Obliviate (Dramione)
Era un día despejado, donde el viento que remecía los árboles soltando algunas hojas avisaba que pronto visitarían las nubes y la lluvia. A pesar de que el sol resplandecía, era uno de esos días fríos.
El clima representaba lo que sentía Hermione en ese momento tras haber despertado de un sueño que la había dejado con la sensación de recordar extrañas situaciones, ya que no estaba segura de haberlos vivido. ¿Podrían ser esos unos recuerdos?
Mientras preparaba la comida en la casa que compartía con su novio y casi esposo, Ron Weasley, miraba por la ventana el panorama que ese día les ofrecía.
Soñó con el castillo que todos conocían, Hogwarts. Ella se encontraba en la biblioteca con sus dos amigos, Harry y Ron, leyendo información sobre plantas acuáticas en los libros. ¿Para qué? No lo sabía. Pensaba que sólo era parte de un sueño, no todo debía que tener lógica.
Recordaba que su mirada se había posado sobre un chico de gestos toscos y cejas pobladas que, aparentemente por su vestimenta, provenía de países fríos. Éste se hallaba enfrascado en algunos libros de otra sección. Se preguntaba quién sería mientras lo observaba detenidamente cuando una figura borrosa se cruzó en su campo de visión, seguido por un trío que tampoco logró identificar. Sin embargo, notó que iba vestido con una túnica negra, tenía rostro pálido y pelo rubio. Cruzaron sus miradas fugazmente de una forma que no pudo descifrar.
Estaba confundida, pues no sabía si todas esas personas eran producto del sueño o habían tenido tan poca importancia que no los recordaba bien.
Continuó cocinando. Ron pronto llegaría hambriento, pues ocupaba los días libres de trabajo para dormir hasta la hora del almuerzo y su humor dependía de si estaba listo a tiempo.
—Quizás Ron pueda ayudarme con esto —dijo hablándose a sí misma.
—¿Desde cuándo hablas sola? —preguntó una voz desde atrás. Hermione sonrió y giró para ver a Ron, su pelirrojo alto que le sonreía apoyado en el umbral de la puerta—. ¿En qué puedo ayudarte? —preguntó acercándose a ella, algo sorprendido porque hubiese pensado en recurrir a él.
—Es que... he tenido un sueño —dijo entornando los ojos, recordando—. ¿En Hogwarts quién se vestía como si fuera invierno? ¿Y quién tenía el pelo rubio, casi plateado?
Ron se quedó mirándola extrañado por las preguntas. Trató de recordar.
—¿No te referirás a Victor Krum? —inquirió mirándola con recelo.
Que soñara con su amigo a la distancia no era buena señal, ¿pero que no se acordara de él?
Hermione lo miró dudosa.
—¿El jugador de quidditch? No creo —descartó.
—¿"El jugador de quidditch"? ¿Bromeas, Hermione? —rió creyendo que era una broma de la chica—. ¡Te escribes con él hace siglos!
La castaña se tapó la boca con las manos, sorprendida.
—No puede ser. Yo no me carteo con un jugador de quidditch. No soy lo suficientemente importante... —replicó con seriedad.
—¿Hablas enserio? —el pelirrojo también adoptó una actitud seria. Hermione no era de bromas—. El rubio, o mejor dicho, canoso, debe ser Malfoy, ¿no?
¿Malfoy? No era un apellido que le resultara familiar. Había leído de un tal Lucius en el periódico El Profeta, donde lo mencionaban como uno de los retractados después de la guerra que derrotó a Lord Voldemort en...
—¡Hogwarts! ¿Hubo una guerra allí? —comenzó a caminar inquietamente por la cocina.
No hubo respuesta. Se detuvo para mirar a Ron, encontrándose con que la miraba atónito.
—¿Qué pasa? —preguntó hartándose.
—¿Que qué pasa? Pasa que tú estuviste allí y luchaste. Ayudamos a Harry a encontrar los horrocruxes —lo dijo como si fuera obvio.
—¡Ronald! —exclamó con tono de reproche, arrugando el entrecejo—. No me gustan las bromas. No digas tonterías —dicho esto volvió a cocinar visiblemente molesta.
No podía creer que la persona en la que más confiaba se estuviera burlando de ella, había contado con que podría ayudarla.
Ron, por su lado, se retiró asustado. Escribiría a Harry proponiéndole ir al Callejón Diagon para ver si sabía qué le pasaba a la chica; de todas formas, habían quedado de reunirse allí el día antes con Hermione para las preparaciones de la boda.
Después del extraño comportamiento de la chica, no se había vuelto a mencionar el tema, habían permanecido sin hablar demasiado hasta entonces.
El Callejón Diagon estaba abarrotado de magos y brujas que compraban en las tiendas. Se dirigieron a Florean Fortescue, su lugar favorito para consumir helados.
—Mira, ahí están Harry y Ginny —exclamó Ron alegremente, señalando a las dos personas que estaban sentadas conversando en una de las mesas en la terraza de la heladería.
Estos los saludaron con la mano y una sonrisa cuando los vieron acercarse. Una vez que se hubieron sentado, intercambiaron unas miradas cómplices que excluían a Hermione, y para ella no pasó desapercibido.
Luego de pedir sus helados, comenzaron a conversar sobre el artículo de El Profeta de los mortífagos retractados, no parecía ser un tema elegido al azar, pero Hermione intentó no dar mucho su opinión para que no reparan en lo que ella misma se daba cuenta; debería recordar a todas esas personas y situaciones de las que hablaban, pero por más que lo intentaba no podía. Sabía que algo andaba mal, sus recuerdos eran difusos o, incluso, no recordaba.
Los chicos parecían conocer bien a los Malfoy, pues estuvieron enemistados, pero ella permaneció demasiado interesada en su helado de vainilla como para opinar. A menudo, alguno le lanzaba miradas incitándole a que hablara, a lo que ella respondía superficialmente. Desde luego que los chicos se extrañaron, porque no solía hablar tan poco.
Por primera vez se alivió de que hubiera llegado el momento de separarse de sus amigos, así podría dedicarse a la boda para distraerse.
—Ve con Ginny, Hermione. Tengo que hablar con Harry —le pidió Ron mientras se incorporaban y pagaban la orden.
Ella asintió.
Ginny la tomó del brazo y avanzaron en silencio por el callejón dejando atrás a los chicos. Hermione había notado las miradas que le lanzaba la hermana pelirroja de Ron, pero no hizo caso.
—De seguro a Ron y a Harry les encanta esto —dijo Ginny acercándose a una de las vitrinas más concurridas y que, en ese momento, había quedado desocupada.
Hermione la siguió.
En el escaparate de la tienda Artículos de Calidad para Quidditch estrenaban una nueva escoba voladora de mango pulido y reluciente, ramitas perfectas y detalles de oro. Era la versión mejorada de la Saeta de Fuego.
—Y a ti también, ¿no? —replicó Hermione.
Ginny sonrió a modo de respuesta.
Cuando se disponían a salir del grupo de admiradores asombrados, Hermione chocó con un mago más alto y le dirigió una mirada para disculparse. Sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo.
Era un mago de su edad, idéntico al rubio con el que había soñado, debía ser Malfoy. En el rostro anguloso se asomaba una expresión entre despreciable y asombrada.
Sus miradas hicieron contacto y recordó.
Estaba en un pasillo iluminado por antorchas, avanzaba rápidamente mientras sus pasos producían un eco que rebotaba en las paredes de piedra. Su expresión delataba sus pensamientos que no dejaban de atormentarla. Con sus manos aferraba contra sí un raído libro de hojas amarillentas que había solicitado en la biblioteca, así encontraba algo a lo que sostenerse y que le brindaba la seguridad que le hacía falta.
Su relación amorosa era diferente; había vivido los mejores momentos con su novio, aunque ocultos. Si Harry o Ron se enteraban de quién se trataba, no se lo perdonarían, aun así, sospechaban que algo le pasaba.
Un rubio platinado la detuvo agarrándola por el brazo. Dio la media vuelta para ver a un Draco Malfoy triste y consternado, sólo como alguien podía estarlo cuando se iba a enfrentar a una situación que no estaba en sus manos. Le infundía miedo, pues sabía lo que el chico de Slytherin pensaba hacer, lo sospechaba desde hacía tiempo por las actitudes frías que había adoptado después de ser cálido y alegre con ella a escondidas.
Ninguno de los dos se atrevía a hablar.
—Debo hacerlo —dijo con la voz quebrada, alzando la vista hacia la chica que no pudo reprimir un sollozo—. Ellos te harán daño si se enteran. Debo protegerte. Tendrás una mejor vida con Weasley.
—¡No! —exclamó Hermione negando con la cabeza.
Las lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Draco se abalanzó sobre ella resumiendo todo el amor, los buenos recuerdos, los llantos y las risas en un solo abrazo que la acobijaba con fuerza, mientras los dos lloraban en silencio. Cuando se soltaron sin ganas de querer hacerlo, Hermione se dio cuenta que él llevaba su varita mágica en una mano.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó temerosa, sabiendo perfectamente lo que haría.
Se limpió las lágrimas que inundaban sus ojos y emborronaban la figura de Draco, para poder verlo por última vez.
Draco la miraba llorando, resultándole difícil hablar en aquel momento.
—Tengo que hacerlo. Debo protegerte. Te amo.
—Yo también te amo.
La castaña lloraba entre suspiros, mientras el rubio platinado alzaba su varita con una mano temblorosa.
—Obliviate.
Hermione miró sin poder decir una palabra al mago que tenía enfrente suyo, observándola extrañado en esa calle concurrida. Notó que una lágrima resbalaba por su cara y se apresuró a limpiarla con la manga de la túnica.
—¿Hermione, pasa algo? —preguntó Ginny, que se había devuelto hacia ella.
Miró a Draco y luego a Hermione.
—No, nada —contestó sobresaltada.
Se dirigió hacia la pelirroja que la esperaba impaciente. Dio otra mirada a Draco Malfoy, que seguía observándola, antes de alejarse por el Callejón Diagon.
Hermione no sabía lo que el mago pensaba en ese momento, entre temeroso y esperanzado de que ella hubiese recordado algo, lo único sincero que habían tenido juntos.
Todos esos años había tenido la esperanza de que el hechizo no hubiera surtido el efecto que pretendía, ya que se necesitaba calma para realizarlo y, en aquel momento, se sentía consternado. La mirada que cruzó con la castaña lo habían incitado a abrazarla, casi convencido de que lo había recordado, pero la facilidad con que lo había dejado atrás pronunciando un inexpresivo "nada", rompieron ese sueño en la desilusión.
Hola, lectores.
Tenía pensado publicar después este one-shot, pero quiero inscribirlo en un concurso de dramiones y era necesario publicarlo en Wattpad. Aunque no logro decidirme si inscribir este u otro, puede que también publique el otro para pedirles su opinión. ¡Deseenme suerte!
En Potterfics, donde lo tenía publicado, me pidieron mucho que lo hiciera un fanfic. ¿Qué opinan?
¿Qué les pareció este fanfic?
¿Les gusta shippear a esta pareja?
Espero que hayan disfrutado este dramione.
Créditos del gif a rock_family.
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