Draco seguía a Hermione furtivamente. Sospechó que andaba en algo raro al verla salir corriendo de Hogwarts, haciendo resonar sus pisadas en el vestíbulo. ¿Y si la maldita sabelotodo de Granger lo había descubierto? Él tenía una misión, debía hallar la manera de que los mortífagos entraran al castillo.

Se escondió detrás de un árbol en las lindes del Bosque Prohibido observándola llamar al inepto de Hagrid. Ni siquiera Fang, su perro faldero, estaba en la cabaña. ¿Corrió a contarle todo a su gigantesco amigo? No podía permitirlo.

La persiguió al sendero que se adentraba en el bosque. Granger pensaba ir a buscar sola a Hagrid, ¡qué tonta!

Había muchos mitos sobre lo que habitaba el bosque, incluso, arañas gigantes. Fuera lo que fuese que viviera allí, ella se estaba acercando a un terreno peligroso.

Estaban apostados un par de dementores que se rebelaron contra el Ministerio para unirse con el Señor Oscuro. ¿Y si dejaba que ellos se encargaran de la sangre sucia? No podía.

Caminaron varios minutos. Se hacía cada vez más frío y oscuro. Demasiado frío. Ella miró hacia atrás varias veces en búsqueda de algo. De él. Pero no lo descubrió.

Draco se detuvo a varios metros de distancia tratando de visualizar su expresión a través de la oscuridad, parecía decepcionada. Habían llegado hasta el final del sendero.

Escuchó un sonido vibrante. Granger sacó su varita pronunciando un hechizo, pero cayó al suelo, debilitada. Observaba aterrorizada a un dementor que descendía de las copas de los árboles.

¿Por qué sentía el impulso de salvarla? Detestaba ver las lágrimas que empapaban sus mejillas.

El dementor estaba a sólo unos palmos de Hermione, que estaba inmóvil en el suelo.

Mierda, Granger. Has el encantamiento.

Esperó desesperado hasta el último momento, cuando sólo unos pocos centímetros la separaban de la criatura que se llevaba una putrefacta mano hacia la capucha.

No.

Tenía que hacer algo.

Se armó de valor. Pensó en un recuerdo. Antes de la selección de las casas, le gustó una hermosa chica de piel que parecía porcelana, cabello castaño enmarañado, ojos brillantes, labios tiernos y nariz respingada.

No tenía tiempo. Apuntó con su varita al dementor.

—¡Expecto patronum! —exclamó.

Una hiena luminosa salió de la punta de su varita y arremetió contra el dementor, que voló despavorido hasta quedar fuera de vista.

Corrió hacia Hermione. Estaba sudorosa, pálida y respiraba con dificultad.

No.

—Hermione —musitó agachándose a su lado.

La zarandeó por los hombros, alterado. Demoró un momento en abrir los ojos. Parecía desconcertada. La observó con una felicidad que no lograba explicarse. El rostro de la niña que le llamó la atención por primera vez, estaba más madura y estilizada. Era más preciosa.

La besó. Decidido y dulce. Ella se tomó un tiempo para corresponderle. Entonces, sus labios bailaron la melodía que sólo ellos podían escuchar.

Se separó sonriente para contemplarla. Lo miraba inquieta.

La había besado por primera vez. ¡A Granger! Tenía claro una cosa: aquellos labios serían su nueva adicción.  

¡Hola, lectores! Este es un drabble, que es más corto que un one-shot. 

Espero que les guste el dramione, porque me quedan por publicar algunos.

¿Qué opinan del patronus de Draco? ¿De sus inesperados sentimientos?

Chocolates para todos.