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La llegada de Uma a Auradon

[Este one-shot lo escribí con un amigo, con el que nos llevamos realmente bien y por eso quiero dedicárselo a él]

   Los hijos de villanos, junto con la entrometida hija de Mulán y el chico Bestia, estaban escapando luego de una intensa lucha de espadas.

— ¡No! —Gritó la descendiente de Úrsula cuando su archienemiga derribó el puente que los separaba de ella y su pandilla. Ambas intercambiaron miradas de odio por unos minutos que fueron eternos.

 Mal sonreía con satisfacción, creyendo que con esa simple acción, había detenido a Camaroncito. Al oír como el rey de Auradon la llamaba, la primera se dio vuelta para acto seguido alejarse con rapidez, sin siquiera mirar atrás.

  Esto aún no se ha terminado, pensó Uma, mientras se volteaba a ver a su tripulación.

— ¡No, no! —Gritó la chica de cabello turquesa, furiosa. — ¡Salgan de mi camino, imbéciles! ¡Apártense o los haré caminar por la plancha y los arrojaré a los tiburones uno por uno! —Ordenó mientras empujaba a los piratas que habían combatido valientemente junto a ella, aunque eso no había sido suficiente para detener a los traidores.

 Ella corrió hacia la salida del puerto, lanzando maldiciones a todo el mundo, guardó su espada y se escabulló por uno de los atajos que la llevarían hacia el viejo garaje; en donde la chica sabía que los hijos de villanos habían dejado la limusina real en la que escaparían.

  La morena no tardó más de unos minutos en llegar a su destino, pero lo único que vio fue como el vehículo avanzaba a toda velocidad hacia el puente de la Isla de los Perdidos que separaba a Auradon.

— ¡Esto no es lo último que verán de mí! —Alzó la voz, aunque sabía que los traidores no la escucharían debido a que la limusina estaba alejándose cada vez más. Bajó la mirada, y entonces se percató de que aquel libro de cuero con un dragón dorado en su portada estaba en el suelo. —Esto va a ser divertido. —La chica sonrió con malicia antes de guardarse el objeto en el bolsillo de su chaqueta, tocó su collar antes de empezar a correr nuevamente, en dirección hacia el puente.

 Se posicionó a un lado del mismo y se concentró lo suficiente para que el regalo que la Bruja del Mar le había dado empezara a brillar, entonces nuevamente corrió hacia el mar abierto debajo del puente, cerró los ojos mientras descendía en picada hacia el mar.

  Se hundió en el agua mientras su collar seguía emitiendo aquel brillo, se transformó en pulpo inmediatamente y empezó a nadar.

 Este es el comienzo del fin para Auradon, pensó.

***

  Un rato más tarde, la chica finalmente había llegado al reino, su collar había dejado de brillar cuando se transformó nuevamente en humana.

 Estaba empapada de los pies a la cabeza, pero eso no le importó, porque acababa de lograr lo que otros habían intentado durante tanto tiempo –aunque ellos habían fracasado en el intento–, hoy finalmente todos conocerían su nombre.

  Acomodó su cabello mientras pensaba en todo lo que había dejado atrás con tal de lograr su objetivo: a su madre –a quien solo le importaba que su descendiente atendiera el restaurante–, a sus mejores amigos, a su tripulación.

 Todos los piratas estaban encerrados en la Isla, esperando el momento en el que tuvieran la oportunidad de salir y vengarse. Todos confiaban en ella.

  No los decepcionaré, pensó la chica de cabello turquesa.

 Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó el libro de Mal, lo abrió, dispuesta a buscar el hechizo que necesitaba. Al encontrarlo, lo memorizó para ahora guardar el objeto que le había robado a la ojiverde en su chaqueta.

  Es hora de empezar con el plan B, pensó Uma, en un par de horas Auradon caerá.

***

 Cuando Ben llegó al Castillo Bestia, estaba tan cansado y exhausto, que le pidió a Lumiere que no le pasara llamadas ni lo molestara con asuntos del reino hasta dentro de dos horas.

  Sí, estaba cansado. Tan cansando que ni en ese momento el reino le importaba. Simplemente se arrojó sobre su cama, aún vestido como villano. Suspiró profundamente mientras apoyaba su mejilla en la almohada de seda azul real bordada con un emblema de Auradon en hilo de oro. El calor de su cama lo hizo sentirse otra vez en casa. Él se sentía en casa, pero, ¿Mal se sentía de esa manera?

 Durante mucho tiempo creyó que Mal se sentía cómoda en Auradon. Con él.

  La habitación estaba en silencio, y más que nunca se sentía sólo. Preso en el lujo de su castillo. Atrapado en el traje y corona de rey. Llevando sobre sus hombros una carga pesada para un simple chico, un reino.

 Qué difícil era ser él. Elegir entre las dos cosas más importantes. Su reino, o el amor de su vida. Su corazón o su pueblo. Su chica de ojos verdes o las miles de personas que vivían en su gobierno.

  Ben se levantó de la cama, y comenzó a quitarse la chaqueta y los guantes. Tenía que deshacerse de esa apariencia de villano. No se sentía cómodo.

 Por primera vez, entendió lo que Mal había pasado por tanto tiempo. Es difícil fingir ser lo que no eres, sólo por una persona.

  Se miró en el enorme espejo de su habitación, y se quitó el gorro de lona de su cabello. Eliminó cada rastro de la Isla plasmado en él, y volvió a sus elegantes trajes casuales de rey.

 Buscando algo de aire fresco, salió a caminar por los jardines de su castillo. El aire era dulce, la luz de sol sutil, y la vegetación de un verde exuberante. Las rosas rojas parecían brillar en los matorrales.

  Cuanta belleza, y cuanta soledad. Mientras más miraba el hermoso paisaje, más sentía que su corazón se hundía en su pecho. Sin Mal a su lado, no había belleza que apreciar. No pudiendo soportar eso, simplemente tomó una decisión de buscar algo que le hiciera olvidarse de ese oscuro sentimiento.

 Sí, amar a alguien tenía un lado oscuro. El amor tiene un lado cruel, y hasta ahora Ben no se había dado cuenta.

  Con ese pensamiento en mente, tomó el auto deportivo real y condujo lo más rápido que pudo hasta el Puerto de Bella, pasó por la Villa que allí residía, y caminó hasta el puerto. Se sentó sobre el barandal de madera y observó el eterno horizonte. No muy lejos de él, el Yate Real estaba estacionado para dar inicio al Baile Real. Pero simplemente lo ignoró, decidió que su mirada fuera atrapada por el azul del mar, y los destellos de oro que surcaban el cielo.

 Sintió una corriente de aire frío que le erizó los pelos de la nuca. Si Mal estuviera aquí con él, estaría más cálido. El cielo fuera hermoso, la vista valdría la pena. Observar una melena morada y un par de ojos esmeraldas perdidos en el atardecer del océano sería la vista más bella del mundo. Valdría más que todo el oro del reino.

  Pero no estaba allí. Mal lo había dejado. Se había llevado su corazón a la Isla de los Perdidos, y ahora teniéndola de vuelta, estaba tan cerca y tan lejos a la vez.

 Sin el amor de Mal, se sentía como una...

—Pobre alma en desgracia —cuando Ben escuchó esa voz miró hacia su izquierda para encontrar a una chica sentada no muy lejos de él. Reconocía esa voz profunda y melodiosa en cualquier parte.

  Esa chica era nada más y nada menos que...

— ¡Uma! —exclamó sorprendido.

— ¡Dilo alto! —se burló con una risita entre dientes mientras miraba el horizonte.

 ¿Qué hacía Uma allí con él? Ejem, mejoremos la pregunta, ¿qué hacía Uma en Auradon?

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Ben se levantó rápidamente del suelo y miró fijamente a la hija de Úrsula—. ¿Cómo saliste de la Isla?

  Ella se levantó rápidamente del suelo, y caminó un poco más cerca de Ben. La sonrisa de Uma dibujaba empatía hacia Ben.

—Nadé hasta aquí cuando vi que la cúpula estaba abierta —respondió.

—No me respondiste la otra. ¿Qué estás haciendo aquí? —volvió a preguntar Ben con cautela. Ya había tratado con esta chica, y sabía que era capaz de cualquier cosa.

 Uma lo miró por un momento mientras comenzó a juguetear con el collar de oro de Úrsula, luego enfocó su mirada en la lejanía del paisaje, en la Isla de los Perdidos.

—Estoy aquí probando un poco la libertad. Siempre me pregunté qué habría fuera de esa cúpula, y ahora estoy aquí contemplando el esplendor de tu reino, rey —dijo Uma con una extraña pero amable voz.

—Pensé que Auradon era un lugar aburrido para ti —dijo Ben mientras miraba como la hija de la Bruja del Mar tenía la mirada fija en el horizonte. Sus largas trenzas turquesas se movían al compás del viento.

  Ben sintió un olor a camarón.

—Nunca dije que Auradon era aburrido. Simplemente que no soportaba estar botada en la Isla de los Perdidos —dijo ella.

—Te ofrecí dos oportunidades para estar aquí, y las rechazaste —dijo Ben.

—Supongo que era algo personal —respondió con franqueza Uma—. Me propuse la meta de salir bajo mis propios medios. Sin tu ayuda, y lo logré.

—Sea como sea, tienes que ser enviada otra vez a ese sitio —Ben sabía que cada minuto que Uma estaba allí, el reino corría peligro.

— ¡No pienso volver a la Isla de los Perdidos. Tengo todo el derecho de estar aquí en Auradon como Mal y su equipo! —exclamó Uma furiosa, se parecía mucho a su madre cuando se enojaba.

 Ben se alejó instintivamente.

  Uma se acerco más a él.

—Lo lamento. Estoy muy alterada por todo lo que ha pasado. Es difícil procesar todo esto para mí. Estoy sola y sin que nadie me comprenda —Ben se sorprendió al ver que esta hija de villana se abría ante él.

 Quizás Uma no era tan mala como se veía. Es sólo una chica furiosa con un mal genio, se recordó.

—No eres la única que está sola —dijo Ben después, suspirando, y apoyando sus codos en el barandal del puerto.

 Uma giró su cuello e inclinó su cabeza para estudiar a Ben.

— ¿Qué sucede, chico bestia? —preguntó—. ¿También tienes problemas, eh?

—Todos tenemos problemas —respondió aún mirando el horizonte.

  Uma colocó una mano sobre su hombro.

—Bueno, siempre hay un modo de resolver los problemas —le dijo con una sonrisa que Ben notó al girar su rostro en su dirección.

— ¿Tú crees? —Ben pensó en Mal otra vez. ¿Podría resolver este rompimiento con ella?

 Uma volvió a sonreír.

—Por supuesto. Si dejas que alguien te ayude, encuentras solución a tus problemas.

— ¿En serio?

— ¡Claro! —Exclamó Uma—. Dime qué te sucede y te puedo ayudar, sabes. Y tú harías lo mismo por mí. Ahora estoy jugando en tu territorio.

—Olvídalo —Ben le hizo una ademán para que lo olvidara—. No lo entenderías.

Pero Uma no se rendiría fácilmente, porque tocó la tecla exacta en él.

—Es sobre Mal, ¿cierto? —arqueó una ceja con una sonrisa débil.

— ¿Para qué mentirte?, si sabes que es así —él suspiró.

—Yo podría ayudarte con ese sufrimiento —ofreció Uma, posando una mano en su hombro.

  Ben se giró para mirarla fijamente.

—Oh, ¿y de verdad harías eso? —preguntó sorprendido.

 Uma sonrió ampliamente, y sus ojos brillaron.

—Pero que pequeño y dulce chico, ¡sí eso hago!, para eso ahora vivo. Para ayudar almas en infortunio, como la tuya —dijo alejándose un poco—. Sólo, triste, y sin tener con quién contar.

I admit that in the past I've been a nasty

They weren't kidding when they called me, well, a witch

But you'll find that nowadays

I've mended all my ways

Repented, seen the light, and made a switch

And I fortunately know a little magic

It's a talent that I always have possessed

And lately, please don't laugh

I use it on behalf

Of the miserable, the lonely, and depressed

Poor unfortunate souls

In pain, in need

This one longing to be thinner

That one wants to get the girl

And do I help them?

Yes, indeed

Poor unfortunate souls

So sad, so true

They come flocking to my cauldron

Crying, "Spells, Uma, please!"

And I help them

Yes I do

Now it's happened once or twice

Someone couldn't pay the price

And I'm afraid I had to rake 'em 'cross the coals

Yes I've had the odd complaint

But on the whole I've been a saint

To those poor unfortunate souls

Poor unfortunate souls

In pain, in need

This one longing to be thinner

That one wants to get the girl

And do I help them?

Yes, indeed

Poor unfortunate souls

So sad, so true

They come flocking to my cauldron

Crying, "Spells, Uma, please!"

And I help them?

Yes I do

The men up there don't like a lot of blabber

They think a girl who gossips is a bore

Yet on land it's much preferred for ladies not to say a word

And after all dear, what is idle babble for?They are not all that impressed with conversation

True gentlemen avoid it when they can

But they dote and swoon and fawn

On a lady who's withdrawn

It's she who holds her tongue who gets a man

(Come on you!) Poor unfortunate soul

Go ahead

Make your choice

I'm a very busy woman and I haven't got all day

It won't cost much

Just your voice!

You poor unfortunate soul

It's sad (so sad) but true

If you want to cross the bridge You've got the pay the toll

Take a gulp and take a breath

And go ahead and sign the scroll (come on you)

Poor unfortunate souls

In pain, in need

This one longing to be thinner

That one wants to get the girl

And do I help them?

Yes, indeed

(Come on you) Poor unfortunate souls

In pain, in need

They come flocking to my cauldron

Crying, "Spells, Ursula, please!"

And I help them?

Yes I do

 Uma soltó una fuerte carcajada, casi sonaba como una bruja malvada al hacerlo.

  Ben dudó un poco.

— ¿Cómo piensas , ayudarme a mí? —preguntó cauteloso.

—Esa una buena pregunta, querido. Verás, no se puede dar sin recibir nada a cambio —respondió.

— ¿Pero qué podrías querer tú de mí...?

Uma lo detuvo rápidamente.

—No es mucho lo que pido, es una insignificancia. No lo extrañarás. Lo que quiero es... —sonrió malvadamente—. Un beso tuyo.

— ¿Un beso? —preguntó sorprendido.

— ¡Qué comes que adivinas! —exclamó Uma apoyando su mentón en las palmas de su manos entrelazadas.

— ¿Por qué quieres un beso mío?

—No tiene que ser en la boca, sabes. Si te avergüenza besar a una pirata puedo entenderlo.

—Entonces, ¿sólo me acerco a ti y te doy un beso en la mejilla? —preguntó Ben. Igual, ¿qué más daba? Era sólo una chica que quería un inocente beso.

 O al menos eso creyó él.

  Se acercó a Uma, y la tomó de los hombros, ella posicionó su mejilla visiblemente a los labios de Ben. Tomó su caracola entre los dedos, y el collar dorado empezó a brillar.

 Ben plasmó sus labios en la mejilla de la morena. De repente, sintió una sensación de calidez en su cuerpo. Y un olor a camarón. Pero lo ignoro.

  Miró fijamente a los ojos a Uma. Después, sintió que un brillo se plasmaba en sus ojos. Que su sonrisa resultaba encantadora. Uma era tan bella, y tan incomprendida. Se encontraba tan sola, al igual que él.

 Debía ayudarla. Sentía la necesidad de estar con ella. A su lado. En todo lo que ella necesitara.

—Eres un chico muy bueno, Ben —Uma posó su mano en su mejilla.

—Gracias —Ben sonrió embelesado en la belleza de esta chica. ¿Cómo no se dio cuenta antes de lo hermosa y especial que era Uma? Ella lo entendía, lo apreciaba. No como Mal, quien nunca admitió su amor en público, le avergonzaba eso.

— ¡Qué hermoso yate! —exclamó Uma mirando a los lejos.

— ¿Verdad que sí? —Ben pensó lo mismo. Uma nunca había ido a un yate, probablemente lo único que habían pisado sus pies eran un barco sucio y dañado. Al pensar en todo lo que ella no pudo tener, tuvo que decir algo—. ¿Te gustaría ir, asistir al Baile Real? No tengo pareja —ya que Mal no era su novia. Él podía hacer lo que quisiera, y andar con quien quisiera.

  Uma se emocionó.

— ¡¿En serio?! Por supuesto que me encantaría ir. Creo que tenemos que explicarle a Mal que ahora estamos juntos —tomó sus dedos entrelazados con los de Ben—. Y que lo nuestro es eterno.

—Sí —Ben tomó su mano y se la besó. Sus ojos volvieron a brillar.

—Pero no puedo ir vestida así —apuntó a su traje de pirata color turquesa y morado.

—Déjame encargar a unos de mis sirvientes que te consigan vestidos apropiados. Todo para mi futura dama de la corte —Ben sonrió entre dientes.

—No te preocupes, Ben. Conseguiré algo de ropa. Sólo necesito un lugar para cambiarme —dijo Uma.

—Puedes quedarte mientras tanto en el Yate Real —dijo Ben.

—Sí, es verdad. Así puedo hacer mi introducción ante la corte como tu dama —Uma sonrió.

—Perfecto. Entonces iré a vestirme al castillo, y te acompañaré hasta un camarote del Yate —Ben posicionó su brazo para que Uma lo enganchara—. ¿Nos vamos, mi Lady?

 Ella enganchó su brazo.

—Oh Ben, eres tan dulce —y tan estúpido, pensó mientras sonreía malvadamente. Y se alejaron ambos chicos caminando al Yate.

  Ben no tenía idea de lo que tenía planeado Uma para el Baile Real.

 Que empiece la fiesta.

***

  Lady Mal hará su primera aparición en el Baile Real, leyó Uma mientras estaba sentada en el camarote del Yate Real. A su alrededor, la habitación estaba decorado con imágenes de conchas marinas, anclas que anunciaban «Amor Verdadero». Uma se rió maliciosamente.

 ¿Amor verdadero? ¡Ja! Ella estaba insultando a esa cosa estúpida. El hechizo que había arrojado sobre Ben había funcionado a la perfección. Ese niño bonito había caído fácilmente en el encanto de sus tentáculos.

  Lady Mal hará su primera aparición en el Baile Real, volvió a leer. Bueno, ya lo veremos, pensó Uma. Tomó un marcador azul celeste y tachó las palabras Lady Mal, y escribió Uma. Sí, ella haría su primera aparición en el Baile Real. Todo el mundo conocería quién era ella.

 Había dejado varios mensajes en el libro que esa traidora de Mal botó en la Isla. Con él, pudo hacer un hechizo para encontrar a Ben, y otro para enamorarlo.

  El peor error de Mal fue subestimarla.

 Uma se levantó de la cama y comenzó a bailar en círculos como una loca maniática. Tenía todo lo que Mal quería. Al chico que le gustaba. Tendría su título de Dama. Y pronto, el control de todo el reino.

  La noche comenzó a aparecer, Uma lo comprobó al mirar por la pequeña ventana del Yate.

 Sí, la oscuridad al reino pronto se acerca, pensó mientras miraba fijamente a la ventana. Fijó su mirada en la Isla de los Perdidos a la larga distancia. Descuiden, chicos. Pronto seremos libres.

  Miró el reloj en la pared. Era hora. Dentro de media hora tendría que hacer su entrada.

—Que bella me veré. Todo va de acuerdo al plan que yo siempre diseñé —Uma se quitó el sombrero, y guantes sin dedos. Se subió sobre la peinadora frente a ella. Tomó el largo espejo en su mano, y se miró a sí misma mientras reía malvadamente—. El rey será mío, y la varita tambiénnn —cantó.

 Se burló en su reflejo.

—Bueno, veamos que podemos encontrar en este libro para hacerme lucir como una princesa —dijo.

  Comenzó a ojear el libro. Había toda clase de hechizos. Hechizos de cabello, Uma dobló la página para usarlo luego. Hechizos para regresar el tiempo, para la buena suerte, y otros para la perdición. Necesito un hechizo que me sirva, Uma se estaba impacientando.

 Y allí estaba.

  El hechizo que estaba buscando.

 Explicaba que podía transformar a una chica de la Isla —una joven pobre y sencilla— en una princesa. O al menos, en un facsímil bastante parecido.

  Quizás ese fue el hechizo que Mal usó para fingir ser una princesa. Uma siempre supo que eso de la «princesa Mal» era una farsa. Puedes ponerle una tiara a una villana, pero siempre será una villana.

 Pronunció el hechizo fuertemente, y una neblina azul la comenzó a envolver. Cuando se dispersó, llevaba puesto un vestido azul celeste con detalles de conchas marinas en oro puro.

—Vaya —Uma giró sobre sí, para contemplarse en el espejo. No se reconocía. Parecía una princesa—. Bien, ahora usemos el de cabello —tomó el libro otra vez y leyó—. Reemplaza el antiguo cabello, por uno nuevo y bello —y su larga hilera de trenzas turquesas, blancas y oscuras se tornaron en un hermoso peinado.

—Sólo véanme —dijo Uma mirándose en el espejo—. Casi parezco una dama —se burló de sí misma—. Si Harry y Gil estuvieran aquí quedarían con las bocas abiertas.

  Oh, Harry y Gil. Uma se sintió un tanto nostálgica. No tenía a sus mejores secuaces aquí con ella. Estaba sola aquí en Auradon.

—Uma, ya debes hacer tu entrada —Ben llamó a la puerta.

—Ya voy —y salió de la habitación para encontrar a Ben vestido con su elegante traje y su corona de oro—. Te ves apuesto.

—Y tú luces increíble, nunca vi a una chica más hermosa en mi vida —Ben sonrió—. Hey, ¿qué es eso en tu mano?

 Uma escondió el libro detrás de su espalda.

—Nada, solo un cuaderno donde estoy anotando cosas —respondió—. ¿Qué te parece si entras tú primero y le explicas a Mal? Yo iré después —ubicó su mano en la mejilla de Ben.

—De acuerdo.

  Ben se alejó, y Uma lo siguió. Observó un pasillo lleno de vitrales mostrando a todas las parejas famosas de Auradon. Aurora y Felipe, Tiana y Naveen, Rapunzel y Eugene. Todos ellos estaban juntos. Se tenían el uno al otro. Uma sintió una ligera sensación de nostalgia, y su pecho se apretó.

 Estaba sola. Pero pronto dejaría de estarlo. Tendría a sus mejores amigos con ella. Sólo tenía que hacer bien su movimiento.

  Pensando en ello, recordó todos los agradables momentos que pasó con ellos. Como aquella vez que nadaron los tres por el muelle, o aquella vez que Harry le regaló una radio vieja para su cumpleaños, o esa vez en la que Gil se rió tan fuerte que la leche agria salió por su nariz. Y esa vez en que encontraron un reloj de pulsera de una señora mayor... Bueno, ella lo estaba usando, pensó Uma.

 Ah, buenos momentos.

  Harry y Gil merecían estar en ese libro. Y así anotó sus mejores recuerdos de ellos en el libro de Mal. Hacerlo inspiró a Uma. Ellos estaban allá sufriendo en la Isla. Pronto tendrían que ser libres. Se lo merecían.

 Este libro había sido como su pequeño diario personal.

  Anotó sus últimas palabras antes de que saliera. Mal vería su huella plasmada y recordaría como fue Auradon antes de que todos supieran su nombre.

 Ellos me están llamando para hacer mi gran entrada del Baile Real de Auradon. Diría: «Deséenme suerte», pero no la necesito...

***

  Uma flotaba en el agua mientras veía a Mal en forma de dragón flotar en el aire. No muy lejos de ella, están Ben entre ambas chicas.

 Las palabras del rey quedarán plasmadas en su mente. Sé que quieres lo mejor para la Isla.

  Ben ofreció ayudarla. Una tercera vez. Este chico siempre ofrecía oportunidades para ayudar a las personas. No importaba que ella lo hubiera querido arrogar al océano y hechizarlo para conseguir la varita. Él era una buena persona. Siempre lo había sido.

 Uma sintió que ese anillo que llevaba puesto no le pertenecía. No se merecía usar el anillo de alguien tan bueno como Ben. Ella era un monstruo. Una villana.

  Se quitó el anillo y se lo entregó al castaño. Debía dárselo a una verdadera chica que sí valiera la pena.

 Estaba tan cansada y exhausta. De tanto luchar contra Mal. Ya era hora de terminar todo esto. Miró a su archienemiga, y luego a Ben.

  Qué afortunados eran ellos. Se tenían el uno al otro. Mal lo amaba a pesar de todo. Ben la amaba a pesar de todo.

 Uma no tenía nada de eso. Suspiró profundamente, casi una lágrima se dejó colar por su rostro. Y sonrió con tristeza.

  Se alejó de Mal y Ben.

 Nunca en su vida se sintió tan sola.

***

Narra Uma.

  El océano es oscuro y frío. Pero la verdad no me importa.

 Observé como Mal y su tripulación se divertían en ese yate. Yo también solía divertirme en mi barco con mi tripulación. Solíamos divertirnos haciendo caminar a los estudiantes de primer año por la tabla. Pulíamos nuestras espadas. Luchábamos entre nosotros.

  Oh, que buenos momentos. Ahora ellos se encuentran tan lejos de mí.

 No sé por qué, pero quiero salir a flote y ver la Isla.

  Cuando emerjo del agua, la luna llena se apoderó del cielo oscuro. La marea está calmada, y las luces de la Isla de los Perdidos brillan a lo lejos.

 Es la vista más hermosa que puedo apreciar. Mi hogar. Donde tengo los peores y mejores recuerdos.

  Como extraño ese sitio.

 Creo que la vida es irónica. Siempre quise salir de la Isla, y ahora que estoy fuera, quiero volver allí. Por mi tripulación. Por mi gente.

  Pronto lo haré. Pero necesito tiempo.

 Busco eliminar estos tontos pensamientos de empatía. Recordándome quién soy.

  Mi nombre es Uma, hija de Úrsula, la bruja del mar. Soy la capitana de la Venganza Perdida. Reina de la Isla de los Perdidos.

 Y no tengo nada y a nadie a mi lado en este momento. Pero esto no se quedará así por mucho tiempo.

  ¿Qué? ¿No creíste que este era el final de la historia, cierto?

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