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Sirius Black

Los Potter tenían una bonita casa de verano junto a un precioso lago. No había ni una sola casa a kilómetros por lo que era perfecta para un que un grupo de seres mágicos pudieran disfrutar sin temor alguno.

Y aquel verano, James Potter le había suplicado a sus padres que le permitieran quedarse en esa bonita casa junto a su amigos. Los mayores no estaban completamente seguros de que esa fuera una buena idea, pero James ya tenía diecisiete años y podía ser responsable. Al menos, eso querían creer. Le permitieron usar la casa junto al lago las últimas tres semanas del verano con la condición de que no la destrozara o hiciera algo inadecuado.

Entonces allí estaban James, Remus, Sirius, Peter, Lily y Sarah. Listos para disfrutar de su último verano antes de regresar a su último año del colegio.

Sólo habían pasado un par de días, la casa aún no se había incendiado y Lily y James se la pasaban demasiado juntos todo el día. Era un milagro que comieran separados.

Por su parte, Remus simplemente leía junto al lago, sentado a la sombra de un árbol y era también quien más ayudaba a mantener el orden cuando Sirius y James se descontrolaban. Peter no parecía tan interesado en estar en aquel lugar por lo que permanecía en el sillón de la casa durmiendo casi todo el día y fumando algunos cigarrillos por la noche. Claro que James le había pedido que fumara afuera, sólo por si acaso.

Por otro lado, Sirius disfrutaba de sobremanera estar sin playera todo el tiempo y andar de un lado a otro de esa manera. También disfrutaba de meterse a nadar al lago y permanecer allí un buen rato. Y Sarah disfrutaba de mirarlo por horas. Ella prefería la tranquilidad y por ello le hacía compañía a Remus, él leía y ella miraba a Sirius mientras nadaba.

-Mejor tómale una foto -escuchó la voz de Remus.

Lo miró rápidamente, el castaño tenía la vista pegada a su libro y ella se sonrojó.

-No sé de qué hablas.

Remus cerró el libro y lo dejó a un lado para mirar a su amiga.

-Sarah, eres mi mejor amiga y sé que has estado enamorada de Sirius desde tercer año -Sarah estaba por reprochar pero Remus la interrumpió- no intentes negarlo, incluso James lo sabe.

Suspiró cansada y pegó sus piernas a su pecho mientras recargaba su barbilla en sus rodillas.

-Pero él sólo me ve como una amiga. Incluso me habla de las chicas que le gusta y todo eso. Sé que no le gusto de esa manera.

-No es verdad.

Sarah miró a Remus confundida.

-¿Cómo lo sabes?

Lupin se acomodó en su lugar.

-Sirius podrá ser un idiota de primera y lo será el resto de su vida pero aprecia mucho tu amistad y te quiere demasiado como para arruinar lo que se ha formado entre ustedes. Seguramente te habla de otras chicas para saber si tú estás interesada en él. No me lo ha dicho, pero estoy seguro de que también le gustas.

-¿De verdad lo crees?

-De verdad lo creo. Y creo que podemos probarlo.

Sarah sonrió.

-Te escucho.

Sirius nadaba tranquilamente en el lago cuando James se acercó a él. Lily había salido para ir en busca de algunas bebidas para todos por lo que sólo quedaron ambos hombres. Black y Potter estaban en medio de una divertida pelea de agua cuando James se dio por vencido. Los dos reían y hablaban animadamente.

Entonces, Sirius buscó con la mirada a Sarah, simplemente para asegurarse de que estuviera cerca. Pero cuando la encontró, sintió un fuerte peso en su pecho. La chica estaba junto a Remus y eso no le importaba en lo absoluto, pero sí el hecho de que ambos reían y estaban muy cerca el uno del otro. Puso los ojos en blanco antes de comenzar a nadar hacia la orilla. James ya estaba flotando tranquilamente sobre el agua dejando que los rayos de sol golearan su piel por lo que no notó la ausencia de su mejor amigo.

Lily estaba saliendo de la casa cuando Sirius la vio y le dirigió una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Está todo bien? -preguntó la pelirroja.

-De maravilla -observó la bandeja llena de vasos- ve con James y yo le llevaré eso a los demás.

-¿Seguro?

-Por supuesto.

Lily le entrego la bandeja y tomó dos vasos.

-Bien, gracias Sirius.

El azabache le dirigió una agradable sonrisa mientras la miraba alejarse y enseguida se dirigió a donde estaban Remus y Sarah.

-Hola, chicos. Lily preparó unas bebidas, ¿quieren?

Remus y Sarah miraron a Sirius con sorpresa, hacía tan sólo un momento que lo vieron nadando en el lago. Seguía mojado hasta los huesos y su cabello goteaba. Sarah no pudo evitar pensar que se veía demasiado atractivo.

-Sí, gracias -fue Remus quien tomó uno de los vasos.

Los ojos de Sirius se dirigieron a Sarah.

-Sí, claro.

El azabache sonrió y tomó asiento en la tierra junto a Sarah, tomando su propio vaso y dejando la charola a un lado.

-¿Y de qué hablaban?

Remus y Sarah se miraron rápidamente sin saber qué decir.

-Nada importante -contestó la chica- ¿No regresarás a nadar?

-Tal vez más tarde. Ahora sólo quería pasar tiempo con mis dos mejores amigos.

Pasó un brazo por los hombros de Sarah y a ella ni siquiera le importó que Black estuviera todo mojado.

-De hecho Sarah y yo ya íbamos a entrar para preparar algo de comer -habló de pronto Remus y Sarah lo miró sin comprender pero la mirada que le dirigió el castaño fue suficiente.

-Oh, sí. Vamos a preparar pasta.

Los tres se adentraron a la casa y comenzaron a sacar los ingredientes y materiales necesarios. Sarah no podía dejar de mirar a Sirius que había decidido permanecer en pantalones cortos únicamente. Aunque amarró su largo cabello rizado en una pequeña coleta para que no le molestara en la cara. ¿Podía ser más atractivo?

—Estás bien, cariño? —Sirius la miró, notando que se había quedado pasmada y sosteniendo con mucha fuerza una cuchara de madera.

Sarah se sonrojó.

—¿Disculpa? —lo miró confundida.

Sirius dejó salir una suave risa.

—No importa —le dio una rápida caricia en la mejilla— ¿podrías darme la olla grande?

Sarah tardó en comprender las instrucciones pero finalmente caminó por la amplia cocina en busca de la olla.

—No tenía ni idea de que cocinabas —habló la chica mientras seguía buscando.

Escuchó nuevamente la risa de Sirius.

—Bueno, cuando abandonas tu hogar lo mejor es aprender esas cosas.

Sarah lo miró entonces, un poco apenada por haber dicho eso. Sabía la complicada situación de Black y no lo quería hacer sentir incómodo.

—¿Y qué más sabes cocinar? —trató de ablandar el ambiente.

La chica se acercó a llenar la olla de agua pero dio un salto cuando Sirius se colocó detrás de ella. Muy cerca.

—Bueno, me gusta hacer de todo —habló en voz baja muy cerca de su oído.

Sarah casi se derrite en ese momento. Para este punto, Remus ya se había ido para dejarlos a solas y ellos ni siquiera lo habían notado.

Las manos de Sirius se movieron con suavidad por la cintura de la chica y se inclinó un poco para cerrar la llave del agua haciendo que sus cuerpos se juntaran aún más.

La chica no pudo soportarlo más cuando dio media vuelta y estampó sus labios contra los de Sirius con increíble necesidad. Black aceptó gustoso el gesto llevando esta vez sus manos debajo de la blusa de la chica. Sarah no perdió el tiempo sintiendo cada centímetro de piel expuesta de Sirius.

—¡Por Merlín, en la cocina no! —escucharon la voz de James que llevaba un par de vasos vavíos en la mano.

Sarah se sintió avergonzada y se separó de Sirius pero él parecía estar muy cariñoso que gruñó ante la falta de afecto. Apretó a la chica contra su cuerpo, ignorando la presencia de su mejor amigo.

—Largo de aquí, James —habló Sirius molesto y mirándolo por primera vez— aquí estamos ocupados.

—No me importa lo que hagan —dejó los vasos en la isla de la cocina— Sólo no lo hagan en la cocina, eso es asqueroso. Hay muchas habitaciones arriba.

Pero Sirius ni siquiera lo estaba escuchando cuando comenzó a besar el cuello de la chica.

—Lo siento, James —logró hablar Sarah, tratando de empujar un poco a Sirius para no perder la cabeza.

Potter sonrió divertido y negó.

—Se estaban tardando —se alejó— Me alegro que por fin estén juntos.

En cuanto James desapareció Sarah miró a Sirius quien sólo tenía ojos de cachorro.

—Debemos preparar la cena, luego vermos qué pasa.

Sirius se mordió el labio pero finalmente asintió y besó con fuerza a la chica antes de dar un par de pasos atrás y respirar profundamente.

—De acuerdo. ¿Puedes sacar la pasta?

Sarah asintió y se movió por la cocina. Definitivamente eran las mejores vacaciones de verano de toda su vida.

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