En lo más profundo de mis sueños, en lo más profundo de mi corazón, hay alguien que siempre me está esperando. Sus ojos dorados y su expresión tranquila me hace esperar la noche con fervor.

   Cuando llego a casa todos los días, abrumado por la soledad y el desconsuelo, siempre está ahí para recibirme con su calidez.

   A veces lo encuentro en su habitación, concentrado en hacer las bellas artesanías que decoran por completo mi dormitorio. Pulseras, collares, adornos, todo es capaz de hacerlo, no por obligación, sino porque ama lo que hace.

   Otros días lo encuentro en mi propia habitacion, viendo la infinidad de cuadros que he hecho de él. Mentiría si dijera que no me causa ningún efecto el que lo haga, la verdad es que siento que moriré de vergüenza cuando veo sus ojos examinando a su otro "yo" en el lienzo.

   Y a veces simplemente lo encuentro sentado en el sofá, leyendo con calma algún libro. Nunca suele decirlo pero le encanta leer, ha devorado nuestra pequeña biblioteca y cuando le doy un libro nuevo no tarda ni tres días en terminarlo.

   Cuando llego herido, producto de los crueles humanos que sienten dicha al ver humedecer mis ojos, o producto de mi propia torpeza, la cual se manifiesta cuando los recuerdos dolorosos llegan, siempre está a mi lado. Cura mis heridas, con dedicación.

   Su intimidante estampa podría hacer creer a cualquiera que es rudo, pero cuando sana mis heridas físicas tiene la delicadeza que tendrías al tocar una nube. Aquellos finos tactos siempre me hacen sonreír pese al dolor.

   Él es tan diferente al mundo entero, sobre todo a los hombres que he conocido. No le gusta ir a fiestas, emborracharse y terminar la noche con la primer persona que encuentre.

   Es tan tranquilo y sereno, solo le gusta pasar tiempo en casa, en nuestra casa.

   Es muy cerrado en gustos musicales, no le gustan ese tipo de cosas, sin embargo cuando me escucha cantar a mitad de la fría noche, permanece en silencio y me observa, al final de mi tonada simplemente lleva su mano a mi blanco cabello y lo acaricia con suavidad.

   Me siento tan afortunado de tener a Mink-san conmigo, de verlo todos los días, de saber que está a mi lado pese a todo...

   Mis ojos se abren, rodeados de la humedad que es imposible controlar cada mañana. Lo primero que hago es mirar a mi alrededor, ver su bello rostro sereno y anhelar despertarle con un beso... Pero sé que no pasará.

   Mi mirada va hacia otro cuadro en mi habitación, y después a otro y otro; esas cuatro paredes están llenas con su imagen, así como mi corazón está vacío por su ausencia.

   Otro día comienza, otro día anhelando desde lo más profundo de mi corazón, justo donde él vive, que llegue la noche para poder verlo.

   Hace tantos años que sueño con él, tanto tiempo atado a las mentiras porque la realidad duele. Yo tuve muchos anhelos, tuve muchos amores, pero este es y siempre será el más bello.

   Me levanto de la cama, yendo directamente hacia el pequeño escritorio frente a la ventana. Observo el lienzo sin terminar y después a las bellas artesanías en la plana superficie.

   Mi pecho se eleva para liberar un suspiro lleno de melancolía.

"Nunca te he tocado, pero te siento.
Nunca me has hablado, pero te escucho.
Nunca me has abandonado, pero te extraño
No existes, pero te amo. "

   Llevó mi mano hasta ese rostro sereno en el lienzo, acaricio su mejilla cerrando mis ojos e imaginando que está aquí.

   —Cómo quisiera que fueras algo más que un sueño, fantaseado en mi interior.

   Abro mis ojos, sabiendo que él me ha escuchado aunque no me pueda responder.

   Me acerco hasta su rostro en el lienzo y poso mis labios en los suyos producto de la pintura que ya ha secado.

   Él vive en mi memoria, en mi corazón y en mis pinturas, siempre tendrá un hogar dentro de mí.

   —Si existes en algún lado, me casaría contigo...