[003]
Levantarse las mañanas de invierno era de lo peor. No importaba lo mucho que Anna disfrutara de su estación favorita, salir de la cama era toda una lucha.
Gimió y se estiró antes de que el despertador comenzara a sonar. Se sentía cansada como si recién llegara de una caza, el problema es que no habían salido en casi una semana. La tormenta de nieve que azotaba afuera los había mantenido a todos dentro del bunker.
Suspiró cuando tocó el otro lado de la cama y estaba frío. Eso significaba que Sam se había levantado hace tiempo. A veces esa era una de las razones por las cuales prefería dormir con Dean. El Winchester mayor no era tan madrugador y a ella le encantaba despertar con sus brazos alrededor y besos en el cuello.
Sam era más bien del tipo mañanero, se levantaba temprano y con la suficiente energía como para ir a correr o entrenar. Aunque últimamente gracias al frío prefería hacer ejercicio dentro de la casa. Anna nunca iba a entender cómo podía hacer esa rutina. Ella lo único que quería a la mañana era una taza de capuccino y alguna tostada.
Se levantó de la cama colocandose unas pantuflas y una bata alrededor de su cuerpo, se dirigió al baño para asearse antes del desayuno.
Cuando entró a la cocina, el olor a tocino frito que estaba cocinando Dean golpeó su nariz. Sintió náuseas subir por su cuerpo y sin decir una palabra, salió corriendo de nuevo hacia el baño. Apenas alcanzó a llegar al inodoro, cuando vació lo poco que había en su estómago. Estaba agitada y le dolía la cabeza por la fuerza de las arcadas.
Cuando ya no hubo nada que vaciar, se desplomó en el piso por unos segundos antes de tirar la cadena. Minutos después escuchó un golpe a la puerte proveniente del otro lado.
—Princesa, ¿te encuentras bien? —la voz de Sam mostraba preocupación, escuchó un murmullo seguido por otro golpe.
—Bebé, contesta —insistió Dean.
—Estoy bien —se obligó a pararse con ayuda de las paredes—. Enseguida salgo.
Se paró frente al espejo del baño, observando su cara por unos minutos. No había nada extraño en ella. Incluso su piel estaba mejor que nunca, se veía radiante aunque por dentro se sintiese horrible. Se lavó la cara y los dientes de nuevo, antes de arreglarse el pelo.
Cuando abrió la puerta ambos hermanos estaban parados frente a ella. Había una mueca de preocupación en sus caras. Dean fue el primero que se adelantó. Tomó su rostro entre sus manos, inspeccionando detenidamente. Buscando algún indicio de enfermedad.
—De, estoy bien.
Anna trató de protestar pero fue cortada cuando Dean apoyó su mano en su frente, comprobando si tenía fiebre. Cuando estuvo satisfecho se alejó de ella, dándole un poco de aire. Alzó las cejas, esperando alguna explicación. —¿Qué pasó?
—Creo que la cena de anoche —Anna llevó una de sus manos a su panza. Todavía podía sentir cómo su estómago se revolvía—. Algo me cayó mal. Y el olor a tocino, solo lo empeoró.
—Pero no te ves enferma —Sam frunció el ceño sorprendido—. Te ves... hermosa.
La pelirroja trató de darle la mejor sonrisa que tenía. —Gracias Sammy.
—Llamaré a Cas. Sam, llévala a la cama.
—Dean, no es necesario, estoy bien —Anna protestó.
El mayor de los Winchester apretó su mandíbula mirándola serio. —Llamaré a Cas, te haré un té y Sammy te llevará a la cama —antes de que ella pudiera protestar Dean comenzó a caminar hacia la cocina—. ¡No estoy discutiendo sobre esto Anna!
La pelirroja tiró su cabeza hacia atrás, mirando al techo y suspirando cansada. Odiaba que Dean se pusiera en modo mandón al menor signo de enfermedad. Y lo peor era que Sam seguía sus órdenes sin discutir siquiera. Tener un Winchester autoritario era cansador, dos era casi intolerable.
Cuando se enderezó se encontró con Sam delante de ella, había una sonrisa suave en sus labios. —No digas una palabra —Anna entrecerró los ojos y lo apuntó amenazante con su dedo.
Sam levantó las manos en señal de paz y dió un paso hacia atrás, dándole el espacio suficiente. Ella comenzó a caminar hacía su habitación enojada. Todavía estaba con su bata y sus pantuflas, para él era adorable verla vestida de esa forma y quejándose como un pitufo gruñon.
Sam ahogó su risa y la siguió. Asegurándose de que descansara. Conociéndola era capaz de encerrarse en algún lado con tal de llevarle la contra a Dean.
****
La pelirroja estaba acostada en la cama de Dean cuando sintió un golpe en la puerta. Había ido a esa habitación y no a la suya por una sola razón: la cama.
Dean no solo había comprado la cama más grande que encontró sino que también el colchón más cómodo. Era como estar durmiendo sobre algodón. Además sentir su aroma era relajante.
—Cas, pasa —la pelirroja se sentó mientras veía al ángel entrar a la habitación—. Oye.
Lo saludo y le dio la mejor sonrisa posible. —Anna, ¿cómo te sientes? —preguntó Cas.
Anna palmeó la cama, indicandole que tomara asiento al lado suyo. —Bien —afirmó— Dean solo está exagerando —rodó los ojos y soltó una sonrisa.
Cas asintió mirándola fijamente. —Hay algo distinto en ti.
La pelirroja inmediatamente se puso seria y frunció el ceño. No se esperaba que le dijera algo como eso. —¿Bueno o malo?
El ángel levantó dos de sus dedos. —¿Puedo? —cuando Anna asintió con la cabeza, los apoyó sobre su frente y cerró los ojos concentrándose.
Cuando se alejó de ella dejó caer su mirada sobre su regazo. —¿Cas? —la pelirroja lo llamó. Había un tono de preocupación en su voz. Él levantó la mirada con una mueca en toda su cara.
—Cas, ¿qué sucede? —insistió ella, ahora sí ya preocupada.
—Anna, creo que estás embarazada.
****
Su pierna no dejaba de rebotar. Era como si tuviera vida propia. Sus manos temblaban y su estómago se sentía como un nudo. Anna estaba sentada en el inodoro con la tapa baja, la prueba de embarazo descansaba sobre el borde de la bañera.
Las dos rayitas rojas eran totalmente visibles. Como si alguien las hubiera pintado de un color rojo sangre.
Esta era su peor pesadilla.
Había soñado con una vida llena de niños, siempre le habían gustado. Incluso había llegado a estudiar para ser maestra. Pero todo eso antes de que su vida se viera envuelta en lo que es ahora. Antes de comenzar a cazar monstruos. Antes de conocer demonios. Incluso antes de conocer a los Winchester.
Ese era otro problema. No sólo estaba embarazada sino que era de los Winchester. Personas que tenían a la caza por encima de cualquier cosa. Y si había algo que ella no quería es que su hijo o hija se criara en ese mundo.
¿Por qué iba a condenar a un inocente a sufrir sus desgracias?
Dejó caer su cabeza contra el azulejo mientras suspiraba. En menos de 24hs su vida se había vuelto un caos y todo por olvidar tomar una estúpida pastilla.
Era su culpa. Suya y de nadie más. Ahora debía enfrentar las consecuencias.
Se puso de pie, tomando la prueba de embarazo. La giró entre sus dedos, observando de nuevo el resultado. Tal vez era una alucinación suya. Pero no, ahí estaban esas rayitas que la condenaban.
Debía hablar con Sam y Dean en ese mismo momento. Aunque no quisiera debía hacerlo. Guardar un secreto como ese durante mucho tiempo no era bueno, había visto muchas películas y leído mucha ficción en internet como para saber que las cosas siempre terminaban mal.
Además su vida no era una maldita película. Aunque en ese momento lo hubiera deseado más que nunca.
*****
Cuando la pelirroja entró a la biblioteca, los hermanos estaban sentados frente a la mesa. Sam leía uno de los tantos libros antiguos que tenían en el búnker, mientras Dean estaba, al parecer, investigando en la computadora que ella misma le había regalado.
Estaban tan concentrado en sus tareas que ninguno de se percató de su presencia. La pelirroja se aclaró la garganta llamando la atención. Ambos levantaron la cabeza para mirarla con una sonrisa en sus labios.
—Tenemos que hablar —anunció.
Dean cerró la computadora portátil al mismo tiempo que Sam dejaba el libro que leía sobre la mesa, brindandole toda la atención que se merecía. De repente la pelirroja se sentía observada, cambiaba su peso de un pie a otro. Se podía notar a simple vista el nerviosismo. Un bebé no era algo que estaba buscando, ni ella ni los hermanos.
Dean había dejado bien en claro que una vida de "normal" no era de su estilo. El miedo la invadió. Ni siquiera sabía quién era el padre ¿y si ambos la dejaban? ¿la odiarían por ser un desastre? Miles de preguntas le surgieron y ni una sola respuesta.
Ya podía sentir como comenzaba a marearse y se le empezaba a cerrar el pecho. No era momento para tener un ataque de pánico. No cuando debía afrontar algo tan serio.
—Princesa, ¿que sucede? Deberías recosta...
—Estoy embarazada.
Dos palabras.
Eso fue lo único que necesito para que un silencio absoluto invadiera la habitación. Levantó la cabeza para verlos. Si la situación fuera otra se reiría de sus caras pero no había nada gracioso. No había nada que festejar ni de que reírse.
Dean fue el primero en romper el silencio. —¿Có... cómo pasó? —se aclaró la garganta cuando su hermano lo miró con una cara de desaprobación—. Quiero decir... se cómo pasó. Me refiero ¿cómo? Yo creí que te estabas cuidando.
—Yo... yo lo hice —las lágrimas de la pelirroja empezaron a brotar—. Soy una estupida. Es todo mi culpa y... entiendo si están enojados y quieren separarse. Fue mi culpa, me olvidé de la maldita pastilla un solo día y... lo siento.
Sam fue el primero en pararse y acercarse a ella para consolarla. La tomó entre sus brazos mientras la dejaba llorar contra su pecho. Su mano acarició su espalda una y otra vez. —Anna, tienes que calmarte ¿de acuerdo?
—Bebé... no estamos enojados. Creeme —Dean se acercó a ellos.
—No digas esa palabra.
Dean frunció el ceño. —¿Cual?
—La que empieza con B.
Sam ahogó su risa mientras seguía frotando su espalda. Se aclaró la garganta antes de volver a hablar. —Princesa, escucha. No te dejaríamos nunca y menos en esta situación.
Dean se sentó en una de las sillas y tomó su mano para que se sentara en su regazo. —Ven aquí, amor.
Anna lo hizo sin protestar. Se separó de Sam y se sentó con Dean, él la cubrió con sus brazos. Su hermano tomó una silla, sentándose frente a ellos. —No te voy a mentir, un bebé no estaba en nuestros planes —comenzó Dean—. Pero no nos molesta. No mientras sea contigo.
La pelirroja hizo una mueca antes de mirar a Sam para ver si Dean estaba diciendo la verdad. —No te dejaremos Princesa. Ni a ti, ni al bebé. Si tu decides tenerlo estaremos contigo.
—Y si decides que no es el momento o simplemente no quieres ser madre, también estaremos contigo. No te vamos a juzgar bebé.
—¿Esta bien si decido no tenerlo? —preguntó Anna.
Sam le dió una sonrisa reconfortante mientras tomaba su mano. —Por supuesto. Es tu cuerpo Anna. Tu decisión.
Se encogió de hombros mientras los miraba. —Nunca pensé en no tenerlo. Pero... yo... —hizo una pausa—. No sé quién es el padre.
Antes que pudiera comenzar a llorar de nuevo, ambos hermanos se rieron. —Eso no nos importa. Será un Winchester y eso es suficiente.
Las palabras de Sam la calmaron. Todos sus miedos parecían borrarse en un instante. Se sintió una idiota cuando dudo, una vez más, del amor que ambos sentían por ella. Se sobresaltó cuando la mano de Dean se posó en su estómago, acariciándolo con suavidad.
—Creo que llegó la hora, Sammy.
Su hermano frunció el ceño sin entender. Anna se puso rígida, tampoco comprendía a que se refería Dean. —¿Qué quieres decir? —preguntó Sam.
Dean se mordió el labio, mirando con seriedad a su hermano. —Llegó el momento de parar.
Tanto Sam como Anna se sorprendieron al escuchar sus palabras. Nunca pensaron que el día en que Dean Winchester dejará la caza llegaría.
—¿Quieres dejar de cazar? —Anna frunció el ceño mientras lo miraba incrédula.
—Se como es criarse en esta vida, papá nos crió de esa forma Sammy, y no se tú pero yo no quiero que nuestros hijos vivan de esa forma. Quiero por primera vez algo normal.
—Creí que habías intentado algo normal con Lisa —comentó Anna.
Dean negó con la cabeza. —Lisa no era como tú, bebé. Y tampoco estaba Sam en nuestra relación.
—¿Entonces crees que es buena idea detenerse? —volvió a preguntar Sam, todavía desconfiado.
—Oye, Lucifer está en su jaula de nuevo. Hablaremos con Crowley para que se mantenga centrado. El cielo está cerrado. Hemos buscados casos y todo lo que encontramos son hombres lobos y cambiaformas, nada que otros cazadores no puedan hacer.
—¿Quieres la casa con cerca blanca, Dean? —la pelirroja lo cuestionó.
—¡Maldición, si! —exclamó sonriente—. Quiero todo eso Anna. Te quiero allí conmigo, con Sammy y nuestros bebés. He terminado aquí.
Los ojos de Anna estaban llenos de lágrimas cuando lo beso. Dean la apretó contra su cuerpo, cuando se separó de ella, ambos observaron a Sam. —¿Estas dentro Sammy? —preguntó Dean.
Ella estaba segura que nunca vio una sonrisa tan sincera y brillante en la cara de Sam. —Siempre.
****
Muchxs fantasearon con ver a Anna embarazada, particularmente nunca tuve esa intención, pero tenía ganas de escribir algo así. ¿Se imaginan una vida doméstica entre Dean, Sam y Anna? ¿Hago segunda parte?
Este es solo el primer bebé Winchester. Me contaron que tendrán cuatro hijos. Y para los que quieren saber, acá abajo les presento a las "bendiciones" 😂
Isabella Winchester
Milo Winchester
Grace Winchester
Ava Winchester
Ahora solo tienen que adivinar quien es hijo de quien. Que empiece el juego 😈
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