Amor prohibido (Dramione)
Draco iba caminando por los fríos y solitarios pasillos de Hogwarts a eso del atardecer. No estaba acompañado por sus amigotes Crabbe y Goyle, ya que estos habían decidido quedarse comiendo en el Gran Comedor.
El chico de cabello rubio platinado y cara angulosa nunca se había sentido tan vulnerable. Tener sentimientos por alguien lo hacía sentirse débil y desanimado, aún más si se trataba de esa chica que lo había atraído.
Ella era hermosa, con un cabello abundante y castaño, al igual que sus ojos, facciones delicadas y piel clara. Cuando la miraba parecía que iluminaba todo el lugar donde se encontraba. Lo que más le había gustado de ella, era su inteligencia y tenacidad. Era todo lo que un chico pudiera pedir, pero había un problema... ella era una sangre sucia.
Draco se había criado en una familia de magos, los Malfoy, que daban mucha importancia a las relaciones con la gente mágica. Poseían una sangre pura a través de las generaciones, y siempre le decían a Draco que debía elegir a una chica inteligente y pura; su amada tenía todo lo que le pedían, excepto, la pureza de sangre. Jamás aceptarían a Hermione Granger, la hermosa e insoportable sabelotodo; de hecho, creía que sus padres la entregarían al Señor Oscuro si él la llevaba un día a la mansión. ¡Pero qué demonios estaba pensando! ¡Una sangre sucia como ella no merecía ocupar ni su tiempo, ni mucho menos sus pensamientos! ¡Jamás le iba a demostrar que le gustaba!
De pronto, chocó con alguien, sacándolo de sus peligrosos pensamientos. Cuando alzó la vista molesto y se fijó en quién era, le dedicó una mirada de profundo desprecio.
—Apártate, asquerosa sangre sucia.
Y apartó de un empujón a Hermione, que lo miró ofendida y dolida. A él también le dolía ver esa expresión, pero no habría vuelta atrás si no paraba sus sentimientos. No quería pensar en los problemas que tendría salir con alguien como ella.
Una vez que llegó a la sala común, en las mazmorras, se encontró a sus dos enormes amigos que le infundían fortaleza y fue a reunirse con ellos, ignorando a la linda Pansy Parkinson que se venía acercando desde el otro extremo a paso decidido.
—Hola, chicos. ¿Ya han terminado de devorarles la cena a los demás? —les preguntó con indiferencia.
Parecía que entender el sarcasmo era demasiado para los otros dos.
—¿Dónde estabas, Draco? Pensamos que te encontraríamos aquí —dijo Crabbe, mirándolo.
Goyle se rascaba la cabeza con aspecto de idiota.
—Por ahí...
—¡Draco! Te vi llegar recién. ¿Cómo estás?
Pansy se sentó a su lado sonriente, muy cerca.
—Bien —mintió el chico, sin inmutarse—. ¿Crabbe, supiste que Potter se quedará para navidad?
—No. ¿Piensas quedarte?
—No lo sé. Pero debe ser una lástima no tener dónde ir en las vacaciones además de una casa de muggles —rió Draco, al igual que sus amigos.
—¿Vas a quedarte, Draco? Yo creo que también —los interrumpió la chica en voz más alta y enderezándose para hacerse notar.
—¿Enserio? Bueno... no estoy muy seguro de que me quede —repuso con una mueca.
Desde el primer año en Hogwarts que Pansy se le acercaba con interés, pero él siempre tenía la misma actitud y evitaba quedarse demasiado tiempo con ella.
A decir verdad, los Parkinson también eran de descendencia de sangre pura... tal vez debería empezar a tratarla de distinta manera. Ella sí sería aceptada por su familia.
—¡Eh, Pansy! ¡Greengrass tiene algo importante que decirnos! —le gritó una de las chicas del grupo que estaba al otro extremo de la sala común. Todas rieron.
—Avísame si te quedas, Draco —se despidió Pansy, regalándole una enorme sonrisa, y se fue a reunir con su pandilla.
Draco le devolvió el gesto por primera vez.
***
Finalmente, decidió quedarse para navidad y, como era de esperar, Crabbe y Goyle también. Incluso, Pansy siguió su ejemplo al enterarse. Serían los únicos Slytherin.
Eran pocos los alumnos que estaban en la lista de McGonagall esa vez.
No desaprovecharía la oportunidad de molestar a su enemigo, pues Potter, Weasley y Granger también pasarían las festividades en el castillo.
—¿Qué piensan? —dijo Draco a sus amigos de repente.
Observaba a Pansy, que por enésima vez le había dado un leve empujón al pasar por su lado.
—¿De qué? —preguntó Goyle.
—¡De Pansy, por supuesto! —les exclamó en un susurro para que ella no lo oyera, sorprendido de lo idos que eran sus amigos.
—¿Pansy? —preguntó Crabbe incrédulo—. Bueno... ella es bonita.
—¡Ja! ¿No tienes nada mejor que decir, Crabbe? ¡Vamos, piensen en cómo es ella! —le espetó.
—Además de ser bonita, es... bueno... líder —se esforzó Goyle.
Draco no preguntó más, pues les exigía mucho.
Se fue a la habitación para acostarse a dormir seguido por sus compinches, pero no pudo conciliar el sueño hasta que se hizo de madrugada pensando en lo de siempre por más que combatiera por no hacerlo; no podía decidirse entre Pansy y esa sangre sucia que lo hacía desvelarse.
De pronto, se le ocurrió algo, sería lo mejor para terminar con eso de una vez. Así que se levantó mientras Crabbe y Goyle roncaban, y llevó un pergamino y una pluma a la lechucería.
Allá escribió: "Hoy a medianoche es navidad. Juntémonos en el aula vacía del séptimo piso a las ocho, dicen que tiene una panorámica perfecta hacía el exterior. Draco".
Luego de releerlo otra vez, lo ató al pie de una de las lechuzas del colegio y la soltó en la ventana.
Se pasó todo el día preparando la velada. No le costó encontrar la ropa adecuada; iría con una túnica de mago ocasional negra con una diseño juvenil. Fue a buscar bocadillos y jugo de calabaza durante la cena al Gran comedor y, llegada la hora, se dirigió a su destino escabulléndose de sus amigos.
Se sentó sobre un pupitre empolvado para observar por las inmensas ventanas el Bosque Prohibido, el humo saliendo de la chimenea de la cabaña del amigote de Potter, el lago negro y el cielo oscuro que estaba lleno de estrellas que parecían motitas blancas. Abrió las ventanas para sentir el aire fresco, era un lugar ideal.
Decoró los bordes de la ventana con esferas doradas, trazos de nieve y pinos en miniatura que destellaban chispitas de colores.
—Draco —dijo una voz desde el umbral de la puerta.
Él levantó la vista contemplando a una preciosa chica que vestía una túnica de bruja rosa con líneas doradas y rojas que formaban figuras. Se había ondulado el cabello y estaba recogido en una coleta.
—Pansy, pasa —la invitó, admirado.
Ella se sentó a su lado. Su perfume tenía un aroma muy fino.
—Está hermosa la vista... igual que tú. La decoración está estupenda —comentó ella con una enorme sonrisa, sin escrúpulos.
Intentó mostrarse seguro e imperturbable.
—Lo mismo digo —respondió con una media sonrisa.
Se quedaron en silencio por un momento, mientras que Pansy observaba cómo Draco le pasaba una copa con jugo de calabaza y le ofrecía bocadillos, que ella aceptó sin darse cuenta casi de lo que comía.
—¿Por qué te has decidido a invitarme? —quiso saber rompiendo el silencio.
Lo mismo se preguntó él, ¿por qué? ¡Ah, sí! Esa noche decidió invitarla para que pudieran empezar algo y, así, sus pensamientos se centraran en otra persona... Estaba dispuesto a intentarlo.
—Lo importante es que estamos aquí... juntos —le costó decir eso último.
Ella pareció satisfecha con la respuesta, sonrió una vez más y lo abrazó. Draco se quedó helado por un momento, pero luego atinó a pasarle un brazo por encima de los hombros.
—Este momento se hace especial... contigo —dijo ella.
Él sonrió imaginándose con Hermione ahí. ¡No! ¡Estaba con Pansy!
—Abre la boca.
Pansy le ofrecía un bocadillo mirándolo con sus brillantes ojos. Él estaba más incómodo de lo que esperaba con esa situación, pero decidió hacer lo que le pedía y mascó. Sabía delicioso.
—Ahora tú —dijo Draco.
Ella hizo lo mismo.
Ambos rieron, para luego abrazarse un poco más relajados mirando hacia el horizonte.
Su plan estaba funcionando.
De pronto, sonaron las campanas que anunciaban la medianoche y se miraron.
—Feliz navidad, Pansy —dijo Draco.
—Feliz navidad, Draco —le contestó.
Ella se le acercó y, sin darse cuenta de cómo, se estaban besando.
A Draco le pareció que el mundo desaparecía y sólo estaban ellos dos, resplandeciendo de... afecto. Se separó al admitir que no sentía amor, como el de ella, era afecto y dudaba que podría sentir algo más. Sin embargo, no parecía ser una compañía tan molesta como imaginaba.
Al darse cuenta de la expresión preocupada de Pansy, se apresuró a sonreírle. Debía seguir adelante con su plan.
—Vamos a la sala común —la invitó Draco, tomándole la mano.
Ella obedeció.
Hizo desaparecer todo con un hechizo para que no quedaran rastros de lo ocurrido allí, antes de irse tomados de la mano y en silencio, olvidando que podrían descubrirlos algún profesor.
Cuando iban llegando a las escaleras que bajaban a las mazmorras, se toparon con tres figuras exaltadas al verlos. Eran Potter, Weasley y Hermione. Sus miradas se cruzaron. Draco sintió el deseo de soltarse de Pansy y darle explicaciones a la chica que tenía enfrente mirándolo con incredulidad y desprecio, pero no lo hizo. En cambio, se marcharon hacia su destino sin decir una palabra.
¡Hola, queridos lectores!
Sé lo que me dirán: ¡El título dice "Dramione", pero no acabaron juntos!
Lo sé, ya me lo dijeron antes, ¿pero por qué hizo todo eso Draco? Por Hermione. ¿En quién estuvo pensando? En Hermione. Entonces, prefiero decir que es un dramione más realista, en vez de un Draco x Pansy, porque no fue algo honesto.
Se preguntarán, ¿por qué más realista? ¿por qué lo escribí? Bueno, porque por si no lo sabían, J. K. Rowling dijo que Draco se sintió atraído por Hermione en los primeros años que asistió a Hogwarts, pero que nunca lo admitió.
Así que este one-shot está fundamentado.
¿Qué opinan de ese dato freak?
Besotes a todos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro