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Los sueños húmedos de Audrey [Escena eliminada de Villains Protection Program]

  Audrey estaba en su habitación, sentada en su cama con las piernas abiertas y la mano izquierda metida en sus bragas pues aún estaba esperando a que Mal apareciera, tal vez le había mentido y no vendría; por lo tanto debía complacerse a sí misma, gimió y echó su cabeza hacia atrás mientras continuaba moviendo sus dedos en su sexo. 

— ¡Princesa! —Gritó de repente la chica de cabello morado, sin importarle a quien mierda despertaba, estando del otro lado de la puerta. — ¡Soy Mal! —Aclaró entonces.

—M-Mal... —Jadeó la rubia cuando escuchó su voz, tardó varios segundos en reaccionar hasta que finalmente pestañeó varias veces y comprendió que ella realmente estaba esperándola en el pasillo. — ¡Entra y ven a saciarme, bestia! —Ordenó elevando el tono de su voz, excitada. 

 La villana entró al cuarto y cerró la puerta con seguro para luego dirigir su mirada hacia la descendiente de Auroria, se mordió el labio inferior con fuerza al verla así. 

—Oh, por todas las ruecas endemoniadas, Audrey. —Murmuró la ojiverde, observándola atentamente, deleitándose con la chica que se masturbaba en la cama. —Estabas pensando en mí ¿verdad?—Dudó, aunque la respuesta era muy obvia. 

—Creí que no vendrías y... tenía que entretenerme con algo. —Se excusó la princesa de Auroria, sin dejar de tocarse. —Uhm, Mal, claro que sí... ¿Vas a venir a quitarme las bragas y a darte cuenta de lo caliente que estoy por ti o te vas a quedar ahí mirándome mientras me divierto sola? Mh, M-Mal, ven...y-ya. 

—Me excita que me supliquen, ¿sabes? —Exclamó la hija de Maléfica, quitándose la blusa, los jeans y sus zapatos; los lanzó bien lejos y caminó hacia la cama para subirse sobre la dueña de la habitación. —Dame esos dedos, rubia, quiero chupar a que saben ahora mismo. —Demandó, excitada. 

—Me encanta excitarte. —Comentó Audrey, viendo como se desvestía frente a ella hasta que se le subió encima y sacó las manos de sus bragas para acercarlos a la boca de Mal, quien tomó su muñeca con rudeza. —Quiero que me pruebes, ¿acaso no soy deliciosa? —Murmuró, la villana comenzó a chuparle los dedos, incitándola de manera muy provocativa. 

—Sabes muy bien... Más que bien... Son excitantes tus fluidos... —Concordó la chica de cabello morado, lamiendo lentamente sus dedos hasta que dejó de hacerlo y le sonrió con malicia pues adoraba tenerla solo para ella, la inspeccionó de arriba hacia abajo y viceversa con mucho deseo. —Ya me estoy muriendo por comerte entera, princesita. 

—Mh, sí así mueves tu lengua en mis dedos, ahora sí puedo imaginarme cómo me harás gritar de placer. —La provocó la princesa, ladeando la cabeza. — ¿Quieres desnudarme o prefieres que lo haga yo misma, bestia? —Cuestionó, viendo como ella relamía sus labios y sus ojos comenzaban a brillar por el deseo que Mal sentía. 

—Déjame hacerlo yo... —Susurró la chica de la Isla, besándola con pasión mientras le bajaba bruscamente las tiras del sostén rosado que llevaba. — ¡Vete al demonio, maldito sujetador de encaje! —Gritó, sosteniendo los encajes rojados para luego destrozarlos y lanzarlos bien lejos, admirando los pechos de la heredera al trono de Auroria. 

—Sí, como prefieras. —Accedió la rubia, dejándose desnudar de aquella manera tan brusca y nueva, no le importó que la villana rompiera su sujetador favorito pues tenerla queriendo hacerla suya era más importante para Audrey.

—Estás bien buena ¿sabes? —Habló la Princesa del Inframundo, mordiendo el pezón izquierdo de su archienemiga para luego lamerlo. 

—Sí, lo sé, pero la única que quiero que me lo repita eres tú. —Murmuró Audrey, entre gemidos, pues le gustaba como ella la tocaba. —M-Mal, sigue, oh, sí... —Pidió, llevando las manos a su cabello morado para despeinarlo. 

—Que buena estás, por Lucifer... —Masculló la villana, lamiendo su pezón, mientras aferraba sus manos a las caderas de la rubia de manera brusca. —Quiero escuchar tus gemidos, Audrey... —Ordenó antes de morder su pezón y levantar la cabeza para mirarla a los ojos. 

—Mierda, sí, M-Mal, mh... —Gimió la dueña de la habitación, excitada por las acciones de la chica de la Isla. — ¡Ah, Mal! ¡S-sí, así me gusta! ¡Más! —Volvió a gemir, observando sus ojos verdes. 

—Voy a hacer que despiertes a medio castillo gritando mi nombre. —Le advirtió la chica de cabello morado antes de lamer desde su abdomen hasta llegar a la entrepierna de la rubia, a quien deseaba con locura. —Abre las piernas, princesa, quiero comerme todo lo que tienes ahí ahora  mismo. 

—Sí, me vas a comer como la bestia salvaje que eres, ¿no es así? —La interrogó la hija de Aurora entre gemidos, sin apartar la mirada de los ojos de la villana, la obedeció y la vio acercarse hacia sus bragas rosadas para olerlas. 

—Mh, este olor es fantástico, mierda; tengo que comerte ya, no puedo aguantar tanto olor a  excitación. —Gimió la hija de Maléfica, quien mordió con fuerza los encajes rosados de las bragas de Audrey, luego los tironeo con sus dientes fuertemente hasta que logró romper la prenda. —Oh si, esto es lo que quiero comerme entero. —Susurró, mirando atentamente la entrepierna de la princesa, usó sus manos para separar más las piernas de la rubia. 

— ¡Mal! —Audrey gimió alto cuando ella mordió los encajes de sus bragas hasta romper la prenda, le gustaba que la excitara de esa manera tan particular, sin embargo no se caracterizaba por ser una persona paciente. —Entonces deja de hablar y hazlo de una vez. 

—Por Lucifer... Necesito follarme esto de una buena vez. —Gruñó la Princesa del Inframundo y se apresuró a separar los labios vaginales de la rubia, observando su clítoris para entonces comenzar a lamerlo y morderlo de manera salvaje, logrando que la princesa gimiera más alto y tirara de sus cabellos de la villana con su mano izquierda mientras que con la otra apretaba las sábanas.  

— ¡Mh, sí, así Mal,  así! ¡Más, más, más! Oh, sí que... e-eres una bestia en la cama, Mal, ¡Mh! ¡Dame más, lo merezco! —Chilló la dueña de la habitación, más excitada que nunca, Mal no tardó en lamerla con más intensidad y separar todavía más sus piernas; pero luego se apartó de ella durante un momento. 

—Quiero verte mojar todo... —Le ordenó la villana para luego seguir lamiendo más rápido mientras se aferraba a las caderas de la rubia, volvió a separarse, lo cual hizo que la rubia soltara un bufido de frustración. —Quiero que te vengas... Córrete, Audrey, córrete de una vez por todas. —Exclamó, volviendo a lamer sin parar el clítoris de la princesa de Auroria para hacerla llegar al clímax.

—M-Mal, no pares, bestia. ¡M-Mal, sí, así, oh, más! ¡Me harás llegar!  —Gritó la rubia, estando tan excitada que ni siquiera se dio cuenta del momento exacto en el que sus piernas comenzaron a temblar, solo sintió que no podía contenerse más, aún así intentó aguantarse un poco más ya que adoraba tener a Mal entre sus piernas pero pronto su cuerpo la traicionó y llegó al más placentero de los orgasmos. — ¡Mal, oh, así se hace, Mal! —Alzó la voz.

 Mal se apartó de la princesa, quien parecía estar exhausta, y le quitó un mechón de su cabello para colocarlo detrás de su oreja. 

—Lo que nosotras tenemos es, y siempre será, solo sexo. —Aclaró la villana, vio como la descendiente de Aurora le daba la razón con un asentimiento de cabeza para luego cerrar los ojos, acomodándose mejor en la cama. Los ojos de la chica de la Isla dejaron de brillar y comenzó a recoger su ropa del suelo para comenzar a vestirse de manera veloz. —Que tengas muchos sueños húmedos conmigo, rubia, porque muy pronto... eso será lo único que te quedará. —Murmuró antes de abandonar la habitación.

  Audrey abrió los ojos de repente, había escuchado todo, y -sea lo que sea que Mal estuviera planeando- no dejaría que se saliera con la suya.   

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