Fred Weasley
La batatalla contra voldemort había llegado a su fin gracias a Harry Potter. Desafortunadamente, Fred Weasley había resultado gravemente herido y Melba estaba destrozada.
La señora Weasley, George y Melba fueron los que llevaron a Fred a San Mungo.
Para su alivio, en una o dos semanas estaría como nuevo.
Melba y George se encontraban en la sala de espera del hospital. Ninguno decía nada, pero no era para nada incómodo, después de todo estaban en un hospital.
-George- dijo Melba mirando las manos sobre su regazo.
-¿Estás bien?- preguntó George.
-Mas o menos- dijo ella con el pulso acelerado- la cosa es... hace poco me hice unos estudios, no me sentía bien y...
George miró a Melba preocupado.
-¿Qué sucede?
-Familiares de Fred Weasley- dijo una de las sandoras.
Melba y George se pusieron de pie al instante.
-Aquí estamos- dijo rápidamente George.
La mujer sonrió un poco y detrás de él salió Fred, se miraba un poco agotado, pero bastante feliz.
Melba corrió a abrazarlo y besarlo.
Fred no se opuso a aquello.
-Sólo necesita descansar y comer bien- dijo la sanadora dando media vuelta.
-Gracias- dijo Fred antes de que la mujer se marchara.
Melba tomó a Fred de las mejillas y unió sus frentes.
-No sé lo que hubiera hecho si algo te pasaba.
-Tranquila, ya estoy aquí.
George se acercó y Melba soltó a su novio para que los hermanos tuvieran su momento.
-Todos pensamos que saldrías hasta mañana, así que será una buena sorpresa.
-No puedo hacer una aparición- dijo Fred.
-Entonces serán polvos Flu- dijo Melba con una gran sonrisa.
George la miró preocupado, ¿qué era lo que le quería decir?
Por medio de los polvos, llegaron a la madriguera donde llevaron una enorme felicidad. La familia Weasley estaba completa y en su máximo esplendor.
Todos recibieron a Fred con mucho afecto.
En la casa también se encontraban Harry y Hermione, quienes no dudaron en darle la bienvenida a su amigo.
Más tarde, después de la cena Melba y Fred se encontraban en el jardín, sentados mirando a la nada.
-Fred... hay algo que tienes que saber- dijo Melba, nuevamente con el pulso acelerado.
-¿Qué sucede, Mel?- Fred estaba preocupado por su chica.
-Cuando estábamos en San Mungo no me sentía muy bien y me hice algunos estudios...
-¿Qué sucede?- preguntó Fred más que preocupado.
Melba suspiró, miró a Fred y se preparó para decirlo.
-Estoy embarazada- dijo en voz alta.
Melba bajó la mirada.
Por su parte, claro que Fred estaba en completo shock. Tomó la barbilla de su novia y la levantó.
Fred sonrió de lado y de su bolsillo sacó una pequeña caja.
-Quería esperar hasta mañana, pero creo que el momento lo amerita- abrió la caja dejando ver un sencillo pero precioso anillo- ¿Mel, te casarías conmigo?
Melba comenzó a llorar. Tenía un mundo de emociones en su interior.
-Claro que acepto.
Y se lanzó a los brazos de su ahora prometido.
-Ahora, debo gritarle a toda la familia que seré papá- dijo Fred con mucha emoción.
Melba sonrió con nostalgia, ¿qué hubiera pasado si Fred hubiera muerto en la batalla? Afortunadamente, no fue así.
Fred entró corriendo a la casa donde anunció a toda la familia la buena noticia. Y por su reacción, parece que fue la mejor noticia que pudieron haber recibido en la vida.
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