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Draco Malfoy

Un poco de vaho salió de mis labios. El bosque era frío y yo sólo podía refugiarme en mis brazos. Estábamos en pleno invierno.

Tenía mi costado herido y no podía hacer una aparición sin terminar medio muerta, además de que no tenía a donde ir. Nos buscaban y ya nos tenían.

Una banda de carroñeros nos había atrapado y comenzaron a preguntar nuestros nombres.

-Elenice Hale- dije el nombre de una chica muggle que había escuchado hacía poco.

Harry, Ron y Hermione también mintieron respecto a sus nombres. Era claro que no estábamos en la lista, pero ahora nos llevaban a un lugar.

No sé qué tanto pueda soportar con la herida de mi costado.

Llegamos a una mansión que no me parecía muy familiar, sin embargo, al entrar supe de inmediato de quien era aquella casa. Si es que a ese lugar se le puede llamar casa, todo se veía horrible.

Estábamos frente a los Malfoy y frente a Bellatrix. Le pidieron a Draco que identificara a Harry, pues su cara estaba hinchada por completo gracias a Hermione.

Sabía que Draco había reconocido a Harry, realmente lo sabía pero él lo dudaba por alguna razón. Tal vez en el fondo no sea tan mal chico, sólo tal vez.

Draco me miró por un momento y lo último que recuerdo son sus intensos y desolados ojos grises, caí al suelo y todo se volvió negro.

Estaba teniendo un maravilloso sueño, en el que estaba con mis padres y mi pequeña hermana, no estábamos a mitad de un guerra y todos éramos felices. Para mi desgracia, era sólo un sueño y nada más.

Cuando recuperé la conciencia lo primero que escuché fueron gotas de lluvia golpeando sobre el cristal, me sentía cálida y muy cómoda.

Abrí los ojos con calma y examine mi alrededor. Frente a la cama donde estaba acostada se encontraba una enorme ventana y junto a esta estaba Draco mirando algo que yo no veía.

Me incorporé y tuve una mejor vista. 

Dejó de mirar a través de la ventana y dirigió su vista a mi. No hizo ningún gesto y se acercó, se sentó en una silla que estaba junto a la cama.

-Que bueno que despiertas- dijo con un tono sereno.

-¿Qué ocurrió?- no sabía cómo sentirme en ese momento.

Soltó un gran suspiro y se acomodó en la silla.

-Es un poco complicado- lo miré, esperando a que continuara hablando- te desmayaste y mi madre te atendió, tus amigos escaparon mientras dormías  y supongo que eso es lo más relevante. Persuadí a mi tía Bella y le dije que tu eras mi amiga, no te hará nada y le prometí a tus amigos que cuidaría de ti.

Estoy segura de que me iba a dar un ataque de pánico. Comencé a hiper-ventilar y mis manos comenzaron a temblar.

Comencé a contar para relajarme.

Draco me tomo de las manos y esa acción me sorprendió bastante, lo miré confundida y unas lágrimas resbalaron en mi mejilla.

Logré calmarme y ahora sólo miraba a la nada, esperaba que mis amigos estuvieran bien.

Draco me soltó y cuando lo hizo sentí un vacío en mi interior, quería que me volviera a tomar de la mano.

-Traeré algo de comer, supongo que tendrás hambre después de estar dormida tres días.

-¿Tres días?- Draco asintió y salió de la habitación.

Me sentía muy cansada y sin ánimos, pero supongo que eso es normal cuando no comes. Ya no me dolía mi costado ni la mitad del cuerpo.

Quité las gruesas cobijas que me cubrían y me levanté de la cama, no me había dado cuenta de que era enorme.

Comencé a caminar por la habitación, examinando cada parte. Llegué a la ventana y miré a través de esta, no se veía nada, la lluvia opacaba cualquier cosa que pudiera estar afuera.

Seguí caminando, me acerqué al librero, el cual estaba impecable y lleno de libros. Había algunas fotos, las miré y sonreí sin querer.

Era Draco de pequeño con su madre. El platinado sonreía con inocencia.

-¿Intentas descubrir mis secretos?

Casi tiro la foto por el susto. Dejé el cuadro en su lugar y regresé a la cama.

-Lo lamento, sólo fue curiosidad- sonreí de lado- ¿Es esta tu habitación?

Draco dejó una charola de comida en el escritorio.

-Sí, es seguro aquí. Puse un hechizo silenciador y nadie puede entrar a menos que yo lo permita. Necesitaba mi espacio y al menos eso me concedieron.

-Entiendo.

Me sentía un poco apenada.

-Vamos, sé que quieres comer. Es todo para ti.

Me dirigí al escritorio y me senté frente a este. Devore toda la comida, no me había dado cuenta de cuan hambrienta estaba.

-Gracias, Draco.

-Esta bien- se aclaró la garganta- Deberías darte un baño, es esa puerta- señaló con la cabeza- encontraras todo lo que necesites.

-Sí, quisiera darme un baño.

No recuerdo cuando fue la última vez que lave mi cabello.

-Entonces te dejaré sola. Regreso más tarde.

Asentí. Draco tomó la charola y salió del cuarto.

Yo entré al baño, era bastante bonito y muy elegante, muy al estilo Draco.

Deje que se llenara la tina y me quite el blusón que traía puesto, supongo que es de la madre de Draco pues no creo que a él le quede.

Me metí a la tina y múltiples emociones me recorrieron, era increíble sentir el agua caliente sobre mi cuerpo.

Para mi desgracia, tuve que salir pues Draco regresaría en cualquier momento.

Fue entonces que me di cuenta de que no tenía ropa.

Puse una toalla alrededor de mi cuerpo y otra en mi cabello. Así regresé a la habitación y revise los cajones de ropa.

Espero que a Draco no le moleste que tome uno de sus boxers y una camisa.

Me vestí con eso y me senté en la cama para secar mi cabello.

Draco entró sin mucha prisa, supongo que había olvidado que estaba allí pues casi grita del susto que le dio al verme.

-Tomé algo de tu ropa, no tengo la mía y espero que no te moleste.

Draco me miraba fijamente y si su piel no fuera tan blanca no me hubiera dado cuenta del casi imperceptible sonrojo en su mejilla izquierda.

Fue entonces que mi cerebro hizo 'click'. Mi cabello aún estaba húmedo y había mojado la camisa haciendo que esta se transparentara y ya que no tenía otra cosa que ponerme, se veía todo.

Mi reacción fue cubrirme con mis brazos y sonrojame.

Draco giró su cabeza intentando mirar a otro lado.

-Yo... lo lamento. Y no hay problema, puedes usar mi ropa.

No podía ni hablar por la pena que sentía.

Draco caminó hasta su armario y sacó un pantalón y una sudadera. Me la dio y me lo puse.

-Gracias.

Draco nunca me molestó en el colegio, era como si yo no existiera para él pese a que molestaba mucho a mis otros tres amigos. No me importaba y sólo lo detestaba por todo lo que le hacía a mis amigos, sin embargo, nunca llegué a sentir odio por él.

Ahora estábamos en la misma habitación y yo estaba usando su ropa.

-Mi madre te hizo un poco de chocolate caliente.

-¿Tu madre? ¿No tienen elfos?

-Sí, pero a veces prefiere distraer su mente.

Sonreí. Era justo lo que necesitaba en este momento.

Tomé la taza que me había tendido y me senté en la cama, Draco se sentó en la silla.

-Gracias, por todo.

Draco sonrió un poco y eso me pareció bastante raro, pues no era de sus típicas sonrisas de superioridad y burla, era más bien algo sincero.

-No es nada, al menos puedo hacer algo bien.

Di un sorbo a la bebida y mis papilas lo disfrutaron al máximo.

-Ven- le dije palpando la cama- después de todo es tu cama y yo debería estar en esa silla.

-Estoy bien aquí.

-Por favor, me harás sentir mal.

Lo miré con ojos tristes.

-Bien- dijo con una sonrisa y subió a la cama. Se sentó frente a mi.

-Quisiera preguntarte algo- dije mirando las arrugas de la cobija.

-No puedo decirte nada relacionado con el señor tenebroso- dijo.

-No es nada de eso- me apresuré. Realmente no había pensado en él desde que desperté y quería que siguiera igual.

No deseaba tornar el ambiente a algo incómodo.

-Entonces puedes preguntar lo que sea.

Su voz se relajó notablemente.

-¿Por qué nunca me molestaste en el colegio?

Lo miré y él me miraba, dudando de la respuesta.

-No quería que me odiaras- dijo- prefería imaginar que no existías y evitar que me odiaras.

-¿Por qué?

Sonrió, cono si hubiera recordado un chiste personal.

-Porque me gustabas.

Eso realmente no me lo esperaba.

-¿Cómo?- pregunté aún impactada ante tal confesión.

-No lo repetiré- suspiró- Yo quisiera preguntar algo.

-Supongo que es justo, adelante.

-¿Alguna vez me odiaste?

-No- respondí con sinceridad- Me molestaba tu comportamiento con mis amigos, pero nunca te odie.

Sonrió.

Miramos por la ventana, ya era de noche.

-Es mejor que durmamos.

-Sí, eso me encantaría.

Draco se levantó de la cama y puso las dos tazas en el escritorio. Apagó la luz.

Me acomodé en la cama y Draco se acostó en el suelo, donde estaba su cama improvisada.

-Puedes dormir aquí, si quieres. La cama es muy grande.

-No te quiero molestar.

-Estaré bien. Anda, ven a la cama.

Se levantó del suelo y se recostó junto a mi, aunque un poco alejado.

No tardé en caer en un profundo sueño.

Cuando desperté, estaba acostada boca abajo, sin nada que me cubriera de la cintura para arriba y una mano rodeaba mi cintura. Era Draco, quien seguía en un profundo sueño.

Recordé que en la noche me había dado calor y me había quitado las prensas superiores.

No quería despertar a Draco así que me quedé de esa manera.

Después de un par de minutos abrió los ojos, nos miramos el uno al otro y eso era suficiente.  

Con sus dedos recorrió mi espalda que estaba al descubierto. Su delicado toque me hacía estremecer.

Besó mi hombro y me miró.

-Cuando esta guerra termine, me gustaría que me dieras una oportunidad.

Lo miré con una sonrisa.

-Claro, cuando esta guerra termine tu y yo podremos estar juntos.

Esta vez Draco sonrió y unimos nuestros labios en tan anhelado beso.

Sólo espero que esta guerra acabe pronto y sea Harry quien triunfe.


Nota:  No habrá segunda parte de este, lo dejaré con final abierto pues ya es bastante largo y no les quiero aburrir más 🤠 los amo.

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