El sicario Hit era, sin duda alguna, un verdadero temerario.

    Y no solo por el hecho de que mataba a todo aquel que se le pidiera. No solo por los lugares, por la gente que frecuentaba. No solo por ser lo suficientemente despreocupado como para mostrar su rostro durante cada crimen cometido. Porque esta vez, había destruido todo límite moral, racional.

    Estaba teniendo relaciones sexuales con el joven príncipe de una orgullosa raza guerrera, en sus propios aposentos. Cabe destacar, que los mismos estaban a medio pasillo de distancia de la habitación del rey y la reina. Quizá, fue la adrenalina a ser descubierto, lo que lo llevó a tomar semejante riesgo. Pues de sobra sabía que, un simple anuncio de su majestad, podía poner a todo saiyajin existente, en su contra.

    Algo bastante inconveniente, teniendo en cuenta que sólo con los veinte guerreros de élite, era probable que su cabeza terminara siendo exhibida en La Plaza Central. Como las cabezas de muchos otros que se atrevieron a meterse con la familia real. ¡Por supuesto que existía esa posibilidad! Él era fuerte, no invencible.

    Sonrió sin poder evitarlo. El joven príncipe formaba parte de dicha élite. Con algo de esfuerzo, podría al menos huir de él, pedir ayuda. Pero no lo hacía, no quería. Lo deseaba tanto como él. Ya no importaba nada más, a parte de aquel cuerpo temblando bajo el suyo, aquella voz dulce susurrando su nombre. Aquellos ojos que parecían ver directo a su perturbada alma. Aquellas tiernas manos, que le ofrecían consuelo.

    El muchacho estaba siendo la cena más exquisita que había probado en su muy larga existencia. Más de mil años de soledad, fueron olvidados en cuestión de segundos, que se convirtieron en minutos y luego en horas. Incluso con sus habilidades tan únicas, había perdido la noción del tiempo. Tenía la confianza de haber estado así por siempre y la insatisfacción de haberlo hecho por muy poco. Parecía que nada era suficiente.

    Vaya equivocación tan grande.

    Si las paredes del castillo hablaran, el reino entero se desmayaría. Había tanto deseo y calor en cada acción del azabache, que la falta de experiencia, ni siquiera se notaba. ¿Lo mejor de todo? No lo hacía a propósito. De manera inconsciente, cada reacción suya, tan natural como una flor, lo invitaba a darle mucho más. Había subestimado vilmente al príncipe de los saiyajin, su gran sorpresa, siendo el precio a pagar.

    Porque desde un principio, fácil fue notar cierto detalle, que le robaría el sueño de ahora en adelante. Kyabe lo quería. No por mero placer, no por un capricho. Él quería hacer que se sienta bien, que se sienta amado, por primera vez en su vida, de una forma totalmente desinteresada. Se dio cuenta apenas se conocieron.

    Cuando aquel tomó su mano y le prometió que vendrían tiempos mejores.

    ¿Eran sus ojos, tan tristes como para que aquel joven pudiese leerlo cuál libro abierto? Aparentemente sí. En su momento, se limitó a responder con confusión y desconfianza, pero agradecía a todos los seres superiores el haber tenido la oportunidad de conocerlo mejor. De saber porqué, teniendo miles de pretendientes a lo largo de toda la galaxia, lo había elegido a él.

    Resulta ser, que el pobre príncipe también estaba sólo. Sí, tenía familia y compañeros... aunque en el fondo, siempre sintió vacío. Nadie lo comprendía ni se preocupaba por su bienestar. Su reputación, su dinero, su poder; eso era todo en lo que se fijaban. Sabía que no podía deshacerse directamente de ellos.

    No obstante, ¿Había acaso, una mejor forma de mandarlos a todos al averno, que manteniendo relaciones sexuales con un buscado asesino a sueldo? Oh perdón, eso fue un error. Creo que todos sabemos que, en realidad, esos dos estaban haciendo el amor como los salvajes necesitados que eran.

    Nada de otro mundo. Sólo un temerario y un muchacho cansado de ser obediente.

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Hola :)

Sé que han pasado siglos desde que actualicé este libro, pero la idea vino de repente y no quise detenerla.

¿Cómo les va? Yo ando muerta de calor. Al parecer, el calor me ayuda a pensar 👀

Okno.

Quedó un poco corto, lo lamento.

¡Eso es todo por ahora! Tengan buen día/tarde/noche 💕