Harry & Draco
Advertencias: relación poliamorosa
Al principio resultaba un poco extraño tener dos novios a la vez, pero no como si estuvieras saliendo con cada uno a escondidas, más bien, donde los tres estaban de acuerdo en mantener una relación. Sobre todo, porque había dos dentro de la relación que en su momento se llegaron a odiar a muerte.
Luego de la segunda guerra mágica, Ariadne hizo su propia vida, convirtiéndose en periodista y mudándose a un pequeño departamento en Londres. En un edificio de magos y brujas, por supuesto, para sentirse más cómoda y poder usar libremente su magia.
No tardó en descubrir que en ese mismo edificio también vivía el famoso Harry Potter. Había estudiado junto a él pero en realidad nunca fueron amigos cercanos o algo parecido. Apenas y habían intercambiado un par de palabras pero no mucho más.
Sin embargo, cuando Harry fue a tocar a la puerta que quedaba frente a su departamento para pedir un poco de azúcar, se dio cuenta que su vecina era muy hermosa y desde entonces comenzó a buscar tontas excusas para acercarse o encontrarse con ella. No tardaron en volverse amigos y quedarse a hablar en el pasillo largos minutos cuando se encontraban.
Cuando se formó un poco más de confianza entre los dos, Ariadne invitaba a Harry a comer a su casa y Harry iba sin el mayor problema pues le comenzaba a gustar pasar tiempo con ella. Fue en una de esas visitas y luego de algunos tragos que Potter le confesó a la chica que su relación con la menor de los Weasley no funcionó como ellos esperaban y decidieron terminar para seguir adelante con sus sueños.
Harry era jefe del departamento de aurores y Ginny era una jugadora profesional de quidditch. Ambos habían tomado muy bien la ruptura y siguieron como amigos.
Fue esa misma noche cuando Ariadne se atrevió a besar al hombre en algún tipo de arranque de valentía. Harry aceptó el beso que poco a poco los llevó hasta el dormitorio.
Mantuvieron una relación por un par de años, ambos se querían y disfrutaban estar juntos.
Cuando Ariadne conoció a Draco fue en un evento bastante elegante, Ariadne tenía que hacer el reportaje sobre la inauguración del nuevo museo de magia antigua y era un evento algo privado por la apertura. Aunque, en realidad, la antigua Mansión Malfoy era la que se había transformado en museo.
Luego de que Lucius y Narcissa decidieran mudarse al continente americano para crear su vida desde cero, Draco no se opuso a que su antiguo hogar se volviera un lugar turístico. Estaba lleno de malos recuerdos para él y además ya había construido su propia mansión alejado de todo y todos.
Ariadne estaba tomando algunas fotos cuando Draco la miró desde lejos mientras bebía una copa. El resto de la noche no pudo apartar la mirada de aquella chica y por más que deseaba acercarse y hablarle, parecía estar muy solicitado pues no paraban de preguntarle sobre algunas de las reliquias de la casa.
El evento casi concluía, los invitados se estaban marchando y Ariadne tomaba algunas fotos ahora que había menos gente. Había una gran historia en esa casa.
Se detuvo frente a un enorme cuadro pintado al óleo, un hombre rubio con cara de amargado, una mujer que parecía tener asco y un chico parecido al mayor con cara de pocos amigos. La familia Malfoy. Admiró la pintura por un largo momento.
—Mañana la van a quitar —escuchó una voz que la hizo sobresaltarse. Miró detrás de ella, encontrándose con un hombre platinado que de inmediato reconoció como Draco.
—S-señor Malfoy —habló apenada— Disculpe, sólo miraba.
Él sonrió apenas un poco, metiendo ambas manos en los bolsillos de su pantalón. Aquel traje que vestía, lucía increíblemente caro.
—No te disculpes, aún está abierto al público este lugar.
Ariadne sonrió apenada.
—Es una hermosa casa, por cierto.
Malfoy miró distraídamente la estructura, suspirando un poco antes de volver a ver a la chica.
—Sí, pero no tengo muchos recuerdos gratos de este lugar. Y en lugar de dejar abandonado este lugar, pensé que convertirlo en museo sería un poco más divertido.
Ariadne asintió. No estaba muy segura de qué decir.
—Eres Ariadne, ¿no?
—Uhm, sí. Vengo del periódico El profeta —le mostró rápidamente su identificación.
—De hecho te reconocí porque fuimos juntos al colegio.
Ella se sonrojó un poco y evitó sonreír.
—No creí ser una persona que pudiera resaltar tanto como para que alguien me recordara.
—Ven, te daré un recorrido. Si quieres.
—Oh, eso... eso realmente sería fantástico.
Draco extendió su mano para mostrarle el camino y luego de que Ariadne comenzará a caminar, él la siguió de cerca.
Ya era algo tarde, pero Malfoy le mostró aquella mansión a profundidad y le contaba sobre algunas cosas referentes a lo que había ocurrido. Ariadne estaba realmente fascinada y escuchaba con mucha atención al platinado.
Las cosas fluyeron lentamente. Draco y Ariadne mantenían contacto por correspondencia. Harry sabía de esto, su novia se lo había contado y realmente no le molestaba en lo más mínimo. Su rivalidad con Malfoy había terminado mucho tiempo atrás y aunque no se volvieron precisamente amigos, ya no había ese odio y constante pelea entre ambos.
Fue tiempo después cuando Ariadne descubrió que se había enamorado de Draco Malfoy, sin embargo, también amaba con todo su ser a Harry y eso la confundía bastante.
Ella mantenía una relación formal con Harry y de ninguna manera se atrevería a engañarlo. Pero Malfoy también se había enamorado de esa chica y sabía que era novia de Harry, por lo que realmente nunca intentó nada directamente con ella.
Draco invitó a la pareja a una comida en su casa. Ariadne insistió a Harry para que fueran y pese a la gran cantidad de trabajo que tenía el azabache, se hizo un poco se tiempo para complacer a su novia.
Draco vivía solo en una gran mansión de campo, no era tan grande como su antiguo hogar pero seguía siendo un lugar maravillosamente enorme. Un poco menos oscuro pero sin dejar de lucir elegante y sofisticado.
En esa visita pasaron dos cosas muy importantes.
La primera. Ariadne le confesó a ambos hombres, luego de tomar el postre, que estaba enamorada de los dos. Hubo un profundo silencio por algunos segundos pues ninguno de los dos sabía qué decir exactamente.
La segunda. Harry propuso que intentaran mantener una relación entre los tres. Ariadne y Draco miraron a Harry con sorpresa pues nunca hubieran podido imaginar que él estuviera de acuerdo en algo como eso. Pero así lo hicieron.
Harry y Ariadne se mudaron a la casa de Draco pues era donde había más espacio para que los tres vivieran cómodamente. Harry y Draco dormían en habitaciones separadas y Ariadne podía pasar la noche con quien quisiera o en dado caso, dormir en su propia habitación.
Fue muy extraño al principio pero poco a poco encontraron la manera de que todo fuera más normal. Harry y Ariadne trabajan casi todo el día. Draco permanecía en casa, principalmente estudiando los artefactos que antes fueron de su padre o simplemente pasando el tiempo en cualquier cosa.
Fue una gran sorpresa para los amigos de los dos hombres cuando se enteraron del tipo de relación que mantenían pero en realidad nunca los juzgaron y se alegraban de que fueran felices.
Pese a que era una relación de tres, Draco y Harry estaban en una constante competencia por ver quién consentía más a su novia. Ambos se comportaban como niños pero la chica sie pre les recordaba que los amaba a ambos por igual y no había necesidad de hacer tontas competencias.
Claro que ellos nunca dejarían sus tontas (pero divertidas) competencias. Los dos hombres ya no se odiaban y vivir en la misma casa los había unido bastante.
Ariadne los amaba a ambos y haría lo que fuera por los dos. Ellos amaban a Ariadne con todo su ser y estaban dispuestos a lo que fuera por ella. Eso era suficiente para los tres y no les importaba lo que los demás pensaran.
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