La llegada de Celia y Dizzy a Auradon.
Friends on the other side
En la Isla de los Perdidos, vivían dos niñas alegres, que anhelaban mucho más de lo que tenían.
La pelirroja estaba condenada a trabajar en la peluquería familiar, aunque tenía talento para ser una diseñadora famosa pero eso no era valorado en su hogar; ni en aquella isla en donde no existían las esperanzas ni la bondad, el cariño y mucho menos respeto.
La morocha, por otro lado, debía pasar sus días atendiendo el negocio familiar del hechicero más peligroso y estafador de aquel lugar. Ella deseaba tener un futuro en el que pudiera ayudar a la gente, ya que ella podía ver el futuro.
Pero ambas sabían que si intentaban mostrar sus verdaderas intenciones, no sobrevivirían en aquella prisión, porque eran hijas de familias villanas muy temidas y deseaban satisfacer a sus padres.
Habían pasado dos días desde el Cotillón Real, que había sido transmitido por uno de los pocos canales que se veían desde aquel pedazo de tierra en el medio del mar. Todos los habitantes habían visto como Uma había fracasado y se había marchado, pero ella no había regresado a la isla.
Habían pasado dos días desde que una limusina real había ingresado a la tierra en la que los villanos habían sido exiliados para entregarle un papel a una de las niñas, en el que la invitaban a estudiar en la preparatoria de Auradon, y desde entonces, la vida de Dizzy Tremaine había empeorado bastante.
La descendiente de Drizella aún recordaba como sus gritos de euforia habían alertado a su abuela, que había bajado las escaleras –alterada porque la insoportable de su nieta le impedía tener su sueño de belleza– y había echado a los mensajeros del rey Ben a los gritos para luego arrebatarle la invitación de las manos y aclararle que de ninguna manera permitiría que se marchara.
A la mañana siguiente, lady Tremaine les había dado el día libre a sus hijas y a su nieto, por lo que Dizzy había tenido que encargarse de barrer y atender a todos los clientes que habían ido a la peluquería –y como ninguno había quedado conforme con el trabajo de la menor, la habían golpeado, insultado y no le habían dado ni un centavo– lo cual hizo enfurecer aún más a la madrastra malvada de Cenicienta; quien la había encerrado durante todo el día en un viejo armario que tenía clavos en la puerta.
Oh Evie, si tan solo estuvieras aquí, podrías salvarme de este infierno, pensó la pelirroja, mientras secaba sus lágrimas.
La vida de Celia Facilier era peor que la de su mejor amiga, ya que la primera tenía que trabajar todos los días en Dr Facilier's: Voodoo Empire, soportar a su hermana mayor –que la mayoría del tiempo, era una completa hija de puta con ella–; tratar de no pensar en lo culpable que se sentía porque su madre los había abandonado –bueno, eso era lo que su padre le había dicho, además de que ella pertenecía a la realeza– y evitar meterse en problemas.
La morena estaba cansada –no había dormido bien por los intentos inútiles del hombre Sombra de convocar a sus amigos del más allá– pero aún así debía ordenar toda la mercancía de la tienda.
El turno de Freddie había terminado hace unos minutos y ella le había dejado un montón de trabajo –ya que su hermana mayor prefería ir a robar con sus amigos en lugar de estar encerrada en la tienda, cumpliendo con su deber–, por lo que la menor tenía que colocar unas bolas de cristal en lo más alto de una de las estanterías pero su estatura le dificultaba aquella tarea: era demasiado pequeña.
Celia se subió a una silla para poder hacer lo que su padre le había pedido y empezó a ordenar las nuevas bolas de cristal en la estantería, un rato más tarde ella sonrió orgullosa de sí misma cuando terminó y se bajó de la silla para ahora empezar a limpiar el lugar, que estaba bastante sucio.
La menor se sobresaltó cuando escuchó la puerta abrirse y dejó el trapo sucio con el que estaba limpiando el mostrador a un lado para ahora levantar la mirada, aunque deseó no haberlo hecho al encontrarse con aquel chico de cabello oscuro.
— ¿Q-qué haces tú aquí? ¿No deberías estar trabajando en Lady Tremaine: Curl Up & Dye? —Tartamudeó la pequeña, nerviosa.
—Vine a comprar algo, y no, mi abuela me dio el día libre. —Respondió el descendiente de Anastasia, encogiéndose de hombros y sonriendo cínicamente. — ¿Hay nueva mercancía o tienes las mismas porquerías que ayer?
—Tú jamás compras nada, Tremaine. Agh, esa madrastra malvada solo le da a Dizzy más trabajo del que puede hacer, ¿acaso se creen que pueden tratarla como a su nueva Cenicienta?—Murmuró la morena, desconfiada y llena de rencor, odiaba que explotaran a su mejor amiga. —Han llegado nuevas bolas de cristal...—Dijo, señalando la estantería en la que ella misma acababa de colocarlas.
—Esta vez sí lo haré, lo prometo por mi honor. Y sí, puedo tratar a mi prima como la esclava que es, y tú no puedes hacer nada para evitarlo; rata callejera. —Prometió el pelirrojo, alzando su mano derecha. — ¿Y qué estás esperando, estúpida? Bájalas para mí, no puedo observarlas de cerca si no me las traes. —Ordenó serio.
—Un ladrón no tiene honor. —Replicó Celia, negando con la cabeza. Bufó al oír su pedido, porque el cliente siempre tenía razón. —Pero es que están muy altas, no las alcanzo...—Se excusó.
— ¿Pero? ¿Dijiste pero? —Repitió Anthony, alzando la ceja. Se acercó al mostrador y lo golpeó con el puño, logrando que la menor se sobresaltara. — No soy imbécil, mocosa, no me interesa si no alcanzas esas malditas bolas de cristal; te las vas a ingeniar para traérmelas ahora mismo o tendrás muchos problemas. —Amenazó.
La morocha suspiró hondo antes de rodear el mostrador y subirse a una silla para ahora tomar las nuevas mercancías y se bajó con cuidado para ahora colocarlas frente al nieto de lady Tremaine, que apoyó sus codos en el mostrador para observarlos atentamente.
—Estas bolas de cristal están sucias, ¡inútil! —Le recriminó el adolescente, molesto porque la vendedora era una estúpida. —Pero como estoy de buen humor, permíteme ayudarte a limpiarlas. —Sugirió con una sonrisa malvada que a la menor no le gustó nada.
Nadie es amable en este lugar, pensó ella.
—Eso no es necesario, yo puedo hacerlo. —Habló rápidamente la hermanita de Freddie, pero el chico de cabello oscuro se apresuró a tomar el trapo sucio con el que la niña estaba limpiando el mostrador y empezó a pasarlo por una de las bolas de cristal, pero entonces la derribó; logrando que se cayera al suelo. — ¡Ups! Soy un torpe, déjame seguir limpiando las demás. —Se lamentó antes de hacer lo mismo con las otras.
— ¿¡Qué hiciste, idiota!? —Se quejó la morocha al ver el desastre que él había causado, rodeó el mostrador rápidamente, con cuidado de no cortarse con los pedazos de vidrio que había en el suelo. — ¡Mi padre va a matarme! —Murmuró, asustada, porque no quería ser castigada por él otra vez.
— ¡Qué irrespetuosa eres, chiquilla malcriada! —Dijo el nieto de lady Tremaine, indignado. — ¿¡Cómo te atreves a llamarme de esa manera, mocosa ingrata!? —Gruñó furioso antes de empujarla con fuerza, logrando que ella se cayera al suelo –afortunadamente, no se había lastimado con los pedazos de vidrio–, la menor lo miró con odio.
—Solo digo la verdad, eres un idiota. —Admitió Celia, algo sorprendida de sí misma, pues nunca se enfrentaba a aquellos que la molestaban. —Púdrete en el infierno, basura.
— ¡Considérate muerta, estúpida! —Alzó la voz el adolescente, tomándola del chaleco rápidamente y colocándola entre la pared y su cuerpo, alzó su puño derecho dispuesto a golpearla pero entonces escuchó unos pasos que provenían de las escaleras que conectaban el hogar de los Facilier con la tienda y maldijo entre dientes. —Esto no se va a quedar así, pequeña rata, me las vas a pagar. Ah, y asegúrate de limpiar ese desastre que tú misma hiciste. —Gruñó refiriéndose a la mercancía rota, la dejó caer al suelo y se marchó unos segundos antes de que el hombre Sombra apareciera en el negocio familiar.
Después de todo, ni siquiera el villano más respetado deseaba meterse con el hechicero que tenía influencia en el más allá.
— ¿¡Pero qué haces ahí, maldita vagabunda!? —Le gritó el hombre al verla sentada en el suelo, con la espada apoyada en la pared. — ¿¡Qué crees que haces!? ¿Descansando, acaso? —Sugirió, alzando una ceja.
— ¡N-no! —La pequeña negó con la cabeza rápidamente, tratando de ocultar su nerviosismo. Se incorporó con torpeza, se acercó a él lentamente. —E-estaba atendiendo a un cliente y...
— ¿¡Y qué!? ¡Habla bien, mocosa inútil! —Le recriminó Facilier. — ¡Dame el dinero, ahora mismo! —Sentenció, serio.
—E-es que n-no lo tengo, él no me pagó, y-yo...—Tartamudeó Celia, nerviosa. Su padre le aterraba.
— ¿¡Cómo que no te dio el maldito dinero!? —Él alzó la voz, furioso. Se acercó al mostrador y golpeó el mismo, logrando que su descendiente se sobresaltara. — ¡Nadie se atrevería a irse sin pagar, porque todos saben lo que les pasará si lo hacen! ¡De seguro tú tienes los billetes! —La acusó, señalándola con el dedo, a todos los que trataban de estafar al hombre Sombra les pasaban cosas extrañas que la morocha prefería no recordar.
— ¿Qué? N-no, yo jamás te haría eso...—Susurró ella, asustada.
— ¿¡Qué es esto!? ¿¡Es la nueva mercancía que llegó hoy!? —Gritó el dueño de la tienda, al ver los pedazos de vidrio en el suelo. La menor no respondió, porque sabía que eso no le convenía. — ¡Rompiste las bolas de cristal, me robas y además te pones a descansar en tu horario de trabajo! Pero ¿¡quién te crees que eres, por todos los demonios del más allá!? —Él se acercó a ella, la morocha retrocedió hasta chocarse contra la pared.
—Papá, t-te juro que yo n-no...—Empezó a hablar, con lágrimas en sus ojos.
— ¡Silencio! —La interrumpió el hechicero más temido y respetado de toda la isla, Celia tragó saliva con dificultad. Ella no quería saber lo que su padre le haría esta vez, pero estaba a punto de descubrirlo. — ¡Si tienes tantas ganas de descansar, entonces te enviaré a un lugar en donde tendrás un sueño eterno! —Le advirtió antes de chasquear los dedos, entonces toda la tienda se oscureció e inmediatamente unas velas se encendieron.
La morocha se percató de que las sombras aparecieron de repente y antes de que pudiera correr, la sostuvieron de los brazos para que no se escapara.
Celia sabía que ése era su fin.
— ¿¡Qué demonios está sucediendo aquí, por todos los espíritus del más allá!? —Se quejó la chica, que acababa de entrar a la tienda rápidamente. — ¡Papá, déjala!
— ¡No te metas, Freddie! —Le advirtió el hombre. — ¡Ella tiene que pagar por todo lo que ha hecho: ha roto las bolas de cristal, me ha robado y tuvo el descaro de descansar cuando debería estar haciendo sus tareas! —Insistió.
— ¡No ha sido ella! —Mencionó, acercándose velozmente hacia sus dos familiares.
— ¿Qué dijiste? —Preguntó Facilier, volteándose a verla lentamente. — ¡Repítelo ahora mismo! —Ordenó, serio.
— ¡No ha sido ella! —Mintió la adolescente. —Las bolas de cristal se me han caído a mí, fui a buscar una escoba para limpiar el desastre antes de que te dieras cuenta, además yo te robé. Celia no estaba descansando, le advertí que se mantuviera alejada para que no se lastimara con los vidrios. —Aclaró ella.
— ¿¡Cómo te atreves a intentar engañarme, maldita!? —Le recriminó el hechicero, alzando la voz. Chasqueó los dedos y las sombras soltaron a su hija menor para ahora inmovilizar a la mayor. — ¡Ahora vas a aprender a no meterte más conmigo, ingrata malagradecida!
— ¿¡Qué haces aquí todavía!? —Cuestionó la chica que acababa de llegar. — ¡Corre, huye y no mires atrás! —Suplicó ella, que temía por su vida, pero aún así se esforzaba por ocultar su miedo.
Celia quiso negarse, quiso defender a su hermana –porque al fin y al cabo, compartían la misma sangre y no se odiaban tanto como les hacían creer a los demás–; quiso enfrentar a su padre, quiso huir a un lugar lejano en el que ella, Freddie y Dizzy estuvieran a salvo. Pero cuando la menor reaccionó, lo único que pudo hacer fue correr a encerrarse en su habitación y dejarse caer en la cama mientras lloraba.
Estaba indefensa, asustada y harta de tener que soportar ese infierno.
Los gritos de Freddie impidieron que ella pudiera dormirse.
A la madrugada, se levantó de su cama temblando y se acercó a la ventana. A lo lejos, veía el reino.
Celia vio pasar una estrella fugaz y cerró los ojos con fuerza, deseó estar en Auradon, en donde creía que estaría a salvo; pero ella sabía que no todos los deseos se hacían realidad.
Oh mamá, si tan solo estuvieras aquí, podrías salvarme de este infierno, pensó la morocha mientras secaba sus lágrimas, ¿por qué no estoy en el reino contigo? ¿Por qué no soy lo suficientemente buena? ¿Por qué merezco sufrir tanto? ¿Por qué nos abandonaste?
[...]
Al día siguiente, la pequeña daba vueltas en su cama –que era demasiado incómoda, pero al menos tenía una– debido a que estaba teniendo una pesadilla.
—Despierta, Lia, despierta... —Susurró Freddie en su oído, mientras acariciaba su cabello lentamente. —Despierta, hey, no es real.
— ¡No, no! ¡Mamá, no te vayas! ¡No me dejes! —La mejor amiga de Dizzy despertó sobresaltada, con lágrimas en los ojos. — La vi, estaba con ella... hasta que papá la mató.
—Fue un sueño, Lia, tranquila. —Aclaró su hermana mayor antes de abrazarla con fuerza, a pesar de que su cuerpo aún le dolía por todo lo que había tenido que soportar hace unas horas. —Mamá está bien, está en Auradon, me ha enviado cartas. —Mintió, porque la comunicación entre la isla y el reino era inexistente, salvo por el barco en el que llegaban las sobras que los buenos entregaban a los villanos.
Malditos hipócritas, pensó Freddie con desprecio.
La verdad era que ella no había recibido noticias de su madre, pero era consciente de lo mucho que su hermanita la necesitaba así que se había encargado de darle esperanzas.
—Anoche creí que te perdería. —Sollozó Celia, rodeando con sus brazos a su pariente, ambas se habían acostumbrado a soportar los castigos que el hombre Sombra les daba.
—Yo jamás te dejaría sola con papá, no voy a permitir que te haga lo que me hizo anoche, ¿sí? —Aseguró la descendiente mayor de Facilier. —Pronto todo mejorará, al menos para una de nosotras. —Dicho esto, ambas se separaron.
— ¿Qué sucedió? —Dudó la dueña de la habitación, aunque realmente no quería conocer la respuesta. — ¿Cómo estás tan segura de eso?
—Alguien despertó con mucha curiosidad, eh. No te diré qué pasó, saberlo solo te traumará más y no quiero eso. Simplemente sé que pronto todo este sufrimiento terminará, y ya. Digamos que... Me lo dijeron los espíritus. —Freddie se encogió de hombros. —Ah, casi lo olvido, papá se fue temprano así que podemos hacer lo que queramos. —Informó, sonriendo de lado.
—Entonces podemos abrir la tienda un poco más tarde. —Sugirió la pequeña, levantándose de la cama rápidamente. — ¿Me haces el desayuno? Me muero de hambre...—Ella hizo pucheros, no había cenado nada anoche porque temía salir de su habitación cuando Facilier se ponía tan violento.
—Claro que sí Lia, pero ¿no deberíamos esperar a...?—Accedió su hermana mayor, pero antes de que pudiera terminar de hablar ambas oyeron un golpe en el vidrio de la ventana del cuarto. Las dos dirigieron su mirada hacia allí y observaron a la pelirroja, que abrió la ventana para ahora entrar por allí, acomodó su vestido y les sonrió.
— ¡Ya estoy aquí! —Habló la hija de Drizella antes de abrazar a su mejor amiga por detrás, suspiró hondo. —Lamento la tardanza, Anthony casi se olvida de sacarme del clóset. Mi abuela me encerró allí ayer...—Se disculpó, apenada.
—No eres la única que tuvo una noche horrible, Dizz. —Mencionó Celia, haciendo una mueca. — ¿Has desayunado?
—No, hice enojar a mi abuela y ahora se niega a alimentarme...—Ella negó con la cabeza, no le había contado a su mejor amiga sobre la invitación que el rey Ben le había hecho porque había perdido toda esperanza cuando lady Tremaine había echado a los mensajeros, Dizzy sabía que no tenía oportunidad de tener un futuro mejor. —Y saben que no me gusta robar, mi tía dice que no es correcto.
—Tu bondad va a terminar contigo tarde o temprano, debes ser al menos un poco egoísta en esta prisión, cariño. —Le aconsejó Freddie. —Como sea, les prepararé el desayuno, las llamaré cuando esté listo. —Dijo para acto seguido retirarse, cerrando la puerta.
—Volví a soñar con mi madre. —Admitió la dueña de la habitación, sentándose en la cama. La pelirroja imitó su acción y tomó sus manos, dispuesta a escucharla atentamente. —Soñé que estaba con ella en Auradon, mi hermana estaba ahí, éramos felices. Vivíamos en un castillo enorme, no teníamos que preocuparnos por nada... hasta que papá llegaba y asesinaba a mamá justo frente a nosotras.
—Solo ha sido una pesadilla, tu hermana siempre te ha dicho que tu madre sigue en contacto con ella, por lo tanto sabes que está bien. —Le recordó Dizzy.
—Sí pero me dijo que se escriben cartas, sin embargo jamás me ha dejado leer alguna, nunca le he preguntado por qué. —Replicó la morocha. —Desearía que todo fuera diferente. —Suspiró, bajando la mirada.
—Al menos sabes algo de tu madre, yo no tengo ni idea de quién es mi padre, a mamá no le gusta hablar de él; jamás he tenido la oportunidad de preguntarle a mi tía si sabe algo sobre él...—La nieta de lady Tremaine suspiró hondo, ella también deseaba que todo fuera diferente. —Ya sé qué te animará, ¿puedes leerme el futuro?
— ¡Claro que sí! ¡Has venido al lugar indicado! —Accedió Celia, incorporándose de la cama velozmente y tomando la mano de su compañera de aventuras para que imitara su acción. —You're in my world now, not your world. And I got friends on the other side.
—She's got friends on the other side. —Ambas oyeron voces alrededor de la habitación, Dizzy se sobresaltó.
—That's an echo lady, just a little something we have here in the Isle. A little parlor trick, don't worry. —Su mejor amiga le guiñó el ojo antes de señalarle una pequeña mesa, junto a dos sillas. — Sit down at my table, put your mind at ease. If you relax it will enable me to do- anything I please. I can read your future, I can change around some, too. —Prosiguió, mientras la pelirroja tomaba asiento.
—I look deep into your heart and soul- you do have a soul, don't you Dizzy? —La dueña de la habitación la observó antes de subirse encima de la mesa. — Make your wildest dreams come true!
—I got Vodoo. —Afirmó, mostrándole a la pelirroja unos muñecos vudú. —I got hoodoo. —Añadió, enseñándole una cabeza disecada. La hija de Drizella hizo una mueca de asco.
—I got things I aint even tried! —Comentó, sacando una pócima morada y abriéndola, pero inmediatamente la cerró. Se bajó de la mesa rápidamente. —And I got friends on the other side. —Mencionó cuando su propia sombra le acercó la otra silla, en donde ella se sentó.
—She's got friends on the other side! —Cantaron a coro unas voces detrás de la pelirroja, que inmediatamente se volteó a ver unas máscaras extrañas que Celia tenía como decoración en su habitación, pero las mismas se veían normales.
—The cards, the cards, the cards will tell. —La descendiente menor del hombre Sombra sacó las cartas para ahora empezar a mezclarlas. — The past, the present, and the future as well. —Prosiguió mientras colocaba tres cartas sobre la mesa, las guardó nuevamente.
—The cards... the cards... Just take three. —Mencionó, desordenándolas y enseñándole algunas a su mejor amiga para luego ofrecérselas, Dizzy la obedeció. —Take a little trip into your future with me! —Cuando su invitada las eligió, la morocha las colocó sobre la mesa.
—On you little girl I don't want wanna waste much time. You've been pushed around all your life! —Celia le mostró la primera carta. — You have been pushed by your grandmother, your mother and your cousin. —La pelirroja vio como lady Tremaine la maltrataba, al igual que Drizella y Anthony.
—And if you had a twin... you'd be pushed by your twin sister. —Sugirió la dueña de la habitación, mostrándole la segunda carta en la que Dizzy era maltratada por su gemela. —But in your future, the you I see... is exactly the girl you always wanted to be. —Celia rodeó la mesa y se acercó a la chica, la tomó por los hombros para ahora mostrarle la última carta en la que ella vivía como una princesa mientras que todos los que la habían maltratado en el pasado hacían sus antiguas tareas. La pelirroja sonrió, emocionada.
—I hope you're satisfied...—Exclamó la morocha, mientras su mejor amiga la miraba con admiración. —But if you ain't, don't blame me. You can blame my friends on the other side... —Dicho esto, la hermanita menor de Freddie empezó a reírse como la brujita que era.
— ¿¡A eso le llamas una carcajada malvada, mocosa inútil!? —Le recriminó Facilier, abriendo la puerta bruscamente. — ¡Qué gran decepción! ¿¡Qué he hecho para que los espíritus me castiguen con una hija tan estúpida!? —Se quejó el hombre, negando con la cabeza.
Las pequeñas chillaron de miedo y se escondieron debajo de la mesa.
— ¡Salgan de ahí, ratas escurridizas! —Gritó una voz que la pelirroja reconoció inmediatamente y maldijo entre dientes, las mejores amigas obedecieron. — ¡Dizzy Tremaine, que gran deshonra eres! ¿¡Es que no has oído a tu abuela cuando ella te repetía siempre que hay que mantener la compostura en todo momento!?
— ¡Mamá! ¿Qué haces aquí? —Cuestionó su hija al ver a Drizella allí, ya que era extraño que la mujer estuviera en la tienda del hechicero más peligroso de toda la isla.
—Hay una buena razón como para que una villana como yo se digne a venir a un lugar tan espantoso como este, obviamente. —Aclaró la hermanastra malvada de Cenicienta, sonriendo. —Vine para decirte personalmente lo feliz que estoy de no tener que soportarte nunca más a partir de hoy.
— ¿Y eso qué significa? —Inquirió la pequeña, desconfiada, colocándose detrás de su mejor amiga. — ¿V-vas a asesinarme? —Tartamudeó, nerviosa.
— ¡No, no! Yo no me mancharía las manos de la sangre de una persona tan insignificante como tú, no. —Negó la mujer rápidamente, aquel comentario hirió a su hija.
—Tú, pequeño estorbo inútil, y tu insoportable compañera. —Empezó el hombre Sombra, señalando con el dedo a las niñas. —Han sido seleccionadas para ir a Auradon.
— ¿Qué? —La morocha los miró incrédula. — ¿Esto es una broma de mal gusto? Porque no es gracioso.
—No, mocosa insolente, yo no bromeo. —Facilier negó con la cabeza. —Y tienes suerte de que te hayan elegido, porque no iba a tolerar otro de tus errores.
—Pero... yo creí que la abuela no quería que me fuera. —Susurró la pelirroja, confundida.
—Así era, pero tu tía y yo estuvimos hablando con ella y Anastasia la convenció, además estoy feliz de poder deshacerme de ti de una vez por todas; siempre fuiste tan inútil...—Habló Drizella, cruzándose de brazos. —La limusina llegará en una hora así que más les vale que estén listas. —Dicho esto, los adultos se retiraron.
— ¡Vamos a ir a Auradon! —Gritaron las niñas, emocionadas, antes de abrazarse.
De repente, olvidaron todo lo malo que habían soportado durante la noche anterior.
—Evie siempre supo que tenía demasiado potencial para quedarme atrapada aquí... No puedo desperdiciar mi talento, ella siempre me lo dijo. —Mencionó la prima de Anthony, al recordar la última vez que había visto a la descendiente de la reina malvada, sonrió. — ¡No podemos ir así vestidas, estamos horribles! Tú sigues en pijama, debes lucir más decente, ¡nos vamos al reino de las oportunidades! ¡Tienes que dar una buena impresión!
— ¡Ok, ok! —Accedió la dueña de la habitación. — ¿Qué te parece si desayunamos aquí, luego vas a tu casa a empacar tus cosas mientras yo me visto y nos vemos en la peluquería para que me termines de arreglar? —Sugirió, su mejor amiga asintió y ambas salieron del cuarto para dirigirse hacia la cocina, en donde los esperaba la primogénita del hombre Sombra con la última comida que las pequeñas comerían en ese lugar en el medio del mar.
Afortunadamente, el hombre Sombra se había ido sin darle explicaciones a su descendencia, por lo que las chicas tendrían un último desayuno pacífico.
— ¡Freddie! ¡No sabes lo que acaba de pasar, acabamos de enterarnos de que vamos a ir a Auradon! —Comentó la nieta de lady Tremaine, emocionada, antes de sentarse en la mesa.
—Oh, sí, lo sabía. Yo recibí a los mensajeros del reino cuando vinieron a entregar la invitación, además las oí gritar. —Mencionó la mayor entre risas. —Estoy tan orgullosa de ambas, se merecen una vida mejor y ahora la tendrán.
—Desearía que tú también pudieras venir. —Habló Celia, abrazando a su hermana antes de sentarse en la mesa. —No es justo que te quedes a soportar los maltratos de papá, no quiero que te pase nada.
—No te preocupes por mí, sé cuidarme sola. —Afirmó la chica antes de colocar los tres platos con los desayunos en la mesa. —Además, tendrás la oportunidad de ver a mamá, eso es lo que siempre has querido. —Le recordó con una sonrisa, entonces las tres empezaron a comer.
[...]
Una hora más tarde, el vehículo real estacionó afuera de Lady Tremaine's: Curl Up & Dye.
— ¡Ahí está! ¡Es la limusina con banderas! —Exclamó Dizzy emocionada al verla en la calle a través de la ventana de su habitación en la que estaba con la morena, ambas bajaron las escaleras corriendo y salieron de la peluquería.
Un grupo de villanos curiosos se acercaron a ver qué estaba sucediendo.
—Más te vale que hagas algo bien y arruines la vida de Cenicienta y su familia, tal y como tu madre, tu tía y yo lo hemos hecho en el pasado. —Gruñó la dueña del negocio familiar, tomando a su nieta de los hombros. —No nos decepciones.
—Haga lo que haga, jamás será suficiente para enorgullecerte, abuela. No quiero ser mala, eso no está en mi ADN. —Replicó la pelirroja. —Esta es mi vida, y yo decido qué hacer con ella. —Dicho esto, se alejó de la anciana.
— ¡Pequeña! No olvides pedirle disculpas en mi nombre al hada madrina por haberle robado la varita y haberla convertido en piedra hace años, realmente estoy arrepentida por eso. —Suplicó la madre de Anthony, a lo que la menor asintió con la cabeza, sonriendo. —Buena suerte, cariño. —Añadió antes de abrazarla, Dizzy correspondió a aquel gesto.
—Rata infeliz, no mereces ir a ese maldito reino. —Mencionó su primo, lleno de envidia y rencor. — ¿¡Cómo te atreves a abandonar a tu familia, traidora!? —Le recriminó, furioso.
—Claro que lo merezco, idiota. —Lo enfrentó la descendiente de Drizella, harta de su actitud. —Allí seré feliz, que es lo que siempre he querido, en cambio tú, mamá y la abuela sí merecen quedarse aquí porque jamás cambiarán. De la única persona de la que me duele alejarme es de mi tía Anastasia, porque ella me enseñó todo lo que realmente importa. —Aclaró para acto seguido subirse a la limusina sin siquiera mirar atrás –ya que sabía que la mujer que le había dicho que se iría no le dedicaría ni un minuto más de su valioso tiempo– aunque dejó la puerta abierta para que su mejor amiga entrara cuando terminara de despedirse.
—Te voy a extrañar Lia, pero tienes muchísima suerte al alejarte de este horrible lugar, pequeña. —Habló Freddie, abrazando a su hermanita con fuerza. —Encontrarás a mamá, lo sé, pero no te olvides de mí.
—Yo también te extrañaré y te prometo que le suplicaré al rey Ben que te saquen de aquí...—Aseguró Celia. —Jamás me olvidaría de ti.
La morocha se separó de la única adolescente que la había cuidado durante toda su vida para ahora subirse al vehículo real, cerró la puerta y suspiró hondo, dejando su mochila a su lado en el asiento trasero.
—Nuestra vida está a punto de cambiar para siempre. —Dijo la pequeña pelirroja, sonriendo. —Cuando lleguemos al reino, tú buscarás a tu madre, yo localizaré a mi padre, ¡tal vez hasta pueda trabajar con Evs! Y viviremos como princesas.
—Sí, estoy emocionada por volver a ver a Mal, Evie, Jay y Carlos. —Murmuró la chiquilla que tenía un poco de influencia en el más allá, al recordar que la primera solía pasar tiempo con su hermana mayor en la tienda del hombre Sombra.
Mientras tanto, en la entrada de la preparatoria Auradon, un grupo de jóvenes esperaba con ansias la llegada de la limusina real.
— ¡No puedo creer que esto finalmente esté pasando! —Exclamó la chica de cabello azul, por décima vez en el día.
—Ay por favor, no exageres E, no ha pasado tanto tiempo desde la última vez que vimos a la hija de Drizella. —Replicó su mejor amiga, negando con la cabeza.
—Lamentablemente no tuve el placer de conocerla, pero eso cambiará hoy. —Dijo el rey, tomando la mano de la chica de cabello morado y besando sus labios cortamente.
—Yo ni siquiera quiero verla, solo he venido porque mi madre me obligó ya que ella no pudo venir debido a que tenía asuntos que atender. —Se quejó Chad, haciendo una mueca de desagrado. — ¿Por qué debo estar aquí esperando a una villanita cruel cuando podría estar en la habitación de los chicos, haciendo copias de la corona o de muñecos de acción que sí tengan mi rostro? —Él bufó, cruzándose de brazos.
—Te hemos dicho miles de veces que no queremos que uses nuestra impresora. —Le recordó De Vil, alzando una ceja.
—Y no hables así de Dizzy, porque ni siquiera la conoces. —Añadió Jay. —Más te vale que te comportes porque si la haces sentir mal, te aseguro que la pagarás caro.
—No le hables con ese tono a mi ex. —La hija de la Bella Durmiente lo fulminó con la mirada. —No me hagas arrepentirme de haber venido a acompañarte solo porque me lo has pedido, Charming. —Mencionó, mirando al rubio.
Todos guardaron silencio cuando el auto con banderas apareció en la calle y Doug le dio la orden a la banda de empezar a tocar la canción de bienvenida.
Cuando el vehículo estacionó, el chófer bajó y abrió la puerta trasera, la música cesó cuando la pelirroja y la morocha bajaron del vehículo. La madre de Jane se apresuró a acercarse a ambas.
— ¡Bienvenidas a la preparatoria Auradon! Soy el hada madrina, la directora. —Se presentó la mujer, sonriendo amablemente.
— ¡La del bíbidi bábidi bu! —Chilló Dizzy antes de empezar a saltar en su lugar, haciendo gestos con su mano como si tuviera la varita mágica. —Oh, hablando de eso, mi tía Anastasia me pidió que me disculpe en su nombre por todo lo que ella le hizo en el pasado...—Murmuró, apenada.
Al oír aquel comentario, el hijo de Cenicienta retrocedió unos pasos, queriendo marcharse, pero la castaña lo frenó.
—Aprecio el gesto, cariño, y la he perdonado hace bastante tiempo; pero ella se ha equivocado. —Exclamó el hada más bondadosa de todo Auradon. —Si te concentras en el pasado, te perderás el futuro.
—Es un enorme placer conocerlas finalmente, chicas. —El descendiente de Bella y Bestia se acercó, al igual que su dama de la corte. —Soy el rey Ben...—Se presentó, sonriendo amablemente.
—Él y los demás les mostrarán el lugar, y yo las veré mañana en la escuela. —Prosiguió el hada madrina. — ¡Nunca se cierran las puertas de la sabiduría! Pero la biblioteca abre de 8:00 am a 23:00 pm y como saben soy exigente con respecto al horario. —Añadió antes de retirarse junto a la banda escolar.
—Esta es una ocasión memorable, espero que aquí puedan sentirse cómodas y...—Dijo el gobernante del reino.
—Y ya no las aburras con ese discurso, mi amor, no queremos que se queden dormidas como lo hizo Aurora. —Lo interrumpió la ojiverde rápidamente, ignorando el insulto que la princesa rosa exclamó por lo bajo. —Basta de formalidades, ¡vengan y abrácenme, chiquitas! —Ella se separó de su novio y abrió los brazos, las menores intercambiaron miradas antes de rodear a la hija de Maléfica con sus brazos. Se separaron luego de unos cuantos minutos.
— ¿Qué? ¿Ya se olvidaron de mí? —Bromeó la dueña de Evie's 4 Hearts, entonces ambas la abrazaron. Dizzy y Celia también saludaron a Jay y Carlos, los chicos no dejaban de sonreír.
— ¿Y ustedes quiénes son? —Dudó la morocha al ver a la archienemiga de Mal y al rubio.
—Él es Chad Charming, el hijo de Cenicienta...—El chico de cabello largo señaló al príncipe presumido. —Y ella es Audrey, hija de Aurora y Felipe.
—Es mí novia. —Aclaró el rubio. —Y supongo que tú eres la mocosa a la que mamá quería que conociera. —Mencionó, inspeccionando con la mirada a la hija de Drizella.
— ¿Perdón? Tú y yo ya no somos nada. —Le recriminó la castaña antes de acomodar su cabello. —Soy una chica libre e independiente, con una pequeña obsesión con las coronas y todo lo que se relacione con la moda. —Comentó antes de acomodar su atuendo.
—Pareces ser el tipo de princesa que se merece a alguien mejor que a... mi primastro, que no es bueno dando primeras impresiones. —Habló la nieta de lady Tremaine, no pudo evitar sonreír al oír las últimas palabras de la castaña. —Así que te gusta la moda... Eso es genial porque yo hago accesorios, podría hacerte algunos si quieres. Soy Dizzy, por cierto. —Añadió, haciendo una pequeña reverencia ante la princesa.
—Más te vale que no te vuelvas a meter con mi mejor amiga, rubio teñido...—Gruñó la hermanita menor de Freddie, acercándose peligrosamente al ex novio de Audrey.
— ¿Y tú quién te crees que eres para hablarme así, chiquita? —La enfrentó el rubio, observándola de arriba hacia abajo.
—Oh, nadie especial, solo... la hija del hombre Sombra. —Respondió la morocha. —Y me llamo Celia, no te conviene hacer enojar a alguien que tiene influencia en el más allá...—Le advirtió la pequeña, Chad soltó un pequeño grito y abrazó a la castaña, que simplemente negó con la cabeza antes de marcharse junto con su ex novio.
—Afortunadamente, pedí que ambas compartieran habitación en la residencia y lo mejor de todo es que estaremos muy cerca. —Informó la descendiente de la reina malvada, atrayendo la atención de las niñas. —Mal y yo las acompañaremos hacia allá para que no se pierdan. —Mencionó, los chicos se retiraron mientras que Dizzy tomaba la mano de Evie y la ojiverde hizo lo mismo con la de Celia para llevarlas hacia su cuarto.
Luego de unos minutos de charla, las cuatro llegaron a su destino. La novia de Doug abrió la puerta y las menores entraron, observando cada rincón de su nueva habitación con una sonrisa antes de ponerse a gritar de emoción.
—Será mejor que las dejemos solas para que puedan desempacar y descansar un poco, vendremos más tarde para entregarles sus horarios de clase y demás. —Dijo la dama de la corte, sonriendo con ternura.
—Si necesitan algo o quieren charlar para recuperar el tiempo perdido, estaremos en la habitación de al lado. —Habló su mejor amiga, Dizzy y Celia asintieron y luego Evie le ofreció el brazo a Mal y ambas se retiraron no sin antes haber cerrado la puerta.
—Somos libres. —Comentó la pelirroja, quien dejó su mochila verde en el suelo y se dejó caer sobre una de las camas. La morocha se recostó a su lado, disfrutando de una comodidad que no había sentido nunca hasta que había llegado a Auradon. —No más tareas, no más castigos, no más insultos, no más maltratos. —Añadió con una sonrisa victoriosa.
—Tal vez mañana podamos empezar a buscar a nuestros padres...—Sugirió la hermanita menor de Freddie, mirando de reojo a su compañera de aventuras. —Ahora quiero comer todos los dulces que estaban en la limusina, guardé algunos, supongo que eran gratis... No tengo dinero para pagárselos.
— ¿Mañana? Es muy pronto, entiendo que estés emocionada, pero será mejor que disfrutemos de todos estos fantásticos lujos; de que tenemos la oportunidad de estar aquí juntas. —Replicó Dizzy, tomando la mano de la morocha. —Creo que esos dulces son gratis.
—Sí, tienes razón. —Admitió Celia, entrelazando sus dedos con los de su compañera de habitación. Se incorporó y tomó su mochila, la abrió para ahora sacar todas las golosinas que ella había guardado y ambas niñas comenzaron a comerlas como si temieran que la comida se evaporara en el aire de un momento a otro.
Las dos habían soñado con estar en el reino durante tanto tiempo que temían que en cualquier momento todo desapareciera y ellas despertaran en la prisión en el medio del mar en la que habían vivido durante sus cortas vidas. Pero esto no era una más de sus fantasías, no, esta era la realidad.
Oyeron que alguien golpeaba la puerta e intercambiaron miradas, sin embargo la pelirroja se levantó para abrir y cuando lo hizo se encontró con la hija de la emperatriz del mal.
—Hey, sé que ni siquiera han pasado quince minutos desde que nos vimos por última vez, pero Evie está tan feliz por tenerlas aquí que se nos ocurrió organizar una reunión pequeña en nuestra habitación para que ustedes conozcan a nuestras amigas. —Dijo la ojiverde. — ¿Eso es chocolate? ¡Yo quiero! —Exclamó al percatarse de que la nieta de lady Tremaine tenía la boca llena de chocolate.
— ¿Será como... una reunión privada sin ninguna maldad? Porque si es así, podríamos considerar ir. —Murmuró la morena, que ahora estaba saltando encima de la cama, bufó cuando se dio cuenta de que Mal había descubierto su pequeño tesoro. — ¡No robamos nada! —Se defendió ella inmediatamente, sentándose en la cama rápidamente.
—Ay, Lia, estamos en Auradon, les juro que aquí nadie las va a dañar porque si alguien lo intenta se las verá conmigo. —Aclaró la ojiverde, apretando los puños. —Aquí nadie roba nada, linda. Aquí todo se comparte, así que por favor...—Suplicó haciendo pucheros, extendiendo su mano. Dizzy le entregó un chocolate.
—Será como una reunión de bienvenida, eso suena lindo. —Exclamó la sobrina de Anastasia, observando de reojo a la morena. —Yo digo que vayamos. —Accedió con una sonrisa.
La descendiente de Facilier guardó los pocos dulces que aún no habían comido en su mochila y bajó de la cama, tomó la mano de su mejor amiga antes de que la última apagara la luz de la habitación. Salieron de la misma y cerraron la puerta, entonces las tres se dirigieron hacia el cuarto de al lado.
Al entrar al mismo, observaron a la chica de cabello azul sentada en el suelo, junto a Audrey; además de una chica de ojos azules y otra de cabello oscuro. Las cuatro les sonrieron emocionadas.
—Dizzy, Celia, ella es Jane...—Empezó Evie, señalando a la descendiente del hada madrina que las saludó con la mano. —Y ella es Lonnie. —Prosiguió, señalando a la chica que faltaba, que se levantó para abrazar a cada una.
Las niñas sonrieron antes de sentarse en el suelo, al igual que Mal.
Pasaron toda la tarde hablando entre ellas, divirtiéndose, cantando, probándose ropa, pintándose las uñas y demás.
Finalmente, después de tanto sufrimiento en la isla, Dizzy y Celia sintieron que Auradon era su lugar en el mundo, ambas supieron que encajaban ahí; porque ése era el reino de la felicidad y las dos mejores amigas estaban realmente contentas.
Y lo mejor de todo era que sudiversión recién comenzaba.
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