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~• Confesión •~

Luego de haber sido curado por Alluka y de encontrarse finalmente con su padre, los caminos de Gon y Killua se separaron, pero no perdieron el contacto. Casi todos los días hablaban al menos una hora en el teléfono, Killua siempre mandaba fotos de su hermana y él en lugares que visitaban y Gon mandaba quejas por toda la tarea que debía hacer de la escuela a distancia. En los dos años que habían pasado se reunieron algunas veces en sitios diferentes ¡Incluso Alluka conoció la casa de Gon! Hace ya varios meses que no se juntaban así que habían armado planes. ¡Sería un gran día!

~•~
 

Caminando rápido, trató de despejar su mente, pero fue inútil. Estaba molesto, casi enojado. Y como si eso no fuera suficiente, sentía algo a su alrededor ¿Lo estaban siguiendo? No parecía realmente, quizás estaba medio paranoico. Era difícil pensar cuando los recuerdos del día seguían dando vueltas en su mente.

Estaba sentado en la mesa de un café con Kilua y Alluka luego de haber pasado toda la tarde recorriendo aquella ciudad. Conversando tranquilamente.

El albino se había sorprendido de lo mucho que había cambiado su amigo, estaba más alto (aunque él también había crecido, creía que su amigo era más alto), su forma de vestir había cambiado (o quizás era sólo por el frío que estaba haciendo). Se le veía algo cansado, pero aún irradiaba una hermosa aura de alegría con una sola sonrisa (aunque ya no podíanutilizar su nen).  Y hasta ese momento en el que se pudieron sentar tranquilos no había notado que incluso tenía perforadas las orejas y llevaba unos simples pendientes negros.

—Así que... ¿Y esos pendientes? —dijo tratando de no parecer demasiado curioso.
—¿Estos? —comentó señalando su oreja izquierda— Me dio curiosidad como podría ser tenerlos, e Hisoka dijo que se me verían bien, así que-
—¿Por qué Hisoka te diría eso? Espera... ¿Por qué siquiera te hablaría? —interrogó casi apoyando todo su cuerpo encima de la mesa.
—Bueno... —Gon corrió la mirada para no verlo directamente— puede que haya estado viajando con él y...
—¡¿Cómo?! ¡¿Qué no sabes que es peligroso?! —para este punto, no sólo su hermana, sino también el resto de comensales estaban prestando atención a lo que ocurría en aquel cubículo—.
—¿Y qué tiene que sea peligroso?
—¿Cómo es que no lo entiendes? Ese tipo mató a mucha gente ino-
—Tú también lo hiciste —interrumpió el moreno—, y sin embargo somos amigos.
—No, no, no, sabes que no me refiero a eso, me refiero a que está loco y podría lastimarte.
Esta última frase hizo que Gon se ofendiera un poco —¿Acaso crees que no puedo cuidarme sólo?
—Claro que no-
—¡No me mientas! Tu siempre haz cuidado de mi porque yo... —no pudo continuar. Se sentiría peor si lo hacía. Se aguantó las lágrimas, pidió perdón en voz baja, dijo que debía hacer algo en otro lado, dejó algo de dinero para pagar su parte de la merienda y se fue, dejando a los hermanos Zoldyck más que confundidos.

Suspiró antes de abrir la puerta de la habitación de hotel donde se estaba hospedando. Al entrar, se quitó el abrigo y los zapatos y fue directo a tirarse boca abajo en la enorme cama. Hisoka, que había observado todo esto en silencio, decidió preguntar qué había pasado.

—Oh, Gon, ¿Por qué llegaste tan temprano? ¿Pasó algo? —vio al chico negando con la cabeza sin levantarse de su lugar—. Vamos, sabes que puedes hablar conmigo.

Pasó un largo tiempo así hasta que decidió darse la vuelta y, sin quitar la mirada del techo, se armó de valor para hablar. Mientras hablaba sentía como se le humedecían los ojos.

—Yo... Estoy haciendo lo mismo de nuevo, otra vez le dije cosas malas a Killua sin pensar... —al sentarse dándole la espalda a Hisoka, las lágrimas comenzaron a caer sin control—, no quise hacerlo, pero cuando dijo que era malo estar contigo automáticamente lo relacioné con que ya no puedo usar nen y que soy una carga para ti —poco a poco comenzó a inclinarse y abrazarse a si mismo—, y no he  logrado ningún progreso en recuperarlo... Me hace sentir tan-

Sus palabras fueron interrumpidas por el contacto de dos brazos fuertes rodeándolo desde atrás, mientras recibía un cálido beso en la mejilla.

—No eres débil, Gon —le susurró como si le hubiera leído la mente—, eres increíblemente fuerte por haber llegado hasta aquí. Podrías haberte rendido hace mucho, pero aquí estas, esforzándote cada día por mejorar.

Con una mano, el pelirrojo hizo que lo mirara a los ojos y le dejara secar sus lágrimas.

—No vuelvas a decir que eres una carga.
—P-pero lo soy...
—No, no es así, me encanta estar contigo, y eso es algo que Killua tendrá que aceptar, quiera o no.
—Mmmh... —Gon se acercó a Hisoka para abrazarlo— tienes razón.

Pasaron así unos minutos hasta que Hisoka le sugirió que se diera una ducha para relajarse mientras él pedía comida.

—Bueno... En realidad me preguntaba si... —con la cara medio sonrojada y jugando con sus manos, el pelinegro habló desde la puerta del baño.
—Aww, ¿Aún te avergüenza pedirme que nos bañemos juntos? —el chico solo miró a otro lado con la cara aún más enrojecida— Iré  enseguida.

Una vez sólo en la habitación, abrió la puerta de entrada y vio el pasillo vacío con una sonrisa burlona.

~•~

Ya habían pasado unos días de aquel incidente y Gon le pidió a Killua que se reunieran nuevamente para aclarar las cosas (esta vez con Hisoka presente). Allí le confesó sus culpas y la relación que tenía con el mago, quien lo había buscado en Isla Ballena y tuvo que hacer de profesor para que a Gon se le permitiera salir de aquella isla otra vez.

Obviamente el pelinegro se ganó unos cuantos golpes de parte de su amigo por haberle ocultado cosas tan importantes como sus sentimientos o el hecho de que estaba saliendo con alguien.

Luego de decir todo lo que sentía que debía decirse, por petición de Alluka, se dirigieron a una feria que se anunciaba por toda la ciudad. Tanto la niña Zoldyck como el joven Freecss estaban increíblemente maravillados ante las atracciones del lugar, tanto que salían corriendo y dejando atrás al albino y al mago. En una de las ocasiones en que quedaron ellos dos solos Hisoka habló:

—La próxima vez deberías tocar la puerta para invitarte a pasar, no hacía falta que vieras a través de la puerta, quizás Gon te invite a ti también a la ducha~
—¡Hisoka, mira esto! —gritaba Gon a lo lejos.
—Ya voy, ya voy —contestó mientras dejaba atrás al joven Zoldyck avergonzado y asqueado.
—Asqueroso —fue lo único que dijo en voz baja.

~•~

Esto fue más unas palmaditas en la espalda para mi :']

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