fallaste a ti mismo. Tú tenías todas esas metas desde que eras un pequeño y revoltoso niño. Nunca te daría la espalda, pero eso no quiere decir que no te pueda decir las verdades a la cara. Fuiste un irresponsable, creo que ni siquiera dimensionas lo que es tener un bebé, lo que es cuidar a otra persona para que nada le falte, darle prioridad a otra persona que necesita todo de ti, ¿tú estás claro de todo eso?
—Mierda, mamá, lo tengo mas qué claro. Tengo muy claro que arruiné mi vida por completo por un mísero error... yo... lo sé, ¿sí?
—Ay, Jungkook. — tapó su rostro y secó sus lágrimas de forma rápida. — ¿Qué harán? ¿Es la chica con la que te hemos visto estas últimas semanas?
—Sí. Es Baek Harisu, ella... es la persona que...
Mis palabras no salían con fluidez. Estaban estancadas en mi interior.
—¿Qué harán, Jungkook?
—Ella... ella no quiere tenerlo.
—¿Y tú?
—Tampoco.
Ella se levantó de la cama y asintió. Limpió sus lágrimas en completo silencio, para girar su rostro en mi dirección.
—¿Estás seguro de esto?
¿Lo estaba? No tenía idea de todo lo que conllevaba un aborto, no tenía una mísera idea de lo que podría acontecer mas adelante. Y a pesar de no estar seguro, mi respuesta fue afirmativa.
—Sí.
Y fue todo lo que bastó para tener la ayuda de mamá con el dinero, pero con la condición de que ella también iría a la cita, por la sencilla razón de que Su necesitaría la contención de alguien femenino. Y yo no podía estar más de acuerdo.
Cuando llegamos al lugar que Harisu había escogido, no pude evitar observar a las pocas mujeres que habían ahí. El semblante de miedo, de pánico, hizo que mi corazón se encogiera por completo. Miré de soslayo a Su, quien no estaba muy diferente a las demás. Tomé su mano de manera fuerte, yo estaba ahí con ella y quería demostrarlo. Ella de forma rápida me respondió, apretando mi mano en respuesta.
Era algo completamente ilegal, estar haciendo esto podía ser penado por la ley, por lo mismo este centro se usaba como fachada para que nadie de una institución a cargo de fiscalizar sospechara de nada.
Cuando vi salir el cuerpo de una chica a través de la puerta de un box llorando a mares, mi cuerpo se puso rígido. El llanto de aquella joven calaba hasta los huesos, así que solo atiné a tomar con mas fuerza la mano de Su.
—¿Estás segura de esto, Harisu?
Ella no respondió. Tampoco decía palabra alguna cuando fue su turno, no queriendo que nadie mas ingresara, dejándome con una angustia grande y con el cuestionamiento de que si estaba haciendo lo correcto.
—¿Crees que está bien lo que estamos haciendo? — le pregunté a mamá, mirando el suelo, sintiendo nuevamente las ganas de llorar, ese llanto que quemaba la garganta.
—Siento que es algo de lo que se arrepentirán siempre, Jungkook. Pero esto no se trata de mí, no importa mi opinión. Importa como la vida de ella cambiará sea con un bebé o sin él.
—¿Sufrirá por abortar?
—Es algo que queda por siempre en tu cabeza. Un constante martirio, un constante reproche, un constante deseo en algún punto de haber hecho las cosas de otra manera. — limpió nuevamente sus lágrimas. Nunca la había visto llorar tanto y me sentía el triple de mal por ser el causante de todo. — ella necesitará mucha ayuda...
Cuando mamá dijo esas últimas palabras, la puerta se volvió a abrir, viendo como Harisu lloraba de manera descontrolada. Me levanté como un resorte, caminando a su dirección con mamá pisando mis talones.
—N-no pude hacerlo, Jungkook...
Y aunque el propósito era otro, respiré con alivio cuando la escuché decir eso. La abracé fuertemente para besar su frente y sentí que ya nada mas importaba.
—Tranquila. Todo está bien, estaré aquí para ti, te lo prometo.
—Perdón... perdón por todo, yo... yo de verdad no pude hacerlo...
—Su, no importa como, pero tendremos a ese bebé, ¿me oyes? Estaré contigo, seremos un equipo.
La promesa que le hice un diez de junio en aquella consulta la cumplí.
Estuve con ella en todo momento. Cuando llegó el momento de decirles a sus padres y casi salir golpeado. Como también cuando le di la noticia a papá, quien terminó terriblemente desilusionado de mí y no tuvo filtro para decírmelo de frente.
—Me fallaste. Pudiste ser un gran profesional, pero terminaste echando a perder tu vida.
Fue lo mas suave que salió de su boca aquella noche. Lloré, lloré en la soledad de mi cuarto, lloré por aún no tener un plan para poder subsistir al futuro, como darle una calidad de vida a mi bebé.
—Hubieras tratado de convencerla de abortar, Jungkook. Todo hubiera sido mas sencillo.
Miré a Mingyu con cara de pocos amigos mientras terminaba de ordenar mi ropa. Ropa que no estaría en mi maleta para ir a mi nueva universidad. Sino mas bien la ropa que utilizaría con el papá de Mingyu, quien luego de enterrarse de mi situación, me ofreció trabajo en obras de construcción de nuevos edificios en la ciudad.
¿Yo trabajando en eso cuando mi padre tenía una gran empresa?
No quedaba de otra. Él no me dirigía la palabra y yo debía comenzar a ahorrar.
—Ya no hablaré mas de ese tema, Mingyu. Te lo digo por última vez.
—Jungkook, puede que ni siquiera sea tuyo el bebé y tú cambiando de manera drástica tus planes de futuro.
Miento si dijera que eso no se me pasó por la mente en un comienzo. Pero solo con ver la mirada de Harisu pude ver que no mentía en absoluto.
—Solo estoy haciendo lo correcto.
Y esa fue mi determinación para no desistir. Cada día, sacrificando horas y horas de arduo trabajo para tener dinero, que cuando llegaba el final de mes y cobraba, era el más feliz.
—Yo digo que será niña y si es niña, se llamará Sori, Jeon Sori.
Veía la panza de Su crecer de manera lenta, pero cada avance hacia que mi corazón sintiera una calidez indescriptible. Ella me dedicó una mirada divertida y asintió.
—Me gusta bastante. — respondió mientras seguía viendo ropa de bebé, aún sin saber el sexo.
Creo que no era el único ilusionado a estas alturas del partido.
—¿Y sí es niño?
—Pues lo decidiré yo. — me sacó la lengua al momento en que ambos reímos.
Y pude llegar a sentir que todo estaría bien.
Pero todo se vino cuesta abajo aquel veinte de noviembre, cuando me llamaron al trabajo, informando que Harisu había tenido fuertes dolores y sangrado. El papá de Mingyu me dejó salir de forma inmediata y corrí hacia el hospital, que gracias a Dios no estaba tan lejos de aquella construcción.
El miedo se aferra a mi pecho como una sombra persistente, acechando en cada rincón de mi mente.
La incertidumbre del futuro se convierte en un terreno de juego para el miedo. Cuestiono cada decisión, cada cambio en la rutina, como si fueran precursores inevitables de aquella situación. El miedo de enfrentar el vacío de la ausencia se vuelve paralizante, llevándome a buscar constantes confirmaciones de que todo está bien.
—Baek Harisu, ¿Cómo está ella? Tiene seis meses de embarazo, por favor, dígame que ella y bebé están bien. — mi voz era de desesperación pura. — soy el papá, necesito información, por favor.
—Jungkook...
Giré de inmediato al escuchar la voz de la señora Baek a mis espaldas. Ella lloraba mientras negaba con la cabeza, viendo como sus manos y su ropa estaban manchadas con sangre, me acerqué temeroso hasta donde se encontraba.
—¿Qué sucedió?
—No lo sé, ella... se comenzó a quejar de dolores... dolores que no disminuían. Estaba teniendo contracciones con seis meses...
—Ella... ¿Cómo está ahora?
—No me han dado ninguna información, absolutamente nada y no puedo seguir esperando, necesito saber que ocurre con mi hija.
—¿Acompañante de Baek Harisu?
Mis pies fueron de manera veloz hasta la joven que había gritado eso en las entradas de la puerta de urgencia.
—Yo, soy el papá del bebé.
—Adelante.
Volteé mi cabeza, dándole a entender que si me llamaron, es porque ella estaba bien y la señora Baek comprendió, dando un suspiro de alivio.
—¿Puede decirme lo que ocurre? Tengo el corazón en la garganta, necesito saber si ella está bien, si el bebé está bien...
—Tenemos que hacer una cesaría de urgencia. Tu novia ha sido muy fuerte, tratando de aguantar por ella y por el bebé. Ha perdido mucha sangre, así que está con transfusión para que pueda soportar esta cirugía.
¿Cómo un día estábamos en el centro comercial decidiendo que ropa comprarle al bebé y luego estar acá viviendo esta pesadilla?
Los pasillos eran fríos, que cuando llegué a la sala y la vi acostada totalmente pálida, mis ojos se aguaron por completo.
—Estoy aquí, Su. Te prometí que siempre estaría, por favor no te rindas, ¿sí? Tenemos que criar a este bebé juntos. — tomé su fría mano y ella ladeó su cabeza de manera débil, viendo como las lágrimas caían por el rabillo de sus ojos.
—No sé si eso será posible...
—Shh, no digas nada. Confía en mí.
El procedimiento comenzó, en donde estuve al pendiente en todo momento, dándole pequeñas palmadas en el rostro a Harisu para que no se durmiera. Cuando vi que pudieron sacar al bebé y que tenía pulso, solté todo el aire de mis pulmones. Era algo totalmente pequeño, ni siquiera se podía notar muy bien. Lo dejaron en una incubadora para conectarlo un montón de máquinas, todo con el fin de que sobreviviera fuera del vientre materno a estas alturas tan prematura.
—Jungkook...
Bajé nuevamente mi vista, viendo como los labios de Su estaban azules.
—No te duermas, ¿sí? Todo está bien, el bebé estará en cuidados intensivos, es muy pequeño aún, es niño, un precioso niño, pero tu debes estar presente igual, Hari...
—Quiero que se llame Jaemin. Jeon Jaemin, ¿no es bonito?
Con una voz completamente débil salieron aquellas palabras y yo asentí, mientras lloraba tocando su cabello.
—Es precioso. Lo es. Por favor, Harisu, no te rindas ahora...
—Lo siento... dile por favor... que mamá lo ama mucho... que a pesar del miedo... yo quise arriesgarme a todo y tener una vida junto a él... mamá y papá tendrán... que afrontar otra pérdida...
—Su... basta, ya no hables...
—Cuídalo mucho, por favor...
Cerró sus ojos lentamente, escuchando como la maquina comenzaba a emitir pitidos agudos, indicando que no había pulso.
Las enfermeras comenzaron con el RCP al momento en que me pidieron salir del camino y nuevamente vi sangre por todos lados.
—Está teniendo una hemorragia. Necesito mas sangre, ¡ahora!
—Entró en paro, ¡desfibrilador! Carga a 200, a la cuenta de tres...
Creo que escuchaba todo lejano. Eran gritos dentro de esa sala y yo solo oía ecos, sintiendo que en cualquier momento perdería el conocimiento.
—Hora de la muerte, 15:45.
Sentí una panzada de dolor al escuchar eso, agarrando mis cabellos con fuerza. El dolor, intenso y punzante, se manifiesta en suspiros ahogados y en lágrimas que fluyen como un tributo silencioso. Cada recuerdo compartido se convierte en un recordatorio doloroso de lo que ya no está presente, y la simple mención de su nombre puede desencadenar un nudo en la garganta.
Fui el primero en salir, aun con lágrimas en mi rostro, a darle la noticia a su madre. Ella con solo observar mi rostro, negó retorciendo, sentándose de golpe. Su esposo, quien había llegado, la abrazó con fuerza, mientras ambos se ahogaban en la tristeza de perder nuevamente a alguien.
Y yo no pude hacer nada.
Mamá llegó corriendo, al parecer Mingyu le tuvo que haber avisado, porque yo ni cabeza tuve para hacerlo. Observó a los padres de Harisu y de inmediato me observó, extendiendo sus brazos y eso hice, me hundí en ellos sollozando por como la vida fue tan injusta con ella.
Perder a Harisu fue algo devastador, que no podía pensar en perder a Jaemin. No podría soportarlo.
Volví a ingresar, pero ya no me permitieron ver a Harisu, solo ver a nuestro hijo en algunos metros de distancia.
La habitación estaba llena de un silencio pesado, solo interrumpido por el suave murmullo de la respiración del bebé y las maquinas a su alrededor. Cada rincón recordaba el contraste entre la vida que acababa de llegar y la vida que se desvanecía. La paradoja de la maternidad y la pérdida se manifestaba de manera desgarradora en la habitación. La dualidad de la vida y la muerte, la bienvenida y la despedida, creaba un eco de emociones que resonaba en el espacio compartido entre ella, nuestro hijo y yo.
—Todo estará bien. Papá está aquí, te cuidaré siempre.
Despedir a Harisu fue tremendamente duro. Escuchar a sus padres llorar, a su familia, me hacía tener malos pensamientos. Si hubiéramos hecho las cosas diferentes aquella noche, ella aún estaría con vida.
—No quiero que te eches la culpa de nada. — papá llegó a mi lado, lo cual fue una sorpresa grata. Hace mucho que no me hablaba. Limpié mis lágrimas, asintiendo a sus palabras, como si hubiera leído mi mente. — has sido responsable, has respondido por ellos y ahora debes responder por tu bebé. Ella estará feliz allá arriba si tú estás bien y el bebé también.
—Tengo miedo de hacer las cosas mal.
—Nadie nace sabiendo, hijo. ¿O tú crees que yo he hecho las cosas bien?
Guardé silencio comprendiendo sus palabras y las acepté, como una tregua a nuestro distanciamiento.
Cada día iba a ver a Jaemin luego del trabajo. Él pudo sobrevivir, él estaba siendo fuerte y agradecía enormemente que lo estuviera logrando. Estaba ganando peso y estaba creciendo, lo cual me emocionaba de sobremanera. Solo faltaban días para cumpliera los nueve meses y así poder llevarlo a casa de una vez por todas.
Llegué nuevamente a la sala de cuidados intensivos, colocándome todos los implementos para poder ingresar. Vi a una chica que no había visto con anterioridad dándole mamadera a un bebé que estaba próximo a alta.
—Hola, vine a ver a Jeon Jaemin. — mi voz salió en un murmuro. Ella me miró y asintió sonriendo con sus ojos.
—Hola, si, adelante. Me informaron que llegarías.
—Nunca te había visto antes. Mucho gusto, soy Jeon Jungkook.
—Yo soy Kim Yubin, técnica enfermera neonatal, mucho gusto.
Aún con gorro, con mascarilla y todo el implemento, se podía notar la belleza de su rostro, quedando algo perplejo por mi pensamiento. Carraspeé levemente, mirando hacia un costado, evitando su contacto visual.
Caminé hasta la incubadora de Jaemin, quien se movía aún con sus ojos cerrados. Sonreí de manera instantánea al verlo.
—¿Quieres tomarlo?
Asentí de manera efusiva y me indicó que me sentara en la silla justo que estaba a un lado. Él ya no tenía todas las máquinas que tenía conectadas en un principio, así que ahora era mucho mas sencillo tomarlo en brazos. Ella abrió con cuidado la incubadora y lo tomó con un delicadeza impresionante.
—El pequeño Jaemin le queda poco. Me sé el historial de todos los bebés, así que lamento mucho la pérdida. — me dedicó una mirada de angustia y pena. — créeme que si la decisión recayera en nosotras, daría todo por que mi hijo fuera salvado. Yo pasaría a segundo plano.
—Y eso es algo que me mantiene en cierto aspecto tranquilo. — respondí acariciando la cabeza de Jae, sintiendo como todo estaba en paz nuevamente. — ella quería que él viviera, ella quería que yo cuidara de él y lo haré hasta el resto de mis días.
—La amabas mucho.
No respondí enseguida.
—La llegué a querer mucho. Cometimos un error, un descuido y quedó embarazada, nunca fuimos novios, solo compañeros que estaban dispuestos a luchar por un bien común, que era nuestro hijo. Y eso nos unió aún más, fue alguien increíble y una excelente mujer. Ella hubiera estado muy feliz de poder compartir con Jaemin.
Escuché como esnifaba y levanté mi rostro, observando como lloraba sin importarle absolutamente nada.
—Lo siento mucho. Estoy muy sensible. Llegué ayer luego de una licencia médica y me quise reintegrar a pesar de aún no estar en mi cien por ciento. — limpió sus lágrimas, percatándose que nadie la viera. — aish, ni siquiera debería estar contándote estas cosas.
—Yo soy una tumba. No diré nada de nada.
Toda la tarde que estuve ahí junto a Jaemin, también estuve hablando con Yubin de diferentes cosas. Ella fue sin duda una buena oyente y agradecí de poder compartir un momento como aquello, un momento de verdad grato.
Ahora cada día que llegaba, la veía mientras le hablaba a cada bebé con un amor impresionante. Tuve el atrevimiento de preguntarle a la enfermera que estuvo desde el comienzo conmigo en este proceso, quien cuidó muy bien a Jaemin, el porqué no había visto antes a Yubin.
—Ella es alguien sin duda fuerte. Perdió a su bebé un mes antes que Jaemin llegará aquí y a pesar de su dolor, está aquí, rodeada de bebés, cuidándolos con todo el amor que ella tenía para entregarle a su hija, sin hacer distinción alguna.
Volví a mirar a través del cristal como ella le estaba cantando una canción de cuna a Jaemin y pude jurar que algo raro se sintió en lo las profundo de mi corazón.
Cuando llegó el alta de mi hijo, llegué con ramos de flores para darle a cada persona que cuidó de él tan bien, teniendo la vocación y los cuidados necesarios por estos tres meses.
—Oh, mi chiquillo apuesto, muchas gracias. — la enfermera Lee veía las flores con emoción. — cuida muy bien a Jae, es alguien especial, sin dudas.
—Muchísimas gracias, sin dudas fue un pilar importante.
Me dieron una charla gigantesca de como cuidar de manera correcta a Jaemin, al ser un bebé prematuro y lo agradecí. Debía afrontar este nuevo camino, alejado de un hospital, de vuelta a la cotidianidad.
Aprender a hacer las cosas con él ahora fuera de este lugar.
Buscaba a Yubin con la mirada, pero no la veía por ningún lado. Aún tenía las flores restantes en mis manos, pero aquel día no la volví a ver, entonces con cuidado dejé a mi hijo en su coche, quien aún dormía plácidamente y salí de aquel hospital, que dejó felicidad como tristeza.
✶✶✶
—Jae, no hagas eso.
Él me miró desafiante mientras seguía corriendo aquella mamadera hacia un costado, solo con el propósito de dejarla caer y esparcir todo el contenido que tenia en su interior.
—No, no, no, no...
Jaemin ya tenía un año y medio. Y la palabra no era su favorita del momento.
No ha sido fácil en absoluto. Decidí alquilar un lugar solo para tener nuestro espacio a pesar de que mis padres me recomendaron volver con ellos. Pero para mí, no era lo correcto. Por lo mismo, con el dinero ahorrado, pude arrendar un espacio ideal para nosotros dos.
Ahora es un pequeño niño revoltoso que no para de estar metido en todos los lugares habidos y por haber. Y claro, no hacer caso cuando papá le hablaba.
—Te dije que no, Jaemin. — mi voz sonó autoritaria, pero eso poco le importó para terminar derramando la leche en el suelo y salir gateando hacia la habitación cuando me puse de pie. — ay este bebé, me volveré loco.
Miré la hora de mi reloj. Ya debía ir a trabajar y justo sonó el timbre indicando que su abuela había llegado como cada día. La señora Baek ha estado presente desde el comienzo y es ella quien ha cuidado muy bien de su nieto mientras yo trabajo para que nada nos falte.
Ha sido un apoyo fundamental, sin duda alguna.
—Wow hermano, ese bebé es una copia idéntica de ti.
Enarqué una ceja mientras terminaba de pintar una pared, ya que los departamentos estaban casi terminados para ser entregados.
Hicimos un gran trabajo.
—Yo recuerdo que me dijiste que probablemente no era mío el bebé.
—Sí, lo recuerdo, pero es que... ¡Es precioso! Se parece mucho a ti, pero será el triple de apuesto que tú. — miraba la foto encantado y yo sonreí abiertamente.
Mingyu me ha ayudado en todo lo que puede, al igual que su padre. Siento que les debo muchísimo por todo lo que han hecho por mí y Jae.
—Sí. Pero es un travieso de primera. Mañana debemos ir al cementerio para que visite a su madre.
Semanalmente iba junto a Jae al cementerio a visitar a Harisu. Era algo loco, pero sentía que él sabía donde estaba. Era el único lugar en el cual se mantenía quieto, sentado en el césped mientras observaba la foto que había en la lápida.
—Ay Jungkook, te admiro tanto. Has salido adelante solo, de verdad que eres alguien increíble. — palmeó mi hombro.
Durante todo este tiempo nunca me he detenido a pensar en esas cosas, así que lo haya mencionado Mingyu justo en este momento, fue como un balde de agua fría. Que Harisu haya llegado aquel día, asustada y sin saber que hacer, para darme aquella noticia y todo el recorrido hasta hoy, es muchísimo por asimilar.
—Gracias. De verdad lo agradezco mucho.
Y era cierto.
El día de llevar a Jaemin al cementerio llegó, así que lo arreglé muy bien, lo peiné y le eché su loción en el cuerpo para llevarlo a su lugar preferido. Pagué el taxi y fuera compré unas rosas de color blancas y con mi hijo en brazos fui en busca del lugar donde yacían los restos de Harisu.
Él como de costumbre estuvo tranquilo sentado en el césped y es increíble como lo inquieto ya no existía estando justo aquí. A veces sentía que Su estaba justo a su lado. Luego de un par de horas, decidí volver cuando el frío comenzó a bajar. Bajé a unas cuadras de distancia para comprar café y algo para comer a estas horas, El día transcurría como cualquier otro, hasta que, de repente, su presencia iluminó la monotonía de la rutina. La vi desde la distancia, y mi corazón pareció detenerse un instante ante la sorpresa de encontrarme con una ella de manera tan inesperada.
Era como si la escena se hubiera detenido a su alrededor, y yo quedara suspendido en la admiración de su figura. Su cabello ondeaba suavemente al viento que había a estas horas, y su sonrisa resplandecía con una luz propia. Era como descubrir una joya en medio de la cotidianidad, una visión que atrapaba mi atención de una manera hipnotizante.
Caminaba con gracia, ajena al impacto que causaba en su entorno. Sus ojos, profundos y expresivos, capturaron mi atención, y me vi momentáneamente atrapado en un torbellino de pensamientos. La sorpresa de encontrar tanta hermosura en un instante cotidiano se tradujo en un palpitar acelerado y una sonrisa involuntaria.
Mis pasos decididos fueron directamente a la misma tienda a la que había ingresado ella y estuve a unos metros de distancia batallando mentalmente si acercarme a saludarla o no. Estuve tan sumido en mis pensamientos que ella se volteó casi chocando conmigo y Jaemin. Abrió sus ojos con un pequeño atisbo de sorpresa y su cabeza se ladeó analizándome por completo.
—Disculpa, casi te choco y estás con tu bebé.
—No te preocupes, Jaemin está bien.
Abrió grande sus ojos mieles y su mirada bajó rápidamente a mi bebé, tapando su boca.
—¿El pequeño Jaemin? No puedo creerlo, ¡está gigantesco! — sus ojos brillaron de manera inmediata, logrando que mi corazón volviera a palpitar con fuerza. — que me sucedan estas cosas es una en un millón. ¿Cómo ha estado? ¿Su salud?
—No ha sido fácil, pero creo que lo hemos manejado muy bien, ¿no es así, campeón? — me dirigí a él, quien se abrazaba fuertemente a mi cuello. — el tiempo pasa muy rápido.
—Sí. Es genial encontrarse con bebés que viste tan pequeños y frágiles, ahora mucho mas grandes y fuertes.
—Sí... esa vez no pude encontrarte y agradecerte como a todas las demás todo lo que hicieron por mi hijo. — rasqué mi oreja sintiéndome de pronto nervioso. — ¿te gustaría ir por un café un día? Podemos ir a uno...
—Lo siento. — me interrumpió cambiando su semblante. — no puedo, yo...
—Amor, ¿por qué te demoras tanto?
Mi instinto fue alejarme unos centímetros al escuchar la voz de un tipo a mis espaldas. Los ojos de Yubin se abrieron y pude apreciar como apretaba sus puños.
—Lo siento, me encontré con un pequeño ex paciente. — su mano derecha tocó el cabello de Jaemin con dulzura. Giré mi rostro para mirar al hombre corpulento y serio que me miraba como si quisiera asesinarme.
—¿Podemos irnos ya?
—Sí, vamos. — pude percibir el cambio en el tono de su voz y eso no me gustó en absoluto. — espero estés muy bien...
—Jungkook. — aclaré de inmediato. Ella ni siquiera se acordaba de mi nombre.
—Jungkook. Cuida mucho a Jaemin, lo has hecho muy bien.
El tipo me escudriñó con la mirada antes de salir primero del local y antes de que ella partiera, tomé su mano.
—¿Vienes siempre a este lugar?
—¿Qué?
—¿Vienes de manera frecuente?
—Yo... sí... — estaba confundida, se notaba. — debo irme.
—Cuídate, Yubin.
Se sorprendió que yo recordara su nombre y me sonrió levemente.
—Gracias por las flores. Me las entregaron y estaban preciosas. — murmuró cuando pasó por mi lado. Me quedé estático en mi lugar abrazando a Jae y giré cuando ella ya había salido definitivamente y caminaba de la mano con aquel... idiota.
Si dijera que dejé de pensar en ella estaría mintiendo descaradamente. Volver a verla hizo que algo se incendiera en mi interior. El flechazo que tuve con ella aquel día en el hospital fue muy obvio y no verla una última vez me dejó desanimado.
Y ahora enterarme de aquella manera que tenía novio, solo me hacía sentir un estúpido.
Solo me he enfocado en mi hijo, como debe ser, no dándole paso a ninguna distracción, pero con Yubin todo fue diferente y hacerme el idiota ya no iba a funcionar si volví a coincidir con ella.
Cada día luego del trabajo fui hasta aquel local, esperando encontrarme con ella una vez más, sin éxito alguno. Quizás me mintió, quizás no quería tener problemas con su novio y era completamente entendible. Pero verla luego de dos semanas, hizo que sintiera millones de fuegos artificiales.
—Invitación número dos a un café. — me tomé el atrevimiento de hablarle logrando que diera un brinco.
—Me asustaste. — tocó su pecho negando con su cabeza. — Sabes que no puedo, tengo novio...
—Es solo un café. — no podía creer que estuviera casi rogando por algo así. — podemos hablar y pasar un rato agradable.
—No lo sé...
No había que ser muy tonto para no darse cuenta que ella sentía miedo por la reacción que pudiera tener su novio. Aquel día me lo dejó totalmente demostrado.
—Invito yo.
Agachó la mirada y suspiró profundamente, para asentir levemente. Celebré de manera interna, por dentro estaba bailando por esta oportunidad, mientras que por fuera mantenía la cordura.
—Vamos a otro lugar.
La seguí a unos metros de distancia, mientras que ella miraba a todas las direcciones totalmente perseguida y aquella acción me hizo poner alerta. Costó un poco que se relajara, que confiara un poco en mí, que cuando comenzó a soltarse, estuve tan entretenido con su manera de pensar, con su manera de hablar, con absolutamente todo.
Esto se volvió a repetir otro día. Y luego otro. Y otro.
Confío plenamente en mí, contándome algo que la torturaba desde que ocurrió. Perder a su bebé. Le di consejos, si aún no dejaba partir a su hija, si así vivía su duelo, estaba en todo su derecho. Consejo que la hizo sentirse aliviada, ya que me confesó que su novio le había pedido volver a intentarlo y tener otro bebé, dejándome con un amargo sabor y preguntarme a mi mismo el porqué una mujer tan espectacular como Yubin estaba con alguien como él.
Los meses pasaban, cada risa compartida, con cada confidencia susurrada, me adentraba más profundamente en el tejido de su ser. Y lo mas sorprendente es que no estaba asustado. Las elecciones que he tomado en mi vida no han sido las mejores ni las mas acertivas, pero nunca me arrepentiría de algo y lo mismo pienso con ella.
A medida que conocía sus miedos y anhelos, el amor se tejía entre las líneas de nuestras conversaciones cotidianas, una conexión que crecía de manera orgánica como un jardín floreciente. Un amor unilateral, pero para mí solo me bastaba con verla unos momentos, conversar, reír y mi día terminaba de maravilla.
La forma en que arrugaba la nariz cuando se reía, o la mirada intensa cuando compartíamos nuestros pensamientos más profundos, eran piezas de un rompecabezas que revelaban la belleza única de su alma. Primera vez que tenía un sentimiento de tal magnitud, primera vez que estaba enamorado, a tal punto que llegaba a ser muy notorio para personas que compartían diariamente conmigo.
De solo compartir algunos días a tomar un café, saliendo a lugares junto a Jaemin, también llegaron los mensajes a través del celular que eran diarios. Siempre preguntándole como estaba ella, que tal su día.
La invité a un picnic un día junto a Jae y aceptó. Aquel día solo confirmé con mas ímpetu que aquella mujer valía completamente la pena. La manera en que compartió con mi hijo, como lo hizo reír, como le dio comida, como jugó con él, hizo que mi amor creciera sin límites y la verdad es que no quería tener límites.
Jaemin la quería y yo también.
Sin embargo, un día dejó de responder los mensajes, preocupándome, preguntándome que había sucedido con ella. Fui hasta la cafetería de siempre, no encontrándola, no dando con su paradero.
Sabía que estaba trabajando en otro hospital, petición de parte de su novio. Él muy infeliz era un maldito posesivo de mierda y tenía control sobre ella, por la misma razón el miedo me invadió por pensar lo peor. Con una compañera de trabajo pude sacar la información de donde vivía y fui hasta ella luego del trabajo.
—¿Qué haces aquí, Jungkook? Debes irte, no puedes estar aquí...
Fue lo primero que me dijo cuando abrió su puerta solo un poco, dejando ver solo la mitad de su rostro.
—¿Qué sucede, Yubin?
—Nada, por favor vete, ¿sí? No es bueno que sigamos viéndonos...
Abrí la puerta para finalmente ver por completo su rostro. Todo tomó un giro sombrío cuando noté los moretones en su rostro. La chica que me gustaba, cuyos ojos solían brillar con vitalidad la mayoría del tiempo que estaba junto a nosotros, ahora los ocultaban tras un velo de dolor y vergüenza. Mi corazón se hundió al darme cuenta de que algo oscuro había dejado su marca en la delicadeza de su piel.
La impotencia se apoderó de mí, como si las palabras se hubieran quedado atrapadas en mi garganta. Quería abrazarla, ofrecer consuelo y seguridad, pero la realidad de la violencia reflejada en su rostro me dejó sin aliento.
—¿Él te hizo esto?
—Él no suele hacer esto. Yo... lo hice enfadar y...
—¿Estás defendiéndolo, Yubin? — mi voz salió con dolor. Verla tan frágil hacía que mi corazón doliera. — no mereces esto, no tienes culpa de nada.
Las primeras lágrimas hicieron acto de presencia, mostrándome lo vulnerable que se encontraba. Me adentré a la casa y cerré la puerta a mis espaldas, para abrazarla de una vez por todas.
—Lo siento... lo siento mucho...
—No lo sientas. Te acompaño a hacer la denuncia, yo estoy aquí contigo y no te dejaré sola. — mis palabras salieron con tanta naturalidad que ella se sorprendió un poco.
—¿Por qué haces esto por mí? Eres tan... lindo... eres tan especial y yo...
Tomé sus mejillas, acercándome a ella sin vergüenza alguna. El susurro de nuestras respiraciones se entrelazaba, y podía sentir el magnetismo de la proximidad atrayéndonos como imanes. Sus labios, tan cerca de los míos, creaban un deseo latente, una promesa de la dulzura que se podía encontrar en el roce de nuestros labios.
—Porque me gustas, porque quiero que estés junto a mí. Puedo hacerte feliz, Yubin, realmente feliz y lo sabes. No mereces esto, no mereces llorar sintiendo que tienes culpa de aquellos golpes, sintiéndote poca cosa cuando para mí, eres una obra de arte que solo he podido admirar desde la distancia. — El mundo exterior se desvanecía mientras la proximidad persistía, y por un instante, todo quedó en pausa. En ese momento, estábamos en el umbral de lo que podría ser, explorando la delicada línea entre la realidad y el deseo en una proximidad que prometía más de lo que se atrevía a revelar.
Mientras mis pensamientos se enredaban en la incertidumbre, ella rompió la barrera del silencio con un gesto audaz. De repente, sus ojos encontraron los míos con una determinación que dejó en suspenso el latido de mi corazón. En un movimiento suave pero decidido, acercó su rostro al mío, desafiando la convención y dando el primer paso hacia lo desconocido.
La sorpresa se reflejó en mis ojos mientras sus labios rozaban los míos en un beso que desafió las expectativas. Fue como si el tiempo se ralentizara, y mi mente luchaba por comprender la realidad de ese momento. La dulzura de su beso era un regalo inesperado que rompía las barreras del desconcierto. La sorpresa se mezcló con la alegría y una pizca de incredulidad, como si hubiera presenciado la revelación de un secreto guardado con cuidado.
Le correspondí tan rápido como me fue permitido, teniendo un cuidado impresionante. Sentir sus labios por primera hizo que me olvidara absolutamente de todo y me dedicara a disfrutar de aquél momento. Ella me acercó aún más, como si aquello fuera posible. El beso comenzó a subir de nivel, ya no era tierno, era apasionado cuando nuestras lenguas se encontraron para comenzar a ser protagonistas.
Que ella me estuviera besando de esta forma, hacia que mi ilusión aumentara, creyendo que ella se sentía de igual manera por mí.
Pero mi burbuja de ensoñación se rompió tan rápido como comenzó cuando ella se alejó tapando su boca, viendo en sus facciones como sucedía lo que yo temía.
Se estaba arrepintiendo.
—No, Jungkook, esto está mal... yo sigo en pareja, esto fue un error...
Negué repetidas veces para juntar su frente con la mía.
—Yubin, ¿realmente crees que fue un error?
Guardó silencio, viendo como nuevamente sus ojos se llenaban de lágrimas, para finalmente negar con su cabeza.
—No soy buena para ti. Eres... tan increíble, todo de ti, absolutamente todo me cautivó por completo. Pero no puedo corresponderte...
—¿Por qué no? Mereces ser feliz, Yubin. Y si no es junto a mí, lo aceptaré, pero no puedes seguir como un tipo como él...
El sonido de unas llaves la hizo sobresaltar, caminando hacia atrás asustada.
—Debes irte, rápido... —El corpulento cuerpo de ese infeliz estaba dd pie justo en la puerta, mirando en nuestra dirección. Me alejé aún más de Yubin, pero ya se había activado una bomba. — no es lo que crees, Jaehyun...
—¿Y qué mierda debo pensar entonces? ¿Qué este hijo de puta se le perdió la casa?
—Jaehyun...
—¿Cuándo será el día en que me respetes? ¡Dame mi jodido lugar alguna vez, Yubin!
—No sucedió nada. Solo vine a preguntar como estaba, eso es todo, creo que debes tranquilizarte.
Aquel comentario fue como echarle leña fuego.
Su mirada se oscureció y apretó sus puños, siento testigo como podía perder los estribos de manera tan rápida. Se acercó a mi dando grandes zancadas, para tomarme de la solapa de la chaqueta con brusquedad. Ni siquiera me inmuté, no estaba asustado, pero Yubin si.
—Jaehyun, por favor, déjalo. Ya se iba, no volverá a venir...
Él hizo oídos sordos para darme el primer golpe en mi pómulo izquierdo. Golpeaba fuerte el malnacido, y solo pensar que con esta brusquedad golpeó a Yubin mi rabia se intensificó. Sin dudarlo un segundo más le devolví el golpe con el triple de fuerza, dejándolo aturdido por un momento en el suelo. Hice una mueca de dolor al sentir punzante mis nudillos.
—Conmigo puedes meterte. Estamos en igualdad de condiciones, ¿te parece bien golpear a una chica?
—¿Quién mierda te crees, imbécil?
Se levantó para volver a golpearme y dar inicio a una pelea escuchando los objetos caerse por los empujones que me estaba dando.
—¡Basta, por favor!
Quise detenerme cuando escuché su voz tan afligida, pero aquello solo benefició al idiota, quien me golpeó en la cabeza, logrando que un mareo potente lograra sucumbir todo en mí. Luego otro golpe y el siguiente.
—¡Lo vas a matar, basta!
Sus gritos se escuchaban lejanos, no dejaba de darme patadas en el suelo y creo que todo se volvió negro, perdiendo el conocimiento aún siendo golpeado.
✶✶✶
—Papá...
Abrí mis ojos que pesaban con demasía y mi cabeza dolía de manera horrible. Miré hacia al frente viendo a mi hijo en una silla junto a mamá. Ella tenía los ojos rojos e hinchados, que cuando me vio despertar, llamó a una enfermera de manera veloz.
—Me gusta cuando dices papá... — murmuré débilmente. Es como si quince caballos me hubieran pisoteado sin piedad.
—Estuviste cuatro días inconsciente. — mamá habló con voz trémula, estaba sería, pero el temblor de su voz era demasiado palpable. — ¿en qué estabas penando, eh? ¿No te das cuenta que tienes a alguien quien depende de ti? Jaemin ya perdió a su madre, ¿quieres que te pierda a ti también?
Remojé mis labios al sentirlos secos y sisee de dolor cuando intenté incorporarme.
—Mis costillas...
—Te fracturaron tres costillas, tu rostro aún sigue hinchado y casi tienes una fractura craneal. ¿Con que bestia te enfrentaste? Casi te mata, Jungkook.
—Solo defendí a una chica, él merece estar en la cárcel.
—Y lo está.
Abrí mis ojos con sorpresa al escuchar aquello.
—¿De verdad?
—Sí. La chica que te acompañó testificó en su contra, mostrando evidencias y sumando que casi acaba con tu vida, debería estar mínimo unos diez años tras las rejas por homicidio frustrado.
Escuchar eso me hizo sentir muy bien a pesar de los dolores que sentía. Yubin por fin era libre de un tipo asqueroso.
—Estoy bien. No me arrepiento de haberla defendido. Al fin y al cabo tu me enseñaste a proteger y defender a las mujeres, ¿no?
Soltó sus primeras lágrimas y se acercó junto a Jaemin para abrazarme con fuerza. Mi hijo me observaba con curiosidad, quizás tenía la cara desfigurada por los golpes propinados, pero de todas formas se divirtió jugando con mis vendas.
—Tuve tanto miedo, Jungkook. Miedo de no verte nunca más.
—Eso no sucederá. Mi hijo me necesita.
Ella respiró profundamente y se incorporó.
—La chica te dejó una nota.
Abrí mis ojos cuando mamá me tendió un papel. Lo abrí con una mano, ya que con la otra tenía a Jae.
❝ Jungkook:
Perdón por escribirte una carta y no atreverme a verte a la cata luego de lo sucedido. Te pido mil disculpas por todo lo causado.
Fui cayendo por ti, por tu hermosa forma de ser y por como eres con Jaemin. Un hombre dedicado, tierno y que no teme demostrar y entregar apoyo infinito. Me enamoró tu enorme corazón y tuve miedo de confesarte algo por temor a Jaehyun, así que lo oculté muy bien durante todo este tiempo.
Desde que te dejé entrar a mi vida, todo cogió sentido y color. Fuiste y serás la única persona que logró sacarme la venda de los ojos. No se detuvo de la manera que esperaba, ya que también saliste perjudicado, pero el día de hoy pude librarme de él, de Seo Jaehyun.
Me alejo de todo para finalmente sanar y poder alejar todos los recuerdos negativos. Podré vivir en paz el duelo de perder a mi bebé, de perder a mi dulce Mía a causa del mismo tipo que abusó de mí físicamente y psicológicamente. Gracias a ti, pude darle justicia a mi bebé y gracias a ti, puedo buscar una segunda oportunidad.
Te extrañaré más de lo que las palabras pueden expresar. Espero que, en algún momento, nuestras sendas vuelvan a cruzarse. Hasta entonces, guarda un lugar en tu corazón para mí, como yo lo haré para ti. ❞
No me había percatado de las lágrimas que había soltado, hasta que sentí las pequeñas manos de mi hijo en mi rostro.
—Llorar no... llorar no, papá...
—Estoy bien, bebé. Papá está tranquilo.
Y era cierto. Estaba tranquilo en saber que pude ayudarla. Mamá me observó en silencio y al rato entraron todos los demás a verme, preocupados por mi estado de salud.
Mas que dolores físicos, ahora dolía mi corazón. Pero tenía consuelo de que ella volvería a ser feliz algún día, porque es lo que merece.
Si volvimos a coincidir una vez, podríamos volver a hacerlo.
✶✶✶
—Wow, mi titulado. Te ves tan precioso, hermoso, mi vida, estoy tan orgullosa de ti.
Cerré mis ojos al sentir los miles de besos en mi rostro por parte de mamá. Los años avanzaron tan rápido que ya estaba titulado en Administración de Empresas. Luego de la partida de Yubin, me centré aún más en mí y en darle un futuro aún mas próspero a mi hijo, quien estaba a mi lado vistiendo también de manera elegante. Ya estaba próximo a cumplir seis años y en un camino lleno de rocas, creo que por fin vemos el camino liso.
—Te ves guapo, hijo mío.
—¿Me parezco a ti?
—Por supuesto. — reí alzándolo, para abrazarlo fuerte.
—Mamá está feliz por ti, papá.
—¿De verdad?
—Sí. Ella dice que eres increíble.
Desde pequeño que siempre comenté la conexión que Jaemin tenía con Harisu y nunca cuestioné cuando al crecer, decía que su madre lo visitaba. Al fin y al cabo dicen que los niños son mas susceptibles a ciertas cosas.
—Dile que muchas gracias y que nos siga cuidando, eh. Tiene que hacerlo por siempre.
Él sonrió y asintió, para bajar e ir donde papá, quien lo esperaba con los brazos abiertos. Pensar en el enojo de papá cuando se enteró que sería padre y verlo ahora completamente embobado por su nieto, me hizo reír un poco.
Y de pronto, la realidad de la paternidad llegó justo ahora. Pensar al Jungkook de diecinueve años, un Jungkook en un momento en que aún estaba tejiendo los sueños de su futuro, que de repente se encontró ante la dualidad de la responsabilidad de cuidar a otro ser y la lucha por definir mi propia identidad.
Las noches se convirtieron en vigilias agotadoras, donde las cunas y los pañales se mezclaban con el estruendo de los sueños interrumpidos. Cada día era un equilibrio precario entre las demandas de la paternidad y las aspiraciones personales que parecían alejarse con cada llanto nocturno.
Cada paso requería una dosis extra de valentía, ya que las estadísticas y los estigmas amenazaban con desdibujar sus esperanzas. La búsqueda de un equilibrio entre ser un padre amoroso y cultivar su propio crecimiento personal se volvía un desafío diario.
A pesar de los obstáculos, encontré fuerza en la sonrisa de mi hijo, en los pequeños logros cotidianos y en la certeza de que cada esfuerzo estaba tejiendo un vínculo único entre nosotros. El camino difícil de ser papá joven y soltero estaba marcado por altibajos, pero también por momentos de resiliencia y amor incondicional.
Los últimos años pasaron a través de mí al estar viviendo este momento, que desde era pequeño fui mi gran deseo. Solo me faltaba una cosa para estar completamente feliz y era ella.
Desde que se fue, nunca pude volver a sentir la misma conexión con alguien más aunque lo intentara. Tuve la idea errónea de pensar que Jaemin necesitaba una figura materna, por la misma razón comencé a salir con algunas chicas, llevándome la gran desilusión de que ninguna era Yubin.
—Por fin lo lograste, Jungkook.
Mi corazón se paralizó al escuchar aquella voz. Giré de inmediato y la vi, luego de cuatro largos años. Tenía su cabello corto, pero seguía viéndose tan hermosa como la primera vez que la vi en aquel hospital. Mis padres y mi hermano me sonrieron, dándome a entender que ellos sabían sobre esto. Sentía que mis piernas se convertirán en gelatina y mi pulso se aceleró.
Tenía un gran ramo en sus manos y sonreía abiertamente, mientras lloraba al mismo tiempo.
—¿Qué haces acá?
La nostalgia y la anticipación se entrelazaban mientras caminaba hacia ella, como si el universo hubiera conspirado para reunirnos en ese preciso momento.
—Vine a felicitarte por tu logro. Sabía que era una de tus metas propuestas y no sabes lo orgullosa que estoy de ti.
Sus ojos, un reflejo de tantos recuerdos compartidos, se encontraron con los míos y en un instante, el tiempo pareció detenerse. La familiaridad de su sonrisa, que había permanecido grabada en mi memoria, iluminaba el espacio entre nosotros. En ese momento, las palabras parecieron innecesarias, por la misma razón la abracé sin pensarlo demasiado, siendo correspondido de inmediato.
—¿Te volverás a ir?
Negó mientras sonreía. Parecía irreal tenerla a unos centímetros de mí.
—Nunca más me iré, Jungkook.
La distancia temporal se desvaneció en un instante cuando, sin palabras, nos acercamos, guiados por una fuerza magnética que solo el tiempo y la complicidad podían forjar. Sus labios volvieron a conectar con los míos en un beso con sabor a reencuentro. Ella se veía diferente, ella se veía bien, ella se veía sana y estuve orgulloso de mí por tener el auto control de no buscarla cuando mil veces me dieron ganas de hacerlo.
Porque ver el resultado final, es todo lo que estaba bien.
Ella fue la primera en alejarse, para caminar en busca de Jaemin y darle un fuerte abrazo. Él no se acordaba de ella, pero no tenía dudas qué podrían crear nuevamente un vínculo maravilloso, como lo tuvieron alguna vez.
Mientras los observaba, una sensación de plenitud me envolvía, como si todas las piezas de un rompecabezas hubieran encontrado su lugar perfecto.
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