Rebranding [Gerard Piqué & Sergio Ramos]
Gerard había llegado del entrenamiento y se había dejado caer en la cama. Estaba cansado de entrenar y no jugar, de mostrar luces que para Xavi parecían ser sombras.
El mercado de fichajes del FC Barcelona había reforzado notoriamente la defensa, y a aquellas alturas, parecía ya no haber hueco para todos.
Dejó que el reconocimiento facial de su móvil desbloqueara la pantalla y tras hacer un barrido por varios chats de whatsapp que no le interesaban, entró a Instagram.
El primero de los círculos iluminados lo hizo temblar por un momento; Sergio Ramos nunca había dejado de tener ese efecto sobre él. Pulsó la imagen del andaluz y frunció el ceño por un momento al ver su pantalla rellenarse con el rostro del defensa.
"REBRANDING", rezaba la historia. Tras el texto, un vídeo que no tardó en llamar la atención del catalán. Pulsó sobre el reel y la aplicación lo redirigió directamente al perfil de Sergio. Bon Jovi acompañaba de fondo, con una peluquera trenzando el pelo del número cuatro. Gerard lo miró por un momento mientras se le secaba la boca; no era capaz de imaginarse a nadie tan atractivo como Sergio; con los ojos oscuros y la barba recortada, con la piel tatuada y llena de trazos, que un día había tenido la suerte de dibujar con sus dedos, de repasar con su lengua.
El defensa catalán sonreía casi sin querer, aunque su gesto cambió con velocidad a una mueca sorprendida en cuanto el vídeo cambió de plano.
La peluquera se encargaba de pasar una maquinilla por la cabeza del andaluz, que se reía nervioso mientras sentía cómo cada mechón de su pelo caía al suelo, mutilado.
Gerard vio el vídeo tantas veces que perdió la cuenta. Tantas, que ni siquiera lo pensó cuando abrió el chat del andaluz.
"Al final siempre me acabas haciendo caso" escribió y envió sin pensar, aunque notó los nervios instalándose en la parte baja de su estómago.
Llevaban demasiado tiempo sin hablar, París les había hecho mucho daño.
Pasaron cinco minutos en los que Gerard miró el móvil cada veinte segundos, todas las veces con el mismo resultado.
Sergio no había leído su mensaje, ni mucho menos le había contestado.
Estaba nervioso, activó el sonido del móvil que normalmente permanecía en silencio y lo dejó sobre la mesilla, obligándose a no cogerlo, para intentar fingir que aquello le importaba menos de lo que realmente lo hacía.
Había conseguido deshacer la cama de tantas vueltas cuando el teléfono vibró sobre la madera.
Gerard tragó saliva, nervioso, cogió el móvil y pulsó el botón de encendido.
@sergioramos te ha enviado un mensaje
El central catalán sintió cómo le temblaba el pulso. Dejó caer el móvil sobre la colcha, y leyó y releyó las seis palabras de la notificación de Instagram.
Quería abrirla, quería leer el mensaje.
Y sabía que no estaba preparado.
Respiró hondo, conociendo a Sergio era probable que hubiera respondido con tres emoticonos de risa, y todo se hubiera quedado ahí.
No iba a montar ese drama por tres emoticonos, tenía todo controlado, y demasiado ego para permitir que le afectara tanto.
Pulsó sobre la notificación y el chat de Sergio se abrió en la pantalla.
No eran tres emoticonos.
Gerard apartó la vista y se dejó caer sobre la cama, tratando de calmar su respiración.
Cuando volvió a incorporarse y sacó valor suficiente para mirar el móvil, el mensaje del andaluz seguía ahí, en el mismo sitio, con las mismas palabras.
"Ya te gustaría que te hiciera caso en todo, Geri".
El catalán sonrió al leerlo, con un cosquilleo empezando a bajarle por la espalda.
Pensó qué iba a responderle, porque eso era lo único que tenía claro; no iba a dejar la conversación ahí.
Se levantó y sacó un vaso y una botella de whiskey del mueble. El licor le ardió al bajarle por la garganta, y el cosquilleo que recorría su espalda se quedó entonces instalado en el final de su columna.
"¿Hay algo en lo que no me hayas hecho caso?" envió.
El visto del defensa andaluz tardó apenas unos segundos en aparecer bajo su mensaje.
Lo mismo que tardó Gerard en terminarse otra copa.
"No te hice caso cuando me pediste que no me fuera a París".
El catalán leyó el mensaje dubitativo.
"Tampoco te cortaste el pelo cuando te lo dije, y mírate ahora".
Gerard casi podía imaginarse la sonrisa de Sergio.
"¿Entonces? ¿Piensas que te haré caso también y volveré a España?".
"Estoy seguro" escribió y envió, pero una idea fugaz brilló en su cabeza y decidió añadir otro mensaje "¿Y si te pido que vengas a Barcelona? ¿También lo harás?" envío tras dar otro trago de su vaso, sintiendo ya un leve mareo, y un calorcito creciente en el pecho.
Esta vez, Sergio tardó más en responder, y la poca paciencia de Gerard empezó a borbotear en su interior.
"¿Quieres que vaya a Barcelona?".
"Sí" respondió demasiado rápido, y casi pudo oír la risa profunda del andaluz pese a los kilómetros que los separaban.
"¿Para qué?".
Gerard odiaba y adoraba a partes iguales que Sergio hiciera aquello; que le hablara con esa falsa inocencia del que no sabe de qué habla, cuando lo sabía perfectamente.
Respiró hondo, salió de Instagram y abrió la agenda de contactos.
No tardó en pulsar sobre el nombre de Sergio.
—¿Geri?— Ramos sonó entre divertido y sorprendido.
—No puedo besarte si estás en París— dijo —para eso tienes que venir a Barcelona—.
El defensa del cuatro no esperaba una respuesta tan directa, y necesitó tragar saliva para darse tiempo en pensar la respuesta.
—¿Has bebido, Geri?
—Sí.
Sergio suspiró; no estaba ganando nada de tiempo.
—Y tú también deberías tomarte una copa— siguió hablando el catalán.
—¿Una copa?
—O dos— sonrió —así te relajas un poco— dijo y guardó silencio un momento —¿te pongo nervioso, Sergio?— preguntó, mientras una sonrisa tiraba de las comisuras de sus labios.
El defensa andaluz tragó saliva, intentando controlar su respiración entrecortada.
—Me pones, a secas— acabó respondiendo, cediendo al fuerte impulso que crecía en su interior.
Gerard sonrió triunfante, con la satisfacción acariciándole desde dentro y un cosquilleo creciendo en su interior, cada vez más fuerte.
—Vente a Barcelona.
—Geri...
—No puedo besarte si estás en París, Sergio— repitió —no puedo desnudarte, no puedo... Joder— se quejó pasándose las manos por la cara —necesito tenerte cerca, Sergio, estoy harto de verte solo en Instagram, harto de que estés tan lejos—.
—Yo...— suspiró y se dio un momento para respirar —joder, Geri, joder... —.
—¿Qué, Sergio?
—Que claro que te voy a hacer caso.
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